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• [CAPÍTULO] • : «𝐕»







Era una noche fría, la niebla inundaba las ciudades y las calles. Se apretaba contra su ventana y ocultaba la vista del iluminado a lo lejos. Naeun ama mucho los climas así, porque siente y cree que los veranos vuelan siempre, en cambio los inviernos caminan. Y la neblina era su fenómeno favorito. Ese fenómeno meteorológico que sucede durante la tarde noche hasta el amanecer en épocas de nubosidad, hablando concretamente un hidrometeoro que consiste en la suspensión de muy pequeñas gotas de agua en la atmósfera, era peligroso e inapropiado conducir en estos climas. Pero a ella le gustaba correr ese riesgo. 

Muchos dirían que es una desquiciada. Y nos equivocaban, sí lo estaba, pero para ellos. Naeun suspiró y estiró sobre su asiento de cuero, haciendo sonar sus huesos, había conducido durante más de 30 minutos en la noche, con tremendo clima hasta llegar a la universidad. Aparcando su auto en el estacionamiento especialmente apartado para los alumnos. Y así poder esperar a su mejor amiga, que tenía clases hasta tarde el día de hoy. En cambio Naeun, no tenía ninguna clase, tampoco era un día laboral. Así que su día fue de ocio, se la pasó recostada mirando series en el apogeo de su hogar. 

Todavía faltaban unos 20 minutos hasta que su amiga saliera de clases, así que tenía que buscar una distracción momentánea para matar el tiempo, a ella no le gustaba esperar. Colocó el bluetooth de su celular y lo adjunto con el estéreo de su auto. Reproduciendo Neva Play de Megan Thee Stallion (feat. RM). Comenzó a tararear la canción al compás de sus dedos y iban tocando el cuero del volante. El calor de la calefacción era su cobija dentro del vehículo, su codo estaba apoyado en el reposabrazos y no miraba nada en particular. Solo estaba ella y su soledad. 

Giró levemente su cabeza hacia el costado izquierdo, observando así el estacionamiento del campus. No se veía ninguna alma, solamente algunos vehículos estacionados, eso daba una estimación de que no había muchas personas dentro de la universidad. La canción terminó, y continúo Chk Chk Boom de Stray Kids. Recostó su cabeza en el asiento a la par que sus manos permanecían en el volante, y sus dedos daban pequeños golpecitos rítmicamente. De sus labios salían tarareos insonoros al compás de la letra. La joven cerró los ojos por unos segundos hasta que un ruido proveniente del exterior se los hizo abrir abruptamente, sacándole un suspiro espontáneo. 

Sabía sobresaltado. Su ritmo cardíaco iba en aumento, la sudoración por su piel se hacía notoria, comenzó a respirar con dificultad y la dilatación de las pupilas era evidente. Ella era estudiante de medicina así que sabía que también había liberación de hormonas como cortisol y adrenalina. En palabras concretas. Tenía miedo. Mucho miedo. Su cuerpo disparaba oleadas de escalofríos. No perdió más tiempo, y rápidamente verificó que su automóvil estuviera más que seguro. No obstante, esa opresión en el pecho le decía que algo no estaba bien. Sus ojos se movían de un lado al otro buscando algo o alguien, es decir, al causante de su exaltación. 

Los vidrios estaban empañados, así que cerró su palma derecha en el puño de su suéter y empezó a limpiar la transpiración de las ventanas. No se veía nada. Parecía no haber nada. Entonces se dijo a sí misma que quizás ver tantas películas de terror la habían afectado las neuronas, intentó calmarse, inhalando y exhalando. Y en ese entonces, el ruido de alguien caminando se vuelve a oír. Su corazón comenzó a palpitar nuevamente desenfrenado, aquellos ruidos eran escalofriantes. No sabía si era real o simplemente ella era paranoica. Con su cuerpo temblando comenzó a moverse sobre su asiento, buscando su celular. 

Al encontrarlo, lo deja caer junto a un gran grito. Pues ella estaba mirando el parabrisas y sintió un verdadero terror apoderarse de ella, cuando aquella sombra oscura pasó tan rápido como un caballo galopando. Sentía que pronto se iba a poner a llorar como una bebé recién nacida, para el colmo intentó encender el auto pero este parecía estar en su contra. Trago saliva. No podía evitar mirar hacia los lados de manera frenética. Sentía que algo la observaba. Estaba tan sumida en su preocupación que cerró fuertemente los ojos cuando aquellos pasos se escucharon aún más cerca, como si estuviera viviendo una verdadera película de terror.

—Algo acabo de moverse en la oscuridad… —se susurró para sí misma, con la voz entrecortada.

Volvió a tragar salida, y inhalo y exhalo. Ya pensaba lo peor. No obstante, como si de una masoquista habláramos, volvió a abrir los ojos. Miró hacia su ventanilla. Pegando un grito tan desgarrador, como si la estuviesen matando, fue del mismo susto, había una figura masculina muy familiar para ella pegada a la ventanilla izquierda. Con una gran sonrisa. Inclinó un poco su cuerpo alcanzando así con su mano derecha su celular, sin despegar los ojos de aquel masculino, y sus manos temblando, marcó el número de emergencia. Sin llamar. Solamente lo dejó allí, ante cualquier cosa. Ella sentía el miedo que debe sentir un animal pequeño cuando está a punto de ser despedazado por un depredador. 

—¿Qué hace ese loco aquí? ¿Para matarme? —se dijo, cerró los ojos de golpe y volvió a abrirlos, creyendo que no estaría, pero sí lo estaba.

Naeun lloraba con los ojos abiertos y los dientes apretados. No quería ponerme a llorar enfrente de él, ni derrumbarse al igual que nuestro mundo lo haría. Temblaba, pero ella no dejaba escapar ninguna expresión. Se frotó los ojos de nuevo con la áspera tela de algodón de su ropa desgastada. Entonces él se acercó aún más al vidrio de la ventana, dio tres golpecitos y habló: 

—Hola, señorita… Lee… ¿No? —le pregunta, divertido. 

Naeun aprieta los labios y lo miró como si acabara de decir la mayor estupidez de la vida. Luego sacudió la cabeza. Incluso ella sintió el disparo de odio quemar sus retinas. Lo miró como se mira a la víbora que te ha mordido antes de apuntarle la cabeza. 

—¿Esperas a tu amiga o recién sales de clases? —él inquiere nuevamente, mantiene el tono suave y paciente— Aunque no creo que recién salgas de clases, estás estacionada aquí hace bastante tiempo y te vi entrar por el portón hasta estacionarte. Así que supongo que estás esperando a Somin. Qué buena amiga eres… 

Ella no respondió. Sigue con los labios apretados y cambia de postura, apoyando los pies en el suelo. Sacándolos de los pedales. Mantiene la vista baja, esta vez en sus manos. «¿Cómo es posible que sepa cada movimiento? ¿La estaba vigilando acaso?», se preguntó Naeun. 

—¡Oh, cierto! No te caigo bien y seguramente quieres que me vaya… ¿No es así?

Naeun se muerde el interior del labio inferior en silencio, pensando, hasta que por fin se decidió a alzar la vista para encontrar con la mirada los ojos oscuros del profesor Park. Pero el verlo no evita que se le revuelva el estómago. Toma valor, y baja tan solo unos pocos centímetros de la ventanilla. 

—Hagamos las cosas cortas… dígame qué es lo que quiere. 

—Te gusta ir directo al punto, ¿No?

—¿Y a quién, no?

—Eres muy meticulosa… me gusta. Me encantaría que todas las personas sean así. Cómo tú. —responde. Se detiene un momento antes de encogerse de hombros y continúa— Pero no todos corren con esa dicha. Son contados con los dedos.

—Dejé de darle vueltas al asunto. 

Él sin borrar su sonrisa divertida de los labios. Lo que a ella le parecía aún más escalofriante, habla: 

—¡Oh! ¡Claro! —logró responder finalmente, Jimin. Su voz suena demasiado aguda— Me distraigo fácilmente. Pero antes déjame decirte algo… yo te observo por algo en particular, me gusta ver lo que no todos ven. Como por ejemplo, tú eres muy escrupulosa y concienzuda en tus acciones. minuciosa, escrupulosa, concienzuda, cuidadosa, metódica, detallista, perfeccionista, puntillosa, quisquilla. 

Naeun se sorprendió al oír cada palabra de ese profesor. Sus alertas estaban más que activadas. Sus piernas temblaban cómo gelatina y sus manos estaban igual, no paraba de tragar saliva. Pero aún así no quería perder la compostura, no le iba a demostrar miedo o el pánico que sentía. Entonces finalmente dice: 

—Váyase… —comenta en un tono que intenta ser casual y deja escapar el nerviosismo— Váyanse en este instante. 

Su susurro casi inaudible, él lo logra escuchar. Y su sonrisa sí es más grande. Pero esta vez no era divertida, sino más bien, feliz. 

—¿Sabías que algunas personas son capaces de obtener placer con el sufrimiento de otras?

—¿Así como lo tiene usted?

Sin embargo, Jimin no pudo responder esa pregunta. Ya que Somin había llegado hasta ellos, su rostro lleno de preocupación inundó el ambiente. Ella mira a aquel profesor. El cuál es un hombre no tan corpulento, de pelo brillante y negro. Sus facciones son severas y, sin embargo, parece asustado al mirarla. Fuerza una sonrisa demasiado tirante. Sus labios están pálidos y húmedos. Sus pupilas saltan de un rincón a otro, sin detenerse más de un segundo en ella. 

—¡Hola, profesor Park! —dice ella, forzando una sonrisa— ¿Qué hace aquí? 

Somin era así, no importa si le habías hecho daño o no, si la querías o no. Ella era amable con todos.

—Vine por mi auto, y vi a tu amiga estacionada, así que quise pasar a saludar. 

—Oh… es usted muy amable. 

—Tu amiga no es la amable. En cambio tú, sí lo eres. 

—¿Fue muy grosera? Se lo creo, eso es muy de Naeun. A veces considero que los traumas que tiene de pequeña le pasan factura el día de hoy.

Ambos ríen. Naeun se quedó en el auto, sin bajarse ni por un segundo, solo los miraba desde allí dentro. Tanto el profesor como su amiga, parecían tener una charla muy amena y pasiva. En cambio, ella espera en silencio. Su amiga está de espaldas, y de frente el profesor, quién la mira de ratos. Con esos ojos color óxido que oculta su cara están fijos en ella. Tienen una inteligencia tan afilada que corta. Y eso le da miedo. No sabía cuál era sus intenciones. Pero algo no le gustaba.







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