• [CAPÍTULO] • : «𝐈𝐕»
(JEON SOMIN)
—Nae, necesito hacerte una pregunta no retórica: ¿cómo te las apañas para sobrevivir en el mundo real?
Me quedé mirando la cara de desprecio de Nae, reflexionando sobre la sin igual humillación que suponía que vendría a continuación por mi pregunta no retórica. Porque sí. Nae, es una persona un poco difícil de entender y llevar. El lado positivo de todo, es que a mí no me afecta su personalidad muy poco particular. Sé el por qué es así. Y no me molesta que sea así. No obstante, Nae, no me escuchaba lo que le decía, pareciera que estuviera hablando con la pared. Ella estaba mirando un punto fijo del campus. Eso me hizo fruncir el ceño confundida.
¿Qué le estaba pasando? Miré hacia donde ella tenía la visión y comprendí el porqué de su rostro de desprecio. Se acercaba el profesor de psicología hacia nosotras, ese bendito profesor el cual nosotras le tenemos cierto asco, teníamos dos opciones. La primera le decía a Nae para irnos antes que él llegase hasta nosotras y dejar en evidencia nuestra incomodidad con su presencia o dos nos quedamos a ver qué quería y manejar la situación lo más acorde que podamos durante la marcha. Yo opto por la segunda opción. Porque la primera no cuenta como opción.
—¿Puedes simplemente responder a lo que te he preguntado? —le digo un poco más fuerte, tal vez así llamaba su atención.
Pero no. Nae, estaba empecinada en mirar con desprecio a aquella persona, además de que comenzaba a cabrear. Lo notaba por sus ojos, la conocía demasiado bien. Como si yo le hubiese parido a esta mujer. Ella elegirá la primera opción, pero yo la segunda. Así que me replanteo esto. Voy a dejar que pase lo que Dios quiera que pase. Amén.
—Nae… disimula un poco… —murmuré sin dejar de observarla— Lo estás haciendo demasiado evidente.
Por fin me mira. ¡Gloria a Dios!
—¿Cómo mierda quieres que disimule? —me chilló sin aliento— Además, si ya vió, que lo vi.
—No importa. Realmente no importa. Trátalo como tratarías a cualquier otro profesor. No dejes que él te importe demasiado, porque es así cómo se va a notar nuestra incomodidad. Que ya de por sí se nota.
Me siento como si estuviera entre la espada y la pared.
—Escúchame bien… para que tengas en claro. Esa sensación puede aparecer en cualquier lugar y momento.
—Claro que sí, en el trabajo, en un país nuevo, en una relación, ante un nuevo proyecto, en un grupo de amigos… que levante la mano quien alguna vez no se ha preguntado… ¿qué estoy haciendo aquí? Y es que sentirse fuera de lugar es más habitual de lo que crees. Nae. Así que tú puedes disimular.
Mis pensamientos se detuvieron y me giré para mirarla. Si eso fuera cierto, mis posibilidades de éxito mejorarían muchísimo. Pero ¿podía confiar en ella? ¿Podía arriesgarme?
—No puedo disimular mi incomodidad ante una persona que lleva todo el ciclo lectivo observándonos como un puto acosador.
No. No podría confiar en ella. La va a cagar a lo grande.
—Inténtalo. No hagas una escena, hay mucha gente aquí así que no puede hacer nada, piénsalo. —asentí con voz suave— De las dos, tú eres la que usa el cerebro y yo la belleza. Y ahora en particular te vas a dejar llevar por la impulsividad. No. Esa no eres tú. Vamos, haz que funcione ese sexy cerebro que tienes…
Nae se queda sin ningún entusiasmo, al tiempo que mira un punto fijo. Como si todo a su alrededor hubiese desaparecido.
—Claro, hay casos en los que se enquista en lo más profundo y puede resultar muy incómodo. Como en este caso. —se excusó de inmediato— Pero en este caso es diferente, So.
—¡Qué terca eres!
—¡No es terquedad! ¡Es que tengo la razón!
Nae se empeñaba en ofrecerme esa posición una y otra vez, pese a mis constantes negativas. Y ello hacía que algunos de mis compañeros me tuvieran más rabia de la que generaba yo sola, que no era poca. Desvió la mirada y se frotó una de las muñecas. A través de sus dedos, vi marcas profundas en la piel que no parecían recientes. Fruncí el ceño, no me había percatado de que Nae había vuelto a lastimarse, luego tendré que hablar con ella.
—Por lo tanto, saber afrontarlo será un alivio al que no podemos renunciar. Pero, con calma, es un sentimiento universal. Y solo es un problema si se experimenta de manera permanente o muy frecuentemente…. —calle abruptamente.
Él estaba al frente de nosotras. Lentamente fui subiendo mis ojos hasta que dieron con los suyos. Maldita sea. No sé con certeza si está a salvo, pero creo que sí o eso espero. Por qué Nae quedó callada.
—Buenas tardes señoritas… andaba dando rondas por el campus y las vi, me pareció apropiado saludarlas.
Ya que ese profesor había llegado a donde estábamos. Mis palpitaciones se hicieron más fuertes y mi respiración se volvió pesada. Bajé una de mis manos para colocarla sobre la rodilla de Nae, ella movía rítmicamente su pierna de arriba para abajo. Tragué toda la saliva que había dentro de mi boca, ¿es momento de hablar? Debería hablar yo, sí, porque si lo hace Nae, estamos fritas. Pero antes de que pudiera decir algo.
—Bueno… yo saludo, ahora váyase por dónde vino.
El profesor me miró buscando respuestas a los dichos de mi amiga, me encogí de hombros dándole a entender que no sabía a qué se refería.
—Nae…
La regañé, arracadientes.
—¿Qué? —dijo Nae con voz para nada amigable y alegre— Dijo que solo pasó saludar, ya lo hizo. Pues que se vaya. Seguramente tiene algo más importante que hacer.
La palabrería era inevitable. Pero, más allá de eso, tenía razón. Esa vez sí asentí.
—Bueno pues… Sí hay razón en lo que dice. Quizás tiene algo más importante que hacer, vaya. Profesor…
—Park. Soy el profesor Park Jimin. Y además, manejo el área de psicología. Así que cuando necesiten tutorías, no duden en pasar por mi oficina.
—Oh, qué amable profesor Park…
No me permitió continuar porque ya me había interrumpido abruptamente él.
—Y.. respondiéndoles a lo anterior que mencionaron. No. No tengo nada más importante que hacer, es por ello que andaba caminando por el campus, necesitaba matar el tiempo.
—Oh… ya veo…
—¿Y de qué hablaban o qué es lo que hacían?
—Creo que eso no es de su incumbencia…
—Nae, no seas grosera.
—¿Grosera yo?
—Si, tú.
—Estás haciendo demasiado grosera.
Se rió con desdén. Estaba de muy mal humor.
—Sabes muy bien que me importa una mierda. Si soy o no soy grosera. Intenté ser correcta y pedirle amablemente que se vaya, no funcionó, entonces vamos por las malas. Nosotras estábamos muy tranquilas aquí pasando el rato, y viene este tipo, a joder la existencia.
Y fue momento de callar. Si bien Nae, no tiene el mismo concepto de amabilidad que yo o el mundo, sí intentó ser amable, y sí intentó que se vaya por las buenas. Era obvio que iba a colmar su paciencia, que prácticamente no tiene. Pero tampoco puedo permitir que le hable hacia un profesor. Porque si hablamos de categorías y niveles, él está en un alto rango, mientras que nosotras somos la minoría. Porque, ¡Carajo! Somos estudiantes, y él es el profesor.
—Quédate tranquila… no me molesta que seas así de grosera, es más, me parece muy interesante. Que no tengas miedo superior y digas lo que tú creas correcto. Eso habla mucho de ti. Defiendes tus ideales. —lo afirmó así, de manera rotunda, convencido de ello. No sonreía abiertamente. No obstante, tenía un leve levantamiento de labios, como una sonrisa sutil, no la podría explicar, parecía llena de devoción y admiración— ¿Cómo era que te llamabas?
Retomé la conversación yo, para que mi amiga no siga cagándola. Me da miedo que la suspendan o peor la expulsen. Y claramente que si a ella le pasa eso, a mí también. Por qué no la dejaré sola.
—Oh cierto. Disculpe nuestra mala educación. Ella es Lee Naeun y yo soy Jeon Somin. —fui capaz de decir con voz entrecortada.
Él sonríe. ¡Oh por Dios! ¡Su sonrisa! ¡Su sonrisa me dejó sin respiración!
—Qué bellos sus nombres… los tomaré en cuenta, como nombres para cuando tenga hijos, me lagrimea los ojos cada vez que pienso en tener una hija.
Nae se pone de pie, cruzándose de brazos. Su rostro lleno de asco reflejaba claramente su descontento.
—¿Qué rayos quiere? Si se puede saber, por qué ya colmó mi paciencia, le estoy diciendo que se vaya indirecta y directamente. Y no lo hace. ¿No debería estar corrigiendo exámenes o algo así? ¿No tiene algún paciente que atender? Porque la verdad lo veo perder mucho tiempo aquí. Y si no tiene nada que hacer, váyase a su casa. —se rió de la impresión, alborozada por el descubrimiento que acababa de hacer— Porque se lo puedo asegurar que me importa un carajo lo que le pase, lo que le piense o lo que diga. Lo que sea que venga de usted.
Lo siguiente que pasó erizo cada parte de mi piel. Dejándome completamente inmóvil, atenta y descolocada. El profesor Park, se acerca hasta apoyar sus palmas abiertas sobre la mesa, inclinó hacia adelante su cuerpo lentamente, quedando aún más cerca de nosotras. Más cerca de Nae. Fundiendo sus ojos con los de ella y le sonrió de lado. Fue como un enfrentamiento entre él y Naeun. Entonces habló:
—Te digo algo… cuánto más quieres que me vaya… más interés tengo en quedarme.
—También le voy a decir algo… Toda persona tiene derecho a ser estúpida, pero algunas abusan del privilegio. —Naeun lo dijo con una voz que yo nunca le había oído, convencida, sincera, sensual— ¿Sí lo entendió necesita que se lo explique?
—Lo comprendí.
—Qué bueno. Si usted no se va entonces me voy yo. —me miró, y aunque lo hubiese intentado, no habría podido decir nada. De modo que asentí con la cabeza— Y si tú no te vas conmigo, me voy sola.
Finalmente tomó todas sus cosas, dándose la vuelta. Y comenzó a alejarse de nosotros, a pasos firmes y rápidos. Todos tenemos en nuestro interior la capacidad de hacer las cosas de mala manera, pero debemos tener la habilidad de controlarlas. Y Nae a veces no tiene habilidad.
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