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⊱❑┇ _____ Stark ┇❑ ⊰

El reflejo en el espejo no ayudaba mucho.
Ya me había cambiado como tres veces pero ninguno parecía quedarme lo suficientemente bien, bueno, todo me quedaba bien pero no era lo que esperaba para esta ocasión.

Vestido violeta que decía "me importa pero no demasiado". Fuera.

Blusa elegante y pantalón formal: entrevista de trabajo . También fuera.

Opté por una blusa sencilla, cuello en V, y jeans de los que me hacían sentir cómoda... y mínimamente decente. Casual con esfuerzo. El clásico "me veo así de bien sin intentar tanto", cuando en realidad estuve 47 minutos frente al clóset teniendo una crisis silenciosa con una montaña de ropa a un lado.

Llegué a pensar que debía bajar en pijama y ya. digo, el mismo dijo que no sería nada "formal".

Mi cabello estaba suelto. No tenía fuerzas ni para un peinado elaborado, tampoco es que pudiera hacer mucho. Además, Loki siempre decía que le gustaba así. Y lo sospechaba por la forma en que sus dedos terminaban inevitablemente enredados en él cada vez que nos besábamos.

Jeje cositas.

Sobre la mesita estaba la nota que me dejó la terapeuta en la última sesión. La había doblado y dejado ahí sin muchas ganas, pero en ese momento la desdoblé y la leí.

"No hay progreso sin vulnerabilidad."

Rodé los ojos solo de recordarlo y leerlo. Estúpida y sabia terapeuta.

La guardé en el bolsillo trasero del pantalón, como si eso fuera a protegerme de mí misma.

JARVIS interrumpió mi ansiedad con esa voz suya, tan diplomática que a veces me irritaba.

—Señorita Stark, el señor Loki me ha solicitado que le recuerde que todo está listo para la cena. El comedor está preparado. También me pidió que le dijera —hizo una pausa, como si le costara procesar la cita textual—: "Que no tarde en bajar, pero que tampoco corra. Que no se emocione mucho por qué no será nada extravagante para ella".

Me tapé la cara con una mano. ¿Este hombre es real? Entre su idiotes está lo que me hizo enamorarme de él, supongo.

—Dile que ya bajo. Y que si piensa psicoanalizar mis pasos, al menos tenga la decencia de haber hecho postre.

—Muy bien. El señor Loki también ha preparado uno.

—Genial. Ahora estoy oficialmente nerviosa y con hambre.

Me miré una última vez al espejo. No era la versión más perfecta de mí. Pero sí era la más honesta: con el estómago revuelto, las emociones a flor de piel y una pregunta flotando entre mis costillas.

¿Por qué me emociona tanto una cena casera?

Respiré profundo. Me puse un poco de perfume detrás de las orejas. Nada exagerado. Solo una pizca. El suficiente para que, si se acercaba mucho, supiera que me había preparado para mínimamente oler bien.

Y salí.

Cada paso por el pasillo era una mezcla de expectativa y miedo. No por lo que él diría. Sino por lo que me haría sentir. Porque si Loki se atrevía —como ya había insinuado— "celebrar" me abría las puertas a la imaginación de que algo más podía pasar.

O solo lanzarme de cabeza a que sería algo bastante normal.

Y cuando llegué al final de la escalera, con las luces suaves y ese olor a pan recién horneado mezclado con madera vieja y canela... supe que esta noche no iba a ser solo otra cena.

El comedor no era el típico escenario de cenas en la Torre. No esta vez.

Las luces estaban más bajas, cálidas. Las ventanas abiertas dejaban entrar la brisa nocturna con ese aroma a ciudad viva que solo Nueva York tenía. Sobre la mesa había una mantelería que reconocí de uno de los catálogos de decoración. No el que yo elegí. El que él dijo que era "pasable para estándares humanos". Lo aprobaba con desgano, pero claramente había sido el que usó.

Velas. Tres. No muchas. Suficientes para que el reflejo del fuego dibujara sombras en su rostro.

Él estaba de espaldas cuando bajé. Saco negro, camisa blanca con el primer botón abierto, mangas ligeramente dobladas. Dramáticamente casual. Como si fuera a recibir una embajada, pero solo se molestara por mí.

Se giró cuando JARVIS anunció mi presencia.

Y por una vez, no dijo nada sarcástico o en broma. Solo me miró. Como si acabara de presenciar un eclipse.

—Llegas tarde —dijo finalmente, pero sin molestia.

—Estaba intentando elegir entre parecer desinteresada o parecer que me importas. Pero terminé en este punto medio.

Sentí su mirada de arriba hacia abajo con una mínima crítica adornada con una sonrisa.

—Tu punto medio es bastante encantador, para ser sincero.

—No lo digas si no lo piensas. creí que sería algo "normal" pero tú pareces estar vestido para algo que utilizarías en una reunión diplomática.

—sabes que no te eh mentido. Y también que alguno de los dos, siempre tiene que destacar sea la ocasión que sea...

—entonces los reflectores solo están sobre ti esta noche.

Me detuve justo frente a él. No nos tocamos. Pero el aire entre los dos ya estaba cargado.

—¿y... Esto es una trampa? —pregunté, curiosa mirando la mesa.

—¿Qué te hace pensar eso?

—Tu cara, las velas, el olor a canela. Todo grita: "voy a decirte algo que cambiará tu vida y probablemente no dormirás esta noche ni por ansiedad ni por culpa".

—O por otras razones más agradables.

Rodé los ojos, y ahí estaba. Sus usuales bromas siempre llenaban esos espacios que parecían momentos de tensión.

—No me pongas nerviosa, Loki. Estoy irritable, paranoica y emocionalmente frágil. Si vas a lanzarme un discurso, que sea sin palabras en asgardiano y sin metáforas extrañas.

Sonrió. Me ofreció el asiento con una reverencia tan dramática que casi lo aplaudo por no conjurar una alfombra roja.

Acepte el gesto y me senté.

La cena era simple. Pan tibio, pasta al limón con algo que parecía hecho por manos expertas y no por un dios obsesionado con el control. Una botella de vino Amarone della Valpolicella  que parecía más decorativo que para beberlo. Nada flotaba. Nada se movía solo. Todo era... casi normal. Pero con un toque suyo: las copas tenían grabadas runas diminutas que brillaban bajo la luz como si la magia estuviera contenida, esperando.

—Cada vez cocinas mejor, ¿eh? —comenté algo ansiosa.

—Por supuesto. Aunque la máquina parlante supervisó hoy... No confía en mí desde el incidente del risotto.

—Tenía motivos... te dije que no debías poner nada metálico en el microondas.

Él sonrió ligeramente ante mi comentario.

Comimos en silencio unos minutos. Él no quitaba la vista de mí. Y yo... me hacía la loca, mirando mi tenedor como si fuera un tesoro que había estado debajo del mar por años.

Hasta que él habló.

—Debimos hacer esto más seguido.

—¿Comer?

—Sí. Y no. Hacer esto juntos. Lo de... compartir. Lo de intentar tener algo más parecido a una rutina que a una catástrofe internacional.

—¿Y eso qué significa exactamente?

Loki bajó la vista a su copa. Giró el vino con lentitud. Cuando volvió a hablar, lo hizo con esa voz suya que parecía llevar siglos encima.

—Mira, ____... sé que, bueno, esto ya lo hemos hablado veces anteriores y ahora sería como repetir todo un libreto ya escrito antes. Pero no sé... últimamente las cosas han estado un poco alborotadas de alguna manera.

¿Por qué siento que esto está yendo por un lado que no me va a gustar?

—Hace meses me volví a cruzar en tu camino... de una manera que nunca lo imaginé.

—Sí, bueno, yo tampoco tenía planeado el hecho de que mis manos fueran un desfibrilador con magia caótica —añadí con ese toque de nerviosismo que necesitaba ser contenido con algo de beber.

Tomé la copa que estaba al lado de mi plato e intenté beberla un poco rápido. No lo había notado antes, pero hasta en eso se había fijado. Era de esos cócteles frutales con cero alcohol, pero que ayudaban a acompañar mi cena sin llegar a ser desagradables al paladar.

¿Por qué sabía combinar todo tan bien? Maldito seas.

—Y yo esperé realmente encontrarme contigo en otro plano existencial... pero, para mi desfortunio, terminé en Midgard.

—Te quejas, pero bien que te quedaste, ¿eh?

Él enarcó una ceja, casi con esa mirada retadora en su rostro.

—Bueno, tampoco es que tuviera muchas opciones para tener a dónde irme, querida.

Esa maldita sonrisa que se formaba cada que trataba de hacer quedar mal cada cosa que pasaba me desquiciaba, pero no era momento para un debate. Digo, si me ponía en modo de discusión, capaz y terminaba quemándole la camisa con las velas.

—Sigue con tu discurso antes de que me arrepienta de comer contigo.

Él asintió como quien sigue una orden.

—Volviendo a mi discurso... Louise, no te mentiré. Hubo días en que pasé cuestionando si debía seguir aquí contigo.

Directo y sin anestesia.

Sí... eso dolió. Pero sabía que había sido así.

—Pero esa voz en mi cabeza me hizo replantear y reflexionar sobre lo que estaba sucediendo. No fue fácil para mí saber que tú quisieras rehacer tu vida, y no te culpo. Lo que pasó en Asgard fue un completo desastre... como yo. Y más que por mí, pensé que lo mejor era que yo no te trajera más caos a tu vida.

Estaba confundida con todo lo que me decía.

Rogaba porque esto no fuera lo que estaba pensando que llegaría a ser. Me sudaban las manos y el corazón me latía a mil. No sé de dónde estaba sacando las fuerzas para no empezar a llorar como una loca por lo que me estaba diciendo.

—El saber que en algún punto alguien más estaba en tu corazón me hizo querer retroceder. El ver que alguien tan... diferente a mí te traía algo bueno me hizo cuestionarme muchas cosas.

—Loki, sabes que eso no es así —interrumpí, pero él alzó una mano sutilmente. No como una orden. Como una súplica silenciosa de "déjame terminar".

—Pero en el fondo, sabía que solo yo podía estar para ti. ____, no sé cómo explicar el hecho de que es obvio que hace tiempo no soy el mismo que solía ser muchos años atrás. No sé qué me hiciste, aún me lo pregunto en las noches cuando te tengo a mi lado, cuando tengo que aguantar un comentario sobre algo que no entiendo de este mundo... o cuando estamos pensando en vivir juntos, como una pareja mortal que tiene que pagar impuestos.

No sabía qué decir. Genuinamente no sabía.

—Sabes que hay cosas que no soy capaz de decir, o que pueden sonar como mentiras por mi forma de ser... pero realmente puedo decirte que hay algo en ti, hay algo que me atrapó... y constantemente tengo... tengo miedo.

Sentí cómo esa simple palabra le costaba salir de la boca. Se estaba desarmando como nunca. O como nunca lo quise ver. Como un niño que por fin podía expresar lo que sentía.

—No sé qué tan bueno pueda llegar a ser... y no sé si yo pueda ser ese soporte que tú necesites.

No lo dudé ni un segundo y lo tomé de la mano. Estaba ligeramente caliente y, sorprendentemente, con algo humano. Estaba sudando. Tenía nervios. Así como yo.

—Loki... has sido mi pilar más fuerte estos últimos meses. Me refugié en tantas cosas que no sabía que la última que me ayudaría más serías tú.

Él solo me ofreció una mirada brillante. No sabía cómo describirla.

—Esto... lo que tenemos, va más allá de una simple noche juntos, o varias —continuó, tratando de tener la fuerza para seguir hablando—. Estamos en un punto en el que ya escogimos hasta los nombres de nuestros hijos...

Sin aviso, una lágrima escapó de mis ojos. Las piernas me temblaban. lo único que quería hacer era hacerme bolita y llorar.

—No sé qué tan bueno sea, Stark. No sé si sea un buen padre... hermano o, ni siquiera, una buena persona para ti.

Dios, no. No te atrevas, Loki Laufeyson.

Estaba rogando con todas mis entrañas que no hiciera lo que estaba temiendo por mucho tiempo. Algo que, al haberlo dicho y pensado tantas veces, parecía que se estaba volviendo realidad.

—Oye no... no digas eso.

Lo miré con súplica, aferrándome a esa maldita silla como si fuera lo único en este mundo que me estuviera manteniendo estable.

No sé cuándo ni cómo, pero mis mejillas se empezaron a empapar de lágrimas.

Estaba odiando esto.

Loki me miró con sorpresa y su mirada cambió totalmente. Se apresuró, se levantó de la silla y se acercó a mí.

Yo no sabía qué hacer. La respiración me estaba fallando, me sentía ansiosa y no tenía ni idea de qué hacer o decir.

—¿_____? ¿Qué pasa?

¿Por qué me miraba así? Literalmente esto sonaba como una puta despedida.

—Me vas a dejar... ¿verdad?

Sus ojos se abrieron. Estaba confundido. Su mirada solo parecía buscar esa duda en la mía. Negó rápidamente con la cabeza y se agachó hasta mi nivel para tomarme de las manos. Estaba confundida. No entendía por qué era tan complicado para él decirme las cosas directamente.

Tomó mis manos con firmeza, casi con desesperación. No se veía molesto. Solo... asustado. Como si el simple hecho de verme así le partiera algo que no sabía que tenía dentro.

—No, linda. No —dijo con voz baja, quebrada—. No voy a dejarte. ¿Cómo puedes pensar eso?

—Porque todo suena como una despedida —susurré, sin poder mirarlo del todo—. Como si estuvieras preparando el terreno para irte. Como si ya hubieras tomado una decisión.

Él negó con la cabeza y se inclinó más, quedando frente a mí, ojos a ojos. Su pulgar acarició el dorso de mi mano con una suavidad que me desarmó.

—Lo que estoy haciendo es exactamente lo contrario —murmuró—. Estoy quedándome. Pero no solo quedándome como ese inquilino al que le permitieron quedarse en una habitación escondida por que no tenía un hogar al cual volver. Estoy quedándome... contigo. En serio. Con todo lo que eso implica.

Mi respiración seguía temblando. Él lo notó y apretó mis nudillos con nerviosismo contenido.

—Loki, si esto fue por lo que te dije el otro día... no tienes por qué hacerlo. No era mi idea presionarte en primer lugar. Y-yo-

—princesa, nadie me está presionando para hacer esto, pero honestamente si me dejaste pensando después de lo que me dijiste y tenías razón. No era justo que nosotros no túvieramos claro que éramos.

Lo miré, no podía saber que hacer, que decir o cómo actuar. Me odie por dudar de él... creer que me dejaría cuando es más claro que no lo haría. Tal vez ese miedo era mío, pero por qué yo lo podía llegar a hacer, y no.

Dios, no me permitas llegar a hacer eso nunca.

—me doy cuenta que bajo presión algunas palabras no me salen como quisiera y que tampoco soy bueno con los términos modernos... "Novio" me suena a un adolescente con acné que lleva flores de supermercado y se presenta a tu padre con voz temblorosa. Y yo... bueno, yo soy muchas cosas, pero no eso —bromeó con una sonrisa torcida—. Pero sí puedo ser algo más. Algo real. Algo que incluso tú puedas decir sin sentir que estás actuando en una comedia romántica de esas tantas que me obligas a ver.

No pude evitar no reír por su comentario.

—¿Algo como qué? —pregunté, apenas respirando.

Sus ojos conectaron con los míos, el tiempo entre ambos se detuvo y no hubo nada más alrededor de nosotros.

—como tú pareja —dijo sin rodeos, sin sarcasmo, con una sinceridad tan clara que me congeló un segundo—. Tu igual, tu reflejo, tu soporte. Tu dolor de cabeza diario, si prefieres.

—¿Pareja? —repetí, como si estuviera probándome la palabra en la boca por primera vez.

—Sí. No es poético, pero lo es todo si lo decidimos juntos. Quiero ser tu pareja. No como quien comparte un desayuno y ya. Como quien comparte el miedo, el futuro, los silencios... y las discusiones por cosas absurdas.

—También cuando me siente a ver una serie y te aburra a los diez minutos —añadí con una mueca, conteniendo una sonrisa que ya no podía esconder.

—Especialmente entonces. Me gusta cuando te aburres... porque hablas más. Y eso me deja observarte sin que te des cuenta.

—Eso suena un poco acosador, ¿lo sabías?

Me limpié las mejillas, no podía no ver sus ojos. Su sonrisa. Era perfecto entre lo imperfecto.

—Soy un dios exiliado, no un terapeuta con licencia. Déjame conservar algo de mística peligrosa.

Me reí entre lágrimas. Él lo sabía: así era como me atrapaba siempre. Lanzaba la verdad como un puñal envuelto en terciopelo.

—Así que... ¿me estás pidiendo que sea tu pareja oficial? ¿Sin contratos mágicos? ¿Sin firmas con sangre?

—Podemos hacerlo más divertido si lo deseas. Pero sí —dijo, rozando mi mejilla con el dorso de los dedos—. Quiero que seas eso para mí. Y yo para ti. No algo indefinido. No más rodeos.

—¿Y tú vas a decir lo mismo si alguien te pregunta?

—No. Yo voy a decir "es mía" —respondió con una mezcla de orgullo y ternura que solo él podía balancear sin sonar posesivo—. Porque lo eres, aunque sigas fingiendo que me dominas cuando en realidad solo me tienes encantado por tus caprichos.

—ya... cállate, tonto.

—Eso significa un sí —susurró, rozando mi frente con la suya.

Nos quedamos así. Silenciosos. Respirando. Conectados.

—Así que... ¿esto fue una declaración formal, informal o dramáticamente romántica?

—Fue una promesa —dijo en voz baja—. De esas que no necesitan testigos, ni leyes. Solo una mesa, una cena, y tú diciéndome que no vas a quedarte callada o alejándome cuando las cosas se pongan peores... Y como toda promesa que vale, merece ser llevada contigo —añadió, metiendo la mano lentamente en el interior de su chaqueta.

Por un instante pensé que iba a sacar una daga o algún objeto mágico, pero no. Sacó una pequeña caja.

Negra, simple, con un cierre de metal dorado. La colocó frente a mí, con una calma que solo podía ser fingida, porque sus dedos temblaban apenas al tocarla.

Otra sorpresa más, ya no sabía si podía aguantar otra emoción esta noche.

—Esto no es un anillo de compromiso —dijo, antes de abrirla—. No es una alianza de matrimonio, ni una joya asgardiana cargada con hechizos. Es solo... algo que hice para ti. Para nosotros.

Al abrirla, vi un anillo delgado, de plata oscura, con una pequeña piedra verde en el centro. No brillante. No ostentosa. Solo un destello sutil, casi oculto entre dos finísimas líneas grabadas con runas. Una de ellas reconocí al instante: significaba protección. La otra... unión.

—No tiene magia —aclaró, bajando la voz como si eso fuera lo más importante—. No brilla, no flota, no te conecta a mí por sangre ni te marca con mi nombre. Solo... representa esto. Lo que somos. Lo que decidimos ser.

No supe qué decir. Mis labios temblaban y los ojos me ardían.

—Es feo, lo sé. Puedes decirlo —añadió con esa sonrisa torpe que reservaba solo para mí.

La miré y analice, todo esto que hacía, el simple hecho de acompañarme a una cita médica o sostenerme en mis pesadillas me hacía sentir que no lo merecía. Ahora era yo quien dudaba de esto.

Le había dado tan poco y el a mi me había dado lo inimaginable hasta el día de hoy.

—yo... no puedo, es mucho para mi.

—nada en este o en los nueve mundos será suficiente para ti, _____.

Sentía que iba a chillar otra vez, mi nariz picaba y sorbía como si estuviera conteniendo una tormenta dentro de mi cuerpo.

—¿estás seguro que quieres soportarme todavía? Te eh dado tan poco, que esto ya es demasiado para mí, no lo merezco Loki...

El se levantó pero no despegó su mirada de la mía, me levantó de mi silla y delineó una línea entre uno de los mechones sueltos de mi cabello hasta mi mandíbula, pareció analizar mi rostro. Cada lágrima marcada por un poco de mi rímel, cada peca, cada temor y inseguridad.

— creíste en mi cuando apenas me conocías, me notaste, y me salvaste cuando era imposible hacerlo para una persona como yo. Louise, que hayas hecho cosas tan "simples" han significado para mí lo que no tienes idea. Lo menos que puedo hacer por ti es esto.

Me pesaba el corazón, los ojos se me encogían entre las lágrimas y no podía mantener una respiración tranquila.

— te aparte... y te dije cosas horribles muchas veces.

Sus ojos parecían dos esmeraldas brillantes, su sonrisa se dibujaba como una ola suave. Parecía que mis razones solo le provocaban algo más que entrar en razón.

— sin nada de eso, no estaríamos aquí. Cada palabra, pelea y hasta muerte... me trajeron hasta este día contigo. Y créeme que aunque hubo algún momento de dolor y tristeza no me arrepiento. No te culpo —masajeó mi mejilla con sus pulgares limpiando las marcas de las lágrimas con delicadeza—, por qué ni yo eh creído en mi mismo algunas veces. Pero tú si y como te lo dije... eso es lo que más me hace querer estar a tu lado.

Lo tomé por el torso en un ligero abrazo a lo que el me pegó a su pecho, me encojo en su cuerpo. Como si el me protegiera del exterior y hasta de mis propios pensamientos.

—si lo quieres o...

Subí mi mirada solo asentí, me había quedado sin nada que decir. Solo quería estar así con él. Congelar el tiempo y jamás separarme.

—claro que lo quiero. es perfecto, Loki—susurré.

Él sonrió y sin soltarme se acercó a la mesa para agarrar la cajita. tomó mi mano con una delicadeza que no combinaba con lo que era. Y cuando deslizó el anillo en mi dedo anular derecho, sentí como si toda mi piel se alineara con el universo.

—No pienso escaparme. No si tú no lo haces primero.

—Nunca lo haré —aseguró—. Te lo juro por lo único que me queda intacto: este corazón patético que me devolviste sin preguntar.

Sentí como si algo dentro de mí encajara al fin.

Y por primera vez en mucho tiempo, pude sonreír con el corazón en paz.

—Entonces, pareja... ¿vas a besarme o planeas seguir con tu monólogo romántico y cursi toda la noche?

—Estoy considerando ambas opciones —susurró con una sonrisa ladina, antes de inclinarse y, finalmente, besarme.

Y en ese instante, supe que no necesitaba razones perfectas para tenerlo.

Solo necesitaba eso.

A él.

La cena terminó y apenas quedó el rastro de lo que pasó en la el comedor hace una hora, habíamos estado un rato en la terraza superior hablando de cosas dispersas, tranquilas con bromas y el típico sarcasmo de ambos, tomando un descanso de todo lo emocional que había cargado esa comida con claras palabras que se confundieron con declaraciones.

Loki me habia dado su saco y bueno lo único que hicimos fue mirar las luces de la ciudad como si nada pesara, yo seguía con una de esas copas de el cóctel que parecía no acabarse aunque ya le había dado más de 20 sorbos, pero Loki. Por su parte parecía que haberle hecho tomar una vez de una botella de vino le quedó gustando hasta el día de hoy.

Ya había bebido más de la mitad de la botella de un vino que había traído Thor —era con lo único que parecía embriagarse— antes de salir le había comentado que me hubiera gustado el poder beber algo más fuerte con, el pero que por obvias razones no podía. Y en cambio el se ofreció "heroicamente" a beber lo que yo no podía.

Sus mejillas estaba ligeramente rosadas, pero aún así parecía que ni con el más mínimo trago el lograría admitir que ya estaba subido to de tragos.

El silencio que hubo en un momento fue relajante, ya éramos una pareja... y eso parecía darle una tranquilidad a todo por fin. Cuando el frío me empezó a dejar la piel de gallina, decidimos entrar otra vez. El ascensor desendio al área común de la torre.

Era de admitir que nunca había visto a Loki ebrio, se vía tierno en cuanto me seguía con uno que otro paso tambaleante. Las luces estaban apagadas cosa que claramente hizo que se tropezara con una de las cajas que estaban por el corredor.

— muy bien...—tome la botella de sus manos al ver que iba a dar otro sorbo—. Ya fue suficiente por esta noche.

El hizo un puchero que duró menos de un segundo.

—no, no... dámela

— no entiendo por qué quieres seguir bebiendo...

No pude evitar reír. Parecía un niño de 1,80 de altura haciendo una escenita. Solo negué con la cabeza y le tomé la mejilla.

—Creí que la palabra "novia" te parecía cursi.

—Lo es. Pero no lo es cuando yo te la digo.

—Como digas, don sabiondo... Vamos a descansar, ya. Es tarde.

Le solté la cara y dejé la botella sobre la isla de la cocina, entre cajas abiertas y vasos mal puestos. Sentí sus pasos arrastrados detrás de mí mientras subíamos a la sala que conectaba con la escalera de las habitaciones.

Él murmuró algo muy bajo, apenas audible:

—Me gustas mucho más cuando me dejas abrazarte sin pelear...

Me giré un poco.

—¿Qué?

—Que me siento bien cuando me dejas quedarme. Cuando no me echas.

—Loki...

—No, espera —siguió, tambaleante, pero decidido—. Es que... cuando estoy sobrio pienso demasiado, y cuando pienso, arruino cosas. Pero contigo así... así no tengo que hacerlo mucho.

Su voz tenía una grieta. Un hilo de sinceridad que se filtraba entre la embriaguez y el deseo.

—No tienes que beber para estar conmigo —dije, tocándole la mano.

—Lo sé. Pero es que... si me dejas otra vez, creo que me volvería loco.

Lo abracé. Fuerte. Breve. Lo suficiente para que lo sintiera sin volverse drama.

—No voy a dejarte, brujito loquito.

—¿Lo juras?

—Lo juro.

Él asintió. Como si acabara de recibir la única respuesta que necesitaba.

—¿Sabes? Pensé que estaríamos mal cuando empezamos a intentarlo otra vez... Pero ya no siento eso. Siento que si me muero esta noche... estaría bien. Porque te tengo.

—Estás borracho, Loki. Deja de decir tonterías por qué no tendría con qué revivirte otra vez.

—entonces aún así me iría feliz, estaba vez si.

Sonreí, sin poder evitarlo. Me giré para seguir subiendo. Pero algo se detuvo en mi pecho.

No sé por qué, pero sentí la tensión formarse en ese instante. Como si algo se hubiera condensado en el aire. Un sexto sentido me hizo detenerme. Algo en la nuca me decía que no subiríamos aún.

Algo eléctrico. Como si el aire hubiera cambiado de temperatura de golpe.

Me giré para decirle algo, pero él ya estaba encima. Me acorraló entre la baranda y su cuerpo como si acabara de recordar que aún hacia falta algo entre todo para darle un cierre a la celebración.

—¿Sabes qué es lo peor? —murmuró con esa voz ronca y peligrosa que solo usaba cuando se soltaba de verdad.

Apestaba a ese licor y sentí que ahí mismo me embriagaría.

—¿Qué?

—Que estuviste toda la cena con esa blusa... y no dejé de imaginarte encima de mí sin ella.

No me dio tiempo de responder. Me besó con fuerza, con urgencia. Enredo sus dedos en mi cabello, aferrándome a él en ese beso que parecía un desahogo contenido de hace tiempo. Su lengua me exigía más, me abría la boca como si tuviera derecho. Y lo tenía. Lo había ganado.

Me giró con un empujón suave y me hizo caer sentada en el sofá más cercano. Se arrodilló frente a mí, las acarició por encima de la tela del pantalón, yo no podía evitar no quedar sorprendida con su actitud. Hace unos minutos parecía el ser más tierno y ahora... Dios. Me quitó los zapatos con agilidad y con gran destreza me desabrochó el jean y lo jaló de un solo tirón. Parecía hipnotizada, para que hiciera lo que quería conmigo, no me molestaba, me exitaba. me abrió las piernas sin vergüenza. Se inclinó y me mordió justo en la cara interna del muslo, sin bajarme aún la ropa interior.

Su aliento cálido contra mi piel fue un puñetazo al sistema nervioso.
Mi espalda se arqueó por instinto. El cuerpo le respondía antes que la razón.

—Loki... —murmuré, apenas.

—No hables —dijo con la voz baja, rasposa, como si le costara controlarla—. No después de cómo me miraste esta noche.

Estaba mal, no por quererlo. Si no por que me gustaba tenerlo así, rendido ante mi. ¿Sería así como se sentía el? Digo, varias veces era yo quien parecía estar tan... sumisa. Aunque el aún arrodillado podía mantener todo el control y lo sabía cuando sus dedos subieron por mi muslo lentamente, empujando la tela hacia arriba algo brusco. Mis bragas estaban tensas contra mi piel. Mojadas. Él las tocó con dos dedos y se detuvo.

—Estás así por mí... —susurró como si le doliera de placer—. Y ni siquiera te he tocado bien aún.

Con un movimiento rápido, apartó la tela hacia un lado. No las bajó. Solo las hizo a un lado como si no valiera la pena quitármelas.

Y su boca descendió. Tenía ese don, como si aparte de ser maldita mente sarcástico y molesto era con una ventaja física y con potencial a ser una perdición y adiccion.

El primer contacto fue directo, llevó su lengua hasta mi clitoris. No jugó. No probó. Fue a matarme.

—Mierda —jadeé, cerrando los ojos.

No fue lento y mucho menos suave.
Fue jodidamente desesperado. Como si me hubiera querido probar durante días y por fin lo hubieran dejado. Claramente por el tratamiento habían actividades que no podían ser tan seguidas y para nuestro desfortunio, esta era una de ellas.

Lamia, chupaba y succionaba sin pudor alguno, como si le diera igual si alguien se asomara por casualidad a la sala.
con ese sonido húmedo que retumba en mi pecho.

Sus dedos se clavan en mis muslos, abriéndolos más, sujetándome como si pensara que iba a escapar.

Yo no podía.
No quería.

—amor... alguien-

—Cállate —gruñó contra mi clítoris—. No quiero que digas nada. Quiero tu cuerpo rendido por completo. Quiero que gimas como si te doliera. Quiero que termines en mi lengua y digas mi nombre cuando lo hagas.

—Estás borracho...

—sabes que eso es algo que lo mejora aún más.

Un gemido escapó de mis labios cuando deslizó un dedo dentro de mí. No paro ahí, introdujo al juego ahora sus dedos. Empezó con uno, y luego otro. Y su lengua... su lengua no paraba. Me encantaba en cada lamida y paso por ella.

Me estaba deshaciendo.

El placer subía como fuego líquido.

Estaba por venirme. Lo sabía, lo sentía.

—Espera... espera... —dije, temblando.

Él se detuvo. Solo un segundo.

Me miró. La boca húmeda. La mirada turbia y molesta por interrumpirle su tarea.

—¿Vas a detenerme otra vez?

—Loki deberíamos de ir arriba...

Su mirada cambió.

Se había molestado.

—¿quieres parar en serio? ¿Lo estoy haciendo tan mal...?

—No, cuernitos, no es eso. Es que...

—Mírame —interrumpió, levantando el rostro, sin salir de entre mis piernas—. Mírame y dime que no quieres esto. Que no me quieres a mí.

Dios mío, parecía un niño pequeño haciendo un berrinche por no dejarlo comer un dulce, evite reírme ante su mirada seria trate de decirlo pero no pude decirlo, el se me adelantó.

—Eso pensé —murmuró, bajando otra vez.

Y esta vez...

No se detuvo, seguía recorriéndome con su lengua, sus dedos entraban y salían provocando ese sonoro tan típico del humedad exagerada. Yo me aferraba a su cabello y hombros.

Hasta que, su lengua me tocó con ritmo despiadado. Su dedo encontró el ángulo exacto. Y todo en mí se contrajo, se tensó, se derrumbó.

Me vine temblando, con un gemido rasgado, arqueada contra el sofá como si fuera una ofrenda para el, como si eso fuera una respuesta más hacia el y su entrega en todo hasta ahora.

Loki no se movió, Bebió todo.

Cuando al fin logré abrir los ojos, él seguía entre mis piernas. Apoyó la frente en mi vientre, respirando contra mi piel, jadeando como si acabara de correr una guerra.

—No me digas que me amas si vas a dudar de mí cada vez que te toco —dijo con voz casi ahogada.

Yo me tensé, creí que dejaría de lado la mini discusión de ahorita.

—No dudé de ti —susurré, en sorprendida y jadeante.

—Dudaste de hacerlo.

—Loki... claro que no, es solo que alguien podría entrar.

—¿y eso cuando nos ha detenido?

En parte tenía razón, solo que esta vez, no quería que antes de irnos papá tuviera que limpiar o quedarse con un recuerdo mío un tanto fuera de lugar.

—Tu ganas...

Él levantó la cabeza. Me miró. Me besó el muslo, suave.

—ya lo sabía—sonrió contra mi piel de manera pícara.

Loki seguía entre mis piernas. Su rostro, aún mojado, descansaba sobre mi vientre.

Yo apenas podía respirar. Pero su aliento seguía en mi piel y su cuerpo, vibrando contra el mío, pedía más.

—¿Estás bien? —murmuró sin levantar la cabeza.

—Sí... ¿tu ya te cansaste?

Él rió, como si la misma pregunta le ofendiera a su capacidad. Claramente una mamada no lo dejaría rendido. No aún.

—Ni cerca, princesa.

Se incorporó lentamente, y sus manos recorrieron mis caderas, subieron por mi torso como si me tallara con fuego.
Me desabrochó la blusa sin apuro, sin hablar.

Sus labios rozaron mi clavícula.

—¿Sabes qué me pasa contigo? —murmuró—. Que no sé si quiero adorarte... o destruirte.

— haz la primera, luego nos ponemos de acuerdo para la próxima.

Él levantó la mirada. Y en esos ojos había hambre y ternura en partes iguales. Me acomodó en el sofá, sobre la espalda.
Se deshizo de su camisa  y su pantalón.  luego bajó mis bragas con los dientes, lento, mirándome todo el tiempo.

—Dios, estás tan jodidamente perfecta —dijo, entre susurro y gruñido destilando el alcohol entre mi piel y su boca.

Subió sobre mí. Me abrió las piernas con las suyas. Apoyó la punta de su erección contra mí y la rozo, sin entrar aún.

—¿Lista?

—lo que se sabe, no se pregunta —contesté aferrándome a su brazos y hombro.

Entró despacio ante mi señal, fue suave y delicado, las primeras en un vaivén tranquilo pero que le provocaba ligeros gemidos contra el.

Nos mirábamos a los ojos, ambos conteniendo sonidos más fuertes.

—Mierda... extrañaba esto. Sentirte así. Caliente. Apretada. Temblando por mí.

—Estás más cursi que yo... y eso que la última vez que lo hicimos fue la semana pasada.

—como una maldita eternidad teniéndote a mi lado pero sin poder hacértelo.

Y se empezó a mover un poco más rápido. Rítmico. Desesperantemente sensual.

Sus manos no paraban desesperado me recorría. Una en mi cintura, otra subiendo por mi costado, rozando mis senos y mi pezon , jugando con el. Jalándolo y masajeándolo.

Su boca en mi cuello dejando besos y pequeñas mordidas que no se contenían.

Me estaba devorando y yo misma me dejaría ahí mismo.

—Te gusta que sea lento, ¿ah? Que te lo dé así... profundo... Que te recuerde que eres mía y cuánto placer te doy

—Loki... —solo podía vocalizar eso entre gemidos.

—Dime que te gusta cuando soy así. Dueño de todo. De ti.

Quería hacerlo, pero recordé algo. Algo que como lo que le comenté anteriormente podía molestarlo.

—Me gusta... pero...

—¿Pero?

—Recuerda lo del tratamiento...

Él se detuvo automáticamente y me miró fijamente sacando su cabeza de mi cuello y soltó suspiro.

La cague.

—No me digas que tengo que ir más lento... me vas a matar.

Sus ojos me suplicaban pero yo no podía cerder.

—Tienes que ser más suave, no más lento.

—Lo detesto —gruñó, apoyando los dientes en mi hombro—. Detesto no poder follarte como te mereces. Como yo quiero.

Se oía desesperado y eso, me prendía y me daba ternura al mismo tiempo, definitivamente estaba enferma.

—Pero lo haces. Me das justo lo que necesito.

Lo miré con ternura y amor. él me sostuvo la mirada y pareció entenderlo. Y entonces... siguió, No más rápido pero si más profundo.

Y yo seguía en lo mío, gimiéndole en el oído generando más morbo entre ambos, las pieles sonaban ligeramente entre cada estocada y eso me hacía sentir en el paraíso.

—Eres cruel —susurró en mi oído—. Me haces contenerme. Mientras gimes como si quisieras que te rompa.

—Lo quiero. Pero no puedo.

—Y aún así me aprietas como si me rogaras que lo haga.

Sus manos me manoseaban sin freno.
Mi cuerpo se movía bajo el suyo, envuelto en esa mezcla de ternura salvaje.
De ritmo y control.

—Mírate... —jadeó—. La señorita Stark... con las piernas abiertas, goteando por un dios ebrio que no puede follarla como quiere.

—Tienes lengua... y la haz usado mejor que lo he esperado antes.

El sonrío ante mi comentario y me beso, ese beso apasionado y cargado de amor mezclado con deseo y desesperación por más. Cada palabra, cada empuje, me deshacía un poco más.

Sus caderas golpeaban lento, pesado.
Como si supiera exactamente cuántos segundos tardaría en hacerme venir y yo.

Y yo... me vine otra vez ahora junto a él. Gimiendo su nombre por todo el lugar, Mordiéndole el cuello. Terminando eso que habíamos dejado la otra tarde en el sofá cuando llegaron Nat y Steve.

Temblando.
Rendida.
Viva.

Cuando abrí los ojos, él aún se movía dentro de mí. Firme. Firme como solo el podía.

—¿Puedo terminar dentro?

—Sí —contesté sin dudarlo:

—¿Segura? Que pasa si... sin querer-

Sabía a qué se refería y claramente no me importaba, es más seria como la lluvia en un desierto si pasara.

—Hazlo. Para algo estoy aplicándome inyecciones y teniendo sexo contigo cada que puedo.

Y con un gruñido ahogado, se vino dentro de mí.

Sus brazos temblaron de cansancio y su cuerpo colapsó sobre el mío. Su boca buscó mi cuello y dejó pequeños besos en el.

Después del primer round, aún jadeando, Louise lo empujó apenas con una sonrisa torcida.

Loki ya la tenía atrapada entre sus brazos, el cuerpo aún dentro de ella, pero sin moverse, estaban sudados y cansados, claramente el material del sofá no ayudaba.

—¿Vas a seguir o te vas a dormir encima mío? —susurró con picardía.

Loki levantó la cabeza, los ojos todavía oscuros de placer.

—Tú me retaste a no ser tan bruto. Ahora me pides que lo sea otra vez. No sé si eres cruel... o adicta.

—soy ambas, cuernitos... sabes que una vez que me provocas no pudo parar de querer más de ti.

Él sonrió como si eso fuera una declaración de guerra a seguir por más.

—Entonces no te quejes...

La levantó en brazos, aún desnuda, y la colocó boca abajo sobre el respaldo del sofá, con las rodillas apoyadas en los cojines. La sujetó por la cadera, se acomodó detrás de ella, y volvió a entrar sin piedad.

—¡Loki!

Ese gemido retumbó por las ventanas.

—Calladita, princesa. ¿O queries que Tony nos escuche? —habló contra su oído aunque ella solo negó.

Por la mente de él solo se atravesó algo.

— Ahora sí te follo como quiero. Suavecito era solo la introducción.

Los gemidos no tardaron en llenar la sala. Las embestidas eran lentas pero contundentes. sonido de la piel chocando contra piel. El sofá crujiendo. Su mano apretando su cintura. Su boca en su espalda dejando besos indecentes.

—Eres perfecta —gruñó—. Mi cielo y mi castigo. Lo único que quiero follarme por el resto de mi existencia.

Ella apenas podía contestar. Su voz era puro jadeo con alcohol.

Y entonces...

—Disculpen la interrupción —sonó la voz clara y educada de JARVIS—. Pero el sistema de sensores detectó un aumento alarmante de temperatura corporal, ritmo cardíaco y humedad en la sala.

Ambos se congelaron.

—¡NO! —gritó Louise—. ¡JARVIS, NO TE ATREVAS!

—Procediendo a enviar informe de salud al Sr. Stark. Confirmación de protocolo de seguridad de salud activado.

—¿QUÉ CARAJO ES ESO?

Loki no se detuvo. Ni un segundo, seguía embistiéndola. Ella se aferraba al sofá con preocupación.

—Ignóralo. Está celoso —dijo, empujando más fuerte.

El alcohol parecía no dejarlo pensar correctamente.

—¡Nos está escuchando!

—un motivo para gemir más fuerte.

—¡es mi papá tarado!

—¡LOUISE STARK! —tronó la voz de Tony a través del sistema—. ¿QUÉ DEMONIOS ESTÁ PASANDO EN MI SOFÁ?!

Ella se cubrió la cara, estaba hecha nervios y vergüenza y se le olvidó lo que su cuerpo sentía por un momento. Loki se rió al medio ver su reacción.

—Hola, suegro —saludó al aire con una sonrisa orgullosa.

—¡NO ME DIGAS ASÍ, DEMONIO CON CUERNOS! ¿¡SABES LO QUE COSTÓ ESE SOFÁ?! ¿¡LO ESTÁN USANDO COMO CAMA  DE MOTEL!?

—¿Quieres la lista de muebles o solo los que rechinan más?

La situación era graciosa y realmente incómoda, ella trataba de contenerse pero eso parecía imposible gracias a las estocadas profundas del dios quien estaba gozando la obra de su excitación.

—¡LOUISE, HAZ ALGO!

—¡¿Qué quieres que haga, PAPÁ?! —reprochó con los ojos cerrados y las uñas enterradas en el respaldo del sofá—¡ESTOY EN MEDIO DE... UNA SITUACIÓN!

—SITUACIÓN MIS PELOTAS. ¡DEJA DE GEMIR COMO SI FUERA UN VIDEO DE PORNO ASGARDIANO!

Loki se inclinó sobre ella y susurró en su oído:

—Eso fue un cumplido. Sigue gritando así, preciosa.

—¡JARVIS, ACTIVA PROTOCOLO "HIJO DE PUTA INVISIBLE"!

—Confirmado. Cortando visual, grabación y sensores auditivos. Buenas noches...

Se cortó.

Silencio.

Louise jadeando, roja como una puta fresa.
Loki... aún dentro. Aún empujando y gimiendo.

—Te juro que me vengaré de ti por esto —dijo ella entre risas y vergüenza.

—Prometido, pero primero... termina lo que empezaste. Y gime me otra vez. Solo para mi.

El le levantó una pierna para darse más entrada a ella, y así mismo sintió como por dentro se empezaban a contraerse sus paredes alrededor de su miembro.

Ella obediente lo hizo, gimió fuertemente su nombre antes de tener un último orgasmo que la dejó rendida y derrumbada en el sofá.

Y el mueble... sobrevivió. Apenas con uno que otro rasguño.

Parecía un desenlace digno para esa noche, que entre confesiones y intimidad por fin habían podido definirse entre ellos dos.

Las malas miradas de Tony fueron imposibles de evitar.

Estaba furioso. Más allá del sofá destrozado —que parecía haber sido atacado por una jauría de gatos demoníacos—, lo que lo tenía realmente desencajado era haber escuchado a su hija en pleno acto con Loki.
Y, claro... eso nunca era bien recibido.
De hecho, ni en el mejor de los escenarios lo sería.

A los pocos días, el mueble fue retirado discretamente. Aunque, para entonces, ya era demasiado tarde: la voz se había corrido entre algunos Vengadores. Nadie se atrevía a sentarse en él.

"Contaminado", le decían decían.

Y más de uno murmuró con cara de asco:

—¿Y si no fue solo el sofá? ¿Y si lo hicieron en... más partes?

A Loki, por supuesto, le causó gracia toda la situación. Incluso ofreció una disculpa mínima —que sonó más a burla que a arrepentimiento— y dijo que podía "ayudar a redecorar la sala con algo más resistente".

—Tal vez muebles flotantes. O indestructibles. ¿De uru, tal vez? —sugirió con una sonrisa falsa.

Tony lo fulminó con la mirada.

—Prefiero sentarme en clavos que volver a confiarte un sofá.

—¿Y qué hay de una cama colgante con refuerzos mágicos? ¿No? ¿Demasiado?

—¡No quiero imágenes, gracias! —bramó Tony, ya de espaldas—. Y si me vuelvo a enterar de que gimes en mi torre, Laufeyson, te encierro en una caja insonorizada con solo grabaciones mías diciéndote que no eres digno de mi hija.

—Eso ya lo haces, pero sin caja —replicó Loki con tono seco cruzándose de los brazos.

Tony suspiró, rendido y tratando de ya no darle tanta importancia.

—Acepto tus disculpas. Pero no te confío ni un taburete. Y si vuelves a dañar un mueble mío, te tapizo con cuero sintético y te pongo como centro de mesa.

Loki solo sonrió burlón, La clase de sonrisa que decía "me estoy gozando como no tienen idea ".

29 de abril 2015
Hogar nuevo de Louise y Loki
Washington DC.

El día finalmente había llegado.

Después de días y días de elegir muebles, negociar protocolos de seguridad, y sobrevivir a la "escuelita Stark para convivir con humanos sin arruinar sus vidas", ____ y Loki estaban terminando de mover la última caja a la sala de su nueva casa.

Era amplia. Moderna. Cómoda.
Y por ahora, intacta.

El último golpe de caja contra el piso hizo eco en el living semi vacío. Ella se dejó caer sobre un sofá nuevo —aún crujiente de tienda— con un suspiro triunfal.

—Bien... supongo que eso era todo —dijo Happy, entrando detrás pasándose un pañuelo por la frente—. Nunca pensé que ayudaría a mudar al príncipe de Asgard. Pero bueno... aquí estamos. Felicidades, Stark —añadió con una sonrisa sincera—. Se nota que es tu casa.

—Gracias, Happy —respondió ella desde el sofá, cansada, pero feliz.

—Ah, y no olvides —volvió a decir él, como si no lo hubiera repetido ya tres veces—: Jarvis seguirá manejando los protocolos de seguridad. Por si acaso. Las alarmas...

—Se activan a las ocho de la noche y se apagan a las siete de la mañana —repitió ella, suspirando con fastidio—. Es la tercera vez que me lo dices.

—Bueno... nunca se sabe con ustedes dos —dijo Happy, mirando de reojo a Loki quien se recostó en marco de la cocina—. A veces parece que tienen sexo hasta en el sistema de ventilación.

Loki le guiñó un ojo, como si un foco se hubiera prendido ante el comentario.

—No lo hemos hecho todavía en un ducto de aire. Gracias por la idea, Harold.

—No me des las gracias —dijo Happy, horrorizado—. No. Me. Des. Las. Gracias.

—Oficialmente estamos dentro —dijo ella, alzando una mano como quien clava una bandera en un nuevo planeta tratando de cambiar el rumbo de la conversación.

Loki recorrió la gran cocina y revisó los cajones alzando una ceja.

—¿Eso era todo? ¿La épica mudanza Stark-Laufeyson termina con una caja de vajilla y cubiertos?

—No subestimes una caja de vajilla —replicó ella mirando la caja a su lado—. Puede tener cuchillos. O un vibrador perdido.

—¿Puedo ayudar a desempacar esa?

—No. maldito enfermo.

En ese momento, Tony entró con Pepp, ambos respirando como si hubieran corrido una maratón en traje.

—¿Saben que esto me hace sentir viejo? —dijo Tony, mirando el lugar—. Mudanzas. Sofás. Hacer promesas de no quebrar nada...

—Tú eres viejo —acotó Loki con una sonrisa con una botella de agua en la mano.

Se acercó y se la entregó a la chica quien la recibió con una sonrisa ante su gesto.

—Y tú sigues vivo de puro milagro.

Pepper, impecable incluso después de toda la logística, buscó entre una de las grandes cajas y segundos después sacó una pequeña bandeja con copas.

—Bien, niños, antes de que empecemos a fingir que todo está bajo control, propongo un brindis —dijo—. ¿Dónde está el licor?

Tony ya estaba sacando una botella de whisky escocés del maletín negro de "emergencias emocionales" que habían dejado a un lado de la puerta antes de empezar a desempacar.

—Edición limitada, 1967. Solo se abre para matrimonios, nacimientos... y cuando uno de mis hijos decide irse a vivir con un dios.

—¿Tienes varias hijas que no me contaste? —preguntó Loki con tono burlón.

—Tengo úlceras, que es lo mismo desde que apareciste —gruñó Tony mientras servía en tres copas de cristal—. Para mí, Pepper y... el demonio con pelo de shampoo caro.

Cuando fue a servirle a Louise, Pepper lo detuvo con una mano sobre la suya.

—Ella no, Ed.

—¿Qué? ¿Ahora también soy menor de edad? —refunfuño.

—No, princesa. Pero recuerda lo del tratamiento —intervino Pepper, suave—. Lo mejor es que evites el alcohol por ahora.

_____ suspiró y se resignó.

—Genial. Primer día en mi casa y ya estoy castigada.

Tony le sirvió una copa igual, con el mismo cristal, pero con agua mineral y una rodaja de lima. Lo decoró con una sombrilla ridícula.

—Al menos que parezca una fiesta, ¿sí? —le sonrió al ver su cara algo desanimada—. No te sientas mal. Este trago cuesta más que tu sofá nuevo.

—Lo sé. Porque tú lo pagaste —dijo ella, brindando con una sonrisa torcida juguetona.

—mocosa cínica.

—anciano orgullos.

Se acercaron todos al centro de la sala, entre cajas abiertas, bolsas arrugadas y muebles que aún olían a recién salidos del embalaje.

Tony alzó su copa en forma de un brindis algo desganado.

—Por los que se quedan. Por los que se van. Por los que se atreven a vivir con una tormenta de berrinches y un hombre que puede apuñalar a cualquiera sin dudarlo.

Todos brindaron. Incluso Loki con una sonrisa.

—Y por los que no tienen ni idea de dónde están las sábanas aún —agregó Louise mirando a su alrededor.

—Y por los que planean usar la mesa antes de ponerle mantel —añadió Loki, mirándola con picardía en los ojos.

—¡BASTA! —dijeron Tony y Happy al unísono.

Pepper rió, Happy fingió desmayarse en el sofá, todo era un momento familiar. Extraño para él Dios pero confortante para ella. Era especial que ellos estuvieran ayudándole para trasladar su vida aún lugar nuevo. Una oportunidad de empezar algo diferente.

Tony se giró hacia Loki cuando todos estaban más calmados y relajados.

—Últimas instrucciones antes de dejarte a solas con mi hija: no rompas nada, No quemes nada, no invoques portales o a tu hermano en la sala, no conviertas a nadie en rana. Y si pasa algo raro con su salud, me llamas antes de hacer magia rara en su útero, ¿sí?

— ¿que es esto? ¿Los diez mandamientos stark? —bromeó la más pequeña al ver el rostro serio de su padre.

La mayoría rieron y es que claro, el tono sobre protector de Tony era gracioso para quien lo conocía.

—Lo prometo —dijo Loki, sorprendentemente serio luego de un momento—. No haré nada que ella no quiera.

Tony lo miró largo rato. Luego asintió.

—Bien. Porque si la lastimas, hay un misil con tu nombre y mis iniciales. Ya sabes.

—le tengo más miedo a ella que a ti, Stark.

—me parece lo más sabio que has dicho hoy —dijo Pepper asintiendo.

El ambiente empezó a relajarse. Happy fue el primero en despedirse, con un abrazo a Louise y un leve asentimiento de la cabeza de complicidad a Loki.

—No hagas nada ilegal. Ni dimensional. Ni pegajoso.

—¿Y si es consensuado?

Los miro con algo parecido a asco, pero con evidente burla también. Era como ver una versión femenina de Tony en sus "años" de playboy.

—No me hablen más. Mejor voy antes de que digan cosas asquerosas.

—¿no estarás para lo de Rogers? —preguntó antes de que se fuera.

El negó y alzó los brazos con desánimo.

—hay cosas en la empresa, pero tu padre y Potts se quedarán para mañana.

Se despidió en la escalera y se subió al auto para esperar a la pareja Potts-Stark.

Pepper se acercó con su abrigo y abrazó a la chica.

—Recuerda: si este idiota te hace llorar por algo que no sea un gesto lindo, me lo llevo por las orejas aunque no tenga poderes.

—Estoy justo aquí —protestó Loki alejándose de la puerta no sin antes darle una mirada juguetona a la pelirroja.

—Y seguirás ahí si no la haces feliz, serpiente —añadió Pepper con una sonrisa impecable.

Ambas se despidieron con un abrazo cálido y llegó la despedida que parecía arrancarle el corazón.

Al fin, Tony se quedó en la puerta con su hija. Un momento que valía más que cualquier brindis.

—¿Ya te vas? —preguntó ella mirando al piso mientras movía su pie en un balanceo.

—Ya es tu casa. —dijo el con una sonrisa nostálgica—. No quiero quedarme más tiempo del necesario.

Ella lo miró y sus ojos le ardieron por un momento, no quería admitirlo pero el separarse de su papá, de ese soporte que le ayudó mucho desde que la llevaron a la puerta de su casa en Malibú la estaba destrozando por dentro.

—¿Te vas a portar bien sin mí...?

Anthony asintió y le dio un abrazo a su hija, aferrándose a ese momento con esa chiquilla que salía de su regazo, más pronto de lo que pensó, más pronto de lo que se imaginaba.

—¿Y tú con él?

Se miraron y ella hizo un sonidito afirmativo, tratando de contener sus lágrimas bajó la mirada. Sonrió contra el, aferrándose a ese olor a colonia tan distintivo de el, para que una parte de su padre se quedara impregnada en ella.

—Gracias por todo, por ayudarnos, por... dejarme ir.

Tony se tragó algo. Tal vez orgullo. Tal vez miedo.

—Solo recuerda: puedes salir del nido. Pero si te caes, aún hay una red esperando atraparte.

—una con forma de armadura roja y dorada.

Ella lo apreto más fuerte, más largo.

—ah antes de irme, quería darte esto.

Tony buscó entre el bolsillo de su sudadera y sacó una cajita un poco más grande que la de un anillo y se la entregó.

Ella curiosa la abrió y encontró algo que le conmovió por dentro.

—es para que te cuides en tu tratamiento... ya se que  o ha sido fácil. Pero espero que esto te ayude.

Ella la tomó entre manos y la detalló luego se la puso y esta pareció encenderse automáticamente.

—Te amo, papá. Muchas gracias...

—Yo más, enana. Solo no lo digas delante de Loki. Se pone raro.

—Ya lo escuché —gritó Loki desde el pasillo—. Me siento ofendido y conmovido a la vez.

—bien, Suficiente. Mañana nos vemos para el reventón del anciano con rayas.

Louise asintió mientras se limpiaba el lagrimal de su ojo.

—lleva algo lindo, si no quieres que Natasha te haga devolverte por no estar bien vestido para el capi.

El solo negó con una sonrisa.

—era obvio que esos dos se traían algo entre manos.

Ella subió los hombros y solo le dio un beso en la mejilla a su padre en despedida. Tony le dio una última mirada a la casa, suspiró, y se fue, dejando un pedazo de su vida ahí.

La puerta se cerró.

Y la casa por fin... fue solo de ellos.

____ suspiró y se quedó un segundo en silencio. Loki la miró mientras ella seguía viendo hacia la ventana de la puerta observando como el auto se encendía y empezaba su camino lejano de ella.

Se acercó a pasos lento y la abrazó por la espalda, cubriéndola como un escudo.

Ella ya tenía lágrimas en la mejilla, se sentía como una niña en su primer día de escuela. Pero ahora esa escuela era la vida, lejos de los brazos de armadura de su padre.

—¿Quieres que abrir ya las cajas ? ¿O prefieres que haga todo en un chasquido?

Ella aceptó su abrazo y sorbió su nariz.

— ni loca dejaré que organices tú solo. Aparte tengo que ver que me pondré para mañana...

El sonrío y le deposito un beso sobre su cabeza.

—muy bien, entonces tenemos trabajo por hacer... si no es que antes se nos atraviesa una interrupción en medio de la cocina.

Ese tono juguetón la hizo reír más alto y le dio un golpecito en la mano, ella le advirtió que primero deberían dejar todo listo para poder moverse mínimamente bien en la casa. Para si poder estrenar cada rincón del lugar de la mejor manera que ellos conocían.

Y así, entre sarcasmo y cajas aún cerradas, empezó su nueva vida.

Pero que no tenían ni idea de lo que les esperaba en el camino.

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Creo que Jarvis... necesita un psicólogo. Y más si estará con estos dos en la misma casa.

Muy bien, iniciamos este maratón de Capitán América: the winter soldier con capítulo doble a esta hora.

(Andaba corriendo para que todo quedara bien)

Espero que lo apoyen ya que literalmente me estuve des velando para hacer todos estos capítulos. (Desaparece por un tiempo después de esto) mentira jajaja pero igual. Apoyen y por favor comenten. Lo siento como una recompensa por el amor a la escritura y estos capítulos.

Sin más, pasen al siguiente capítulo yayayaya

Les amoooo 💕