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𝖈𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝖟𝖊𝖗𝖔
 ❛ the fucking keys ❜



UN PESADO SUSPIRO escapó de los labios de Rose, mientras se dejaba caer en el asiento del auto, miró por la ventanilla a su padre, subiendo las últimas maletas a el baúl, para después subir el, y arrancar este.

─ ¿Me repiten a donde vamos? ─Preguntó la pequeña, inclinándose un poco para quedar entre el espacio del asiento de piloto y copiloto.

Elizabeth rodó los ojos─ Vamos a... a...─Titubeó un poco, después miró a su esposo─ ¿A donde vamos?.

Este también rodó los ojos, pero con una pequeña sonrisa, sin quitar la vista del camino sacó de su billetera una pequeña fotografía de un pueblito─ Hawkins.

─ ¿Es muy necesario irnos? ─Volvió a preguntar Rose bufando─ pueden dejarme aquí, sé cuidarme solita.

─ ¿Y arriesgarnos a que toda la colonia se queme? Ni lo sueñes ─Le respondió James.

─ Pero-...

─ Ya cállate ─La interrumpió Elizabeth.

La chica hizo una mueca, pero no reclamó más, en su lugar, tomó sus audífonos y su reproductor, y se limitó a escuchar música el resto del camino.


༉‧₊˚✧ . '୭̥


─ ¿Es esta? ─Rose miraba su nueva casa a través de la ventanilla del auto, con el ceño fruncido.

Nadie le contestó, sus padres bajaron del auto, segundos después bajó ella, y, antes de que esta pudiera quejarse de lo horrible que le parecía aquella, la mujer a su lado puso su mano sobre sus labios, evitando así que hablara.

De mala gana la rubia quitó la mano de esta.

─ No iba a decir nada ─Se quejó.

─ Como sea ─La mayor volvió a colgarse su bolso sobre el hombro, y caminó por el jardín hasta la gran puerta de madera, dispuesta a abrirla, rebuscó en su bolso, las llaves de esta. 

─ ¿Te gusta? ─El padre de Rose se posicionó a su lado, observando la casa enfrente de él.

─ La casa es linda ─Mintió la chica─ Lo que no me gusta es tener que vivir con ella ─Señaló a la mujer, quien, seguía buscando desesperadamente las llaves.

─ Se van a llevar bien, dale tiempo.

Antes de que Rose pudiera volver a reclamarle, Elizabeth se acercó hasta ellos rápidamente.

─ ¿Tu tienes las llaves? ─Preguntó, hacia el hombre.

Este negó─ Te las di a ti antes de venir.

─ Dime que no las perdiste o las olvidaste en California ─Habló entre dientes, Rose.

La mujer la miró mal, probablemente deseando golpearla, pero por obvias razones tuvo que contenerse.

─ No, de hecho, ahora que me acuerdo, están en mi maleta, la azul.

─ De acuerdo ─James suspiró de alivio─ Rose ve por la maleta.

La rubia frunció el ceño mirando a su padre, despues miró a Elizabeth, quien, tenía una sonrisa burlona en el rostro; y, murmurando maldiciones hacia esta, se dirigió de nuevo al auto. 

─ Aquí no hay ninguna maleta azul ─Habló Rose, después de haber revisado bien cada parte de el vehículo.

─ ¿Estas segura? ─Su padre caminó hasta ella, mientras esta cerraba la puerta del baúl. 

─ Segura.

James volvió a mirar a su esposa, el pánico crecía en cada uno.

Esta, corrió de inmediato hasta ellos, y de un empujón, hizo que Rose callera al suelo, para después volver a abrir la puerta del auto y comenzar a buscar por si misma su maleta.

─ ¿De verdad crees que nos llevaremos bien? ─Rose murmuró hacia su padre, mientras la ayudaba a ponerse de pie.


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─ ¿Ya casi? ─Habló por doceava vez Rose, frustrada.

─ Ya casi ─Le contestó su padre.

Resulta que la dichosa maleta azul con las llaves adentro estaba en el camión de mudanzas, y, convenientemente, el camión de mudanzas estaba perdido, por lo que tenían que esperar hasta que este llegara para poder entrar a la casa. 

Ahora mismo se encuentran los tres tirados en el pasto, Rose arrancaba pequeños pedazos de este, Elizabeth se pintaba las uñas, de un color horrible, y James estaba haciéndole unas trenzas a su hija. 

─ ¿Ya casi? ─Volvió a pregunta Rose.

─ Ya casi. 

─ ¿Ya cas-..?

─ ¡Dios ya cállate! ─Elizabeth la interrumpió, ambos levantaron la mirada hacia ella─ ¡Eres muy frustrante!.

A la chica le molestó que le gritara, por lo que se defendió:─ No sería tan frustrante si no estuviéramos aquí afuera como perros solo por que alguien dejó las llaves de la casa en su estúpida maleta.

La mujer no supo que contestar, por lo que miró a su esposo─ ¿¡Vas a dejar que me habla así?!.

El hombre no contestó, se limitó a seguir su actividad con el cabello de Rose, pero aún así soltó una pequeña risa, le parecía divertido ver como se peleaban esas dos.


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─ Veo veo... ─Comenzó a decir Rose, mirando a su alrededor─ Algo amarillo. 

James lo pensó un poco, para después señalar un punto fijo─ Ese auto ─La chica negó, con una sonrisa en el rostro─ No hay otra cosa amarilla aquí.

─ Claro que la hay ─Contradijo la pequeña, y dio unas rápidas miradas hacia Elizabeth, quien estaba recostada debajo de un árbol, y con un sombrero tapando toda su cara.

James miró a su esposa, y después volvió a mirar a la rubia confundido─ ¿Elizabeth? ─Esta vez su hija asintió, riendo─ ¿Y lo amarillo?

Rose paró de reír─ Sus horribles uñas ─Dijo. 

James rodó los ojos con diversión, para después soltar una carcajada.

Después de esperar otros 20 minutos, el camión finalmente llegó.

─ Lo único que falta es que las malditas llaves no estén ahí ─Bromeó Rose mirando como Elizabeth literalmente tiraba todo dentro de la maleta.

─ Cállate.

La chica rodó los ojos, y buscó con la mirada a su padre, este estaba con el chofer del camión, reclamándole la tardanza.

─ ¡Aquí está! ─El chillido de Elizabeth hizo que Rose diera un pequeño en su lugar, se volteó de nuevo hacia esta con una mano en el pecho, y una expresión de espanto─ ¿Qué?

James llegó rápidamente─ ¿Las encontraste?

─ ¿Qué? ¿Las llaves? ─Ambos asintieron frenéticamente, esperando ansiosamente a que sacara de una maldita vez las llaves─ Nah, tengo algo mejor ─Y, mostró un pequeño labial─ Mi labial rojo favorito, pensé que estaba perdido.

Las ganas de estrangular a esa mujer inundaron completamente a Rose, pero en su lugar, tomó el labial y lo arrojó con todas sus fuerzas hacia cualquier lugar.

─ ¿¡Qué mierda te pasa?! ─Elizabeth se levantó furiosa.

─ ¿¡A mi?! ¡A ti te importa más tu estúpido labial horrible que encontrar las putas llaves!.

─ ¡James!

─ ¿Qué? ─El nombrado la miró fastidiado─ Rosie tiene razón, ahora lo más importante son las...─No terminó de hablar, una pequeña silueta plateada pasó por sus ojos, se inclinó un poco para ver mejor, la cosa se encontraba en la cadena de la mujer.

─ ¿Qué ves? ─Habló esta.

─ ¿Qué tienes en el cuello?

Elizabeth miró su cuello─ ¿Qué tengo en el cuello?

Rose también trataba de identificar la cosa plateada que tenía colgando de el collar.

─ ¿Esas son las...?

La mayor volvió a mirar su cuello, y tomó la cadenita, dejando así a la vista el par de llaves colgando de este─ ¡Oh si, las dejé ahí para no olvidarlas! ─Miró a los otros dos.

James negaba repetidas veces con una expresión de incredulidad. Mientras que Rose había escondido su rostro entre sus manos, tratando de no gritar, sin duda vivir con aquella mujer la volvería loca.

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