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009; 𝐏𝐑𝐄𝐓𝐙𝐄𝐋𝐒


ADOLESCENCEAshtray

009; PRETZELS!




                    —¿ENTONCES, TE GUSTA MÁS ESTE? —preguntó Mills sonriente enseñándole un top negro de mangas largas con hombros descubiertos, haciendo que su hermano pequeño aplaudiera en señal de que sí le gustaba.

Se encontraban en la cocina, el pequeño acababa de cenar y estaba sentada ti en su trona mientras observaba a su hermana en frente de él enseñándole su ropa.

—Mh, no sé yo, Michael... ¿no crees que enseño mucho los hombros? —dirigió su vista al pequeño, quien ahora cambió su expresión a una confundida—. Lo imaginé. ¿Te apetece escuchar música, Michael?

Recibió una sonrisa por parte del bebé enseñando sus pequeñas encías.

—Está bien, pero no te burles de mí. Ya sabes que Fangoria es mi gusto culposo, pero no se lo digas a nadie, o no te daré mas purés de esos que te gustan para cenar, ¿eh? —bromeó mientras conectaba su tableta al altavoz y ponía Geometría polisemtimental, de Fangoria.

La canción empezó a sonar fuertemente, y la rubia empezó a bailar como si no hubiera un mañana en aquella cocina.

Un joven pelinegro, el cual la rubia conocía muy bien iba hacia aquella casa, cuando empezó a escuchar la música varios metros lejos de ella.

—¿Qué cojones es eso? —se preguntó mientras se acercaba.

Una vez lo bastante cerca, se paró a observar a aquellos dos hermanos. La rubia bailaba como loca disfrutando de aquella canción incluso haciendo figuras que la canción decía con las manos, mientras que su pequeño hermano la animaba aplaudiendo y riendo.

—Joder —dijo el joven quedando hipnotizado por aquella situación, y no pudiendo parar de observar a aquella joven haciendo lo que más le gustaba, y con una pasión que cualquiera podía notar desde lejos.

Cualquiera que viese a aquel joven parado, podía jurar haber visto varios destellos en sus oscuros ojos al estar observando a aquella joven a la que tanto amaba.

Pronto, el crujido de unas ramas proveniente de afuera llamó la atención de la rubia. Esta tenía el oído perfectamente afinado, esto era porque al su madre tener un problema auditivo de un oído, por las noches ella debía de quitarse el audífono y así quedándose sin escuchar absolutamente nada. Esto hacía que Millie sintiera la necesidad de proteger su casa por aquellas noches, atenta a cualquier mínimo ruido, y eso hizo que este se desarrollara por encima de la media. Pero, un problema era que esta enfermedad era hereditaria, y Millie la tenía ahí,
pero no desarrollada.

Sobresaltada, decidió salir de la casa, sabiendo que unas llaves estaban escondidas por fuera, y por ello fue por lo que dejó a su hermano dentro cerrando la puerta. Esta fue avanzado sin miedo alguno, pero sí que es verdad que algo de miedo en el fondo sentía.

—¿A dónde vas, rubia? —preguntó una voz de repente detrás de ella, haciendo que esta pegase un salto con la mano en el pecho.

—¡Joder, Ashtray! —exclamó mientras su pecho subía y bajaba, haciendo que el pelinegro riese suavemente.

—Mh, menuda fiesta te has montado tú sola —bromeó asombrado.

—¿Qué? ¿A qué te refieres? —preguntó  confundida, haciendo que el joven hiciera una mueca y ruido con su boca.

—Se escuchaba Fangoria desde varias calles abajo —contó haciendo que la rubia se avergonzase.

—Yo... yo no estaba escuchando eso. Claro que no —rió nerviosa tratando de excusarse.

—Por supuesto, jamás se me pasó por la cabeza. Pero, realmente pensaba que podías tener buenos gustos musicales, pero me acabas de confirmar que no, rubia. Eso recuerdo que lo escuchaba mi abuela —dijo melancólico y sarcástico.

—¡Oye! Fangoria es un grupo súper bueno, no te consiento que te metas con ellos, aún no se me ha olvidado lo que dijiste de Queen —recordó dándole un sopapo en la cabeza a Ashtray mientras pasaba por su lado, haciendo que este bufara.

—¡Ay!— gritó dramático, mientras se tapaba la cara con las manos como si estuviera llorando—. ¿Dónde está Michael? —preguntó el pelinegro impaciente—. Hace tiempo que no lo veo.

—Está dentro, vamos.

—Genial, porque quería verlo a él realmente, no a ti —dijo de broma el pelinegro.

La rubia lo mirase seria con los ojos entrecerrados.

—Ay, que es broma, tonta. No te enfades —dijo abrazando levemente a la rubia por detrás mientras esta abría la puerta.

Ella ignorándolo, se adentró a la cocina y le señaló a su hermano.

—Ahí lo tienes, todo tuyo. Voy a a vestirme, ahora vengo.

Varios minutos pasaron, y los dos chicos esperaban a que la joven terminase.

—¿Y qué? ¿Qué te cuentas? —preguntó el pelinegro al bebé, quien solo lo miraba sonriente mientras se le caía la baba—. Joder, cualquiera diría que se te cae la baba por mí —dijo sonriendo sarcásticamente mientras se levantaba a por una servilleta para limpiarlo.

En ese momento, el teléfono de la rubia sonó, era un mensaje, y era de Maddy. En el fondo de pantalla se podía apreciar a ellas dos de fiesta. Millie con unos pantalones estrechos, raro en ella, y un vaso de algo en la mano. Este claramente se veía que era agua, a pesar de que ella posara como si fuera alcohol, y haciendo que una sonrisa se plantara en el rostro de él.

—¡Mills, Maddy te ha enviado un mensaje! —exclamó el pelinegro abriendo aquel mensaje al desbloquear el móvil, este sabía su contraseña, y ella sabía la de él.

Pero antes de leerlo, quedó observando el fondo de pantalla pero esta vez de inicio de la rubia, eran ellos dos hace varios años, cuando Ash no tenía todavía ni los tatuajes. Ambos estaban haciendo tonterías, mientras Ash tomaba el selfie, se veía tan contento allí...

"Ay, joder. Está bien, qué aburrida eres" —leyó el mensaje Ashtray, extrañado por aquel, decidió leer solo algunos mensajes más de la conversación.

>MENSAJES ANTERIORES<

"Oye Millie, hazme caso. Ponte el top ese amarillo que te dejé."

"No, Maddy. Se me ve todo, tía"

"Déjate de tonterías. Así llamarás la atención de algún chaval o algo, que nunca te pasa."

"Es por eso, Maddy. Yo no quiero llamar la atención con eso, yo no soy así."

"Ay, joder. Está bien, qué aburrida eres."

El pelinegro decidió dejar el teléfono de la rubia de vuelta en la encimera en la que se encontraba anteriormente, dejando el mensaje en no leído, y volviendo con el pequeño, se le había olvidado por completo que al pequeño se le habían caído sus babas.

—Ya estoy —anunció la joven bajando de las escaleras.

Esta se había puesto un top de manga larga negro que dejaba al descubierto sus hombros, era el que Michael había elegido anteriormente, junto a unos pantalones y unas botas negras.

—Perfecto, vámonos —sentenció dándole un último vistazo a la joven y saliendo de su casa.

—Entonces, ¿qué planes hay? —preguntó la rubia sentándose en el asiento del copiloto y al pequeño en sus piernas bien agarrado, mientras Ashtray se ponía en el sitio conductor—. Joder, ¿desde cuándo conduces?

—Aprendí cuando... ya sabes, me marché —dijo con una mirada triste mientras la rubia asentía—. El planning de hoy es dejar al pequeño Michael con Fezco —comentaba dándole vistazos rápidos al pequeño—. Y luego nosotros nos vamos a la apertura del parque de atracciones.

—¿A Fezco no le importará quedarse con Michael? —preguntó la rubia.

—Si le importa o no a Fezco, me importa una puta mierda, sinceramente —dijo el pelinegro sarcástico, haciendo que la rubia se enfadase.

—¡Hey! Que hay niños delante.

—Bueno, no digas palabrotas tú y ya —contestó sarcástico, refiriéndose a cómo si la rubia fuese aquel niño pequeño del que hablaban.

—Genial, ahora llegó el comediante Ashtray.























































—Entonces, ¿sabes la hora a la que se duerme? —preguntó la joven al pelirrojo, mientras el pequeño Michael estaba sentado en el mostrador.

—Mills, me lo has dicho un millón de veces ya. Cena un puré a las 9, se duerme a las 9 y media, pero antes hay que cambiarle el pañal. No es tan complicado —repitió sin energías el pelirrojo.

—Mh, ya me contarás. Pero recuerda que... —decía cuando fue interrumpida por un suspiro por parte del pelirrojo, y una exclamación del pelinegro.

—Vámonos ya, Dios mío —se quejó el pelinegro agarrando del brazo a su amiga, para ambos irse fuera.

Una vez en el coche, el ambiente era silencioso y cómodo entre los dos adolescentes; sin embargo, la rubia no iba a quedarse con una duda.

—¿A qué vienes a la fiesta, Ashtray? —preguntó de repente tranquila, mientras miraba al frente.

El joven fingió una mueca de confusión ante lo comentado, haciendo como si no supiera a qué se refería.

—Lo digo porque... me extraña que vengas para acompañarme —dijo la rubia plantando una sonrisa triste pero maliciosa a la vez—. Además, he visto un uniforme de comida rápida en el maletero, espero que no sea lo que estoy pensando.

—Mh, no te equivocas —acababa de afirmar la mayor pesadilla de aquella.

—Jamás lo hago —se alabó la joven—. ¿Por qué no dejas de vender droga, Ashtray?

—No empieces otra vez —se quejó poniéndose derecho mientras conducía.

—No, claro que sí empiezo otra vez. No quiero que algún día te pille la policía a ti o a Fez, ¿sabes en el lío en el que os vais a meter? —preguntó enarcando una ceja, haciendo que el pelinegro echara su cabeza hacia atrás suspirando.

—Dios, a ver cuando te queda claro que esta es mi vida, Millie. No puedo cambiarla ya —dijo fastidiado.

—Claro que sí, aún tenéis tiempo los dos.

Respondió tratando de hacerle entrar en razón, apoyando su mano en la de él, y recibiendo un movimiento brusco por su parte.

—Dios, eres increíble. ¡No se puede hablar contigo, joder! —exclamó enfadada—. Solo quiero ayudaros. Algún día os daréis cuenta de que no hay marcha atrás. Se que esta ha sido siempre vuestra vida, ¡pero al igual que estáis arruinando así vuestra vida, también estáis arruinando la de los demás! ¿No os dais cuenta?

—¡Yo no obligo a nadie a que me compre drogas, carajo! —exclamó ahora el joven, en verdad, ambos tenían algo de razón en sus puntos de vista.

—¡No, hombre, estaría bueno que encima les obligaras! Pero me refiero al hecho de que alguien te compre droga Ashtray. No sabes las circunstancias en las que está, ¡joder, no sabes si le podría dar una sobredosis o algo! Y también entiendo que no sea tu responsabilidad; pero, tío, tú eres el que las vende. A lo mejor también se las vendes a alguien que ha vuelto a recaer y...

—Millie, ya —contestó calmado el pelinegro mientras conducía como si no hubiera ocurrido nada—. Por favor.

—Está bien, allá tú. Gracias por traerme, luego nos vemos —dijo bajándose del coche seria mientras se acomodaba su bolso, una sensación de tristeza y necesidad se adueñaba de los dos jóvenes conforme se iban alejando el uno del otro.

Por su parte, Ashtray miraba por la ventanilla del coche como su rubia se alejaba de él; y por parte de Millie, unas lágrimas descendían por su mejilla, odiaba pelearse con él.















































Luego de unas dos horas, al puesto llegó una melena negra junto a una rubia. Ashtray esperanzado, rezaba porque fuera Mills, hasta que se dio cuenta de que aquel no era su tono completamente. Joder, era Maddy con Cassie.

—¿Me pones dos pretzels, por favor? —preguntó Maddy ante un confuso Ashtray.

Este sin más, agarró dos pretzel y colocó dos pastillas en ellos, estas sabían que en ellos venían drogas. Luego de entregárselos, el pelinegro no se pudo callar y tuvo que preguntarle a la pelinegra.

—Oye, ¿dónde está Millie? —preguntó delante del mostrador.

Una dorada Maddy se giró llevándose la mano a la frente como sorpresa.

—¡Mierda! Había quedado con ella... joder —dijo sorprendida para luego empezar a reírse fuertemente junto a Cassie.

Mierda. ¿Dónde estaba Millie?

Ashtray sin poder aguantar más, se quitó su delantal y gorra, cerrando el "negocio" y saliendo en busca nerviosamente de la rubia. Tardó bastante en encontrarla, los nervios fluían por sus venas, su respiración se aceleraba y sentía como su corazón iba a salírsele del pecho en cualquier momento. Hasta que por fin la localizó, allí venía.

Mills iba con el rímel que se había puesto en las pestañas corrido un poco notorio, y de llorar. Esta se quedó parada enfrente de Ash, ella iba a hacia el puesto de él, y se encontraron. El joven podía notar como por sus adentros todo se relajaba, pero al mismo tiempo se alteraba al verla en aquel estado. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la joven empezó a volver a andar hacia él, tratando de recomponerse y plantando una falsa sonrisa en su rostro.

—Hey —la saludó.

—Hey —contestó sonriendo levemente.

—¿Lo has pasado bien con Maddy? —preguntó el pelinegro una vez delante de ella para comprobar si esta le iba a contar o le iba a intentar mentir en aquella situación.

—Sí, muy bien. Gracias por preguntar —respondió sonriente tratando de ocultar algo.

—Me alegro. ¿Has estado llorando? —preguntó tocando suavemente su rostro.

—¡Oh, no! Es... ya sabes, las alergias esas que tengo —contestó riendo levemente.

—Ajá. Oye, qué casualidad. Justo había visto a Maddy por aquí, pero no a ti —comentó haciendo que el rostro de la joven volviera a ser uno triste y abrumado.

—¿Cómo? —preguntó confundida.

—Maddy vino al puesto a comprar... con Cassie —dijo observando cómo la rubia cerraba los ojos tratando de calmarse y controlarse, realmente iba derrumbarse allí mismo.

Menuda hipócrita...

—Mh, me alegro que se lo esté pasando bien —contestó una vez que se recompuso, y empezó a andar para ir al puesto del pelinegro, hasta que fue parada por un suave agarre en su brazo.

—Espera, sé que no has estado con Maddy —volvió a repetir, colmando la paciencia de la joven.

—¡No, Ashtray! ¡No he estado con Maddy, joder, me dio plantón! ¡Estuve dos horas esperándola para que ahora me digas que ha estado con Cassie todo el maldito rato! —exclamaba alterada y con lágrimas en los ojos, los cuales estaban rojos.

Una mirada triste de Ashtray se cruzó con la de ella, creando un pequeño silencio entre ellos.

—¿Te has drogado? No, ¿verdad? —preguntó agarrando del mentón a la rubia mientras le observaba sus ojos azules—. Tienes los ojos bastantes rojos.

—No, Ashtray... sabes que yo no haría eso. Seguramente sea de llorar —contestó ahora más tranquila mientras se sobaba la nariz.

—Mh, está bien. ¿No tienes frío? Debes de estar helada con esos hombros descubiertos, rubia —comentó señalándoles los hombros ligeramente mostrados por el top que llevaba mientras sonreía, haciéndole a la rubia sonreír e incluso carcajear—. Ten, póntela. Yo no tengo frío —dijo ofreciéndole la chaqueta, y sin dudarlo, ella se la puso.

—Gracias, Ash —contestó ruborizada y sonriéndole al joven, quien hizo lo mismo.

Sin ambos ni siquiera darse cuenta, sus manos se iban levemente rozando conforme iban andando, hasta que el joven tras pensarlos varios minutos, se atrevió a entrelazar ambas manos. Para luego acariciar con el pulgar la mano de ella, en forma repetida de círculo. Ambos en ese momento sentían el corazón en la boca, ¿por qué era eso? No será porque... ¡Oh mierda, creo que sí!



Lo siento, odio a Maddy ahora mismo. Pero pronto sabrán el porqué, y es cuando más van a odiar a Cassie, recuérdenlo :).

No se olviden de VOTAR y COMENTAR.

~Pauu 💖

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