18
Conociendo el mundo
Ya había pasado una semana desde su estadía en Brasil. Y debían de decir que nunca habían bailado tantas horas seguidas. Era despertarse, desayunar, ir a bailar, almorzar, ir a bailar, cenar, ir a bailar y dormir. Toda una rutina.
También estaban entrando al mundo del coqueteo, iban conociendo las tácticas de los humanos que se les acercaban para poder enredarlos. Ellos no las necesitaban siendo que no hacían nada para atraerlos, pero era divertido conocer distintas maneras de conquista.
Amadeo ya había superado en parte a Jane, su corazón le seguía perteneciendo a la bruja aterradora pero ahora preferia disfrutar.
Alessia estaba más que feliz, había estado tanto con chicas como con chicos, se sentía como una niña con juguetes nuevos.
El ser híbridos traía ventajas, como poder bailar hasta dos días sin cansarse, el tener la belleza que sobresalta para que las personas vayan a ellos como imanes, y tenían de su don por si algo les pasaba, pero de momento estaban intactos.
El clan Denali les había dado dinero, tenían ese con el que aún guardaban de los Vulturi. Lo usaban para hospedarse en el hotel que tenía vista a un hermoso mar, para comer, o ropa. Incluso les sobraba, agradecían que eran ahorros de mal de dos mil años.
- De acuerdo, Alex, levantate. - Amadeo había corrido las cortinas de la habitación para dejar entrar la luz, así ver a su mellizos desparramada en la cama.
- No tengo ganas. - Casi gruño, se volteó para seguir durmiendo.
- Vamos, hoy tenemos el Tour. - La tomó de los tobillos para empujarla de la cama, cosa que funcionó.
- Idiota. - Se quejó desde el suelo.
Alessia se metió al baño para ducharse, después irían a desayunar esa comida tan rica que les servían en el hotel, y seguirían por el tour.
- Rio de Janeiro, allá vamos. - Se pusieron lentes de sol a la par y comenzaron a caminar a su vehículo.
Se bajaron de la motocicleta, se sacaron los cascos y acomodaron sus cabellos haciendolo con clase y estilo, para llamar aún más la atención, el drama estaba en su sangre, no saben de donde lo heredaron.
Vestían con un aire veraniego, les encantaba el clima que había, no podían creer el cambio tan repentino que tuvieron, de estar en la nieve a un lugar donde el cálido sol te traspasaba. Cualquier humano si hubiera tenido ese cambio tan drástico hubiera enfermado.
Caminaron con elegancia hasta llegar a donde los dos chicos que dirigían el tour y el resto de los turistas.
De cierta manera aveces los agobiaban las personas que se les tiraban encima solo por respirar, como en este momento, ellos sólo quieren recorrer el lugar pero algún que otro humano se les pega al costado.
Asi que tomaron la salida fácil, fingir ser pareja.
Se tomaron de las manos mientras ella le abrazaba el brazo y andaban acaramelados, de por sí ellos al ser hermanos eran bastante amorosos con el otro, esto aumentaba.
- Mira, Alex. - Apuntó una hermosa ave azul.
Amadeo veia todo con fascinación, su hermana de igual manera pero amaba aún más mirar la sonrisa alegre de su hermano. Al crecer tan rápido físicamente aveces olvidaban que eran chicos de edad cronológica.
Tan sólo tienen cinco años pero se obligan a crecer mentalmente para no quedar disparejos.
Iban caminando por un sendero de tierra que estaba en medio de hermosos árboles, sus hojas eran de un verde hermoso, jamás habían visto árboles tan vivos.
- Y por aquí podemos ver a Cristo.
Se asomaron al final del camino para poder ver a la gran atracción de Río de Janeiro.
- ¿Crees que podamos treparlo? - Le preguntó en susurró a su hermana.
- A menos de que quieras que más de cien personas te vean trepando un Cristo enorme dando a conocer que eres mitad vampiro. - Le respondió con ironía de igual manera.
- Tienes que dejar de hablarle con sarcasmo, es estresante. - Achinó los ojos mirándola con molestia.
- Tú eres estresante.
Siguieron el camino hasta llegar al gran hombre de piedra. Se tomaron fotos, rieron, socializaron o más bien coquetearon, y terminaron el recorrido.
Se fueron de vuelta al hotel para ir a su próxima parada, Argentina. Allí también darían un Tour para después ir a Chile donde estaría el clan Mapuche de Nahuel, el híbrido que los ayudaría.
- No quiero dejar Brasil. - Rogó con un puchero el híbrido.
- Tenemos que hacerlo, o dejaremos de envejecer cuando tengamos la apariencia de veinticinco y no quiero eso.
Sabían que podían parar su crecimiento, preferían que sea a esta edad para poder camuflarse entre adolecentes y adultos. Poder ir tanto a la escuela como a la universidad. Un punto medio, perfecto.
- ¿Volveremos? - Cuestionó con ojitos de cachorro.
- Claro que sí. - Contestó como si hubiera dicho la mayor grosería del planeta.
- Let's go, Alex. - La abrazó por los hombros para ir a el aeropuerto.
Así iba a ser su viaje, iban a parar en ciertos lugares para recorrerlo unas semanas, luego irían a por el híbrido, como último volverían también haciendo ciertas paradas, para al final, volver a Volterra. Sin haber conseguido encontrar ese dolor de su pecho.
Estaban en el aeropuerto, sentados en las bancas de espera. El dolor del pecho empezaba a aparecer haciendo que ambos dejen las revistas que estaban leyendo para llevar sus manos allí.
Intentaban calmar el dolor sin llamar la atención, no querían llorar en público.
- Me quema, Alex. - Susurró con la respiración agitada.
- Lo se, tranquilo, ya va a pasar. - Tenía los ojos cerrados tratando de hacer fuerza para no gritar, llorar o patalear. - Voy a ir al baño. - Logró susurrar para levantarse con dificultad.
Camino con una mano en su pecho y otra en su cabeza hasta el baño de mujeres donde se encerró en un cubículo para poder llorar en silencio.
Parecía que el dolor se iba una semana y volvía para molestarlos, volvia para recordarles que por más que tengan todo el oro del mundo estaban incompletos.
- Vuelo a Argentina en diez minutos.
Avisó la bocina del aeropuerto. Alessia respiró, para después soltar el aire acumulado. Salió del cubículo con la cabeza en alto como Tanya le enseñó. Se lavó la cara para después sonreirle al reflejo.
Al salir se chocó con una chica.
- Lo siento. - Murmuró en voz baja, tenía el cabello castaño y la cabeza gacha, jugaba con las mangas de su camiseta como si le costará hablar
- Tranquila, no veía por donde venía. - Le restó importancia.
Por un segundo dejó de sentir aquel dolor del pecho.
- No, yo no veía por donde venia por calmar mi dolor de cabeza. - Levantó la cabeza dejando ver a una chica bastante tierna y linda a los ojos de la híbrida.
- Alessia. - Estiró su mano para saludar educadamente.
- Renesmee. - Aceptó la mano, al tocarse una corriente les recorrió. - ¿Viniste a Brasil o te vas?
- Me voy, ¿Tú?
- Vengo, mis padres vinieron de luna de miel cuando se casaron y querían mostrarme el lugar.
Se sentían a gusto charlando hasta que Edward llegó al ver que su hija tardaba.
- Nessie, ¿Todo bien?
Alessia pudo distinguir esos ojos dorados, vampiro. Al parecer el hombre leyó sus pensamientos así que se fijó en ella, y como si fuera posible, palidecio.
- Bueno, un gusto verte Renesmee, adiós señor. - Se retiró con una sonrisa amable pero su camino se vio interceptado por Amadeo.
- ¿Dónde estabas, Alex? El vuelo ya sale. - Antes de que ella pudiera contestar, levantó la mirada encontrándose con las dos personas. El dolor de su pecho pareció calmarse al conectar miradas con la chica.
- Lo siento, Amadeo. Me distraje, ya vámonos. - Se giró y saludó con la mano a las dos personas que los miraban.
Edward sintió como esos ojos marrones de los jóvenes lo penetraban y aturdian, pudo sentir su sangre correr por sus venas al igual que su olor casi camuflable, pudo ver lo parecidos que eran a Isabella y a Renesmee, pudo sentir su raza.
Ambos híbridos, ambos hermanos, ambos de la edad de Renesmee, ambos eran Charlotte y Mattheo.
- Oigan. - Los llamó antes de que se vayan. Ellos voltearon confundidos. - ¿Como se llaman?
- El es Amadeo y yo soy Alessia. ¿Pasa algo? - Respondió con duda.
Isabella quien había visto a su pareja tardar cuando fue en busca de su hija, fue también detrás de ellos encontrándose con la escena.
- Vuelo a Argentina en cinco minutos.
- Es nuestro vuelo, adiós. - Saludaron con duda.
Se retiraron de allí con el dolor del pecho aliviado pero sentimientos raros.
Edward tenía los ojos llenos de lagrimas, era padre, sabía diferenciar a sus hijos, sabía diferenciar a híbridos, sabía que eran sus pequeños demonios los que se alejaban de allí.
- Se me calmó el dolor cuando me habló la chica. - Su pequeña los sacó de su burbuja de tormento, ya que Isabella los veía con un sentimiento de miedo como si también los hubiera reconocido. - Que raro. Ya podemos irnos.
Sus padres la siguieron en silencio a pesar de que sus mentes estaban explotando.
Los hermanos al alejarse, no tenían razón alguna, pero estallaron a risas como si la cara de el vampiro les hubiera causado gracia.
- ¿Era vampiro ese raro? - Preguntó después de calmar su risa.
- Sip, tenía los mismos ojos cuando tienen dieta animal, el y la mujer que después apareció. - Le contestó ella de igual manera.
- ¿La chica? Tenía ojos marrones. - Cuestionó con duda.
- Humana, tenía sangre corriendo por sus venas. - Se encogió de hombros dándole el boleto a la azafata.
Entraron al avión sin darle más vueltas al tema.
En ese vuelo ya estaban más experimentados con el coqueteo, así que jugaban un poco con las azafatas o los guardias que estaban en el avión. Las mujeres habían caído a los pies de Amadeo pero al ver a su hermana dudaban de su sexualidad al igual que los hombres pero viceversa.
- Yo me pido a la pelirroja. - Cantó la híbrida.
- Yo a la rubia. - Ambos hermanos le guiñaron el ojo a las mujeres que cotilleaban sin carpa alguna sobre ellos, siendo ambos podían escucharlas perfectamente.
Y así fue su vuelo, ambos habían estado con las chicas que eligieron e incluso con la que había elegido la otra, también habían estado con unos pasajeros que esperaban en la fila del baño.
Se les empezaba a hacer adictivo el ser deseados por los humanos, ya hasta sus cuerpos pedían a gritos más acción. Malditas hormonas avanzadas.
Después de aterrizar, Alessia salió de la cabina con labial corrido y el piloto del avión mientras Amadeo salía con una azafata en las mismas condiciones.
Se dirigieron una mirada orgullosa para después tomar sus maletas y salir de allí limpiandose el labial que tenían.
- Puedo acostumbrarme.
- Ni que lo digas.
Salieron con la cabeza en alto y sonrisas traviesas, al salir pudieron ver como ya se encontraban en el aeropuerto de Argentina.
- Muy bien, Buenos Aires, muestranos lo más llamativo que tengas. - Amadeo abrazo a su hermana por los hombros como era costumbre para salir a tomar un taxi en dirección al hotel en el que se hospedaron.
En el camino hablaban sobre el que harían, era el país que estaba al lado de su destino así que querían disfrutar.
Iban a estar en la capital de Buenos Aires, La Plata. El lugar más turístico de Argentina.
Llegaron a un hermoso hotel que dejaba ver famoso obelisco por sus ventanas.
- Como el Cristo de Río. Pero el Obelisco de Argentina. - Se pusieron delante de el para pedirle a una amable señora que les saque una foto, la cual aceptó gustosa.
- Gracias, dama. - Agradeció amable Amadeo haciendo que la señora se sonroje y su hermana se ria por lo bajo.
Dejaron la ropa en el hotel para bajar a comer algo, había que decir que las argentinas tenías labios demasiado llamativos a los ojos de los híbridos. Los argentinos la mayoría eran morochos ojos claros que también los dejaban más hormonales.
- Argentina, te amo. - Murmuró al aire Amadeo.
Se dejaron llevar por la camarera para cenar milanesas a la napolitana. Ahora empezaría su nueva aventura.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro