07
El regreso
Los niños habían pasado un mes de más con los vampiros, al parecer la batalla había salido bien, incluso conocieron a más híbridos dándoles el saber que vivirían más de cien años.
Sus padres y tíos se fueron un mes más en busca de información sobre híbridos al saber que no eran los primeros en la historia.
Después de eso fueron a buscarlos viendo que habían crecido bastante.
- ¡Mamá! - Gritaron yendo a abrazar a Sulpicia quien los recibió gustosa.
- ¡Maravillas! - Gritó recibiendo a sus niños en brazos.
En el viaje de vuelta le contaron a los pequeños todo lo que había sucedido en el viaje, lo que había sucedido en la no-batalla, inclusive les contaron sobre lo que pasaría con ellos en los siguientes años de híbridos.
En la batalla, nadie sabía que la híbrida que hicieron pasar por niña inmortal era trilliza de los pequeños, excepto Aro.
A la hora en la que la vidente le había pedido al pelinegro la mano para que viera una visión que tuvo sobre el final de la guerra, pudo apreciar la imagen de sus dos hijos a un lado de la híbrida cuando eran recién nacidos, también pudo ver la discusión que habían tenido sobre los pequeños.
Aro pudo ver como la inocente Isabella Swan, que meses antes había rogado por salvar la vida de un vampiro, había intentado matar a sus propios hijos.
Se quedó callado al ver esos recuerdos, no se atrevería a nombrar lo que vio.
El cuarteto de vampiros no pudieron ocultar sus radiantes sonrisas al escuchar que los híbridos al cumplir al rededor siete años de edad llegarían a su edad mayor, dependería de ellos eso.
Al llegar al castillo de Volterra, el cuarteto de vampiros le contaron todo lo sucedido desde su punto de vista.
Pero ellos no pudieron ocultar su sorpresa al ver a los híbridos tan crecidos, era normal que crecían a paso rápido, pero al estar constantemente con ellos no se daban cuenta de sus cambios, pero verlos de una manera y meses despues verlos de golpe entraron en razón sobre los grandes cambios que pasaban en sus cuerpos.
Estuvieron poniéndose al corriente todo el día hasta que llegó la hora de dormir para los mellizos.
Los híbridos querían hacer notar su regreso al castillo Vulturi así que, que mejor idea que hacerle una broma al temible rey Vulturi, su tío Caius.
Habían pasado la tarde en sus habitaciones viendo una película, habían pedido a la secretaria que les comparta la clave del Wi-Fi. La película, dió la casualidad de que era "Los locos Adams". En una escena, Merlina habia enterrado bajo tierra a su hermano, eso provocó que los híbridos quisieran probarlo en su tío.
- ¡Tío Caius! - Gritaban los mellizos corriendo donde su tío, al principio los ignoro pero al verlos tan agitados decidió ver que era lo que les pasaba.
- ¿Que? - Preguntó con un deje de fastidio.
- ¡Ayuda! - Suplicaron con lagrimas en los ojos, preocupando a su tío.
Lo tomaron de las manos para correr al jardín, al ser de noche a penas se podía ver el hermoso césped, que por casualidad tenía un hoyo con un ataúd en el fondo.
- ¿Qué sucede? - Preguntó.
Pero los híbridos sólo se limpiaron las lagrimas para sonreír y empujar a su tío dentro del ataúd. El les gritó muchos insultos pero no le prestaban atención para cerrar el cajón y tirar toda la tierra que taparia el enorme hoyo. En definitiva esta había sido su peor broma, les costaría un buen castigo.
Colocaron un cartel con la palabra "R.I.P Caius" para irse dentro de sus habitaciones.
Dentro se acostaron a dormir, con la consciencia sucia pero durmieron con sonrisas traviesas en sus rostros.
Al día siguiente estaban cocinando, sin razón alguna Amadeo estaba con un gorro de baño pensando que era uno de cocina.
Estaban riendo a carcajadas olvidándose de su tío enterrado hasta que entró su madre con una mueca de desaprobación.
- Actúa normal. - Le dijo su hermana.
El se sacó el gorro con cara de inocencia mientras ella estaba sería queriendo ocultar la carcajada que estaba en su pecho queriendo salir.
- Vengan.
Los hermanos la siguieron con sus pequeños cuerpos temblando al verla tan sería.
Llegaron a la sala donde vieron a los tres reyes mirándonos seriamente, excepto por Caius quien se mordia el labio con fuerza y apretaba sus puños.
Su padre se acercó en cámara lenta a ellos para sonreír de manera disimulada.
- ¿Quién de ustedes dos enterró a Caius?
Los híbridos señalaron al contrario echándose la culpa mutuamente, sacando una risa baja en Marco, recibiendo una mirada asesina de su compañero rubio.
- ¿Caius? ¿Quién es Caius? - Preguntó Amadeo.
- ¿Es el? - Señaló Alessia. - ¡Por Dios un muerto viviente! ¡Revivió! - Dramatizo siguiendole el juego a su hermano.
- ¡Ahora es un zombie y nos comerá! ¡Oh por Dios! - Saltó a los brazos de su hermana quien lo sostuvo como un bebé para dramatizar aún más.
- ¡Ya basta! - Alzó la voz su tío. - ¡Deben tener un castigo!
Los niños miraron a su padre esperando que los defienda pero aveces olvidaban que seguían siendo el clan más importante de los vampiros, eso incluía aveces castigar a sus propios hijos.
- Se quedarán sin televisión.
-¿Sólo eso? - Preguntó indignado el rubio.
- Ya no tocarán violín o pintaran. - Agregó volviendo a su trono.
- ¡Aro! - Suplicó su amigo.
El rey Vulturi pensó varios minutos tratando de encontrar un castigo digno de respetar pero que no sea demasiado grave para que sus hijos lo odien. Los híbridos esperaban su condena aún en la misma posición de Alessia cargando a su hermano en brazos.
El cuarteto de vampiros entró a la sala quedando un segundo parados en la puerta al ver la escena para después ignorarlo e ir a los lados de sus amos.
- Se quedarán sin ver a Demetri, Alec, Jane y Félix por un mes. - Sentenció.
- ¡¿Que?! - Gritaron los híbridos acompañados incluso de los tres chicos del cuarteto, menos por Jane pero estaba con sus ojos abiertos como platos.
- Decidido. - Miro seriamente a los vampiros quienes se acomodaron en sus lugares, los híbridos se fueron con la cabeza gacha mientras Caius miraba con una sonrisa la escena.
- Creo que te pasaste. - Opinó su madre, su padrino asintió dándole la razón. - Aman a esos chicos.
- Si pero no podemos permitir que sigan avergonzando la imagen de Caius. - Habló Aro mirando a su esposa quien asintió para retirarse.
- Sólo piensa que hace tres meses que no los ven y al segundo día los alejas de nuevo. - Dijo antes de salir del todo.
- Ni se te ocurra levantarles el castigo - Amenazó el rubio.
- Se quedara así.
Los cuatro vampiros se miraron entre ellos, eh de decir que cuando descubrieron que los híbridos vivirían una larga vida estaban esperando a poder reforzar la amistad con ellos, después de meses cuando los volvieron a ver, pudieron apreciar el cariño que sentían los mellizos a ellos cuando se saludaron con abrazos y lagrimas. Alec ya había admitido que si les había agarrado cariño y eso era demasiado fuerte a los ojos del resto.
Los híbridos habían cambiado al clan notoriamente.
- ¡Como se les ocurre enterrar a mi esposo! - Regaño su tía mirandolos seriamente.
- ¡Le plantamos flores! ¡No te enojes! - Se defendió su sobrino.
- ¡Por Lucifer! - Los tomó de las orejas para volver a llevarlos a los tronos con las quejas de los niños.
- ¡Au! ¡Auch! ¡Ay! ¡Ah! ¡Hu! ¡Ay! ¡Auch! - Se escuchaba por los pasillos hasta que la sala del trono fue abierta dejando ver a una enojada Athenodora y a dos niños con las orejas coloradas.
- ¡Pidan disculpas! Aceptaron su castigo pero no se disculparon. - Se cruzó de brazos mirandolos seriamente.
- Lo sentimos tío Caius. - Dijeron al unísono frotándose las orejas dañadas.
El vampiro miró con una sonrisa boba a su esposa, admirando el carácter que tenía. Para después mirar seriamente a los niños, si las miradas matarían, los híbridos serían los que estarían enterrados de tantas miradas asesinas que les mandaba su tío.
El cuarteto de vampiros estaba un poco dolido por haberlos alejado de los híbridos pero les divertía ver sus caras de cachorros regañados.
- Ya váyanse. - Hizo un gesto con la mano.
El mes donde los híbridos habían esperado impacientes a que su castigo termine había acabado.
Se encontraban cantando en la biblioteca con un toca discos que les había comprado su padrino al ver que no podrían tocar el violín. Incluso había mandado a hacer algunos que obtengan música moderna para darles algo a su estilo.
Marco fue el primero en avisarles al cuarteto que podrían ya ver a sus ahijados, los mando directamente a la biblioteca para que los niños vuelvan a ver a sus tan esperados amigos.
- Estoy llorando en mi habitación. - Se podía apreciar el canto de Amadeo desde el pasillo sacándole unas sonrisas a los vampiros. - Todo de nubla a mi al rededor...
-...Ella se fue con un niño pijo. - Siguió su hermana. - En un Ford fiesta blanco.
- ¡Y Un jersey amarillo! ¡Por el parque los veo pasar! - Cantaban al unísono - ¡Cuando se besan la paso fatal! ¡Voy a vengarme de ese marica! ¡Voy a llenarle el cuello de polvo pica pica!
Los vampiros entraron a la escena viendo bailar a los híbridos por toda la biblioteca.
- ¿Cantan sin nosotros? - Hizo notar su presencia Demetri. Los mellizos se giraron a los presentes con una sonrisa para correr a saludarlos.
- ¡Vampiruchos!
Los cuatro se ofendieron por el término con el que los llamaron pero lo ignoraron para saludarlos, Demetri y Félix aceptaban sus abrazos con sonrisas divertidas. Alec les revolvia el cabello con media sonrisa y Jane sólo asintió con la cabeza.
- ¿No me darás un beso de saludo Jane? - Preguntó coqueto Amadeo provocando la risa de sus acompañantes excepto de la recién nombrada que sólo enarco una ceja.
- No. - Contestó simple yendo a sentarse en el sofá.
- Me rompes el corazón, mujer. - Llevó su mano a su pecho dramatizando.
- Y a ella le rompes la paciencia. - Respondió su hermana yendo abrazada a Demetri al sofá que estaba frente a la rubia.
- Y tú rompes la masculinidad de Demetri. - Defendió Félix a su pequeño amigo. Chocó los cinco con Amadeo con una sonrisa victoriosa.
- Y ella te rompe el trasero a la hora de entrenar siendo una híbrida. - Respondió Alec con media sonrisa. En esa situación era el quien chocaba los cinco con Alessia.
- Y ustedes rompen lo poco civilizado que tiene el clan Vulturi. - Respondió Jane.
Los presentes compartieron una mirada dolida para ignorarla y seguir charlando entre ellos.
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