Capituló 16: Trip.
Christopher tomó con suavidad las mejillas del menor juntando sus labios para fundirse en un beso. Cuando se separaron brevemente sus miradas se conectaron, ambos sintiendo la latente necesidad de volver a besarse.
Había pasado una semana desde la cirugía de Félix, e incluso después de muchas semanas más no sería capaz de terminar de agradecerle al mayor por lo que había hecho. Christopher ocupaba cada tiempo libre para llevar a su novio a cada hermoso lugar en su ciudad, todo para llenarlo de experiencias hermosas, aunque según Félix, el paisaje más hermoso estaba ahí, a su lado, tomando su mano con seguridad y hablando cosas sin sentido sólo para hacerlo reír.
Ahora se encontraban sentados en una banca en el parque disfrutando del paisaje que Christopher conocía tan bien y que Félix extrañaba tanto.
—Te ves muy bonito con lentes.
—¿Sí? Son un poco incómodos... Pero si te gustan entonces está bien.
—¿Ha sido difícil? Digo... Adaptarte al cambio y todo eso. No quisiera que estés pasando por un mal momento —Félix sonrió y se inclinó para besar la mejilla del azabache.
—Estoy completamente bien, porque no me he sentido solo. Tengo algunos amigos, a mi familia, te tengo a tí Channie. He pasado sólo por momentos bonitos incluso después de esto.
M-muchas gracias —Christopher estrechó entre sus brazos a Félix. No sabía que hacer con tanto amor, así que simplemente decidió "ahogarlo" un poco con un fuerte abrazo. Lo liberó luego de sentirse casi satisfecho —aunque con Félix, nunca sería suficiente —y tomó sus mejillas entre sus manos.
—Eres tan precioso —besó repetidas veces sus labios y distintos lugares de su rostro, recibiendo bonitas risitas como respuesta —. Me encanta que puedas ver mi rostro de idiota cada vez que te veo, pero a la vez es vergonzoso.
—Ese rostro de "idiota"quiero verlo por mucho tiempo más...
Santo Dios. Christopher realmente quería demasiado al menor, no sólo eso, Christopher lo amaba, y estaba completamente seguro de aquello.
En su establecimiento se esparció rápidamente la noticia de que Félix recuperó la vista.
Ahora acaparaba totalmente la atención de las personas, pero de una manera diferente. Antes lo miraban con lástima al creerlo tan débil e indefenso, pero ahora sólo podían mirarlo con asombro y cierto respeto al verlo caminar con completa seguridad. Y es que realmente era así, Félix había sentido como su autoconfianza aumentaba un poquito más al igual que su amor propio.
Para el rubio era muy importante haber recuperado la visión, porque realmente odiaba tener que descifrar las intenciones de las personas basándose sólo en como lo trataban, o en como le dirigían la palabra. Ahora era capaz de analizar sus distintas expresiones y saber así a quienes debía acercarse y a quienes no.
También le favorecía bastante el no ver borroso, aunque aún le costaba adaptarse a los objetos lejanos. Por ejemplo, una vez quedó de verse con Christopher en un parque, cuando lo divisó llegando desde lo lejos corrió a sus brazos, pero al momento de estar frente a frente se dio cuenta de que no era él, sino otra persona. Christopher pasó varios minutos riéndose de su novio.
A pesar de aquellos pequeños problemas, Félix estaba muy agradecido. Recuperar la vista era algo que sólo había sucedido en sus sueños y ahora, gracias al persistente esfuerzo de sus padres y a la milagrosa llegada de Christopher, había sido capaz de cumplirlo.
¿Es ésto a lo que llaman plenitud? Se preguntó, pues en ese momento de su vida sentía que ya había alcanzado el punto máximo de felicidad, que ya no necesitaba nada más además de lo que ya tenía. Sentía aquello aun más cuando veía a Christopher sonriéndole, o tomando su mano.
Félix quiso llorar cuando Christopher le dijo que lo acompañaría a cada una de sus visitas al oculista especializado, se sentía demasiado apoyado por el mayor y éste lo hacía con gusto, sobre todo cuando recibía preciosas sonrisas como recompensa, sonrisas que sólo Félix
podía darle.
Como el año estaba a nada de acabar, cada clase comenzaba a ponerse de acuerdo para ir a un viaje escolar. Félix no podría ir al suyo, un cambio tan brusco de climas podría ser perjudicial en su recuperación, después de todo su clase tenía pensado acampar y escalar una montaña. Christopher por su parte no tenía demasiadas ganas de ir al suyo, menos luego de enterarse de que Félix estaría solo esos días. Pero además de eso, tenía planes.
Se acercaba el día en que él y Félix cumplirían un año juntos, y para Christopher no era cualquier cosa. Le resultaba impensable regalarle un par de tontas cosas materiales que podría comprar cualquier día. Quería que fuera especial, como Félix lo era para él y como merecía ser tratado siempre.
Aún faltaban dos meses, aunque por una razón diferente Christopher había comenzado a ahorrar hace mucho tiempo. Tenía pensado comprar un auto aún si este no le servía demasiado, pero después de conocer a Félix descubrió que caminar por horas con excelente compañía era
lo mejor.
No conocía demasiados lugares que no fueran de Corea, por lo que tuvo que adentrarse más en el lado turístico del internet. Fue así como encontró, en otro país, otro continente, el desierto florido. Fue perfecto, Félix amaba las flores y un lugar repleto de ellas, dónde podría deleitar su vista con la belleza de éstas, sería un lugar perfecto.
Ahora tenía dos meses para juntar otra buena cantidad de dinero y darle a su precioso novio el viaje de su vida.
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