𝒐𝒐𝒐. ❚ 𝑩𝑶𝑹𝑹𝑨𝑪𝑯𝑶 ⋆ฺ｡༉
⤷ ❪ 𝙰𝚁𝙲𝙰𝙽𝙴 𝙰𝙻𝚃𝙴𝚁𝙽𝙰𝚃𝙸𝚅𝙴 𝚄𝙽𝙸𝚅𝙴𝚁𝚂𝙴 ! ❫
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──Me gustan las gardenias ── declara Ekko, borracho y trepando sobre ti.

Nunca lo dejarás salir con sus amigos otra vez, decides, apartando el cabello de los ojos de tu novio.

──A mí también ── dices.

──¿Sí? ── parece sumamente complacido con esto, más complacido de lo que tiene razón para estarlo. Huele mucho a alcohol.

──Claro. Son bonitas.

──Y lirios ──agrega. ──Astilbe, jazmín. ¡Oh! Lavanda ──

──Me perdí ── dices.

Ekko arruga la nariz y avanza aún más hacia tu regazo, con las manos en tu cintura. Pones los ojos en blanco ante su rostro, pegado a tu pecho, muy obvio en su posición.

──Nos desharemos del astilbe. ¿Astrantia en su lugar?

──Bebé, ¿qué es una Astrantia? ── preguntas, con los dedos en su cabello.

Cada vez que le apartas las rastas de la cara, cierra los ojos, como un cachorro. Es adorable. Puede que esté borracho y un poco desorientado en este momento, pero sigue siendo tu chico. Morirías por este idiota.

──¿Una flor? ── pregunta, entrecerrando los ojos hacia ti. ──Estoy hablando de un ramo.

──Ah.

Estás cansada de preguntar por qué está discutiendo sobre ramos de flores contigo a las 2 a.m. en el sofá de la sala cuando ambos deberían estar durmiendo.

Se sienta para besarte los dedos, la muñeca, pequeños picotazos que se abren con la boca que se vuelven mordisqueadores, pequeños mordiscos húmedos que recorren un curso hasta la manga de tu camiseta. Se queja de ser detenido en seco. Estás riendo en voz baja, querida y adornada por sus afectos; te sientes la chica más linda del mundo, cubierta de sus diminutos besos.

──¿Terciopelo rojo? ── pregunta de repente, animándote a recostarte.

──¿Tienes hambre? ── preguntas, con una sonrisa tan amplia que te duelen las mejillas.

──Que no ── suena frustrado. ──¿Te gusta el terciopelo rojo? ──

──¿Porque lo preguntas?

──Para el pastel ── dice como si fuera obvio. Te das cuenta de que Ekko está teniendo una conversación sin ti y eliges ignorar sus problemas de ebriedad, tirando de su rostro hacia abajo para que puedas abrazarlo contra tu hombro.

──Tal vez deberíamos ir a la cama.

──¿Estás bromeando? Tenemos tantas decisiones que tomar.

──Definitivamente pueden esperar hasta la mañana, cariño ── dices cálidamente.

Comienza a pasar sus manos sobre tu pecho, tu brazo, tu pecho otra vez. Él no toca ningún lugar importante sin preguntar, un caballero incluso ahora, pero el anhelo en sus ojos te hace desear que esté sobrio para los besos apropiados.

──No pueden esperar ── insiste. ──Son muy importantes. Tenemos que hablar de ellos.

Suspiras dramáticamente, sintiendo mucha pena por ti misma, mucho sufrimiento y cansancio.

──¿Podemos hablar de ellos en la cama, Ekko?

──No, me distraerás.

──Estaré demasiado ocupada durmiendo.

Él hace pucheros y tu te echas a reír.

──¡Amor! ¡Es muy tarde, te esperé despierta para que pudiéramos dormir juntos y me asaltaste con chupetones y un juego de veinte preguntas! ── defiendes tu caso.

Es el turno de Ekko de suspirar, aunque el suyo es más un gemido de indignación.

──¡Estas no son veinte preguntas, mujer! ── Levantas las cejas, muriéndote de risa por dentro, y él se corrige:

──Mi luciérnaga. No son veinte preguntas ──

──¿Entonces que es?

Él te sonríe, con las manos a cada lado de ti y su rodilla entre tus muslos. De repente recuerdas lo alto que es y lo severo que puede ser cuando no está borracho por el alcohol.

Se inclina para susurrarte al oído.

──Me voy a casar contigo.

──Quítate de encima de mí ── dices rodando los ojos.

──¡Voy a casarme contigo, y vamos a tener centros de mesa compuestos por mil gardenias blancas y asta- astrava- astantrias! ──

──¿Y esto tiene que suceder esta noche? ── preguntas, siguiendo el juego, un sentimiento de amor reverencial y candente que florece desde el centro de tu pecho.

──¡Si no te importa! ── casi grita.

──Quiero pastel de vainilla ── dices con firmeza, en voz baja, levantando las manos para pellizcar sus mejillas rojas.

Sus ojos están muy abiertos, pero está más tranquilo ahora que se dio cuenta de que estás de su lado.

──Buena elección ──dice, parpadeando. ──¿Qué glaseado? Crema de mantequilla, ¿verdad? El fondant es para perdedores ──

Te ríes hasta que no puedes respirar. Deja caer su cabeza en tu pecho, abraza tus costillas con tanta fuerza que duele. Puedes sentir su sonrisa incluso a través de tu camisa de dormir.

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