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32.


𝙀𝙨𝙩𝙖𝙗𝙖 𝙧𝙚𝙘𝙞𝙗𝙞𝙚𝙣𝙙𝙤 𝙡𝙡𝙖𝙢𝙖𝙙𝙤𝙨 𝙙𝙚 muchas personas a la vez y puedo jurar que estaba próximo a un colapso nervioso por todo lo que estaba viendo en paneles de noticias.

—Señor, ¿no dijo que el abogado debía encontrar el papel que rectificara su posición en la empresa?

La voz de Hoseok se oía temblorosa y es que lo que tanto había temido se estaba haciendo realidad.

Junté mis manos en el escritorio donde me encontraba y froté mi rostro.

—Eso se suponía. Él me dijo que aún no encontraba nada, ¿cómo es que ahora Jihee es CEO? Es imposible.

—Quizás esté de parte de la señorita Jihee. Quizás lo sobornó...

Cuando me llamaron para avisarme que se anunció la decisión, me quedé atónito. Sentí una mezcla de incredulidad y traición al darme cuenta de que Jihee había sido capaz de llevar a cabo una jugada tan sucia para alcanzar sus objetivos. Había subestimado su astucia y su disposición para llegar hasta el final, sin importar las consecuencias.

Así que aquí quedó claro que ella no se detendría con nada con tal de tener mas y más poder. Y la posibilidad de que haya sobornado a Jinsu no podía estar tan alejado de la realidad.

—La odio, la odio con todas mis fuerzas, ¿qué mierda planea? Ella jamás le interesó nada respecto a la empresa, ¿por qué ahora hace todo esto?

La frustración ardía dentro de mí como un fuego incontrolable.

Recordar cómo ella siempre se había salido con la suya para perjudicarme, incluso después de todos los años transcurridos, era como abrir una herida que nunca sanaba. Desde nuestra infancia, Jihee había competido conmigo en todo, y no le importaba más nada que lograr su objetivo, sin importar quién resultara herido en el proceso.

Cada vez que alcanzaba un logro, ella parecía estar siempre un paso adelante, lista para sabotear mis esfuerzos con sus maquinaciones y manipulaciones. Su sonrisa burlona y sus ojos llenos de astucia eran un recordatorio de la batalla sin fin en la que estábamos envueltos, una batalla en la que nunca parecía haber un ganador claro y que era algo de nunca acabar.

A pesar de que éramos hermanos de sangre, nuestras vidas habían seguido caminos divergentes, marcados por la envidia y la rivalidad. Jihee siempre había sido la favorita, la hija perfecta que siempre conseguía lo que quería, mientras yo quedaba en su sombra, luchando por ganarme el reconocimiento que siempre me había sido negado.

La noticia de que me había quitado el puesto fue el golpe final.

Sentí como si todo mi mundo se derrumbara a mi alrededor, ahogado en un mar de impotencia y desesperación.

¿Cómo podía ser posible que, incluso después de tantos años, Jihee todavía tuviera el poder de hacerme daño de esa manera?

—Estamos acabados. — las palabras de Hoseok salían de forma lastimera. Y lo entendía, me sentía de brazos cruzados justo ahora. — ella es una arpía señor Jeon, es una persona mala.

—Yo diría que es mas que eso..
— pensé bien las palabras. — es una horrible persona con desequilibrio mental.

Siempre parecía disfrutar del sufrimiento ajeno, como si fuera un festín para su alma retorcida. Recuerdo claramente las veces en que me humilló delante de otros, disfrutando de mi vergüenza y mi dolor como si fuera un espectáculo para su entretenimiento. Su risa burlona resonaba en mis oídos, alimentando mi rabia y mi impotencia mientras luchaba por mantener la compostura frente a sus ataques.

Era evidente que no tenía empatía por los demás, que su corazón estaba endurecido por el resentimiento y la envidia. Para ella, el sufrimiento ajeno era una fuente de satisfacción, una manera de alimentar su ego y reafirmar su propio poder sobre los demás.

—¿Hará algo, señor?

Me quedé pensando en todo.

Había luchado durante años, sacrificando tiempo y esfuerzo para alcanzar ese puesto. No permitiría que Jihee, con sus sucias artimañas, ni nadie más destruyera todo lo que había construido con tanto trabajo duro.

—Dar la pelea. No me puedo dar por vencido, Hoseok. Necesito respuestas y haré hasta lo imposible por buscar la verdad.

La determinación estaba en mí, no me rendiría tan fácilmente. Si Jihee quería una batalla, eso es exactamente lo que tendría.

Volví lo mas rápido que se me permitió a Corea. Ni siquiera pude pegar un ojo durante el vuelo, dejando unas ojeras bastante pronunciadas y Hoseok estaba en la misma situación que yo debido a la preocupación que sentía.

Era más ansiedad que persona.

Caminé para buscar mi equipaje, le había avisado a Soohyun que ya venía de vuelta por todo lo sucedido, saqué mi celular para notificarle que había llegado sin problemas y que pediría un auto hasta el departamento.

Me quedé observando a la nada, sintiendo como el ruido me llevaría a un colapso.

Pero entre el bullicio y la frenética actividad del aeropuerto, había una figura que destacaba entre la multitud con su elegancia natural y su radiante sonrisa. Al verla, sentí un torrente de emociones abrumadoras, pero sobre todo una calma reconfortante que inundó mi ser después de tanto estrés y tensión.

No pensé que vendría hasta acá. Pero no tienen idea de lo feliz que me hace verla.

Era como si su sola presencia iluminara todo, un parche curita que sanaba las heridas invisibles que había acumulado en todo este pequeño viaje, desde que llegué a Estados Unidos, hasta que me enteré de noticia. Y en ese momento, todo el estrés y la ansiedad se disiparon, dejando solo un profundo sentimiento de paz y bienestar.

Caminé de manera rápida para abrazarla con fuerza, como si me hubiera ido por un año completo, pero es solo que me sentía tan mal en estos momentos que un abrazo de ella era lo único que podía hacerme olvidar todo por un momento.

Cerré los ojos y me dejé llevar por la sensación reconfortante de estar junto a ella. Su perfume familiar llenaba mis sentidos, embriagándome por completo.

—¿Cómo estás? ¿Viniste sola? Es peligroso que andes a estas horas por aquí, no me avisaste y...

—No importo yo ahora, amor. — me interrumpió para tomar mi rostro con cautela y observarme fijamente. — ¿Cómo estás tú?

Un suspiro escapó de mis labios con desgano, como si todo el peso del mundo se hubiera posado sobre mis hombros una vez más. Aunque intenté ocultarlo, el malestar volvió de golpe en cuanto recordé todo lo sucedido, como un torrente de emociones que amenazaba con desbordarse en cualquier momento.

—Yo...

Mis palabras se quedaron atrapadas en mi garganta, incapaces de salir mientras luchaba por mantener la compostura. La simple pregunta de Soohyun había abierto una puerta que prefería mantener cerrada, trayendo consigo emociones difíciles de manejar.

Intenté sonreír y desviar la conversación, pero mis esfuerzos fueron en vano. Ella me miraba con preocupación en sus ojos, leyendo mi lucha interna como si fuera un libro abierto. Sabía que no podía ocultarle la verdad por mucho más tiempo, pero al mismo tiempo temía dejar salir todo lo que había estado guardando dentro.

—Jungkook, sé que no estás bien. Sé que estás triste, enojado, frustrado, es algo que ansiabas tener y yo he sido testigo de cuanta dedicación le has puesto a ese trabajo. No te prives de sentir ante mí, por favor, estoy aquí para ti, para lo que necesites, si quieres dar un paso al costado, adelante, te apoyaré, pero si quieres dar la pelea, te apoyaré el triple porque sé que tú mereces ese puesto mas que nadie...

Intenté contener las lágrimas, luchando contra la marea de emociones abrumadoras que amenazaban con ahogarme. Pero fue en vano. La honestidad y la comprensión en sus palabras me permitieron bajar la guardia y permitirme ser vulnerable frente a ella.

No había necesidad de fingir fortaleza ni de ocultar mis debilidades. Soohyun me aceptaba tal como era, con todas mis imperfecciones y cicatrices. Su presencia calmaba mis miedos y me daba permiso para dejar salir todo lo que había estado reprimiendo dentro de mí.

—No creí que ella siguiera poniendo el pie encima, Soo. — mi voz salió algo temblorosa. — A veces pienso que solo quiere molestarme, nunca le gustó que fuera mínimamente feliz. No puedo comprender con que finalidad lo hizo, pero no puedo dejar que se salga con la suya...

Ella me dedicó una mirada que podía comprender como; “me tienes aquí pase lo que pase” y no era necesario nada más. Debía ser mi impulsor para lograr todo lo que me propusiera.

—Te amo mucho, amor. Siempre estaré junto a ti.

Siento que nunca podría acostumbrarme a esas palabras, porque cada vez que las escuchaba, sentía como si fuera la primera vez, como si un torrente de amor y felicidad inundara mi corazón una vez más.

—Te amo mucho, mucho más, mi vida.

Porque si estaba ella a mi lado, nada mas importaba.

Caminaba con paso apresurado hacia la oficina principal bajo la atenta mirada de todos los trabajadores.

Quizás pensaban que no vendría más, que dejaría el barco y dejaría que se inunde, pero no podía hacer algo como eso. No podía dejarlos a la deriva con alguien tan desequilibrada como lo era Jihee. Podía sentir la tensión que había en este lugar, todos estaban tensos por la incertidumbre de no saber el futuro de la compañía.

—Pero a quien tenemos aquí...

La sensación de incredulidad se mezcló con una creciente ira al darme cuenta de que con sus palabras divertidas y su sonrisa burlona, encontraba bien verme en esta situación. Aunque intenté ocultar mi reacción, sabía que Jihee había visto mi incomodidad y había encontrado placer en ella.

Era como si estuviera jugando conmigo, deleitándose con mi malestar como si fuera un juego cruel.

—Dime a que estás jugando... ¿Qué necesidad tenías de hacer eso, eh? ¡Yo he sido quien ha trabajado a la par que Seungwan! ¿Tú que mierda has hecho?

—Me aburre hablar contigo. — dio un bostezo al momento en que se sentaba en el puesto que alguna vez fue de papá. — entiende que siempre fuiste un malagradecido con mi padre, ¿por qué razón él te dejaría a cargo?

—Porque fue lo que él me dijo cuando aún estaba con vida...

Su risa resonó en la habitación de manera estridente y desagradable, como una melodía discordante que perturbaba la calma. Cada carcajada parecía ser un golpe directo a mi orgullo, recordándome mi vulnerabilidad en ese momento.

—Si estás loco. Pero es bueno que me hagas reír, me hacía falta.

Sacó un papel dentro del escritorio y me lo lanzó en mi dirección.

Apreté los puños viendo que debía agacharme para saber que decía. Suspiré y lo hice, sin perder mas tiempo estiré aquel documento para comenzar a leerlo bajo la atenta mirada de Jihee.

Yo, Jeon Seungwan, con RRN 01091-99701311, señalando domicilio en Gangnam 2347, Director Ejecutivo de Jeon's Foods...

Otorgo poder a favor de la señorita Jeon Jihee con RRN 796864-9868432 para que sea mi sucesora cuanto termine mi periodo de ejecución o en caso de fallecimiento... ”

Mientras leía el papel que sostenía entre mis manos, una sensación de incredulidad y desconcierto se apoderó de mí. Mis ojos recorrían una y otra vez las palabras impresas en el papel, pero mi mente luchaba por procesar la realidad de lo que estaba leyendo.

Estaba todo firmado por Seungwan y un notario.

Mis manos temblaban ligeramente mientras sujetaba el papel con fuerza, como si necesitara aferrarme a algo tangible para mantenerme en pie en medio de la tormenta de emociones que me embargaba. Todo lo que una vez creí tener, todo en lo que había confiado y en lo que había invertido tanto tiempo y esfuerzo, estaba cambiando de manera drástica y repentina.

La certeza que creía tener sobre mi posición en la empresa y sobre mi futuro se desvanecía frente a mí, dejándome estático y sin saber qué hacer.

—¿Cómo es...

—¿Cómo es posible, Jungkook? — me interrumpió levantándose del asiento para acercarse a mí a paso lento, escuchando el tacón de manera fuerte chocando en el piso. — Es simple, a papá jamás le interesaste, nunca confió plenamente en ti y ahí ves el resultado. ¿De verdad creías que todo sería tan simple para ti?

—¡Estás mintiendo! No puedes soportar perder alguna vez, eres un ser tan despreciable y quiero dejarte algo muy en claro... — mi voz salió fuerte y firme, resonando en la habitación con una determinación que apenas podía creer que fuera mía.  — no te saldrás con la tuya, no tendrás esto tan fácil. Nada ni nadie me saca de la cabeza que has manipulado todo, jugando sucio como siempre lo haces, eres una real mierda.

A pesar de mi apariencia de seguridad, podía sentir cómo mi garganta ardía con cada palabra que pronunciaba. Ella solo enarcó una de sus finas cejas para volver a sonreír negando con la cabeza.

—Si me dices todo eso al enterarte que soy CEO, ¿cómo reaccionarás al enterarte que ya no trabajarás más aquí?

Cuando su pregunta resonó en el aire, un profundo sentimiento de confusión se apoderó de mí, dejándome paralizado en mi lugar. Mis ojos se abrieron con incredulidad mientras intentaba procesar el significado de sus palabras, pero mi mente se sentía como si estuviera envuelta en una densa niebla, incapaz de encontrar claridad.

—No puedes despedirme, sigo siendo el presidente de esta compañía y hay un conjunto de personas que toman la decisión, tanto como los accionistas...

—¿Y? Aquí tengo la facultad de despedir a quien yo quiera. Papá fue el fundador y también era el socio mayoritario, nadie tiene mas poder que él y ahora... — hizo un pequeño puchero. — que yo.

Mientras escuchaba sus palabras fluir con total tranquilidad, una oleada de ira y frustración se apoderaba de mí. Sentí como si un fuego ardiente se encendiera en mi interior, consumiendo cada rincón de mi ser con una furia incontenible. Cada una de sus palabras resonaba en mi mente como un eco desagradable, alimentando mi creciente sensación de injusticia y rabia.

Mis manos temblaban ligeramente mientras luchaba por contener la furia que se agitaba dentro de mí. La idea de golpear algo, de liberar toda esa energía negativa que me consumía, se volvía cada vez más tentadora. Quería dejar escapar esa rabia, liberarla en un acto de pura catarsis, pero sabía que no era la solución.

—No te vas a salir con la tuya. — volví a mencionar, girando mi cuerpo para salir de una vez por todas de esta oficina.

—Ya lo hice, ¿no? — me detuve en seco, apretando mis puños nuevamente. — es más, no quiero verte por aquí, no quiero que hagas absolutamente nada, no quiero seguir viendo tu rostro por aquí ni por ningún lado...

Era increíble el resentimiento sin fundamentos que tenía hacia mí.

—¿Estás loca? ¿Qué quieres? ¿Qué me vaya del país?

Mi pregunta salió con un toque de sarcasmo, soltando una risa por la estupidez que estaba diciendo.

—Efectivamente. Eso quiero.

Pensé que ya había alcanzado el límite de lo absurdo, pero entonces, como si estuviera determinado a superarse a sí misma, salía con otra cosa que superaba todo lo anterior.

—Justamente había comprado un vuelo... — vi el reloj en mi muñeca. — creo que lo voy a perder por escuchar las idioteces que salen de tu boca.

La sonrisa burlona que adornaba sus labios desapareció rápidamente, reemplazada por una mirada penetrante y seria que parecía atravesarme hasta lo más profundo de mi ser. Sus ojos, que antes brillaban con un destello de malicia, ahora estaban fijos en mí con una intensidad que me hizo sentir incómodo.

—No quieres saber de lo que soy capaz si te entrometes en mis planes.

—¿Es una amenaza?

—Tómalo como quieras. — se encogió de hombros. — te lo advierto, no te cruces en mi camino, quiero que te vayas del país.

Una risa estrangulada escapó de mis labios, seguida de una serie de carcajadas que se escapaban sin control.

—Ya no voy a seguir escuchando éstas estupideces, ¿bien? Esto no termina aquí y lo sabes muy bien, tienes miedo de que descubra tu fraude y lo haré, querida hermana, tenlo por seguro. Ni tú, ni tus amenazas podrán conmigo.

Mantuve mi postura firme, con la cabeza en alto y los ojos fijos en los suyos, sin mostrar ni una pizca de vacilación. Por más que intentara intimidarme, por más que intentara doblegarme con sus palabras afiladas, no había nada que pudiera hacer para quebrar mi determinación. Daba por zanjada la conversación cuando volteé para caminar.

—¿Qué pasa si a tu adorada novia le sucede algo?

A lo largo de mi vida, me había enfrentado a muchos problemas, a gente que siempre me pisoteaba sin razón aparente. Ahora, había desarrollado una piel gruesa y una lengua afilada, capaz de defenderme contra cualquier ataque.

Pero cuando se trataba de Soohyun, todo era diferente.

Ella era mi punto débil, mi talón de Aquiles, y no iba a permitir que nadie la lastimara, especialmente la persona que estaba detrás de mí. Con cada fibra de mi ser ardiendo de rabia y determinación, me giré para enfrentarme a ella, apretando los dientes con furia contenida.

Mi mirada se encontró con la suya, y en ese momento, supe que no retrocedería. No importaba cuán poderosa fuera Jihee, cuánto influencia tuviera o cuánto intentara intimidarme.

No iba a permitir que se metiera con Soohyun, no mientras estuviera yo aquí para protegerla.

—Ella no tiene nada que ver en esto, no la metas... — mis palabras salían duras, pronunciando cada sílaba muy bien. — ni te atrevas a hacerle algo.

Una sonrisa tétrica se extendió lentamente por sus labios, curvándose de manera siniestra mientras sus ojos brillaban con una malicia apenas contenida. Era una expresión que enviaba escalofríos por mi espina dorsal, una señal ominosa de que algo siniestro estaba a punto de ocurrir.

—Entonces has lo que te digo sino quieres ver a tu adorada Soohyun tres metros bajo tierra.

Siempre supe que Jihee era una persona desequilibrada, pero nunca pensé que llegaría a estos extremos.

Justo aquí, una verdad perturbadora se abrió paso en mi mente: estaba frente al mismísimo diablo en persona.



Bienvenidas al último arco de esta historia ✨.

No me maten plis, porque yo las amo culonas

Jihee tiene poder, ¿o será algo más?


Nos vemos en otro capítulo nenas, ámenme o lloro 😡

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