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10.

—¿Cómo vas?

Soohyun me observó fijamente como si quisiera asesinarme justo en este preciso momento. Dio un largo suspiro para terminar rodando los ojos.

—Jungkook, es la séptima vez que me preguntas lo mismo.

—¿Pero como vas?

—¡Bien! — se frotó sus sienes y me aguanté a reír al verla tan exasperada. — eres algo intenso con tus preguntas. No es necesario que repitas lo mismo.

—¿Y te va a costar tanto responder? Perdón por quitar un segundo de tu tiempo para que me digas si estás bien o no.

Ella se quedó en un silencio cuando terminé de hablar. Su mirada seguía fija en mí, pero pude percibir como su expresión se ablandaba momentáneamente dando una pequeña tregua a su terquedad.

—Lo siento, no quise ser pesada. Es solo que no estoy acostumbrada a que alguien se preocupe por mí.

Sus palabras salieron en un pequeño murmuro, como si le hubiera costado muchísimo decir algo como aquello. Mis comisuras temblaron al ver que ella estaba bajando su guardia, lo cual aunque no lo mencioné a viva voz, lo agradecía.

—¿Quién dijo que estaba preocupado por ti? — jugué con ella para relajar el ambiente. Soohyun me escudriñó con la mirada debatiendo si debía responderme o no. Pero, en cambio, estiró su brazo para golpearme el hombro lo cual me hizo sisear de dolor ante la fuerza bruta ejercida. — auch, ¿no estabas débil? Eso dolió, bruja.

—Ese era el propósito.

—Solo bromeaba. Puede decirse que... — cerré mi boca y ladeé mi cabeza al captar que admitiría algo que nunca pensé volver a sentir con alguien más a excepción de Miyeon. — bueno... sí, me preocupé algo.

—¿Algo? — preguntó con un retintín en su voz.

Troné mi cuello y esbocé una sonrisa tenue.

—Mucho.

Admitir eso definitivamente me dejó sorprendido hasta a mí. De soslayo pude ver que Soohyun no se esperaba que respondiera algo como aquello, tal vez pensaba que saldría con otras de mis bromas y la haría enojar como era habitual. Fui sincero tal cual ella lo hizo en su momento cuando yo estuve mal a causa de mi alergia. Y, para ser sincero, no se sintió mal.

—Eso... yo... — no pudo encontrar las palabras correctas para hablar, lo cual la hizo resoplar con frustración. — me dejó algo sorprendida. No pensaba que me responderías eso.

—Oye, no soy tan bestia.

—Aparentabas ser una.

Comprendí su punto a la perfección.

Yo no era bueno creando lazos con gente desconocida. Solo confiaba en una persona que era Miyeon, porque ha sido la única persona que se mantuvo a mi lado a pesar de toda mi mierda.

¿Confiar en otra persona tendría sus repercusiones?

—No es eso. No aparento ser una bestia o un monstruo. Solo soy... como explicarlo... — el repiqueteo de mis dedos al volante me hizo pensar en las palabras adecuadas. — desconfiado. No creí que alguien fuera amable porque sí y eso es sencillamente porque nunca nadie lo ha sido conmigo.

—¿Nadie?

—Nadie.

—¿Nadie nunca?

—Me estoy refiriendo a algo mas íntimo, Soohyun. Mi propia familia es una mierda conmigo, siento que no puedo esperar tanto de la gente si tú propia familia nunca te mostró apoyo ni fue amable...

Mis palabras salieron duras y aunque quise evitarlo, el nudo se instaló en mi garganta al tener recuerdos de mi niñez.


—No quiero volver a ver el rostro de mi niño triste. — mamá me tomó de la barbilla con tanta delicadeza, qué hizo que mis lágrimas se detuvieran solo con su toque. — ¿qué sucedió ahora, mi amor?

—J-Jihee... ella... volvió a golpearme. P-papá la vio y solo se rió cuando... cuando yo comencé a llorar...

El rostro de mamá se tornó serio, aquella amabilidad y dulzura cada vez que me veía a mí, desapareció al momento en que le confesé lo que había sucedido.

—Pronto todo acabará, mi niño. Te  prometo, Jungkook, que serás feliz. — me abrazó fuerte. No comprendí muy bien sus palabras, pero no le presté tanta atención porque sus abrazos eran como un calmante.

Sus abrazos eran mi refugio de la tristeza, el miedo y la confusión. Cuando me sentía herido o desanimado, ella era quien secaba mis lágrimas y me decía palabras de aliento. Su voz suave y tierna tenía el poder de calmar cualquier tempestad emocional que se avecinara y siempre lo lograba.

—Es un niño débil por tu culpa, ¿qué no entiendes? Solo se la pasa lloriqueando por absolutamente todo y tú le dices que eso está bien, ¿por qué estaría bien que solo llore?

Escuchaba las palabras furiosas de papá mientras me escondía detrás de un mueble.

—Porque él tiene que demostrar sus emociones. Que tú seas un maldito robot sin sentimientos no es culpa ni de él, ni mía.

Escuché el estruendo de lo que fue una cachetada y un jadeo de dolor. Quise salir de aquí, quise hacer algo por mamá pero soy un maldito cobarde. Abracé mis piernas mientras sentía como el miedo me invadía en cada espacio de mi cuerpo.

—¡Última vez que me hablas así, estúpida! Me debes respeto, que puedo hacer que vuelvas a ser una muerta de hambre con un chasquido de dedos, así que no me provoques.

Sus palabras se volvían más crudas como hirientes, como si la ira hubiera tomado el control total de la expresión. Las palabras eran dagas afiladas, lanzadas con precisión y saña, destinadas a herir y desgarrar. No había espacio para la razón o la comprensión; solo la rabia desenfrenada dominaba.

—Quiero volver a ser una muerta de hambre. — su voz trémula dominaba, podía sentir como tenia miedo, pero aún le hacía frente a papá y la admiraba por eso. — Déjame ir con Jungkook y todo terminará, Seungwan.

—Si lo quieres, entonces no es divertido.

La risa de él se escuchó por todo el lugar, una risa malévola con total regocijo, disfrutando de la vulnerabilidad de mamá.

—¿Qué haces escondido como toda una rata asquerosa?

Abrí los ojos de par en par, sintiendo un nudo en el estómago, una sensación de peso en el pecho que me hizo respirar con dificultad. Mi corazón latía con una ferocidad descontrolada, como si quisiera escapar de mi caja torácica. Cada latido resonaba en mis oídos, un recordatorio constante de mi vulnerabilidad.

—N-nada...

—¿Ahora eres tartamudo? —mirar el piso con Jihee se volvió un hábito. No podía mirarla directamente a los ojos sin sentir el miedo invadir mi cuerpo. Con brusquedad tomó mi barbilla para levantarla. — una rata al igual que tu mamá. Son tal para cual.

Sus palabras salían con rabia, como cada vez que se dirigía a mí. Desde que tengo uso de razón, podría afirmar que nunca la he visto ser feliz. No había brillo en sus ojos y por lo que mamá me contó, ella cambió de manera drástica cuando su madre murió.

Nunca quiso a mi madre y para ella, yo soy lo peor que pudo existir. Una mancha en el camino, algo del cual necesitaba deshacerse para no seguir viendo nunca mas en su vida.

—L-lo siento, y-yo no quería...

Sentí el dolor en el cuero cabelludo cuando tomó mi cabello con fuerza para levantarme. Lágrimas estaban acumuladas en mis ojos ante el miedo, no atreviendo a soltar ninguna para no tener represalias posteriores.

—Eres un maldito bueno para nada, estoy deseando el día en que desaparezcas de una vez por todas junto a tu madre.

Y eran palabras que recibía a menudo por parte de ella. Llegué a un punto en que lo creí.

Solo quería desaparecer.

Pero mamá era mi motor para no desistir. Si ella seguía de pie aguantando por mí, yo debía hacer lo mismo.

—Perdóname por darte esta vida, mi amor. — la voz de ella se escuchaba cansada y se podía percibir el temblor, reteniendo sus ganas de llorar.

Estábamos acostados. Todas las noches ella venía a mi cuarto para desearme un buen dormir y, también, cantarme alguna canción, aunque yo ya tuviera diez años.

—Mientras estés aquí, nada más importa.

Aquella fue mi respuesta en esa noche de tormenta, sin saber que al día siguiente ella ya no estaría junto a mí.

El hospital nunca había sido el lugar al cual me gustaba ingresar ya sea por exámenes de rutina o por algún accidente menor. Pero, estar aquí sentado esperando noticias de mi madre, era totalmente diferente. Mi pierna se movía de manera nerviosa, cuando llegué de la escuela me dijeron que mamá había tenido un accidente, por lo cual fui traído hasta acá junto a la persona que trabajaba haciendo los quehaceres.

Jihee miraba sus uñas, sin importarle absolutamente nada. Papá estaba sentando apoyando sus codos en sus muslos y se le podía notar un poco, aunque sea mínimo, su preocupación por la situación.

Un doctor salió por fin y fue mi momento para ponerme de pie.

—Esto nunca es un agrado informar. Intentamos con todas nuestras fuerzas reanimarla, pero fue imposible. La falta de oxígeno fue tanta que sufrió su segundo paro cardiorrespiratorio en la intervención de RCP que fue fulminante, lo siento mucho, señor Jeon, su esposa ha fallecido.

Su esposa ha fallecido.

El mundo pareció detenerse por un instante. Las palabras resonaron en mi cabeza como un eco distante. No podía creer lo que acababa de escuchar. Las lágrimas inundaron mis ojos mientras mi mente luchaba por asimilar la noticia. Las imágenes de mi madre pasaron como un lento flashback, su risa y su apoyo inquebrantable se agolparon en mi mente. Me sentí abrumado por una mezcla de dolor y negación.

—¡Déjenme ver a mamá! ¡Necesito a mi mamá!

Mi garganta dolía al gritar tantas veces que me dejaran verla por una última vez. Petición que fue negada por mi propio padre. Desde ese momento, la vida cambió irreversiblemente. La realidad de la pérdida de mi madre se apoderó de mí, y me vi envuelto en un torbellino de emociones. La noticia de su fallecimiento me dejó con una sensación de que nunca volvería a ser lo mismo sin ella.

Y efectivamente así era.

—Deja de llorar, maldita sea. Eres un hombre, basta de estupideces.

Ni siquiera podía llorar sin tener un llamado de atención de papá o ser molestado por Jihee. Por lo cual me rehusé a seguir demostrando mis emociones frente a ellos y luego, con el pasar del tiempo, con la mayoría de gente.

Jihee fue mi peor pesadilla en esa casa. Ya no tenía la protección de la persona que mas amaba.

—Ni tu madre te aguantó. Como la cobarde que era decidió matarse.

Palabras como aquellas las escuchaba a diario de su parte. No me dejaron ver por última vez a mamá, no me dejaron verla a través del vidrio de un cajón, no me quisieron decir la razón de su muerte. Por las palabras burlescas de Jihee es que me enteré que ella había decidido ponerle fin a su propia vida, dejándome a la deriva junto a estas personas despreciables.

Ella se rindió.

Y no pude hacer nada para evitarlo.

—¡Jungkook, cuidado!

Reaccioné al momento en que vi la luz de otro auto a metros del mío y giré el volante tan rápido como me fue posible. El chirrido de los neumáticos se escuchó en el asfalto cuando frené antes que el vehículo se volteara. Miré a mis alrededores, para cerciorarme de que ningún otro vehículo viniera y encendí las luces de adventencia al estar detenido.

—Lo siento, lo siento mucho... yo...

—¿Estás bien?

Me sorprendí que no estuviera enojada por mi irresponsabilidad. Aclaré mi garganta al sentir como aún picaba un poco y asentí, no queriendo decir palabra alguna.

—Si... estoy bien, ¿tú estás bien?

—Estás llorando, Jungkook.

Su mirada reflejaba preocupación. Por instinto mi mano se fue a mi mejilla, donde estaba completamente empapada por mis lágrimas. Estuve tan absorto en mis recuerdos que no me di cuenta que había comenzado a llorar, sorprendiéndome que me hubiera pasado algo así, justo en estos momentos.

—Lo siento, hablar sobre eso me hace poner un poco sentimental. Yo no lloro con facilidad, no creas que...

—Está bien llorar de vez en cuando. — me interrumpió y con algo de duda, acercó su mano a mi mejilla, para quitar algunas lágrimas que aún estaban ahí, dejándome descolocado. — no somos robots que pueden ir por la vida sin tener alguna emoción.

Mi corazón pareció detenerse por un momento antes de acelerar rápidamente. No podía creer lo que acababa de escuchar. Esas mismas palabras que Soohyun me había dicho, eran exactamente las que siempre escuchaba de mi madre cuando era pequeño.

“Nunca temas a demostrar tus emociones. Si tienes pena, llora. Si sientes felicidad, ríe. Pero nunca te reprimas a sentir, no eres un robot.”

—No creo que llorar sirva de mucho. — mis palabras salieron en automático. Reprimiendo como estaba acostumbrado desde que mi madre partió de este mundo. — ¿tú eres buena para llorar?

—Algo. — arrugó su nariz. — pero lloro en soledad, así nadie puede cuestionarme algo.

—Creo que es una buena opción. — le di la razón al momento en que quitaba las luces de adventencia y volvía a dar marcha el auto con un cuidado impresionante.

—¿Seré muy entrometida si pregunto la razón de tu llanto?

Su voz salió en un murmuro, casi avergonzada de preguntar algo como eso. Hice una pequeña mueca, no sabiendo muy bien como explicar.

—Recordé a mamá.

Y era la máxima razón de mi tristeza hasta el día de hoy. Desde que ella se fue, no hay día en que no piense en ella y en la falta que me hace, sintiendo como algo se desgarra justo en mi pecho cuando los recuerdos me invaden. Ella, quien siempre estaba ahí para escucharme, ofrecerme consejos y apoyarme en cada paso del camino. Ella, quien era mi mayor defensora y la persona en quien siempre podía confiar, ella ya no estaba más.

Soohyun no respondió al instante y cuando captó mis palabras, frunció sus labios.

—Puedo jurar que tu madre era un amor de persona, ¿a quién saliste tú?

Asentí mientas soltaba una pequeña risa. Agradecí que no dijera las mismas palabras que todos los demás, agradecí que ella fuera diferente.

—Lo era. Ella era increíble.

—Creo que no debe haber nada mas bonito que el amor de una madre. — aunque era una frase cierta y bonita, el tono de su voz fue con completa amargura. — Y por como noto que tus ojos brillan al hablar de ella, es que en definitiva fue alguien excepcional que dejó huellas positivas en ti.

De reojo vi la sonrisa triste es sus labios que ne hizo preguntar que había en su cabeza, explorar su mente, en que pensaba. Era alguien misteriosa, por la misma razón el bichito de curiosidad me embargó.

—Sí. Fue la mejor mamá. Fue corto el tiempo que pudimos estar juntos. Me pregunto que hubiese pasado si ella aún estuviese con vida...

—Sin duda tú no serías alguien idiota.

Abrí mi boca ofendido con su respuesta.

—¿Alguien idiota estaría llevándote a casa?

Me dedicó una tenue sonrisa y negó con su cabeza, totalmente divertida.

—Tienes toda la razón. Ya no eres tan idiota como al comienzo.

—Deja tener mi desarrollo de personaje, quizás te sorprendas. — bromeé, pero solo un poco. Mi personalidad era introvertida y usualmente era desconfiado, por lo mismo ser hostil era mi mecanismo de defensa para evitar futuras decepciones. Pero Soohyun... no sé que diablos tenía que me inspiraba confianza.

—Entonces espero también tener el mío.

Reímos para volver a estar en un silencio cómodo. Llegamos al departamento, demorando un poco mas de lo habitual al manejar con lentitud y cuando bajamos, me percaté que el cielo ya estaba oscuro, ya había anochecido y recién estábamos llegando.

—Tienes que comer algo. — le comenté cuando estábamos en el elevador. Ella solo me hizo un ruido con su garganta, dejándome con duda. — Soohyun, debes comer.

—Lo haré, Jungkook.

Su respuesta no me convenció.

Por el mismo motivo, cuando el ascensor abrió sus puertas, tuve el atrevimiento de tomar su muñeca fuerte, pero no al punto de hacerle daño. Ella gritaba a mis espaldas, pero yo no me detuve hasta llegar a la puerta de mi apartamento. Con mi mano libre puse la contraseña e ingresé junto a ella quien estaba a punto de hacer un berrinche.

—Te haré algo de comer.

—Te dije que no es necesario. Por favor, no te involucres en esto. Yo... — guardó silencio para agachar su mirada, respirando profundamente. — estoy completamente segura que si me haces algo de comer, lo vomitaré.

—¿Crees que cocino mal?

—Puedes echarle veneno.

—Buena idea, no lo había pensado. — puse mi mano en la barbilla. — pero en esta oportunidad no será así.

—¿Realmente sabes cocinar?

—¿Por quién me tomas, bruja? — inquirí al momento en que buscaba en la alacena los ingredientes que ocuparía para poder cocinar algo con lo cual reponga energías. — trabajo en un una empresa de desarrollo de alimentos, me gusta cocinar, crear platillos nuevos. Por eso no mentía cuando elogié tu comida.

—A mi igual me gusta cocinar... — murmuró abrazándose a si misma. — siento que puedo demostrar a través de los platillos. Es algo que me libera, un pasatiempo divertido.

—¿Y por qué no has estudiado algo respecto a la cocina? — pregunté al momento en que quitaba los botones de mis muñecas y arremangaba la camisa, para poder lavar las verduras.

—Porque es un pasatiempo. Mi sueño es estudiar pediatría.

Me sorprendí al escuchar eso. Asentí, convencido en que ella sin duda alguna tenía las capacidades para estudiar algo tan complejo como aquello.

—¿Y qué esperas para ir tras tu sueño?

—Mmh, era estudiar y vivir en la calle. O trabajar y tener un lugar para vivir. — aclaró su garganta, cuando al parecer se dio cuenta que estaba siendo mas sincera de lo que ella quería. — ¿Eso se tardará? Debo ir a darme una ducha.

—No lo creo. Pero si quieres, ahí hay una ducha. — giré mi cabeza, apuntando al baño. Aguanté las ganas de reír al ver su rostro. — no te hagas, ya conoces muy bien el baño, ¿no?

—Eres un...

—Anda, di que soy un peludo.

—¡Palurdo!

—Ahí está. — solté una risa. — no te sulfures, bruja, ¿quieres caer desmayada nuevamente?

Soohyun prefirió guardar silencio y totalmente seria se sentó en el taburete, justo frente al mesón de la cocina. No era la gran preparación, pero esta sopa tenía los ingredientes para que ella ingiera vitaminas. Cuando sentí el olor a las especias, las verduras y la proteína, es que mi estómago gruñó, cayendo en la realidad de que yo no había comido absolutamente nada en casi todo el día. Serví en dos recipientes cuando estuvo listo y los llevé al mesón.

Ella observó el plato, con duda y curiosidad y olfateó un poco.

—¿Seguro que no tiene laxante?

—Superar, Soohyun, hay que superar rencores del pasado.

—Huele muy rico y se ve apetitoso, pero... no tengo hambre, Jungkook, lo siento.

No podía sacar de mi mente de que Soohyun estaba pesando tan poco. No era quien para meterme en su vida, pero su anemia puede empeorar si no comenzaba a cuidarse.

Alejé mi plato y acerqué el de ella. Tomé la cuchara entre mis dedos, agarré un poco de sopa y verduras, para soplar un poco por lo caliente que estaba. Podría jurar que mi rostro estaba rojo en este preciso momento, así que evité el contacto visual cuando con lentitud lo acerqué a su boca.

—Sé que no tengo derecho a meterme en tus decisiones, pero quiero que mejores. La vida puede ser una mierda la mayoría del tiempo, pero si uno pudiera ver aunque sea un por ciento de lo positivo, quizás podríamos dar pelea a todo lo malo.

Aún sentía el peso en la cuchara, así que me atreví a observarla. Tenía el ceño fruncido, como la mayoría del tiempo, pero con una pequeña diferencia, ya que sus ojos estaban llenos de lágrimas de las cuales ninguna se atrevía a salir. Con mi mano libre le di pequeños y suaves golpes en su cabeza, para apuntar con mi barbilla a la cuchara que aún tenía la comida. Ella lentamente se acercó y cerró sus ojos para dar el primer bocado. Algo extraño nuevamente se sintió en mi estómago cuando la vi marticar las verduras, pero ahora sus lágrimas corrían a través de sus mejillas.

—Está... rico...

—¿Y por qué lloras entonces? — murmuré sin poder dejar de observarla.

—Porque... nadie había... hecho esto por mí... — con su mano limpió sus lágrimas y abrió sus ojos, notando como por las lágrimas sus orbes se volvían aun mas claros. — y nunca... pensé que tú lo harías...

Ni yo tampoco podía entender porque lo estaba haciendo. Esto llegaba hasta ser abrumador, pero sabía que estaba haciendo lo correcto al ayudarla.

—Ya te lo dije. No soy un monstruo. — Ella asintió y volvió a mirar la comida, haciéndome despabilar de que quería otro bocado y así lo hice. — tienes tus manos buenas, eh. ¿Eres un bebé?

Solo estaba jugando y ella lo captó, por la misma razón me enseñó su lengua.

—Solo deja disfrutar de esto. Estoy enferma.

Sonreí, viendo como la sopa comenzaba a disminuir en el recipiente y me alegré de contribuir aunque sea un poco para su mejoría. Estuvimos en un cómodo silencio, cuando ella terminó su plato por completo y yo comencé con el mío.

¡Esto estaba buenísimo!

Un gruñido de satisfacción salió desde lo mas profundo de mí e hice un pequeño baile cuando corroboré que si duda alguna era un buen cocinero.

El timbre sonó, sacándome de mi estado de júbilo y miré el reloj en mi muñeca.

—¿Esperabas a alguien? Lo siento, ya me voy... — se levantó como si fuera un resorte. Hice un ademán con mis manos.

—Debe ser Miyeon, no es necesario que te vayas aún.

¿Qué diablos era esto? Negué rápidamente al caer en cuenta de lo que salió de mi boca.

Caminé hasta la puerta y a través de la mirilla, pude ver un cuerpo femenino a quien jamás había visto en mi vida. Volteé a ver a Soohyun, quien miraba a mi dirección, y con lentitud abrí la puerta.

—Hola, ¿cómo estás?

Arrugué mi frente intentando recordar si era alguien de la empresa.

—Hola, bien, ¿y tú? — respondí rascando mi cuello.

—Vine a la hora que me citaste, pero no te encontré. Quizás se te olvidó avisarme que estarías trabajando.

—Oh, ¡cierto! Pasa. — me hice a un lado, invitándola a pasar cuando caí en cuenta de quien era. Ella de manera tímida ingresó y se quitó sus zapatos en la entrada. — estoy con... — ¿Una conocida? ¿Una vecina-amiga? — alguien, lo siento.

—No te preocupes por mí. Yo... ya me iba. — Soohyun habló y pude ver que su rostro era de incomodidad  — Gracias por todo lo de hoy.

Le hizo un asentimiento a la chica que no recordaba el nombre y colocó sus zapatos de manera rápida, para salir lo más pronto posible, dejándome algo aturdido. Mis ojos se fueron desde la puerta en donde su cuerpo había desaparecido, a la chica que estaba a mi lado con un rostro de pena por haber interrumpido algo.

—¿Arruiné una cita? — hizo una pequeña mueca. — lo siento mucho.

—No, no era una cita. — aclaré de inmediato. Ni siquiera podía recordar el nombre de la chica frente a mí. — suelo ser muy olvidadizo, como puedes notar olvidé por completo nuestra cita.

—Pero, puedes hacerlo ahora, ¿verdad?

Ya serían las nueve de la noche y fue un día bastante ajetreado. Pero aún tenía energía para hacer lo que me gusta.

—Por supuesto. Vamos a la habitación.

Ella aplaudió emocionada. Era linda y aún con ropa puesta, se podía visibilizar tatuajes en el cuello y pecho.

—Eres el mejor tatuando, desde que conocí tus trabajos, no he podido tatuarme con alguien más.

¿Ya la había tatuado? Le di una sonrisa falsa, sencillamente por olvidarla por completo. Preparé los implementos, ya que hace unos días atrás había publicado nuevos diseños, dando pie al regreso de este pasatiempo amado.

—Gracias.

Cuando tuve todo listo y comencé a tatuar, mi concentración estaba puesta totalmente en que cada trazo saliera a la perfección, pero aunque intentara evitarlo, mi mente nuevamente se iba a todo lo que sucedió hoy con Soohyun y como a pesar de todo, pudo abrirse aunque sea un poco conmigo.

Esto definitivamente encendía mis alarmas y aunque intenté alejarla, no pude hacerlo.

Ay, Jungkook, que te está sucediendo.

Aquí hubo un pequeño flashback de la vida de un jungkook chiquito y su madre.

Y aquí damos inicio a las teorías ☝🏻🤓.


Aún no tengo claro cuantos capítulos tendrá esta historia. Creía que sería corta, pero tengo mucho en mente 🥹.

Lo siento muchísimo por tardar en actualizar y agradecer nuevamente a aquellas personitas que le han dado el apoyo a esta y a otras historias de mi autoría.

Las amo.

Yyy el final del capítulo, AYAYAI, ¿qué te sucede, Jungkook?

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