05.
S𝙚𝙣𝙩í 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙨𝙞 𝙨𝙤𝙡𝙖𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙝𝙪𝙗𝙞𝙚𝙧𝙖 pestañeado y una semana completa pasó por mi vista como una maldita estrella fugaz.
—¡Buen día, vecina!
Cerré mis ojos con fastidio cuando escuché esa voz que hasta ahora solo ha sido un dolor de cabeza gigantesco desde que él está viviendo justamente al lado de mi apartamento. Volteé quitando unos mechones de mi rostro y le di la sonrisa mas fingida que pude expresar.
—Buen día. — fue todo lo que de mi boca pudo salir.
—¿Por qué ese tono tan frívolo? — preguntó burlón, apoyando su hombro justo al lado del elevador.
Siempre nos topamos en las mañanas para cada uno ir a su respectivo trabajo, pero siempre me hablaba solo para burlarse de algo o simplemente para fastidiar, lo cual al parecer era su especialidad.
—¿Y cómo se supone que deba hablarte?
—Con cariño, ¿no?
—Okey. — volví a brindarle una sonrisa falsa y nuestros ojos conectaron. Él no pestañeó, yo tampoco, ambos nos mirábamos de manera desafiante, tal como si de un juego de quemadas se tratara. El que pestañeaba, pierde. — vete muy a la mierda, bonito.
Jungkook soltó una risa nasal, al momento en que dejaba de mirarme y miraba el techo del pasillo, sin quitar su sonrisa.
—¿Eso es tratar con cariño?
—Te dije bonito, eso para mí ya es mucho y suficiente. Porque es mentira. — me encogí de hombros, intentando demostrar que lo que salía de mi boca era totalmente cierto.
—Oh, no puedo creer la gran mentira que acabas de decir. — negó con su cabeza, mirándome de mala manera. — ¿Qué tal las cosas con tu novio?
Me quedé absorta en mi lugar, quedando completamente confundida ante su pregunta. Aclaré mi garganta rompiendo el contacto visual y de pronto sintiéndome extrañamente nerviosa.
—No es mi novio...
—Aún.
—¿Tienes algún problema con eso? — inquirí cruzando mis brazos y arrugando mi frente. El hizo un tipo de puchero y negó con su cabeza, completamente divertido por la situación.
—Ninguno.
—Entonces deja de meterte en mis asuntos. — chillé dando un pequeño golpe en el piso con mi pie. El sacó algo de su maletin ignorando por completo mis palabras. Me tendió una pequeña bolsa con cuatro galletas dentro dejándome confundida. — ¿Qué es esto?
—¿Qué nunca has visto galletas en tu vida?
—Me refiero al porqué me das esto, idiota.
—Tómalo como una ofrenda de paz. Me agota mentalmente discutir contigo y que me digas aquellos insultos extraños.
Arrugué mi frente, dudando muchísimo si tomar la bolsa o no. No comía mucho cosas como éstas, solo cuando yo las preparaba, pero él estaba siendo amable al dármelas, sería de mala educación no tomarlas. Aclaré mi garganta para tomar de forma rápida el paquete y guardarlo en mi bolso.
—Gracias.
Fue todo lo que le dije y di por finalizada la conversación cuando el elevador se detuvo en nuestro piso abriendo sus puertas. Vi a varias personas dentro y dudé en entrar.
—Niña, ¿entrarás o cierro las puertas?
Un señor de avanzada edad me preguntó de mala forma aquello y yo quedé divagando su pregunta. Comencé a sentir un cosquilleo en mi cuello y resoplé al sentirme prisionera sin siquiera poner un pie dentro.
—N-no, yo... bajaré por las escaleras, disculpe. — hice una media reverencia para darme la media vuelta y caminar a paso apresurado, para comenzar a bajar con las piernas algo tambaleantes. Nunca estaba tan lleno el elevador, al parecer todos se pusieron de acuerdo para salir.
Una pequeña gota de sudor se deslizó por mi frente, la cual quité rápidamente para no dejar rastro alguno de alguna imperfección.
El maquillaje debía mantenerse intacto.
Pero no podía evitar las muecas en mi rostro, reflejo del disgusto de sentirme de aquella manera. Los sonidos que escuchaba a mi alrededor se convierten en un zumbido constante en mis oídos, y siento las luces brillan de manera deslumbrante, haciendo que todo sea aún más abrumador. Las emociones se mezclan en un torbellino de ansiedad, tristeza y frustración, y es difícil distinguir una de la otra.
Y aquí es donde definitivamente odiaba sentirme de aquella manera.
A pesar de la confusión y la debilidad, busqué desesperadamente una forma de volver a conectarme conmigo misma. La búsqueda de alivio se convierte en mi principal enfoque, buscando la sensación de estar completa y en armonía una vez más.
—¿También te crees una princesa intocable incapaz de compartir elevador con otras personas?
Ni cuenta me había dado que llegué de milagro a la primera planta. La voz molestosa de Jungkook logró lo que tanto anhelaba: salir de mi estado de ansiedad momentánea.
—Vete al demonio. ¿Las galletas no eran una ofrenda de paz?
—¿Te pasa algo?
Si dijera que no me sorprendí ante su pregunta, estaría mintiendo completamente. O el chico era muy observador o definitivamente me veía muy demacrada para que se diera cuenta de mi estado.
—No me gusta cuando hay mucha gente a mi alrededor... — dije en voz baja, sintiendo hasta una ligera vergüenza por compartir aquello por primera vez. — no es que me crea intocable, ni una princesa, solo... no me gusta el sentimiento de sentirme agobiada, prisionera... me trae malos recuerdos, es todo.
Pude percibir como relajó su expresión y arregló su corbata, quizás no sabiendo que decir con lo que acababa de confesar recientemente.
—¿Y cómo lo haces cuando debes tomar el transporte público? — levantó una ceja, como si dudara de mis palabras y aunque no quería, me molesté ante su pregunta, también con su expresión.
—¿A caso no crees lo que te digo? — cuestioné sintiendo la ira en mi interior. Era increíble como este hombre lograba sacar lo peor de mí.
—Solo pregunto, bruja. ¿No puedo preguntar, acaso?
—Déjame en paz, ¿sí? — pedí cansada. — no te metas en lo que no te importa, tú y yo no somos amigos.
Giré sobre mis talones para salir rápidamente del edificio sin mirar atrás. Tenía un torbellino de emociones que siempre me terminaban perjudicando. Quería ignorar algunas cosas, pero nunca podía hacerlo aunque lo intentara.
O quizás, el que por primera vez alguien cuestionara mis acciones hacían que todo se volviera mas complicado y confuso. Nunca veía el elevador lleno, pero sí el transporte público, por lo mismo esperaba a que viniera uno un poco mas desocupado para no tener el problema que tuve hace un rato. Por la misma razón, siempre me levantaba demasiado temprano para poder llegar a tiempo al trabajo sin ningún inconveniente.
Vivir así era un tanto agotador. ¿Qué mas podía hacer? Enfrentar mis miedos y seguir adelante pretendiendo que no sucede nada, era algo en lo que con el tiempo me he vuelto una experta.
El viento golpeaba mi rostro ayudándome un poco con el ataque de ansiedad que había tenido hace tan solo un momento y respiré profundamente para intentar controlar los latidos desenfrenados que golpeaban aún ferozmente mi pecho. Veía a la gente caminar de dorma apresurada y es que así era el estilo de vida aquí, acelerado, apresurado, rápido y yo debía ser igual, no detenerme bajo ninguna circunstancia.
Ya había desayunado, pero de todas formas saqué el envoltorio de mi bolso y las observé con detenimiento. No se veían malas y quizás me haría bien comer una para endulzar un poco lo amargo de los recuerdos.
Le di el primer mordisco quitando los restos de mi ropa y alrededor de mi boca. Estaba muy rica, pero no eran mejores de las que hacia yo, pero eran una pequeña salvación en estos momentos tan horribles.
Me levanté luego de terminarla e hice detener el autobús que a lo lejos se veía que venía medianamente vacío. Algunas caras iban con sonrisas, otras con enojo y otras simplemente con sueño, así que pagué mi pasaje para sentarme en los primeros lugares agarrando fuertemente mi bolso, sintiéndome mejor. El trayecto fue corto a mi percepción y cuando estaba fuera de la empresa, ingresé para no perder más tiempo.
Ya había perdido bastante a causa de mis debilidades.
—Llegas tarde.
Fruncí mis labios al escuchar la voz de mi jefe y la seriedad con las que salieron sus palabras. Observé de manera sigilosa mi reloj y quise golpear mi cabeza con la pared.
Solo habían sido tres minutos.
—Lo siento, señor. Tuve un pequeño inconveniente y...
—No me importa. — levantó la mirada, dejando en evidencia aquellas ojeras pronunciadas y los ojos inyectados en sangre. Al parecer no había tenido una buena noche y desquitaría sus frustraciones aquí. — una de las reglas es ser puntual, la responsabilidad es lo primordial y si no quieres seguir el ritmo que tenemos aquí, sabes perfectamente que las puertas están abiertas.
Respiré profundamente al caer en cuenta que no debía molestarlo mas de lo necesario hoy si no quería ser despedida por cualquier estupidez.
—Puedo seguir el ritmo perfectamente, señor. Lo siento, no volverá a suceder. — hice una pequeña inclinación, apretando mis manos, sintiéndome pequeña ante él.
Song Joongki era un hombre respetado dentro del rubro empresarial. Con solo quince años supo el desafío que quería en su vida y lo puso en marcha. Un coreano que vivió casi toda su niñez en Italia, quería volver a sus tierras llevando el sabor de la maravillosa comida italiana y ahorró durante años para poder comprar un sitio en Corea y cuando lo consiguió, llegó aquí solo con las maletas y un sueño que cumplir. El restaurante “Dolce Italia” fue furor en Seúl, específicamente en Gangnam, que es conocido por ser un lugar excéntrico, personas adineradas y su vida nocturna alocada, por lo cual generó muchos ingresos y un nuevo desafío fue puesto en marcha;
Abrir otro resultante en otra ciudad.
Y así llegando al punto de ser una cadena de restaurantes del ahora reconocido empresario Song Joongki, teniendo cuatro estrellas michelín en la mayoría de sus locales.
Yo había postulado para ayudante de cocina porque a pesar de mi trastorno alimenticio, me gustaba crear nuevos platillos y cocinar para los demás. Por la misma razón los chicos cada mes iban a mi departamento para que les cocine, sin embargo el destino tenía planeado algo completamente diferente.
Y como verán, terminé siendo la secretaria de aquel malhumorado hombre.
—Está bien. Tráeme un café.
—Enseguida, señor. — volví a hacer una reverencia para voltear, quedándome quieta al momento de recordar algo. — recuerde que hoy tiene una reunión con el CEO Jeon Seungwan, señor.
Él hizo una mueca de disgusto y tiró su cabeza hacia atrás, al parecer cansado del tema.
—No sé de que manera decirle a ese hombre que no estoy para nada interesado en vender su producto en mi negocio. — cruzó sus brazos rodando sus ojos y yo prefería no moverme de mi posición si quería vivir. — dile que tuve un problema y que no podré asistir.
—Eso fue lo que le dijo la semana pasada, señor...
—Y ahora será lo mismo. Solo haz lo que te digo. — concluyó poniéndose a escribir en su mac. Asentí para salir ahora sí de la manera mas veloz posible para dejarme caer en la silla de mi escritorio.
Este día no podía empeorar más.
Marqué al número de la empresa para comunicarme con la secretaria del señor Jeon y darle la información correspondiente.
—Pero él había quedado con hacer la reunión el día de hoy.
—Lo sé, pero se le presentó un inconveniente y no podrá asistir, lo siento.
—¿Y mañana? El señor Jeon tiene su agenda libre, no hay problema alguno en hacerlo mañana y...
Cerré mis ojos con fuerza. Sabía lo que estaba haciendo, trabajábamos en lo mismo y me ponía en su lugar. Puede que su jefe sea tan idiota como el mío y desquite su enojo con ella, cuando no tenía culpa alguna en las decisiones tomadas por otra persona.
—Disculpa, pero no podrá hacerlo, lo siento. Que tengas buen día.
Colgué antes de sentirme peor y tomé mi cabeza entre mis manos para atenuar un poco el dolor que se estaba pronunciando. El intercomunicador estaba sonando, lo cual lo levanté rápidamente sin percatarme de quien era.
—Buenos días, le habla Park Soohyun, secretaria de Soon Joongki, ¿en que le puedo ayudar?
—Que me traigas mi maldito café, gracias.
Quedé mirando el teléfono en mis manos y mi vista se fue a la ventana de la oficina, en donde lo podía observar muy bien desde mi puesto de trabajo. Se estaba acomodando su corbata aún frustrado quizás porque razón y solo sabía que si perdía más tiempo, el regaño sería peor.
Me levanté de la silla y comencé a caminar hasta la cafetería que había aquí mismo, pero quedé quieta a mitad de camino cuando sentí un retorcijo en mi estómago, dejándome paralizada.
—No puede ser...
Mordí mi labio cuando el dolor se pronunció y las ganas de ir al baño se intensificó. Solo me quedaba en pensar en cosas bonitas para evitar ir a hacer mis necesidades fisiológicas, que en definitiva, esperaría a llegar a casa para estar cómoda. Sería sumamente bochornoso para mí tener indigestión en pleno trabajo y actuar como si nada, cuando yo sería la culpable de dejar el baño totalmente apestoso y después me apunten con el dedo hablando de mi a mis espaldas.
No, no y mil veces no.
Quité un mechón de mi cabello que me obstaculizaba la vista y seguí con mi camino, aparentando que todo estaba en orden.
Orden que definitivamente me costó muchísimo disimular. Iba en el autobús luego de una lenta jornada laboral — o quizás a mí se me hizo eterna. — para poder entrar a mi bendito baño. No comprendía el porque tenía este dolor de estómago, ni tampoco las incesantes ganas de ir al baño. Mi estómago gruñía pidiendo liberar lo que sea que tuviera en mi interior, por la misma razón estaba sudando frío, pensando si llegaría a casa o me haría en los pantalones.
—¿Se encuentra usted bien?
Volví en sí cuando escuché la voz de una mujer mayor que estaba sentada justo frente a mí.
—Si, ¿por qué lo pregunta?
—Estás pálida y estás sudando, creo que se te bajó la presión. — me diagnosticó solo con ver mi rostro. — siéntate, debes sentarte.
—Oh, no, no... — me negué de inmediato cuando la vi levantarse de su asiento. — muchas gracias, de verdad, pero no me queda tanto para llegar a mi casa.
Creo que me pondría a llorar aquí mismo por la sensación tan horrible que estaba experimentandos, porque aún faltaban diez minutos más y yo no sabía si alcanzaría a llegar. Bajé la mirada para cerrar mis ojos y distraerme, no pensar en esto, debería pensar en otras cosas completamente diferentes.
Vamos, Soohyun, no puedes decaer aquí.
Cuando finalmente bajé del autobús, caminaba tan rápido hasta la entrada que parecía una atleta profesional a punto de ganar su carera, cuando vi el cartel pegado a las afueras del elevador.
❝ 𝘼𝙨𝙘𝙚𝙣𝙨𝙤𝙧 𝙚𝙣 𝙢𝙖𝙣𝙩𝙚𝙣𝙘𝙞𝙤́𝙣, 𝙙𝙞𝙨𝙘𝙪𝙡𝙥𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙢𝙤𝙡𝙚𝙨𝙩𝙞𝙖𝙨. ❞
—¡¿Qué?! — pregunté casi exaltada queriendo chillar del puro exaspero.
—Lo siento, solo será por la noche, hoy superó las personas y el peso recomendado, causando que éste se detuviera a mitad de camino. — el conserje en un tono lastimero me explicó y yo juro que tenía ganas de matar a alguien.
—No se preocupe. — sonreí falsamente, podría asegurar que fue mas una mueca que una sonrisa. — subiré las escaleras, gracias.
Mis pasos eran parecidos a una atleta que estaba haciendo su marcha atlética.
—¡Mierda! — exclamé en el piso cinco, cuando ya sentía que mi estómago no daba más. — ¡Mil veces mierda!
Podía sentir el malestar intensificarse con cada minuto que transcurría y yo solo quería paz, quería alivio y jamás volver a experimentar algo así. No sé como llegué a mi piso, pero mientras caminaba por el pasillo todo se volvía más lejano, sintiendo el otro retortijón que me haría perder todo, absolutamente todo por lo que había estado ocultando.
Vi como Jungkook abría su puerta y vi la luz de la salvación en aquel momento de poco raciocinio, así que solo apresuré el paso para empujarlo antes de que pudiera cerrarla, sintiendo la vergüenza invadir cada parte de mí porque mi cuerpo no resistía más, sabía que ni siquiera podría poner la clave de mi apartamento antes de que me hiciera en mis pantalones. Fue una medida desesperada para una situación de emergencia.
Llegué al baño y cuando pude liberar todo, es que sentí el alivio recorrer cada parte de mí, aún sudando frío, aún con mis manos temblorosas y quizás no querría salir de aquí porque sabía con exactitud que él se burlaría de mí por soltar la bomba en su casa.
—¿Cómo estuvieron las galletas?
Escuché su pregunta al momento en que tiraba la cadena por tercera vez esperando que se fuera todo, luego de haber hecho una mezcla con los productos de limpieza que encontré aquí y que perfectamente pude haberme intoxicado, pero no importaba porque yo no podía dejar rastro alguno de este bochorno.
—No me las comí. — respondí lavando mis manos con exageración.
—¿Segura?
Detuve mis movimientos al captar el tono de su voz y busqué de inmediato en mi bolso aquel envoltorio de ahora tres galletas que aquel imbécil me había obsequiado.
—¡¿Qué me diste, idiota?! — esto era malditamente increíble. ¿Él realmente hizo algo como aquello?
—Soy un peludo y granizado, según tú, ¿no?
Saqué el seguro de la puerta y salí indignada del baño, teniendo la pequeña bolsa de basura en una mano, que netamente yo había llenado luego de acabarle todo un papel higiénico y en la otra tenía las galletas.
—Eres un...
Ni siquiera tenía palabras para decir. Le lancé el paquete en su pecho, rebotando porque al parecer su torso era de acero.
—Te salvé de que te hicieras en pleno pasillo, ¿y así me pagas? — se hizo el completo ofendido y juro... juro que tenía ganas de darle un puñetazo.
Pero la violencia no era una opción viable para mí.
—Esto no se quedará así. — podría jurar que a pesar de la adrenalina que sentía por tal revelación, la vergüenza era más. Que él me estuviera observando luego de una diarrea explosiva que tuve en su propia casa, no era algo que quisiera recordar. En este momento deseaba que aparecieran los hombres de negro para borrar mi memoria y la de él.
—¿Tú crees?
—Lo aseguro. Iniciaste una guerra que no ganarás. — aseguré y aseveré caminando hasta la entrada, aún con la bolsa de basura.
—Que miedo tengo.
Quise ignorar sus palabras, para salir lo más rápido de aquí, pero algo dentro de mí lo impidió.
—Deberías. Haré que no puedas olvidar mi nombre. — concluí, cerrando la puerta detrás de mí y apenas hice eso, toda la aura que había adoptado por el enojo y la rabia, se esfumó, dejando a la Soohyun avergonzada, queriendo que la tierra me tragara.
No sabia como haría que ese estúpido las pague, pero no se saldría con la suya.
Nuevo capítulo luego de ser una mentirosa de mierda por decir que al otro día habría actualización.
Pero mejor tarde que nunca dicen las patúas como yo 🫰🏻.
No puedo ni explicar lo feliz que me hizo Jungkook hoy ❤️🩹. De verdad estoy muy orgullosa y estaré esperando su nuevo sencillo con ansias 🥰.
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