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ꜰɪɴᴀʟ ᴀʟᴛᴇʀɴᴀᴛɪᴠᴏ


Me gustas, Jisung.

Me gustas, Jisung.

Me gustas, Jisung.

Y abrió los ojos.

Un sueño.

Casi se ríe de sí mismo. ¿Qué tan tonto había sido para volver a soñar, después de tanto tiempo, con esas cosas?

Joder, ya no era un adolescente. Ya no era un estúpido niño.

Debería sentirse feliz, ¿no? Hoy, por fin, podría liberarse de esa carga y dejar que su vida floreciera. Era su último día en la universidad, su último día cargando ese sentimiento que arruinaba incluso los momentos más absurdos. Su último día, así era. Después de tanto tiempo, había reunido el valor, y finalmente se había decidido. Lo diría, y no habría más daño.

Le diría, y al fin respiraría aliviado.

Porque aferrarse a él ya no era una opción. Porque hacernos daño ya no era una opción.

Jisung asintió con la cabeza, sus ojos fijos en el espejo frente a él. Estaba decidido. Por primera vez en mucho tiempo, sentía una confianza que había desaparecido. Tras un suspiro profundo, se dispuso a prepararse. Hoy sería un gran día.


....


Sin embargo, nada parecía estar de su lado. Ahora, con Minho frente a él y el silencio envolviendo el ambiente, todo parecía ir en picada.

— Habla — comenzó Jisung, con la voz casi entrecortada.

Las miradas se cruzaban, cargadas de significado. Entre esos intercambios visuales, ambos notaban lo ansiosos que estaban.

Minho estaba nervioso, eso era cierto.

La tensión y los nervios se reflejaban en cada uno de sus movimientos.

No, era más que eso. No por nada sus uñas estaban completamente mordidas y deformes. No por nada se movía de un lado a otro, inquieto. No por nada sus labios estaban resecos, de tanto pasarle la lengua por encima.

Volveremos a ser los de antes. O, si no, no me llamo Minho. Aunque su esperanza fuera escasa y el optimismo estuviera por los suelos, su fe no se había extinguido por completo.

Llevaba días planeando un encuentro con Jisung. Sus noches se habían ido organizando cuidadosamente, con la esperanza de que, finalmente, su amistad volviera a ser lo que era antes. Solo esperaba que su viejo amigo asistiera a esa pequeña reunión y que, al fin, pudieran resolver esas diferencias.

Minho no entendía por qué Jisung se había alejado. Fue algo que ocurrió en un momento, algo que creyó que pasaría rápidamente, algo que pensó que se resolvería con el tiempo. Porque Minho tenía fe de que, ya fuera en amistad o en amor, uno de los dos necesitaría respirar de la monotonía, alejarse un poco y pensar. Eso estaba bien, por supuesto. Nunca lo juzgaría, nunca se lo negaría. Pero cuando ese tiempo se fue extendiendo, día tras día, empezó a asustarse.

Perder a su único amigo de la infancia por algo tan trivial no era algo que esperaba.

Porque era trivial, ¿cierto?

Minho siempre fue fiel cuando se trataba de la amistad. Jisung era todo lo que Minho quería proteger, porque así lo había querido, porque así se lo prometió a una edad temprana, y nunca había cometido un error en su promesa. Sin embargo, debía admitir que había fallado, y se sentía culpable por ello. Minho sabía que Jisung la pasaba mal. Sabía que no hizo nada cuando tuvo la oportunidad. Y no podía creer que lo hubiera dejado pasar. Estaba enojado consigo mismo por no haber actuado.

No había mucho más que decir al respecto. Consultó varias veces con su novia y amigos, tratando de entender el comportamiento de Jisung, pero nunca llegó a ninguna conclusión clara.

Ella le repetía una y otra vez que su amigo necesitaba tiempo. Sin embargo, Minho comenzaba a sentir desesperación al darse cuenta de que Jisung estaba tardando demasiado en regresar.

Sus amigos, bromeando, le decían que ya había aburrido a Jisung. Minho esperaba con todas sus fuerzas que eso no fuera cierto.

Sentía como si estuviera dando vueltas sin avanzar en absoluto, atrapado en el mismo lugar una y otra vez.

¿Por qué no quiere hablarme? Esa pregunta rondaba constantemente en su cabeza. No lo entendía.

Al principio, le dio a Jisung su espacio, creyendo que, de esa manera, podría liberarse de la carga que suponía su presencia. Sin embargo, esto solo hizo que se distanciaran aún más.

Minho lamentaba profundamente sus acciones.

A medida que pasaban los días, se dio cuenta de que Jisung lo miraba cada vez menos y sonreía más. A veces era al revés. A veces, simplemente, no expresaba nada.

Extraño.

Cuando finalmente intentó contactarlo, descubrió que estaba bloqueado en todos los medios posibles. Sus mensajes, llamadas e incluso los correos electrónicos quedaron sin respuesta. Su primer intento de comunicarse con Jisung terminó en un fracaso rotundo.

Cuando intentó hablarle en persona, Jisung lo evitaba, alejándose en cuanto Minho se acercaba. Parecía que no podían estar en el mismo lugar al mismo tiempo. Jisung se aseguraba de mantenerse distante. Su segundo intento de acercamiento también falló.

Incluso cuando trató de contactarlo desde otros números de teléfono, Jisung se negaba a responder llamadas de números desconocidos. Y cuando, finalmente, logró que Jisung contestara, Minho se quedó sin palabras. Se quedó paralizado, sin saber qué decir. Su voz no salió. Y su tercer intento también terminó en fracaso.

Para su sorpresa, Minho descubrió que Jisung también había bloqueado a su novia, y su mejor amigo, no estaba dispuesto a involucrarse en el asunto. "Son sus problemas. No te metas", dijo de manera neutral. Su cuarto intento también resultó en un fracaso.

Cuando trató de hablar con los nuevos amigos de Jisung, Minho se rindió rápidamente al darse cuenta de que no cooperarían en absoluto. Félix respondía negativamente a sus preguntas, y Bangchan simplemente lo ignoraba. Era una situación desalentadora. Su quinto intento también fracasó.

Minho se sentía completamente desesperado y sin a quién acudir. Su mente estaba en constante tormento, atrapada en un torbellino de dudas y frustraciones. Necesitaba estar con Jisung, resolver sus problemas. Anhelaba abrazarlo de nuevo, volver a salir juntos como solían hacer. Fue entonces cuando tomó la decisión de escribirle esas notas.

Minho redactó varias notas, cada una de ellas detallando su día a día y cómo había comenzado una nueva etapa en su vida. Hablaba de dirigir sus propios proyectos y liberarse de las exigencias de su padre. Cada nota estaba impregnada de un sentimiento genuino y mencionaba lo mucho que extrañaba a Jisung.

Jisung nunca respondió a esas notas, pero Minho lo vio sonreír en ocasiones. Y eso era lo que más anhelaba: una señal de que no todo estaba perdido.

La última nota la escribió dos días antes de su graduación universitaria. En ella, le explicaba que se encontrarían en el parque frente a la universidad para finalmente enfrentar sus problemas.

Por fin volverían a ser como antes. Lo resolverían, por supuesto que lo harían.

— Te he extrañado, Jisung — dijo Minho, después de varios minutos en los que ninguno de los dos logró articular palabra.

Minho tuvo que contar hasta cinco antes de romper el silencio. Después de todo, ¿qué le respondería Jisung? ¿Encontraría finalmente las respuestas que tanto había buscado? ¿Recibiría las explicaciones que anhelaba desde hacía tanto tiempo? ¿Tendría al menos la oportunidad de comprender lo que había sucedido?

A pesar de todo, sorprendentemente, se sentía confiado. Se sentía bien. Estaba convencido de que podrían arreglar las cosas. Sabía que lo lograrían.

Jisung y él habían sido inseparables desde siempre, un apoyo mutuo. No importaba lo que sucediera; Minho sabía que siempre estaría allí para su mejor amigo.

Sin embargo, el silencio se prolongaba, y eso empezaba a desesperarlo.

Minho inhaló y exhaló profundamente, como si estuviera preparándose, como si estuviera luchando contra algo en su interior. Su rostro mostraba una mezcla de timidez y determinación, como si se estuviera alistando para una batalla.

Una batalla en la que debía salir victorioso, sin importar qué.

— Me gustas, Minho —dijo Jisung, y en ese instante todo pareció detenerse.

Por un momento, Minho volvió a sentirse como un niño de diez años. Sus ojos se encontraron, y el mundo, por un instante, se hizo pequeño. El deseo de abrazarlo, de arrullarlo, surgió, pero también lo hizo el miedo.

La respuesta de Jisung fue completamente inesperada. Minho no se lo esperaba en absoluto. Su rostro reflejaba una sorpresa absoluta. Sus ojos se abrieron, sus manos temblaron y su mandíbula casi tocó el suelo.

¿Enamorado? ¿Jisung estaba enamorado de él? ¿Jisung amaba a Minho?

¿Le gusto?

La pregunta quedó suspendida en el aire, mientras ambos se miraban, tratando de asimilar la revelación y enfrentando la incertidumbre que surgía en ese preciso momento.

¿Jisung me ama?

Su mente se convirtió en un caos por un largo rato, y al poco tiempo, solo una palabra se repetía una y otra vez en su cabeza: Enamorado. Enamorado. Enamorado. Enamorado. Era lo único que escuchaba, lo único que su mente lograba procesar.

Jisung está enamorado.

Jisung está enamorado.Jisung está enamorado.

Mierda, Jisung está enamorado. Sí, de mí.

Entonces lo entendió. Recién ahí, pudo comprender la razón por la que se alejó.

Por eso se alejó. Por eso me alejó.

Ya lo entendía. Comprendió. Razonó.

Idiota. Idiota. Idiota. Se repetía.
Tonto. Tonto. Tonto.

Obvio, era obvio.
Siempre lo fue.

La manera en que lo miraba, lo cuidaba, cuando lo mimaba y se sonrojaba. Eran pequeñas cosas que lo ponían en evidencia, pequeñas cosas que él también hacía con él. Minho también lo miraba, lo cuidaba, lo mimaba y se sonrojaba... pero no de esa manera. No podía verlo de esa manera.

Mi mejor amigo, mi hermano, mi compañero, mi guía, a veces mi musa. No había más definiciones ni conceptos más cercanos al amor que sentía por él.

Frunció ligeramente el ceño, tratando de evitar que su rostro fuera malinterpretado. Nunca imaginó que ese fuera el motivo detrás del distanciamiento de Jisung. Sabía que Jisung era gay, lo había descubierto en su confesión de hacía años, y en ese momento, le había demostrado que no le importaba, que jamás lo haría. Era Jisung, su mejor amigo, su compañero, sin importar nada más. Pero nunca pensó que llegaría a gustarle de esa manera.

— Jisung... — murmuró, humedeciendo sus labios y rascándose nerviosamente la nuca. No encontraba las palabras adecuadas para decir. Jisung se le había declarado, sí, pero ahora, en esta situación, donde la persona que confesaba sus sentimientos no era cualquiera, sino Jisung, no sabía cómo rechazarlo sin herirlo —. Tengo novia.

— No te pedí que terminaras con ella — respondió Jisung, sin apartar la mirada, manteniendo una frialdad que parecía invulnerable. — Tampoco te pedí una respuesta.

Era evidente que esperaba ser rechazado.

El agobio comenzó a apoderarse de Minho.

— ¿Por qué? — suplicó, su voz temblando, sintiéndose abrumado. — ¿Por qué me lo dices?

Jisung comenzó a hablar con voz baja, pero lo suficientemente clara como para que Minho pudiera entender cada palabra.

— Necesito cortar todo de raíz — dijo con precisión, su tono cortante y serio, características que definitivamente no eran propias de Jisung. — Quiero olvidarte y ser feliz.

La forma en que Jisung se expresaba era tan diferente de su personalidad habitual que desconcertó aún más a Minho.

¿Cuánto daño le hice? ¿Cuánto tiempo estuvo así? Por favor, por favor, yo no quería...

Entonces, los recuerdos comenzaron a llegar con fuerza: la mirada triste, anhelante y vacía de Jisung, siempre oculta tras una sonrisa forzada que le decía: "Se ven bien juntos."

Aquella mirada triste, anhelante y vacía... Aquella que prometió que nunca vería, porque se encargaría de hacer feliz a Jisung.

— Entonces... — murmuró Minho, su voz quebrada por la incertidumbre.

— Este es el fin, Minho — explicó Jisung, su tono tan pacífico que casi parecía que todo estaba bajo control, pero sus ojos revelaban otra historia.

— Tú y yo... — dijo Minho, señalándose a sí mismo, como si esas palabras pudieran cambiar algo.

— Aquí termina nuestra amistad.

Aunque Jisung aparentaba calma y tranquilidad, en realidad, era todo lo contrario. Temblaba, sus ojos se llenaban de lágrimas que luchaban por salir, sus puños se apretaban con fuerza, clavando sus uñas en las palmas debido a los nervios, y su boca estaba ligeramente herida por morderla, como si eso fuera lo único que pudiera controlar.

— Jisung, no podemos alejarnos así de repente... Superaremos esto juntos — le dijo Minho, esbozando una suave sonrisa que no alcanzaba a llegar a sus ojos.

— Minho, de verdad necesito alejarme definitivamente de ti. No podré seguir adelante de ninguna otra manera.

Sonaba sincero, y eso asustaba a Minho, porque él no quería eso. No quería que Jisung se alejara.

No quiero perderlo, no puedo perderlo.

— ¿Y yo, Jisung? — le preguntó Minho sin saber cómo reaccionar, buscando excusas para continuar —. ¿Y mi opinión en todo esto? No quiero alejarme de ti. Eres mi mejor amigo, te necesito, mier-

— No se trata de tu opinión, Minho. Esto no es sobre ti. Es sobre el daño que he estado sufriendo sin que te des cuenta. Joder — ahora sonaba exasperado —. Quiero ser egoísta y permitirme olvidarte y ser feliz. ¿Es mucho pedir?

— Jisung... Podría presentarte a otras personas, haré todo lo posible para no mostrar ningún sentimiento frente a ti, intentaré no ser expre-

— No — lo interrumpió de inmediato —. ¿Has pensado en tu novia? — le recriminó, deteniendo a Minho, quien lo miró culpable —. Ella no querría tener que ocultar su relación por alguien como yo — tragó saliva —. Siendo honesto, me lastimaría más ver cómo tienes que esconder tu felicidad por mí.

— Pero...

— Entiende que no puedo — lo interrumpió nuevamente, su voz temblando ligeramente. — No puedo seguir así. Me duele solo verte, y llevo años intentando evitar amarte — suspiró y su mirada se suavizó, descendiendo hacia el rostro de Minho con un toque de tristeza que no pudo ocultar. — No he logrado avanzar. No he podido olvidarte. Y siento que podría enamorarme aún más. Y no quiero. No puedo seguir aferrándome a un amor unilateral. No quiero vivir una ilusión en medio de mi jodida realidad. No quiero verte y recordar cuánto estoy enamorado de ti. Ya no quiero sufrir más. No puedo más.

— Jisung...

— Valoré nuestra amistad enormemente, y puedes estar seguro de que intenté salvarla. Traté de fingir, de actuar como si todo estuviera bien. Intenté escapar y evadir todo lo que me causaba dolor, pero no pude — Con su mano derecha, sacó de su bolsillo una pulsera roja trenzada con una pequeña diadema en forma de sol colgada, la cual sostuvo frente a Minho —. Tómala.


...


— ¿Y esto? — Preguntó un Jisung adolescente, ladeando la cabeza con una expresión curiosa.

— Para ti y para mí — dijo Minho, mostrando su última adquisición con una resplandeciente sonrisa.

— ¿Una pulsera? — Recriminó, con un tono burlón.

— Nuestras pulseras — corrigió Minho, y ante la penetrante mirada de su amigo, continuó. — ¿Qué? Son iguales. Mira, el mío no tiene un dije de luna porque a mí me gusta la luna, y el tuyo tiene un sol, porque... pareces un sol — Se encojió de hombros, restándole importancia. — ¿Sabes la historia de la luna y el sol? ¿Sabías que siempre buscan estar juntos y se persiguen sin importar qué, hasta que un día, lo logran? Así mismo seremos nosotros. Nunca nos separaremos, y si lo hacemos, nos volveremos a reunir — exclamó con una sonrisa triunfante.

— Minho... ¿Sabes que es una historia de amor imposible, no? — levantó una ceja, con una expresión algo divertida y un leve sonrojo en sus mejillas.

— Jisung — rodó los ojos, claramente sin paciencia. — Cállate y acéptalo. ¡Son bonitas!

— Pero Min—

— Y nunca te la quites, yo tampoco lo haré.

— ¿Estás seguro?

— Sí, atesóralo y cuando estés triste, acarícialo para que siempre me recuerdes.

— ¿Harás lo mismo?

— Ya lo hago.


...


— Esto es tuyo — dijo Minho, extendiendo la pulsera hacia Jisung.

— Y yo te lo devuelvo — respondió Jisung con determinación.

— No es necesario.

Jisung dejó caer la pulsera al suelo sin apartar sus ojos del rostro de Minho y resopló con frustración.

Desde el principio, Jisung sabía que recibiría un rechazo. Sabía que su amigo intentaría hacer todo lo posible por mantenerlo a su lado, aunque fuera tarde. Por esa razón, lo único que deseaba en ese momento era irse de allí, regresar a casa y llorar hasta quedarse dormido.

Tengo que salir de aquí.

Jisung ya estaba al límite, sintiendo que en cualquier momento explotaría. Su cuerpo temblaba de ansiedad, quería escapar a cualquier lugar, lejos de todo esto.

Maldición, Minho, déjame ir. Quiero escapar.

— Jisung, podemos hacerlo. Te olvidarás de mí, te lo prometo. No tienes que volver a alejarte. No estarás solo. Pondré todo de mi parte y...

— Llevo cinco años, Minho, quizás más — dijo Jisung con voz firme y casi suplicante, deteniendo a Minho en seco. Las palabras le dolían, pero era algo que debía decir. La cantidad absurda de tiempo que había estado ocultando su dolor comenzó a calar en la mente de Minho. — ¿Te das cuenta de cuánto tiempo he estado aguantando todo esto?

La mirada inexpresiva de Jisung hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de Minho.

¿Por qué no confiaste en mí? Tal vez... pudimos solucionarlo.

— Traté de ser un buen amigo, alegrándome por tus relaciones, sonriendo cada vez que decías que la amabas. Quería preservar nuestra amistad el mayor tiempo posible, soñando con un final feliz para nosotros, aunque fuera solo como amigos. Pero no pude.

Las lágrimas de Jisung caían sin cesar, deslizándose por sus mejillas, mientras sus manos, apretadas a ambos lados, aferraban con fuerza la tela de su ropa. Después de tragar en seco, continuó:

— Quise fingir que nada estaba pasando. Quise mostrarme feliz por ti. Quise ser un buen amigo. Y de repente, sin darme cuenta, estaba ahí, pensando en ti, deseando verte sufrir, deseando verla infeliz, deseando que ambos tomaran caminos separados — Desvió la mirada hacia el suelo, casi avergonzado de sus propios sentimientos. — Siento odio hacia ella. No la quiero. Sé que es perfecta, sé que no me ha hecho nada, pero indirectamente me arrebató lo que más me hacía feliz.

Minho permaneció en silencio, observando a Jisung con una mezcla de comprensión y pesar, sin saber qué decir.

— Ya no había tiempo para nosotros. Ya no había esas salidas que solíamos planificar, y lo entiendo, es tu novia, es obvio que debes pasar tiempo con ella... Pero no sé qué esperaba de todo esto — su voz se fue desvaneciendo gradualmente, como si las palabras le costaran más de lo que imaginaba. Suspira, dejando escapar todo lo que sentía —. Es verdad, ¿qué esperaba? — Se preguntó en voz alta, levantando la mirada hacia Minho, buscando una respuesta, aunque sabía que él no la tenía.

Minho lo sabía. Sabía que, en los últimos años, había descuidado a Jisung. Lo había dado por sentado, suponiendo que su amigo siempre estaría ahí, a pesar de todo. Después de todo, Jisung siempre había sido tan comprensivo, tan pacífico, tan dispuesto a sonreír a pesar de todo. Pero, al mismo tiempo, Minho nunca pensó en lo que Jisung podría estar ocultando detrás de esa fachada tranquila. Y mucho menos en la posibilidad de que Jisung hubiera desarrollado sentimientos más profundos por él. ¿Cómo iba a saberlo? La idea de que su mejor amigo pudiera enamorarse de él jamás había cruzado su mente. Nunca había imaginado que el vínculo que compartían pudiera transformarse en algo tan doloroso, tan complejo.

— Jisung... — murmuró Minho, incapaz de articular mucho más. Las palabras se sentían vacías y, a la vez, tan pesadas.

Jisung lo miró fijamente, sus ojos reflejando una tormenta interna que Minho no había logrado comprender hasta ese momento. De repente, el ambiente se volvió denso, pesado, cargado de todo lo no dicho, de todos esos años de sentimientos reprimidos. Jisung respiró entrecortadamente, como si cada palabra que estaba por decirle le costara el alma.

— Tengo odio injustificado en mi corazón, odio sin razón, y eso me convierte en la persona que no quiero ser — comenzó, su voz quebrada, pero decidida —. Odiaba a tu novia solo porque te tenía a ti. La odiaba porque quería toda tu atención. Quería alejarla, pero no fui capaz de hacerlo.

Ahí se percató que Jisung no solo había sufrido en silencio, sino que también había tenido que lidiar con una lucha interna que Minho nunca imaginó que existiera.

Idiota.

— Sé que la amas. Sé que darías todo por ella. Y sé que nada de lo que te estoy diciendo tiene sentido... — Jisung continuó, la tristeza en su voz envolviendo cada palabra.

Minho tragó con dificultad, como si sus propias palabras estuvieran atrapadas en su garganta. Por un momento, se sintió perdido, incapaz de encontrar las palabras correctas.

— No sabía que te sentías así — admitió finalmente, su voz suave, casi inaudible.

Jisung no respondió de inmediato. En lugar de eso, lo miró con una tristeza profunda, casi insondable, como si Minho nunca hubiera estado allí realmente para él.

— Por supuesto que no lo sabías — respondió Jisung, su tono firme, pero cargado de una amarga resignación. — ¿Cuándo fue la última vez que me preguntaste si estaba bien, Minho? Lo que más duele no es que no lo supieras... es que ni siquiera lo intentaste. Y cuando lo hiciste... supongo que era tarde.

La pregunta quedó suspendida en el aire, como un peso pesado que colapsó sobre los hombros de Minho.

— Tampoco quisiste responderme cuando te pregunté — agregó Minho con tristeza en su voz.

— ¿Por qué no me dijiste nada? — preguntó Minho, su voz quebrada por la frustración y el dolor de no haber sido lo suficientemente perceptivo.

Jisung dejó escapar un suspiro, sus hombros encogiéndose levemente como si estuviera dejando ir todo lo que había estado cargando. Sus palabras salieron con una tristeza profunda, como una herida que nunca cicatriza.

— Porque confiaba en ti. No quería lástima, ni rechazo, ni dolor. No quería alejarme de ti, aunque sin darme cuenta, eso es lo que estaba haciendo. — Un bufido salió de su boca, como si intentara liberar un poco de la tensión que se había acumulado durante tanto tiempo. — Además, ¿qué te diría? ¿Hola, Minho, me gustas y me lastima verte siendo feliz con una chica que sé que jamás seré yo?

Minho se quedó en silencio. Una vez más, se encontraba sin palabras. Era la segunda vez en su vida que las palabras se le quedaban atrapadas en la boca.

La primera vez fue cuando Jisung le confesó que era gay y que estaba interesado en otro chico de su salón. En ese momento, Minho no supo cómo responder. Estaba anonadado y sorprendido, y su expresión facial lo reflejaba claramente. El caos interno que experimentó en ese entonces había sido tan grande como el de ahora.

Y ahora, frente a la situación actual, se encontraba en la misma posición, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para consolar a Jisung y enmendar sus propios errores. El miedo lo paralizaba.

— Mi último día aquí quiero recordarlo como el día en el que pude superar mis miedos, expresarte cómo me siento y liberarme de todo lo que me ata a ti.

Las palabras de Jisung lo golpearon en el pecho, dejándolo sin aliento. Era una declaración tan profunda, tan sincera, que Minho no supo cómo reaccionar. ¿Qué podía hacer frente a eso?

— Jisung...

— ¿Es demasiado dramático para un sentimiento que suele ser pasajero, verdad? — Jisung mostró una sonrisa comprensiva con las mejillas sonrojadas. Aunque intentaba restarle importancia con esa sonrisa, sus ojos traicionaban el dolor que había estado guardando tanto tiempo.

Minho no pudo evitar sonreír levemente ante su intento de suavizar la situación. A pesar del dolor que se reflejaba en sus palabras, había algo en la manera en que Jisung trataba de hacer frente a todo lo que sentía que lo conmovía profundamente.

— Tal vez un poco — admitió Minho, formando una media sonrisa, mientras intentaba contener las emociones que comenzaban a desbordarse.

— Así soy, supongo — sus labios se curvaron levemente, como si una sombra de su antiguo yo, ese que nunca había dejado de existir en su interior, lograra asomar. Sus ojos se perdieron en la imagen soleada del lugar, la suavidad del césped verde y los árboles que danzaban suavemente con el viento, como si la naturaleza misma estuviera intentando calmar la tormenta interna que Jisung llevaba dentro. Inhaló profundamente, dejando que el aire fresco llenara sus pulmones, como si pudiera limpiar todo lo que había acumulado en su corazón durante tanto tiempo.

Con un suspiro, aclaró su mente, y por un momento, el peso de sus pensamientos se aligeró. Volvió a la realidad, a la situación que no podía seguir evitando. Recordó que sus amigos lo estaban esperando, que la vida continuaba fuera de ese parque, fuera de esa conversación que le había desgarrado el alma.

— Debo irme, Minho. — La voz de Jisung, aunque tranquila, resonó con una firmeza que sorprendió a Minho. — Gracias por escucharme, gracias por estar a mi lado, gracias por nunca abandonarme... y perdón por tener que hacer esto.


...


— ¿Qué pasa si un día uno de los dos se va?

— No lo haremos.

— ¿Por qué?

— Por que tú eres Jisung, y yo soy Minho, y los mejores amigos siempre deben estar juntos.


...


— Adiós, Minho.

Con una última mirada hacia su ahora ex mejor amigo, Jisung comenzó a alejarse. Cada paso parecía más pesado que el anterior, pero su determinación era inquebrantable. Sabía que esta era la única manera de sanar, aunque el dolor que lo acompañaba era casi insoportable. No se atrevió a mirar atrás, temiendo que si lo hacía, cedería a la tentación de correr hacia él, abrazarlo y pedirle perdón por todo. Pero no podía. No debía. Esto era lo que necesitaba, aunque su corazón gritara lo contrario.

Perdón, Minho. Perdón, perdón, perdón.

Mientras caminaba entre los árboles y flores que adornaban el parque, su figura se desvanecía poco a poco, la distancia entre ellos se hacía cada vez más grande. En su mente solo resonaba una pregunta sin respuesta: ¿sería capaz de superarlo alguna vez?

Dejando atrás la sombra de lo que alguna vez fue su amistad, Jisung se alejaba, enfrentando la despedida más difícil de su vida. La despedida de su primer amor. La despedida de Minho.

— Adiós, Jisung.

Esas palabras quedaron atrapadas en la garganta de Minho, mientras lo observaba alejarse, casi como si su mejor amigo fuera una parte de él que se desvanecía en el horizonte. No pudo articular nada más, solo quedó ahí, de pie, inmóvil, mirando la figura de Jisung que se desvanecía con cada paso que daba.

Su voz fue un susurro inaudible, pero su mente era un caos. Sus manos temblaban, el nudo en su garganta se hacía más fuerte con cada segundo que pasaba. Sus ojos se llenaban de lágrimas, pero él no las dejaba caer, las retenía con todas sus fuerzas, como si la tristeza pudiera destruirlo por completo.

"Estúpido... podríamos haberlo superado juntos", pensó con rabia. "Podríamos haberlo logrado, estoy seguro." Pero sabía que ya era demasiado tarde. Ya no podía hacer nada, no cuando Jisung había tomado la decisión de irse, de dejar todo atrás para tratar de sanar. Y por más que quisiera detenerlo, ya no tenía opción. No cuando lo único que deseaba era que su mejor amigo encontrara la felicidad, aunque eso significara perderlo para siempre.

"Más te vale superarme y ser feliz, Jisung. Porque te buscaré, eso tenlo por seguro... Porque, aunque no lo supieras, siempre fuiste mi primera opción, incluso cuando estaba con ella."


...


Te amé, te amo y te amaré. Sí, eso es lo último que diré.

¿Enamorarme de ti? Ja. Enamorarme de ti no estaba en mis planes, pero ¿cómo no hacerlo? Eras todo lo que quería a mi lado. Eras mi amigo, mi compañero, mi primer amor en tantas formas.

Pero llegó un punto en el que entendí que ya no podía aferrarme más a ti. No podía seguir aferrándome a este sentimiento inexplicable que, al mismo tiempo que me llenaba, me hacía daño. No podía seguir callando, ocultando lo que sentía por miedo a hacerte daño, a que nuestro vínculo se rompiera. El silencio se convirtió en una carga pesada y mi corazón en un prisionero.

No fuiste un error, Minho, fuiste una lección difícil: a veces el amor no es correspondido, a veces el amor duele porque se queda atrapado entre lo que somos y lo que desearíamos ser. Fue ingenuo pensar en un hermoso romance, pero en este caos encontré algo genuino. Algo que me permitió aprender, crecer y comprender que no todo en la vida tiene que ser correspondido para ser verdadero.

Así que sí, conocerte fue lo peor o lo mejor que me pasó en la vida, no lo sé con certeza, pero definitivamente lo convirtió en algo hermoso. Un amor que nunca fue, pero que dejó huella, algo tan real en mis sueños y tan distante en mi vida cotidiana. Un amor unilateral. Un amor que supe que nunca tendría respuesta, pero que al final de cuentas, es parte de mi historia.

Hoy no me diste tu suéter, y no lo recibiré. Mañana no tendré tu sonrisa ni tus abrazos, esos momentos que siempre esperé. Ya no recibiré tus mensajes ni veré tus tatuajes. Porque te obligué a dejarme ir, y me fui. Y lo hice porque, aunque me doliera, era lo que necesitaba hacer para seguir adelante.

Te extrañaré, Minho.

Atte. Jisung, tu mejor amigo.

Pd. Tengo otro suéter, es negro, me gusta, y lo recibí con una sonrisa. Por alguna razón, me recordó a ti.



FIN.

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