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*ੈ✩𝐂𝐡𝐚𝐫𝐩𝐞𝐫 20⋆ ☄.
-ˋˏ Extraño ˎˊ-
↪ El aire viciado del sórdido bar se espesaba con la tensión. Kayden, maniatado a una silla destartalada, sentía sobre sí la mirada colectiva de los villanos. Su aburrimiento inicial se había transformado en una creciente irritación. El techo, con sus grietas y manchas de humedad, era un lienzo mucho más interesante que las caras que lo rodeaban. Sin embargo, era imposible ignorar la intensa mirada de Shigaraki, cuyos ojos, rojizos y penetrantes, parecían quemarle la piel desde el otro lado de la barra.
—Entonces, se dejó atrapar, eso se escucha estúpido—Comentó Dabi, clavando una mirada inquisitiva en Mr. Compress.
Kayden, sin apartar los ojos del techo, respondió con una mezcla de desdén y desafío:
—Créeme que he hecho cosas peores—Luego, con una sonrisa pícara, giró la cabeza para mirar a Shigaraki—¿Y bien? ¿Vas a seguir devorándome con la mirada, o prefieres que me desnude para que te deleites?
Kayden, con una sonrisa burlona que irritaba a Shigaraki hasta la médula, esquivó por poco el vaso que este le lanzaba.
—Cállate—Gruñó Shigaraki, su ceño fruncido denotando una ira contenida—Tu sola voz me irrita.
—Así nunca podremos tener una relación estable—Se burló Kayden, soltando una risa burlona—Ahora puedo ver mucho mejor tu rostro, dejaste a papi durmiendo.
Shigaraki se puso en pie de un salto, derribando la silla con un estruendo que resonó en el bar. Su rostro se contorsionó por la ira, los ojos destellando con una furia que amenazaba con consumirlo. Pero antes de que pudiera dar un paso más, Kurogiri se interpuso en su camino, su figura imponente, proyectando una sombra alargada sobre el suelo.
—Shigaraki, recuerda el plan—La voz de Kurogiri era suave, pero firme—Él puede ser un poderoso aliado.
—Mamita, le sobó la cabecita al pequeño rebelde—Dijo Kayden ladeando la cabeza, observando cómo Shigaraki apretaba los puños con frustración—Esto es divertido, aunque tus... raros sirvientes, son algo callados.
—No somos sus sirvientes, mocoso—Espetó Spinner, cruzándose de brazos con una mueca de desdén.
—Si como sea—Dijo Kayden, barriendo el lugar con una mirada despectiva. Luego clavó sus ojos en Shigaraki—¿Necesitas algo de mí?
—Quiero que te unas a mí, Kayden—Respondió Shigaraki con voz grave, su mirada fija en el otro.
—¿Qué? Lo siento, no te escuché bien. ¿Podrías repetirlo un poco más cerca?—Insistió Kayden en un tono calmado. Shigaraki permaneció inmóvil—Vamos, acércate, no muerdo a menos que tú quieras que muerda.
Kayden permaneció inmóvil, su silencio más ensordecedor que cualquier grito. Con un movimiento fluido y preciso como el de un felino, se puso de pie. La soga que lo aprisionaba se desintegró en el aire, como si el mero contacto con él la hubiera consumido. El ambiente se cargó de tensión, y se intensificó cuando el resto de los villanos intentaron atacarlo, pero estos se vieron atraídos por una fuerza desconocida que los dejó pegados contra las paredes.
Shigaraki, alarmado por la repentina demostración de poder, se abalanzó sobre Kayden. Pero fue como si el tiempo se hubiera detenido. Con una agilidad sobrehumana, Kayden interceptó el ataque de Shigaraki, atrapando su brazo y retorciéndolo con una fuerza brutal. Un golpe certero con la rodilla impactó en el estómago del villano, haciéndolo doblarse de dolor y caer al suelo, expulsando un raudal de tos convulsa.
—Solo son niños, intentando ser villanos—Murmuró Kayden mientras soltaba un suspiro—No me gusta ser una persona agresiva, pero ustedes se lo buscaron.
—Parece que el cachorrito mostró los dientes—Replicó Dabi con su habitual tono burlón.
Kayden, sin inmutarse, se acercó a Dabi y lo tomó de la barbilla, sus ojos fijos en los del villano.
—Cachorrito, ¿eh? No, mi querido y quemado amigo, soy todo menos un cachorrito. A diferencia de ti, que a través de tus ojos puedo notar aquel miedo que ocultas con tantas ganas.
Toga soltó una carcajada, divertida por la tensión que se palpaba en el aire, comentó:
—Eres muy divertido, Kayden.
Kayden, soltó a Dabi, se giró hacia Toga y tomó sus mejillas.
—Y tú eres la chica más linda que hayan visto mis ojos—Dijo, su voz suave pero con un filo de desafío—Y adoro tu cabello.
Shigaraki se incorporó, con dificultad, el dolor punzante en su estómago, obligándole a doblarse hacia delante. Sus ojos se clavaron en Kayden. La mano izquierda, temblorosa, presionaba contra su estómago.
—Así que este es tu verdadero rostro—Murmuró Shigaraki, su voz ronca y áspera—No me sorprende que estés destinado a causar tanto caos como yo.
—¿Caos? Ese es tu juego, Shigaraki, no el mío—Kayden se agachó, acercando su rostro al del villano con una sonrisa—Haz lo que quieras con esta ciudad, pero no me arrastres a tu juego.
—Tú serías perfecto para eliminar a All Might—Dijo Shigaraki mientras las manos de Kayden acariciaban sus mejillas.
—Lo sé, soy perfecto en todo, pero no quiero hacerlo—Kayden sonrió con arrogancia, pero sus ojos reflejaban una profunda oscuridad—Porque si elimino a All Might, también tendría que eliminar a All For One. ¿No crees que eso sería mucho más satisfactorio? Después de todo, ver a los villanos y héroes caer en un mismo abismo es un final que nadie espera.
Un silencio sepulcral descendió sobre el bar, interrumpido solo por las respiraciones agitadas de los presentes. Shigaraki, con la mirada perdida, aún sentía la marca de los dedos de Kayden en su rostro. Al soltarse, el joven se retiró del lugar con una calma que rozaba la indiferencia. El sonido metálico de la puerta al cerrarse fue como un disparo, liberando a los villanos del extraño poder que los había inmovilizado.
Dabi, con una sonrisa que irradiaba una malicia casi infantil, dirigió la mirada hacia la puerta. Detrás de él, Toga y Mr. Compress, igual de fascinados, completaron el cuadro. Los tres, cautivados por una extraña mezcla de admiración y morbosa curiosidad, habían quedado prendados de Kayden. El joven había conseguido, de alguna manera, tocar una fibra sensible en cada uno de ellos, despertando en sus retorcidos corazones una conexión inesperada.
↪ Era un mundo alucinante, un despropósito visual que desafiaba toda lógica. Islas colosales, como fragmentos de un cielo desgajado, flotaban en un espacio sin gravedad, orbitando una masa central que eclipsaba todo lo demás. La luna y el sol, dos astros opuestos, coexistían en un mismo plano, creando un espectáculo celestial sin precedentes. Los colores, en lugar de contrastar, se fundían en una armonía surreal, pintando un lienzo cósmico que hipnotizaba y desconcertaba a partes iguales.
El desconcierto era palpable en cada rostro. Los estudiantes de la Clase A, los de la Clase B, los héroes profesionales, todos mostraban una mezcla de asombro y preocupación. Aizawa, con su habitual frialdad, parecía el único inmune a la confusión general, pero sus ojos, por primera vez, reflejaban una genuina perplejidad.
—Este es un hermoso lugar—Exclamó Momo, sus ojos recorriendo el paisaje.
—Es precioso, no lo niego—Admitió Jiro, compartiendo la admiración de la chica—¿Alguien tiene idea de dónde estamos?
—Todos aparecimos de un segundo a otro en este lugar. Es como si nos hubieran teletransportado—Dijo Sero rascándose la cabeza—Lo único que recuerdo es una intensa luz dorada y luego desperté aquí.
Denki asintió y, ante lo mencionado, dijo:
—A mí me pasó lo mismo. Lo extraño es que Kayden no esté con nosotros. ¿Dónde estará?
—Cierto, ¿por qué mi bro no está aquí?—Dijo Kirishima, frunciendo el ceño.
—No creo que él se atreva a aparecer—Mencionó Midoriya, captando la atención de todos—Después de todo, fue él quien nos trajo hasta aquí.
Todos guardaron silencio. Bakugo se acercó, el ceño fruncido, espetó:
—¿A qué mierda te refieres con eso, Deku?
Midoriya evitó su mirada.
—No pensé que él haría algo así... Me dijo que se encargaría, pero no imaginé que se sacrificaría por nosotros.
Todos guardaron silencio. Bakugo apretó los puños, su orgullo herido a flor de piel, y aunque las palabras ardían en su lengua, se limitó a desviar la mirada, su frustración hirviendo a fuego lento. Aizawa, por su parte, soltó un suspiro resignado. Conocía a Kayden lo suficiente como para saber que su determinación podía ser terca, pero jamás imaginó que llegaría a tanto. Mientras tanto, fuera de aquel mundo, Kayden se detuvo ante la imponente entrada de la U.A. Allí, su padre lo esperaba. Los brazos cruzados a la espalda y una expresión impasible delatan una calma inquietante.
Kayden esbozó una sonrisa enigmática y dirigió su mirada hacia la puerta de madera, antigua y desgastada. Con un gesto suave de su mano, la pesada puerta comenzó a abrirse lentamente, revelando a Aizawa. El rostro del maestro se contorsionó en una expresión de sorpresa ante el inexplicable suceso, sobre todo cuando se encontró con la mirada de Kayden.
—Hola, sensei—Kayden sonrió ladeando la cabeza, sus ojos brillando con curiosidad—¿Le gustó ese pequeño mundo que creé?
Aizawa lo observó un momento antes de responder, una leve sonrisa curvando sus labios.
—Es extraño y lindo... como tú, Kayden.
Aizawa se desplazó de repente. Antes de que cualquiera pudiera reaccionar, un grupo de estudiantes se abalanzó sobre Kayden, envolviéndolo en un abrazo grupal. Kirishima y Denki, a la cabeza, exclamaron:
—¡Bro, creímos que te habías ido!
Kayden, con el ceño fruncido, los apartó con un:
—¡Idiotas! ¿Acaso pensaban que iba a morir? Yo soy el gran Kayden, ¡nada puede conmigo!
—Kayden...
El llamado heló a Kayden. Kirishima y Denki retrocedieron sobresaltados. Girando sobre sus talones, se topó con la mirada fulminante de Bakugo, que sin mediar palabra lo golpeó en la cabeza.
—¡Idiota egocéntrico, nadie pidió tu ayuda!—Espetó Bakugo, la irá chispeando en sus ojos—¡La próxima vez que intentes algo como eso, te mataré yo mismo!
Kayden se frotó la sien, sintiendo un leve dolor punzante. Shoto, con su cabello bicolor, se acercó y apoyó su cabeza en el hombro de Kayden. El joven Todoroki, a pesar de su naturaleza reservada, siempre tenía la valentía de acercarse. Kayden sonrió con ternura, entendiendo a la perfección el lenguaje silencioso de Shoto.
—Parece que este incidente, no fue tan grave—Comentó Aizawa colocándose junto a Nezu.
—Esto aún no ha terminado, Aizawa. Hablaré en privado con Kayden al respecto—Dijo con calma, pero su tono transmitía determinación—Por cierto, pasaré por alto tu evidente coqueteo con mi hijo.
Aizawa desvió la mirada, enrojeciéndose levemente. La situación lo había superado, arrastrándolo a un terreno desconocido. Nezu, sin embargo, mantuvo su enigmática sonrisa, sus ojos brillando con una comprensión que parecía trascender el momento.
𝐀𝐔𝐓𝐇𝐎𝐑'𝐒 𝐍𝐎𝐓𝐄/~♡
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