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🌜SIETE🌛

Faltaba sólo una clase para que el día terminará, Taehyung y Jimin se dirigían junto con Jungkook al gimnasio dónde los esperaba el maestro de educación física, un hombre alto, de piel blanca y ojos negros que te podían dar escalofríos si lo hacías enojar, o ser tan dulces y tranquilos cuando estaba de buen humor.

—Muy bien jóvenes, hoy la clase será más dinámica, van a correr por esta pequeña pista de obstáculos y al finalizar tendrán que entregarme una de las banderas que se encuentran al final.

Todos se quejaron, pues lo que para el maestro era una pequeña pista, abarcaba toda el área del gimnasio y entre subidas, bajadas y saltos sería agotador, todo parecía ir en orden, hasta que un momento en que Jimin estaba sobre un cajón apunto de saltar al siguiente un empujón en su espalda lo hizo tambalearse, a punto de caer sintió unos brazos sujetarlo, y al maestro decir que tuviera cuidado.

Pero lo que lo alteró, fue el fugaz brillo rojo que cruzó por los ojos del maestro y ver cómo se relamía los labios.

—¿Te encuentras bien?

—S...si, gracias.

—Debes de tener cuidado, o podrías lastimarte.

Las palabras del alfa causaron un escalofrío en Jimin y una sensación de incomodidad le recorrió el cuerpo, después de eso lo soltó y continúo con el recorrido, pero durante el resto de la clase podía sentir la mirada del alfa sobre él.

Jungkook notó sus nervios y se acercó a él.

—¿Todo bien? Ví que te tropezaste, te encuentras bien.

—Sí, estoy bien — mintió Jimin, no queriendo preocupar a su alfa.

—Mmm, ok —Jungkook no le creyó del todo, se le notaba ansioso y su olor a miedo aunque sutil, se sentía claramente.

—Joven Jeon, le voy a pedir que deje en paz al omega y continúe el recorrido, ya tendrá tiempo más tarde para coquetear.

Las palabras del maestro resonaron a sus espaldas, y se giró para ver de frente al profesor. Ese alfa nunca le había caído bien, había llegado a la manada tres años atrás y por más que lo investigo y que se suponía que todo estaba bien, algo en él no terminaba de gustarle.

—No estoy coqueteando señor, estoy cuidando de mi omega.

—Su omega... Ya veo. Pues no me importa, continúe con la clase o lo sancionaré.

La mirada de Jungkook se oscureció, pero no dijo nada más, tomó a Jimin del brazo y lo animó a seguir con lo que les restaba del recorrido.

Ahora era Jungkook el que sentía la mirada del maestro sobre su espalda, y sus sentidos estaban todos en alerta. Tanto que leves rugidos salían de su garganta, Jimin lo notó y tratando de calmar a Jungkook y de forma inconsciente liberó un poco de su aroma.

De pronto todo el gimnasio estaba impregnado del más exquisito aroma, todos se detuvieron al sentirlo, los alfas buscaban como locos ese aroma tan embriagante y los omegas sé sintieron minimizados ante él, Jungkook se alertó, y tomó a Jimin del brazo con fuerza.

—Jimin, que has hecho por qué liberarse tu aroma.

—No... no fue intencional, mi lobo quería calmar al tuyo.

Ambos estaban nerviosos, aunque sólo había sido algo mínimo y que duró sólo unos momentos, el aroma de Jimin había logrado alterar a toda la clase. Jungkook no dejaba de sorprenderse del poder que tenía Jimin sobre los demás, con sólo un poco de su aroma.

Lo que ninguno de los dos sabía, era que ese pequeño incidente había confirmado las sospechas de cierto alfa que había llegado a ese pueblo persiguiendo una leyenda, que al parecer era cierta y que acababa de encontrar.

Jimin estaba consciente de que había cometido un error, pero fue algo que no puedo controlar su lobo actúo por su propia cuenta a sentir el enojo de Jungkook, se sentía alterado, nervioso y preocupado pero sobretodo con mucho temor pues lo que menos quería era tener que huir, no ahora que empezaba a sentirse feliz.

Sabía que tarde o temprano tendría que hablar con Jungkook al respecto, pero ¿cómo decirle que él formaba parte de esa leyenda que les había contado su profesor de historia? ¿Cómo decirle que él era un hijo de la luna y que su sangre representaba su maldición?

Jungkook podía sentir el miedo y la preocupación que embargaban en esos momentos al omega, sabía que tenían que hablar al respecto, había llegado el momento de aclarar las cosas y dejarle claro a Jimin de que no estaba solo, que él lo protegería.

—Jimin, creo que debemos hablar.

Las palabras de su alfa lo pusieron en alerta, sabía que tenía que decirle, lo había sabido desde el momento que aceptó que era su destinado, pero no había esperado que fuera tan pronto, sólo rogaba por qué no saliera huyendo dejándolo solo.

—Si, debemos hacerlo, pero no aquí, ¿te parece si me llevas a la cabaña del lago?

—Sí, también lo había pensado, vamos a cambiarnos y nos vamos.

El camino a la cabaña lo hicieron en silencio, cada uno hundido en sus propios pensamientos sobre lo que dirían en cuanto llegarán. Jimin le había pedido a Taehyung que lo viera en su casa más tarde y le llamó a Jin para pedirle lo mismo, si quería quedarse ahí tendría que aprender a confiar, y era justo que Taehyung supiera su secreto también.

Cuando llegaron, ambos se bajaron de la moto e hicieron el recorrido que faltaba a pie como el día anterior, iban tomados de la mano, en cuanto entraron en la cabaña Jimin suspiró, había llegado el momento. Ambos se sentaron en un pequeño sillón y se miraron.

—Jungkook, hay algo que no sabes de mi y que es necesario que lo sepas, no sólo por que eres mi destinado, sino por qué de eso depende qué lo nuestro tenga futuro o no.

—Jimin, ya lo sé — soltó Jungkook de golpe, no era necesario que Jimin explicará algo que ya sabía, ahora lo importante es como lo afrontarían.

—¿Qué? ¿Cómo que lo sabes? ¿Qué es lo que sabes?

—Tranquilo, te lo voy a decir.

—Ayer cuando les dije a mis padres que tú eras mi destinado, mi padre me habló de lo que eres. Al principio no creí, pero después recordé las palabras que me dijiste en la azotea de la escuela, tus lágrimas cuando el maestro contó la leyenda, y el aroma que percibí aquel día cuando te ví convertido en lobo.

Jimin escuchaba sin dar crédito a qué Jungkook lo subiera y no hubiera salido huyendo, o... ¿acaso quería el poder de su sangre?. No esa era una tontería, era su alfa, no podía desconfiar de él.

—¿Y no te asusta lo que soy? ¿Lo que puedo causar?

—Jimin, escúchame bien, eres mi omega destinado y amo todo lo que tú eres, y una simple leyenda no me hará salir huyendo, no soy un alfa cobarde y si tú madre quiso que yo fuera el elegido para cuidarte y protegerte lo haré gustoso.

—Pero, la otra parte de la leyenda, la que habla de la marca.

—Sobre eso ya encontraremos la forma, por el momento no pienso arriesgarme a hacerte daño, no se que pueda pasar ahora sí intento marcarte, pero lo que si se es que no necesito una marca para saber que tú eres mío y yo soy tuyo, y que nada nos va a separar.

Jimin se abrazó a él.

—Tengo miedo Jungkook, tú viste como se pusieron todos en el gimnasio, y eso que sólo fue un poco de mi aroma, ¿y si alguno descubre lo que soy? odio mi aroma, ¿por qué no puedo tener uno normal como cualquier otro omega.

—Tu aroma es perfecto como tú, y yo no lo odio, no sabes cómo me gustaría poder sentirlo más, desde la primera vez cuando lo percibí, supe que era algo especial aún antes de verte, me sentí transportado a la gloria.

—¿De verdad no te desagrada?

—Como podría, si fue como sentir todos los aromas de la naturaleza al mismo tiempo, se sintió como una noche lluviosa, como tierra mojada y plantas bañadas en rocío.

—Petricor.

—¿Que?

—Ese es mi aroma, a petricor.

—Nunca antes había escuchado de ese tipo de aroma.

—Ese es el nombre que recibe la tierra mojada.

—Ok, pues es el aroma más perfecto que puede existir.

Jimin sonrió haciendo que sus hermosos ojos se cerraran, se sentía feliz de escuchar las palabras tan lindas de su alfa. Seguía recargado sobre su pecho mientras que Jungkook lo abrazaba, ambos miraron por la ventana.

—Sabes, este es el mismo lugar de la leyenda.

Jimin despegó su cuerpo de él para mirarlo.

—¿Cómo?

—Aqui fue donde mi antepasado conoció a la diosa Luna, mi abuelo me lo dijo. Desde niño me contaron la leyenda, no sólo por qué es parte de la historia del pueblo, sino por qué es parte de mi familia, según me dijo mi abuelo, después de la muerte de aquel omega que era como tú, mi antepasado entró en depresión se quería dejar morir, hasta que una noche la diosa lo visito en sueños y le pidió perdón por todo y le dijo que tenía que ser fuerte, pues su destino aún no había terminado.

Jimin escuchaba atento, por primera vez tenía la oportunidad de escuchar un poco más sobre su propia leyenda y sobre lo que había pasado con los implicados en ella.

— Después de eso, mi antepasado volvió a tomar su lugar como futuro líder y conoció a una omega, que al parecer era su verdadera destinada, se casaron y tuvieron más hijos, con el tiempo él se convirtió en el líder de la manada y la hizo más grande y más fuerte, y también se encargó de que todos conocieran su historia, para que si alguna vez alguien se volvía a cruzar con la diosa o con un omega como su hijo, no ocurriera la misma desgracia. Siempre se nos ha inculcado a todos los alfas que debemos de proteger a los hijos de la luna, y mira quién me iba a decir que si iba a terminar protegiendo a uno, y que sería mi destinado.

—Ahora entiendo por qué mi padre quiso venir aquí, y por qué me dijo que sabía que aquí yo estaría a salvo y protegido.

—Asi es mi lindo omega. Todo estará bien.

Con las cosas aclaradas ambos se sentían más tranquilos, claro que aún tenían la preocupación de la marca, pero preferían no pensar ello por ahora.

Llegaron a casa del omega dónde ya lo esperaban Jin y Taehyung.

—Vaya que tardaron, tenemos quince minutos sentados aquí esperando —se quejo Tae en cuanto ambos bajaron de la moto.

—No te quejes Kim, o le diré a tu hermano que no te lleve al lago este fin de semana.

—No me importa, Hobi me llevará de todas maneras

—Aish, se me olvidaba que tienes en tus garras a mi amigo.

—Ya dejen de discutir los dos —dijo Jimin cayandolos a ambos —. Tienen que aprender a convivir, tú eres mi amigo Tae y no quiero alejarme de ti, porque no te llevas con mi alfa y tú tienes que aprender a llevarte bien con mi amigo — dijo mientras los señalaba a cada uno con expresión sería.

Alfa y Omega asintieron, haciendo una tregua, después de todo ahora tenían más en común, pues los dos querían a Jimin, cada uno de diferente forma, pero lo querían al final de cuentas.

Jin sólo sonreía, se alegraba de ver a su amigo así de contento, saber que ya no estaba tan sólo como antes, cuando sólo estaba él para acompañarlo, nunca había sabido si era por lo que era, pero Jimin tenía el poder de atraer a todos a su alrededor y que lo quisieran proteger, así como él lo había hecho en su momento.

—Vamos, ya entremos que muero de hambre —dijo Jin rompiendo el momento.

—Yo me voy, tengo cosas que hacer.

—¿No puedes quedarte? — preguntó Jimin haciendo un puchero.

—Si quiero, pero hoy abra una reunión de los ancianos de la manada, y como hijo del líder, y encargado de proteger a la manada tengo que estar ahí, también irán Hobi, Yoongi, Nam y los demás miembros de la guardia, pero te prometo que en cuanto termine vengo a buscarte, es más que les parece si nos reunimos todos en la cabaña, y hacemos una pequeña fiesta, para celebrar.

—¿Que vamos a celebrar? — preguntó Jimin.

—Que te encontré, que Tae y Hobi por fin ya están juntos, y que ahora hay otro miembro en la manada —dijo señalando a Jin.

—Ok, me agrada la idea, ¿que dicen ustedes?

—Por mi está bien, me gustaría conocer a los amigos de mi primo —dijo Jin.

—Por mi también, le diré a Hobi que me lleve.

—Ok, entonces yo lo hablaré con ellos ahorita que los vea.

La pareja se despidió con un beso y Jungkook se fue, dejando a los tres omegas solos.

Jin había insistido en hacer él la comida, y Jimin y Tae no lo impidieron, Jimin por qué amaba la comida de su amigo y Tae por qué la cocina y él no se llevaban bien.

—Esto estuvo delicioso —dijo Tae recargando su cabeza en la silla mientras sonreía —cocinas realmente riquísimo.

—Gracias — contestó Jin apenado — no me considero muy bueno, pero desde niño siempre se me ha dado la cocina.

—Como de que que no eres bueno, si cocinas riquísimo Jin —le dijo Jimin sonriendo.

—Es más, tan rico lo haces que puedo apostar que tu comida le gustaría al fastidioso de mi hermano, él es súper quisquilloso con la comida, siembre se queja con nuestra madre por algo.

—Si dices que es tan especial con la comida, dudo siquiera que pruebe algo que yo cocine cuando ni siquiera me conocé —le contestó Jin mientras se levantaba y comenzaban a recoger los platos.

—¿Y si hacemos galletas y las llevamos a la cabaña para que las prueben? — sugirió Jimin de pronto.

—Claro, así te puedo probar que tu comida le puede gustar al más sangrón de los alfas — dijo Taehyung mientras reía y les regalaba una de sus particulares sonrisas cuadradas.

—Mmm, ok. Pero antes, ¿Jimin que era eso que querías decirnos? —dijo Jin girando su cuerpo para quedar de frente a él.

—Mmm, pues... Creo que Taehyung debe de saber mi secreto, y quería que tú estuvieras aquí.

Tae miraba interrogante a Jimin.

—¿Secreto? ¿Qué secreto?

Jin tomó la mano de su amigo.

—¿Estás seguro?

—Sí, Jungkook ya lo sabe y creo que Tae como mi amigo debe de saberlo, aquí son más abiertos y creyentes de lo que soy, tengo la confianza de sentirme más cómodo de hablar.

—Muy bien, si tú asi lo quieres adelante yo te apoyo.

—Alguien me puede explicar que pasa, ¿de que secreto hablas Jimin? ¿Por qué dices eso? No estoy entendiendo nada.

Taehyung lo miraba haciendo un puchero y con ojos de perro degollado, Jimin lo tomó por la mano y lo llevo hasta el salón donde después de tomar haciendo le contó su historia.

Con cada palabra que salía de la boca de Jimin, Taehyung se sorprendía cada vez más. Y para cuando su amigo terminó de hablar, no le cabía duda alguna de que lo que le decía era verdad, él mismo había escuchado la leyenda miles de veces y también había escuchado a su padre decirle a su hermano que su obligación como alfa era proteger a esos omegas si algún vez se cruzaba con alguno.

Y por otro lado él mismo había percibido el aroma tan peculiar de Jimin en el gimnasio, había sido impactante que cuando sintió el aroma, su lobo se inclinó frente a él como sí estuvieran frente a una deidad o algo parecido, y ahora entendía que sí. Estaba frente a un hijo de la luna.

—Wow, esto es increíble, jamás pensé que conocería a un hijo de la luna — habló por fin sin dejar de sentirse emocionado por la noticia.

Pero su emoción se fue al darse cuenta de la realidad que vivía su amigo.

— Perdón, que tonto soy, yo aquí todo emocionado por saber que eres un hijo de la luna sin ponerme a pensar en todo por lo que has pasado, soy un insensible.

—No te preocupes, no pasa nada, ¿Que tan seguido puedes decir que conociste al personaje de una leyenda? —dijo Jimin tratando de bromear con su amigo y sintiendo por primera vez que lo que era no le pesaba ahora que tenía con quién compartirlo.

—Venga, platiquemos mientras cocinamos, que tenemos unas galletas que hacer —dijo Jin y los tres se pusieron de pie y caminaron a la cocina.

Mientras cocinaba, hablaban y reían, Jimin se olvidó de sus miedos, por fin había encontrado un lugar al que llamar hogar, y era feliz.


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