Cuando se está en una relación por primera vez muchos nervios aparecen al igual que muchas acciones cariñosas.

Ya sea tomarse de las manos, abrazos, apodos, cuidados matutinos, besos en la mejilla.

Pero había algo que pasaba por la mente de cierto chico pelinegro.

Un beso en los labios.

Siempre había bromeado con su novio sobre callarlo a besos pero nunca lo hacía, la sola idea de realmente besarlo lo ponía nervioso de cierto modo. Y a si vez le daba vergüenza no besar bien.

── Buenos días lindo ──

La voz de Conter lo saco de sus pensamientos, se levantó de su silla y camino a el para sostener a su amado, beso sus párpados y dio una sonrisa.

── Buenos días boludo, ¿Dormiste bien? No dejabas de roncar ──

── Cállate, ayer fue mucho trabajo hacer los corrales para los animales ──

Una risa ronca salió de spreen, haciendo temblar su cuerpo mientras abrazaba a Conter.

Nuevamente el pensamiento del beso paso por su cabeza.

¿Qué pasaría si lo besara ahora?

Por instinto tomo el rostro de su novio entre sus manos con suavidad, se acercó a el y rozo sus labios contra los del albino

Hasta que finalmente se creo un beso.

Un beso que fue demasiado corto ya que los nervios del albino ganaron y le dio un golpe a Spreen

── ¿¡Qué te pasa animal!? ¡Al menos avísame! ──

Mientras la pareja tenía una mini discusión, Amílcar y Gonchi habían visto todo.

Goncho se echó a reír mientras miraba como a Amílcar se le caían las galletas de la mano.

── ¡Siempre ganó las apuestas boludoooo! ──

Extra