ɪ: "ɪɴᴠᴏᴄᴀᴄɪóɴ".
"Dominique-nique-nique era, simplemente, un pobre caminante que iba cantando. En todos los caminos, en todas partes, solo hablaba del buen Dios. Solo hablaba del buen Dios. Cierto día, un hereje le arrojó unas zarzas, pero nuestro padre Dominique le convirtió con su alegría. Dominique-nique-ni..."
La Francesa y religiosa melodía resonaba en el comedor de aquel humilde y protegido hogar. Estaba a todo volumen, y se había repetido tantas veces que la familia entera se la sabía de memoria. Hye y Jiwoo Han lavaban los platos sucios entre pequeños tarareos algo desafinados mientras Han Yong Hwa bendecía el hogar entre murmullos bajos. No era una sorpresa para absolutamente nadie el saber que todos los días era la misma historia.
Misma rutina, misma protección de Dios...pero diferente bando.
Pues Han Jisung, el menor de la casa, se encontraba encerrado en su habitación, la cual era la única que quedaba en el sótano, y mientras todos creían que estaba estudiando, o tal vez orando y repasando la biblia, lo que realmente estaba haciendo era totalmente inesperado, hasta para él mismo.
Se encontraba en el baño de su habitación, con la tina llena de agua caliente, cuatro velas rojas en cada esquina de ésta, encendidas y a oscuras, completamente.
Él estaba tan solo en ropa interior, dentro del agua y con su suave y pálida piel ardiendo como el infierno. Su respiración se encontraba algo entrecortada, pero intentaba calmarse a sí mismo mientras llevaba su trasero a la punta del fondo de la tina.
Se hizo hacia atrás, sosteniéndose con sus manos para que todo su cuerpo a excepción de su cabeza estuviese hundido, cerrando sus ojos e inhalando profundamente antes de exhalar con lentitud, repitiendo una y otra vez aquel ritual que se había aprendido de memoria.
"Eres el rey de las tinieblas, y te entrego mi cuerpo,
para que elijas mi destino hoy.
Eres el rey de las tinieblas, y te entrego mi vida,
para que elijas mi destino hoy.
Eres mi rey de las tinieblas, y te entrego mi alma,
para que elijas su destino hoy."
Lo repitió seis veces antes de, sin tomar ni un poco de aire, llevar su mano a su nariz y sumergirse completamente bajo el agua. Soltó algunas burbujas cuando apartó la mano que bloqueaba sus fosas nasales, dejándola a los lados de su cabeza e intentando ignorar los fuertes latidos de su corazón con el sonido del agua en sus oídos.
Intentando resistir ante la falta de aire, hizo lo posible para mantener su cuerpo en el fondo de la tina, abriendo sus ojos entre dolorosos parpadeos e intentando acostumbrarse al leve ardor mientras notaba como las luces de las velas continuaban intactas. Su pecho ardía, le urgía tomar una gran bocanada de aire, pero cuando estuvo a punto de creer que todo era una perdida de tiempo y salir, notó el fuego del pabilo parpadear antes de esfumarse, dejándolo completamente a oscuras.
Estaba funcionando.
Sintió su corazón dar un vuelco a la par que el poco aire en su pecho escapaba por su nariz, preso del pánico. ¿Realmente estaba sucediendo? ¿Era real? Un cosquilleo se hizo presente en su pecho y, luego de contar hasta seis, intentó salir de debajo del agua.
<< Tiene que funcionar, tiene qué. >>
Sin embargo, su cuerpo jamás ascendió, y sintió como si algo más pesado y cálido estuviese sobre sí, hundiéndolo nuevamente hasta el fondo de la tina. Ni siquiera podía arquear su cuerpo, y el terror provocó que sollozase en seco, soltando el poco aire que había estado soportando en sus pulmones. Solo faltaba perder el conocimiento: Iba a morir, no debió hacerlo.
Cuando ya no pudo soportarlo más, incluso antes de inhalar profundamente bajo el agua, perdió la conciencia.
Desgraciadamente y, al parecer, murió.
🌹
Despertó lentamente, con su cuerpo adolorido, ardiendo en el –ahora– frío del agua, y sintiéndose terriblemente mareado. El sonido lo dejaba un poco más torpe, su visión volvía poco a poco, muy lentamente y, a pesar de la nubosidad del agua, podía notar que la luz del baño estaba encendida.
...un momento.
¿Qué hacía aún debajo del agua?
La desesperación provocó que saliera a la superficie de inmediato, sentado, y apenas lo hizo no dudó en comenzar a toser histéricamente, escupiendo agua entre dolorosas arcadas que provocaban fuertes espasmos en su pecho.
Incluso la primer inhalación fue extraña.
Se sentía como un profundo malestar en su pecho, como un interminable vértigo, sumándole un pitido en su oído izquierdo, el cual apenas le permitía escuchar con claridad algún otro sonido.
Miró a su alrededor, notando las velas rojas apagadas y la luz del baño encendida. No comprendía exactamente qué había sucedido, incluso si sabía lo que había hecho. Se acurrucó por unos segundos, abrazando sus piernas y temblando mientras observaba un punto fijo en el agua helada. Los pensamientos ya no eran tan incoherentes, comenzaba a recordar lo que había ocurrido y...
...y ya no quería permanecer allí.
Asustado, salió rápidamente de la bañera, intentando procesar lo ocurrido mientras eliminaba cualquier evidencia de lo que había hecho. Se envolvió en una enorme toalla blanca y caminó como si estuviese ebrio hacia la habitación. Apenas pudo llegar a su cama cuando alguien golpeó la puerta de manera urgente, seguido de un llamado. Era su madre. Envolvió mejor su cuerpo para no revelar su ropa interior mojada y caminó a paso torpe hacia la puerta, abriéndola.
Hye lo observó como si tuviese al mismísimo diablo frente a ella ━. ¡Jesús! Hijo, ¿qué te pasó? ━ Jisung sintió vergüenza ante la posibilidad de tener algo en su rostro y no lo notase; algo así como un moco ━. ¿Te sientes bien?
━ ¿Qué? ¿Qué tengo? ━ Preguntó en un susurró, aclarando su voz al sentir que aún no era capaz de hablar con normalidad, tocando su propio rostro.
Se dirigió hacia el espejo que estaba ubicado en la esquina de su cuarto, observando su reflejo mientras sus enormes ojos cafés se ampliaban un poco más, con las pupilas mucho más dilatadas debido al susto.
Lucía pálido como una servilleta, con sus finos labios –los cuales usualmente tenía de un color muy rojizo– del mismo color, y secos. Sus ojos estaban irritados y debajo de éstos habían sombras muy oscuras. Estaba hecho un desastre y, no sabía si era debido al espanto, pero sintió como su cuerpo se iba involuntariamente hacia un lado, preparado para el desmayo.
━ ¡Jisung! Bebé ━ Hye lo sostuvo rápidamente de la cintura, preocupada, y lo ayudó a caminar hacia la cama, sentándolo con cuidado y posicionándose a su lado ━. ¿Te sientes mal? ¿Has comido? ━ El chico de cabello castaño se limitó a asentir, retorciéndose en su lugar debido al dolor de estómago ante los nervios que le provocaba aquella situación. Su madre torsió un poco sus labios mientras llevaba su cálida y delicada mano a su frente, apartando el cabello de ésta. Suspiró antes de ponerse lentamente de pie ━. Voy a tomarte la temperatura, ponte cómodo.
Cuando salió del cuarto, escaleras arriba, Jisung no dudó en recostarse de inmediato, suspirando de alivio al no sentir aquel mareo de manera intensa y metiendo uno de sus dedos índice en su oreja izquierda, intentando destaparla, sin éxito. ¿Siquiera tenía agua dentro de ésta? ¿No debería de oírse como si estuviese dentro de un cubo y no como si alguien gritase de manera chillona?
Aunque, a decir verdad, sonaba como si un cruel ser humano estuviese tocando la cuerda más aguda de un muy desafinado violín.
Estaba muy callado y, eventualmente, su madre lo notaría si no asimilaba lo que había sucedido, incluso siendo alguien de pocas palabras.
Había hecho un ritual de invocación, había presenciado como las velas se apagaban por sí solas y había sentido el peso muerto de un cálido cuerpo sobre el suyo. Era lo suficientemente inteligente para saber que podría desmayarse al aguantar la respiración por mucho tiempo, pero cuando despertó continuaba dentro del agua. ¡Aquello era imposible! ¿Cómo había despertado de aquella manera? Eso no le ocurría a absolutamente nadie, y aún menos si lucía como si hubiese muerto.
Su madre regresó en medio de su colapso mental con un termómetro en su mano izquierda. Lo sacudió con fuerza mientras le dedicaba una suave sonrisa y, por un momento, se sintió verdaderamente relajado. Se puso frente a él y posicionó el objeto debajo de su axila derecha, tocándole los brazos y mejillas, con su ceño frunciéndose lentamente.
━ Mamá, ¿qué sucede? ━ Preguntó en un débil susurro.
Hye lo observó a los ojos antes de, nuevamente, sonreír. La sonrisa de su madre era la más bonita que había visto en su vida ━. Nada, cielo. No creo que tengas fiebre porque estás...congelado. ¿Seguro que comiste?
━ Tú me viste hoy. Todos comimos antes de ir a la iglesia.
━ ¿No te sientes enfermo, cielo?
Nuevamente el chico negó, provocando que sus castaños cabellos mojados se peguen en los lados de su rostro. Le estaba mintiendo, y se sentía pésimo por ello: él jamás le había mentido a su madre.
━ Me voy a cambiar ━ Murmuró, sentándose lentamente, parpadeando con lentitud e intentando acostumbrarse al vértigo.
Su madre se puso de pie, caminando hacia la puerta ━. Intenta mantener tu brazo quieto o la temperatura no saldrá bien ━ Advirtió antes de salir de la habitación, dándole espacio a su hijo.
Jisung suspiró, refregando sus ojos con sus débiles y pálidas manos antes de abrir los cajones de su mueble, buscando uno de sus pijamas: una camiseta gris, un pantalón holgado a cuadros del mismo color, y unos largos calcetines blancos. Fue un poco difícil no mover el termómetro, pero omitiría aquello a su madre.
Finalmente secó su cabello con su toalla y dejó la ropa sucia en el cesto de la esquina del cuarto, dirigiéndose nuevamente hacia la cama y recostándose. Observó a su alrededor con paranoia cuando una silueta oscura se hizo presente por el rabillo de su ojo, y no dudó en tomar el crucifijo con rapidez, pasando la cadena por su cabeza.
Su corazón dio un vuelco cuando la cruz de plata le provocó un fuerte ardor contra su piel, sobresaltándolo un poco y obligándolo a usar el crucifijo fuera de la camiseta, más visible para los demás.
Suspiró entrecortadamente mientras sus ojos se humedecían. ¿Alguien podría culparlo? Lucía como si su vida fuese perfecta; madre comprensiva, padre cariñoso, hermana mayor sobreprotectora, católicos religiosos viviendo en un humilde hogar y sin problemas, ¿verdad?
Pero no era así. Cada uno de ellos tenía un lado oscuro: su padre...era un buen padre, pero definitivamente era un muy mal esposo. Hubo una vez, a sus catorce años, que no evitó entrar al cuarto de sus padres cuando oyó un grito idéntico al de su madre. Ésta lloraba mientras se sostenía una de sus mejillas con ambas manos, acorralada contra una de las esquinas del cuarto por su padre, el cual parecía querer privarle cualquier espacio personal. Cuando ambos vieron al pequeño, no dudaron en alzar la voz con rapidez, rogándole que saliese de aquel cuarto.
Sus padres siempre le repetían que cuando quisiese pedir algo a Dios simplemente tenía que rezar, hacerlo, y se cumpliría.
¿Dónde estaba Dios para ayudarlo cuando rogó que Yong Hwa no volviese a lastimar a Hye?
La segunda vez que se preguntó a sí mismo algo similar fue cuando sus tíos visitaron a la pequeña familia por segunda vez en el mes, llevando con ellos a sus tres hijos, los cuales no parecían pensar en dejar en paz a Jisung.
Todos ellos eran miembros importantes en la única iglesia del pequeño pueblo, coristas con voces de ángeles caídos del cielo. Lucían como éstos, y no sólo por predicar o ayudar a personas enfermas, si no porque lucían físicamente increíbles.
Jisung se lamentaba cada día no ser como ellos: para un adolescente de su edad, era mucho más bajo de estatura, y bastante diminuto. No es que cantaba terriblemente, pero no sentía que tuviese una voz estupenda, y tampoco una actitud que a la gente le resultase genial.
Se sentía la oveja negra de la familia...muy probablemente lo era.
Sin embargo, los primos de Jisung también podían ser demonios disfrazados de querubines, ya que les encantaba molestarlo de todas las maneras posibles: lo empujaban cuando iba al frente, lo culpaban de malas actitudes que ellos tenían y se burlaban, haciéndole sentir como si no fuese nada en la vida de nadie.
¿Dónde estaba Dios cuando oraba minutos antes de que sus primos lo visitaran, pidiéndole cambiar para agradarles y poder, al menos, tener un amigo?
Hyunjin y Jinyoung eran unos torpes que lo molestaban en la escuela. Ellos eran geniales –según las personas allí– por usar diferentes peinados y haber sido adoptados por personas con mucho dinero. También les encantaba usar a Jisung como la descarga a sus diarias frustraciones, culpándolo de los problemas que ninguno podía resolver.
Desde que el castaño había intentado defender a Lee Félix, un compañero de clases, no se detenían ni un segundo.
¿Dónde estaba Dios cuando las personas eran crueles con él?
Pero, sorprendentemente, aquello no era lo peor. No, no.
Jisung estaba enfermo, y el saberlo lo enloquecía lo suficiente como para estallar en hiperventilaciones dentro del baño de la escuela. ¿Qué tenía? Homosexualidad: las mujeres no le atraían para nada, ni siquiera cuando su madre lo obligaba a llevar al cine a Mina, la hija del sacerdote. Esa chica era perfecta y, oh, Jisung simplemente no sentía ni un poco de atracción hacia ella.
Sabía que había algo malo con él, sabía que no podría darle a sus padres aquella familia numerosa que tanto planeaban, y cada noche rogaba no tener que tocar a una mujer sin sentir absolutamente nada. ¿Qué si algún día sucedía? Un hijo no era cualquier cosa y, definitivamente, no tendría una farsa de familia. No sería como sus padres.
¿Dónde estaba Dios cuando rogaba ser normal?
Fue allí cuando todo se volvió un enorme remolino de un único problema: la escuela, lo vulnerable que se sentía en ella, el como sus padres lucían desesperados por no ser avergonzados ante las acciones de su hijo, “el maricón” y, aquellos disgustos siendo provocados por sus primos, los cuales no dejaban de burlarse de su forma de ser, física y mental. Su padre revelando su otro rostro, su hermana mayor fingiendo no notar el infierno que vivían cada vez que visitaba y, por último, el único amigo que tenía, Dios, no parecía querer oír lo que tenía que decir.
Así que decidió tomar sus propias decisiones: pasarse al lado oscuro, y probar más allá de lo correcto. Iba a invocar al diablo, a probar que nada de lo que decía aquel libro que había caído de una sección oculta en la biblioteca de su escuela era cierto, y que Dios sí estaba escuchando. ¡Notaría lo que hizo, y solucionaría todo! Después de todo, según sus padres, el ser celestial planea que uno no se pase al otro bando.
Sí, podría decirse que estaba intentando acorralar a Dios.
Pero le había ido mal: todo era real, y no podía estar más asustado.
Salió de sus propios pensamientos cuando su madre volvió a entrar al cuarto luego de unos leves golpecitos. Caminó entre tarareos hacia la cama, sentándose a un lado de su hijo y quitándole con cuidado el termómetro de debajo de la axila.
━ Dominique-nique-... ━ Detuvo su tarareo cuando notó el resultado de la temperatura del castaño, frunciendo su ceño antes de abrir sus ojos de más, acercando un poco más el objeto a su rostro.
Jisung también frunció su ceño, sintiendo calor subir desde su estómago a su pecho y su cuerpo más flojo de lo normal. Estaba asustado, realmente lo estaba.
━ ¿Mamá? ¿T-Tengo fiebre?
Hye parpadeó rápidamente antes de alzar su mirada a su pequeño. Lucía asustada, algo ausente, pero no tardó ni cinco segundos en comenzar a reír nerviosamente, sonriendo mientras sacudía el termómetro.
━ Ah, que extraño. Creo que esta cosa está rota o algo ━ Comentó con gracia ━. Me marcaba como si no tuvieses temperatura, amor ━ Nuevamente, posicionó el aparato debajo de la axila de Jisung, sosteniéndolo del brazo para que no lo moviese ━. Intenta no moverte, y mientras podríamos orar a Dios para que no tengas fiebre, ¿no? Te hará sentir mejor.
Jisung amaba orar con su madre, era algo que lo tranquilizaba, pero el nudo en su garganta era lo suficientemente fuerte como para siquiera poder pronunciar palabra.
Tragó saliva con fuerza ━. No me moví... ━ Susurró, bajando la mirada a las mantas y suspirando entrecortadamente.
Sabía que algo andaba mal.
Pasaron los minutos y Hye se había mantenido orando a un Dios que, al parecer, continuaba sin querer oír las plegarias de su hijo. Una vez lo sacó de debajo de la axila de éste último, observó la temperatura y, en tan sólo unos segundos, palideció.
Jisung se inclinó e intentó ver cuál era la temperatura que marcaba, pero su madre fue más rápida, poniéndose de pie de manera brusca.
━ Voy a buscar otro.
Y salió a pasos torpes de la habitación de su hijo, subiendo los escalones apresuradamente. Nuevamente estaba solo, y la paranoia le carcomía la mente, al punto en el que cubrió sus ojos con ambas manos y tarareó una canción de Frank Sinatra, su cantante favorito.
Se sobresaltó al oír unos pasos, bajando sus manos y tranquilizándose un poco al notar que se trataba de su madre, la cual tenía otro termómetro en su mano izquierda. Observó cada movimiento de la mujer mayor hasta que posicionó el aparato nuevo debajo de su axila. Se acercó y lo envolvió en sus brazos, comenzando a rezar en voz alta y con los ojos cerrados. Jisung hubiese sentido tranquilidad si no estuviese tan nervioso.
━...Cura a Jisung para que pueda tener fuerzas y sentirse mejor en este hermoso día. Tu fuerza es increíble, señor...
Se detuvo en cuanto el reloj de la pared marcó la hora exacta, apartándose y tomando el termómetro de debajo de la axila de su hijo. Las manos de Hye comenzaron a temblar a la par que su respiración se entrecortaba y dejaba caer el objeto.
━ ¿Mami? ¿Qué pasa? ━ Sollozó Jisung secamente. Ya era normal en él asustarse y comenzar a lagrimear; era muy sensible ━. ¿Qué tienes?
Ni siquiera recibió una respuesta, luciendo perdido cuando su madre corrió fuera de la habitación a los gritos.
━ ¡YONG! ¡YOOONG! ¡AL AUTO! ¡VE POR EL AUTO! ¡HAY ALGO MAL CON JISUNG!
🌹
━ Bien. ¿Han Jis...Jisu? ¿Jisung? ━ El nombrado asintió con timidez hacia el Doctor Kang ━. Tu temperatura está bien. Solo te ves un poco mal porque aún no has ingerido azúcar, ¿verdad? ━ Se mantuvo callado ante aquella pregunta, porque sí lo había hecho ━. Te recomiendo comprar una caja de jugo de naranja y algún dulce. Chocolate, una paleta...lo que sea. Te sentirás mejor y notarás que no es nada grave ━ Le sonrió ampliamente.
Daba un poco de miedo, incluso si era aquel doctor con el cual se atendía desde pequeño.
━ ¿E-está seguro que no tiene nada? ━ Su madre tartamudeó ante los nervios ━. Podría jurar que parecía...p-parecía muerto, incluso el termómetro lo demostró ━ Se abrazó a su esposo, el cual la acunaba en su pecho.
El Doctor Kang los observó de inmediato, viéndolos de arriba abajo mientras alzaba ambas cejas. Por un instante, aquello hizo pensar a Jisung que el hombre notaba la hipocresía en el matrimonio pero, ¿cómo podría saberlo?
━ Señor y señora Han, les aseguro que su hijo está bien. Es un caso extraño, lo admito, pero está en perfectas condiciones. Para que se queden tranquilos, tienen que saber que estamos aquí, y que si algo similar llega a suceder pueden venir. Lo atenderemos de inmediato y le brindaremos una camilla para mantenerlo veinticuatro horas en observación, ¿está bien? ━ Asintió ━. ¿Les parece justo?
Los Han estuvieron de acuerdo, incluso Jisung. Cuando se despidieron del hombre, pudo jurar que éste último vio al castaño de manera fija, con sus ojos volviéndose rojos, y sus pupilas dilatándose, pero ignoró aquello. ¡Estaba paranoico! Solo era eso.
Mientras caminaban por el pasillo del hospital, sus padres decidieron que era buena idea el que comprase un jugo de naranja en una pequeña tienda del edificio, y así no tendría malestar en cuanto estuviesen en la casa. Hye le dio un billete y caminó rápidamente hacia el puesto, pidiéndole a una anciana lo que necesitaba. Le entregó su billete y tomó la cajita junto al pequeño sorbete, agradeciendo antes de dar un sabroso trago.
<< Quítatelo. Quítatelo ahora... >>
Fue un susurro claro y escalofriante, como si alguien estuviese realmente cerca de su cuerpo.
Sin embargo, cuando observó a su alrededor, no había más que dos mujeres con niños inquietos, y su familia esperándolo en una esquina, a la salida del hospital.
Se sobresaltó un poco cuando sintió a alguien jalar del pantalón de su pijama, pero cuando llevó su mirada hacia abajo no pudo evitar sonreír tímidamente hacia uno de los niños. ¡Amaba a los niños! Y se lamentaba, porque no tenía a ninguno a su alrededor.
━ El hombre de negro quiere que te quites eso ━ Dijo éste, apuntando hacia su cuello.
Jisung frunció el ceño, viendo a su alrededor antes de bajar la mirada a su collar. Su sonrisa se borró de inmediato, y el miedo se reflejó en su rostro mientras llevaba, nuevamente, la mirada al niño, el cual continuaba repitiendo la misma frase, sin dejar de apuntar hacia el crucifijo sobre su camiseta.
Giró sobre sus talones y caminó apresuradamente hacia la salida del hospital, sin girarse ni un momento a ver qué había detrás suyo, o si aquel hombre de negro realmente se encontraba allí.
Lo único que había notado y lo había dejado más pálido de lo normal era una sombra oscura que seguía a la suya por las paredes: Alta y oscura.
Y aquello no era paranoia.
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