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𝓛𝓪 𝓒𝓸𝓷𝓬𝓾𝓫𝓲𝓷𝓪 𝓕𝓪𝓿𝓸𝓻𝓲𝓽𝓪
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"Dos esmeraldas"

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(T/n) se despertó temprano una mañana, comenzaría una práctica de instrumentos. Como le dijo Akiko la primera vez que habló con ella, las concubinas pueden aprender varias cosas dentro del O-Oku, entre ellas: Baile, escribir poesías, pintar, dibujar o tocar instrumentos tal como hacen las Geishas. Eso en cierto ámbito de la palabra lo hace "atractivo" a la hora en que un miembro de la familia real se interesa por una mujer.

Pero obviamente la intensión de la chica (c/o) no era verse más atractiva a hombres desconocidos, estaba demaciado aburrida en el poco tiempo que había transcurrido en ese sitio. Sus días se limitaban a despertar, leer libros, comer algo, y hablar con Akiko si es que estaba y no la habían llamado para algún baile.

Se reunió con algunas chicas del harén que duermen cerca de su habitación dentro del harén. Akiko prácticamente era la maestra, era la que más conocimiento en instrumentos tiene. Las concubinas favoritas también son buenas en varios aspectos, pero son demaciado creídas como para ofrecer ayuda a las demás.

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En un aposento muy lujoso, uno de los mejores literalmente, donde brilla tanto como un diamante estaban tres hermanos reunidos. Es la habitación de su madre, la emperatriz. Este es de gran espacio, con arreglo tradicional pero a la vez moderno a la época.

La emperatriz es una mujer de mediana edad adulta. Se casó con el emperador muy joven y tuvo a sus cinco hijos a los pocos años. Es una mujer muy elegante y educada la cual vestía con los kimonos más caros. Pero a pesar de su personalidad "amable", desprendía un aura un poco oscura.

-Dónde están sus demás hermanos? -habló la mujer. Estaba sentada sobre un silloncito.

-Aizetsu debe estar cuestionándose su existencia, y Karaku viendo a quién se tira hoy. -respondió Urogi tranquilamente, como si fuese lo de todos los días.

-Ustedes tienen a esas perras muy consentidas. ¡Hace unos días me encontré con una en el jardín, y me llamó enano! -gritó con enfado el menor. -¡La perra de Shinobu la defendió! -gruñó recordando esa escena.

-PFF, mentira no es JAJAJA. -Urogi explotó de risa pero fue callado por un libro que se estrelló contra su cara gracias a Zohakuten.

Sekido rodó los ojos ante el comportamiento inmaduro de sus hermanos frente a su madre, aunque a ésta no pareció darle importancia realmente. Esta aplaudió una sola vez haciendo que las dos fieras se calmaran, sólo ella podía controlarlos.

-Yo mandé hace un mes soldados a distintos pueblos, trajeron a nuevas mujeres. Saben que son mis niños consentidos, y me gusta verlos felices con los esclavos. -sonrió suave como si hubiese dicho algo bueno.

-No me interesa, todas son iguales. Sólo sirven para una noche. -gruñó Sekido.

La mujer puso su mano en su quijada pensando un rato lo que quería decir. Luego alzó la cabeza para hablar nuevamente.

-Estuve pensando, que conseguiré a alguna chica que se case con cada uno de ustedes. Ya tienen edad y su padre no tendrá problema. -los tres abrieron sus ojos impactados.

-Cásalos a ellos. Yo prefiero dormir con cerdos que casarme con una ramera. -respondió Zohakuten haciendo mala cara.

-Me refería sólo a tus hermanos mayores, pero gracias por la idea, mi niño. -amplió más su sonrisa. Zohakuten quedó boquiabierto.

-Qué-.

-Jaja, por enano -siguió Urogi con broma. -Sólo pido una cosa, madre, ¿puedo elegir yo? Soy alguien de gustos finos, madre.

-Creo que ahora mismo estoy de acuerdo con Zohakuten. -frunció el labio Sekido, estando en desacuerdo.

-Bueno, bueno, no será tan pronto pero sí veré posibles candidatas que les sirvan como esposas. -habló con calma.

Prácticamente era una especie de costumbre buscar esposa a algún hombre de la familia, como se hacía. Y era justo lo que tenía pensado su progenitora, buscar esposas por separado obviamente, aunque no sabría que el resultado que tendría en un futuro sería todo lo contrario...

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Karaku caminaba felizmente al harén. Si había alguien que disfrutaba a más no poder tener más de cien mujeres era él. Podía elegir una diferente cada día si así quería, de cualquier edad de las que se encuentran allí, y Yoriko lo ayuda a elegir, incluso si son menores de edad.

En cuanto puso un pie adentro del O-Oku fue recibido por su concubina favorita, Maiko, que se le tiró encima para besarlo, sin respetar su espacio personal.

-¡Amor~!, viniste por mí? ¿O por otras perras? -hizo mala cara, pero a Karaku no pareció importarle en lo más mínimo.

-No te pongas celosa, no tenemos ningún compromiso.

-Entiendo que elijas a otras, pero no soportó verte con esas zorras. Deberías elegirme a mí ya! -se quejó.

Abrió levemente la boca para contestarle, pero detrás del hombro de Maiko quedó casi congelado al ver, a lo que él pensó, la reencarnación de una diosa en carne y hueso.

(T/n) estaba sentada sobre una alfombra con las piernas cruzadas, tratando de aprender a tocar un Shakuhachi junto a Akiko y otras chicas más. Karaku quedó en una hipnosis de la que no podía salir, aún cuando Maiko le estaba hablando frente a él.

De tantas chicas del harén que ha visto en su vida y con las que se ha acostado jamás vio a alguien tan bella como ella. Esa piel blanca parecía tan suave que quería acariciarla, y sus labios no eran ni finos ni gruesos, perfectos para él. Quería besarlos y morderlos, y sus ojos (c/o) tan brillosos sentía que podía ver tras ellos.

Esa carita tan angelical lo había vuelto loco en tan sólo una fracción de segundos. Esta vez esa chica no será sólo un simple juguete, como utiliza a las demás que no son favoritas y las desecha, la hará su diosa.

El segundo había caído.

-Maiko, apártate. -habló con voz grave.

La chica abrió sus ojos sorprendida por su cambio brusco de emoción. Por más que le tiene más confianza a Karaku y lo trata igualado, sigue siendo su superior, un príncipe y sin reclamar nada se hizo a un lado.

Karaku caminó con pasos lentos pero firmes hacia (T/n). Esta estaba tan concentrada en su práctica de la Shakuhachi que ni de reojo vió al chico. Las demás chicas a su alrededor no tardaron en darse cuenta de su presencia y asustarse. Akiko también lo vio y casi se atragante con su saliva, le silbó a (T/n) que no le hacía caso. Hasta que Karaku raspó su garganta para llamar su atención.

Ésta al voltear su cabeza su primera impresión fue ver al chico que la salvó la otra vez, sin embargo, al ver esas dos esmeraldas clavadas en sus ojos, supo qué no era él.

-¿Cómo te llamas? -dijo con una sonrisa bastante... Aterradora para la chica. Akiko apretó los ojos al saber el significado de esa pregunta.

Ésta no respondió de una vez, no le salió ninguna palabra. Ese no era el primer chico con el que se encontró, era otro de los príncipes como le dijo Akiko? Por qué ahora está conociéndola a todos? Shinobu le advirtió que mejor evitara hablarles. Cada día se convence más que su suerte es una basura.

-¿No tienes lengua, bonita?

-(T/n)... -susurró con la cabeza gacha.

Él no dijo nada más. Su sonrisa se hizo más amplia, acercó una mano y acarició su mejilla, haciendo que (T/n) sintiera un escalofrío en todo su cuerpo. Sin más se retiró de ese lugar y vio que fue a hablar con la administradora del harén, Yoriko. La pobre (T/n) no entendía nada. Será que le preguntó su nombre por curiosidad? Eso debe ser.

Cuando volvió a mirar hacia al frente vio que tenía las miradas de todas las chicas que estaban a su alrededor clavadas en ella. Y Akiko era una.

-Aah... Akiko, ¿quién es él? ¿Es otro príncipe no es así? Me preguntó mi nombre por curiosidad, no sabía que lo hacían, qué cortés. -susurró (T/n) con ingenuidad.

Akiko tragó saliva sin saber qué contestarle. Sabía que en cualquier momento Yoriko iba a llamar a la chica y está vez no podía defenderla de nada.

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Por otro lado, Karaku ahora se encontraba hablando con Yoriko. Quería acordar esa misma noche que esa niña tan linda que vio fuera a su habitación, se moría de emoción imaginando las mil cosas que le haría a la chica en cuanto la tuviese en sus brazos, se moría por hacer suya esa suave piel.

Pero grande fue su sopresa al escuchar la respuesta nerviosa de la mujer administradora. .

-Esa chica, (T/n), quiero que pase la noche conmigo, ¿bien?

-Mmm... Me temo que no será posible, príncipe Karaku. -el oji-verde alzó una ceja sin entender a qué se refería la mujer.

-No entiendo, ¿por qué? ¿Está en sus días o qué? -dijo sarcástico. -Si es eso puedo esperar jeje.

-No, pero si quiere le consigo otra mejor. -trató de cambiarle el tema.

-¿Que no escuchaste? La quiero a ella, no a otra. Por qué carajos no puedo estar con ella esta noche? -su actitud más que molesta, parecía desesperada.

-...Uno de sus hermanos vino en la mañana. Hizo la petición de esa chica para esta misma noche. -Karaku abrió sus ojos sorprendido.

-¡¿Qué?! Fue Urogi, ¿verdad? Puta madre, siempre me quita a mis favoritas. -la señora negó con la cabeza. -¿No? ¿Fue Sekido? porque sé que Zohakuten ni de broma vendría al harén. -volvió a negar. -¿Ah? Entonces fue... Ahg, ese maldito infeliz. -murmuró entre dientes con rabia sabiendo de quién se trataba.

HOLAA ✨

ODIO QUE WATTPAD SE FUME MARIHUANA COMO KARAKU. AHORA CAMBIÓ EL ORDEN EN QUE SUBÍ MIS CAPÍTULOS, QUÉ MIERDA? NO PUEDO VOLVER A PONERLO NORMAL 😭 PERDONENME

Bueno NehemiasSuarez ya sabes al que escogiste.

Y no esperen que sea suave y compasivo, cambié de opinión. Me gusta el sufrimiento. 🤠 Es culpa de la misma personita que mencioné en la historia de Aizetsu :3

Ya van dos que caen...

Por cierto, el primer +18 que escribiré ya lo calculé. Va a ser en el capítulo 9. O sea, en uno más, qué emoción, ¿no? 😘

DATO CURIOSO: En la vida real, en la época antigua de Japón, cuando un hombre se acercaba a una concubina y le pregunta por su nombre, significaba que le estaba proponiendo tener relaciones con él.

DATO CURIOSO X2: Si no saben, el Shakuhachi es una especie de flauta japonesa que tocaban las Geishas.

DATO CURIOSO X3: Rayita va a convertirse pronto en un lindo pastelito de cinco leches. 💖

Hasta aquí mi reporte. Me despido.

Bye, cuídense mucho que las amo! 💘