⊹ ָ࣪ capítulo nueve.
La puerta del departamento se cerró dificultosamente con una patada por parte de Soobin, medio perdido ante la cercanía del Omega y la forma en cómo este lo sujetaba del cuello de la camisa.
Sus narices se rozaban, Kai le sonreía travieso, tirándolo al sofá y sentándose a horcajadas sobre su regazo, sus piernas envolviéndose al fornido torso.
―Ya estamos en casa ― Bisbiseó grave, paseando su lengua por la marcada mandíbula y soplando luego, viendo como el cuerpo ajeno se estremecía.
Kai podría ser el Omega, pero amaba tomar el control a veces.
―¿Sabes lo que significa, no?.
Kai intentó enfocar bien su mirada y asintió un par de veces como niño pequeño mientras los largos dedos desabotonaban los tres primeros botones de su prenda superior.
No resistió más cuando ante el movimiento, la lechosa piel de Kai se veía expuesta gracias a la holgada camisa. Lanzó su rostro ávidamente al cuello ajeno, besando y succionando para dejar notorias marcas.
Kai posó sus manos en las mejillas del Alfa mientras se deshacía en quejidos bajitos ante los toques húmedos, meneando la cintura cuando la parte baja del tigre comenzaba a ganar más tamaño. Se encogió de hombros cuando los dientes y, por poco los colmillos, mordían juguetonamente sus clavículas.
Cuando el Omega suspiró tembloroso ante las feromonas de excitación y deseo, agregando el denso aura caluroso por el ambiente. Soobin salió de su escondite y lo miró fijamente, las manos adversas aún estaban puestas en su rostro y en un par de segundos, ambos hicieron contacto visual.
―¿Y entonces qué esperas?.
Le volvió a sonreír y, esta vez fue Soobin quien sostuvo el rostro y cuello del Omega respectivamente con cada mano.
Apreciando el brillo en esos orbes acaramelados y acariciando con su pulgar el delgado pero rellenito labio inferior, fue como acabó con la tortuosa lejanía para por fin atreverse a besarlo por primera vez en su vida.
Ojalá y pudiera hacerlo por mucho más, esa noche sería su única oportunidad, no podía desperdiciarla.
Cuando sus labios se tocaron, el Alfa no podía describir la magnífica textura suave que eran esos belfos contra los suyos y, es por eso mismo que primero decidió explorarlo con lentitud, abriendo ligeramente la boca para tomar más y terminar por acariciar el labio superior y luego el inferior, así sucesivamente hasta que sus cabezas ladearon constantemente para darse un mejor acceso.
No bastó mucho para que el ósculo se volviera más profundo, más ardiente, lenguas habilidosas intentando obtener la dominación. Siendo el tigre el que demostraba su lado imponente.
Todo el alcohol que pudo haber estado en las venas del Alfa se esfumaron, acabaron para así darle el permiso al sentimiento más fuerte que se colaba por su sangre y le hacía bombear el corazón vigorosamente contra el pecho.
Con torpeza, Kai logró quitarle la camisa ajustada al Alfa a la vez que este se le arrancaba la suya de un tirón. Sus manos viajando por los hombros hasta ir por la silueta de su cintura, acercándolo más a él si aún era posible.
―Vamos a mi habitación ― Pidió en un blando susurro.
Soobin se alzó al instante y el Omega apretó más sus piernas al cuerpo contrario. Los chasquidos de sus besos era lo único que podía escucharse por el momento y, para cuando pudieron ingresar, Kai puso más fuerza para tener al tigre debajo de él.
Soobin cerró los ojos con coacción propia al sentir sus abdominales siendo estimulados con aquella lengua, cuando decidió observarlo, éste ya se encontraba cómodamente encima suyo. Realmente se sentía nervioso, él no iba a pasar esa noche como cualquier otra, se trataba de Kai, no de algún otro extraño Omega o Beta de un encuentro casual.
―¿Haré el trabajo yo solo? ― Inquirió divertido ―Esperaba que no te dejaras someter y me pondrías contra el colchón en cuanto ejercí más fuerza para quedar aquí.
Dio un pequeño saltito y sonrió con burla ante el jadeó ronco, acercándose para besarlo una vez más. Los labios del pelinegro eran exquisitos.
Continuando el beso, Soobin logró posicionarse encima de él, con cada mano al costado de la cabeza adversa para cargar su propio peso y no lastimarlo.
―Enséñame lo que tienes, Alfa.
El caliente rubor subió como espuma de cerveza en un vaso. Las luces estaban encendidas por lo que Kai pudo verlo con total claridad.
"¿Pero qué rayos?" ― Confundido, frunció el ceño efímeramente.
―No jodas, Choi ― Dijo incrédulo ―Me arrancaste la camisa, me marcaste la piel con tus succiones, tienes una erección rozando mi pierna y ¿Te has avergonzado?.
Soobin solo puedo tragar saliva, tratando de calmar su respiración algo irregular.
"Genial, la voy a fregar en grande."
―¿Estás incómodo por que soy tu mejor amigo?, ¿Es eso? ― Inquirió esta vez endulzando su voz, no quería hacerle sentir mal.
Tal vez sí fue una mala idea haber creído que podían con ello.
―Por supuesto que no, Ning.
No dudó en su respuesta, no podía dejar que la situación terminara así, él sinceramente anhelaba amarlo esa noche.
―¿Entonces? Vamos, no me mires como lo más extraño del mundo.
"Si tan solo lo supieras..."
―Es que, bueno, yo...
―Hey ― Lo tomó de la quijada con sus dedos índice y pulgar para que pudieran mirarse fijamente ―Ya te dije que no estás obligado a nada. Esto no va a cambiar entre nosotros, me demostraste muchas veces que eres capaz de hacer cualquier cosa por mí y esto, puedes olvida-
No pudo dar su conclusión cuando Soobin volvió a besarlo con demasiadas ganas, durando hasta lo que sus pulmones le permitieron.
―Quiero hacerlo contigo ― Murmuró mientras no perdía el contacto visual.
Kai sonrió satisfecho ante la afirmación.
―Bueno, solo no te sientas presionado. ¿De acuerdo?.
―No me siento así, Omega.
El gatito del castaño ronroneó gustoso ante el calificativo, ondeando su larga cola con elegancia.
―Si te es de ayuda, imagina al cuerpo más caliente que alguna vez tuviste ― Bromeó para eliminar la tensión ―Piensa que solo soy uno más de tus ligues.
Y quizás ese era el problema. Por que para el Alfa, Kai no era un acostón que se le olvidaba al día siguiente. Kai no era un tipo o tipa por el cual no sentía absolutamente nada. Kai era diferente a los demás, era el único que tenía todo de él aún si éste no lo supiera.
―Con saber que eres tú, lo demás sobra ― Dijo entre murmuros, empezando a desvestirle de la parte baja con cierta complicación.
Al parecer el Omega no logró escucharlo.
―Vamos Soobinnie, no actúes como si fueras un adolescente virgen.
Rió de su propio chiste, esta vez animándole a seguir sin necesidad de temer a algo.
Para el Omega, era absolutamente extraño que su mejor amigo se comportara de esa forma cuando la mayoría de las y los Omegas en la universidad hablaban de lo bueno que era Soobin en la cama. Por supuesto que Kai les creía, por que justamente eran las mismas personas que coincidían con ellos a las fiestas que iban. De las que "casualmente" terminaba yéndose solo por que su mejor amigo desparecía por completo y sin despedirse o avisarle siquiera.
¿Así que, actualmente, qué estaba ocurriendo con Soobin?.
Ellos no podían estar mintiendo y es por eso mismo que se sentía totalmente perdido y necesitado de buenas explicaciones. Aunque claro, también estaba necesitado de otra cosa y eso era lo primero.
―Mierda ― El siseo ronco del Alfa fue suficiente para traerlo a la realidad, sintiendo como las ásperas manos abrían sus piernas con cuidado y paciencia para colocarlas en sus firmes hombros.
Mordió su labio inferior sin importarle si se hacía daño cuando el Alfa se esmeraba en succionar la piel de sus muslos internos con una intensidad pausada. De su cavidad, el lubricante empezaba a salir con abundancia, Soobin tomaba de él como un verdadero sediento en medio del desierto. Gruñendo cuando las manos del Omega apretaban los músculos de su espalda.
El aroma a café amargo y vainilla dulce se mezclaban, las feromonas iban aumentando al tope que cegaban al tigre siberiano y por fin sometían al gato siamés.
―Mgh~ So-Soobin ― Su hinchada boquita de cereza por los intensos besos de minutos atrás, se abrían mínimamente para soltar más jadeos.
Cuando ambos cuerpos sentían que el calor era tanto que debían dejar que la lava saliera completamente del volcán, Soobin entrelazó una de sus manos con la ajena, para que con la otra pudiera dirigirse a su entrada al mismísimo paraíso.
La delicada espalda del Omega se arqueó de una forma tan hermosa, la expresión que éste dio ante la intromisión hizo que Soobin se deleitara ante la vista, terminando por ingresar lentamente. Sintiendo todo fibra por fibra, la calidez presionándose para al fin unir ambos cuerpos en uno solo.
Las manos del Alfa le dieron un ligero apretón a las del Omega para que este abriera los ojos, se mantuvieron quietos por unos segundos para que Kai se acostumbrara al tamaño.
Se observaron con plenitud, Soobin quitó un mechón rebelde de la frente algo sudada del Omega. Sonriéndole bobamente, besando la punta de su naricita con ternura. Contagiándole de una confianza que reconfortaba su pecho, queriéndolo más.
―Puedes continuar, Binnie.
Con el permiso obtenido, el vaivén inició. Suave y lento pero insondable. Los labios del Alfa recorrieron el cuello y rostro de Kai, queriendo memorizar cada parte de su anatomía.
Y cuando el Omega necesitó más, el ritmo se aceleró. Todo en la recámara mediante los sonidos daban a entender lo que pasaba adentro.
Las cortas uñas de Kai dieron trazos por toda la espalda ancha, sus piernas se abrazaron a la cintura del Alfa sin querer dejar algo de espacio y sus deditos de arqueaban ante el constante movimiento.
Cuando el éxtasis fue tanto que sus cuerpos no pudieron resistir, llegaron juntos, sintiendo como una noche estrellada se presentaba ante sus ojos.
Un último sonido armónico salieron de los labios del Omega en el preciso momento que el nudo se abrió paso en su interior. Llenándolo completamente de su esencia y siendo ligeramente doloroso pero exquisito debido las pequeñas púas.
La noche fue maravillosa por que Kai lo disfrutó más que nunca antes en su aburrida vida.
Y Soobin, con todos los nervios de horas antes, con la torpeza inicial y su esfuerzo de lo más profundo de su alma, con todo lo mejor de él...
Le estuvo haciendo el amor.
Estuvo amando cada parte, hasta el más recóndito de su ser.
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