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𝘊𝘢𝘱𝘪́𝘵𝘶𝘭𝘰 𝟣𝟢。

RESISTENCIA.

Con tres simples palabras, el doctor de cabecera de los Dorm había dado su veredicto final: "desmayado, no muerto".

Los golpes, las quemaduras de cigarro y el no haber comido casi nada en lo que llevaba secuestrado, no sólo lo dejaron muy indefenso y delgado; sino que habían provocado un desmayo tan profundo, que tuvieron suerte que no haya entrado en coma.

El dolor y los sueños malos seguían regresando una y otra vez, provocando una reacción en cadena de dolores y punzadas en todo su cuerpo. La parte derecha de la cama era la que estaba más cerca del baño en la habitación del Alfa Líder, por lo que ahí yacía el casi dormido omega que habían salvado horas antes.

ㅡDoble D ㅡmurmuró Eddy, a la décima cabeceada que su hermano daba en lo que llevaba de la nocheㅡ, ¿seguro que podemos dejarte aquí... solo?

ㅡNo voy a estar solo ㅡrespondió, bajitoㅡ, Rolf va a estar aquí.

Mencionar a Kevin conllevaba una descusión que no quería tener... menos en el estado en el que se encontraba. Una que no podía ganar ahora.

ㅡ¿Seguro, segurísimo? ㅡpreguntó Ed, cruzado de brazos a los pies de la cama.

ㅡSegurisísimo ㅡrespondió.

ㅡBueno, entonces nosotros dos nos vamos a casa ㅡdijo, palmeando el hombro de Eddyㅡ. Tendrás una buena noche hoy, cielo. Asegúrate de tener dulces sueños, ¿sí? Inténtalo.

ㅡLo haré.

La sonrisa de Eddward se borró en cuanto los dos alfas empezaron a juntar sus ropas del suelo. El peso se hacía más pesado en sus hombros, se sentía mucho más pequeño.

Recordaba los cortes en los brazos de Ed y aquella horrible puñalada de poca profundidad en su espalda, que estaba siendo vendada por Eddy. Él tenía cortes en su espalda, no llevaba muchos moratones, pero lo que tenía no iba a sanar muy rápido.

ㅡEsperen ㅡdijo, intentando levantarse. Su garganta ardió y su cuerpo lo hizo recostarse de golpe sobre las almohadas de plumas que Nazz había traido de su cuarto.

ㅡ¡Te dije que dejes de hacer éso! ㅡle gruñó Ed, tirando la ropa al suelo de nuevoㅡ. Vamos a volver mañana, ¿por qué el escándalo? ¿No ves que estás muy malherido?

Ed se puso de cucliyas al lado suyo, mientras que Eddy rodeó la cama y se subió en ella. Cada uno dió un beso en cada mejilla del omega, de su respectivo lado. Aún con el dolor punzándole los brazos, Eddward los levantó y acarició el cabello de Ed y la cara de Eddy.

ㅡOhh, mis alfas tan prorectores... ¿no les he dicho lo guapos que son? ㅡmurmuró. Un eco hermosamente efímero a los oídos de Ed, quién cerraba los ojos para escuchar la oxidada melodía de su vozㅡ. Ya me han cuidado lo suficiente.

ㅡNunca será suficiente ㅡdijo Ed, por los dos, ya que Eddy cubría su boca con la mano del omega, intentando no moverse mucho con los espasmos que provocaban su llorar.

ㅡLamento haberlos preocupado, no fue mi intención.

ㅡ¿Por qué tendrías tal intención? ㅡpreguntó Ed, sus lágrimas formaban pequeños caminos en su rostro y se hacían lagunas entre los dedos del omegaㅡ. Dame una buena razón para no golpearte ahora mismo.

ㅡQue ya estoy lo suficientemente golpeado ㅡrió bajitoㅡ. Y no tengo más buenas razones que esa, sólo razones malas ㅡuna sonrisa pequeñita apareció en sus labios mientras miraba a Eddyㅡ. Tú no me golpearás, ¿cierto?

ㅡL-Lo siento ㅡse excusóㅡ. No..., no te escuché.

ㅡEsto no fue tu culpa, ¿sabes éso?

ㅡMmhmm ㅡdijo, mordiéndose el labio.

ㅡY estaré bien en poco tiempo, ¿sabes éso?

ㅡMmhmm.

ㅡAdemás, te amo, ¿sabes éso?

ㅡMmhmm ㅡy rompió a llorar otra vez.

ㅡTambién a ti, bobo ㅡmurmuró, viendo a Ed romper a llorarㅡ. Se merecen un buen descanso, les doy un lugar en mi cama. Por favor, déjenla ordenada cuando se despierten ㅡles sonrió a ambosㅡ. Han estado despiertos toda la noche y desde aquella habitación encerrado pude sentir que han tomado muchísimo café.

ㅡEso es verdad ㅡdijo Ed, levantándose para buscar unos pañuelos.

ㅡ¿Vendrás a casa con nosotros, cuando te recuperes? ㅡpreguntó Eddy, acariciando el dorso de la mano del omega.

ㅡCuando pueda levantarme y correr, correré hasta allá.

ㅡ¿Nos harás una de tus deliciosas lasañas cuando llegues? ㅡle preguntó Ed, pasándole unos pañuelos a Eddy y arreglándole el cabello a Edd.

ㅡNo, hamburguesas ㅡmusitó Eddy, bajitoㅡ, de ésas que rellenas la carne con queso.

ㅡ¿Por qué, mejor, no vamos a un restaurante? ㅡpreguntó Ed.

ㅡMejor quedémobos en casa, podemos pedir algo para cenar ㅡle respondió Eddy.

ㅡO pueden cocinarme los dos ㅡdijo el omega, con una sonrisaㅡ. Bajo mi supervisión, claro, pero lo harán ustedes.

ㅡSuena bien para mi.

ㅡEstoy de acuerdo, también.

ㅡNo vas a cocinar ésas hamburguesas tan especiales para nosotros, a ése alfa, ¿cierto? ㅡpreguntó Ed, con un puchero.

El omega negó: ㅡNo lo haré, lo prometo.

ㅡPuede que a Rolf sí. Él nos cae bien ㅡsonrió Eddy.

ㅡ¿Así me agradecen? ㅡpreguntó el pelirrojo, de pie en el umbral de la puertaㅡ. Hay una camioneta esperándolos afuera.

ㅡNos vemos, manito ㅡdijeron ambos, casi al unísono, volteándose hacia el omega.

ㅡNos vemos, nos vemos ㅡles sonrió a ambos alfas, que le dieron otro beso en sus mejillas.

Ambos alfas salieron de la habitación junto el Alfa Líder. Estaba algo asustado de lo que ésos tres podían hacer estando juntos. También le molestaba un poco no enterarse jamás de lo que esos tres hablaban, pero no le quedaba de otra que sentarse y ser paciente. Alguien, algún día, respondería sus miles de millones de preguntas.

Cerró los ojos, intentando imaginar que estaba en su cuarto, en su casa, en su cama, bajo sus sábanas... La puerta se abrió mostrando nuevamente al alfa, se cerró a los pocos segundos de haberse abierto. Eddward abrió los ojos, viendo al pelirrojo caminando hacia la cama, con la vista en el vendaje que tenía en su brazo.

ㅡAlfa ㅡllamó, alto.

Kevin detuvo sus pasos y le prestó atención más rápido que una bala.

ㅡNo hagas éso.

ㅡ¿Qué cosa? ㅡdijo, alto. El alfa frunció el ceñoㅡ, ¿ya no puedo llamarte "alfa"?

ㅡNo, no deberías hablar fuerte. El doctor lo recomendó.

ㅡSé lo que dijo el doctor ㅡmurmuró, frunciendo un poco el ceñoㅡ. Lo siento ㅡsusurró.

ㅡVoy a tomar a ducha.

ㅡNo, no lo hagas ㅡaquello hizo volrear de nuevo al alfa.

ㅡ¿Por qué no?

ㅡ¿No puedes solo..., recostarte aquí conmigo? ㅡpreguntó, plameando las sábanas a su lado.

ㅡ¿Sucio y lleno de sudor? ¿Así quieres que me recueste contigo? ㅡpreguntó, acercándose al lado izquierdo de la cama.

ㅡSí ㅡmurmuró, mirando sus pies moverse lentamenteㅡ, sucio y... lleno de sudor.

ㅡEres un omega muy extraño ㅡsuspiró, recostándose sobre las almohadas del lado izquierdoㅡ. Será tu culpa si te contagias de algún virus.

ㅡNo morí por ésto, estaré bien por un simple virus ㅡrespondió, una vez el alfa estuvo acomodado a su lado.

"No te atrevas, nunca jamás, a decir una mierda cómo esa", pensó el alfa, mirándole. "No tienes la menor idea de cuánto he sufrido por tu culpa, estúpido omega", se repitió.

Ya se había hecho cargo de cualquiera que hubiese escapado aquella noche de la fábrica. Todos estaban acabados. Algunos sufrieron un par de torturas, otros murieron nucho antes de que la hora les llegara.

Un dolor completamente indescifrable se posaba en el pecho de Kevin al ver a todas ésas personas que tanto daño le habían hecho al omega. Un dolor que, según el delta que trabajaba con él, era debido a no poder imaginarse una vida sin Eddward. Claro, Rolf lo había dicho en chiste, pero el Alfa Líder comenzaba a creerlo con muchas fuerzas.

Otro suspiro salió de sus labios. Se quedaba poco a poco dormido, boca abajo en la cama, a un lado del omega.

ㅡAlfa ㅡle llamó, bajitoㅡ, ¿te fue bien en el trabajo?

ㅡAjá ㅡdijo, casi en un gruñido.

ㅡAh, qué bueno ㅡrespondió.

ㅡMmhmm.

ㅡAlfa ㅡvolvió a susurrar.

ㅡ¿Mhm? ㅡdijo, abriendo sus ojos.

Sus ojos brillaban, rojos por el cansancio. Su rostro seguía presionado contra una de las almohadas, y sus brazos estaban bajo ella. Un pequeño sonrojo inundaba sus mejillas y sus labios hacían un pequeño puchero.

ㅡNada ㅡmurmuró el omega, sonriéndoleㅡ. Descansa, por favor.

ㅡNo quiero que vuelvas a mentirme ㅡmurmuró, cerrando de nuevo sus ojos al acomodarse cerca suyoㅡ. Nunca más, ¿me oíste?

ㅡLo prometo ㅡle susurró.

Bajo la tenúe luz de la lámpara de piso a su lado, le observó asentir con mucha suavidad y un quejido. Se alejó lo suficiente para apagar la luz y volvió a su posición inicial para cubrir al alfa con las mantas que tenía encima. Se levantó con cuidado, y aunque el dolor era insoportable, no era nada comparado a cómo se debería sentir el alfa con ésos zapatos de vestir aún puestos.

Se los quitó, dejándolos a un lado en el suelo y le cubrió los pies descalzos. Volvió a sentarse en su lugar y se cubrió con las mantas, quedando a la par del alfa.

ㅡBuenas noches ㅡle murmuró a su entrecejo fruncido.

Kevin despertó a las pocas horas. Su compañero de cama estaba durmiendo de lado, cubierto hasta los hombros con las mantas que él también tenía encima. Se removió un poco en su lugar y, al querer sacar las manos de debajo de la almohada, se dió cuenta que Eddward se aferraba a los dedos de una de sus manos.

Se rascó la nariz con su almohada, levantando la cabeza para acomodarse mejor. Kevin suspiró y prestó suma atención al omega durmiendo a su lado. Se veía muy pacífico, dormía plácidamente sobre una nube rosada. Eddward era muy lindo.

Acarició su mejilla, escuchando cómo su boca hacía un pequeño ruidito al exhalar. Inspiraba por la nariz, exhalaba por la boca: un suave ronquido que se desvanecía siempre a la mitad.

"Qué..., detestable", pensó.

Sus ojos vagaron por su cuerpo. Sus brazos sobre su pecho, sus manos bajo las almohadas, sus mejillas abultadas... su cuello. Tenía una venda pequeña en él, una que había ayudado a poner junto al doctor que le atendió.

Si quería un buen doctor, entonces Kevin tenía que decirle a su padre que le enviara uno. Así fue cómo lo consiguió: llamó a su padre diciéndole que alguien estaba traficando droga envenenada bajo su nombre y que, cuando envió un pequeño batallón a combatir, uno de sus hombres resultó bastante malharido (peor que el resto) y necesitaba con urgencia un buen médico para enmendar tipos de heridas que no se molestó en explicar.

Su padre le creyó todas y cada una de las letras en aquellas palabras inventadas en el proceso de la llamada.

Dejó un beso en aquella herida y se alejó. Siguió mirándole la cara con mucho detenimiento, cómo si no quisiera olvidarse de ella; sus ojos, sus labios, su nariz, la forma en la que sus cejas se delineaban en la oscuridad.

No había sentido aquella clase de mariposas en el estómago desde que su padre le llevó a su primera lucha y asesinó a tres hombres de dos balazos cada uno... aunque, claro, también podían haber sido gases.

Se inclinó y besó aquellos labios entreabiertos con (lo que él pensaba que era) mucha dulzura. Un beso que le obligó a acercarse y robarle otro; y otro; y otro, hasta que finalmente el omega se quejó entre sueños.

Se alejó de súbito. Se preguntaba, entre otro millón de cosas, si Eddward había visto en sus ojos una pizca de aquél alfa feliz que escondía dentro suyo; de aquél alfa que no quería llegar herido a su casa porque las lágrimas de su madre le herían más que cualquier corte y le llegaban más profundo que cualquier bala; de aquél alfa que rogaba no tener que salir con su padre o con la banda para no preocupar a su madre... aquél alfa que se escondió en lo más profundo de su cuerpo porque había recibido aquella llamada que tanto daño le hizo por años y que lo seguiría haciendo: la que le dijo que ya no tenía a su mamá.

Desde que ella falleció, a nadie le importaba realmente si llegaba herido, malherido o moribundo a la casa; él dejó de llegar teniendo a alguien esperándolo en la puerta. Poco a poco perdió rastro de las cosas que tanto le recordaban a su madre, porque nadie más lo hacía.

Y la verdad era que Eddward le recordaba mucho a su madre, y no sólo porque ambos fuesen omegas. Las lágrimas habían comenzado a caer de sus ojos sin saberlo, estaba tan concentrado en el rostro del azabache y en su madre que no se había dado cuenta que estaba llorando hasta que su vista se nubló demasiado.

Se secó con su mano libre y, tomó un pañuelo para secarse los mocos. Cuando estaba a punto de acostarse, el omega movió sus dedos en su mano entrelazada.

ㅡ¿Pasó algo? ㅡle preguntó, frotándose un ojo.

ㅡEstabas babeando, así que sequé un poco tu saliva. No vas a ensuciar mi cama.

ㅡAy, mis disculpas ㅡrápidamente pasó su mano libre por su boca y sus mejillasㅡ. Suele sucederme..., más cuando no he dormido muy bien en mucho tiempo.

ㅡLamento oír eso ㅡmurmuró.

ㅡAlfa ㅡllamó, con una pequeña sonrisa en sus labiosㅡ. Me alegra que te hayas quedado conmigo. Me siento a salvo si estás aquí ㅡcomentóㅡ. Aunque, si quieres irte ahora, te dejo..., ya sabes, por que estás sucio. Deberías tomar un baño.

ㅡQué molesto eres ㅡdijo, rodando los ojos.

Se levantó de la cama y casi que corrió al baño. Eddward sonrió, con sus ojitos adormilados llenos de brillo. Sentía un pequeño salto en su corazón cuando sentía que el pelirrojo acercaba su rostro al suyo. Y aquello le hacía feliz.

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