🪷 | 𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 2
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𝓛𝓪 𝓒𝓸𝓷𝓬𝓾𝓫𝓲𝓷𝓪 𝓕𝓪𝓿𝓸𝓻𝓲𝓽𝓪
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"Kyoto, la capital"
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Los pies y manos le dolían horrible. Amarraron a la pobre chica como un animal. Desde que dejó atrás a su tierra natal, el viaje había sido realmente pesado. Después de todo, Miyajima estaba muy lejos de Kyoto, bastante. Y si bien no es que hayan demorado tanto tiempo en llegar por medio de los barcos, sí se sintió ajetreado.
En ningún momento (T/n) había dejado de llorar. La habían mandado a callar muchas veces por sus sollozos, así que ahora lloraba tratando de no hacer ruido. No podía evitarlo. Ni siquiera creía lo que había pasado. Todo sucedió tan rápido. Nunca pensó, ni por un momento que algo así pasaría. Ella sólo quería pasar su vida con su familia viviendo en Miyajima. Estaba viviendo felizmente con su familia como siempre, se llevaba bien con la gente del pueblo y tenía a su mejor amigo con ella. Una vida tan perfecta como lo era le fue arrancada del corazón como si fuese cristal.
Estaba descalza, con su kimono sucio. Tenía una herida abierta en la frente por un golpe que le dieron para que se comportará, ya que al principio estaba muy histérica. Tenía sus manos y pies encadenados. (T/n) se mantuvo casi todo el viaje acostada en el incómodo y frío suelo.
A su lado habían otros esclavos. Todos se veían de más o menos de su edad. La mayoría eran chicas pero habían algunos chicos en las mismas condiciones. Todos encadenado cual animales, quitándoles el derecho y libertad de un ser humano.
Cuando apenas el sol se asomaba por el horizonte del mar, fue que el barco atracó en la costa. Quién lo esperaban otros soldados. Sin esperar más la tripulación bajó, los soldados custodios abrieron las celdas y soltaron a los esclavos para pararlos bruscamente y ponerles nuevamente otras cadenas pero esta vez sólo en las manos.
Muchos de esos chicos se quejaron y siguieron con su actitud arisca, pero no con la (c/o). (T/n) no dijo nada. No se quejó. Ni siquiera emitió un sonido cuando un soldado la agarró fuerte del brazo para encadenarla pese a que le dolía como el infierno todo el cuerpo. Simplemente guardó silencio. Las lágrimas no paraban de salir de sus ojos que ya estaban hinchados y rojos junto a sus mejillas de tanto llorar. Sabía que era inútil quejarse, así que prefirió callar.
A todos los llevaron hasta una carreta y los subieron. Unos cuantos soldados se subieron para escoltarlos y evitar que alguno escapara.
Mientras la carreta avanzaba, (T/n) miró a su alrededor. No podía negar que Kyoto es realmente bella y moderna a comparación de los demás pueblitos. Su arquitectura es muy distinta, está mejor elaborada. Bajó la mirada sintiendo un nudo grueso en su garganta a punto de explotar. A sus padres les hubiera encantado este lugar. Ojalá hubiera conocido la capital de una forma totalmente distinta.
Varios minutos después visualizó a lo lejos el magnífico, hermoso e imponente palacio. Llamado el Palacio Edo. El centro del imperio. Una arquitectura increíble del que cualquiera quedaría impresionado.
Abrieron las grandes puertas del Edo para dejarlos pasar. La parte de afuera se veía muy bella, por dentro no se lo imaginaría. Adentro habían muchos más soldados custodiando el área.
Llegaron a la puerta principal y pararon el andar de la carreta. Todos los soldados se bajaron y los bajaron a ellos uno por uno quitándoles las cadenas de las manos. Los formaron en una fila para llevarlos adentro.
Al poner un pie dentro del Palacio quedó aún más sorprendida, sólo había visto una pequeña parte y le parecía casi de oro y diamantes por su brillo. Los guiaron a todos hasta donde había una señora y un hombre esperando. Ambos muy elegantes, el kimono y los adornos en la cabeza de esa mujer eran tantos que sentía que debía pesarle la cabeza. El hombre también usaba una fina yukata.
-Qué rápido trajeron a los esclavos. -habló la mujer en tono neutro.
-Vienen de distintos pueblos: Nikkō, Okayama, Hirado, Kōchi, Shizuoka, Hakuba y al último que fuimos fue a Miyajima. -quién habló fue el comandante. (T/n) se sorprendió, no lo había visto desde que se bajaron del barco y apareció de la nada.
-Ya sabes tu trabajo, ¿a cuáles chicas te llevarás para el harén? Habla rápido, yo tengo que llevarme a los que sirvan de sirvientes y no tengo todo el día. -dijo el hombre que estaba a su lado, y ella lo miró mal.
-Cálmense. Saben que no me llevo a cualquier mujer. -dió unos pasos adelante acercándose a los jóvenes.
El comandante dió orden de que organizarán otra vez la fila de los esclavos pero está vez separando a chicos de chicas rápidamente. Lo cual acataron al instante.
La mujer se paró delante de cada chica. Mirándola con detenimiento y analizando sus facciones y cuerpo. Las concubinas son minuciosamente elegidas, deben tener un buen cuerpo para satisfacer a los hombres de la familia imperial. Porque a final de cuentas, sólo sirven para dos cosas: dar hijos si así se lo piden y en tal caso que sólo sea para una noche, aceptar sin refutar.
Cuando llegó con (T/n) ésta estaba cabizbaja. Temblaba un poco de miedo por más que tratara de calmarse. La mujer agarró su rostro de forma brusca enterrando sin querer un poco sus uñas para ver su cara. Tocó su cara, su piel, su cabello. Luego bajó su mano a su busto y cintura para saber que la forma de su cuerpo fuera indicada.
Siguió con las demas, inspeccionando a cada una hasta que terminó. Luego puso una mano en su quijada pensando. (T/n) rogaba en su mente que no la escogiera. Si iba a estar en ese palacio prefería mil veces ser sirvienta. Pese a saber que obviamente a las concubinas les dan mejor habitación, cama, comida y trato, pero no quería ser eso ni de sueño.
-¿Ya sabes? -habló el hombre impaciente.
-Sí, me llevaré a estás chicas. -habló mientras señalaba a las que eligió, y por desgracia ahí estaba (T/n).
(T/n) apretó sus ojos deseando morir ahí mismo. Parece que su suerte está en su contra. El comandante sin más, se retiró junto a los soldados. El hombre se llevó a los chicos y algunas chicas afortunadas que no fueron elegidas como concubinas y para que sean sirvientes del palacio. En cambio la mujer, guío a las chicas que eligió para que la siguieran.
En las paredes habían pinturas rústicas y tradicionales. No paraba de sorprenderse por el palacio. Pero algo le llamó la atención y se detuvo un momento.
Una pintura de dos kamis. La reconoció de inmediato, era de su padre. Recuerda el día que fue a su tienda y vio la pintura. Su padre le dijo que eran Izanagi-no-Mikoto y Izanami-no-Mikoto quiénes representaban al primer hombre y la primera mujer. Un sentimiento de nostalgia invadió sus emociones, ese cuadro había parado hasta el palacio imperial.
-¡Oye! Niña, no te quedes ahí parada. Nos atrasas. -gritó la mujer molesta. (T/n) se sobresaltó y corrió dónde ellas.
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Llegaron a una parte del palacio que parecía una gran sala, y dentro habían muchas habitaciones. Unas abajo y otras arriba al subir escaleras. Habían bastantes mujeres. Todas entre los quince a veinticinco años más o menos, cada una tenía su cama. Y vio grandes ventanas con lindas cortinas. El O-Oku estaba distribuido en tres rangos: bajo, medio, alto. Las habitaciones pequeñas eran para las concubinas normales con varias camas, también estaban otras parecidas con mejor cuidado. Y las habitaciones más grandes y privadas eran el derecho que se ganaban las concubinas favoritas.
Todas se veían entretenidas conversando entre ellas animadamente, otras leyendo libros, escribiendo poesías, otras recostadas en sus camas o simplemente comiendo algún aperitivo.
-Señoritas. -aplaudió dos veces, y la grave voz de la mujer les llamó la atención a todas.
De inmediato todas las mujeres se colocaron en una fila saludando cordialmente a la mujer. Parecía ser la encargada de administradar el harén del palacio.
-He traído a nuevas compañeras. Sean amables con ellas. Y me harían un gran favor si les explican las reglas de aquí. -luego dirigió su mirada a las chicas que estaban detrás de ella. -Hay muchas camas en las habitaciones. Elijan una que no tenga dueña para ustedes, si tienen hambre, le dicen al sirviente. El baño se encuentra detrás de esta habitación por lo que no quiero ver a ninguna de ustedes fuera de aquí a menos que yo lo autorice... Me expliqué? -miró seriamente a cada una y todas asintieron. -Por cierto, mi nombre es Yoriko. Conmigo utilizarán el "sama". -recalcó gélida.
La mujer salió de la habitación cerrando la puerta. Las mujeres del harén dejaron su formalización y volvieron a lo que hacían. Algunas se acercaron a las chicas por curiosidad.
(T/n) miró todo el lugar, recorriendo su mirada por el lugar que ahora sería su "hogar". Pasó una cortina y entró a una pequeña habitación buscando alguna cama que estuviera vacía, encontró una que le gustó y cuando trató de llegar hasta a ella una chica como de veinte años la paró.
-Es mi cama.
-Oh... Lo siento. -se iba a dar la vuelta pero volvió a ser detenida.
-Pero la que está al lado de la mía no tiene dueña. Puedes quedarte con esa.
Le señaló la cama al lado de la suya. Se veía bastante bien, y cómoda. Agradeció y se sentó en dicha cama. Mirando a la nada.
Tocó las muñecas de sus manos. Estaban rojas, tenían las marcas de las cadenas. Y sus pies le dolían demasiado por estar descalza todo ese tiempo. Volvió a sentirse sola, completamente sola. Estaba tan sumergida en sus pensamiento que no escuchó que le hablaban.
-¡Oye, oye, oye!
Miró quién era. Era la misma chica que le mostró la cama. Como las camas están al lado ambas estaban muy cerca. Ésta chica tenía cabello negro lacio y largo, con ojos celestes, es muy bella.
-Disculpa si soné muy dura al principio. Cómo te llamas?
-(T/n) Kondo. -habló en un susurro pero la chica escuchó.
-Es lindo nombre, yo soy Akiko No sé cuál era el apellido de mi padre, me trajeron aquí cuando era una niña pequeña. -hizo una mueca de tristeza. -Yo tengo veinte, y tú?
-Dieciséis... -contestó la (c/c).
-Aún eres pequeña... El emperador no debería traer niñas acá... -comentó con disgusto.
Pasó un minuto en que ambas estuvieron en silencio, luego (T/n) fue quien habló esta vez.
-No entiendo nada de aquí, nos la pasaremos en esta habitación?
-¡Cierto! Debo explicarte todo de aquí. -se acomodó en su cama cruzando las piernas. -Sabes para qué son las concubinas, no? Cada una tiene un turno, aunque hay algunas a las que no llaman u otras que son llamadas especialmente. No estás obligada a aprender a bailar, pero si quieres puedes hacerlo para presentaciones frente al emperador. No podemos salir de la habitación sin permiso de Yoriko-sama. Ella es quién administra el harén. Aunque hay dos días a la semana que se nos permite salir a ciertos lugares y al jardín del palacio.
(T/n) escuchó atentamente cada palabra de Akiko, sin interrumpirla. Analizando lo que decía. Luego de que la chica terminara de explicar decidió hablar.
-Entiendo... ¿Entonces sólo está el emperador?
-Oh, no, no. Están sus hijos, los cinco príncipes. -mostró su mano enseñando cinco dedos. -Es muy poco probable que el emperador te llame para una noche. Como te dije, ahora sólo usa a las concubinas para que le bailen en presentaciones con otros nobles. Lo contrario a sus hijos.
-Y cómo son ellos? -la chica parecía más curiosa ahora.
-Ummm... -pensó un momento. -Hace un par de meses no los veo. Pero son muy altos, de piel morena, cabello negro y largo... y son literalmente idénticos como reflejo en el agua. Lo único con lo que podrías diferenciarlos es con el color de sus ojos, pero no recuerdo sus nombres así que no podría decirte... Sólo me sé el nombre del hijo menor, Zohakuten, él es el único que tiene más diferencias. Es más bajo que los mayores y tiene el cabello corto. El menor tiene tu edad.
-La mayoría de las chicas de aquí lamerían sus zapatos con tal de recibir un poco de atención de parte de ellos. -(T/n) abrió sus ojos sorprendida y Akiko río suavemente. -De verdad jajaja. Yo no estoy obsesionada con ellos como la mayoría de aquí, no te preocupes, pero no se puede negar que todos son muy atractivos.
-Y tú has...
-Uff, no. En realidad no por suerte. No me he acostado con ninguno de ellos en todo el tiempo que llevo aquí. Pero me han llamado varias veces para que les baile en la habitación, más unos que tienen ojos verdes y el otro amarillos, esos dos son los más mujeriegos... Pero no pasó nada más.
(T/n) abrió su boca formando una "O" haciendo a Akiko reír. Bastante información, más de la que debería recibir.
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Cuando la noche llegó, los huesos de las piernas le dolían por el frío. Había calefacción con una especie de chimenea, pero seguía sintiendo frío. No se imaginaba cuando llegara el Invierno. La brisa que entraba por las ventanas era la causante de que el ambiente se enfriara.
Todas las chicas estaban en sus camas durmiendo, era la hora de descansar para todos. Pero (T/n) no podía dormir. Su mente recordó a sus padres, se preguntaba cómo estarán? no les habrá pasado algo malo? deben estar muy preocupados. Y Tanjiro... Tanjiro le prometió que la buscaría hasta Nara. Ella sabe que lo hará. Sólo desea que sea pronto.
No había manera que conciliara el sueño. Seguía llorando y soltando leves sollozos y gemidos de tristeza.
Sus sollozos provocaron que Akiko se despertara. (T/n) estaba despaldas, pero supo rápido que ese llanto venía de ella. Se sentó en la cama y se acercó un poco a ella y le tocó el hombro lo que hizo que (T/n) reaccionara y la mirara a los ojos.
-(T/n), ya no llores más. No puedes hacer nada. Eso sólo te mortifica. -aunque las palabras sonaran duras, ella sólo quería consolarla. -Trata de adaptarte aquí, sé por qué te lo digo... -apretó un poco sus labios.
-Es que... Quiero a mi mamá y a mi papá... -sollozó un poco más fuerte.
Akiko suspiró, siempre pasaba con todas las chicas nuevas y más las jovencitas. La envolvió en sus brazos como un abrazo maternal.
-Ya, ya... -pensó un momento y una idea iluminó sus ojos. -¿Quieres mandarles cartas y decirles que estás bien? -Escuchar esa idea hizo que los ojos lagrimosos de (T/n) centellaran.
-¡¿Puedo hacerlo?! ¡¿De verdad?! -sonrió feliz aún con las lágrimas empañando su vista. Akiko asintió.
-Claro, pero debes pedirle permiso a Yoriko-sama. Si ella nota que eres obediente y bien portada, te concederá permiso de varias cosas.
(T/n) asintió varias veces contenta. Pasó de sentirse miserable a tener una leve luz de esperanza de contactar a su familia. Akiko le dijo que mejor durmiera, debía descansar bien, y la chica hizo justo eso. Ahora que Akiko le dijo eso le ayudó a calmarse y por fin pudo conciliar el sueño.
¡Holaaa!
A veces leo mis historias y pienso "Qué mierda. Mejor las elimino y no vuelvo a escribir en mi vida". Luego vuelvo a leerlas y pienso "Joder, esto es literatura".
Kyoto fue la segunda capital de Japón en la antigüedad eso investigué, para que no se confundan.
A mí me encanta el drama. En la historia de Aizetsu él no le hace caso a rayita, y en esta historia será al revés. Los clones estarán súper obsecionados pero ya saben que rayita tiene dueño en su corazón. El gompanchiro... Pero eso puede cambiar?
Hablando de la historia de Aizetsu. Obviamente ya la retomé, seguiré escribiendo y actualizando los sábados y martes. Pero me atrasé con los capítulos. Probablemente actualice el martes o el otro sábado.
El capítulo tres probablemente lo publique mañana o pasado mañana. Lo estoy escribiendo. El cuatro ya está listo.
Recuerden que tengo otros dos libros que pueden leer si gustan. <3
No olviden votar, díganme qué tal les pareció. Tienen ideas? Con gusto acepto!
Hasta aquí mi reporte.
Bye, se me cuidan. Las quiero a todas. 💓
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