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🪷 | 𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 16

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𝓛𝓪 𝓒𝓸𝓷𝓬𝓾𝓫𝓲𝓷𝓪 𝓕𝓪𝓿𝓸𝓻𝓲𝓽𝓪
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"Palomas de madera".

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Hace unos minutos (T/n) había llegado al harén sana y salva, aunque no del todo por lo que había pasado hace tan sólo minutos en el que fue manoseada sin su consentimiento por ese pervertido príncipe, como pensó de él. Y peor aún, quién la obligó a pasar una noche fue el que la "salvó". En el viaje de ahí hasta el harén estuvo muy callada y cabizbaja con miedo de que ese oji-azul que ahora sabe que se llama Aizetsu volviera a hacer lo mismo que la vez pasada. Aunque para su sorpresa, no presentó ni ganas o pensamientos de hacer eso en esa ocasión.

Aunque en casi todo el camino él no volvió a abrir la boca después de lo que le dijo y el beso, la mantuvo agarrada de la cintura para pegarla a cuerpo, lo que le hizo sentir aún más incómoda. También él mismo le arregló el kimono, tapando ciertas marcas. Le estuvo preguntando de vez en cuando si su hermano le había hecho algo, además de las marca... Puesto que realmente él no llegó a ver nada de lo que realmente le estaba haciendo su hermano gemelo a su ahora favorita, sino la historia sería diferente. Ella por miedo negó todo lo que sucedió. De todas formas él sólo empeoraba su situación sin arreglo alguno.

Al dejarla frente al harén le besó la mano con caballerosidad antes de irse sin pronunciar más palabras.

Lo que (T/n) no sabía es que Aizetsu es experto en controlar y disfrazar sus emociones. Porque en todo ese tiempo estuvo hirviendo su sangre por culpa del oji-verde.

Sí que se las pagaría caro.

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El día estaba espléndido, después del mediodía el sol irradiaba luz por lo que el cielo estaba un tanto despejado. Un buen día para practicar artes marciales o con armas de batalla para los jóvenes príncipes, ¿no? Pues, así era en el campo de entrenamiento. Estaban dos hermanos, el oji-azul y el oji-verde estaban en un casual "entrenamiento" o por lo menos así era al principio. Ya que eso después se volvió una excusa para pelear con la rabia que ambos se tenían por un motivo específico.

Los dos hermanos parecían estar en un entrenamiento normal, la diferencia es que en vez de entrenar con katanas de madera como siempre, lo hacían con katanas reales. Asustando a algunos guardias quienes los veían raro, pero agradecían que el emperador ya había escogido un heredero y no era ninguno de esos.

-Tienes como cinco mujeres del harén favoritas, además de Maiko principalmente y yo nunca he tocado a alguna de ellas. Ni siquiera las miro. ¡Porque respeto que sean favoritas tuyas pero eso a ti parece importarte un comino! -exclamó un oji-azul muy molesto atacando a su hermano.

-Nah, nah. No me vengas a llorar. Yo nunca escuché por parte de Yoriko que esa chica fuese favorita de alguien. Y como dice mi sabio lema: "Concubina sin dueño, es de quién la vea". -se encogió de hombros y de manera rápida le devolvió el ataque.

-Sabes que yo no me intereso realmente en ninguna de las concubinas, ahora que sí lo hice entrometes tu maldita nariz. -evadió un empuje de Karaku velozmente.

-Pues lo siento, estaba un poco pasado de copas, eso debió afectarme. Pero parece que tendremos que compartir como los hermanitos que somos. -sonrió "inocente".

En un momento Aizetsu paró de pelear y Karaku sonrió burlonamente pensando que había ganado. Pero esa sonrisa se le borró al instante al ver que su hermano cambió la katana por un yari.

-A-Aizetsu... No tenemos que llegar a estos términos. ¡Sabes que yo no sé pelear con esa cosa! -gritó un poco asustado por la lanza.

Obviamente todo ese show le llamó la atención a su hermano mayor, Sekido. Urogi estaba sentado en una banca tranquilamente ignorando el mundo mientras tenía a una paloma en sus manos acariciándola como un bebé.

-Urogi, ¿tienes idea de qué mierda les pasa a esos dos idiotas? -le dijo el oji-rojo a su hermano alzando una ceja. -Parece que ya se les olvidó el asunto del trono.

-Nah, de seguro Aizetsu le llamó drogadicto a Karaku como la otra vez o el insulto fue al revés.-contestó desinteresado sin dejar de acariciar su paloma. -Ellos siempre se andan insultando... Ahora entiendes por qué la vez pasada dije: "Qué viva el amor de hermanos"? -terminó soltando una sonora carcajada.

-No creo que sea por eso... Ash, estos estúpidos. -gruñó y comenzó a caminar hacia ellos. -Siempre soy yo el que debe meterse para que no se maten mis estúpidos hermanos en sus peleas de niños y mis padres me llaman "agresivo". -murmuraba para sí mismo entre dientes.

Se paró frente a ellos y los empujó separándolos de manera brusca.

-¡PAREN YA, IMBÉCILES! ¡¿Están entrenando o es una excusa para matarse?! -les regañó Sekido ya harto por su comportamiento.

-Ambas. -respondieron al unísono mirándose de manera asesina.

Sekido tocó su sien respirando hondo para no golpearlos y terminar la pelea en una peor situación.

-¿Qué sucedió ahora?

-Seki, Seki, a ti te quiero mucho, así que no te metas. Esta pelea es entre el depresivo y yo. -respondió Karaku sonriente pero Sekido lo miró feo. -Pero si tanto quieres saber, es porque este individuo de aquí casi me arma una guerra por una linda concubina. -alzó los hombros sin importancia.

-¿Qué? -miró a Aizetsu quien desvío la mirada con semblante serio. -¿Eso es verdad? ¿Me estás jodiendo? Yo me esperaría una pelea así entre Karaku y Urogi, ¿pero tú? No lo puedo creer.

-¡HEY! ¡HEY! Más respeto, Sekido. Que tenga concubinas favoritas en el harén no significa que ponga el país de cabeza por ellas. Primero armo guerra por mis amadas palomitas, no por perras. -palmeó suavemente la cabecita de su paloma.

Aizetsu suspiró y soltó el yari para luego mirar a Sekido.

-Karaku no te contó todo lo que pasó. Rompió las reglas, se metió con una concubina a la que miré primero y él lo sabía. Sé que le gusta molestarme pero esta vez se pasó y yo no voy a permitir eso.

-Él no dijo que era su favorita... ¿O si? -le dijo Karaku excusándose a Sekido alzando los brazos levemente.

Sekido exhaló aire de sus pulmones mientras relajaba su cuerpo para no matar a ambos de un golpe.

-Si van a pelearse por estupideces mínimo háganlo discretamente. Por eso papá nos odia.

-Sí, estoy seguro que Karaku era su última opción. -susurró Aizetsu pero Karaku lo escuchó perfectamente.

-Qué gracioso te has vuelto, emo payaso.

-¡CÁLLENSE! ¡Los dos son unos idiotas! -vociferó el oji-rojo ya enfurecido.

Urogi miró todo siendo sólo un expectante y sintiéndose fuera de lugar. Él siempre es el más distraído.

-Ya pero... y a todo esto, ¿dónde está nuestro amado "príncipe heredero"? -dijo Urogi con tono de burla y amargura a la vez.

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Justo en esos días que siguieron (T/n) se había sentido de un humor bajo, nada raro desde que llegó al lugar pero ahora no sólo estaba deprimida si no con algo de temor y rabia. Y por lo tanto no se esperó algo de su amiga oji-violeta. La última vez que había visto a Shinobu le regaló unas pequeñas tablas de madera y dos clases de gubias. Después de que ella le hablara tanto de que su padre tiene un negocio que es de artesanías y le enseñó a hacer algunas Shinobu lo tomó en consideración para que se entretuviera. Era un regalo que (T/n) no se esperaba, la chica de mechones violetas era muy generosa.

Algunas mujeres del O-Oku la miraban mal porque el pasatiempo de una señorita como ella debe ser cosas más suaves. Toda cortesana tiene derecho a aprender a tocar instrumentos, escribir poesía y canto. Pero ella no podía

<<Sé en lo que me convirtieron al llegar al palacio, pero nunca quise ser una maldita cortesana. Estoy cansada que me toquen. Esos tipos aquí tienen tantas mujeres más hermosas, ¿por qué no se quedan con ellas y me olvidan? Los odio. Debería enterrarles un punzón en un brazo.>> Pensaba enojada y con el ceño notablemente fruncido mientras tallaba la madera rápido, como si se desquitara con ella.

En un momento al decir lo último paró y vio una de las gubias. La miró por segundos mientras maquinaba en su cabeza una idea y metió una gubia debajo de su kimono sin que nadie se diera cuenta.

Siguió tallando la madera, para ir haciendo la forma que deseaba obtener cómo resultado.

-¡Te están quedando muy lindos!

Por estar tan metida en sus pensamientos no distinguió la voz femenina que habló a sus espaldas. Pensó que se trataba de Akiko, pero se llevó una sorpresa al ver quién era.

-¿Mitsuki?

-Mitsuri. -corrigió riendo. -Son lindos, me encantan, tienes talento. ¿Cómo aprendiste?

(T/n) la miró con un poco de desconfianza y le respondió la pregunta con otra pregunta.

-¿Que los soldados no tienen prohibido poner un pie en el harén? -dijo recordando una conversación que escuchó de otras mujeres.

-Oh... Los hombres en general no pueden. Pero pasé por aquí y quise darte una pequeña visita.

La chica de ojos (c/o) decidió responderle limitando sus palabras.

-Papá me enseñó.

Mitsuri tomó la figura y la vio con detenimiento. El enojo que (T/n) había tenido, en cierta forma, le ayudó a inspirarse sin darse cuenta y creó unas palomas de madera. Las pequeñas palomas estaban perfectamente talladas. Una tenía las alas extendidas y la otra no.

Mitsuri recordó algo rápidamente y sonrió brillante mostrando los dientes.

-¿Representan una pareja? ¡Amo las historias de amor! -exclamó felizmente.

-No exactamente, pero lo puedes interpretar así si quieres...

-¡Te llevaré con la emperatriz! -dijo y la tomó del brazo suavemente.

-¡¿Eh?! ¡¿La emperatriz?! ¡¿Qué hice mal?! ¡Si es un delito crear figuras de madera no lo volveré a hacer! -decía entrando en pánico.

Mitsuri la vio y tocó su cabeza para calmarla. Luego le sonrió.

-No hiciste nada mal. A la emperatriz le gustan estos detalles y artesanías. Y recuerdé que desde hace un tiempo está buscando a un artesano para que le haga algunos pedidos.

-Pero no tengo permiso para salir...

-Si estás con alguien como yo no tienes que preocuparte por permiso, tranquila. -sonrió tranquilizadora.

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Sekido caminaba tocándose la cabeza. Le dolía del estrés en el que estaba siempre. Había salido de su habitación luego de golpear a un sirviente por hecharle unos cubos de azúcar de más a su café. Realmente no le molestó ese suceso tan insignificante, pero necesitaba a alguien con quién desquitarse.

La impotencia cada vez que escuchaba a sirvientes o incluso guardias conversar entre sí de como su hermanito había sido elegido como legítimo para el poder del gobierno, ignorando que él fue el primero en nacer le provocaban ganas de ahorcarlos.

En una esquina divisó a su hermano menor. Lo había estado evitando desde ese día para no encolerizarse más. Éste parecía hablar con dos sirvientes quienes asentían por las órdenes. Se acercó un poco y pudo escuchar cómo el chico les ordenaba remodelar ciertos cambios del mismo palacio, como reglas que estaban vigentes desde hace muchos años. Cuando éstos se retiraron él caminó hacia su hermano, y no con intensiones de saludar.

-¿Zohakuten? ¿Qué carajos estás haciendo? -interrogó molesto.

-Me hago cargos de asuntos que a ustedes no les importa, ¿por? -decía mirándolo indiferente.

-¿Con qué permiso dices eso? Puedes ser el heredero pero pisa tierra.

-No necesito permiso. No hago esto para molestarlos, pero si lo hago, no es mi problema. Yo sí soy eficiente para el palacio y en un futuro el país.

-Zohakuten... Nunca tuve nada en contra tuya pero hay límites. -dijo severamente. -Papá se equivocó pero ya se dará cuenta.

Zohakuten lo ignoró completamente como si no siquiera estuviese ahí. En una competencia de quién de los dos tiene más orgullo los medidores explotarían al quedar empate. Sekido abrió su boca para protestar pero en lugar de eso se fue pisando con tanta fuerza que resonaba en suelo.

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-No tenía idea de que fuera tan difícil. -decía (T/n) caminando junto a la oji-verde.

En el camino Mitsuri le sacó conversación a (T/n) para romper el hielo. El carisma de la chica de cabello rosado y verde se le había contagiado y cedió a sus charlas graciosas. Empezaba a empatizar socialmente con ella, conversaron de varias cosas para conocerse un poco más. (T/n) se dió cuenta que la había juzgado mal.

Mientras que la otra chica también lo hacía para sentirse mejor consigo misma. La consciencia de Mitsuri siempre estaba presente en cosas cuestionables que le mandaban a hacer como un deber de misión. Pero su corazón de pollito le había dolido en la primera misión que tenía al separar una chica joven de su familia. Ignorando el puesto que tiene en el ejército.

-¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Desde cuándo aceptan a mujeres?

-Nunca, nunca realmente. Hicieron una excepción por mí porque papá le servía al ejército y desde pequeña se dieron cuenta que nací con una masa muscular mayor a la normal. Vieron el potencial en mí y me entrenaron desde niña. Fui subiendo de rango y gustó la idea de servir a la nación, aunque no siempre estoy de acuerdo con algunas cosas claro...

-¿Masa muscular? -repitió asombrada y se fijó en los brazos de la peli-rosa. Éstos eran muy delgados y finos como para ser tan fuerte.

-Así es. Saqué la misma fuerza que mi papá. Es como si fuera un don de mi familia. -añadió orgullosa.

-Con razón me cargaste como saco esa noche. -dijo entrecerrando sus ojos, Mitsuri apretó sus ojos avergonzándose.

-¡Lo siento! ¡En verdad lo siento! -gritó abrazando sorpresivamente a (T/n). -No quise hacerlo, pero si desobedezco una orden de To-.

-¡Kanroji! ¿Qué estás haciendo?

Una voz reconocida resonó fuertemente en las paredes. (T/n) se asustó cuando lo vio acercarse con esa aura autoritaria. Y no era para menos, el uniforme con armadura más detallada gritaba poder en todas partes. Su temple e incluso su físico con esos ojos azules tan profundos... No lo había visto desde el día en que la llevó como esclava al palacio y le sorprendió verlo ahora.

Mitsuri se soltó del abrazo e instantáneamente se colocó en una compostura muy distinta a la que tenía anterior de relajada. Era como si no necesitara una orden para saber cómo comportarse.

-¿Qué haces en estos lugares? Se te asignó estar fuera del palacio.

-Claro, lo sé, lo haré enseguida. Sólo deme unos minutos haré algo antes. -informó con voz seria.

El hombre joven dirigió su mirada a la chica que estaba al lado de su soldado y ambos conectaron miradas. (T/n) le tenía temor pero a la vez mucho resentimiento por aceptar el dinero del maldito mercader.

Sus ojos azules la miraron de arriba a abajo como si la menospreciara.

-No te entretengas con tonterías. -fue lo último que dijo antes de darse la vuelta.

-AYYYY, ¡Qué miedo! Casi hago que ruede mi cabeza. -susurró temblando, (T/n) al verla así le puso una mano en su hombro como una caricia.

-¿Él es Tomioka?

-¡¿Sabes su nombre?! -la chica peli-rosa cambió su actitud rápidamente.

-Shinobu-san me lo dijo, sé que es su esposo.

Mitsuri asintió y siguieron caminando.

-Él es mi jefe, por así decirlo. Es muy serio y estricto. Prefiero no molestarlo. Desearía que tuviera más tacto, ¡pero su frialdad me pone los pelos de punta!

<<Le diré a Shinobu-san que me trató mal.>> Pensó (T/n) frunciendo el labio.

Luego de ese encuentro no tardaron en llegar a los aposentos de la emperatriz. Los guardias le concedieron el permiso de pasar rápido cuando vieron a la chica oji-verde, claro, después de pedirle a la dueña. (T/n) no se sentía tan a gusto de entrar ahí, últimamente no tiene buenos encuentros con la familia real.

Mitsuri pasó con toda la confianza, seguido de (T/n) que prácticamente se ocultaba detrás de ella con nerviosismo.

-Mitsuri, qué grata sorpresa. ¿A qué se debe tu visita? -saludó la elegante mujer mientras Fuyu, su sirvienta pelinegra, le entregaba una taza de té.

-Saludos, su majestad. Espero que tenga buena salud como siempre. Vine porque sé que está buscando a un buen artesano, y ¡esta chica es la solución! Es del O-Oku. -jaló a (T/n) que no había salido detrás de su espalda. -No te van a comer... -le susurró aún manteniendo la sonrisa.

(T/n) no quiso hacer contacto visual por lo que se mantuvo cabizbaja. La emperatriz la miró fijamente alzando una ceja, incrédula de lo dicho. Pero Mitsuri le puso en sus manos las dos palomas de madera terminadas. Al verlas quedó maravillada.

-¿Tú los haces? ¿Cómo aprendiste? Me parece interesante que tan joven aprendas a crear tales obras.

-Pero es una concubina, y además, hay muchos artesanos mejores en el país. -comentó su otra sirvienta mirando desaprobatoria a (T/n).

-Calla, Gen, estas lindas palomitas me demuestran lo contrario. -le dijo la mujer. -Y que sea concubina es aún mejor. Las mujeres aprenden artes... Aunque no sabía que esto también.

-En realidad, lo aprendí por mi familia. -respondió en voz baja sin alzar la vista.

-Mírame. -la chica acató rápidamente. -¿Cuál es tu nombre?

-(T/n). -dijo sin muchas ganas.

-No me tengas miedo, no te haré nada. Es lindo que encuentres pasatiempos en el arte como este. Por ahora no se si te pida algo. Aunque si te preguntaré si me vendes estas figuras? Podría pagarte el precio que quieras. Pero son muy lindas, ¡el tallado es perfecto! Y tengo a un hijo que sé que las va a amar.

(T/n) no pretendía crearlas para venderlas, ni menos que alguien tan importante quisiera comprarles esas pequeñas figuras, pero se alzó de hombros y confirmó su respuesta.

A los minutos Mitsuri le dijo que tenía que salir pero que se quedará tranquila y volvería a hablarle pronto, luego salió de la habitación. Todo parecía tranquilo pero de repente el shōji fue abierto con violencia. Un rostro demaciado conocido y unos ojos rojos fue lo primero que distinguió (T/n) antes que la severa voz exclamara furioso.

-¡Madre! ¡Tu hijo mete sus narices en cuestiones que no le debe importar todavía!

-No entiendo, ¿Cuál de todos?

-Tu favorito. -dijo sarcástico.

La mujer suspiró hondo y acomodó su corona.

-No digas eso, Sekido, ¿y qué sucedió?

-Sabes lo que sucede. Él y su orgullo por cambiar formatos del mismo palacio que son reglas sólo porque le dió la gana. Zohakuten ya tenía el ego alto, pero ahora se lo subieron hasta las estrellas y ya estoy harto.

-No veo nada de malo. Se preocupa por nosotros. -respondió dando una pequeña sonrisa, en cambio a Sekido se le marcaron dos venas en el rostro. -No pienses en eso, relájate, hijo. Mira, la señorita Kanroji me trajo a esa chica. Hizo una obra sencilla pero muy bonita, ¿No crees que le encantaría a Urogi? -le susurró sonriente mostrando las figuritas.

Sekido frunció el labio siguiendo muy molesto. Estaba por responderle que no le importaba en lo más mínimo pero cuando vio a la mencionada chica por su madre quedó por unos segundos congelado. A ella ya la había visto, la recordaba perfectamente.

HOLIII 😸❤️

Por fin una actualización de esta historia. Me volveré a desaparecer un tiempo porque ya saben con lo de la U y eso. (Pero me mantendré escribiendo en mis tiempos libres).

Esta mamada de historia llegó a los mil votos. No sé cómo sentirme al respecto.
Estoy tan feliz y agradecida.
Esto es algo que sólo sucedía en mis sueños, sal principio pensé que sólo un gato leería mis historias la_p3rra_de_Hantengu Ahre

Sólo me queda agradecer. Gracias por tanto 💗

Para las que no saben, Gubia: Herramienta para carpintería en forma de punzón.

No tengo datos curiosos de este cap... Bueno, sólo que Giyuu es un mamón excepto con Shinobu pero eso se sabe.

Me despido. Les pido que no me sofoquen tanto con las actualizaciones porque me estreso :D (igual las amo, muak).

Hasta pronto.

Meli <3

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