🪷 | 𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 14
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𝓛𝓪 𝓒𝓸𝓷𝓬𝓾𝓫𝓲𝓷𝓪 𝓕𝓪𝓿𝓸𝓻𝓲𝓽𝓪
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"El secreto de los emperadores"
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(T/n) llegó hasta dónde vio una pequeña fuente del jardín donde varios pajarillos cantores sacian su sed o se dan un chapuzón en la fresca agua que brinda ese manantial. Ella tomó una hoja y la dobló para que pareciera un platito. La llenó del agua y abrió la jaula con cuidado acercándosela a la paloma. Pensó que ésta se asustaría pero para su sorpresa no fue el caso. La paloma está lo suficientemente domesticada para estos tratos con humanos (más proveniendo de su dueño) que sólo acercó su pico a la hoja y bebió con rapidez el agua.
-Vaya que tenías sed, ¿verdad amiguita? -susurró al ave. -Qué mal que te dejaron, parece que tu dueño es un irresponsable o bueno, no lo conozco... ¡Aww! Pero qué linda eres.
Cuando la paloma bebió todo el agua volvió a darle un poco más y luego cerró la jaula para caminar hacia la puerta de regreso. Alzó la jaula en sus manos, el ave seguía quieta bien educada. Sonrió levemente al verla, ya buscaría a alguien para entregársela.
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-Volveré a preguntarlo una vez más... ¡¿DÓNDE CARAJOS ESTÁ MI PALOMA?! Les juro que si nadie habla les cortaré la cabeza a todos. -la voz amenazante del oji-amarillo resonó en el pasillo.
Los pobres sirvientes, o al menos los encargados de Urogi ya lo conocen perfectamente. Saben que no se pueden meter con sus amadas mascotas, eso es señal de muerte segura. Y eso que es el príncipe más risueño y alegre.
Tenía a los dos chicos que le había encomendado la simple tarea de llevarles todas sus palomas en la jaula más espaciosa. Estaban arrodillados frente a él rogando clemencia por sus vidas, los pobres parecían gelatinas. De por sí Urogi reaccionaría de tal forma por cualquiera de sus palomas, pero el hecho después de la declaración de su padre lo había dejado de tan mal humor que la mínima cosa se iba a desquitar con sus sirvientes, era más que una razón para activar un volcán dormido.
-E-Es que... Es que... No-nosotros... -tartamudeó uno de ellos sintiendo gotas de sudor en su cara.
-Por los dioses le juramos que no sabemos qué pasó, Alteza, pero la encontraremos en menos de lo que piense. No se preocupe... -dijo el otro tratando de ser valiente pero su voz salió trémula.
-¿Preocupado yo? JAJA No, no. Les corrijo. -sacó su katana y amenazó a ambos chicos temblorosos. -Ustedes son los que deberían estar preocupados. -dijo con una sonrisa escalofriante.
-¡Por favor, perdonenos por molestarlo! -rogó uno con las manos juntas.
-¿Saben? El principal motivo de mi molestia no es mi querida paloma. Es el hecho de que les haya mandado algo tan simple y no lo cumplieran a la perfección, ustedes de verdad que son inservibles. -dijo causando un malestar en sus sirvientes.
Sucede que cuando ellos notaron que sí faltaba un ave y la buscaron otra vez al jardín ya no estaba la jaula. Al no ver la jaula, se les salió el alma. Pero pensaron que Urogi no se daría cuenta que falta sólo una, puesto que tiene varias palomas, para su mala fortuna no salió como esperaban.
-¿Alguien la tomó sin mi permiso? -volvió a cuestionar Urogi pinchando con la punta de su katana el cuello de uno.
-P-P-Pue-Puede ser... -tragó saliva. -Pero la vamos a encontrar sana y salva...
-¡Déjenos buscarla! Volvemos rápido con ella.
Urogi entrecerró sus ojos y sonrió complacido de verlos temblar.
-Más les vale entregármela rápido, no me encuentro de buen humor y no querrán verme en un peor estado... ¡Lárguense! -concluyó pateando fuertemente el estómago de uno de ellos, a lo que salieron corriendo.
-Inútiles. -murmuró antes de encerrarse en su habitación dando un portazo.
Los chicos volaron de la velocidad en la que corrieron después de la terrible amenaza de su superior. Ahora su misión era encontrar la dichosa paloma del oji-amarillo o ellos serían los que quedarían desplumados, ya se imaginaban mil formas de torturas por parte de Urogi.
Corrieron lo más rápido que pudieron al jardín otra vez, a buscar la jaula que se les había olvidado. Tenía que estar ahí, nadie tomaría esa famosa mascota cual saben quién es su dueño. Y para su terror, fue todo lo contrario. No se encontraba ninguna jaula cerca de los matorrales. Ni un pequeño sonidito emitido por una paloma. Sus cuerpos comenzaron a temblar con más inquietud al darse por muertos.
Buscaron como locos alrededor del jardín sin dar con la bendita ave, y para rematar Shinobu hechó al ver que casi dañaban sus plantas por la forma brusca en la que buscaban. Derrotados y abatidos salieron del jardín y regresaban con el rabo entre las patas aceptando una tortuosa muerte segura.
-Ya está, nos cortarán la cabeza. -murmuró uno con la cabeza agachada.
-¡Sólo cometimos un error que hasta él mismo cometería! Ellos buscan excusas para maltratarnos como perros, aún me duele el estómago. Odio a los príncipes... -murmuró quejándose entre dientes. -¿Pero supiste lo que paso el otro día en el salón real? La noticia de que los destituyeron a todos del tronl y dejaron al príncipe Zohakuten como el legítimo heredero, aún siendo el hijo menor, salió rápido. Todos hablan de eso. JA, te juro que hubiese pagado una fortuna por ver sus reacciones. -se burló pero recibió un golpe de su compañero.
-¡Cállate, estúpido! Al menos habla en voz baja, estas paredes tienen oídos y si nos escuchan entonces nuestras cabezas sí rodarán. -le regañó, el otro bufó sarcásticamente. -Aunque no te quito la razón, esos malditos se creen la gran cosa por su estatus. -susurró con rabia. -Quizás por esa razón están más irritables que de costumbre... Mis condolencias a los sirvientes del príncipe Sekido.
No fue hasta qué en un pasillo visualizaron de milagro cierta jaula blanca en manos de una jovencita que parecía buscar a alguien con la mirada, cuando ella los vio abrió levemente su boca y caminó a pasos rápidos hacia ellos.
-Me alegro de encontrar a alguien. Encontré a esta pobre avecilla sola en el jardín, parece que la olvidaron. Pueden devolverla a su dueño. -dijo extendiéndole la jaula a ambos.
Uno de ellos lo tomó y ella agradeció empezando a caminar por el lado contrario de regreso al O-Oku. Los dos tipos se miraron entre sí como si conectaran pensamientos y sonrieron.
Lo que menos querían era exponerse a un peligro con Urogi, ella era la persona perfecta para culpar su propia negligencia y salvar su pellejo.
-¡Espera! Vendrás con nosotros. -dijo uno agarrándola fuerte del brazo.
-¿Eh? No he hecho nada. -les respondió molesta y confundida la chica.
-¿Por qué tenías algo que no te pertenece rondando por los pasillos? Aquí ni siquiera ibas a encontrar un guardia cerca, de seguro nos la entregaste al verte acorralada.
-¡Claro que no! Y dije que la encontré en el jardín y le di de beber. Tengo que regresar al har-.
-Eso ya se lo explicarás a su Alteza. -dijo burlonamente el otro.
Casi arrastrada se llevaron a la fuerza a (T/n) quien en el camino iba reclamándoles y dando manotazos a los hombres que la llevaban sin una razón aparente y acusándola de algo que para ella ni tenía sentido. Ya está harta de estarse metiendo en problemas en este maldito palacio y lo peor, la mayoría de las veces no es su culpa.
Abrieron la puerta de la habitación de Urogi bruscamente haciendo que éste se sobresaltara del asombro.
-¡Mierda! ¡¿Quiénes creen que son?! ¡Vuelven a abrir la puerta de esa forma sin tocar y les juro que no volverán a sentir sus manos ...Qué... Qué diab-.
Se calló a sí mismo al ver a uno de sus sirvientes correr y postrarse ante él con la jaula y la paloma dentro, como si fuese una especie de ofrenda divina.
-¡Alteza Real! ¡Encontramos a su paloma salva y sana como lo prometimos! -le entregó en sus manos la jaula.
-Y con todo respeto, fue está ratera quien tomó la jaula sin permiso y probablemente se la quería llevar. Pero nosotros la detuvimos. -dijo el otro hombre orgulloso de su propia mentira teniendo agarrada de un brazo a (T/n).
-¡Eso no es cierto! Malditos mentirosos, yo no-.
No pudo terminar la oración cuando el sirviente que la sujetaba del brazo le dio un fuerte golpe en la espalda sacándole el aire, y que por el dolor se inclinara inconscientemente.
-Ten más respeto frente al príncipe Urogi.
Cuando miró a quién se referían los hombres era otro chico idéntico a los otros que se había cruzado. Maldijo en mil idiomas.
<<¿Por qué tengo tanta mala suerte en encontrarme a todos los hijos del emperador...?>> Tragó saliva nerviosa recordando la voz de Akiko que le decía que por precaución no se cruzara con ninguno de ellos.
Urogi no había alzado la mirada, y ni siquiera les estaba prestando atención a las tres personas enfrente de él. Ya tenía a la última paloma que le faltaba, cada una de ellas son sus hijitos. Estaba más tranquilo aún con la espina molesta de Zohakuten.
Se dirigió a la jaula grande y abrió la pequeña. Con sumo cuidado y delicadeza tomó a la paloma para luego meterla en la jaula junto a sus compañeras y cerrarla con seguro. Contempló unos segundos mirando fijamente sus amadas mascotas.
-Como sea, ya lárguense. No quiero ver caras feas ni harapos en mi pulcra y limpia habitación. -escupió sus palabras Urogi con narcisismo sin voltearlos a ver.
Los hombres se encogieron de hombros. Mientras que (T/n) se movía arisca queriendo salir de ahí, lo que menos quería ahora era conocer a otro hombre de la familia real.
-¡Suéltenme ya! -les susurró enojada a los hombres. -No tienen derecho de acusarme de algo estúpido.
Éstos la soltaron de mala manera, (T/n) sin perder tiempo abrió el shoji y corrió velozmente de vuelta al harén. Mientras que Urogi, teniendo buen oído, frunció el ceño a la vez que miraba atrás encontrándose ahora solamente a sus dos sirvientes inclinados hacia él. Es tan distraído que ni se enteró de la presencia de la chica.
-¿Esa era la voz de una mujer?
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La emperatriz se encontraba en su lujosa habitación descansando. Sus sirvientas, dos chicas jóvenes eran quienes estaban con ella. Más que simples sirvientas personales son las compañeras que la sacan de su aburrimiento en ese inmenso palacio.
La emperatriz, una bella y muy elegante mujer de cuarenta y cinco años, lleva casada con el emperador por más de veinte años. A diferencia de otras mujeres, ella proviene de una noble y respetada familia. Se caracteriza por usar los más finos kimonos junto a una pesada corona de oro y joyas en su cabeza, cuello y manos que avisan de su poder. Eso le hizo tener tanto poder desde un principio al ser una mujer de clase alta de nacimiento sin tener que pasar por el harén. Pese a su fuerte temple por su posición realmente es una mujer muy comprensiva y dulce por dentro. Todo lo contrario a sus hijos que, como son como si fuesen fragmentos de vidrio representando intensas emociones.
Sus siervas le hacían un masaje y cuidado en sus delicadas manos para que su piel siguiera intacta, sin rastro de una vejez, conservando juventud. Se sentía en paz pero a la vez algo intranquila que le provocaba pensamientos lejanos. Siendo notado por las chicas.
-¿No le gusta el masaje? Podemos probar otros tipos. -dijo una preocupada de cabello pelinegro.
La emperatriz volvió a su realidad y sonrió suave.
-No, no hace falta, Fuyu. Es perfecto.
-Entonces, ¿Está pensando en casar a sus hijos todavía? Me ofrezco como voluntaria. -bromeó la otra con cabellos castaños, recibiendo una molesta mirada de su compañera.
-Jajaja, realmente ellos no quieren, y con lo último que pasó siento que ni querrán verme. Creo que están bien solteros. -respondió mirando su mano recibiendo un delicioso masaje.
La chica castaña pensó un comentario y abrió la boca al atreverse.
-Señora, disculpe mi atrevimiento. Pero... ¿Está segura que la desición de usted y su Majestad fue la mejor? No lo digo exactamente por el enojo de los príncipes, si no de los distintos clanes del país. Podría no gustarle vuestra palabra y ocasionar problemas... -hablo una chica castaña en voz baja mientras lavaba las manos de la mujer con delicadeza.
-¡No cuestiones a la señora, Gen! -susurró enojada en la nuca la otra chica pelinegra.
-No tienen de qué preocuparse. -rió tranquilizadora la mujer. -Estamos seguros que eso no sucederá. A los clanes no les importa quien tome el trono siempre y cuando sea de la realeza.
-Tiene razón, señora. Usted dio cinco bendiciones a la familia real. -halagó Fuyu sonriendo.
La sonrisa de la emperatriz desapareció abruptamente al llegarle un viejo recuerdo a su memoria.
-No... En realidad, no a todos. -murmuró.
Las chicas pararon de golpe su trabajo y miraron notablementes confundidas a la mujer que ahora estaba callada. Su cambio de voz fue repentino, y no comprendieron sus palabras.
-¿No a todos? ¿A qué se refiere, señora? Usted es la madre de todos los hijos del emperador. -dijo Gen alzando levemente una ceja.
-Les contaré a ustedes porque son de mi mayor confianza, pero a cambio les pido silencio. Ninguna palabra a nadie, ni vayan a mencionarlo fuera de estas paredes. -las chicas asintieron rápido a la vez.
-Ustedes todavía no entraban al palacio en ese entonces, cuando a mis veintinueve años salí embarazada de nuevo, al mismo tiempo que una concubina de mi esposo. Cuando llegó el día esperado tuve un parto difícil. -se calló unos segundos entrecerrando sus ojos. -Di a luz a una niña, pero no resistió y murió a las pocas horas... A las dos semanas la concubina dio a luz a un bebé, pero por hemorragia falleció media hora después del parto. Sin embargo, el bebé estaba muy saludable.
Las chicas no emitían ni un pequeñísimo ruido por estar atentas a cada palabra que escuchaban.
-Cuando lo vi quedé impresionada. Ese bebé hermoso era igual a mis hijos cuando nacieron. Él había sacado los genes de su padre, por eso es idéntico... -esbozó una sonrisa. -Hablé con mi esposo y acordamos que yo lo criaría como mi hijo. Es un secreto que en ese momento sólo lo sabían la partera y algunos siervos. -explicó. -Me enamoré al verlo tan pequeño y lindo, y me hizo feliz luego de mi pérdida..
Para cuando la emperatriz terminó de contar su historia Fuyu y Gen casi se les salía los ojos de las órbitas del gran impacto de asombro.
-E-Eso... Quiere decir que... El joven Zohakuten... No es su... Su... -tartamudeó Gen.
-Sí lo es. Es mi hijo, yo lo crié toda su vida. Soy su madre y nadie ni nada puede cambiar eso. -respondió la emperatriz firme. -Él es mi niño.
-Pero... Si el príncipe Zohakuten se entera... -dijo Fuyu y mordió sus uñas con nerviosismo, pensando en todo el desastre que sería.
-Él lo sabe.
-¡¿Qué?! -exclamaron ambas aún más sorprendidas por recibir tanta información en poco tiempo.
La señora frunció el labio recordando con exactitud las primeras palabras de Zohakuten en el momento en que ella y el emperador le confesaron todo en su habitación.
"¿Eh? ¿En serio? ¿No soy del todo hermano de ellos? Uff, los amo padres. La mejor noticia de mi vida. Sabía que una persona tan intelectual como yo no podía compartir todos mis genes con esos macacos".
-Decidimos confesarlo entre su padre y yo cuando era un preadolescente, hace unos años. Su reacción fue de lo más natural posible... Sí se sorprendió un poco pero ni siquiera le importó. Zohakuten siempre ha sido un niño ejemplar y muy inteligente... Bueno, tiene su mal carácter, claro, pero sabe manejarlo. Por esa razón lo escogimos a él. Amo a mis hijos, pero no necesito tener mejor vista para ver qué ninguno de ellos podrían llegar a tener un imperio intacto y administrado. Zoha vela mejor sobre eso.
-Usted es una hermosa persona, señora. Bendecida por los dioses. ¡Tiene un corazón muy noble! -exclamó Gen con una gran sonrisa y conmovida por la historia.
-Gen dice lo cierto. Es usted la más bella mujer. Y tenga por seguro que su secreto está enterrado como una tumba con nosotras. -le afirmó Fuyu. -Pero... Hay algo que me inquieta... Si no tengo mal memoria los hijos de un emperador que no sea hijo de la esposa real no sirven como sucesor legítimo, a menos que sea el único heredero.
-Sí, eso es cierto. Es una ley irrompible, no como lo de elegir un sucesor mayor o menor. -suspiró profundamente la mujer. -Por eso no se puede saber. Mis hijos no son el único problema, el mismo pueblo lo negaría como emperador por nuestras leyes. Sería un caos, y quizás una posible guerra.
-Sí, es mejor dejar las cosas como están. -murmuró Fuyu terminando el masaje de la mujer.
No siguieron hablando después de eso. Fuyu y Gen estaban por terminar su labor con la emperatriz, aunque tenían pegada a la mente toda esa historia increíble. La mujer de igual forma estuvo más tranquila en un silencio cómodo aún cuando revivió un pequeño secreto que había crecido al compás del tiempo. Pero confiaba en que nadie abriría el candado cerrado por años.
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El sol comenzaba a ocultarse y (T/n) ya no tenía idea de cuántas vueltas en círculos había dado. Ella conoce a la perfección el camino del harén al jardín. Pero luego de que esos tipos le quisieran culpar por supuestamente querer robar una paloma y la metieran por otra parte del palacio no sabía en dónde se encontraba. Había uno que otro guardia pero era demasiado penosa para pedir ayuda de algo tan simple. El palacio es tan grande por fuera como por dentro, tantos pasillos, pasadizos, escaleras arriba, abajo, habitaciones que se estaba comenzando a marear. Pensó en regresar al jardín y pedirle ayuda a Shinobu, pero a esta hora ella ya ni debía estar y como si fuese poco, tampoco encuentra camino de regreso al jardín.
Aún se seguía preguntando por qué esos hombres se la llevaron sin una razón, al menos para ella. Y agradecía que ese otro príncipe no la hubiese visto. Con lo poco que ha transcurrido y tanti que le ha pasado está segura que está pagando algún pecado de su vida pasada.
En su desespero por encontrar el camino paró en un sitio solitario, no había ni un solo guardia. Sólo las antorchas iluminaban el camino. Apretó sus dientes y se abrazó a sí misma al sentir más frío de lo común.
En un momento inesperado alguien la empujó sin fuerza para no lastimarla a la pared y aún sin ver supo que un brazo la había acorralado como conejo.
-Vaya, vaya, esto es un milagro que nos volvamos a cruzar. ¿Por qué estás solita por estos lugares? Había estado pensando en ti, ¿sabes? Ahorita no he estado de muy buen humor, pero contigo sé que disfrutaría como manjar~. -susurró una voz seductora, y vio otra vez esas esmeraldas brillar.
Hello, besos ♥╣[-_-]╠♥
Estuve pensando por días cómo escribir este capítulo, hasta que hoy me llegó de golpe una idea loca.
Al principio (antes de crear esta historia) tenía como idea base hacerla de puro cajón que no cierra por el simple hecho de que rayita es concubina. Pero decidí meterle trama.
No diré nada más.
#DATAZOMOMENT (inspirado en mi querida Papas_Al_Horno0. Vayan a leer su historia, está chida 😾💗)
DATO CURIOSO: Urogi tiene problemas de atención, y más si está admirando a sus amadas palomas. (A la próxima sí haré que vea a Rayi)
DATO CURIOSO X2: La emperatriz amó a Zoha desde la primera vez que lo vio, ya que la bebé que nació iba a ser también idéntica físicamente.
DATO CURIOSO X3: El ego de Zohakuten es la suma de los egos de sus cuatro hermanos.
Ah... Por cierto...
Ahorita no tengo ideas. Voten para el próximo cap.
A. Cualquier cosa para la trama (que se me ocurra)
B. Sexo con el marihua- (no voten por esta opción, está de adorno)
Okno, pero díganme. AYÚDENME PTM
Ahora sí, me desaparezco.
Comenten y voten. (Amo leer sus comentarios, no tengan pena 😭)
Las amo, muak 💗
:3
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