Primer año
Los días van y vienen, vuelan y se alejan en el sendero de la vida como pequeñas mariposas fugaces, aceleradas. Todo transcurre en distintos matices, hay mucho que he aprendido y asimilado durante este tiempo, pero hay algo que aún prevalece igual que antes...
Wei Ying, te extraño, aún lo hago.
***
Ha transcurrido un año desde tu muerte, cada día odio más esa palabra... Muerte.
Durante este tiempo he permanecido en un estado neutro, hay ocasiones en las que no sé si me encuentro dormido o despierto, tengo sueños tan vívidos que, para cuando me levanto siento que en verdad ocurrieron, y hay verdades tan crueles que me aparecen irreales, pero al final me doy cuenta que no son un sueño.
Una bruma nubla mi consciencia y me sumerge en un trance del que a veces no quiero despertar.
Sueño contigo, visiones fugaces que igual tengo despierto, recuerdos de un intrépido cultivador que adora beber y romper las reglas.
En todos mis sueños te veo feliz, no hay señales de esa tristeza que comenzaba a contaminar tus ojos, o de ese dolor que se situaba en tus hombros haciendo sombría tu expresión.
No sé si es una salvación o una condena soñarte tan a menudo, cuando te sueño soy feliz, te veo de nuevo y eso me alegra, pero al despertar no estás y ese enorme vacío que tengo en el pecho aumenta, prevalece y duele. Pero creo que esos sueños valen cada dolor, cada lágrima y cada anhelo, tú lo vales, lo vales todo e incluso eso podría no ser suficiente.
Creía que comprendía el amor y mis sentimientos, pero al final no dejo de sorprenderme por lo que siento, el amor no es tan dulce como imaginaba pero tampoco es un cruel villano como lo pintan algunos, pero por ti estoy dispuesto a probar dulce jarabe o amargo veneno.
Hay algo más.
Tu voz.
Te escucho y tampoco puedo saber si es una mala pasada de mi mente o sí de verdad estás llamándome, oculto desde algún rincón, intentando jugarme otra broma, aunque al final la broma siempre culmina en que tú no estás ahí y yo ya he caído en creer que sí.
Son palabras dulces las que oigo pronunciar, mi nombre en algunas ocasiones, un suspiro o una risa liviana, más ligera que las plumas o el aire mismo.
Te escucho y te siento, aunque, al final de cuentas no eres tú, no estás aquí al abrir mis ojos y el vacío se burla una vez más de que he vuelto a caer en su juego.
Los conejos que me diste parecen comprender mi dolor ya que vienen a mi cada día, justo antes de que caiga el ocaso, viene y juegan por todos lados, dando brinquitos, persiguiéndose entre ellos o buscando subir a mi regazo para echa una siesta.
Al verlos dormir tranquilos y en paz no puedo evitar enredar mis dedos en su pelaje, acariciarlos y moldear el suave contorno de su cuerpecito.
El más parecido a ti es el más pequeño, siempre es el primero en comenzar los juegos y el único que parece no poder quedarse quieto, el otro solo lo sigue y parece cuidarlo, cuando saltan siempre se mantienen juntos y al dormir sus cuerpos parecen buscar el contrario ya que acaban casi encimados sobre mis piernas y se levantan de inmediato si sienten que el sitio a su lado está vacío.
El otro en cambio me recuerda un poco a mi, se mantiene tranquilo hasta que el primero comienza otro juego, siempre le sigue y procura no perderlo de vista, si en alguna ocasión uno parece antes es casi seguro que el otro vendrá unos cuantos metros más atrás, jamás se separan.
Otro motivo por el que me recuerda a mi es por su mirada seria y casi asesina que me lanza cuando ve que he tomado en mis brazos a su compañero y le estoy dando caricias, pareciera celoso, posesivo incluso, para cuando finalmente suelto al pequeño él corre a buscarlo y también pareciera mimarlo, como queriendo mostrarme que es suyo solamente.
A parte de los conejos hay alguien más que logra alegrar mis días, A-Yuan.
No ha crecido mucho pero al menos ahora luce un poco más saludable, sus mejillas son rosadas y su cuerpo comienza a adquirir una complexión más acorde a su edad, siempre tiene una pequeña sonrisa y es fácil compartir una tarde con él, no hace demasiadas preguntas a menos que sea necesario, aprende con rapidez y escucha atento cada indicación que le es dada.
Aprendió las reglas incluso sin que yo se lo pidiera, mantiene siempre la compostura y, aunque a veces olvida mantener su risa en un nivel moderado no ha cometido casi ninguna falta grave que merezca castigo, la única vez que lo hizo fue durante una noche pocos meses después de su llegada.
Había tenido una pesadilla, despertó en medio de lágrimas y gemidos de dolor, entró en pánico por las emociones que acaba de ver en su sueño y corrió, dejó su habitación y vino a buscarme. Esa noche me quedé con él, su cuerpo aferraba mis túnicas con demasiada fuerza, sus ojos eran nacimientos de dos ríos saldos que no cesaban de crecer, sus palabras salían temblorosas y cargadas de miedo y pánico.
Esa vez no pude evitar sentirme un poco inseguro, no sabía como consolarlo, lo sostuve y lo escuché, cuando terminó de hablar lo dejé llorar mientras decía algunas palabras para que volviera a tranquilizarse, lo hizo, poco a poco su llanto cesó, sus manos dejaron de aferrarse con tanta fuerza, se había dormido.
Como la pesadilla no alteró tanto no podía arriesgarme a devolverlo a su habitación, solo en la oscuridad, así que lo recosté a mi lado en la cama y lo observé dormir, su respiración era pacífica, sus parpados cubrían sus ojos como velos delicados y una de sus manos había buscado la mía para apresarla y no soltarla.
No sabía que lo quería tanto hasta que sonreí por verlo así, tranquilo.
Tú igual hubieras sonreído, apuesto a que, como yo, disfrutarías de verlo crecer feliz y a salvo, libre de los horrores de la guerra y su pasado.
Al día siguiente tío quiso castigarlo por romper unas tres reglas, no se lo permití. Ya no puedo dejar que lastimen tan fácil algo que amo tanto. Acepté el castigo por él y todo quedó solucionado, pero desde ese momento A-Yuan tiene cuidado de no hacer demasiado ruido cuando tiene una pesadilla.
Me alegra que sus sueños cada vez sean más pacíficos o que al menos pueda calmarlos cuando está a mi lado, pero a veces igual desearía que alguien hubiese podido ayudarte a ti a velar en las noches más oscuras y duras.
Si te lo hubiera pedido...
¿Me hubieras dejado velar por ti como ahora lo hago por A-Yuan?
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