₵₳₱. 6 "¿Eres tú?"
Necesito urgente recrearme en el calor de algún cuerpo. El rememoro de ese culo respingón me trae bajo el agua en cuestión de placer carnal. No he podido sacarlo de mi cabeza bajo ningún aspecto.
Maldita sombra sin rostro que te alejas sin dirección...
Y maldigo nuevamente entre mis pensamientos, por no saber siquiera si eres cliente de pasearte frecuente por estos parajes.
—¿En qué piensas? —articula mi jefe amigo, cortando mis frenéticos pensamientos.
—¡Demonios Nam! No porque piense significa que estoy ido. A ver si le aflojas a la correa, ¿quieres?
—¿Aflojarle? ¿Te das cuenta de que por tu arrebato de constructor "sexi y medio desnudo" quedamos con la obra a medio terminar? —inquiere de más desesperado mientras trata de colocar paneles en el lugar donde menos van.
—Pero ¿y qué prefieres? ¿Qué te deje yo medio desarreglado, pero sin cobrarte un solo centavo? ¿O qué te lo dejen otras manos que te estafaron para encima dejarte mal el lugar? —lo observo con mi mejor porte de cachorrito abandonado, de esas caras que consiguen lo que quieran sin pagar nada, saliendo airoso como tantas otras veces de palabras intimidantes hacia mi persona.
Observo, de repente, el amplio lugar tratando de hacerme una idea de lo que se vendrá. Seguramente, necesitaremos una nueva mano de obra para finalizar lo comenzado. Pero como dice el refrán: "No hay mal que por bien no venga" Y ésta, es una de esas instancias en donde había que desterrar el mal para obtener cosas buenas (aunque a Nam le cueste digerir el hecho de tener que echar a la incompetencia).
Porque más allá de sus reclamos, cuando las cosas le salen mal, él es incapaz de despedirte sin saldar hasta el último won que te merezcas.
—¿Y si ponemos un cartel afuera solicitando personal para trabajar? No es demasiado lo que falta para finalizar con los detalles del lugar. En una de esas, evitamos pagar lo que implica un contratista con planos y demás —le sugiero ante la cara de pocos amigos de Nam mientras sirvo una taza de té para cada uno.
Esto va para largo si no se decide de una buena vez. Nosotros, mucho que digamos, no hacemos un gran cambio en lo que respecta a dar el toque final.
Así que sin perder más el tiempo, me tomo de un largo sorbo la taza humeante de té, para luego jalar bajo mi brazo uno de los tantos tarros de pintura desparramados por el lugar. Me concentro en que solo diga látex exterior y de no errarle en el color porque si no, aguántalo al señor perfección... Aunque mirándolo de lejos, parece señor "ánimos por el suelo" en vez del que siempre fue.
Y sin pensarlo más de lo debido, le grito que empiece a pintar las partes terminadas adentro, que yo me encargaré del exterior del lugar. No sin antes escribir en un gran tablero que se solicita personal para reacondicionar el lugar. Sobre todo, ultimando detalles a finalizar o mano de obra de cualquier tipo que quiera colaborar.
No pienso estar mil años sin laborar solo porque Nam tiene miedo de volver a contratar. Lo debe superar y ya. ¿Y yo? Con gusto lo ayudaré en el proceso.
Así que dejando el tablero sobre el borde de la acera y fijándome que se entienda con letras grandes y prolijas, me dirijo a tomar el gran tarro de pintura a mi costado. Pero sobre que lo jalo para levantar, una puntada me liquida doblegándome de dolor abdominal...
¡Maldita sea! Otra vez lo mismo de siempre y en el mismo lugar... Un dolor sordo e inaguantable que sucede cuando me someto a situaciones de estrés "generalmente" Y otras, que mejor ni recordar.
"Nada de qué preocuparse..." dijo el doctor al cual fui por revisión al principio de todo esto, creyendo que se había partido algo dentro de mis entrañas, ¡Patrañas! Es como si un maldito tajo, que arde como el infierno a lo largo de mi zona abdominal, me atravesara.
Y eso no es nada... Si a eso le sumamos el hecho de estar dormido o con mi mente en algún otro plano de consciencia, el cuento del dolor sobre cada terminación nerviosa de mi dermis, tiene inicio y siempre el mismo final:
Mis últimos respiros dejando un vaho sobre el cuerpo de mi pequeño amado sollozando sin parar al lado de mi inerte corporeidad...
¡Buenísimo! ¿No? Saberte consciente del dolor de experimentar tu propia muerte... Algo más para el montón de sensaciones de las cuales doblo como papel, sonrío, y me las meto en mi maldito bolsillo...
Observo hacia el interior del local y miro a Nam concentrado en comenzar con la pintada del interior del local. Por suerte, eso me da tiempo de inspirar profundamente -varias veces- hasta que el maldito dolor desaparezca y me pueda incorporar.
Entonces, apoyo mi cabeza inclinada hacia atrás por un momento. Y se me devuelven -como flashes- de lo que fue su cálido cuerpo envuelto entre mis manos... "¡Lo que me faltaba! Muerto de dolor y caliente con tu nívea piel mi fiel plebeyo...". Sonrío para mis adentros como un maldito demente de saberme conocedor del calor de tu piel contra mi dermis y sin saber quién puta eres.
Al cabo de unos instantes, me recupero por completo. Así que jalando con más cuidado del tarro, lo acerco hasta el acceso. ¡Maldita sea! ¿Como pienso llegar allí arriba si no es con una condenada escalera?
Esto de ser el sexi y desnudo constructor va a tener que dar en algún momento sus frutos. Así que ato, por encima de mi cabeza, la remera que traigo puesta para que me sirva de algún modo de resguardo contra el sol. Y con la escalera ya instalada y bien extendida, doy comienzo a mi jornada, al cambiar otras obras por encima del preparado de mi amado café.
Arriba, mientras me dedico a pincelar tal cual lo hice en nuestro departamento, escucho un carraspeo por lo bajo pero algo acentuado. Y virando mi cuerpo, distingo al ilustre doctor Kim Seok Jin, observando con apuro hacia el interior del local.
—Si gustas, puedes pasar... —le digo conservando mi impronta de seriedad. No quiero lanzarme y llenarlo de preguntas, por lo menos por ahora, lo dejo zafar.
—Ok... Soy Jin, por cierto ¿tú eres Jung Kook, no?
—El mismo que viste y calza —le digo. Aunque cuando percibo que me recorre con su vista con cierto deje de humor, lo de "vestido" no estaría conceptualizando mi presentación.
—Mejor paso a saludar a Nami —dice en apuros.
"¿Nami?" Con esto tengo material de sobre para explotarle en la cara a mi amigo heterosexual luego que se retire la visita.
De repente, me invade una profunda impresión. Una maldita sensación ya conocida, como si fuera parte cotidiana de mi vida el percibirme así.
Entonces, olfateo como un desesperado animal a mi alrededor para ver si es mi ilógica consciencia la que me juega una redada de este tipo. ¿O te estoy soñando despierto -nuevamente- mi plebeyo?
Y cuando decido bajar de las escaleras, por miedo a caer a causa de algún tipo de trance por estar como ido bajo la percepción de tu ser "hombre sin rostro", te distingo fugaz...
Hombre rubio e inmaculado, a través de una ventana en donde se me desdibuja una línea entre lo ficticio y lo real.
😱Que emoción! Ahora... Dediquénse a recrear los sueños 😏🤣
Gracias por leer, comentar y votar❤️
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