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Cómo si solo pudiera remediar en el frágil latir de mi agonizante corazón cada vez que lo veo, pequeñito e indefenso, tratando de moverse en ese recinto que favorecerá el final de su desarrollo, me encuentro tratando de contener mis sollozos en los brazos de mi aguerrido morocho.
Quien con parsimonia absoluta y una entrega apasionada y sincera, me clama que sea fuerte por ambos, por mí y por nuestro añorado pequeño...
"Nuestro..."
Pareciera que fue ayer cuando dijo tonteando luego de un clímax extasiado de placer "Y... ¿qué tal si averiguamos?" Creyendo en un principio que aquellas palabras se las llevaría el viento cual ventisca de verano, que aparece rápida y de imprevisto sin darte tiempo a más nada que a resguardarse para que no te pueda hacer daño.
Pero a las pocas semanas, arribó con su exhaustiva investigación sobre el asunto diciéndome, como quien no quiere la cosa, que en EEUU se realizaba la subrogación de vientres legalizada y que había para nosotros, una luz en el camino.
Y en un principio, se me empañaron los ojos de lágrimas al verme envuelto en alguna especie de delirio. Porque solo en mis más locos sueños y aquellos profundos pensamientos que callaba solo para el anhelo, me veía realizado como posible padre... Y muchos menos, al lado de aquel que amé y amo en cada línea del tiempo.
Mi pendejo, mi guerrero, mi único y gran amor. Ese gran hombre que resultó ser para mi total asombro, teniendo sus pies bien plantados sobre la tierra para retenerme cada vez que tropezaba con los débiles míos.
Y estoy más que seguro que de poder llevar más allá esta unión que se siente marital en todo momento, él ya lo habría hecho. Pidiéndome que sea su compañero de vida bajo una ley que nos rija y ampare en nuestros derechos. Pero, lamentablemente, estamos muy lejos de eso.
Aún así... ninguno de los dos dudó, bajo ningún aspecto, ocultar el profundo sentimiento que envuelve cada corazón latente sobre que nos miramos y queman nuestras manos por asir sus dedos juntos... Tan certero, tan correcto.
Así que aquí estamos, en los EEUU de América, luego de que nuestro pequeño decidiera venir un tiempo antes de lo correcto. Esperando por que transcurran los días que nos quedan y así poder llevarnos la extensión del amor que nos profesamos a nuestra casa. Aquel lugar que juntos armamos con la palabra hogar y que será el nido de afecto para velar por su saludable crecimiento.
Su tío del corazón, nuestro amado Tae, lo ha llenado de mimos en diversos audios. Como si fuera posible ponerle el móvil en su diminuta orejita y hacer que sonría ante las monadas de este. En cambio, aquel que comparte lazos de sangre con uno de sus padres, ha sido más frío al respecto. Pero estoy más que seguro que cuando lo tenga en frente, cualquier barrera pseudo impuesta a la fuerza, se habrá caído.
Porque nuestro pequeño retoño es la perfecta definición de lo más bello del universo. Y aunque sea mi simiente el que favoreció todo esto, el renegrido de su frondosa cabellera le da un parecido más auténtico a su otro progenitor, a tal punto que fueron los ojos de JungKook los que se llenaron de cuantiosas e imparables lágrimas sobre que lo vimos luego de su nacimiento, repitiendo sobre el lóbulo de mi oreja, una y otra vez: "cariño... tiene mi pelo".
Y a decir verdad, nada me hace más feliz que sabernos implicados y abordando el mismo barco que nos transportará como familia de tres hasta el fin de nuestros alientos. Y quien dice tres dice cuatro, diría mi codicioso morocho. A lo que solo me reiría porque lo quiero ver entre malabares y pañales para pasar el día a día.
Por ahora, me dedico a alimentar esta unión que nació desde el antaño. Sabiendo a ciencia cierta que hemos dado un gran paso y por ende, hemos rescripto el hado divino que envolverá nuestros cuerpos a futuro... Solo espero ser paciente o tener la dicha de poder verlo también en ese otro plano.
Si tan solo pudiera decirle a mi "yo" del antaño: "Lo hiciste bien, lo hemos hecho". Y avisarle a mi "yo" del futuro que no deje pasar más tiempo, que se permita conocer el mundo y experimentar sin recelos.
En una de esas, al designio del destino lo encontrará más temprano...
Aunque pensándolo bien, si hubiera sucedido conmigo, mi vehemente amante estaría aprendiendo a dejar sus pañales cuando yo sería todo un niñato o un pubero en pleno crecimiento.
Así que mejor no. La cuestión es tan simple como esto... Dejar pasar el tiempo absolutamente necesario, velando porque te atrapen los hilos de la telaraña del destino en el momento correcto. Y rogar ser lo suficientemente valiente para poder reconocerte en los luceros del que tienes enfrente.
—Cariño ¿quieres que te alcance un café? Yo iré por uno, necesito mantenerme despierto —dice besando mi hombro, mi amado morocho.
En tanto realizo un asentimiento de cabeza sin dejar de observar a nuestro retoño a través del inmenso cristal. Luego, se acerca la enfermera avisando en un inglés muy fluido, que pasado el medio día del día de mañana -posiblemente- ya le darán el alta.
Y comenzando con sus explicaciones del porqué, no escucho nada más que mis resonantes sollozos sumados a la inmensa alegría que me acoge; el saber que por fin podremos llevarlo a nuestro hogar.
Mi amado morocho de inmediato me retuerce entre sus brazos, diciéndome que todo está bien, que lo peor ya ha pasado y que pronto todo esto solo será una anécdota para rememorar. A lo que no puedo dejar de esbozar una risilla al recordar que, a punto de embarcar, me había olvidado el pasaporte en los baños y que corrí como un demente por todo el aeropuerto hasta poder dar con ellos mientras tú gritabas a todos que me cedieran el paso.
—Podrían ir a descansar y regresar bien entrada la mañana...
Anuncia con sumo afecto la enfermera, a lo que mi amado morocho le responde con total seguridad y como si leyera el mapa expuesto de mi alma: —Muchas gracias por su preocupación, pero nos iremos de aquí siendo tres y no dos.
Y solo puedo elevar mi cabeza, suspirando enamorado por el hombre que forjó cada una de mis barreras.
Esperando que sea capaz de leer, en este preciso momento, todo lo que le dicta la inmensidad de mis ojos.
Siendo benefactor, de inmediato, de una dádiva divina que sale expedida desde sus cálidos labios, en forma de susurros y como una magnánima plegaria.
"Yo también te amo cariño, y con mi vida..."
Haw maldita seaaaa que amooo este par 😭🥺
Gracias inmensas por pasarte, por estar, por comentar , por vivir y por votar cada capítulo 🥰
Es un inmenso regalo para mí😍
Ahora sí, nos leemos luego y no se olviden que los amito mucho♥️
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