¹². ❝𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐚𝐬𝐭 𝐰𝐚𝐬 𝐭𝐡𝐞 𝐅𝐮𝐭𝐮𝐫𝐞?❞
𝕴𝖓𝖛𝖎𝖊𝖗𝖓𝖔 𝟚𝟘𝟙𝟡.
𝕻𝖗𝖎𝖓𝖈𝖎𝖕𝖎𝖔𝖘 𝖉𝖊 𝖓𝖔𝖛𝖎𝖊𝖒𝖇𝖗𝖊.
En cuanto se presentaron hubo unos minutos de silencio en los que se dedicaron a observarse con total profundidad que de no ser por el frío de la noche descendiendo cada vez más, ambos recibirían el amanecer sin moverse ni un ápice. Sólo hasta que WonHo reaccionó por el frio que caló hasta sus huesos, bajó la mirada y sus mejillas se sonrojaron por el periodo tan extenso de tiempo puesto en HyungWon.
―Hace frío, seguramente quieras entrar ―advirtió HyungWon con el mismo rubor en su cara, aliviado de no tener la atención del humano.
―Claro, ¿vienes?
La invitación era algo a lo que debía negarse, pero la pregunta de su bestia interior lo alentó a seguir adelante con los mismos errores: ¿Y si WonHo jamás cambió? ¿Puede volver a estar junto a su cachorro después de que él haya arrebatado sus memorias sin su consentimiento? ¿Debería darse el lujo una vez más de introducirse al mundo del humano? Pensamientos que se recitaba en lo más profundo de su mente que no se dio cuenta de cuándo se detuvo frente al ventanal hasta unos segundos después.
Tocó el cristal e intentó abrirlo sin parecer que desconocía la tecnología humana. Evaluó rápido la zona claramente frustrado por la falta de pomos en esas extrañas entradas, WonHo por mera curiosidad esperaba ver esa inocencia en HyungWon; incluso fingía para aumentar los sonrojos en HyungWon, puesto que el leviatán se ponía cada vez más nervioso por su desconocimiento en una simple puerta de cristal.
―Déjame lo hago ―interrumpió al fin―. Sólo deslizas esto abajo ―explicó al mismo tiempo que metía un dedo en la rendija y se escuchó un «clic» e introdujo los demás dedos para mover el ventanal y darle la bienvenida al leviatán―. Listo, magia.
―Un humano con sentido del humor, claro ―dijo a manera de burla, WonHo no pudo evitar soltar una risita recordando que él estuvo en la posición de HyungWon hace pocos días en las cuevas.
El pensamiento lo llevó hacia su propósito real y no era precisamente regresar a esas cuatro paredes sobre tierra firme.
―Yo, creo que no debería entrar ―advirtió HyungWon al maestro.
―Está bien, no me molesta que estés sucio de los pies, tengo un par de tollas para que te seques si quieres lavártelos o puedes entrar así, no me importa en lo absoluto ―inocencia, algo que HyungWon desconocía cómo es que un humano de su talla pudiera seguir conservándola. WonHo pudo denotar la duda en el leviatán―. ¿De verdad te asusta dejar el lago?
No estaba del todo equivocado, sin embargo, HyungWon se negaba a hablar bajando la cabeza y se abrazó con fuerza.
― ¿No puedes respirar bien fuera del agua? ¿Sufres de deshidratación extrema? ―las preguntas de WonHo simplemente martillearon su corazón, no podía enfrentarlo, incluso descubrió que deseaba llorar a moco tendido―. HyungWon.
La delicadeza y calidez con la que su nombre nació en los labios del humano, relajaron su estado entrante al ataque de ansiedad más grande que sufriría en su vida en cuanto los ojos avellanados brillaron contra la luz de la luna, provocando la sensación de paz que no podía encontrar en esos momentos de crisis. El humano se acercó hasta estar un par de pasos de distancia y le tendió la mano.
―No quiero hacerte daño, por favor, confía en mí.
¿Debería hacerlo?
¿Confiar de nuevo en un humano?
Los últimos caballetes fueron guardados en el armario junto a la cocina, al igual que los pinceles y brochas que usaron los alumnos, dispuestos en el fregadero. Todavía no se remojaban lo suficiente como para quitar los pigmentos multicolores, cortesía de los pequeños niños del primer curso en la mañana. Entre ambos fundadores de la escuela levantaban los muebles y nuevos dibujos de sus alumnos para colocarlos en la habitación del ala donde impartían clases a los más adultos, al fondo de la estancia estaba un mural lleno con los dibujos de los más pequeños y que han terminado un curso.
―WonHo, ya me voy a casa, mamá quiera hablar conmigo de una festividad en un mes ―avisó tomando las llaves de su motocicleta, su casco y chaqueta de protección.
Al no recibir una respuesta de su amigo fue a verlo, encontrándolo en el sofá esponjoso de la sala principal, dibujando en su pad como loco mientras escuchaba música a través de auriculares enormes con stickers de un conejo blanco con una corona.
El joven maestro seguía creyendo que sus palabras eran lo suficientemente poderosas como para hacer que el escape de HyungWon se debió a que lo pensaría. Luego de pedir que confiara en él, el omega se alejó y saltó al lago. La gente común lo pensaría como un claro rechazo, pero WonHo se mantenía firme a que el leviatán sólo necesitaba espacio para aprender a fiarse de los humanos y lo que menos quería era herirlo. HyungWon lo miró de una manera que le hizo pensar que estaba peleando internamente consigo mismo por confiar en él antes de irse. De eso no tenía dudas, la mirada suplicante de HyungWon le dieron una clara señal sobre su batalla por creerle. Soltó un suspiro cansado de ver a la pantalla, dejó de dispositivo en la mesilla y lanzó la cabeza hacia atrás, descansándola sobre el respaldo y encontrado a su mejor amigo mirándolo con curiosidad desde lo alto.
Se quitó los audífonos y lo dejó en su regazo.
―Perdona Baek ¿Ya te vas?
―Estaba a punto, pero me preocupa que estés esperando a alguien que puede no regresar ―expresó el pelirrojo sentándose sobre la mesa de café.
― ¿En serio mataste mis esperanzas así de fácil? ―su pregunta intentaba sonar como una broma, pero una parte de WonHo concordaba con él, su amigo se sentó sobre la mesilla de café frente a él―. ¿De verdad crees que no venga?
―Hay muchas posibilidades, es como si me pidieras que metiera las manos al fuego después de haberme quemado hace tan sólo unos segundos atrás ―explicó BaekHyun, afirmó su mano al hombro de su mejor amigo lanzándole una mirada tibia―. No quiero que esperes en vano, ve a casa.
Vio en su reloj de muñeca que eran cerca de las diez de la noche, sus padres seguramente lo esperaban preocupados de la repentina ausencia. Todavía siguen asustados por el incidente en el lago, sus visitas al médico lo estaban matando por las mañanas, e incluso su entrenamiento en el lago fue suspendido por órdenes de su padre para ser supervisado por su tío y haciendo su rutina en la piscina debajo de la mansión; ni qué decir de las atenciones casi paranoicas de ChangKyun por saber si estaba bien o sus episodios de vértigo seguían. Afortunadamente eran los normales y cada vez menos frecuentes, no deseaba preocuparlos de más.
―Tienes razón, me iré en cuanto baje los últimos archivos para los exámenes de fin de curso ―anunció dándole una tibia mirada a su mejor amigo―. Gracias Baek, por estar aquí.
―Siempre ―respondió con una sonrisa, entonces unos minutos de silencio fueron interrumpidos por el mismo fotógrafo―. ¿Nos besamos?
― ¡BAEKHYUN! ―chilló WonHo ahora revolviéndole el cabello y dándole un empujón amistoso, pero sin poder parar las carcajadas del fotógrafo―. ¡Arruinaste el ambiente!
―Perdón, pero necesitas reír, en serio ―contestó luego de sobarse el estómago, sitio donde recibió un empujón de los fuertes puños de su amigo.
―Sólo voy por mis cosas y me iré.
―De acuerdo, yo tengo que irme a casa, nos vemos jefe ―le impuso su puño y se despidieron con su marca personal de saludo.
―Vete con cuidado.
―Sí.
Dicho eso, BaekHyun salió por la puerta principal acompañado por WonHo hasta la entrada. En cuanto lo perdió al doblar por la carretera, se devolvió al interior del calientito recinto, para subir a su oficina en la segunda planta. Un bufido molesto salió de su boca cuando vio el desastre que había dejado atrás, sin rechistar comenzó a dejar todo en su lugar hasta toparse con la sección de sus cuadros especiales, uno que ha tenido un significado muy profundo: su adorado tritón de sus comics.
Lo admiró por unos minutos, entonces abrió el cajón con todos los dibujos a lápiz y a color que tenía de su personaje favorito, los revisó con calma y le gustaba creer que él era el mejor consejero del mundo y comenzó a plantearse qué consejos le diría a su predicamento.... Realmente estaba perdiendo la cabeza si pensaba que un dibujo 2D era quien escuchaba sus problemas del corazón en lugar de su propia familia o amigo.
¿Por qué eres un sueño fantástico que mi mente creó por un miedo cuando era niño?
La pregunta se repetía una y otra vez en su mente cada vez que recordaba que el tritón era su "idea segura" para no temerle al agua cuando era niño.
―Y ahora divago ―dijo con burla.
No era sorpresa cada que tenía un ataque de ansiedad que pensamientos tan vagos o redundantes, incluso dolorosos llegaran a su cabeza cada vez que un acontecimiento lo tenía tan estresado, esperaba que KyungIl hiciera su entrada "triunfal" a su cabeza o su trabajo de la escuela,incluso el festival de invierno, también debería preocuparse por los regalos de Navidad o qué hacer para el cumpleaños de su padre en enero; hasta podría aceptar la pesadilla que tuvo recientemente al rememorar en sus sueños la caída de HyungWon al agua después de ser soltado desde lo más alto de un edificio.
Todos buenos caminos para distraerse y pensar de más, pero no. Ahora el problema era el tritón; tenía que ser la razón de que un dolor horrible se destapara de su pecho, uno que quiso enterrar cuando apenas llegó a su nuevo hogar, incluso recordar los episodios de sonambulismo que terminaban con él despertando en el muelle le dolían en exceso. Experiencias que fueron demasiado lejos una vez en la que terminó por caer al agua y casi ahogarse, generándole un terror al agua que superó hasta los quince años de edad, gracias a horas de terapia para buscar su reconciliación con el agua y también pudo superarlo por una persona en la que menos quería pensar...
― ¡AGH MALDITA SEA! ―gruñó dando un fuerte golpe a la almohada del pequeño espacio donde a veces solía quedarse dormido, una especie de mini cama al pie de la ventana repleta de cojines mullidos.
Su rabieta le valió una mirada de soslayo hacia el pequeño quiosco al final de muelle de piedra de la academia: HyungWon estaba dentro de la estructura caminando en círculos, lo veía mover sus labios rápidamente con su mano en su mentón, sus ojos fijos en el suelo e incluso lo vislumbraba discutir como si alguien estuviera a su lado llevándole la contraria, lo dedujo por los gestos molestos del omega y las miradas irritadas que lanzaba hacia la nada.
―HyungWon ―susurró emocionado.
Bajó corriendo las escaleras olvidando su crisis en segundos. El leviatán mientras tanto seguía en el eterno debate con su parte bestial.
"―Ya dije que no va a pasar nada ―" reprendió el animal dentro del omega por décima vez.
―Tú no sabes eso, WonHo tal vez lo dice para ganarse nuestra confianza y traicionarnos al final ―refutó nuevamente―. Estoy loco, dejé que me trajeras de nuevo...
― ¿Con quién hablas? ―la repentina intervención del humano por el cual discutía con su parte animal hicieron que HyungWon soltara un gritito para nada agraciado, sonó más como un alarido poco dulce para un omega.
― ¡Por el Hacedor! Juro que algún día moriré del susto ―farfulló cuando se dobló por la mitad y llevó las manos a sus rodillas, buscando aire.
―Perdón, no era mi intención ―se apresuró a su lado, le puso la mano en la espalda trazando suaves círculos en su espalda y encorvándose para buscar que no presentara mareos o algo peor―. Luces pálido, será mejor que tomes asiento.
Lo condujo hasta uno de los barandales del quiosco y lo ayudó a descansar.
"― ¿Enserio necesitas más pruebas para confiar en él? ¿Te serviría un contrato o un hechizo? ¿O qué te parece un demonio para que compruebe que dice la verdad?" ―inquirió su bestia interior cuando WonHo le abanicaba en la cara un poco de aire fresco y le dedicaba una mirada de genuina preocupación.
―Cállate ―dijo en voz baja.
―No dije nada ―respondió WonHo en su lugar.
―No, no eres tú, yo... ―no podía decirle que habla con su otra mitad sin revelar mucho―. No es nada, sólo hablo mucho a solas.
― ¿Lo haces porque eres el ultimo de tu especie?
No respondió, un simple sí podría disuadir la verdad un poco, alejarlo. El único problema que encontraba eran los dulces ojos del maestro brillando con total inocencia, era difícil mentirle, pero lo era aún más volver a enfrentarlo después de años sin recordar el color de sus ojos; ahora se daba cuenta de que en ellos había una tonalidad que se oscurecía como la miel espesa, el brillo de la luna sobre esos iris los hacía terriblemente tierno para ser un adulto bastante guapo.
―HyungWon ―las manos cálidas de WonHo se posaron en las frías del leviatán―. Sé que es duro que me creas, pero de verdad quiero ayudarte.
Se mordió el labio aun dudando buscando algo de distracción el agua quieta del lago, entonces WonHo se levantó, pero entrelazó sus manos a las del omega levándolo con él. Se sorprendió de lo ligero que era el más alto mientras retrocedía en el muelle, directo hacia la academia; HyungWon se agitó levemente por ver hacia dónde se dirigían.
―Por favor ―el tono suplicante del humano derritieron la voluntad del leviatán y siguió sus pasos, sin romper el contacto visual ni el enlace de sus manos.
Al llegar al marco de la puerta HyungWon se resistió un poco a soltar una de las manos de WonHo, ésta fue directo a un interruptor que devolvió la luz en la oscura estancia.
― ¿Ves? ―indicó hacia la sala―. No hay peligro.
HyungWon evaluó todo, se parecía a un taller de un joven artesano, pero sin tantas herramientas o pigmentos para realizar arte, tenía más parentesco con una casa normal. Sus pies aún se aferraban a los tablones de madera en la entrada del muelle, pero tomó una profunda respiración antes de dar el primer paso y entrar de nuevo a esas paredes que no recordaba de su despertar hace poco en aquella tarde soleada después del diluvio.
Las paredes blancas eran el lienzo para los diferentes colores terrosos de los muebles, algunos con cojines negros, pero el sitio que ya conocía estaba libre de cualquier otro color que no fuera el de las paredes. Fijó su vista hacia la derecha, donde el pasillo oscuro conducía hacia una escalera en espiral con plantas en adorables macetas entre cada espacio vacío del barandal; reconocía que el espacio era muy cálido por el piso de madera, pero había muchos artilugios que el omega no reconocía del todo. Todo le parecía muy ajeno, tan humano, mortal, banal. Recordó el momento tan terrible dentro de esa cabaña rodeado de arpones que le hizo apretar la mano de WonHo con fuerza.
―Sí que tienes miedo ―susurró al notar las facciones de HyungWon para nada relajadas―. Ven, tienes que ver algo.
―Te lo advierto humano ―dijo HyungWon con voz temblorosa en su inútil intento de parecer intimidante―. Si intentas secuestrarme, estás muerto.
―No es nada malo, lo prometo.
― ¿Por qué habría de confiar en el perseguidor de mi especie?
―Porque yo nunca te habría dejado morir ahogado, mucho menos en una jaula.
Su respuesta confiada junto a esa sonrisita burlona, finalmente hizo que HyungWon bajar la mirada apenado ante la rudeza con... su cachorro.
―WonHo...
Se interrumpió al quedar completamente impactado por las hojas de papel colgadas a lo largo del pasillo infestadas de colores que brillaban contra las luces de HyungWon. Eran trazos poco cuidadosos, unos que podrían hacer cachorros jóvenes de unos cuatro años y conforme recorría el pasillo seguido de WonHo, los dibujos eran más elaborados y sofisticados, hasta llegar a un muro donde unas obras de arte se enmarcaron, dándole vida a la blanca pared. Se acercó a tocar uno de los cuadros y pudo sentir un gran cariño y esfuerzo por el artista que haya hecho eso.
―Eres un maestre artesano ―dijo HyungWon volviendo la vista a WonHo, quien lo miraba con ternura de brazos cruzados, como su padre HyunWoo miraba a KiHyun cuando lo veía cada mañana.
―Así que esa es tu manera de decirle a los profesores de arte ―advirtió con una sonrisa tímida―. No todo en este mundo es malo.
―Supongo que tienes razón ―murmuró con las mejillas enrojecidas por la mirada tan intensa del humano sobre él.
― ¿Puedo mostrarte más? ―inquirió, señalando al pasillo por el que vinieron, HyungWon le sonrió.
―De acuerdo.
WonHo soltó una risita divertida al haber visto a HyungWon seguir quejándose entre dientes con la cafetera del diablo, apodo que el omega le otorgó a su preciado aparato para ofrecerle la bebida más deliciosa del mundo. Deseaba ofrecerle su ayuda, más el omega se negó mostrando un rotundo ceño fruncido en cada intento del joven artista por hacerle las cosas más sencillas. Sí que se divirtió la noche anterior junto al leviatán.
El sol caía detrás de las colinas escocesas, el cuerpo dé WonHo tembló de la emoción mientras tomaba con fiereza la plumilla inteligente y seguía trazando de manera delicada sobre la superficie de cristal, oprimiendo botones y cambiando su brocha suave a una más gruesa dejando caer el color rosa en cascada sobre el terso rostro de su reciente obra de arte.
―A veces me das miedo ―dijo BaekHyun soltándole un golpe a la diadema de los auriculares, WonHo hizo caso de inmediato, puesto que no estaba escuchando nada en ellos, solamente tarareaba una melodía que escuchó en la radio.
―Perdón, estoy un poco nervioso.
― ¿Tu cita volverá esta noche? ―preguntó con un deje de diversión en su voz, inmediatamente las mejillas del artista se tiñeron de rojo.
―No es una cita, estoy recabando información para aprender de nuestro vecino ―explicó sin ser capaz de ver a su mejor amigo a los ojos.
―Ajá, y yo soy un ángel caído del cielo ―dijo con sarcasmo.
―Habló enserio BaekHyun, una criatura como HyungWon tiene mucho que aprender de nuestro mundo y nosotros de él. Quiero que sea capaz de confiar en mí plenamente para poder conocerlo y ver la forma de que pueda vivir con nosotros de manera pacífica, como en los cuentos y leyendas de la familia. Encontrar la manera de coexistir en paz.
―Aw, que romántico, avísame cuando le robes un beso mágico.
― ¡BaekHyun!
Las carcajadas de su amigo se escucharon por todo el lugar al ser perseguido por el heredero del Lago Ness, todo paró en cuanto recibió un mensaje de uno de sus alumnos mayores que solicitaba una sesión extra de emergencia por su proyecto de invierno el día de mañana. Razón por la que el pelirrojo se fue casi corriendo antes de que WonHo lo atrapara e hiciera alguna maldad por sus comentarios.
Pasaron pocos minutos antes de que el leviatán apareciera en el mismo quiosco al final del muelle; todavía seguía teniendo problemas para abrir el ventanal, más HyungWon se negaba a pedir ayuda, por cuestión de dignidad ante el humano. No importaba lo que tardara, el omega siempre terminaba por abrirla muy irritado con "la magia" de los humanos.
Se reunieron en la sala donde HyungWon había despertado después de casi morir por un arpón, aprendiendo lo extraño del mundo humano, pues en su mente, no parecían muy inteligentes para crear espejos negros con la capacidad de proyectar recuerdos o pasajes de historias sin runas en ellos, o que tuvieran aparatos mucho más complejos para conservar sus alimentos o cocinarlos; ni se diga de su frustración dirigida hacia el hechicero en aquella cajita plateada que tenía el nombre más ridículo que había escuchado en toda su vida ¿Quién le pone Siri a un hechicero que resuelve la mayoría de las preguntas dentro de esa cajita mágica?
―Y así obtienes la bebida digna de los dioses ―explicó WonHo una vez que cerró la tapa de la cafetera y esperaban a que hiciera su "magia".
―Tengo que ver si es cierto que tarda menos sin el fuego ―dijo el omega recargando sus codos contra la mesa de madera de la cocina―. La verdad me sorprende que sepan usar el rayo para hacer magia.
―No es magia, HyungWon.
―Es tecnología ―repitió haciendo que su voz sonara burlesca, pero que no ofendía a WonHo, más bien, lo hizo reír por los gestos de HyungWon al imitarlo―. Tecnología, magia... toman cosas de la naturaleza y todo lo que provenga de ella proviene de la magia, solo que ustedes no saben usarla ―denotó con una sonrisa traviesa, mostrando sus dientes y notó que los caninos de HyungWon eran más afilados que los de un humano―. ¿Qué sucede?
―Tus dientes, se parecen los de un vampiro.
―Cachorro ingenuo, los vampiros se burlarían de ti si supieran que los comparaste con un leviatán, peor... los comparaste con los de un omega ―pensó el botánico.
En medio de la oscuridad, el rosa predominaba entre el negro y azulado, WonHo logró acostumbrarse a no usar la luz artificial para poder apreciar con lujo de detalle las espirales llenas de vida en la piel del leviatán, incluso se sentía orgulloso de decirle que ya podía ver en la oscuridad cuando seguía tropezándose hasta con sus propios pies frente al botánico. Ambos estaban aprendiendo mucho del otro en tan poco tiempo... como cuando eran pequeños, ante ese pensamiento HyungWon sin querer buscó la mirada de WonHo que fue inmediatamente correspondido.
El contacto de sus iris rosados contra los avellanados formó de inmediato una burbuja tan cómoda y cálida que nunca notaron la distancia reduciéndose entre ellos, el efecto magnético era casi inevitable. Él omega entró en pánico al darse cuenta de la debilidad que mostraba por el joven maestro de artes, terminó por empujar con su codo una caja de pinturas sin cerrar bien, ocasionado un desastre en la cocina.
―Lo lamento ―dijo rápidamente, por una parte, aliviado de no verlo a los ojos y por otra, muy apenado por su torpeza―. Lo limpiaré todo.
―Yo... iré por algo para... ―ni siquiera terminó la oración por el bochorno.
WonHo chocó con una de las sillas decoradas con macetas, ocasionado un segundo desastre. Su rostro se puso más rojo de lo usual debido a la risita de HyungWon al tratar de no burlarse por la torpeza del joven heredero; WonHo intentó disculparse, pero sólo balbuceó varias palabras y salió de la cocina rojo hasta las orejas.
―Enserio estoy loco ―murmuró HyungWon cuando vio a WonHo desaparecer por el pasillo.
Se limpió el sudor de su frente con la manga de su camisa e hizo a un lado gran parte de su cabello y buscó entre los bolsillos de sus pantalones un par de sujetadores de corteza seca para quitarse su frondosa mata de cabello e iniciar a levantar todos los frascos; solo un par se habían roto por la caída mientras que los demás se habían agrietado.
―De todos los días ¿Hoy tenía que ser así?
Soltó un bufido y buscó en los utensilios de la cocina una bandeja donde poner los frascos todavía servibles y poner los rotos en una esquina, claro que le fastidió macharse con los pigmentos de colores o pinturas como WonHo solía llamarles.
Entonces oyó que una puerta cerca de la cocina se abría y cerraba.
El omega redujo sus luces al máximo sabiendo que WonHo no era el causante de esa intromisión, respiró con lentitud y se aproximó a la esquina de la isla; se asomó con cuidado para ver una figura en negro con una protuberancia circular realmente perfecta sobre sus hombros y una línea de cristal negra en donde deberían estar sus ojos, se paseaba por el lugar en total calma, buscando algo y vio un brillo plateado que le heló la sangre: un arma. HyungWon retrocedió buscando uno de los cuchillos de cocina en una de las barras sin perder de vista a su agresor, en cuanto alcanzó su objetivo se ocultó de nuevo contra la isla para buscar la oportunidad de atacar.
Sus pies se volvieron ligeros al tal punto de recordar su entrenamiento entre los grifos y demonios, el enemigo le daba la espalda, entonces giró rápidamente el cuchillo entre sus dedos y lanzó un golpe, fallando cuando la persona frente a él sintió la presencia del botánico y evitó el golpe portal girándose hacia la derecha, HyungWon no lo dejó descansar y mucho menos apartase de su lado usando su pierna izquierda como apoyo para darle una patada rápida a la cabeza; su contrincante se volvió más rápido que él, pero logró deshacerse de la enorme bola negra sobre su cabeza, que en la penumbra no lograba distinguir su rostro, hasta que HyungWon lanzó un golpe con su puño al pecho del que iba de negro y cayó estrepitosamente de espaldas y sin aliento.
Momento en el que las luces se perdieron de golpe, desorientando al botánico.
― ¡HyungWon espera! ―gritó WonHo deteniendo el brazo del omega en aire antes de que hiciera daño al joven pelirrojo asustado―. Es un amigo.
―Entró entre las sombras como un ladronzuelo, vestido como uno de los cazadores ¿Esperabas que me quedara quieto? ―le comunicó por sus pensamientos.
― ¡¿Qué mierda Lee WonHo?! ―chilló BaekHyun quitándose la cazadora de cuero―. ¡¿Ahora tus visitas pueden asesinar a cualquiera?!
―Cuida tu boca humano ―contestó mordaz aun usando su enlace telepático ahora con BaekHyun.
―Ay por Dios ―llevó sus manos a sus oídos buscando al artífice de tal truco.
―HyungWon ¿Podrías no usar tu conexión con él? ―inquirió en voz baja viendo que su amigo estaba al borde de una crisis nerviosa y se había dejado caer en el sofá maldiciendo en una extraña cruza de japonés con coreano―. Creo que lo asustaste.
―Está bien, tú ganas, le prepararé algo para sus nervios ―dijo por última vez, hizo una mueca inconforme retirándose hacia la cocina.
WonHo no cuestionó ni quería molestar a HyungWon, supo de sobra que estaba muy molesto, gracias a Dios que estaba más concentrado en tomar las manos de BaekHyun y le abanicaba la cara con la otra tranquilizándolo. HyungWon se tragó sus celos irracionales de ver a WonHo con el mismo muchacho hace unas semanas en el lago, supuso que era su... compañero. La simple palabra le irritaba hasta las entrañas, tampoco le agradaba del todo que sus viejos sentimientos basados en un amor inocente fueran capaces de hacerle hervir en rabia por un hombre completamente diferente del niño que fue; en todo el proceso se regañaba una y mil veces hasta que pudo serenarse al final de la preparación del té y que le entregó a WonHo en vez de la verdadera víctima, se alejó lo más que pudo de BaekHyun. El pelirrojo tomó el contenido como si fuese agua.
―Despacio, o no funcionará ―explicó HyungWon, BaekHyun saltó en su lugar tragando mal la infusión y comenzó a toser sin control―. Ustedes humanos son un desastre.
―HyungWon basta ―sentenció WonHo molesto.
El tono tan frío del leviatán le sorprendió tanto al heredero del lago Ness, pero aún más, su repentino cambio a uno sumiso al callarlo lo consternó más. Deseaba levantarse del sillón e ir a abrazarlo por lo pequeño que se transformó ante la llamada de atención, sin embargo, su amigo lo necesitaba más. HyungWon llevó la tetera hacia los dos amigos y se dispuso a recoger su bolso con prisa.
―Ahora vuelvo ―dijo WonHo, BaekHyun ni se molestó en contestar más que para hacer señas de que siguiera al leviatán y dejarlo tomar otra taza de té.
HyungWon se maldecía en todos los idiomas posibles, hasta en el antiguo que aprendió de los demonios para seguir reclamándose por ser tan idiota.
―HyungWon, espera ―le dijo tomando su mano.
―Me pediste que confiara en ti y yo... ―siseó soltándose con brusquedad del agarre―. Soy un tonto, no puedo hacer esto, eres un peligro para mí.
―Eso no es cierto.
―Me mentiste ―refutó―. Me prometiste que nadie sabría de mi existencia mientras decidía confiar en ti, que ningún humano me vería hasta...
―Hey ―WonHo lo tomó de los brazos y lo instó a mirarlo a los ojos, inmediatamente el omega―. Sé que estás asustado, todo esto es nuevo para ti lo entiendo, pero créeme que trato de entenderte por un bien mayor: paz entre la humanidad y tú.
―Ya viste lo que tu pueblo intentó hacer conmigo ¿Qué diferencia haría un humano como tú contra miles de tus hombres que sólo me pueden ver cómo un objeto de invaluable valor? No quiero llegar al día en el que lo único que conozca sean paredes blancas y personas que me corten mi cuerpo para obtener mi magia. Y estar aquí contigo, incluso hablándote, estoy arriesgando mi vida y legado.
―Tengo el poder de cambiar eso, de mostrarle al mundo que no eres un peligro y tienes todo el derecho de vivir bajo tus términos ―explicó con convicción, el corazón de HyungWon latió en alegría por unos segundos ante una fantasía imposible, pero se mostró atento a sus falsas promesas―. No quería decírtelo, pero provengo de un linaje antiguo de reyes y guerreros, no porto un título como tal... Bueno sí, pero jamás he permitido que lo digan frente a mí... Lo que quiero decir es: mi familia tiene el poder de hacer una diferencia significativa para que te sientas a salvo.
―Desearía que fuera así de simple, pero vives en un sueño y mi historia jamás terminará bien con los humanos, solo hay muerte.
―Eso no es cierto.
― ¿Por qué estás tan seguro?
La sonrisa dulce emergiendo en su rostro sería algo que jamás olvidaría, llevándolo al pasado en donde un niñito con un traje tan bien hecho hacía una promesa importante. HyungWon rogaba al Hacedor que redujera su amor por aquel muchacho.
―Porque te traje a la vida.
La frase simplemente noqueó al botánico. No podía ignorarlo más, porque tenía razón: contrajo una deuda de sangre con WonHo. Rendido, dejó caer su frente en el hombro de WonHo, reconociendo un olor peculiar que le trajo calma; el heredero por otra parte, estaba con las mejillas al rojo vivo y le costaba respirar al ver la reacción más tierna que haya vivido en toda su efímera existencia, mentalmente se obligaba a extinguir sus deseos por olisquear el cabello de HyungWon y evitarse un momento incómodo. Rogaba a todos los santos que conocía para que algo pasara y los separara antes de cometer una locura.
―WonHo, lo intentaré ―dijo finalmente y separándose mirándolo por primera vez con un brillo especial en sus iris rosados―. Con una condición ―WonHo asintió emocionado―. La cajita negra de tu amigo no tendrá memorias de mí.
―No comprendo.
Él omega hizo un gesto por encima del hombro del humano, WonHo se giró y encontró a su mejor amigo tomándoles una foto con su cámara, el pelirrojo la guardó enseguida y desapareció entre las cortinas blancas.
―Podemos arreglar eso ―dijo con un tono dulce que le devolvieron la sonrisa a HyungWon.
Gran parte de esa semana juntos la ha pasado de una manera especial, pues no sólo logró que HyungWon aceptara mostrarle que no representaba ningún peligro para su vida; se llevó una enorme sorpresa con la increíble inocencia del leviatán por su tecnología. Experimentó por unos segundos la etapa fraternal-parental en la que se tomaba el tiempo de explicarle cómo es que funcionaba lo más básico de una casa, manejar una televisión o un celular. Incluso usó las películas y series para mostrarle a HyungWon un poco de su mundo, no le sorprendió cuando HyungWon mostró más interés al canal de NatGeo que a los videos sobre el estilo de vida moderno del humano del siglo XXI.
El leviatán se mostró arisco ante esos aparatos que sólo eran una magia demasiado barata y poco natural. Además, le molestaba que los atajos de los humanos eran horriblemente adictivos a la idea de permanecer encerrados en cuatro paredes, razón por la que se mostró indignado, ¿Quién quiere pasarla sin hacer nada cuando tiene todo un mundo por conocer? No comprendía el sedentarismo de la raza humana. La naturaleza era un puente que le ayudaba a entender su entorno, escucharlo, tomar cosas de él y devolver algo a la tierra, buscando un equilibrio entre ambas partes del puente.
WonHo quedó fascinado con las explicaciones del botánico del delgado hilo que se forma entre él, el ambiente y su magia, aunque notaba que el omega no era del todo sincero estando juntos; en varias ocasiones dejaba inconclusas sus palabras para cambiar rápido de tema o hacer más cuestionamientos sobre la humanidad, esperaba que con el paso del tiempo pudiera confiar plenamente en él y permitirse expresarse sin miedo.
Cabe mencionar que BaekHyun y HyungWon progresaban en su relación, al ser el más bajito un entusiasta en los consejos de jardinería del botánico, al parecer sólo necesitaban un empujón cito para poder ser amigos. Cosa que le alegraba a WonHo, que su mejor amigo y su nuevo amigo puedan intercambiar palabras amables y risas en lugar de malos pensamientos el uno hacia el otro; pero más que nada, HyungWon se encariñó demasiado rápido del par como para permitir al fotógrafo tomarle fotos bajo la condición de no hacerlas públicas. BaekHyun fue muy insistente para obtener la aprobación del leviatán, pues deseaba estudiarlo para desarrollar un concepto basado en la esencia de HyungWon, ya que su físico sobrenatural inspiró al fotógrafo para seguir adelante con sus estudios finales. No fue el único halago que recibió por parte del japonés coreano, sino que WonHo aumentó su entusiasmo por diseñar algo basado en él y transfórmalo en arte sin importar que no le hiciera justicia al dueño de tan exuberante misticismo.
Y en secreto pudo enterarse de la relación que mantenían WonHo y BaekHyun, supo disimular bien que le era indiferente saber que era sólo mejores amigos. Con las horas viéndolos interactuar, le recordaba mucho al tipo de amistad que tenía con HoSeok, era como ver a dos hermanos pelear y reír, pasando de burlarse hasta rogarse atención cual niños malcriados. Para estar seguros, lo confirmó usando su don en secreto vislumbrado el color de su hermandad, era inquebrantable, tal como los lazos compartidos con JiHoon, Sana y HoSeok.
Sin embargo, el encanto no duró demasiado.
Una noche en la que HyungWon estaba con WonHo negando que hablaba idiomas "animales" mientras veían una película de Disney, BaekHyun pensó que ambos se veían tiernos. Rápidamente sacó su celular, tomó la foto a escondidas de ambos y pensando en burlarse de su amigo por la cara de bobo enamorado que tenía en otra ocasión, cuando notó algo raro en la pantalla. Reprimió un suspiro de terror con su mano ante el escalofriante descubrimiento.
―Hasta mañana HyungWon ―se despidió desde el muelle, el omega ya estaba en el agua dirigiéndole una mirada cariñosa.
―Te veré mañana, cach... ―el botánico se detuvo antes de soltar la palabra, el cambio en su expresión no pasó por alto para WonHo.
― ¿HyungWon?
―Hasta mañana ―dijo completamente frustrado y se sumergió.
El heredero del Lago Ness miró hacia la dirección en la que el brillo rosado se difuminaba contra la oscuridad, preguntándose que habrá pasado en la mente del leviatán para estar molesto con él. Entró a la escuela pensando en todas las posibles razones para causarle un disgusto al omega, pero notó que su mejor amigo miraba sin poder creer de su pantalla del celular a la de su laptop.
― ¿Qué tienes Baekie? ―preguntó tomando a taza que usó para su café y colocándola en el fregadero.
―Tienes que ver esto ―le urgió con gestos de la mano, el heredero se acercó y al igual que él quedó sin palabras―. Ves lo mismo que yo ¿verdad?
― ¿Cuándo fue esto?
―La tomé hace unos minutos y no creerás la fecha que tiene el boceto.
Lo que estaba ante ellos era la imagen de HyungWon junto a WonHo charlando de lo más normal, ambos atentos el uno al otro con ese aire romántico emanando de sus pieles, los brillantes ojos del leviatán atentos a lo que decía; WonHo en cambio se mostraba muy entusiasta en explicar algo al botánico. Lo más aterrador de esa fotografía era su comparativo en la pantalla de la laptop: un pre-boceto sin colorear de su tritón en una escena donde charlaba con su co-protagonista e interés amoroso en la misma posición que HyungWon. Los ángulos, la posición e incluso la iluminación en la piel del dibujo fueron exactos a los colores en la fotografía real; tomó el computador e hizo que su mejor amigo lo siguiera a su oficina, donde rápidamente usó ambas imágenes para ponerlas en un mismo archivo, superponiéndolas para solo confirmar lo que BaekHyun y él intuyeron de vista.
― ¿Qué diablos? ―inquirió el heredero sin creer que los puntos de referencia en el dibujo y la fotografía marcaban un 100% perfecto en el programa.
Entonces una pila de dibujos sin terminar con mucha pigmentación en escala de azules y rosas, quedó puesta en el escritorio, alzó la vista y BaekHyun le ofreció un lápiz.
―Termínalos.
― ¿De qué hablas?
―No creerás lo que digo hasta que le des la cara de HyungWon al tritón.
WonHo accedió y comenzó a trazar los rasgos que memorizó con tanto fervor en el primer boceto sin terminar del tritón con rasgos muy humanos, con terror vio como orgánicamente las líneas de los ojos al ser completadas realmente eran HyungWon, conforme evaluaba y veía que su sirena era el leviatán se preguntó si eso es posible, hasta que otro de los dibujos terminó por confirmarle su miedo.
Un antiguo proyecto que jamás vio la luz estaba oculto entre los miles de papeles de su carpeta, la escena le parecía familiar, entonces entre BaekHyun y él buscaron aquellos dibujos que indicaba el heredero, reuniendo dos en específico.
El primero era uno de los fragmentos de sus sueños de cuando era niño, del joven tritón suspendido en el vacío negro, cayendo de espaldas contra el hondo mar. Volutas de burbujas rodeaban su cuerpo que evitaban por completo la vista hacia su rostro, entonces un destello de su memoria lo asaltó por completo e impulsó a rehacer el dibujo en su pad. Con los años de experiencia dibujando una y otra vez, no pasaron ni diez minutos en los que WonHo recreó el mismo dibujo, con los ligeros cambios de las piernas en lugar de la aleta, ropa sobre su torso y piernas junto con los rasgos ya definidos.
―Es imposible ―masculló WonHo soltando el lápiz inteligente, se pasó la mano por el rostro hasta detenerse en el mentón―. Esto es lo que vi el día en que saqué a HyungWon del agua.
―Hace tres años ―dijo BaekHyun leyendo el número en la esquina inferior derecha del boceto―. Si ya antes creía en la magia, ahora me creo en lo que digan las viejas del tarot ese día que fuimos a Estados Unidos.
―Si me dijeran hace una semana que mis sueños pueden ser el futuro, probablemente creería que me estaban tomando el pelo ―dijo tomando el segundo dibujo entre sus manos, admirando el joven de cabello rosa sin rostro, su mente tuvo un corto circuito cuando se imaginó los ojos rosados, la nariz redonda, los labios carnosos y esponjosos, hasta el lunar del labio en ese papel. No importa lo mucho que quiera negarlo, todo apuntaba a HyungWon y su extraña aparición en su vida―. Mi pasado no puede ser mi futuro, es lo que habría dicho... Ahora ya no estoy tan seguro.
En la parte inferior se hallaba una inscripción a lápiz blanco con el siguiente rezo: "¿Un monstruo puede ser tan hermoso que duele no poder estar cerca o siquiera intentar ver su cara?". Los primeros años en los que se imaginó a este ser, al principio era un recuerdo etéreo, fácil de olvidar a los primeros diez segundos de despertar, con el paso del tiempo y la frecuencia con la que aparecía en ese mundo fantástico, su figura por fin tuvo nitidez; WonHo desarrolló un extraño sentimiento de dependencia a ese ser que funcionaba como su conciencia y sus deseos más íntimos solo los conocía ese tritón.
Ahora no podía comprender cómo es que tanto HyungWon como su fantasía eran terriblemente parecidos, en cada pintura trascendental en su vida. Todas en aquellos momentos en los que la esperanza, el amor y la fe eran sólo una burda creencia comparado con sus momentos de oscuridad.
No es una casualidad que HyungWon apareciera de la nada cuando estaba por atravesar un momento difícil de su vida: su vida profesional fuera de Escocía.
Por los últimos dos años estuvo recibiendo miles de ofertas de múltiples galerías y escuelas de renombre para ofrecer sus servicios, su escuela era una hermosa misión de inculcar el amor por el arte, pero ese vacío no fue llenado. WonHo buscaba algo más que hiciera impacto, algo que hiciera temblar al mundo y despertarlo en tiempos de tan terrible violencia, creía que los niños y sus compañeros maestros estaban bien instruidos como para seguir su camino sin él; deseaba extender ese mensaje de amor en otros lugares antes de los treinta y cinco años. Edad en la que asumiría el cargo como jefe de familia, su protocolo como heredero exigía que el poder de su padre pasaría a él al cumplir dicha edad; después ya no tendría la libertad que gozaba de esos momentos, pues WonHo estaría para su pueblo. Un honor del que no puede deslindarse ya que sus leyes implican que sólo el primogénito de su sangre sería quien tendría el poder sobre todo incluso el Lago. No ninguno más.
Aceptaba ese puesto con orgullo, pero debía vivir su vida antes de eso.
Sus planes ahora ya no pueden ser posibles con el descubrimiento de una segunda forma de vida humanoide debajo del agua, HyungWon tal vez sea un descomunal dragón de agua, con la piel fría al igual que su sangre, con luces decorando sus cuerpo e incandescentes iris como un campo de primavera que podría existir en la imaginación más alocada de los aficionados a la fantasía, pero en ciertos periodos de tiempo; WonHo ha sido testigo de su fragilidad. No puede darle la espalda después de lo que vio en esa cabaña del miedo y por más raro que sean sus memorias y sueños, encontraría la forma de hacer hablar a HyungWon sobre su extraña conexión entre el leviatán, su hogar y él.
Cueste lo que cueste.
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