¹¹. ❝𝐄𝐥𝐞𝐜𝐭𝐫𝐢𝐟𝐲𝐢𝐧𝐠 𝐦𝐞𝐞𝐭𝐢𝐧𝐠.❞
𝕴𝖓𝖛𝖎𝖊𝖗𝖓𝖔 𝟚𝟘𝟙𝟡.
𝕸𝖊𝖉𝖎𝖆𝖉𝖔𝖘 𝖉𝖊 𝖓𝖔𝖛𝖎𝖊𝖒𝖇𝖗𝖊.
Una gloriosa mañana acontecía en las colinas, extrañamente el calor resultaba mucho más cálido que hace unas horas considerando que estaban por iniciar el invierno. Los cuatro amigos estaban debajo de la sombra de un árbol de frutos ricos y ya maduros, a ojos del botánico. Sana Y HoSeok estaban practicando con sus armas y discutiendo sobre unos omegas que se acercaron para pedirles una pieza en el baile de la Cosecha Invernal.
―Enserio, algo se traen los omegas más pequeños por invitar a alfas ―explicó HoSeok arremetiendo un golpe con el hacha al centro del báculo, Sana lo empujó para alejarlo―. Uno de once años llegó a la armería a pedir que lo escoltara y bailara con él, fue una ternurita.
―Pervertido asaltacunas ―replicó JiHoon sin quitar la vista del pergamino ni de lo que estaba escribiendo―. Si tus padres supieran que te revuelcas con un niño, seguro te castran.
Las risas de le mellizos no se hicieron esperar, así como el sonrojo en HoSeok irritado por la risita burlona de JiHoon.
― ¿Así? ¿Quién va a estar solo en la Cosecha sin nadie que lo caliente por las noches? ―atacó el alfa en un intento de recuperar su dignidad al tiempo que recibía un golpe de Sana y lo bloqueaba por detrás.
JiHoon paró de escribir para dirigirle una mirada triunfante.
―Pero mi vida sexual es mucho más activa a comparación de cierto alfa virgen.
HoSeok aceptó la derrota después de aquellas palabras, eso no disminuyó sus quejas sobre el poco pudor que tenía JiHoon. El ambiente se volvió a sumir en una amena charla compartida entre los cuatro amigos, incluso los dos omegas se unieron a pelear junto a los otros hasta que la tarde comenzaba a extinguirse cuando el grito de una mujer se escuchó detrás de la colina.
Los cuatro acudieron al lugar donde se originaba el sonido: una madre de avanzado estado de gestación estaba de rodillas tratando de sostener a uno de sus tres cachorros que la acompañaban. El pequeño estaba tendido en el suelo con la mirada perdida al igual que su pecho subía de manera irregular.
― ¿Qué pasó? ―preguntó HyungWon al llegar hasta la desconsolada madre que movía a su hijo.
―No lo sé, pero mi niño dijo que no podía respirar y se desmayó ―explicó la madre, HyungWon notó que ella también respiraba de manera irregular, incluso en sí mismo notó un cambio, era más pesada. Analizó a todos a su alrededor detectando mismos síntomas, los cuatro entendieron las señales del botánico―. Hay que llevarlos a la enfermería de inmediato, usted también.
Ella asintió y dejó que HoSeok la cargara para acortar el tiempo, al igual que JiHoon y Sana cagaron a cada uno de los pequeños, HyungWon entre tanto ayudó al pequeño inconsciente para llevarlo entre sus brazos, siguiendo el paso de sus amigos. Llegando al nivel donde se instaló la enfermería, notó a muchos padres angustiados junto a niños postrados en camas y algunos ancianos sentados afuera en tiendas improvisadas.
Todo empeoró en cuanto descubrieron la razón.
La Sala de Consejo del Agua estaba abarrotada por los líderes junto a sus pupilos; desde el más anciano en el consejo, pasando por los dos maestros herreros hasta el recién nombrado botánico de la manada, todos quejándose de lo que estaba pasando en pequeños grupos: uno de los agricultores descubrió que cerca del atardecer un par de Flores del Aire(1) estaban marchitas, presentado unas extrañas quemaduras en los pétalos traslúcidos y las venas que las recorrían se tornaron oscuras, entonces no entendían lo que pasaba hasta que fue tarde.
Con pasar de las horas notaron que el color azulado en la zona se tornaba gris y los que estaban cerca notaron que al aire se volvió denso y con un olor potente. Momento en que el primer cachorro cayó después de correr por tantas horas y el oxígeno envenenó sus pulmones, ni siquiera bastaron más de un par de horas más para que los más jóvenes comenzaran a sentir el aire pesado y tóxico, le siguieron los más ancianos en probar los síntomas.
―Todos quietos ―ordenó NamJoon, los presentes guardaron silencio―. HyungWon, dinos lo que descubriste.
Las miradas de grandes sabios y líderes recayeron en el joven leviatán omega. El botánico tragó en seco, pero se armó de valor para mostrar una de las plantas que recogió y envolvió con un fardo.
― ¿Qué es eso? ―inquirió molesto el más apático de los maestres.
El omega lo miró hastiado y mostró una horrible planta marchita, con una pestilencia tan penetrante que los más cercanos soltaron arcadas; otros más se cubrieron la boca y nariz con sus manos. El tallo estaba enroscado como una serpiente con líquido verde manchando el fardo, los pétalos caían por lo frágiles que se tornaron y desprendían un humo negro que apenas soportaban su putrefacta fragancia.
―Esto es lo que pasa cuando se marchitan ―comenzó el botánico―. Estas flores son muy delicadas, por común ellas viven un periodo largo de tiempo humano: grifos confirman centurias, las nuestras resultaron ser demasiado longevas. Una vez que empiezan a morir, toman la energía negativa que hay a su alrededor y producen toxinas tanto para aire como en tierra.
―Entonces no las revisaron bien ―una alfa de los consejeros de guerra recalcó la falla con la mirada puesta en HyungWon, molestando al omega.
―Este no es el caso.
―Explícate ―exigió otro de los soldados y pupilo de Jackson.
―Estas flores no murieron por edad, fueron manchadas ―volvió a retomar―. En la muestra que encontré hay un olor peculiar que puede hacerse pasar por la podredumbre, pero es más dulzón; llegando a la conclusión de un posible veneno en forma de polvo que puede requerir sólo una dosis minúscula para matar flores con conexiones potenciadas como estas.
― ¿Olor? ―cuestionó una de las sabias―. No eres un alfa para distinguir apenas un olor normal.
―Yo compruebo sus palabras ―refutó Sana, quien estaba harta de que todos menospreciaran las palabras de su hermano menor―. Cierren sus bocotas y escúchenlo, es muy alarmante lo que tiene que decirnos.
HyungWon le agradeció con la mirada antes de retomar la palabra.
―Nuestras Flores del Aire fueron adulteradas por un veneno que puede quemar todo lo que sea líquido y lo convierte en veneno. Dicha arma junto con sus conocimientos para producirlo se perdió en el primer milenio después de ocultarnos, sólo un par de personas en toda nuestra civilización sabe cómo prepararlo; no me explico cómo es que llegaron a hacer una réplica casi exacta del veneno.
― ¿Casi exacta? ―cuestionó el Alfa Líder.
―Así es, si hubiera sido completamente fabricada al pie de la letra el efecto sería más rápido, ni siquiera tendríamos el tiempo para decir hola y vivir para contarlo. Esto es una ponzoña que crece tanto como como la luz. En tiempos de guerra fue usada para asesinar grandes ciudades envenenando el agua y cultivos, combinarla con plantas con extensas raíces con acceso a ríos, cultivos y oxígeno dentro de una cámara de Tierra a kilómetros de la superficie significa la muerte para todo el clan.
―Entonces arranquémoslas de raíz ―sugirió uno de los alquimistas más jóvenes―. Si el problema son unas cuantas, hay que quitarlas de inmediato antes de que infecte las demás.
―Debo recordarle que estamos hablando de seres vivos, siente igual que nosotros y que si se ven amenazadas atacan; no pueden blandir una porra o atravesarlos con cuchillos, pero causan más daño que un arpón, estas flores son muy sensibles y si se llegaran a sentirse estresadas e incluso en peligro de muerte activaran el único sistema de defensa que tienen: las raíces más pequeñas se enredan contra su atacante y se suicidan junto al agresor explotando en un río de veneno, capaz de derretir roca.
―Estamos atrapados de ambos lados ―argumentó HyunWoo―. ¿No hay nada que podamos hacer? ¿Qué hay del nuevo sembradío que tenemos en las nuevas cámaras de cultivos de la sección baja?
―Esas flores tienen apenas días de ser geminadas y no se han revisado para saber si crecerán sanas ―intervino Mark―. La primera semilla tardará semanas en dar el primer aire, no tenemos el tiempo a nuestro favor en este caso
―Hay una salida ―sonrió HyungWon, aliviando el tormento en todos los presentes del consejo―. El veneno tiene poco de haberse implementado y el aire no será mortal en las siguientes veinte horas y podemos fabricar un tónico que disolverá la toxina a través del agua, conozco cómo contrarrestarla y lo he realizado con éxito en el clan de la Oscuridad, no requiere mucho tiempo para hacerlo y mucho menos en surtir efecto en las plantas, tenemos todo lo que se necesita fabricarlo.
El brillo en los ojos rosados no encantó del todo a NamJoon, conocía esa mirada.
―No HyungWon ―refutó, el omega le suplicó con la mirada―. Es arriesgado y te prohíbo que lo pienses.
― ¿De qué habla Alfa? ―peguntó el jefe de los herreros―. Dice que puede contrarrestar el veneno.
―Habla de la superficie ―contestó serio, todos los presentes soltaron un suspiro airado ante la mención del paraje de la muerte―. Lo que sea que haya arriba, tienes prohibido salir.
―Ya no tenemos tiempo... El veneno empezará a corroer los pulmones de las crías y ancianos, segregarán su sangre quemada por donde sea que haya orificios, lo peor: será silencioso y no podrás hacer nada si inhalan el veneno por más de tres noches, ya vamos una. La única manera es salir y encontrar lo último que me falta: un hongo y raíces de árboles que se producen en zonas poco húmedas de tierra firme.
―Tiene razón ―concedió YoonGi, sorprendiendo a los presentes―. Ya he atendido a casi la mitad de los cachorros en la manada y muchos están respirando de cuencos... una madre ya abortó a su pequeño, nació quemado y con las piernas fundidas ―la mirada oscura del leviatán puso nerviosos a todos e hizo temblar a los pocos omegas dentro de la habitación―; la madre apenas tiene quince años NamJoon y no sobrevivirá la noche, el veneno de su cría la está matando. En la manada hay por lo menos una docena de madres y padres primerizos que esperan dar a luz en las siguientes semanas, no quiero ver morir a recién nacidos de nuevo, no de esa forma. Opino que lo dejes ir.
NamJoon sostuvo una batalla entre la determinación de YoonGi y la súplica de HyungWon, hasta que negó tensando la quijada.
―Tienes hasta el atardecer para regresar, ni un minuto más ni un minuto menos.
―Sí mi Alfa.
―Iré con él ―comentó Sana por primera vez en lo que va de toda la reunión.
―No ―refutó su mellizo―. Dos somos un estorbo, tendré que preocuparme por cuidarte allá afuera y estaremos en completo estado de alerta, tus feromonas nerviosas imposibilitarán mi concentración; iré sólo y armado.
Ante su decisión, la sesión se terminó y el omega salió corriendo al levantarse la sesión.
HyungWon esperó en la cueva submarina hasta que su magia se hubiera canalizado en ser lo más mínima sobre su piel, entonces subió a la superficie a respirar y con apenas indicios de un amanecer, la oscuridad sería su mayor problema. Eso no impediría al omega dejar bien oculto su bolso de la suerte entre un lecho de piedras y con una espátula junto a unas tijeras caseras de alambre, se zambulló hasta unos metros en el agua y usar con precaución sus propias luces buscando por largos minutos entre los pastizales marinos un par de anclas oxidadas, hasta dar con una algas de unos dos metros en longitud: inmundas para los humanos, preciadas para los leviatanes.
Evaluó cada una hasta determinar a la más fuerte entre todas, nadó hasta las raíces y con su espátula usó el borde afilado para cortarla por la mitad, sopló un poco de su don para que la planta obtuviera brillo propio; en el tallo rebanado se formaron semillas diminutas redondas de un cristal verdoso con pequeñas cantidades de magia durmiendo en ellas. HyungWon recogió cerca de tres docenas y no bastarían para su tónico, debía encontrar al menos el triple.
Las que pudo salvar las colocó en un frasco atado a cintillos de su cinturón; estando cerca del fango lo cubrió con todo lo que podía y puso una capa extra de algas que tomó con permiso de las mismas. Se aseguró de que el frasco no fuera a resbalarse por la cantidad de lodo y algas en él ni con el movimiento más brusco. Antes de que el oxígeno se le acabara, logró recolectar otro par de cosechas exitosas; ganándose el derecho a probar el oxígeno en medio de una lluvia torrencial azotando el lago, dificultando aún más a vista del omega.
―Diablos, ¿por qué no nací alfa? ―se lamentó antes de volver al fondo del lago.
HyungWon esta vez se encontró con un obstáculo: los dos trolls de agua que faltaban por controlar. El botánico se ocultó entre una de las cuevas y los analizó por un momento: Estaban distraídos y HyungWon podía terminar con la amena en un dos por tres. Ahora la suerte corría de su parte, puesto que contaba con un arma capaz de perforar sus duras pieles: unos mortíferos brazaletes de diacuarzus.
Un suave gruñido salió de su garganta cuando llamó parte de su transformación animal bestia, recubriendo su blanquecina piel con escamas rosadas tan fuertes como en su estado natural, juntó sus dedos para formar una cuchilla que se desplegó del guantelete. En un delicado nadar, HyungWon bajó se movió entre las algas usándolas a su favor y nadar por debajo de las dos criaturas. Ambas jamás esperaron el taque sorpresa que terminó por quitarles la vida cuando el omega les cercenó la cabeza en menos de diez segundos.
Al momento de ser mutilados sus cuerpos y cabeza se convirtieron en piedra sólida, HyungWon no era una persona que buscara la muerte o gustaba de ocasionarla ya que la filosofía del clan siempre ha sido darle prioridad a la vida, sanarla. Salvo sus pequeñas excepciones que ameritaran esa acción, desde el juicio del alfa demonio y su inmediato regreso a su clan para ser ejecutado, varios guardianes trataron de darles caza, pero al ser demasiado buenos en el arte de esconderse resultó ser imposible encontrarlas, hasta ahora.
En cuanto se aseguró de que nadie podría encontrarlos, cortó un pedazo de piedra de ambos trolls para llevarlo como evidencia al clan. Entonces regresó a su trabajo completando la recolección en completo silencio, hasta que subió de nuevo a la superficie y fue hacia la formación rocosa donde ocultó su bolso, guardó el frasco con las gotas verdes, sacó unas hojas mal dobladas y manchadas con tinta done hizo anotaciones de posibles lugares en donde hallará el último de sus ingredientes. El primer punto no parecía muy lejos, ya que podía sentir las corrientes y conocía de una bifurcación entre un río y el lago a pocos kilómetros, entonces se sorprendió de que el amanecer estaba muy cerca a pesar de que los nubarrones evitaban la salida del sol.
―Debo apresurarme.
Guardó todo rápidamente en el bolso, cerrándolo con un fuerte nudo en las correas y nadó lo más rápido que sus escamas le permitían hacia la unión. La visión de lo que estaba en la orilla no pudo haberlo inquietado más: una cabaña que parecía estar a punto de derrumbarse se cernía sobre el botánico.
HyungWon se alejó lo más posible del lugar hasta poder subir por una pequeña ladera y ponerse algo de ropa, que pudiera ocultar más su color de luces que apenas se notaban, aun así, HyungWon no deseaba correr ningún riesgo estando en la superficie y no para curiosear; estaba ahí para salvar a su manada. No se preocupaba por mojarse en lo más mínimo en esos momentos ya que la lluvia apenas se sentía, convirtiéndose en pequeñas gotas cayendo aleatoriamente a su alrededor. Su condición mágica no lo exentó de sentir frío por ponerse la ropa sobre su piel desnuda y tuvo que usar una capa negra que lo cubría perfectamente para esas ocasiones.
Se ajustó la capucha al sentir la extraña sensación de ser observado, volteó para todos lados asegurando que sólo eran paranoias suyas y en efecto, no había nadie a su alrededor.
―Deja de pensar tanto, HyungWon ―se dio palmaditas en sus mejillas para concentrarse en su misión.
Buscó entre los árboles que se veían más secos, aunque perdió el tiempo con las raíces húmedas por la lluvia y no hablar de los hongos, no eran los que buscaba. Con esfuerzo recolectó varias muestras de musgo, apenas suficientes. Molesto consigo mismo soltó un gruñido irritado, entonces se dio cuenta observando mejor la cabaña: un árbol creciendo en una parte de la derruida construcción humana.
Una pequeña esperanza creció en el pecho del botánico que le infundió el valor necesario para asomar la mano por el agujero donde antes estaba la chapa de una puerta, con delicadeza empujó la superficie y quedarse helado de lo que dentro le aguardaba: una sala con mesas destruidas, pero del techo colgaban arpones, cuchillas e instrumental de caza pesada para ballenas, pero que a HyungWon le entraron ganas de salir corriendo.
Sin embargo, no lo hizo al notar que el tronco del árbol atravesaba el piso, el botánico tenía que comprobarlo; respiró hondo llevando su mano hacia el pecho buscando el valor necesario para poner un pie sobre la madera desgastada, donde estaba posicionado anillo de turmalina. HyungWon se adentró con una enorme tensión sobre su cuerpo ante cualquier crujido en los tablones o chasquido de cadenas llegando hasta sus oídos, esquivaba cualquier artilugio metálico que colgaba o se encontrara en el suelo; tenía muchas ganas de girar y salir corriendo al sentirse tan vulnerable dentro de esas cuatro paredes, pero debía avanzar estando a tan sólo poca distancia de su objetivo. Dio un saltito airado y un grito muy agudo cuando una cuchilla de arpón cayó a su izquierda, a centímetros de sus descalzos pies. Olvidó ese vergonzoso sonido y se afirmó contra la corteza, entonces pudo respirar.
Sacó la espátula y comenzó a rascar las superficies más secas que pudo en menos de dos minutos, teniendo una gran ayuda del sonido de la lluvia reanudándose como una especie de consuelo por sobre el chirriante sentimiento de ser atravesado por arpones en cualquier momento.
Con mucho empeño quitaba pedazos muy secos y sólo se quedaba con las fibras blandas, poniéndolas junto a las perlas de cristal verdes, esperando que la magia de agua y tierra funcionara mientras regresaba a casa. HyungWon sonrió satisfecho con su trabajo y comenzó a guardar todo cuando el peso del anillo sobre su cuello se aligeró, el collar cayó por una rendija entre los tablones y HyungWon no pudo frenar la caída. Soltó una maldición junto a un suspiro al ver a través de la rendija que había un sótano donde su anillo cayó a salvo después de que rodara por unos segundos.
― ¿Enserio? ¿De todos los días tenías que elegir hoy? ―reclamó a su dios mirando hacia arriba.
HyungWon se levantó del suelo acomodando su bolso cruzándolo por su hombro y pecho, ajustó de nuevo las correas, entonces analizo la habitación en búsqueda de una manera para bajar, topándose con dos escaleras, una el lado izquierdo con dirección hacia el sótano y la otra posicionada a la derecha de la puerta llevaba a una segunda planta.
Con la misma agilidad y temor, recorrió la estancia hasta llegar al barandal incompleto con dirección a la oscuridad que no le alentaba en lo más mínimo a mover los pies en los primeros tres segundos, hasta que usó las luces de su cuello, manos y pies como sus motores de valentía; estando a medio camino el sonido de un relámpago lo asustó.
Saltó unos centímetros y terminó por romper uno de los tablones, atascando su pie.
―Perfecto ―soltó airado―. ¿y ahora? ¿Piensas mandar un temblor?
HyungWon refunfuñó ante el sonido de la lluvia aumentado, si ese día no tenía la suerte de su lado, no buscaría tentarla más. Sacó su pie por la madera astillada y se quitó varias de esas piezas pequeñas antes de iniciar su proceso mágico de sanación y caminar hacia donde la turmalina se encontraba.
Sonrió aliviado en cuanto tocó su preciado amuleto de la suerte y la ató adecuadamente por las cuerdillas de cuero, asegurándose de que no volviera a soltarse en un buen rato y protegiéndolo dentro de la tela oscura de su camisa. El omega llevó su mano a donde el frío metal erizó su piel y sintió un inmediato calor reconfortándolo en tan estresante momento, de repente un rechinido en la parte de arriba lo alertó.
HyungWon se mantuvo sereno por fuera a pesar de estar muerto del miedo cuando vio por las rendijas estrechas de madera la luz artificial de linternas humanas. Se oían muchos pasos en la zona donde estaba la puerta principal y muchos más cerca de su posición actual; HyungWon estaba rodeado e intentó buscar una posible salida, pero vio por los tablones que el suelo era de roca, si no se equivocaba, estaba cerca del lago, si lograba atravesar de la pared detrás de él podría caer en el lago.
Retrocedió con suma cautela evitando las tablas que parecían ser las que rechinaban, llevaba un buen tramo cuando la luz de las linternas estaba por llegar a ese piso, hasta que HyungWon notó algo raro en el aire, era más denso y una bruma blanca se filtró por la madera, su visión estaba por fallarle y se sostuvo fuertemente al barandal de la escalera. El humo era muy fuerte además de que empezaba a adormecer sus sentidos, entorpeciendo su vista en primer lugar. Oyó pasos cerca y se escondió debajo de las escaleras llevándose las manos a su rostro, tapando sus fosas nasales con la tela de sus mangas.
Dos pares de botas bajaron apresuradamente a registrar el lugar.
―No señor, no podemos verlo a causa del humo ―dijo uno de los humanos que portaban un arma que HyungWon no sabía describir.
―Ya dije que fue un accidente ―contestó el otro a su lado.
HyungWon caminó sigilosamente un par de pasos para volver a ocultarse en cuanto más pares de botas se asomaron por la escalera, contando al menos seis humanos en el sótano, esperaba que nadie más bajara o estaría completamente en problemas. Aunque pensó antes de tiempo, pues otro par de pasos estaban al principio de la escalera y se filtraba su luz artificial por las rendijas de las tablas.
HyungWon tanteó hacia el bolso y tratar de buscar sus guanteletes para defenderse, pero se espantó en cuanto se dio cuenta de que no estaba con él. Evaluó el lugar lo mejor que su vista borrosa le permitió, notando al par de soldados humanos iluminando un bulto negro con las lámparas pegadas a sus armas, el botánico no estaba seguro si debía moverse y por el momento, evitó por muy poco que uno de los guardias lo alcanzara con su luz artificial.
―Señor, encontramos una especie de bolsa atada con nudos ―anunció y todos sus compañeros se reunieron a su alrededor―. Registren el lugar, al parecer estamos de suerte, la bruja marina sigue en tierra, cambien de municiones y úsenlas bien, necesitamos encontrar a la bestia antes de que...
Momento en el que HyungWon giró rápidamente sobre sí mismo para darle una fuerte patada a la columna de cajas de madera y se estrellaran contra los más cercanos a las escaleras y derribarlos. Los disparos acribillaron la pared, pero no rozaron al botánico subiendo rápidamente por la escalera de madera.
Al inicio estaba bloqueada por otra persona enfundada de negro apuntándole con esas extrañas armas capaces de lanzar dardos imposibles de ver para HyungWon, más el omega no se detuvo en cuanto la primera bala fue en dirección hacia él, fue tan rápido que hubiera salido intacto. De no ser por sus reflejos omega, se ganó una herida en el puente de la nariz y otra que rozó el músculo de su tobillo al momento de tomar el cañón de su atacante arriba y tirar con fuerza para lanzarlo contra un par de soldados detrás de HyungWon.
Apenas logró salir del sótano buscó la salida de la cabaña, pero fue evitada por otra persona de un tamaño descomunal para un humano y lo tomó del cuello para arrojarlo contra la mesa de trabajo. El cuerpo del botánico barrió todos los utensilios causando un gran estruendo y el sonido chirriante de metales sobrecogiendo el lugar. Ni siquiera eso, los disparos en el piso de abajo atravesaron la madera y HyungWon rodó hasta llegar al árbol, en el trayecto varias balas le rozaron la piel del estómago, brazo y pómulo derecho.
El ataque cesó al ingresar una presencia adicional. Este hombre no tenía un casco, pero sí unos lentes oscuros que no evitaban que HyungWon se sintiera terriblemente intimidado por él. Para ese preciso momento, dos de los guardias que estaban en el sótano y no recibieron daños por las cajas se colocaron a lado del musculoso, esperando indicaciones.
―Tráiganlo y fíjense que no estás armado ―indicó el que tenía autoridad por sobre los demás y tomó el bolso de HyungWon, el botánico fingió muy bien la indiferencia por tan valiosa carga, la cual fue pasada a la mole de músculos―, iré a informar a la base que atrapamos a uno de los jinetes. Su bestia no debe andar lejos.
HyungWon tendría que pensar rápido cómo escapar con su valiosa carga, pues sólo tenía unos escasos metros de ventaja con los guardias, la puerta y el lago detrás de él, si conseguía evadir a la montaña de músculos, el líder y las misteriosas balas que le han dañado, aseguraría su escape y sin incidentes mayores. Cerró el puño alrededor de lo que tenía su pase a la libertad.
En cuanto le pusieron las manos encima rápidamente clavó un pedazo de metal afilado en la axila para sacar rápido el objeto del lugar e insertarlo en el ojo del segundo soldado que intentó tocarlo, aprovechó el grito y desestabilización de los demás soldados golpeando un arpón del mango, en el aire logró acertar en la base de éste y clavarles a dos de los soldados contra la pared de madera que apenas venían por la escalera. Imposibilitó el avance rápido del musculoso al golpear el cuerpo agonizante de sus guardias en su dirección e igualmente, rápido que el otro movimiento HyungWon volvió a clavar el objeto en el cuello de su enemigo y liberarse.
Justo a tiempo para usar su brazo derecho como apoyo en la derruida mesa que soportó el peso del botánico para que HyungWon tomara en una vuelta otro de los arpones y cortara de tajo las mejillas de otro guardia que se acercó para derribarlo; la bola de masa muscular entró en un estado colérico al ver a sus colegas caídos, dicho estado fue aprovechado por el botánico como para encorvarse al ver que una cuchilla amenazaba con atravesarle el estómago. Usando la capa para dejó que el filo se clavara en la tela rozándole por centímetros su piel y girar sobre la mesa, propinando una limpia patada al guardia que subió a socorrer a sus compañeros.
Mientras giraba sobre una de sus piernas como apoyo, HyungWon se las arregló para quitarle su bolso de las manos enemigas y colocársela mientras repartía la lluvia de golpes hacia sus atacantes, con tanta gracia que cualquier humano le tendría envidia.
Saltó de la mesa hacia la salida, pero un artefacto del tamaño de una pelota pequeña explotó en una nube de humo denso que invadió los sentidos de HyungWon, llegó a tragar parte del vapor que antes había comprometido sus facultades, ahora se encontraba desorbitado en mayor medida. Sabiendo que estaría a ciegas tanto por delante como por detrás, HyungWon se obligó a subir las escaleras a su lado hacia un segundo piso.
Gracias al Creador que el humo cubrió todo el lugar y su capa ocultaba su brillo natural, aun así, se podía escuchar sus torpes pasos sobre las escaleras que tuvo mucha suerte de quitarse la correa del cuello en cuanto sintió un tirón en su capa. Sus atacantes fueron afectados por el humo como al botánico, dándole ventaja y descubrir qué había pesadas cajas de metal al final del camino.
HyungWon se apresuró para llegar detrás de ellas y empujarlas hacia las escaleras, las que bloquearon a sus contrincantes por un momento. HyungWon tosió con fuerza y se tambaleaba sin control por el pasillo de madera al sentir que su vista se turbaba produciendo un vértigo que jamás había experimentado.
Se afirmó a la pared de madera y respiró el poco aire limpio en la estancia, puesto que un hoyo enorme en el piso se filtró el humo blanco. Era el único obstáculo para el omega a su salida de ese infierno; puesto que una ventana con vista hacia el lago era en lo único en que el botánico podía pensar.
Un par de disparos cerca de donde se encontraba asustaron a HyungWon, entonces escuchó que intentaban mover las cajas pesadas para llegar a él, era ahora o nunca.
El botánico tomó vuelo y corrió lo más rápido que pudo para saltar sobre el gran abismo hacia la libertad, sólo para que una bala atravesara la piel de su pantorrilla. HyungWon soltó una maldición junto a un gruñido bestial. Al mirar su herida un ligero vapor salía por ambos lados. Tuvo mucha suerte de haber llegado al otro lado cuando una segunda lluvia de balas alzó una barrera que HyungWon no podría cruzar si se movía hacia adelante. Sin mucho tiempo o salidas de emergencia, se dirigió a una de las puertas para poder trazar un mejor plan mientras lidiaba con la pérdida de sangre.
Tres de los últimos hombres lograron subir por el agujero, al cesar su lluvia de balas. Dos de ellos se dirigieron al inicio de la escalera para registrar los cuatros anteriores y el tercero los que estaban por delante. No tuvo suerte con los primeros dos, hasta que notó en el piso un caminito de sangre ¿con brillo al pasar la luz?
Siguió con cuidado hasta llegar a una pila de cajas derrumbadas, con mucha cautela se acercó y estando a un segundo de disparar, no encontró más que trozos de tela manchados de la misma sangre extraña. Entonces su cuerpo se quedó quieto antes de desfallecer debido a una herida silenciosa que HyungWon le propinó al atravesar su cuello con la daga de diacuarzus de sus guanteletes. El soldado intentó detener el flujo de sangre con su mano, pero el daño y la presión violenta con la que abandonó la sangre su cuerpo, bastó para que en segundos se desplomara sobre los brazos de HyungWon, quien lo depositó con rapidez en el suelo.
Caminó entre las tablas que no estaba sueltas hasta llegar a la puerta, sólo para encontrarse con el segundo enemigo quien lo derribó contra el suelo, aunque en el momento del impacto, las tablas cedieron ante el peso y cayeron de vuelta al piso principal.
HyungWon quedó sin aire y volviendo a ser abrumado por el humo medianamente disperso en la habitación. Tuvo un golpe de suerte a liberarse del aturdido humano que se recuperaba de la caída, dándole la oportunidad a HyungWon de huir en la otra dirección y una bala cayó frente a él.
― ¡Animales, lo necesitamos con vida para que llame a la bestia! ―vociferó el que antes HyungWon reconoció como el jefe, profirió una bofetada al musculoso guardia que lo esperaba con un rifle de asalto en manos―. Ahora ―se dirigió al omega―. Podemos hacerlo a mí manera sin más heridos o ¿quieres un par de golpes extra en tu bonito rostro?
El botánico sintió que su sangre hervía en rabia, por lo que encontró la manera de levantarse y desafiar al enemigo desplegando la daga de diacuarzus. El hombre se quitó los lentes revelando una mirada oscura que hizo temblar al omega: eran los monstruos que los maestres(2) describían en las leyendas.
―Espero que ese cuerpecito realmente aguante lo que pienso hacerte sufrir ―dijo con malicia que caló hasta los huesos del asustado omega.
Entonces se dio cuenta de que su enemigo lucía demasiado confiado como para una batalla uno a uno. HyungWon se percató de la trampa muy tarde, cuando un pinchazo de una aguja le atravesó el omoplato derecho. Se giró con furia y le insertó la afilada hoja de diacuarzus en el pecho, justo donde estaba el corazón y le dio una muerte rápida al cortar profundo, pero lo que sea que le hayan suministrado surtió efecto muy rápido, pues una nueva y poderosa sensación de adormecimiento lo dejó débil; usó su debilitado don para mantenerse despierto buscando desesperadamente por salidas.
―Se acabó el circo ―dijo el jefe hacia su subordinado volviéndose a colocar sus gafas con elegancia, regocijándose por tener a la mitad del premio en sus manos―. Ve por el brujo, el equipo de limpieza llegará en unos diez minutos y regresemos a casa.
HyungWon rogó a los cielos por una salvación y al parecer, sus ruegos fueron escuchados al caer un rayo en medio de la casa, alcanzando al musculoso soldado y golpeando una antigua caldera aún con el aceite rancio de ballena necesario para que provocar una explosión.
El omega se estrelló contra el árbol rompiéndole un par de costillas, sufrió realmente poco a comparación de los humanos, quienes fueron alcanzados por el fuego al estar más cerca del accidente. Sin fuerzas o magia que le pudiera ayudar, el omega rezaba aún con ingenuidad a su creador por un poco de energía.
Su manda estaba en peligro y su única salvación pendía de un hilo.
El día no era para nada favorable, WonHo estaba consciente de ello. Sus padres insistían que debía aguardar a que la lluvia torrencial bajara para poder irse, pero el joven maestro ha estado inquieto por querer salir que decidió hacer caso omiso.
¡¿Cómo puede ser posible que haya olvidado ir a la tienda por los suministros de esa semana de clases?!
―Nos vemos ―se despidió de sus padres cuando mover su pierna rápidamente lo hartó y agarró su paraguas y se dirigió hacia la cochera, tomó a BaekHyun del brazo con quejidos de su mejor amigo en el camino.
ChangKyun soltó un bufido recriminatorio hacia JooHeon.
― ¿Ahora qué? ―increpó el rubio mayor.
―Es tan testarudo como tú.
―Déjalo, él tiene responsabilidades y contra todo pronóstico cumplirá con su deber ―explicó el mayor cerrando su libro y colocándose detrás de su esposo, veían el vehículo de su único hijo abandonar la enorme mansión―. Cualidades que le servirán cuando tome el mando de la casa dentro de unos años.
Ni el beso en su nuca logró calmar a ChangKyun, quien estaba tenso desde el momento en que escuchó el primer rayo en la madrugada.
― ¿Por qué tengo el presentimiento de que algo saldrá mal?
―Lo que tú necesitas es una taza de café bien cargado, amor ―dijo no tomando tan enserio al menor.
ChangKyun no quería concederle la razón a JooHeon, porque sentía que ese día algo muy maligno surgiría del exterior, como si un peligro inminente se cerniera sobre la casa.
Pensamientos paranoicos que WonHo no compartía con su supersticioso padre.
En cuanto su reloj dio las ocho de la mañana y con la lluvia sin mejorar, decidió irse con BaekHyun a pesar de las quejas de su amigo. Conducir hacia la tienda de arte de donde sacaba sus materiales para los niños le tomaría una media hora considerando el clima y debía ser precavido con aquellos caminos cubiertos de lodo y su objetivo en días sin lluvia costaba esa cantidad de tiempo ya que estaba muy cerca de la costa con la desembocadura del lago con el océano.
―Sigo insistiendo en que canceles las clases ―repitió BaekHyun en lo que llevaban de camino.
―Lo hice, pero de todas formas necesitaba ir por los materiales, mañana es domingo y el dueño no abre en esos días.
Excusa que no pudo ser refutada por BaekHyun con un comentario sarcástico sobre sus costumbres obsesivas compulsivas, al ver que un carro negro estaba estacionado en la propiedad de la cabaña abandonada, entonces WonHo aminoró la marcha.
― ¿Qué está pasando?
Los jóvenes maestros fueron testigos de un acontecimiento sin nombre: un rayo cayó sobre la casa seguido de una explosión menor, pero lo suficientemente fuerte como para causar que WonHo perdiera por un momento el control y derrapara por la carretera de concreto y se detuviera abruptamente. Durante unos segundos ambos presentaron un pitido en sus oídos ante el gran estruendo que se produjo por el fenómeno natural que de no ser por las llamas lamiendo los cuerpos de personas estarían sin hacer un movimiento. WonHo salió del auto para poder ir a socorrer a los heridos con el molesto aturdimiento en su sentido del oído.
Llegó tarde para ayudar a dos hombres, quienes cayeron en pocos segundos.
WonHo se tapó la nariz y desvió la mirada para evitar las arcadas que presentó al oler la carne consumida por las llamas. BaekHyun llegó segundos después para sólo imitar a su mejor amigo. Con los ojos desorbitados ante la imagen tan aterradora que presenció lo llevó a buscar una distracción y por casualidad, miró hacia la cabaña en llamas. El humo negro comenzaba a disiparse con rapidez gracias a la lluvia.
―Tal vez... ―comenzó WonHo después de unos segundos en silencio―. Haya personas dentro.
―Imposible, nadie podría sobrevivir esa explosión
Un estruendoso crujido logró atrapar completo su atención, bajo los escombros pudo notar una figura delicada tratando de moverse.
―Un sobreviviente ―señaló.
Justo en ese momento, los cimientos de la cabaña se partieron en dos cuando otra pequeña explosión se produjo de una segunda caldera, llevándola al lago y al sumidero donde el último sobreviviente moriría.
WonHo no hace cosas estúpidas o arriesgadas, ni tan extremas. Por lo que darle la razón a su impredecible acto es algo que no quiso discutir consigo mismo o alguien más en cuanto corrió al borde del lago y saltó hacia el agua mortal que tragó la cabaña en menos de lo que le costó plantearse arrepentirse por ello.
Entre tablas y cajas de madera, HyungWon quedó atrapado por una red de pesca de metal apresando su cuerpo y un arpón fue su almohada al aterrizar contra el agua. Con la sustancia desconocida que privó sus sentidos de HyungWon, el dolor le pareció menos al cortar su carne, pero comenzó a ser más fuerte para mantener a HyungWon consciente de que estaba siendo arrastrado a un pozo sin fondo del que NamJoon tanto le advirtió antes de salir.
Su corazón y bestia interior comenzó a llamar alguna especie de ayuda, pero su manda a kilómetros de él. Se retorcía sin control tratando de quitarse la red y notó que unas tablas a su derecha se movieron, revelando a WonHo del otro lado. Sin tiempo que perder, en cuanto el heredero del Lago Ness dio con la vida a la que debía salvar, logró llegar hasta él, quitarle la red de pesca y tomarlo entre sus brazos, nadando hacia la superficie. Para su desgracia las corrientes eran demasiado fuertes y los succionaban al abismo, la fuerza humana no bastaba, entonces HyungWon lo último de magia que le quedaba cambiando su piel por poderosas escamas y membranas creciendo entre sus dedos para ayudarlo a nadar.
WonHo notó un cambio de fuerza que lo impulsó hacia arriba que no se detuvo a preguntar cómo es que llegaron a salvo a otra zona del lago, momento en el que HyungWon comenzó a desfallecer. El rubio nadó hacia la superficie y cargó a HyungWon pasando las piernas largas ahora sin escamas debajo de sus brazos y lo abrazó hacia su pecho; el botánico ni quisiera mostró resistencia o intenciones de escapar cuando se sentía completamente a salvo en brazos del humano, dándole el valor necesario para pasar sus brazos alrededor del cuello; encontrando un refugio en él.
Momento en el cual el heredero notó el arpón en el estómago de HyungWon.
BaekHyun buscaba por todas partes a que WonHo surgiera con su celular en mano listo para llamar a los paramédicos, pero notó algo rosado rosado a un lado, después su mejor amigo emergió con una persona ¿con brillo en su cuerpo y guantes de metal?
― Ay por Dios ―dijo BaekHyun―. ¿Qué es eso? ¿Es la sirena de la otra vez?
―Está herido, abre la puerta ―le indició en camino hacia su auto.
El pelirrojo y el leviatán chocaron miradas que a BaekHyun le dio miedo lo feroz que se veía, incluso le enseñó sus pequeños colmillos. Sin embargo, el fotógrafo obedeció y abrió la puerta, dejando pasar a WonHo con el extraño muchacho en brazos; entonces notó el arpón atravesando su cuerpo profundamente. HyungWon vio dónde querían meterlo y empezó a forcejar sin mucho éxito.
―No por favor, no quiero entrar ahí ―chilló HyungWon en los pensamientos del humano, obteniendo su atención.
―Estás muy mal y tengo que llevarte a un hospital ―explicó entre las negaciones del omega por estar en aquel espacio reducido, tratando de mantenerlo en suelo del auto.
― ¡¿Estás loco?! ―terció BaekHyun―. El hospital está a un día de viaje y el medico más cercano no está en el pueblo, tardaremos más en encontrarlo que salvándole la vida.
―Quítalo ―le habló débilmente, WonHo dejó de prestar atención al omega que mostraba su herida, alrededor de su piel comenzaba a tornarse negra―. Me quema.
―Pero...
―Por favor.
El ruego en los débiles iris rosados, apagó cualquier voz que no fuera la del leviatán. La mano del artista llegó hasta la base del arpón, siendo atentamente seguido por la mirada de HyungWon, su respiración se aceleró cuando tomó tomó la base de metal, entonces WonHo se inclinó hacia el leviatán quedando a centímetros de su cara. Ni siquiera supo cómo es que su dolor se esfumó hasta que sintió el tirón del arpón arrancando piel y dejando un espacio vacío costándole un grito desgarrador para el humano que acaba de tirar el arma lejos del leviatán. Entonces notó que su piel dejó de tornarse negra y empezar a tener un color blanquecino.
―Carajo WonHo, ¿acaso me estabas escuchando? ―la voz de BaekHyun al mismo tiempo que la lluvia regresaron a los sentidos del maestro, aunando los quejidos que el leviatán cada vez profería con menos fuerza alertaron a WonHo
―Vamos a la escuela, tenemos lo necesario para atenderlo ―indicó al momento en el que tomó a HyungWon en sus brazos y lo cargó hasta dejarlo reposar sobre los asientos traseros―. Conduces, yo lo cuido.
― Lee WonHo escúchame ―le regañó BaekHyun con más severidad que distrajo al rubio―. Tiene una herida grave, está perdiendo sangre y necesita ir a un hospital ya, podemos pedir un helicóptero a tus padres, lidiaremos con lo que sea que sea él después.
El maestro se negó, su amigo lo miró incrédulo.
―Sé que es extraño, pero acabo de ver que su herida está empezando a curarse ―explicó yendo hacia el porta-equipajes y aventó la muda de ropa seca hacia los asientos de adelante y sacó unos vendajes que tenía en su bolso deportivo repitiendo la misma acción que con sus vendajes―. Iremos a la escuela y si es quien creo que es, entonces le haremos caso y no lo llevaremos lejos del lago.
― ¿De qué estás hablando? Él ni siquiera ha dicho nada.
―Discutiremos eso en el camino, ahora conduce.
Con eso último le dedicó una mirada zanjando el asunto, el pelirrojo no quiso tentar a la paciencia de su amigo y dirigió hacia el asiento de piloto, se dio cuenta de que seguía encendido. WonHo se apresuró a los asientos traseros cerrando las puertas en el proceso y notó que la piel del leviatán comenzaba a tornarse blanca ceniza, y la sangre comenzaba a manchar el lugar.
―Te pondrás bien ―le acarició el cabello y HyungWon abrió los ojos cansado.
Levantó la tela manchada de sangre y comenzó a limpiar la herida con agua de su botella de agua que estaba tirada a un lado y confirmado que la parte negra se tornaba clara, pero uno muy preocupante, y la herida ni siquiera mostraba signos de acelerarse.
―En mi bolso ―le dijo leyendo lo que pensaba WonHo―. Hay aguja e hilo.
Entonces notó que en su brazo colgante estaba enredado por tela negra con un bulto al final, la quitó con un poco de prisa y buscó entre las pertenencias hasta darse un pinchazo en cuando lo encontró, ni siquiera se dio el lujo de quejarse más que un segundo y sacar las cosas.
Mostró un poco de duda al acercar la aguja a la delicada piel. Cuando lo vio por primera vez sin estar al borde de la muerte sólo recordaba el color de sus ojos, en su segundo encuentro pudo apreciar la increíble belleza contenida en un cuerpo tan pequeño y frágil, ahora estaba completamente demacrado y débil; estaba asustado de hacerle más daño.
Entonces una mano fría se posó gentilmente sobre las temblorosas, HyungWon lo miraba con calma en su semblante, confiando que lo haría bien; entonces WonHo se recuperó y comenzó con el procedimiento que duró todo el trayecto, aunque HyungWon no resistió al final debido a lo que sea que le hubieran inyectado y el dolor, cayó dormido cuando terminó por coser la herida lo mejor que pudo; se colocó a su lado, cubriéndolo con un suéter cálido.
La luz gris se filtraba por el gran ventanal y WonHo no paraba de observar al leviatán durmiendo en su sillón. Hizo lo que pudo con los vendajes para parar el sangrado, sólo esperaba que la magia que creía existente en HyungWon le ayudara a despertar pronto. La mano de su mejor amigo lo sacudió de su posición tensa y le entregó una taza con té.
―Gracias Baek ―el chico le sonrió―. Perdón por lo de antes.
―Está bien, creo que no contemplé la posibilidad de la magia.
―Tampoco justifica el trato que te di.
―Era una situación de estrés, lo entiendo.
BaekHyun observó la hora en el reloj y tomó las llaves de la camioneta.
―Iré a una farmacia.
―No creo que sirva nuestra medicina en él.
―Me refiero a mí ―respondió ya en la puerta―. Siento que me va a dar migraña.
―Ve con cuidado.
―Claro mamá.
WonHo rio, se quitó la toalla que tenía de los hombros y miró la muda de ropa sobre la mesa del comedor. El sol de repente salió entre los nubarrones negros, devolviéndole la vida al lago y todo a su alrededor, entonces el heredero comenzó a cambiarse de ropa vigilando al leviatán por si despertaba.
En cuanto la luz llegó al rostro del omega, sus párpados temblaron antes de abrirse lentamente y poner su mano frente a sus ojos protegiéndose del deslumbrante sol. Cuando sus pupilas se adecuaron al lugar pudo bajar la mano, descubriendo que estaba recostado sobre un mueble de lo más extraño, igual de esponjoso que los nidos en la manda del aire. Volteó la mirada y sobre una mesa enana estaban sus guanteletes junto a su bolso. Se miró y notó que su ropa estaba a un lado en el suelo, siendo un gran suéter azul el que cubría su desnudez junto a unos cortos pantaloncillos negros. Olían al humano que descubrió cambiándose a unos metros.
Maldijo a los cielos en cuanto vio el perfecto y bien pulido abdomen blanco del humano. Puede que no sea un alfa, pero qué parecido tiene con la contextura de uno.
"― ¿Sigue pareciéndote un monstruo?" preguntó descaradamente su bestia interior.
―Cállate ―refutó enseguida y tomó su ropa, tendría un gran problema explicando el rastro de su sangre a NamJoon.
― ¿Sabes si el anochecer sucederá pronto? ―se dirigió ahora al humano que se colocaba una sudadera negra, saltó profiriendo un gracioso gritito que hizo reír a HyungWon.
―Dios, despertaste ―dijo sin aliento y se acercó acomodándose la prenda. Notó que las heridas en el rostro de HyungWon sanaban con rapidez ante sus ojos y le quitó las benditas.
―Me parece que hice una pregunta ―volvió a hablar HyungWon desviando la mirada de WonHo al revisar la herida de su pantorrilla, los dedos cálidos de WonHo le provocaron la sensación eléctrica que no deseaba sentir ahora.
―Creo que falta media hora para eso.
― ¡¿Qué?! ―inquirió, hizo a WonHo a un lado para comenzar a recoger sus cosas y cambiarse a su ropa apresuradamente.
―Espera, tienes una herida muy grande, no debes moverte.
―Estaré bien ―odió el olor de su propia sangre sobre la tela, pero estaba contra el tiempo.
HyungWon llegó hasta la puerta de cristal e intentó averiguar cómo serviría la extraña tecnología sin un pomo como las puertas que conocía ¿Los humanos saben ya de magia? Entonces notó que la mano de WonHo tomó la suya. Se volteó y notó que el brillo cálido de su cachorro mostraba una preocupación genuina.
―No te voy a dejar ir así, puede que abra de nuevo.
Cómo se iba a arrepentir de eso.
―Regresaré a la media noche, hay algo que debo hacer y tengo el tiempo en mi contra ―el rubio le lanzó una mirada desconfianza, el botánico sólo le sonrió amablemente―. Lo prometo, ahora déjame salir.
WonHo soltó un bufido cediendo a los deseos del omega, abriendo el seguro del ventanal y dejándolo libre.
El omega no para de dar crédito a estar con vida después de haber sido prácticamente atravesado ¡por un maldito arpón! Esperaba su muerte incluso al perder la conciencia en el extraño carruaje de WonHo, pero despertó en cuestión de horas y todavía tenía la energía para cambiar de forma. Así que tuvo que decir una verdad a medias cuando evaluaron su herida más grande.
―Fue un accidente, ni se enterró tanto ―explicó a YoonGi una vez que se quitó la camisa.
―Sigue siendo un arpón HyungWon, pudiste haber muerto ―le regañó amenazándolo con unas pinzas para quitar el hilo.
―Ya déjalo Min ―terció HyunWoo, su padre se quedó en la enfermería en cuanto su amigo lavó la herida y con su magia aceleró la de HyungWon para que la herida quedara a un simple rasguño del tamaño de una uña―. Por el Hacedor, creímos que no lo llegarías a tiempo.
―Ni yo ―recargó su cabeza en el hombro e su padre mientras YoonGi evaluaba la otra herida en su pantorrilla.
Y vaya que sí tuvo suerte, tuvo que cambiarse en el agua para poder llamar a su leviatán y nadar a una velocidad increíble, ya que el atardecer lo vencía con cada kilómetro que recorría de vuelta a casa. Cuando dobló la esquina hacia el túnel directo a la manada las enormes puertas de piedra estaban a mitad de camino, que cambió a su forma humana en el segundo preciso y salió disparado al estanque.
Emergió rápidamente recibiendo los vítores de la manada, SeokJin y NamJoon lo esperaban en la orilla con una capa que fue puesta en el momento en el que salió y fue llevado de inmediato a los campos de las Flores del Aire. La suerte corrió de su parte en las siguientes horas ya que el poder que conservó de las perlas adelgazó la coraza de cristal mágica, adicionado sus ingredientes logró crear el tónico que su Alfa Líder suministró con su don del agua en menos de diez segundos.
La magia ni siquiera tardó en funcionar, ya que las flores volvieron a teñirse de colores y brillaron con tanta fuerza que deslumbraron a la manada entera, recuperando su fuente de oxígeno. HyungWon pudo respirar y el dolor de sus heridas llamó la atención de NamJoon, quien lo llevó hasta la enfermería.
―Por cierto ―se dirigió a NamJoon, quien custodiaba la entrada de la enfermería―. En mi bolso encontrarás algo que necesitas ver.
Sin comprender sus palabras procedió a investigar: Los pedazos de lo trolls de piedra le permitieron respirar al alfa, aunque vio en un frasco algo de metal que le llamó la atención. El recipiente contenía una pequeña piedra con un domo muy perfilado un grabado en la base.
― ¿Qué es esto? ―utilizó su lazo con HyungWon para hablar en privado con él.
―Creí que los arpones eran las únicas armas que podían herirnos, hasta que un grupo de humanos me atacó con esto. Tuve suerte de escapar con vida ―explicó―. Tal vez ellos siguen estando a un paso más adelante que nosotros.
― ¿Los humanos?
―Todos perecieron por un rayo.
―Me niego a creer que ellos saben magia, necesitan más que sólo cinco siglos para entender nuestra magia y otros seis más si planean matarnos con cualquier cosa.
―NamJoon, usaron un humo que nos deja estúpidos es segundos... Creo que debemos pensar que ya nos alcanzaron.
―Ni una palabra de esto a nadie, no quiero que haya pánico.
―Si alfa, pero ¿qué pasará con esto?
―Considerando que hay un traidor en la manada y esto, tendré que hablar con los Líderes.
Esa fue su última palabra.
WonHo daba vueltas por su estudio como un paranoico total, en toda la tarde y parte de la noche se quedó en la escuela haciendo cualquier cosa que no le recordara al extraño muchacho, aunque terminó siendo en vano. Su preocupación aumentaba con el paso de la velada y cuando dieron las doce, los nulos rastros del leviatán mermaron las esperanzas del heredero del Lago Ness a cero, WonHo soltó un bufido cansado.
BaekHyun se fue hace poco de recibir un mensaje de sus padres quienes deseaban hablar con él en privado, así que se retiró a su casa en cuanto terminó de leer el mensaje, dejando a su amigo en medio de su crisis y prometiendo regresar, sin embargo, WonHo prefería que se quedara en casa a esas horas de la noche.
―Tal vez debería volver a casa ―se dijo y apagó el ordenador de su oficina, recogió las cosas lo mejor que pudo.
Fue apagando las luces en su camino en total lentitud aun creyendo que hacer tiempo marcaría una diferencia. Se detuvo en cuando pasó el ventanal que conducía al muelle al notar al leviatán en su forma humana al inicio de éste.
La sonrisa y emoción no pasaron desapercibidas en el rostro de WonHo que salió casi como un niño al enterarse que ya es Navidad y había sido premiado con una montaña de regalos por ser bueno. Al estar frente a frente no pudo evitar llevar su mirada hacia done había atendido la herida e incluso notó que el tono enfermizo de su piel se extinguió para dar paso a un color sano de blanco.
Si bajo la luz del atardecer se le hacía inhumanamente hermoso, bajo el fulgor azulado de la luna juraría que ni Afrodita en persona podría ganarle ¿Cuándo fue que su cabello refulgía en morado y azul eléctrico? ¿Era la luna la que hacía esa magia en el leviatán? Agitó la cabeza para dejar de ser tan descortés para preguntar:
― ¿Cómo va tu herida?
Conmovido por la preocupación del humano descubrió el lugar donde prácticamente ya no había más que una pequeña cicatriz como prueba del terrible saludo del arpón. Volvió a bajar su camisa con las mejillas enrojecidas por la mirada de WonHo a esa zona: donde estaba uno de sus puntos débiles como omega.
―Dios, eso es increíble ―soltó WonHo.
―Dadas las circunstancias, creo que olvidé decir gracias.
―WonHo, me llamo Lee WonHo.
El humano le extendió la mano en señal de estrecharla, a lo que HyungWon contestó de la misma forma.
―Son HyungWon, soy el monstruo del lago Ness.
Ante ese comentario WonHo sonrió de oreja a oreja al igual que HyungWon.
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1. Flores del Aire: Plantas de pétalos traslúcidos con una coloración azul al igual que finas venas hasta llegar al tallo. Sus raíces al momento de ser plantadas tienen dimensiones de dos metros como mínimo. Una vez que se abre la tierra, son regados y potenciados con tónicos especialmente creados para incrementar su crecimiento, éstas crean raíces lo suficientemente largas como para atravesar roca y adquirir nutrimentos de cualquier superficie natural, posteriormente se transformarán en oxígeno. Conforme pasa el tiempo, crecen hasta alcanzar el tamaño de arboleadas enanas; mientras que sus raíces abarcan kilómetros.
2. Maestres: Otra forma de llamar a los sabios en los clanes.
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💖 𝕊ℙ𝔼ℂ𝕀𝔸𝕃 𝔻𝔼𝔻𝕀ℂ𝔸𝕋𝕀𝕆ℕ 💖
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Capítulos dedicados a mi sunshine, my queen,
mi adorada esposa Wonhobar
Te debía este pequeño pedazo de felicidad babe.
Espero que te haya gustado.
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Bueno, ahora que he vuelto después de casi dos meses desaparecida, espero que disfruten de estos cuatro capítulos y WOW, vaya que me puse a trabajar pesar de que la universidad se empeña en matarnos hasta el cansancio con trabajos, pero mi alma de escritora decía, no mi ciela, tu escribes HyungWonHo porque es life y necesitas algo de ello.
No tienen idea de cómo amaba llegar a este capítulo.
¡FINALMENTE SUCEDIÓ LA REUNIÓN 2WON!
Si no es lo que esperaban... sorry mis cielas, es hermoso y quien esté de acuerdo conmigo puede dejar sus precioso comentario, voto y amors para estos dos.
También a Fantasía X, que estuvo ufffffff, una inspiración para esta floja que tiene empolvados estos caps. Hablando de música, espero que le haya gustado la playlist oficial, la nueva imagen, gifs y gráficos. Editaré los capítulos anteriores para que tengan este formatito bonito, espero que lo amen tanto como yo.
Creo que basta de mi charla y las dejo, les prometo otra actualización así de larga, no importa que muera en el intento, este libro vale la pena.
Los ama.
Ari.
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