☆꧁༒Veintiuno༒꧂☆
☆꧁༒☬ℙⒺяг@☬༒꧂☆
☆꧁Pasado꧂☆
Hinata pudo sentir como el suelo se abrió bajo sus pies, la sensación de caída fue un golpe para su estómago mientras lo miraba fijamente. Sabía que él lo había visto, ella podía notarlo en la forma en que sus ojos se volvieron rojos, sedientos de sangre. En su hermoso cuerpo tenso, sus puños apretados con fuerza a sus costados. Si eso no era suficiente, lo fue el gruñido aterrador que soltó mientras ella temblaba frente a él.
Espero las exigencias, espero el enojo, pero Naruto bajó la mirada al suelo y dijo algo con su voz distorsionada. Hinata no lo pudo entender por arriba del ruido alocado que sentía en sus oídos. Su corazón no sólo estaba como piedra en su estómago, también lo golpeaba como si este fuera un maremoto golpeando en la orilla. Se tambaleó mientras se estiraba inconsciente hacia la toalla. Pudo tomarla y se cubrió, aunque, ¿de qué servía?
Naruto ya había visto su cicatriz.
No pudo apartar la mirada de él, entonces fue plenamente consciente de cómo él volvió a mirarla. Su mandíbula apretada decía mucho. Ella siempre supo que eso sería un problema, que su pasado finalmente la alcanzaría.
— Naruto..—, tartamudeo con voz baja, intentado hacer que sus piernas se movieran.
— Así que..—, él le interrumpió, cortando su actuar. Hinata pudo sentir como esas dos simples palabras eran como un puñal, no porque fueran dolorosas, sino por su tono. Frío, distante, enojado—. ¿Está era la razón?
Hinata apretó los ojos, desviando su rostro de él. No podía verlo a la cara, se sentía.. sucia, como si sólo hubiera pasado unos minutos desde que le hicieron esa marca.
— Hinata.
Ella abrió los ojos, pero no movió su rostro. Sintió como sus ojos se nublaban con lágrimas, pero las parpadeó. No iba a llorar, no frente a un hombre como Naruto.
— Hinata —, volvió a llamarla, usando un tono un poco más duro, uno que ella no pudo evitar moverse.
Naruto parecía un poco más relajado, sus ojos aún rojos, pero no parecía furioso, enojado y eso la hizo sentir más incómoda. No quería ver una mirada de pena, no de él. Ella apretó los dientes, y levantó el mentón, apretando la toalla blanca contra su cuerpo.
—¿No te enseñaron a golpear?— atacó.
Naruto giró un poco el rostro, mirándola fijamente, como si intentará meterse en su cabeza. Ella se puso más tensa.
— Es mí casa también —, gruñó como respuesta.
—¡Ja! Eso no te da derecho a entrar al baño. Escuchaste el agua correr. ¿Qué diablos?
Hinata se sentía cada vez más enojada, dejando que el dolor retrocediera. No iba a demostrar lo mucho que le dolía que él la mirara con lástima, aunque Naruto no lo había hecho. Él redujo sus ojos sobre ella.
— Eres mí compañera —, dijo con la voz más tranquila.
—¿¡De verdad!?— mientras el tono de Naruto bajaba, el de ella subía peligrosamente. Pudo sentir como sus mejillas se calentaban —. No recuerdo que cerrarás la unión.
Naruto cerró los ojos, ella escuchó el gruñido de su loba, pero lo descartó. Él tomó aire, y cuando volvió a abrir los ojos, eran en su mayoría celestes.
— Y por esto mismo no he cerrado la unión.
Hinata sintió como si le hubiera dado un cachetazo en el rostro. Dió un paso hacia atrás, como si él golpe hubiera sido físico y jadeó, entre asombrada y enojada.
— Sabías que había tenido problemas en mí antigua manada. Sabías que mí padre me había rechazado. ¡Sabías ...—, jadeó, casi sintiendo que no podía respirar—. ¿¡Cómo te atreves!?
Hinata se detuvo cuando Naruto dió un paso hacia ella. Lo observó con ojos grandes, temblando, aunque ya no sabía si era por enojo o miedo. Él podría rechazarla, era una opción. Naruto sobreviviría, buscando a otra hembra, pero lo haría. Él tenía la opción, ella... Ella jamás sería la misma...
Retrocedió mientras se acercaba, un paso a la vez, sin poder sacar sus ojos de él. La pared del baño detuvo su pobre intento de mantenerse alejada. Ella sabía que probablemente se quebraría si él la tomara entre sus brazos. Jamás se había sentido más segura que en sus brazos, jamás había sentido lo que sentía cuando él la tocaba.
Hinata levantó el rostro para seguir observando su cara mientras él se detenía justo a unos centímetros. Él estaba casi pegada a ella, pero no la tocaba. Su pecho se sentía agitado mientras lo observaba fijamente. Se dió cuenta que estaba jadeando cuando se escuchó a sí misma.
Naruto parecía tan relajado, tan calmo, como si no le afectará la terrible tormenta que se estaba desatando en su interior. Ella quiso pegarse más a la pared cuando él levantó una mano, lentamente movió un mechón de pelo mojado de su hombro y acarició suavemente su piel.
Sintió sus piernas temblar, prácticamente podía sentir como sus cimientos se tambaleaba.
— Lo sé. Sé que eres fuerte, una mujer que pasó por mucho—, habló con suavidad, sus ojos celestes siendo menos duros, llenos de un brillo que ella había visto muchas veces—. Pero, no siempre tienes que ser la fuerte, pequeña.
Hinata giró el rostro, evitando mirarlo. Se tensó cuando los dedos de Naruto se apoderaron de su mentón. Él uso un poco de presión, pidiendo silenciosamente que volviera a verlo. Ella lo hizo, pero no podía soportarlo.
No.
No podía ver el brillo en sus ojos celestes, y cerró sus propios ojos con fuerza.
— Hinata...—, murmuró suavemente, más que un llamado una queja—. No deberías haber hecho todo sola. Me enoja eso, me hace hervir por dentro. Sé que aprendiste a controlar, a ser independiente e hiriente—, él suspiró, casi con pesar—. Te enseñaron a no depender de nadie, a cuidarte sola, a ser fuerte desde tan pequeña... Mientras todo se desmoronaba a tu alrededor. Te volviste protectora de ti misma, de tu corazón— Hinata sintió como su mano se metía entre sus cabellos mojados y cerraba la mano en su nuca, sosteniéndola en el lugar—, porque nadie más lo hizo. Y eso me enoja—, gruñó—. Pero... Ya no estás sola.
Hinata abrió los ojos de golpe, mirando fijamente el torso de Naruto cubierto por un suéter verde musgo. No podía sostener su mirada, ver la lástima, la pena.
— Por favor —, murmuró Naruto, sus simples palabras calando en su interior, como rayos en medio de una tormenta.
Golpeó, alumbró y ensordeció.
Hinata se sentía demasiado débil para evitar que él la obligará a mirarlo fijamente. No había pena, no había lastima... Sólo estaba ese brillo lleno de ternura, algo hizo crack en su interior con sólo verlo.
—Abre tu corazón a tu compañero—, pidió—. Deja que te cuide—, rogó —. La verdad fortaleza, está en saber cuándo dejar de luchar..
Y fue como si él rompiera el muro que había construido. Sintió como los rayos que le lanzó la golpearon. Con cada palabra, el golpeó sus cimientos y estos se derrumbaron con un sonido aterrador. Y ese sonido provino de ella, fue un simple gemido al principio, pero se convirtió en un grito desgarrado. Un grito de enojo, de miedo y de dolor, de años de burlas...
De años de soledad.
Hinata tembló, mientras empezaba a caer en cuenta que estaba llorando a lágrima viva, aferrándose a Naruto mientras él la abrazaba en el suelo del baño de la casa de ambos. Él hizo que ella apoyará la mitad de su cara en su pecho, por lo que podía escuchar el corazón de su compañero golpear tan duro como el de ella. Sintió su torso vibrar mientras él la consolaba y sólo después de unos buenos minutos, después de llorar por más tiempo de lo que había hecho en toda su vida, recién allí pudo entender sus palabras.
" Te tengo, mí pequeña "
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☆꧁Presente꧂☆
Naruto sintió como su lobo gruñía en su interior, revuelto y listo. Listo para la venganza que su compañera merecía.
Miró fijamente por la ventana del avión que lo llevaba, le hubiera gustado más correr en su segunda forma, dejar que los instintos se hicieran cargo. Dejar que su lobo vengará a su compañera, como tendría que haber sido justo después de verla desmoronarse en sus brazos en el baño de su cabaña, años atrás.
Pero, entendió sus necesidades sin que se lo dijera. Ella lo quería allí, lo necesitaba para que pudiera ser débil y vulnerable por una vez. Sentir que finalmente cedía el control y ya no debía preocuparse por cualquier cosa que hiciera.
Y él lo hizo, la sostuvo en sus brazos hasta que se durmió sin decirle una palabra. Pero, eso no era lo importante, lo importante fue que los muros entre ellos ya no existían.
"Y jamás volvieron", ese pensamiento le hizo sonreír levemente.
Puede que estuviera algo enojado de que Hinata se hubiera ido sin él, que estuviera en esa manada sin su protección. Pero ella ya no era la misma que había dejado esa manada...
Y ya no estaba sola...
Y ellos se darían cuenta de eso muy pronto.
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