☆꧁༒Seis༒꧂☆
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☆꧁Presente꧂☆
- ¡La gente de Remolino ha llegado!
Toneri se levantó de su silla cuando su Beta entró corriendo y con el rostro pálido. Su ceño se frunció al escuchar las noticias y caminó rápidamente hacia la puerta, apartando a su Beta con un empujón.
-¿Cómo que han llegado? ¿El alfa no tendría que llegar en unos días?- gruñó mientras caminaba por el largo pasillo hacia el frente de la casa.
- Si, Alfa -, Ko caminaba rápidamente en su espalda, pisando sus talones -. Pero, me ha dicho el mensajero que el alfa mandó a gente para preparar su estadía y la de su compañera.
Toneri gruñó más fuerte. Él aún no había terminado sus planes, ni siquiera había terminado de preparar las habitaciones que, en teoría, usarían la gente de Remolino. ¿Ahora tenía que preparar más? Él no metería gente desconocida en su casa, menos a unos sirvientes.
Él salió por el largo pasillo y pasó por la sala, en dirección de la puerta de su casa. Abrió la puerta, recibiendo el viento de frente y una fina llovizna. Tomó una profunda respiración, esperando captar el olor de la gente desconocida, pero su ceño se frunció al no captar ningún olor aparte del cesped húmedo, la tierra mojada y el olor de su Beta.
-¿Dónde están y cuántos son?-, preguntó sin moverse de su lugar.
Ko dió un paso para ponerse a su lado, manteniendo la cabeza baja.
- Son dos. Ambos están en la entrada, no dejaría que entrarán al terreno sin su permiso.
-¡Idiota!- gruñó Toneri y comenzó a caminar hacia la entrada del terreno de la manada -. ¿Eres retrasado? Está es una maldita prueba, no dejes a la gente del Alfa fuera. ¡Imbécil!
- L-lo siento, Alfa -, tartamudeo Ko, apresurando el paso para ponerse cerca de Toneri.
Gruñó, esperando sacarse el mal humor antes de llegar a la puerta de la manada. Era una vieja costumbre, una que ya no usaban, pero Remolino era chapada a la antigua. Cuando dos alfas que no se conocían se reunían en territorio de uno de los dos, el otro alfa mandaba a su gente de confianza para recaudar información y prepararse para un posible ataque secreto.
Toneri no tenía intenciones de atacar al Alfa Uzumaki, había leído sus hazañas y no quería provocar su irá. Los informes le habían dicho que él era terriblemente frío y despiadado.
- Ruega para que no lo consideren un insulto. Te juro que te lo haré pagar, Ko-, murmuró con dientes apretados.
Toneri apresuró el paso cuando la fina llovizna comenzó a ser una lluvia más fuerte. Miró hacia el cielo nublado, gris y oscuro. Maldijo su mala suerte, los días anteriores habían sido soleados y calurosos. ¿Justo cuando llegaban los de Remolino tenía que llover?
La ropa comenzó a pegarse a su piel, húmeda y fría, Toneri ni siquiera había pensado en traer un paraguas. Esperaba que los centinelas que tenía en la puerta de la manada tuvieran un par, por lo menos para los sirvientes de Remolino.
-¿Los has visto?-, preguntó sin bajar su caminata rápida.
- No, Alfa -, murmuró Ko-. Corrí a su casa cuando supe las noticias.
Toneri gruñó, empezaba a desesperarse con las actitudes de Ko. Cuando habían sido más jovenes, eran inseparables y sabía que sería su Beta, pero comenzaba a molestarle sus inaptitudes. Ko hacia cualquier cosa que le pidiera, no importaba lo que fuera, el lobo lo haría por el Alfa. Ya que si Toneri era el Alfa, sabía que él tendría el poder de Beta. Pero era un idiota, era una excelente marioneta, pero no un gran pensador. Siempre Toneri tenía que decirle lo que tenía que hacer...
Toneri se detuvo de golpe, cuando una brisa lo golpeó de frente trayendo un olor que no había sentido hacia mucho. Pudo sentir como su lobo levantó la cabeza, gruñendo y no por su mal humor.
-¿Qué sucede, Alfa?
Él se tensó más, los recuerdos lo golpearon como un huracán, revolviendo su interior.
"- ¿De verdad... tu lobo..?
Toneri vio su rostro, rojo y bonito. No podía explicarlo con palabras, pero empezar a conocerla mejor había hecho que poco a poco empezará a verla con otro ojos.
- Si-, había contestado con voz ronca"
Toneri se lanzó hacia adelante, apresurando el paso a una carrera. Prácticamente podía sentir su corazón golpeando su pecho, su lobo gruñendo y ansioso. Giró en la casa que estaba cerca de la entrada y se detuvo de golpe, mirando la entrada donde un auto BMW negro, de último modelo estaba estacionado justo al frente. Estaba a varios metros aún, pero pudo sentir el perfume más cerca.
Pasó su mano por su cabello algo largo, sacando el pelo que se pegaba a su rostro y comenzó a caminar hacia el auto. Sus pasos eran más tranquilos, pero no por eso más relajados. Sentía su columna tensa mientras veía que la puerta del conductor se abría cuando estaba a sólo dos metros.
Toneri abrió grande sus ojos, mirando al muchacho que bajó. Él sacó un gran paraguas que abrió a penas tuvo un pie fuera del auto y se acercó a la puerta de atrás. Lo que le sorprendió a Toneri fue que, a pesar de ser un simple niño, tal vez de 20 años, el chico era enorme. Probablemente fuera tan alto como él y con músculos desarrollados. Su simple camiseta negra marcaba sus bíceps, casi como si estuviera a unos centímetros de romperse. El chico lo miró con ojos azules y duros, él tenía una gran cicatriz en su mejilla que subía y cortaba en su ceja, dónde no crecía cabello.
A pesar de ser un niño, sus ojos, eran de un hombre, que había vivido mucho.
La puerta de atrás se abrió y el perfume fue más fuerte. Cada célula de Toneri se endureció y todo pareció detenerse cuando la vio salir.
— Hinata...— murmuró.
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☆꧁Minutos atrás꧂☆
— No te preocupes, él lo entenderá..
Konohamaru no estaba seguro de ello. Miró por el espejo retrovisor a la compañera de su Alfa, a prácticamente su hermana mayor.
— El Alfa no sabe de esto..
— Ya basta—, le cortó con voz baja, ella miraba casi con nostalgia hacia las casas de la manada que no le dejaban entrar.
Konohamaru apretó los labios, sintiendo que era un insulto para su Alfa, pero no dijo nada al respecto. Desde que le habían dado un puesto de centinela, cuidaba a Hinata como si fuera su sombra. Naruto había tenido que ir al territorio de Uchiha, y Hinata aprovecho para hacer una travesura... O por lo menos, ella lo llamaba de ese modo.
— No entiendo por qué no quieres decirle que eres la compañera del Alfa—, dijo sin poder evitar volver a gruñir —. ¿Está es tu antigua manada?
Konohamaru vio por el espejo como los ojos, generalmente brillantes de Hinata, se oscurecian y su expresión se endurecía.
— Si, sólo quiero confirmar que las cosas no han cambiado. Quiero que me traten como una sirvienta.
Konohamaru gruñó, apretando las manos en el volante. El sólo hecho de pensar que alguien tratara asi a Hinata, le hacia dar ganas de golpear.
— Naruto se enfadará y querrá cortar cabezas, especialmente a los que te traten así—, dijo lo obvio.
Se sorprendió un poco cuando una fría sonrisa nació de los labios de Hinata. Ella por fin miró hacia él, mostrando que parecía complacida por lo que había dicho.
— Lo sé —, contestó alegremente, sólo confundiendo más a Konohamaru.
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