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No podía creer lo que las enfermeras decían, la pequeña Akiko había dejado de respirar, su pequeño cuerpo no había podido resistir llegar antes de lo esperado al mundo y de una forma tan violenta.
Esa misma tarde tuvo que prepararse para un funeral improvisando en el mismo hospital, Tanjiro lloro junto a el al despedirse de la bebé, entre sus manos estaba la pequeña caja de mármol blanco con las cenizas de su hija, porque si Uzui la había registrado y reconocido como suya y de Zenitsu, para empeorar las cosas Zenitsu parecía no mejorar.
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