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ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ I

Año 2.537

Se removía en su cama inquieto, pronto amanecería y podía notarlo porque el cielo comenzaba a tornarse de un azul más claro, sin embargo, el sol aun no podía verse.

Resignado, observó la hora en su reloj y rodó los ojos con fastidio "Mm, cinco treinta" se arropó nuevamente y chasqueó su lengua, no volvería a dormir. Una vez se despierta no puede volver a conciliar el sueño, era una manía que no había podido sacar de él, era tan fastidioso eso.

Solo fue cuestión de segundos para convencerse de que no volvería dormir, que no valía la pena quedarse acostado y que perdería el tiempo si no hacía algo para levantarse de su cálida cama.

Aun con los ojos entrecerrados fue al baño a realizar su aseo mañanero, que era algo sencillo como bañarse y cepillarse debido a que saldría a correr unos kilómetros, luego regresaría sudado y de nada sirvió echarse cremas aclaradoras y perfumes antes de la rutina.

Con un baño y cepillada de dientes estaba bien.

Más que suficiente.

La toalla estaba amarrada en su cadera, las gotas caían de sus hebras rubias y rodaban por su hombro y torso desnudo, aprovechando en acariciar ese muy bien formado cuerpo acanelado.

Tomó el único conjunto que quedaba guindado en su escaparate, la mayoría de su ropa estaba doblada en las maletas, su madre se había encargado de guardar su ropa desde la noche anterior.

Estaba emocionada de que llegara su asignación—pareja, aunque, a él le parecía que lo estaba corriendo de la casa.

Se vistió y acomodó su cabello, buscó su teléfono y audífonos, sus buenos acompañantes para una recorrida de cinco kilómetros o más.

Cuando bajó a la sala, se encontró a Gia, un humanoide comercialmente llamados expex (por el tipo de tecnología) de la casa. Cada una de las casas del país tenían un expex, estos son una versión de los robot's más humana para el momento. Cada uno tenía una apariencia humana y hábitos parecidos, sin embargo tenían algunos detalles que los distinguían de los humanos.

Gia andaba en la cocina acomodando y colocando todo en su lugar, preparando los batidos de cada integrante de la familia.

–— Buenos días joven —– Se volteó e hizo una reverencia.

Namjoon sonrió, su parecido a los humanos era tan grande que era inevitable no tratarla como tal.

—– Buenos días, Gia.

—– El zumo de naranja está en el refrigerador ¿Saldrá a correr? —– Namjoon se dirigió al refrigerador mientras asentía a la pregunta de Gia —– ¿Quiere que informe algo?

—– No es necesario, cualquier cosa le dices a mis padres que llamen, ya deben saber que estoy en la rutina —– Bebió el zumo de naranja y sintió como éste refrescaba su garganta —– Eso es todo —– sonrió —– Adiós, Gia. Gracias.

Agitó su mano y salió de su casa preparándose para su rutina.

Sentía nervios y necesitaba brotarlos de alguna forma, y que mejor que su rutina deportiva.

Subió su capucha y colocó sus audífonos, respiró profundamente y colocó en marcha sus pies, primero en un trote lento y luego corría como si no hubiera mañana.

La adrenalina corría por sus venas.

Pasó por las aceras de las calles, por la entrada de los parques, llegó al muelle donde automáticamente, una sonrisa se formó en su rostro. Amaba correr a la orilla de la playa, sintiendo la suela de sus zapatos mojarse y la arena querer tragarlo, amaba sentir que corría por su vida.

Luego de dar varias vueltas en la orilla y recibir las miradas y sonrisas divertidas de algunos que pasaban, se tumbó en la arena de la playa alejado de las olas.

Su pecho subía y bajaba apresuradamente, sentía su corazón retumbar en sus oídos con un fuerte Bump, bump, bump. Sus manos tomaban puños de arena sintiendo como ésta se amoldaba y se deshacía en sus manos.

Se sentó y observó a su alrededor.

Pocas personas despertaban temprano para ir a la playa y observar el sol salir por el horizonte.

La melodía aún estaba sonando por el auricular, cerró sus ojos concentrándose en esa melodía moviendo su cabeza de un lado a otro siguiéndole el paso.

Habían pasado horas, pero Namjoon seguía ahí, impasible y concentrado en su mundo.

El sudor se secó en su piel y debía admitir que le desagradaba, pero, estaba concentrado en esa sensación en su pecho. Quería gritarle a todos que llegaría su carta, esa que decidiría su destino y por muy loco que sonase... Namjoon estaba feliz por eso.

Por su pareja, con quien pasaría el resto de su vida y tendría una familia.

Todo lo que Namjoon deseaba tener.

Él estaba dispuesto a dejar sus sentimientos fluir hacia esa persona, aun sin conocerla, realmente quería tener esa oportunidad, vivir esa experiencia y mentalmente se esforzaba para ser la persona indicada.

Aunque su mayor temor era, que esa persona no estuviera tan dispuesto como lo estaba él.

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