☁️02: coqueteos y discusiones☁️
Jimin caminó al lado de sus padres, había muchas personas presentes y ninguna de ellas le resultaba conocida, así que sin pensarlo de más obedeció a las demandas de su lobo, quien le pedía permanecer al lado de los mayores.
Con cada paso que daba sentía una extraña sensación atacar cada fibra de su cuerpo, fácilmente pudo reconocer el peso de una mirada sobre él, era profunda y quemaba, pero no pudo descubrir su origen debido a que muchas personas eran las que tenían sus ojos fijos en su persona.
—Por aquí están los consultorios y del lado izquierdo el laboratorio —la voz de su padre le sacó de sus pensamientos. Jimin miró los lugares que el mayor señalaba y asintió.
—¿A quién debo ayudarle? —preguntó con cierta emoción, después de todo sería una buena práctica antes de tomar sus estudios universitarios.
Sehun revisó en la tablet que llevaba e informó. —El doctor Bae será quien te reciba, consultorio número tres.
—Lo harás bien, cariño —animó su madre, dejando un beso en la frente del menor—. Estaremos en el consultorio número uno, por si nos necesitas.
Jimin asintió con una sonrisa, miró el consultorio que le correspondía y dejó escapar un suspiro. Sus pasos fueron rápidos, si era sincero sentía un leve pánico al verse envuelto por personas a las que no conocía, y que le miraran sin pestañear no ayudaba con sus nervios.
Escuchó unas risitas a sus espaldas y chilló por lo bajo, rápidamente se internó en el consultorio con la respiración acelerada y el corazón queriendo salir de su pecho, ignorando olímpicamente la mirada divertida del alfa sentado tras el escritorio.
—¿Estás bien? —preguntó JinYoung luciendo divertido.
El pelirosa se quitó los lentes y miró a su mayor. —No me lo vas a creer, hyung; pero estoy seguro que alguien se estaba burlando de mí.
—Estas personas no te conocen, Jimin —negó el mayor, mientras terminaba de ordenar lo que necesitaría—. Es imposible que se burlaran de ti.
El menor hizo un puchero. —Juro que es verdad, incluso una risa ronca y desagradable estremeció a mi lobo.
—Estás exagerando, pequeño —aseguró el médico con tranquilidad—. ¿Qué dices si empezamos? Me pasaron la agenda y realmente tengo muchos pacientes.
—Tú eres un neurólogo importante, hyung —dijo Jimin, al mismo tiempo que se sentaba al lado de su mayor—. ¿Por qué accediste venir aquí?
—Todo aquel que diga amar el arte de la medicina también debe amar a la humanidad, Jimin —respondió con una sonrisa tenue—. Disfruto más ayudar a estas personas porque sus sonrisas son genuinas, y para mí ese es el mejor pago.
—Pues para mí el mejor pago son los millones —debatió el omega con la nariz arrugada al no entender lo que su mayor quería decirle.
El alfa rió entretenido. —Aún eres joven, cuando crezcas entenderás lo que te digo.
—Hablas como si fueras un anciano, hyung —se burló Jimin—. Sólo tienes veintiséis años.
—Esos años de diferencia son los que apoyan lo que te dije —aseguró—. Ahora iniciemos, no quiero hacer esperar a mis pacientes.
—¿Qué es lo que tengo que hacer?
El alfa le dio una libreta donde le indicó que debía anotar los datos de cada paciente que fueran atendiendo, así como clasificarlos por edades, diagnóstico y jerarquía. Jimin sonrió contento porque aquel trabajo sin duda podría hacerlo.
—¿Tienes alguna duda? —inquirió el mayor, mientras se colocaba la bata médica.
—Ninguna —respondió, con la libreta y lápiz listo para escribir—. Podemos empezar cuando quieras.
Con una última sonrisa, el alfa abrió la puerta del consultorio y llamó al primer paciente del día.
Yoongi sonrió al contemplar la felicidad que mostraba su pequeño hermano.
—¿Estás seguro que no quieres? —preguntó Jungkook cuando se percató de la mirada del alfa.
—Estoy seguro —dijo el mayor, revolviendo la cabellera oscura del omega—. Vamos, termina ese dulce que ya casi es tu turno.
Jungkook asintió con energía y se concentró en terminar el dulce de leche que su hermano mayor le había comprado. Ambos estaban frente al consultorio esperando con paciencia a que el omega fuese llamado para poder ver al médico, y así saber su estado de salud.
La madre de ambos se había retirado a pedido de Yoongi. La tarde amenazaba con ser fría y lo que menos quería el alfa era que su madre tuviera una crisis de asma por estar ahí con ellos cuando él fácilmente podría hacerse cargo de su pequeño hermano.
—Hyung... —el llamado tímido del menor provocó que Yoongi le mirara—. ¿Dormirás fuera?
El alfa negó. —Sólo iré a una carrera, pero prometo estar en casa a las veinte horas para que veamos películas.
Jungkook sonrió ampliamente y Yoongi le correspondió. Ambos habían establecido aquella pequeña costumbre, luego de cada revisión que el menor podía obtener, los dos hermanos pasaban una noche de películas donde el único propósito era mitigar la tristeza de ambos, al saber que la enfermedad avanzaba y que ellos no podían hacer gran cosa.
Es por eso que Yoongi estaba pensando en la posibilidad de conseguir un trabajo extra. El dinero que ganaba en las peleas y carreras en las que participaba era bueno, pero no era constante debido a la falta de oponentes. Suspiró porque todavía le hacía falta una buena suma para poder pagar el ingreso de su hermano a una clínica especializada y el tiempo no perdonaba.
—Hyung...
Sonrió tenuemente y miró al menor. —¿Qué pasa, Kook?
—¿Crees que pueda caminar? —preguntó con sus ojitos brillantes.
El alfa tragó el nudo que quiso formarse en su garganta. —Podrás hacerlo, sólo no te rindas.
"Min Jungkook"
Ambos hermanos se sobresaltaron al escuchar el nombre del menor. Yoongi se puso de pie y rápidamente empezó a empujar la silla de ruedas en dirección al consultorio número tres.
Ingresaron con cuidado e hicieron un leve movimiento de cabeza en dirección al sonriente hombre, no pudiendo evitar la mueca de confusión al ver una cara completamente desconocida.
—Usted no es el doctor Lee —habló Yoongi, mirando fijamente al hombre frente a él.
—Soy el doctor Bae JinYoung, médico especialista en neurología y con marcada experiencia en enfermedades neuromusculares —hizo una reverencia que fue respondida de manera torpe por el par de hermanos—. Supe de este caso en particular y decidí tomarlo para ver la gravedad, y así encontrar una solución.
Jimin había permanecido en completo silencio, ver a aquel omega sonriente encadenado en una silla de ruedas le pareció cruel, y no podía entender como alguien así podía seguir sonriendo tan hermosamente. Por otro lado, estaba el hombre aterrador de cabellos naranjas, los tatuajes, piercings y mirada profunda le estremecieron hasta el punto de querer ocultarse de todo el mundo.
—Jimin, ven un momento por favor.
El pelirosa jadeó cansino, tomando una profunda inhalación se puso de pie y atravesó el pequeño telón que daba la privacidad a los pacientes, quedando expuesto a tres pares de ojos que le veían fijamente.
Yoongi apretó el agarre en la silla de ruedas que sostenía cuando sus ojos vieron de cerca al niño mimado. Sin los lentes puestos pudo detallar en los ojos azules que le devolvían la mirada con un tinte de superioridad que le hizo querer gruñir.
Justo como pensó, aquel chiquillo era un riquillo del montón que no sabía lo que era esforzarse para conseguir algo.
Aunque, eso no quitaba el hecho de que era el omega más atractivo que haya visto en su miserable vida.
—Él es Park Jimin, y me está ayudando con los pacientes —presentó Bae con una sonrisa pequeña.
El mencionado se cruzó de brazos y alzó una ceja arrogante ante la mueca que podía ver en el alfa pelinaranja.
—¿Y está seguro que el niño sabe el significado de la palabra "ayudar"? —preguntó Yoongi sin poder contenerse.
—¿No se te ocurrió algo mejor? —inquirió Jimin con la mirada puesta en el pálido. Sonrió burlón—. Estoy seguro que los chicos como tú tienen insultos estúpidos para hacerse ver cool.
—No necesito insultos para cerrar la boquita de alguien de tu categoría, chico —le guiñó un ojo.
El pelirosa carcajeó. —Y ahí lo tienes, insultos leves que te hacen quedar como bufón.
—Oh vamos, ensucia más esa boquita —instó Yoongi, mirando con atención los labios gruesos y rojos del omega—, estoy seguro que será algo excitante de ver.
Jungkook rió entretenido por el comportamiento inusual de su hermano. Por lo general, Yoongi era bastante esquivo y despreocupado, verle molestar de aquella manera a un omega que recién conocía era algo nuevo y no pudo evitar sentir una enorme curiosidad del por qué.
—¿Ustedes ya se conocían? —preguntó JinYoung, mirando a ambos con confusión.
Jimin frunció el ceño. —¿Me ves cómo alguien que se juntaría con personas como él?
—No te sientas tan especial, que tú tampoco eres lo más interesante que haya visto —contestó el pelinaranja.
—Bien, necesito que paren —intervino el mayor de todos—. Jimin toma los datos del paciente en lo que yo le reviso, ¿está bien?
—Como digas, hyung —respondió el omega con una sonrisa.
Yoongi dejó la pequeña discusión de lado y siguió las instrucciones del médico. Con cuidado sostuvo el cuerpo de su pequeño hermano hasta colocarlo en la camilla donde sería inspeccionado.
—Gracias, ahora ve con Jimin para darle los datos del paciente —pidió Bae concentrado en su trabajo.
El pelinaranja dibujó una sonrisa maligna en sus labios, sonrisa que su hermano pudo ver.
—Yoongi —le llamó con el ceño fruncido—. Compórtate.
—Sigue las instrucciones del médico —respondió en cambio—. Ya vuelvo.
Atravesó los pocos pasos que lo dividían del telón, encontrándose del otro lado al chico rosado que parecía querer asesinarle con la mirada.
—Si vuelves a soltar alguna estupidez, pediré que te saquen —amenazó Jimin.
El alfa rió entre dientes, para luego sentarse frente al escritorio. —Tranquilo amorcito, sólo vengo a dar los datos de mi hermano.
—No soy tu amorcito —gruñó el menor.
—Pero quisieras serlo —ronroneó Yoongi, lanzándole un beso.
El rojo llegó al rostro de Jimin, y el alfa no sabía si era por vergüenza o por furia contenida; o quizá las dos. De cualquier modo, le resultaba tremendamente divertido molestar al presumido chico en lo que esperaba a su hermano.
Segundos después la nariz del mayor se movió con insistencia tratando de olfatear algo, pero nada llegaba a sus fosas nasales, esa acción no pasó desapercibida para Jimin, quien sentía una vena palpitar con fuerza en su frente hasta el punto de amenazar con explotar.
—Deja de hacer eso, es desagradable —regañó el pelirosa, mientras abría la libreta donde llevaba los apuntes de los pacientes que habían tratado en el transcurso del día.
—¿A qué hueles? —preguntó Yoongi sin ningún tipo de vergüenza.
—¿Qué clase de pregunta es esa? —el ceño de Jimin estaba profundamente fruncido en molestia e indignación.
El contrario se encogió de hombros. —Sólo quiero saber si tu esencia es igual de agria que tu carácter.
—Quédate con la duda, cretino —gruñó entre dientes, para luego sonreír lo más falso que podía—. ¿Nombre?
—¿Mío?
—Obvio no —el pelirosa rodó los ojos—. Del paciente.
—Min Jungkook —respondió con una sonrisa ladina que el menor se dispuso a ignorar.
—¿Edad?
—¿Mía?
—Del paciente —dijo Jimin con un tic en el ojo.
—Oh, del paciente —repitió Yoongi fingiendo que hasta ese momento comprendía—. Tienes que ser más claro, amorcito. Pregunta "edad del paciente" toma un segundo más de tiempo, pero así hay mejor comunicación —sonrió con aires de inocencia.
El menor quiso gritar y golpearse con la madera del escritorio. Sabiendo que las intenciones del bufón tatuado era irritarlo, tomó pequeñas respiraciones y finalmente continuó, con una sonrisa tensa estirando sus labios.
—¿Edad del paciente? —interrogó con un tinte ácido en la voz.
—¿Ves? Así está mucho mejor —halagó Yoongi, riendo por la mueca contraria—. Diecisiete años.
Jimin anotó rápidamente en la libreta. —¿Ocupación del paciente?
—Estudiante de penúltimo año de secundaria.
El omega siguió con el pequeño interrogatorio, llenó todas las casillas correspondientes y casi hizo una mueca cuando tuvo que preguntar por los datos del acompañante.
—¿Tu nombre? —dijo en voz baja y forzosa.
La sonrisa de Yoongi lo hizo gruñir. —Pensé que no querías saberlo, amorcito.
—Que no soy tu amorcito, y tampoco quiero saberlo. Es sólo un requisito necesario —informó Jimin, a la espera de una respuesta.
Los ojos de Yoongi se deslizaron por cada rincón que tenía a su alcance, provocando que el omega se sonrojara ante el gran descaro que el alfa tenía.
—Min Yoongi —respondió.
Jimin agradeció infinitamente cuando JinYoung llegó a su lado, una sonrisa apenada fue dada en su dirección pero el pelirosa le tranquilizó con un simple gesto.
Para el pelinaranja no pasó desapercibida la forma en la que aquel médico miraba al omega rosado.
—Puedes ir a ayudar a tu hermano —informó el mayor, el alfa menor asintió y rápidamente volvió con Jungkook para acomodarlo en la silla de ruedas.
Los dos hermanos se ubicaron frente al escritorio del doctor escuchando atentamente las palabras que decía. Todo lo que escucharon ya lo sabían, la enfermedad debía ser tratada en el mínimo tiempo posible y en un lugar donde hubieran mejores condiciones, eso Yoongi lo sabía desde un principio, es por ello que no pudo evitar decepcionarse al descubrir que aquella consulta había resultado igual que las anteriores.
Jimin miró el rostro de desilusión en ambos, e hizo una mueca al ver las lágrimas en el pequeño omega. Apretó los labios para no soltar las palabras que estaban en su lengua, pero no pudo resistirlo por mucho tiempo al haber sido testigo de la muerte de la esperanza en aquellos ojitos brillantes del pelinegro.
—Hay un programa de beneficiados en la clínica de nuestro hospital —contó, ganándose la atención de ambos hermanos—. Si Jungkook cumple con los requisitos podría ser aceptado.
JinYoung apoyó las palabras del menor y de su portafolio sacó un folleto que contenía toda la información que se necesitaba, lo ofreció a Yoongi quien lo tomó casi de manera inmediata.
—De cualquier forma las brigadas estarán llevándose a cabo, así que estaremos aquí cada mes para llevar de cerca este caso —agregó el doctor con una sonrisa amigable.
—Muchas gracias, de verdad —musitó Jungkook, sintiendo a su lobito moverse en emoción.
—Fue un placer —respondió el mayor, y Jimin sólo pudo ofrecerle una sonrisa amable que cambió por completo la expresión de su rostro.
Finalmente, los dos hermanos hicieron una pequeña venia en dirección al médico. Los ojos de Yoongi puestos en el pelirosa que evitaba verlo, misma acción que le provocó gracia y el extraño deseo de seguirlo molestando para conocer los límites de su paciencia.
Ah~ realmente se había divertido. Era una lástima que haya llegado a su final.
—Te vi, hyung —acusó Jungkook, ambos ya estaban de camino hacia su casa.
—¿Qué viste? —Yoongi se hizo el desentendido.
—¡Estabas molestando al tierno omega!
—¿Tierno? —inquirió con una mueca exagerada—. Si por tierno te refieres a que es prepotente, irritante, presumido y clasista, pues sí, es "tierno" —hizo una mueca.
—También es muy lindo —agregó el menor con una sonrisa traviesa.
—Eso no le quita lo idiota —dijo el alfa, ignorando las quejas de su hermano.
—¡Oh vamos! Admite que te gustó —chilló el omega, él estaba seguro que así había sido.
La imagen de la sonrisa cálida que aquel chico le dio a su hermano menor llegó a la mente de Yoongi, y segundos después sacudió su cabeza con una mueca irritada.
—Deja de ver tantos dramas, Kook —respondió.
Sin embargo, en su interior podía sentir una extraña sensación de molestia y confusión cuando descubrió que no había podido negar la acusación de su menor.
¡Hola! ¿Qué les pareció el capítulo de hoy? 👀
Sólo para aclarar: la atrofia muscular es una enfermedad seria que generalmente no tiene cura; sin embargo, por ser un mundo omegaverse podré hacer algunos cambios mínimos en la trama, lo explico para que más adelante no anden con confusiones.
Muchas gracias por todo el apoyo que le están dando a este libro. ❤️
☁️Yoon~
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