ɪɴꜱᴛʀᴜᴄᴛɪᴠᴏ
—Ningyō, ven aquí.
El estómago de la niña gruñía por el hambre ya que después de haber comido hacía cinco día no lo había vuelto a hacer ya que Kurogiri no tenía permiso a hacerlo si Shigaraki no se lo indicaba, todo por orden de All for One. Arrastrando sus pies la pequeña de cabellos color durazno fue hacia la mesa del comedor donde el hombre que los cuidaba estaba esperándola.
—¿Qué pasa, señor Kurogiri?
—Ven a sentarte. Solo fuiste al jardín de infantes, ¿no es así?
—Sipi. Después fue... Fue el tiempo en que el señor All for One me cuidó...
Un incómodo silencio se hizo presente entre ambos al ser lo más cercano a lo que había estado la niña de contar el qué la había llevado a esa situación. Como no agregó nada más el villano prefirió no tocar más el tema.
—Bueno, All for One me ha dado instrucciones extras. Entre ellas me ha dicho que una de las pocas cosas que haré sin orden de Shigaraki será instruirte. Te enseñaré lo mismo que aprenderías si fueras a la escuela primaria.
—¿No iré a la escuela como los demás niños?
—Creí que ya eras consciente que tanto tú como Tomura no son niños como los otros.
—Lo soy, pero aun así...
Los ojos malva de Ningyō miraron hacia sus manos al estar sentada en una silla, haciendo una mueca al sentir el hambre carcomer sus entrañas. Jugueteó nerviosa con sus dedos, pensando en volver a pedir algo de comer para ver si esta vez funcionaba, pero antes de que cualquier palabra saliera de sus labios; Kurogiri dejó frente a ella un libro de cuentos, que por cierto era uno de sus favoritos, además de una caja nueva de lápices de colores y algunas libretas con diseños para su edad en las portadas. Las pupilas de ella se hicieron más grandes de lo normal y fascinada olvidó sus pensamientos para concentrarse en admirar los objetos frente a ella.
—¡Son tan bonitos!
—All for One me ha indicado que te los consiga para que cumplas con tus nuevos deberes. ¿Me prestarás atención en las lecciones, Ningyō?
—¡Claro que sí, señor Kurogiri!
El hombre contempló a la chica mientras ella hojeaba el cuento de hadas entre sus manos, parloteando acerca de qué trataba. Aún le era complicado comprender las razones de aquel del que era un subordinado al momento de adoptar a dos niños huérfanos y ponerlo a él a cargo de criarlos. Tenía las razones suficientes para decir que era una misión sin sentido, pero decidió simplemente creer en algo que el villano era capaz de ver mientras que él no.
—Entonces empezaremos de una vez. Te enseñaré primero el hiragana y pronto podrás leer ese cuento tú sola.
—¡Hay que hacerlo ya!
Toda la tarde ambos se dedicaron a repasar los conocimientos que ella ya sabía y comenzaron con sus lecciones, pero no pudieron avanzar mucho ya que el hambre de la pequeña no le permitía pensar con claridad. Aunque si bien Kurogiri era muy conocido por sus actos en el bajo mundo, sin contar con la obediencia que siempre había demostrado a su superior, seguir matando de hambre a la chica que ahora sollozaba frente a él ante el dolor de cabeza le parecía un acto cruel.
—Por favor, señor Kurogiri... No le diré a nadie que comí...
Él solo se limitó a negar, pensando en qué podía hacer al respecto. Sabía que la lección que iba detrás de aquella orden no era para la niña, sino para el otro infante que vivía en aquel departamento, mismo quien a penas y se preocupaba por su propio bienestar y por eso All for One deseaba moldear sus malas costumbres para que se pudiera convertir en un líder digno de heredar su lugar, algo que con el pasar de los años parecía cada vez más complicado. Black Mist suspiró algo frustrado, decidiendo levantarse, indicando a Ningyō que lo siguiera, lo cual hizo, aunque sin dejar de llorar.
—Shigaraki Tomura.
Los ojos carmesíes que estaban decorados por ojeras miraron al hombre frente a él con molestia. El de cabellos celestes había estado atendiendo a su preciado Tamagotchi y no tenía tiempo de interrupciones, pero todavía menos paciencia de escuchar el llanto de la criatura que le seguía pareciendo tan molesta. A veces aplastarla entre sus manos para deshacerse de ella de una vez por todas parecía la mejor de todas las ideas.
—Deja de llorar, mocosa tonta. Me duele la cabeza por tu culpa. ¿Qué quieres, Kurogiri?
—Es por Ningyō que te molesto, Shigaraki. Lleva casi una semana aquí y prácticamente el mismo tiempo sin comer porque hemos estado cumpliendo las ordenes de tu maestro, a diferencia tuya. ¿La dejarás morir de hambre?
—A mí no me parece una mala idea, así ya no tendré que compartir la casa con ella.
—Pero esa no fue la indicación que te dio All for One.
El niño bufó con molestia y dejó de estar recostado en el sofá para ver con sus ojos entrecerrados en dirección de la niña. La intensidad en el odio presente en su mirada logró asustar tanto a la chica, quien asustada corrió a esconderse detrás del adulto, esperando así desaparecer de la vista de aquel chico que por más que ella quisiera acercarse, no hacía más que alejarla.
—¿Y qué quieres que haga yo?
—Dame las ordenes necesarias para cuidar de ella, Shigaraki.
—Preferiría tener que dejar morir a mi Tamagotchi a cuidar de ella —comentó con molestia al mirar en dirección de su aparato con fastidio, solo queriendo que lo dejaran en paz—. Está bien. Prepárale comida o lo que sea cada vez que me haces de comer a mí, pero que se calle de una vez y déjenme jugar.
Una sonrisa de alegría se plantó en los labios de la pequeña, quien emocionada corrió a la cocina, seguida de un aliviado Kurogiri quien le preparó una comida para ayudarle a recuperar sus fuerzas, añadiendo una pastilla para evitar que fuera a vomitar por tener el estómago vacío. Para Ningyō aquella comida fue la gloria y una de las mejores que había probado jamás. Agradeció muy feliz por la comida y una vez que le ayudó a Kurogiri a limpiar inclusive pidió continuar sus lecciones, las cuales tuvieron sin interrupción hasta que la noche llegó.
—Oye Kurogiri...
—¿Qué pasa?
—Yo tengo una duda.
—Dímela.
—En todo este tiempo desde que el señor All for One me trajo aquí, sin importar la hora o cuánto tiempo ha pasado, lo único que veo hacer a Tomura es jugar con videojuegos y con el regalo que le dio en su cumpleaños... ¿Él no tiene también que tomar clases como yo? Además, casi no come lo que le das...
—Shigaraki lleva un entrenamiento distinto al tuyo, Ningyō; aunque tampoco puede prescindir de las lecciones que le doy unas veces a la semana, cuando me lo pide. Aun así, es un chico muy astuto así que All for One no le presiona desde ese aspecto.
—Oh...
—Así que, será mejor que no lo molestes mucho para que él no se enoje y te meta en problemas, ¿entiendes, Ningyō?
—Claro... Es solo que... Creo que él me odia ya, aunque no sé ni siquiera qué hice para hacerlo enojar.
—¿Por qué lo dices?
—A veces despierto en la noche por pesadillas y casi en todas las veces está mirándome dormir desde la puerta. Cuando le llamo me dice "Niña estúpida" y hace como si no estuviera ahí al irse... Es muy extraño y no lo entiendo.
—Entonces deberías concentrarte solo en tus deberes para cuando All for One venga por ti vea lo obediente que eres y así quizás te premie como lo suele hacer con él.
Las palabras de Kurogiri, aunque bien solían ir cargadas de un tono neutral y que hasta parecía que le quitaba importancia a cualquier situación, en realidad eran expresadas en forma de un consejo ya que él mismo sabía muy bien el peligro al que estaba expuesta a la niña todo el tiempo al creer que Tomura sí podía matarla en una rabieta de su parte.
—Sé que no lo debo molestar es solo que... Se parece mucho a alguien que extraño y quisiera ser su amiga.
Al decir aquellas palabras los ojos de la niña transmitían una tristeza tal que el adulto que la acompañaba se preguntaba por qué cosas había pasado antes de terminar con el villano para que la inocencia de su mirada se viera opacada por un dolor que se escondía detrás de una forzada alegría.
—Entonces trata de volverte su amiga. Pero te advierto que te costará mucho y quizás no lo logres. Será mejor que no te arriesgues, Ningyō.
—Está bien, señor Kurogiri... ¿Podría leerme antes de dormir hoy también?
—¿No harás otra rabieta?
—Nope, prometo que no.
—Entonces vamos a tu habitación.
Al pasar por la sala la pequeña pudo mirar de reojo al infante que estaba absorto viendo la pantalla del televisor, jugando. Deseaba poder acercarse a él, o al menos también poder ella ver las caricaturas en alguna ocasión. Solía aburrirse mucho.
—Ningyō, te has quedado atrás.
—¡Ya voy! —avisó al elevar la voz, corriendo por el pasillo con una sonrisa al terminar con un mechón sus largos cabellos cubriéndole el rosto—. Quiero el pijama de gatitos.
Quizás algún día tanto ella como Kurogiri pudieran contestar aquella pregunta que se hacían en silencio: ¿para qué quería All for One que Ningyō y Tomura se criaran juntos?
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