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Capítulo 23.

Luego de unos minutos con Sadie recargada en mi hombro, me cansé. No pesaba mucho en realidad, pero mi hombro pedía piedad después de tanto rato de estar así.

No quería despertarla por lo que decidí moverme poco a poco hasta poder recostarla. Me estaba costando bastante.

Solté su mano con sumo cuidado. Y con ambas manos sostuve su cabeza mientras iba recorriendo mi cuerpo hacia delante. Me costó un par de minutos pero logré recostarla en el sofá.

Sonreí de inmediato al ver su rostro relajado. Permanecía con una ligera sonrisa, lo que me daba a entender que estaba teniendo un buen sueño. Miré a mi alrededor buscando una manta para cubrirla. No parecía haber ninguna por lo cual opté en usar mi chamarra.

No era lo suficientemente grande para cubrirla por completo, pero tapaba a la perfección sus brazos y torso. Era un poco más alta que ella así que lograba cubrirla un poco más de lo que a mí me cubría.

Suspiré una vez que la cobije, no esperaba que el día fuese así pero no me quejaba. Sabía que necesitaba descansar o al menos eso parecía. Tomé asiento en el suelo, justo enfrente de ella. Era un poco raro estarla viendo mientras dormía, me sentía como una invasora en su momento de sueño. Aunque estaba fascinada con ver sus facciones.

Su respiración era lenta y tranquila, de vez en cuando soltaba quejidos o ronquidos casi inaudibles. Mantenía un semblante sereno, transmitiendo tanta paz a mi ser con solo verla.

Si veía más a detalle su rostro, lograba apreciar sus pecas esparcidas por su nariz y mejillas. Eran de un tono rojizo que combinaba perfectamente con la blancura de su piel, ya que era bastante pálida. Me acerqué un poco más a ella y con sumo cuidado retiré un par de cabellos que se encontraban en su rostro.

Por la cercanía logré observar sus maravillosas pestañas, cosa que la gente no solía admirar mucho. Pero eran parte de su belleza, haciendo resaltar sus ojos aún más (si es que era posible).

Lograba comprender a la Millie del pasado. Tenía frente a mí a la octava maravilla del mundo convertida en una chica increíble. No iba a negar lo mucho que me atraía esta mujer, es imposible no caer en sus encantos.

Aún no me gustaba, pero sabía que tarde o temprano iba a hacerlo. Al paso que íbamos sería más temprano que tarde.

-Supongo que mi destino siempre será estar a tu lado.- Susurré con una sonrisa. Aparté mi mano de su rostro y decidí levantarme del suelo.

Había mucho por ver en este lugar, y aunque Sadie ya no iba a contarme nada por hoy, no quitaba el hecho de que podía recordar por mi propia cuenta si me esforzaba un poco más.

Caminé un poco adentrandome más en el lugar; era espectacular, completamente mágico. El espacio era muy amplio, suficientemente grande como para que entraran muebles. Seguí dando un par de pasos más.

Al fondo del lugar divisé una colchoneta, se veía bastante cómoda y llamativa con las sábanas que tenía. Reí por lo bajo al darme cuenta del diseño.

-Vine a arreglar este lugar, no tienen buen sentido de la decoración.- Protestó Sophia llevando consigo una caja inmensa llena de cosas.

-No te dejaría pasar ni aunque trajeras una pirámide.- Alegué bloqueando la puerta con solo mi ser, no necesitaba nada más para detener a esa usurpadora.

-No seas aguafiestas, Brown. No pienso profanar tu nido de crías lésbicas con Sink.- Fruncí el ceño. -Solo acepta mi ayuda, castañita.- Gruñí. Y antes de poder decir algo la pelirroja apareció atrás de la rubia

-Cariño, déjala entrar o llorará.- Sonrió. No, no sonrías porque voy a aceptar de inmediato. Aparté la mirada con una mueca.

-No quiero que entre...- Murmuré.

-No es tu casa, imbécil.- La miré con ganas de estrangularla.

-Basta, Millie déjala pasar. Sophia no la insultes o te tiro por las escaleras.- Volví a gruñir y la rubia hizo lo mismo.

-Bien, pero que no se acostumbre.- Me hice a un lado dejándola pasar.

-Finalmente.- Dijo Sophia emocionada. Rodé los ojos siguiéndola. -Que maravilla...- Suspiró. -A esa colchoneta le hace falta algo mágico.- Soltó la caja y se puso de cuclillas rebuscando en esta.

-No salgas con estupideces..

-Silencio, usurpadora principal.

-Gata rompehogares.- Se quejó por lo bajo. Una sonrisa apareció en su al encontrar su objetivo.

-Toma, para que no te olvides de mí.- Me entregó una sábana. Fruncí el ceño y la miré con detalle. Tenía su rostro en diferentes tamaños decorando el pedazo de tela.

-No voy a poner eso ahí.- La risa de Sadie no se hizo esperar.

-Sería turbio estar besándome con Millie sobre una sábana con tu cara.- La miré.

-Exactamente cariño.

-Por eso mismo se las doy, así le bajan dos rayas a su calentura imparable.- Me arrebató la sábana con una sonrisa y fue directo a la colchoneta.

-Voy a deshacerme de esa cosa en cuanto se largue...- Susurré.

Supuse que nunca hubo oportunidad de destruir esa dichosa sábana. Sonreí ante el recuerdo, nunca me agradó Sophia y no entiendo el porqué, pero era bastante divertido pensar en las posibilidades de molestarla.

Seguí mi camino hasta mirar una pared que estaba repleta de fotografías, no había ni un solo espacio vacío. Observé cada una de ellas. La mayoría eran de Sadie y yo de pequeñas, llenas de pintura, lodo o cualquier sustancias dudosa sobre nosotras.

Me detuve en una de ellas, estaba muy maltratada y parecía haber sido rota en pedazos, muchos pedazos. Pasé mis dedos sobre ella, esforzándome en recordar.

-No volverás a verla y es mi última respuesta.- La voz de mi padre sonaba relajada, pero en su interior estaba ardiendo de enojo.

-Yo veré a quien se me pegue la gana.- Respondí, igual de firme que él. -No me vas a alejar de ella por un capricho tuyo, mucho menos porque es algo que no te afecta en ningún sentido.- Su semblante cambió. Tomó la fotografía que hace poco le había arrebatado.

-Te quiero lejos de esa chica.- Fue rompiendo la foto sin dejar de verme a los ojos. Aguanté las lágrimas lo más que pude, necesitaba seguir siendo fuerte.

-No me voy a alejar.- Frunció el ceño acercándose más a mí.

-Si no te alejas, te quedarás sin casa y sin apoyo económico.- Murmuró cerca de mí. -Y no creo que esa muerta de hambre te mantenga, mucho menos pienso que te dé un hogar.- Apreté los puños.

-No le digas así.

-Te doy un día para una decisión. Te alejas o te vas de aquí, piensa bien las cosas.- Dejó caer los pedazos de la foto al suelo, y seguido de esto se fue.

Me dejé caer de rodillas al suelo, juntando cada pedazo de la fotografía y de mi corazón. Me sentía terriblemente mal, no pensaba que mi padre reaccionaría de esa manera.

Y yo no quería darle más problemas a Sadie, no más de los que ya tenía.

No tenía idea de lo que haría, amaba a Sadie con toda mi alma y corazón, pero estar públicamente con ella ocasionaría tantos problemas. Problemas que no quería compartirle.


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Hey!

¿Qué les parece?:D

Mis niñas pasaron por tantas cosas..

2/4

By: Muffinisaurus_Rex8

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