
✘ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅɪᴇᴢ
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Viernes 12 de Mayo del 2023
Busan, Corea del Sur.
16:40 p.m.
Un año, dos meses y un día después del primer contagio.
...
Jungkook avanzaba con la pistola AK alzada, pegada al lateral de su rostro, mientras la linterna adherida al cañón iluminaba la penumbra del pasillo. Sus pasos eran calculados y sus sentidos estaban tensos como las cuerdas de un violín. Las luces alargadas del techo parpadeaban, sumiéndolo en breves lapsos de oscuridad que lo obligaban a reducir la marcha.
La estación de policía era una escena del crimen, con paredes salpicadas de fluidos oscuros, negros como alquitrán, formando garabatos. Algo muy malo debió haber pasado ahí. Cables colgaban como serpientes desde el techo destrozado y los chispazos eléctricos iluminaban fugazmente el corredor.
Unos metros más adelante, la escena se volvía aún más macabra. Cuerpos mutilados estaban esparcidos por el suelo entero. Brazos y piernas arrancados de los cuerpos, torsos desgarrados... Era evidente que se trataba de oficiales gracias a los uniformes azules. El escudo bordado aún visible en las mangas y las manos que seguían aferradas a sus armas.
Había una placa policial, manchada de sangre, en medio de la masacre. "Oficial Smith", se leía.
Jungkook sentiría pena de no ser porque ya había visto ese mismo escenario cientos de veces. Ya nada podía sorprenderle, o al menos no la sádica muerte.
Unos metros mas adelante encontró la cámara gesell en donde vio desde el exterior a un recluso parado en el centro de ella junto a una pila de huesos limpios casi brillosos. Parecia una momia con ese rostro grisáceo en el cual su piel podrida estaba carcomida desde la parte de la nariz hasta los labios exponiendo su dentadura completa. Su cabeza leprosa repleta de llagas tenía unas contadas hebras de cabello duro y para hacerlo todavía más repulsivo estaba seguro que tenía larvas enterándose entre su piel donde sobresalían las costillas.
Era uno de los errantes más horripilantes que había visto.
Era, sin duda, uno de los errantes más horripilantes que había visto.
De pronto, la luz de la habitación se fundió, reflejándose ahora su propio reflejo en el espejo. Jungkook se encontró con sus propios ojos oscuros, asomándose necios entre los mechones rebeldes de su cabello negro, los cuales eran penetrantes, fríos y letales. La cicatriz cruzaba por uno de ellos, el cual lucía nublado, como si fuese de cristal.
No sabía quién era mas feo de ambos...
Cruzó delante del cristal y finalmente, los pedazos descompuestos de carne lo guiaron al sistema de almacenamiento más allá de las celdas en donde había estanterías y bastidores con todo tipo de armas de diferentes tamaños y calibres, además de otros artículos de equipamiento como cascos, chalecos antibalas, binoculares, visores nocturnos...
Bingo.
Le hizo una señal con la cabeza a los hombres que venían detrás suyo para que iniciaran con el saqueo y llevarán el armamento al camión que los esperaba afuera de la estación. Wonho y Seungmin fueron los primeros en hacer el traslado, caminando de puntillas e hicieron el mismo recorrido varias veces.
Por otra parte, el par de hombres perezosos y tontos que trabajaban para Dakho y le provocaban unas menudas jaquecas comenzaron a juguetear con los artículos como niños en la dulcería. Se jactaban por haber encontrado esa mina de oro, dejándoles todo el trabajo pesado al igual que siempre lo hacían.
"Imbéciles" pensó mentalmente al no poder decirlo en voz alta.
Cuando el almacén quedó vacío, Jungkook pensó que lo habían logrado y un trabajo más se agregaba a la lista de éxitos, pero entonces se escuchó varios gemidos ahogados nacer en la zona de celdas y los disparos vinieron después, arruinando el silencio que habían mantenido durante toda la misión.
—Mierda, no — Jungkook sé lanzó hacia allá porque sus compañeros estaban en la fuente del ruido.
—¿Quién fue el idiota que los despertó? — se atrevió a quejarse Hwan, el hombre de barba larga y enredada, que salió del almacén seguido de su compañero de anatomía grasienta, Himchan.
—Mocosos inservibles — espetó el segundo.
El causante del estruendo fue Wonho cuando derribó un casco de la caja de cargamento accidentalmente. El eco resonó de ahí hasta China. Ahora, él y Seungmin combatían a los engendros que salieron de las celdas creando una masacre de bruma negra y pestilente, a la cual se unió Jungkook.
En estos tiempos de supervivencia indómita se aprendía que hasta la más pequeña e insignificante de las equivocaciones podía ser mortal, porque no existían las segundas oportunidades.
El pelinegro disparó certeramente a la frente de los mordedores que venían corriendo desesperados por el pasillo central. Los brazos alborotados salieron de los barrotes y los errantes que lograron salir de las celdas traían puestas esposas en las muñecas haciendo sus movimientos más torpes de lo común.
Los cadáveres se fueron desplomando uno tras otro cuando las balas les atravesaban el cerebro, y los demás iban atropellando a los que cayeron primero.
Cuando se terminaron las municiones del cartucho, Jungkook embistió contra la pared al último errante, presionando su antebrazo en la parte superior de su pecho para inmovilizarlo. Aquel gemía y se removía enloquecido, arrojando dentelladas a la cara del pelinegro. Su aliento fuerte y hediondo fue como una bofetada que lo noqueó por un momento. Entonces, Jungkook alcanzó su cuchillo y le atravesó la cabeza justamente por en medio de sus ojos blancos.
Con rapidez, sacó el cuchillo del cuerpo inerte junto a un hilo de sangre antes de darse la media vuelta y con un ágil movimiento, arrojarlo a la cabeza de otro errante que escuchó se acercaba por la derecha. Aquel cayó de bruces con el cuchillo enterrado en la frente hasta la empuñadura de madera.
Al igual que los engendros, el sentido auditivo y la fuerza bruta se habían vuelto una de sus mayores fortalezas por daño colateral.
De repente, entraron a escena, dos siluetas iguales cuando escucharon el alboroto. Woojung se deslizó por el suelo liso y atravesó con su espada las costillas de un muerto que intentó atacar a Seungmin por la espalda. Éste seguía moviéndose exasperado en la hoja de la espada y se impulsó hacia delante para alcanzarlo, no obstante, aquel emitió su último aullido cuando Sarang llegó por detrás y decapitó al muerto con su espada afilada.
—Treinta a veintiséis — le dijo Sarang.
—Presumido.
Woojung sacó su espada del cuerpo sin cabeza para seguir depurando el sitio con movimientos de espada similares a los de su hermano.
Eran buenos en lo que hacían, nadie podía negarlo. En meses se habían vuelto excepcionales. Al final, Jungkook tuvo razón en lo que prometió aquella vez.
Cumplieron el trato con Dakho.
No solo sus cabellos ganaron longitud, sus cuerpos masa corporal sino también sus rostros cambiaron con el paso de los meses, y no se refería a la forma sino en su expresión y semblante. Ya no había ni una pizca de temor en el reflejo de sus ojos ante las bestias carnívoras, ahora había seguridad.
Entendieron por la mala que alguien que no sabía defenderse por sí mismo estaba sentenciado a morir.
Definitivamente nada era igual que antes. Todos cambiaron, para bien o para mal, pero lo hicieron por ajuste natural, por adaptación y supervivencia... Ahora podían llamarse a sí mismos unos verdaderos sobrevivientes y no solo de la peste sino de los seres humanos.
Los malditos seres humanos.
Apenas el último muerto cayó, los chicos se reunieron en el pasillo, buscándose los unos a los otros con expresiones asustadas.
—¿Se encuentran bien? — les preguntó Wonho a los gemelos.
—Estamos bien — contestaron al unísono con las respiraciones agitadas.
—¿Seungmin? — ahora le pregunto al castaño agotado.
—Bien — le respondió aquel con su pulgar hacia arriba.
—... ¿Jungkook? — Wonho se volteó al mencionado.
El pelinegro se recargó en una pared lejana para después sacar una cantimplora de la cual dio un tremendo trago echando la cabeza hacia atrás.
Aquel alzó su bebida de olor fuerte en respuesta.
Wonho suspiró, reprimiendo sus ganas gigantescas de reprocharle que seguían en un lugar arriesgado como para beber, antes de que llamara su atención Hwan y Himchan, los hombres de Dakho, quienes no habían movido un dedo para ayudarlos y estaban embobados con la última caja de cargamento.
—Diablos, mira todo esto, Hwan. El jefe estará muy agradecido con nosotros — le dijo Himchan a su colega, rebuscando las cajas de armamento.
Descaradamente, aquellos se escondieron una pistola Glock en la parte trasera del pantalón y algunas municiones en los bolsillos delante de los chicos. No era un secreto que todos robaban apenas tenían la mínima oportunidad de no ser atrapados.
—Tendrá que darnos una buena recompensa. Nos lo merecemos por trabajar tan duro y guiar a estos mocosos — se jactó Hwan como si eso en verdad fuese cierto. Guiar era el trabajo de Jungkook y ellos simplemente vigilaban —. Quiero una mujer joven, sé que tiene decenas para él solo. Es lo mínimo que merecemos — demandó con una sonrisa, mostrando sus dientes amarillentos llenos de sarro.
Seungmin hizo una mueca al igual que Woojung al escuchar la conversación e inmediatamente buscaron la mirada de Jungkook, esperando a que dijese algo al respecto, aunque el pelinegro parecía ocupado y ajeno a todo, inmerso en su burbuja de ron.
—Debo admitir que no son tan inútiles, como aparentan ser, eh. Increíblemente, si son servibles aunque tienen cara de pendejos — les dijo Hwan.
—Ustedes no se habrán cansado mucho rascándose la barriga, ¿cierto? — dijo Wonho molesto porque estaban hartos de ese par de descerebrados con los que estaban obligados a realizar las búsquedas por órdenes de Dakho. No solo eran igual de imbéciles que los demás sino que eran unos ineptos que siempre se querían llevar todo el crédito —. No han hecho nada en las últimas semanas, así que este cargamento es nuestro. Sin nosotros no tendrían nada — expuso haciéndolos enfadar.
—¿Acaso te di permiso de hablar, gorila? — espetó Hwan —. Ustedes existen para hacer lo que putas se nos antoje. ¿En serio necesitan que se los recuerde? Ustedes trabajan y nosotros vemos — recordó —. No somos iguales. No tienen la marca. Ustedes son la mierda que traigo en la suela de los zapatos, así que compórtense como tal y dedíquese a seguir órdenes.
Todos lo vieron con enojo. Aquellos hombres jamás perdían la mínima oportunidad para humillarlos.
—Gracias por el cargamento — dijo aquel sonriendo.
Wonho apretó los puños, dándole el gusto de verlo arder en cólera porque no podía objetar a ello, pues era cierto, aunque le dolieran hasta las entrañas aceptarlo. Al final ellos no recibían nada más que lo límite, además la dicha de no ser asesinados.
—Vamos, quiten esas lindas caritas ee velorio... aún no viene lo feo —Hinchan se acercó a Sarang para agarrarle un mechón de su cabello rojo que ya llegaba hasta debajo del hombro —. Reza porque me den lo que quiero o tendré que buscar otra manera...
Woojung gruñó y estiró bruscamente a Sarang detrás de su espalda para protegerlo.
—No toques a mi hermano — lo amenazó, colérico.
Aquel se rió, restándole importancia.
—Ah, ¿quieres tomar su lugar? Está bien, cualquiera de los dos me es igual, lo único que espero es que empiecen a obedecerme — les advirtió.
Entonces, una risa ronca rompió el ambiente desde el fondo del lugar.
—Ellos no van a obedecerte mientras estén conmigo, bastardo — interrumpió una voz áspera —. ¿Quieres follar? Follate al cabrón que está a un lado de ti.
Todos giraron la cabeza hacia Jungkook, que seguía recargado con despreocupación contra la pared. Luego, con paso firme, se aproximó a ellos.
—Tienes razón en decir que no somos iguales porque yo no soy tu puto esclavo ni tu jodido perro sabueso al que le das órdenes — le dijo —. En cambió tú, eres el maricón que se esconde en mis espaldas cada que un muerto aparece.
Jungkook se paró delante del hombre con fiereza, obligando a Hwan a sostenerle la vista. Su rostro endurecido, cruzado por la cicatriz que atravesaba uno de sus ojos, imponía más de lo que suponía.
—Ese cargamento es mío. ¿Te queda claro, cabrón? ¿Necesito recordarte cuál es mi lugar aquí? — señaló con un gesto la marca que recorría su ceja, donde su ojo grisáceo brillaba con un fulgor opaco —. ¿O acaso la marca en mi cara no te dice lo suficiente?
El hombre se quedó callado un momento.
Jungkook era el único que podía hacerles frente, pues el simple hecho de tener la cicatriz era signo de poder y dominancia. Los secuaces de Dakho le tenían odio, rabia, desdén y todas las emociones aversivas existentes debido a ello. Desde el inicio Jungkook se ganó enemigos, la mayoría de estos infames le quería dar un balazo a la cabeza y definitivamente lo harían si bajaba la guardia.
Los gemelos sonrieron con evidente deleite ante la expresión crispada de Hwan, y Sarang incluso le sacó la lengua, divertido por la humillación.
—¿Y qué diría el jefe de esto? — provocó Jungkook, y en un movimiento rápido, le arrebató la pistola que aquel había escondido en la pretina del pantalón.
Hwan no se atrevió a hacer nada.
—¿Robando? ¿Qué diría el jefe al respecto?
Dijo, haciendo al hombre apretar la mandíbula.
—Por supuesto, había olvidado que después de todo te convertiste en su mejor y más leal hombre, ¿no es así? — finalmente Hwan habló, soltando una risa seca en la cual se podía sentir todo su odio y coraje —. Meses trabajando con él, pero de pronto llegaste tú y ¡bum!, te convierte en su mano derecha sin más... Eso no parece justo que digamos.
—¿Celos? — le preguntó el pelinegro con una sonrisa burlona tirando de sus labios —. No te culpo, si yo fuera un anciano decrépito como tú también tendría celos de mí — se rió y sus amigos le siguieron el juego riendo al igual que aquellos siempre lo hacían.
Tenías que jugar igual de sucio que ellos si querías sobrevivir.
Y esta vez, fue Himchan quien gruñó encolerizado.
—No sabes cuanto me estás comenzando a hartar, jodido escuincle. Te crees con el derecho de darnos órdenes, pero te equivocas. Dakho no está aquí ahora, así que yo soy el líder mientras tanto y me vas a obedecer. Todos lo harán — le advirtió.
Jungkook no pasó por alto cómo el hombre tensaba la mano sobre el arma en su funda. Pero eso no le intimidó en lo más mínimo. Al contrario, le hizo reír.
—Están tan acostumbrados a intimidar a cualquiera con un arma en mano y una actitud de hijos de puta — Jungkook dio otro paso al frente con firmeza.
Él no tenía miedo y es porque... ¿Qué más podían hacerle?
—Tenían razón cuando dijeron que te habías vuelto loco después de lo que te hicimos —se burló Himchan, riendo con crueldad —. Tal vez ya estés demasiado jodido para estar asustado, Jeon. Pero te recomiendo que tengas cuidado... pues dudo que ellos tengan tu misma suerte y solo pierdan un ojo.
El rostro de Jungkook se oscureció de inmediato. Dio otro paso al frente, con la mirada letal y el cuerpo tenso como un felino a punto de atacar.
—Si los tocas... te voy a abrir el cuello como a un cerdo — murmuró con voz grave y peligrosa —. No les tengo miedo. Pero ustedes a mí... deberían.
Los hombres estallaron en carcajadas, como si hubiera dicho algo completamente absurdo.
Entonces los hombres rieron como si hubiese dicho un gran chiste —. Uy, mira como tiemblo del pavor, ¿qué vas a hacer, niño? —Himchan alzó las cejas— ¿en verdad tienes el valor de asesinar, um? —siguieron carcajeando.
Jungkook no reaccionó. Su rostro era una máscara de acero, inmutable. Sus ojos, oscuros, se pasearon brevemente por los rostros de sus compañeros antes de golpear la lengua contra su mejilla, un gesto silencioso que decía más que mil palabras.
—Su mayor error —murmuró con frialdad —es seguir llamándome niño...
Apenas terminó de hablar, un estruendo retumbó en la sala cuando Wonho rompió el cristal de la cámara Gesell con la culata de su pistola. Los hombres no entendieron lo que pasó hasta que del interior un muerto salió despedido por los aires, aterrizando salvajemente encima de Hwan. Aquel lanzó feroces mordidas a su cara, llevándose pedazos de carne entre los dientes, mientras el hombre forcejeaba desesperado y bramaba al ser despellejado vivo.
Himchan intentó sacar el arma en su pantalón al ver a su compañero ser atacado, pero Jungkook fue más rápido. Disparó sin vacilar, y la bala impactó directo en su torso, estrellando su cuerpo contra la pared con una explosión de sangre que salpicó los ladrillos.
El errante, aún con trozos de carne colgando entre los dientes, lanzó un grito y se giró hacia los chicos. Sin embargo, antes de que pudiera avanzar un solo paso, Sarang lo decapitó con un movimiento limpio, dejando su cabeza rodar por el suelo.
Al mismo tiempo, Woojung se acercó al cuerpo de Hwan que convulsionaba de forma escalofriante. Levantó su espada y la enterró en su cráneo, antes de que se completara la transformación.
—¡Mocosos hijos de perra! — Himchan soltó un fuerte alarido mientras cubría con su mano el hoyo de su estómago donde emergía la sangre a borbotones —. ¡S-se van a morir, todos ustedes!
Jungkook se puso en cuclillas ante él y sonrió de soslayo con un toque de malicia. No tenía mala puntería, simplemente quería que lo escuchará.
—Tal vez, pero al menos será después de ti —le dijo.
—Esto... no se quedará así. Dakho se dará cuenta de lo que pasó aquí y... los asesinara sin piedad alguna.
El hombre miró con cólera a los jóvenes que estaban parados en la retaguardia de Jungkook, los cuales veían la escena con rostros serios.
Jungkook lo miró desinteresado.
—¿Lo crees? —le preguntó con seriedad —. Ese hombre a quien siguen no le importa nadie que no sea él mismo y adivina qué. Esta vez no será diferente a otro día porque solo verá como su lindo grupo de niños le entregó una carga completa de armas y eso costó insignificantes bajas — explicó —. ¿En serio crees que ustedes dos le importan?
El hombre gruñó.
—D-desgraciado de mierda — dijo con la sangre bajando por su cavidad bucal.
Jungkook sonrió, pero no había alegría en su rostro, solo un profundo vacío.
—Ustedes me convirtieron en esto... supongo que debo darles las gracias — le dijo con un gruñido —. Mi única satisfacción es que morirás sabiendo que voy a acabar con todos ustedes sin importar qué haga. Destruiré todo lo que han construido...
Hizo una pausa. Sus ojos se agudizaron.
—¿Quieres saber qué es justo? — dijo marcando cada palabra con rabia.
Entonces, Jungkook giró ligeramente el rostro, sin dejar de mirar a Himchan.
—Woojung.
Extendió la palma de su mano, y su compañero le colocó la espada afilada sin decir palabra.
Jungkook observó al hombre de forma penetrante con sus ojos oscuros antes de clavar la espada en la herida de bala, impulsando el mango hasta el fondo sin romper el contacto visual con el hombre que agonizaba del dolor y daba débiles manotazos —. Te veré en el infierno, imbecil — finalizó.
El hombre dejó de moverse. Jungkook se puso de pie con mucha calma para lo que acababa de cometer y dio la media a sus compañeros, quienes únicamente veían la escena sin decir comentarios al respecto.
Eran dos menos de una comunidad entera.
—Wonho, tú y Seungmin entraran conmigo, pero los quiero en silencio. Yo daré las explicaciones. Los demás se quedan en la camioneta, no se metan en problemas y no hablen con nadie aunque parezca buena persona, ¿entienden? — vio a los gemelos.
Los menores simplemente aprobaron con la cabeza.
—Bien — Jungkook estampó la espada ensangrentada en el pecho de Woojung —, le falta filo — sin más que agregar, los pasó de largo y no desaprovechó la oportunidad de pisar la cabeza de uno de los muertos con su bota militar.
Los demás permanecieron allí con los cadáveres delante, dándose una mirada perpleja entre todos.
—Éramos nosotros o ellos... — habló Wonho antes de que alguien más dijese otra cosa.
—Creo que eso último fue demasiado. Sé que eran una mierda humana, pero parece que disfruto hacerlo... ¿vieron la mirada que tiene? — dijo Seungmin.
—Es la mirada que tiene todos los días — dijo Sarang de inmediato —, pero no puedo culparlo.
—Dios mío, no puedo creer que los asesinó con mi espada — exclamó Woojung mientras limpiaba su espada ensangrentada con un pañuelo viejo —. ¿Y si Dakho lo descubre? — preguntó en voz baja como si alguien los fuese a escuchar.
—Jungkook no es estúpido. Si lo hizo es porque sabe que no lo hará, el hombre tampoco es muy listo — contestó Wonho aunque el miedo también lo estaba atacando y tragó saliva con pesadez.
Todos vieron los cuerpos una vez más.
—Él a veces es aterrador... — dijo Sarang de pronto.
—Es mejor mantener distancia — sugirió Seungmin —. Y cuando hables con él es mejor que no enfoques la mirada en... ya sabes, la cicatriz — susurró lo último aunque fuese difícil no verlo a los ojos, ojo, mejor dicho —. Eso lo pone de mal humor.
—Igual siempre está de mal humor — dijo Woojung.
—No es mal humor... Él está enojado — dijo el otro gemelo.
—No me gusta que hablen de él como si estuviera desquiciado — intervino Wonho esta vez.
—¿No lo está? —respondió el castaño y Wonho hizo un mohín, replanteandose a sí mismo la pregunta —. No es el mismo Jungkook al que conocí hace años. Ha cambiado... Aunque él no se de cuenta se ha vuelto igual que ellos — dijo.
—Hace todo lo que ese hombre le pide con tal de ganarse su confianza — dijo Woojung.
—Eso no es cierto, Seungmin — replicó Wonho y suspiró viendo el pasillo por el que salió el pelinegro —. Sí, cambió. Pero tuvo que hacerlo porque de no haberlo hecho lo hubiesen destrozado las hienas que lo acechan en ese lugar. Ustedes saben las cosas que es obligado a hacer para sobrevivir, estamos vivos gracias a él. Al final siempre termina salvandonos una vez más — dijo y los chicos miraron al piso —. Solo quiere aliviar el dolor...
—Es nuestra culpa, lo que le hicieron — Sarang se limpió los ojos acuosos con el antebrazo y Woojung lo abrazó para que no sollozara.
—Nosotros no tenemos la culpa de nada. Él único culpable es Dakho y sus hombres, nadie más — dijo el mayor y la aversión dominó el ánimo del grupo cuando ese nombre fue pronunciado.
—Ese hombre piensa que es dueño de Jungkook — gruñó Woojung.
—Lo es. Es dueño de todos nosotros. Es el maldito dueño del mundo entero — completó Seungmin, furioso.
—No por mucho tiempo. Recuerden que nada dura para siempre — les dijo Wonho para reconfortarlos aunque el desánimo permaneció en el grupo.
—Ya no es necesario que nos sigas mintiendo, Wonho... Sabemos que vamos a morir en manos de éstas personas tarde que temprano — comentó Seungmin.
Los cuatro se quedaron en silencio porque pensaban exactamente lo mismo. Estaban resignados, esa era la verdad. Nunca volverían a sentir paz o felicidad. ¿Cómo podrían cuando prácticamente eran esclavos? Las palabras ya no eran suficientes para devolverles la esperanza de que volverían a ser libres. Su momento llegaría algún día, tal vez, no muy lejano.
[...]
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La Capital, así fue como llamaron a aquella ciudadela protegida por grandes y fuertes muros de concreto los cuales tenían más de quince metros de altura, con centinelas protegiendo el interior desde la cima las veinticuatro horas del día. Un vecindario que en el mundo antiguo fueron residencias de gente influyente y al inicio de la miseria se levantaron los muros buscando su protección.
Gracias al armamento pesado y número de secuaces que poseía la comunidad de Dakho pudieron tomar el lugar para después mejorarlo y mantenerlo en pie hasta el día de hoy. Estaban abastecidos de alimentos, incluso con comienzos de un huerto, además de asistencia médica para los rezagados que fueron uniendo a sus filas por la fuerza, así como otros personajes necesarios en un hecatombe.
Tenían todo en ese lugar.
Era el paraíso en donde cualquier sobreviviente quisiera vivir.
El problema era la gente que allí gobernaba.
Jungkook dejó caer bruscamente un maletín con las armas de largo alcance sobre el escritorio, llamando la atención de Dakho, quien estaba sentado detrás fumando un cigarrillo. El líder tenía sus pies descansando sobre la espalda de su sirviente arrodillado en el suelo y levantó su mirada rojiza a los tres hombres que entraron en la oficina.
—El arsenal de la estación de la costa oeste fue extraído de manera exitosa. El resto lo tienen tus hombres en las bodegas para llevar a cabo el inventario — mencionó con expresión taciturna.
—A ti no te enseñaron a tocar, cierto — gruñó y después, abrió el cierre del maletín para ver el contenido —. Esto deberían ser buenas noticias para ustedes, pero mira eso — señaló el reloj en la pared —, así es, llegan dos días después de lo previsto y bien sabes que no me gustan los retrasos. El combustible no cae del maldito cielo. Entonces, espero que haya una buena explicación y si vas a mentir al menos sé ingenioso — advirtió deslizando su mirada a los tres jóvenes consecutivamente.
Wonho tragó saliva por el tono de voz molesto que utilizó, mientras que Seungmin estaba reteniendo el aire en sus pulmones intentando no verse nervioso quedándose a espaldas de Jungkook.
—El número de errantes va en aumento como cada mes y hubo un percance en el trayecto — admitió Jungkook —. Hay dos bajas en el grupo, Himchan y Hwan. No sobrevivieron a una horda — explicó viéndose relajado a diferencia de sus compañeros.
El prolongado silencio que vino después por parte de Dakho fue la peor angustia porque sus ojos entrecerrados significaban que no estaba creyendo su mentira tan banal.
—Himchan y Hwan... —repitió para sí mismo y siguió pensando —¿Había alguien con esos nombres, Igor? — le preguntó al hombre qué tenía como sirviente.
Estaba relajado por los efectos del cigarrillo entre sus dedos. La mayor parte del día estaba drogado y eso era una ventaja. Era increíble que incluso tuvieran acceso a la marihuana en el huerto.
Aquel pobre hombre negó frenéticamente con la cabeza agachada al no saber la respuesta.
—Joder ni para recordar sirves.
—Apenas llevo unas horas aquí, señor. Y-yo no lo sé... — se excusó, atemorizado.
—¿Me importa? Ponte a limpiar o algo, no habrás la boca sino te pregunto directamente — Dakho gruñó.
—S-si, señor—respondió el hombre en el suelo.
El líder se devolvió a Jungkook.
—Da igual, si no los recuerdo entonces eran unos buenos para nada. Además, pronto tendremos hombres nuevos en nuestras filas que suplan sus lugares — bufó sin darle mas relevancia al tema y Jungkook reprimió una sonrisa de victoria. Lo sabía —. Ahora lo importante, ¿dónde esta el encargo especial? ¿lo conseguiste? — cuestionó, dándole una profunda calada al puro entre sus dedos.
Wonho le pasó a Jungkook la bolsa que pesaba unos cinco kilos y la dejó caer sobre el escritorio de donde salieron semillas de varios tipos para el huerto.
—Fueron todas las legumbres que pudimos encontrar. Busan está hecho mierda, no hay forma de conseguir más aquí — aviso Jungkook, pero la expresión del hombre no presagiaba nada bueno. Esta vez, de verdad se notaba molesto, más que por la pérdida de sus dos hombres —. Pero creemos que todavía podría haber huertos en Yangsan o Gimhae. Antes solían cultivar ahí — agregó, como si esa idea pudiera evitar una reprimenda.
Dakho lo observó un segundo con esa seriedad que imponía, y luego soltó una risa.
—¿Y tú cómo sabes eso, ah? ¿No se te escapa nada, verdad? ¿Acaso eras granjero o qué? — le preguntó.
—Mi abuelo vivía allá. Lo ayudaba en la cosecha cuando era niño — respondió secamente porque se lo acababa de inventar para evitar el castigo.
No le importaba si la reprimenda fuese para él, pero bien sabía que lo malo recaería sobre sus compañeros. Siempre usaban su única debilidad en su contra para que escarmentara.
—Es cuestión de paciencia y al igual que siempre obtendrá lo que quiere, ¿o alguna vez he fallado, jefe? — interrogó, lo cual hizo sonreír al hombre pues le gustaba escucharlo llamarle jefe.
—De acuerdo — Dakho asintió —. Maldita sea, Igor, ¿por qué no puedes ser como él? Harías más divertido mi día — le dijo al sirviente, quien ahora estaba limpiando un charco de sangre con un trapo.
Fue hasta ese momento cuando Jungkook se dio cuenta que había un cuerpo inerte en el suelo detrás del sofá, al que reconoció como el sirviente anterior de Dakho. Era el segundo en esta semana.
—No me gusta la gente inepta, ¿entiendes? ¿Por qué crees que murió ese idiota de allí? — señaló al recién fallecido con su cuchillo del cual escurría sangre —. ¿Quieres terminar igual que él?
—N-no, por favor, n-no me mate... Se lo ruego, haré lo que quiera, pero no me mate — suplicó el hombre entre sollozos cuyo nombre en realidad era Chinwha.
Igor hacía referencia a sirviente o mejor dicho esclavo.
—Odio que supliquen. Si vas a morir al menos hazlo con dignidad — sentenció el líder, irritado y después, sacó su revólver del escritorio, el cual le extendió a Jungkook —. Este cabrón me tiene harto, no soporta nada. Desde que llegó no deja de lloriquear el muy marica — Dakho lo observó fijamente sin pestañear —. Haz que se calle de una puta vez y luego te llevas los dos cuerpos a la pila — le ordenó al pelinegro.
Wonho y Seungmin tragaron saliva al oír la orden mientras Jungkook miró a Chinwha. Éste pobre esclavo no era un hombre malo y depravado sino alguien inocente que fue raptado al igual que ellos.
Una persona que no merecía morir.
Antes de que Dakho dijese otra cosa, Jungkook sacó su propia pistola de la parte trasera de su pantalón para apuntarle al Igor, que no dejaba de llorar.
—De la orden — respondió con la misma expresión imperturbable, viendo fríamente al hombre delante de su mira.
—N-no, no lo hagas. Por favor, Jungkook — le imploró Chinhwa, aterrorizado.
—Suplicar no te salvará el pellejo, así que piensa en algo mejor — sentenció el pelinegro con voz plana, carente de alguna emoción y quitó el seguro de la pistola —. Cuenta hasta tres. Uno... Dos...
—¡Por favor, somos... somos amigos! — fue lo que dijo el esclavo en un intento por salvarse porque cuando recién lo habían capturado Jungkook le dio una lata de comida a escondidas por lástima.
Jungkook rechistó con gracia.
—Yo no tengo amigos — concluyó.
Wonho y Seungmin se dieron una mirada dolida, pero entendían que si la bala no era para Chinhwa entonces sería para alguno de ellos.
Exactamente así eran las cosas ahora.
Los ojos de Jungkook ya no expresaban ningún tipo de sentimiento, estaban vacíos como el abismo, mostrándose penetrantes y mortíferos. No podía distinguir la diferencia entre asesinar inocentes y asesinar culpables porque al fin y al cabo solo importaba la vida propia, si, bastante egoísta. Si actuaba y pensaba rigiendose con la moral, humanidad, valores, entonces terminaría poniéndose la soga al cuello también.
Eso no funcionaba ahora, era ridículo, patético, débil... La dinámica del mundo cambió y no todos podían adoptarla. Este era el verdadero eres tú o los demás.
Tu salvación a costa de la pérdida de alguien más.
¿Cuál era el costo de la supervivencia?
Sobrevivir al costo que sea y a costa de quien sea. Hacer lo necesario si verdaderamente se tenía las suficientes ganas de vivir. Despojarse de todo lo que le caracterizaba como persona y adaptarse.
Y desde que esa cicatriz fue trazada sobre su cuerpo Jungkook pudo comprenderlo en su totalidad.
Pudo ver en su máximo esplendor como era la crueldad humana. Existían cosas peores, mucho más crueles y desalmadas que los mismísimos muertos vivientes, y Jungkook se vio obligado a convertirse en uno de ellos... en una de esas personas que tanto repudiada y por ello, también se odiaba a sí mismo.
No era una buena persona. No merecía vivir más que el hombre delante suyo, el cual le sonreía asquerosamente, sin embargo, si todavía seguía vivo era porque no se iría de ese maldito mundo hasta haber destruido aquello que lo quebró.
Haría lo que fuera necesario.
Ese era su gran y maravilloso objetivo de vida.
Lo único que lo motivaba era el deseo de venganza.
Jungkook se sentía muerto en vida, pues no sentía absolutamente nada en su interior. Ya no sabía lo que era ser feliz. Nada era capaz de sacarle una sonrisa genuina, de producirle un sentimiento diferente a la melancolía o la ira... Era igual que los errantes, ambos seguían vivos, pero sin alma. Ambos lastimaban a personas inocentes sin importarles nada.
Para el resto de estos hombres la cicatriz significaba libertinaje, perversión, regimiento, poder total sobre los demás, pero para él era un recordatorio... esa cicatriz le recordaba la atrocidad en la que se había convertido.
Y se lo recordaría hasta el final de los tiempos.
Dakho sonrió ampliamente al ver la disposición de Jungkook ante su mandato.
—Baja eso, idiota, que ya no me quedan más Igores — termino por decir y Jungkook simplemente lo hizo —. Estás a salvo hasta que encuentre a otro que cubra tu lugar — le dijo al sirviente y después, se volvió a la puerta que fue abierta repentinamente.
Taeyang ingresó a la habitación con pasos firmes, alertando a los tres hombres que se tensaron apenas lo vieron aparecer. Jungkook apretó los dientes hasta hacerlos crujir y se mantuvo en la misma posición erguida sin dejar de verlo fijamente.
Taeyang y Jungkook, ambos hombres con rostros marcados se dieron una mirada oscura. El primero cruzó por un costado del pelinegro, golpeando intencionalmente su hombro con el suyo antes de irse a sentar en el sillón de cuero que se encontraba en la esquina, dejando su pistola recargada en él.
—No sabía que los infantes estaban aquí, ¿qué no es hora ya de dormir?— dijo malhumorado y se alboroto el cabello bicolor. Estaba sucio y lleno de sangre al igual que ellos —. Tú ven aquí — le dijo a Igor para poner sus pies en su espalda.
—Llegas justo a tiempo, Taeyang — mencionó Dakho y el otro alzó una ceja sin interés alguno —. Pero antes. Dime, ¿cuál es la actualización?, ¿ya los han localizado? ¿por qué están tardando tanto?
—Todavía no, pero lo haremos pronto, hermano —le respondió aquel —. No están demasiado lejos de la localización que les dimos... Se han escondido bien.
—Bien, que tu pelotón siga buscando, pero tú tienes ahora otra tarea...
Jungkook observó a los hombres hablar entre ellos de un tema que ciertamente no le importaba y se dio media vuelta dispuesto a largarse.
—Hey, aún no he terminado con ustedes — espetó Dakho. Gruñendo, Jungkook tuvo que detener sus pasos y volver —. Debido a qué hay dos bajas en el grupo que los acompaña, a partir de ahora Taeyang estará con ustedes — avisó, provocando que el pelinegro y sus compañeros fruncieran el ceño de inmediato estando en total desacuerdo.
—¿Por qué razón? No lo quiero en mi grupo — soltó en automático, perdiendo su compostura sin darse cuenta y el contrario le dio una mirada penetrante.
—A veces creo que mi gran generosidad te hace olvidar con quién tratas, mocoso insolente. Cuida tu tono conmigo — advirtió, cambiando su semblante a uno más serio y Jungkook tuvo que flaquear en su actitud y retroceder —. Tú haces lo que te ordeno. Tomas lo que te doy y punto. Si te digo que mi hermano ira con ustedes entonces así será. Eres inteligente, Jungkook, así que necesito que alguien te vigile muy de cerca para que un día no cometas algo estupido, ¿estas de acuerdo? — preguntó Dakho y el pelinegro apretó la mandíbula —. Te pregunté si estás deacuerdo.
—Si, señor — respondió amargo con poca convicción.
—Perfecto, ese es mi muchacho — Dakho le sonrió de esa manera que a Jungkook le exasperaba hasta la coronilla —. Ahora saquen sus traseros de mi oficina antes de que me arrepienta y los ponga a limpiar la sangre del piso con la lengua — hizo una señal para que salieran de la habitación.
Wonho y Seungmin lo hicieron apenas dio permiso.
Sin embargo, Jungkook tardó unos segundos en retirarse. Le dio una mirada fulminante por encima del hombro a Dakho y luego a Taeyang, quien claramente se estaba burlando de él. El pelinegro apretó los puños con fuerza hasta poner sus nudillos color blanco para no sacar su arma, volver hacía ellos y ejecutar lo que tanto deseaba.
No podía perder todo lo que había avanzado con tanto esfuerzo y paciencia.
[...]
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Sus compañeros lo observaban desde una distancia prudente. Sabían bien que, cuando Jungkook explotaba, lo mejor era dejarlo solo hasta que se calmara por su cuenta. Le dio una patada al primer mueble que se cruzó en su camino, haciéndolo crujir contra la pared, y luego se pasó una mano por el cabello oscuro, respirando agitadamente.
Ryujin se acercó con cautela al pelinegro. Esperó a que él se recargara contra la mesa, agotado por su propio arranque de furia, y le acarició la espalda con suavidad.
—Tranquilo, Jungkook — le dijo con voz baja.
—¿Cómo carajos quieren que esté tranquilo? — soltó sin mirarla, con el enojo todavía encendido en la voz.
—A nadie le agrada la idea de que Taeyang venga con nosotros, pero ya no podemos hacer nada para evitarlo. Solamente hay que vigilarlo y todo estará bien, ¿si? — esta vez hablo Wonho, quien siempre era el más sensato de todos.
Si decía algo negativo solamente iba a echar más leña al fuego y no servía de nada perder los estribos.
—Completamos la tarea y después cada quien por su lado — agregó Seungmin para apaciguar los ánimos.
Jungkook respiró profundamente tratando de relajarse. Odiaba la idea de llevar a ese tipo con ellos porque aunque no le gustara admitirlo, él no era un completo idiota como los demás hombres. Se atrevía a decir que Taeyang era peor que Dakho, más inteligente, más sádico, y tenían casi el mismo poder y respeto sobre el grupo.
Dakho era más fácil de abordar. Por alguna razón, Dakho veía en él a alguien parecido a un hijo y por eso le agradaba tanto. Esa era su mayor ventaja con él.
En cambio, Jungkook a Taeyang no podía engañarlo porque desde el inicio nunca confió en él. Probablemente presentía que Jungkook no era tan leal a como aparentaba ser y de hecho, no se estaría equivocando. Su mayor enemigo era ese imbécil.
Después de todo, asesinar a Hwan y Himchae había resultado peor.
Jungkook suspiró.
—De acuerdo — terminó por decir —. Hay que encontrar lo que Dakho requiere o nos va a azotar en medio de la plaza como entretenimiento. Prepárense para viajar mañana mismo.
Apenas los hombres se alejaron para preparar lo necesario para el viaje, Jungkook se quedó a solas con Ryujin, quien lo observaba en silencio, balanceándose ligeramente sobre sus talones. El pelinegro seguía visiblemente frustrado, con la mandíbula apretada y las manos aún temblando.
La chica lo tomó por sorpresa cuando, sin previo aviso, lo sujetó por las mejillas y le dio un beso en la comisura de los labios, como si hubiese estado esperando ese momento a solas para hacerlo.
Jungkook frunció el ceño de inmediato y echó la cabeza hacia atrás, marcando distancia.
—Creí que había sido claro cuando te dije que no quería que me besarás — le dijo con el ceño fruncido —. No soy tú esposo que acaba de llegar de trabajar. ¿No ves la sangre que tengo en la cara? Hoy asesiné a dos hombres.
—Eso realmente no me importa, Jungkook. Tenía que hacerlo y no me arrepiento — le dijo encogiéndose de hombros —. Cada vez que se van únicamente puedo rezar y esperar desde la ventana porque vuelvan y no me dejen sola en este lugar. Asi que gracias por volver —le sonrió cálidamente y después lo abrazó aunque éste se quedó estático.
A diferencia de los hombres, Ryujin se quedaba todo el día en la casa que era exclusivamente para uso de ellos o escasas veces salía con las otras mujeres de la ciudadela que eran las parejas de los hombres. La mayoría, por no decir todas, fueron capturadas por la fuerza y no podían salir de la capital.
Ryujin tenía mucha suerte, pues a diferencia de sus compañeras de género, ella al menos seguía con sus amigos y no con uno de aquellos.
—Es la última vez que te lo digo, Ryujin. No me gusta que me trates como si fuese tu novio y tampoco me gusta que me beses, ¿entiendes? — sentenció Jungkook y siguió de largo a su habitación.
O tal vez si le gustaban, pero con la persona correcta y bueno, no existía.
Follar era solo eso: follar. Pero besar... era otra cosa. Había una línea invisible que separaba ambos actos, y Jungkook nunca la cruzaba. Un beso era íntimo, más profundo, más humano... Por supuesto que había besado antes, pero solamente porque a la gente le gustaba hacerlo. En él, nadie jamás le había despertado ese impulso desesperado por besar.
Nunca se había enamorado. Nunca había sentido algo tan fuerte por otra persona. Si antes, cuando el mundo aún tenía algo bueno, no había conocido ese sentimiento llamado amor, mucho menos ahora, en esta versión podrida de la realidad. ¿Cómo podría sentir algo tan lindo y puro viviendo de una forma tan hostil?
Alguien como él sintiendo amor... Era ridículo. Un asesino con el rostro desfigurado, la conciencia dormida y el alma en ruinas. Que alguien como él sintiera algo tan jodidamente bello era un mal chiste.
Esto era el Apocalipsis, tener pareja era lo último en lo que podía pensar. Además... no quería una debilidad más poderosa que estos imbéciles pudieran usar en su contra.
Esa era la única y más importante regla de Jungkook.
No enamorarse.
[...]
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En este capítulo empezamos a ver los problemas que van a traer los grupos humanos y cómo será lo que se viene en la segunda parte de la historia cuando Jimin y Jungkook se conozcan.
Jeon Jungkook me tienes 🛐
Holap, aquí esta el capítulo número diez. Espero les guste mucho y denle estrellita jeje ☻
Jungkook lo que necesita es un Jimin para que lo ayude a sanar y viceversa.
¿Cómo creen que sea el encuentro de Jimin y Jungkook tomando en cuenta las personalidades de cada uno?
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