
✘ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ɴᴜᴇᴠᴇ
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Domingo 11 de Mayo del 2023
Busan, Corea del Sur.
3:16 p.m.
Un año y dos meses después del primer contagio.
...
El hedor era asfixiante. Jimin arrugó la nariz al sentir como el aire parecía podrido, tan denso que podía masticarlo. Tragó saliva cuando notó las huellas que manchaban el suelo. Eran un rastro viscoso y negruzco que chorreaba en todas direcciones, como si los engendros hubieran danzado por el pasillo.
Giró con cautela para hacerle una seña de afirmación a Jongin, Yoongi y Wooshik, quienes mantenían la espalda pegada a la pared, atentos.
Entonces, Jongin avanzó primero, cruzando por delante de Jimin, y los demás le siguieron por el angosto pasillo de servicio. Caminaron en dirección a las bodegas entre montones de basura y cajas apiladas. La penumbra lo cubría todo y el gris de las paredes parecía absorber cualquier atisbo de luz.
Mientras los hombres se adelantaban, Jimin se rezagó unos pasos, intentando abrir los casilleros de los trabajadores en busca de cualquier objeto que pudiera marcar la diferencia entre vivir... o morir.
—Jimin... —lo llamó Jongin a sus espaldas —¿qué estás haciendo? Date prisa y deja eso —siseó al ver como el castaño se quedaba atrás.
—Un momento...— susurró el castaño.
—Jimin, por favor, vamos — insistió aquel.
Rezongando, Jimin abandonó los casilleros y alcanzó a los hombres que habían regresado para esperarlo y lo veían con rostros impacientes. Se disculpó por retrasarlos. Aún no podía acostumbrarse a trabajar en equipo y siempre terminaba por separarse.
Sinceramente todavía prefería ir solo y enfocarse en lo suyo, como estaba acostumbrado.
Se detuvieron frente a las puertas de la bodega donde escucharon esos gruñidos ahogados del otro lado. Cruzaron miradas breves entre ellos, una muda confirmación de que estaban listos. Entonces, Yoongi giró lentamente la manija y empujó abruptamente.
Las puertas se abrieron, revelando a un pequeño grupo de errantes que vagaban torpemente entre cajas y estantes derrumbados. El grupo se lanzó al ataque con la ventaja del primer golpe.
Jimin fue directo hacia uno de ellos, una criatura momificada, casi esquelética, con los ojos hundidos y la piel seca pegada al hueso. Le descargó un golpe brutal que hizo crujir su cráneo. El engendro soltó un chillido agudo, girando hacia él con torpeza antes de que la hoja de una katana le atravesara el cráneo y se desplomara al suelo con un golpe sordo.
Jimin giró la cabeza hacia Jongin, que había sido el autor del golpe final. Negó con la cabeza.
—Ya lo tenía —espetó Jimin con el ceño fruncido.
—Y no lo dudo —replicó Jongin, con media sonrisa mientras limpiaba la hoja ensangrentada.
El castaño recargó el bate de béisbol en su hombro mientras pasaba por un costado de Jongin dignamente, dirigiéndose a los estantes.
Sabía que Jongin solo estaba siendo considerado al preocuparse por él, especialmente cuando no llevaban tanto tiempo conociéndose. Pero el azabache no se daba cuenta, o tal vez sí, de que estaba más pendiente de él que de sí mismo. Y todo desde que vio las cicatrices en sus muñecas, que no dejaban mucho a la interpretación.
Tal vez el azabache pensaba que se dejaría morir. Esa suposición le revolvía el estómago. Lo hacía sentirse débil, patético... No necesitaba esa clase de mirada, ni esa especie de protección. No quería que nadie se entrometiera, que preguntaran por qué lo hizo, qué pasaba por su mente en ese entonces.
Las señoras del grupo ya lo habían ahogado de preguntas durante el viaje aéreo y los días posteriores a ese. Era algo así como la sensación del momento por ser nuevo. Todas sintieron lástima por él debido a su soledad y apariencia deprimida. Dijeron que cuidarían bien de él, que era bienvenido, pero lejos de sentirse bien, se sintió avergonzado.
Jimin no quería la lástima de nadie. No la pidió. Y no la necesitaba.
Una vez dentro de la bodega, la esperanza del grupo se desplomó en cuestión de segundos. Las estanterías estaban completamente vacías, los anaqueles cubiertos de polvo, y las cajas de cartón aplastadas. No quedaba absolutamente nada. Las donaciones que la población solía enviar al banco de alimentos habían desaparecido sin dejar rastro.
Todo se había esfumado.
La conmoción los dejó mudos, un silencio se apoderó del lugar hasta que Yoongi soltó un gruñido furioso, pateando una de las cajas vacías sobre el suelo.
—¡Mierda! —exclamó, frustrado—. No queda nada... alguien ya ha saqueado el lugar.
Luego, agachándose un poco, Yoongi señaló el suelo. Esparcidas entre los restos de cartón y suciedad, brillaban unas cuantas municiones doradas.
—No, no puede ser — Jongin negó varias veces con la cabeza y comenzó a rebuscar desesperado entre las cajas de cartón —. Debe haber otra bodega, otro edificio, ¡No lo sé! ¡Lo que sea, pero hay que seguir buscando! — exclamó, necio.
—No hay otro lugar, era aquí y ya no queda nada... — repitió Yoongi tratando de aceptarlo.
—¡Tiene qué! No estamos buscando bien—insistió alzando la voz.
—¡He dicho que no queda nada! ¡Está vacío, Kai! ¡Se lo llevaron todo! — gritó el líder y tomó a Jongin por los hombros para hacerlo reaccionar.
Impotente, Jongin se paso las manos por el rostro ruborizado y se fue a una esquina para soportar la exasperación que lo estaba dominando. Por su lado, Jimin miró la escena conmocionado y se agachó al suelo para recoger una triste bolsa de papas fritas que había sido olvidada. Era lo único que quedaba.
—Se llevaron todo, ¿pero quién pudo haber sido? — interrogó Jimin en voz baja.
—No hemos visto a nadie en todo el tiempo que llevamos aquí.
—Probablemente rezagados. Busan es diferente a Seúl — le respondió Yoongi y soltó una risa cargada de estrés —. Que imbéciles, era lógico que este lugar sería de los primeros en ser saqueado.
Se pasó el antebrazo por la frente sudada y retrocedió.
—Me cago en mi puta madre, ¿y ahora que vamos a hacer, eh? ¿a dónde carajos iremos esta vez? — Wooshik observó a Yoongi recriminante —. ¡Nos metemos en lugares infestados y nunca conseguimos nada! ¡Nada! — exclamó igual o más desesperado que los demás —. ¡Dijeron que Busan sería mejor y adivinen qué, estamos peor que nunca! — gritó.
—¿Crees que no lo se? No soy ciego — contestó.
—Entonces, ¿cuál putas es el plan ahora?
—Primero, necesito que se tranquilicen y mantengan la cabeza fría — les recordó —. Este no es el lugar ni momento para hablar, así que primero hay que salir de aquí y luego discutiremos lo que va a pasar, ¿entendido? — dijo como el líder del escuadrón y los hombres restantes lo vieron mal, aún molestos con la situación en sí —. Ahora, dile a Taemin que esté listo para recogernos, Park — le dijo al castaño, quien parecía ser el más cuerdo en esos instantes.
Jimin siempre intentaba estar lo más tranquilo posible. Cuando estás en ese tipo de situaciones la desesperación es un mal acompañante.
Sacó el radio de su bolsillo y presionó el botón.
—¿Taemin? ¿Me escuchas? Cambio — preguntó Jimin y la respuesta vino unos segundos después.
—Te escucho, primor — contestó aquel de inmediato atraves de la radio —. ¿Qué esta ocurriendo allí dentro? El patio esta infestado y ya han despertado. Se están comenzando a mover hacia el edificio, ¿se han dado cuenta? — les avisó —. Dime que al menos encontraron lo que necesitamos.
—No — Jimin exhaló frustrado —. Te lo explicamos cuándo lleguemos, estén listos para recogernos, ya vamos hacia allá. Cambio — notificó pasando por alto el apodo que le había dicho el piloto.
Taemin solía llamarlo de esa manera siempre.
—Entendido, los estaremos esperando y Jimin... regresa a salvo —le dijo Taemin.
—Lo haré. Cambio y fuera — confirmó el castaño para finalizar el mensaje y se volvió al grupo alterado —. Listo. Salgamos de aquí — anunció y todos se prepararon para salir otra vez al infierno.
Una vez más, cruzaron por el pasillo, deslizándose entre sombras y escombros. No obstante, Yoongi, quien era el primero en la alineación, se detuvo en seco al girar una esquina y encontrarse de frente con un grupo de engendros que deambulaban a mitad del corredor.
Durante un breve segundo, nadie respiró. Los cuatro se quedaron quietos. Yoongi dio un paso atrás con cautela, intentando no hacer ruido... pero el rechinido agudo de la suela de sus zapatos al rozar el piso resbaladizo cortó el silencio como una navaja.
Los engendros alzaron sus cabezas al unísono, atraídos por el sonido, y sus cuerpos se giraron automáticamente en dirección al grupo, con los gruñidos naciendo desde el fondo de sus gargantas.
—¡Retrocedan! ¡Ahora! — gritó el líder cuando los muertos corrieron hacía ellos.
Se apresuraron a regresar a la bodega y empujaron las puertas dobles, cerrándolas justo a tiempo antes de que los engendros llegaran y consiguieran entrar. De inmediato, el golpe seco resonó del otro lado, seguido por una embestida salvaje.
Los muertos se agruparon salvajemente contra las puertas, empujando con una fuerza irracional que obligaba a los hombres a resistir con todo su peso. Cada segundo era una batalla de pura tensión, músculos tensos y mandíbulas apretadas.
Un estallido de cristales retumbó cuando el pequeño ventanal redondo de una de las puertas estalló en pedazos, lloviendo fragmentos sobre sus cabezas. De inmediato, varios brazos con venas negras se colaron por el hueco, desesperados por atrapar algo.
Jimin contuvo la respiración mientras ayudaba a contener la puerta, pero no podrían resistir por mucho tiempo. Los muertos no se cansaban, no dudaban, y no se detenían por nada.
—¡La ventana, Kai! — le indicó Jimin.
Jongin observó las ventanas y abandonó su posición, provocando que los tres hombres restantes aplicaran más fuerza para que las puertas no fuesen abiertas por los muertos vivientes. Jimin sentía su cuerpo escocer, sus pies estaban deslizándose hacia atrás, pero apretó la mandíbula para resistir un poco más mientras Jongin colocaba un anaquel para alcanzar la ventana y romper el cristal.
—¡Ahora! ¡Yo los cubriré! — avisó Jongin.
Jimin y Yoongi se dieron una mirada dolorosa, temblorosa, con los rostros ruborizados por la presión a la que se estaban obligando soportar.
—¡Rápido, tú primero! — gritó el castaño!
Entonces, Yoongi abandonó su posición, y en ese preciso instante, Jimin sintió cómo todo el peso de los engendros se volcaba contra su cuerpo. No pudo resistir. Las puertas lo empujaron hacía atrás y se abrieron de par en par, dejando que la horda de muertos irrumpiera como una ola, mientras se caían unos sobre otros.
Yoongi subió por el estante y saltó por la ventana, mientras Jimin y Wooshik combatían a cada criatura podrida que se lanzaba sobre ellos. Sus armas blancas brillaban al impactar contra cráneos y la sangre negra salpicaba en todas direcciones.
Desde lo alto del anaquel, Jongin sacó su revólver y comenzó a disparar con certeza. Cada bala derribaba a un engendro antes de que pudiera alcanzar a sus compañeros, sin embargo, eran demasiados. Por cada uno que caía, otro ocupaba su lugar.
La bodega se convirtió en un caos de gritos.
—¡Jimin, sube ahora mismo! — le gritó Jongin.
Pero el castaño no le hizo caso, con su bate de béisbol seguía combatiendo a los engendros junto a Wooshik. Eran muchísimos para dejarlo solo.
—¡Rápido, que no me quedan muchas balas! — avisó el azabache, mientras propina tiros certeros a la cabeza de los engendros que seguían ingresando a la bodega y recargaba sus últimas balas.
—¡Ya vete, novato! — le gritó esta vez Wooshik al notar que venían más engendros por el pasillo. Jimin le dio una mirada frustrada al hombre que degollaba a un muerto con su cuchillo y luego, los comenzaba a golpear con sus propios puños —. ¡Largo de aquí! — ordenó con tanta firmeza en su voz que Jimin lo obedeció.
Finalmente, Jimin escaló el anaquel para saltar por la ventana. Aterrizó de manera descompuesta sobre un arbusto, pero Yoongi lo ayudó a recomponerse y esperaron a que salieran los hombres restantes.
Jongin no tardó en saltar por la ventana.
—¿Dónde está Wooshik? — interrogó de inmediato el castaño, viendo hacia la ventana y esperando a que saliera el mencionado. Sin embargo, el silencio y la mirada seria de Jongin que trataba de ponerse de pie con dificultad le dieron la temible respuesta.
Jimin soltó un grito lleno de rabia y miró otra vez la ventana con la esperanza de que saliera Wooshik.
—Hay que irnos — dijo el líder con voz quebrada.
Entonces, Yoongi sujetó a un Jimin afligido por el brazo para hacerlo caminar y no seguir perdiendo tiempo luego de escuchar más jadeos en las afueras de la fundación. Estaban por todas partes.
Tomando una respiración profunda y obligándose a guardar las lágrimas que ardían en sus ojos, Jimin se echó a correr por el recinto, guiado únicamente por la desesperación. Todo el lugar estaba infestado. Cada movimiento llamaba la atención de los errantes, que giraban sus cabezas hacia ellos como animales, alertados por el sonido de una presa viva.
Bastaba con que uno se diera cuenta de sus presencias para que todos los demás los siguieran, como si fueran una maldita estampida.
Llegaron a la entrada, donde estaban las barreras vehiculares que daban paso al estacionamiento. Allí era donde se suponía que Taemin y HyungSik debían estar esperándolos. Pero no había nadie.
Se habían ido. Taemin se fue.
La garganta se le cerró de incredulidad, pero no tuvo tiempo para pensar en nada. El guardia de seguridad apareció entre los coches, con los ojos inyectados en sangre, rugiendo como una bestia desquiciada. Se lanzó hacia ellos hasta que fue embestido brutalmente por una camioneta azul.
—¿Quieren un aventón? — dijo Taemin con una sonrisa ladina, mientras que HyungSik salía por el sunroof para dispararle a la horda que venía detrás del trío.
—¡Suban, rápido! — exclamó el otro hombre.
Los hombres no tardaron en ingresar al vehículo que arrancó apenas estaban arriba, alejándose de aquel lugar adueñado por los cadáveres y sin una mísera lata de comida.
—¿Dónde esta Wooshik? — cuestionó de inmediato HyungSik arrugando las cejas.
Yoongi y Jongin bajaron la mirada, incapaces de decirlo.
—L-lo lamento, HyungSik — trastabilló Jimin.
[...]
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Decepción no era la palabra correcta, tal vez pavor, desilusión, desesperación, miedo... Si, eso era más acertado para describir el estado anímico del grupo. Evidentemente, la situación no fue mejor al llegar a Busan. El sitio estaba igual o incluso peor que la capital del país; la peste había arrasado con todo.
Ese refugio bajo tierra que le habían prometido a los sobrevivientes, incluido Jimin, no fue localizado. Las coordenadas donde estarían los militares estaban equivocadas, se creía que fue un error en los dígitos o una mera confusión, pero ya no había forma de entablar comunicación nuevamente.
Sin más alternativas, al final aterrizaron cerca de la costa oeste en donde se acoplaron a un hotel abandonado mientras seguían con la búsqueda por tierra, sin embargo, buscar aquel refugio militar no era el único problema que tenían ahora mismo.
Encontrar comida jamás había sido tan complicado, incluso para Jimin que era bueno en eso. A todos los lugares que iban siempre encontraban las migajas de sobrevivientes anteriores que había saqueado dichos espacios. Era un hecho que existía gente viva en Busan, sin embargo, aún no la habían visto.
Sus municiones se estaban agotando más rápido de lo previsto, por lo cual ya no podían arriesgarse e ingresar en sitios tan grandes. El banco de comida era una de sus mayores esperanzas de encontrar reservas, pues no quedaba en ningún otro lado en donde ellos pudiesen acceder.
La situación no podía ir a peor y Jimin comenzó a creer que había sido un error dejar Seúl porque todo se había vuelto más difícil que antes. No solamente no tenían un refugio seguro y alimentos sino que ahora debía ver a las personas morir cruelmente y eso lo estaba perturbando de una manera espantosa.
No quería ver más muerte.
No quería más sufrimiento sumándose al suyo.
Jimin sintió un golpecito en el hombro y volteó hacia Taemin, quien le indicaba que habían llegado.
—¿Te encuentras bien, Jimin? — le preguntó aquel.
El castaño asintió vagamente con la cabeza. ¿Qué era estar bien hoy en día? ¿No estar muerto?
No muy convencido, Taemin asintió y se reunió con los demás quienes mantenían el silencio por el duelo de una baja en el escuadrón. Jimin se mantuvo a una distancia prudente del grupo porque sabía que la conversación se pondría intensa. Además, seguía siendo el integrante nuevo y no tenía confianza como para intervenir o dar su opinión abiertamente.
—¿Qué les diremos a todos? — interrogó HyungSik con semblanza abatida.
—La verdad — contestó Yoongi de igual forma.
—¿Qué? No podemos decirles la verdad o todo se volverá un desastre — intervino Taemin, frunciendo el entrecejo.
—No tenemos otra opción, Taemin — dijo el líder —. No podemos seguir buscando ese refugio en vano y necesitamos que se preparen para viajar de nuevo. Tal vez tengamos más suerte en la ciudad vecina.
—El panel de navegación de la nave está muerto desde el último aterrizaje y no voy a volar a ciegas — sentenció el piloto.
—Aún podemos usar los coches — dijo él.
—¿Quieres ir por tierra con toda esta gente? — Taemin alzó las cejas y rechistó —. No podemos llevar a estas personas sin rumbo por las calles o nos pondrán en riesgo a todos. Nosotros sabemos como lidiar con lo que hay afuera, pero ellos no.
Yoongi suspiró y se quedó en silencio, pensando en sus palabras.
—¿Y entonces qué propones? ¿Qué los dejemos aquí y nos vayamos solo porque no saben defenderse? — habló ahora Jongin y lo miró de mala manera.
—Pues no lo se, tal vez viene siendo hora de que comencemos a ver más por nosotros mismos en lugar de por esta gente — respondió el piloto sin filtros de por medio —. Ellos nos están estirando hacia abajo, nos ahogan junto a ellos aunque ustedes no quieran decirlo en voz alta, lo saben perfectamente.
—Debes estar bromeando. ¡No podemos dejarlos de lado e irnos como si nada! ¡Morirán! — exclamó Jongin comenzando a alterarse, pero Yoongi le puso una mano en el hombro para que disminuyera el tono de voz o los sobrevivientes les escucharían.
—Joder, en serio crees que somos como una linda familia, verdad — Taemin rechistó la lengua contra su paladar —. "Nuestra gente" como tú la llamas, sería capaz de comernos a nosotros si no les damos lo que necesitan. Ahora ya se encuentran bastante hambrientos y si les decimos que realmente no existe ese refugio que tanto les prometimos entraran en pánico y el pánico, mi amigo, hace que las personas cometan locuras. Solo espera y lo verás —expusó con semblante sombrío.
Los hombres restantes se quedaron en silencio, analizando las palabras crudas y algo perturbadoras de Taemin. Mientras que Jimin comenzó a asustarse por el rumbo que estaba tomando la conversación.
Si él no supiera defenderse por sí mismo entonces también lo dejarían... ¿Y qué hay de Sunoo? Es un niño. ¿No se suponía que eran un equipo?
—Taemin tiene un buen punto — intervino esta vez HyungSik —. Esta gente solamente se sienta a esperar que la comida llegue a ellos mientras que nosotros ponemos nuestra vida en riesgo todos los malditos días. ¡Wooshik entregó su vida por traerles una estúpida lata de comida! ¡Él murió por su culpa! — exclamó con dolor en su voz quebrada.
—¿Están escuchando lo que están diciendo? Nadie tiene la culpa de su muerte — les dijo Jongin.
—¿Ah, no? — esta vez, Taemin se acercó al azabache para ponerse cara a cara con él, viéndolo retador y furioso.
Jongin lo vio de igual manera y Yoongi interfirió.
—Tranquilos, ambos. No es momento para esto. Taemin — puso una mano en el hombro del piloto.
—No, Yoongi — le dijo Taemin antes de volverse a Jongin totalmente decidido —. Dime querido Kai, ¿quién estableció comunicación con ese supuesto grupo que nos "salvaría" en primer lugar? —preguntó y Jongin apretó la mandíbula —Ah cierto, fuiste tú. ¡Tú provocaste la muerte de Wooshik! —exclamó a los cuatro vientos —¡Tú nos asesinaste a to...
Jongin no permitió que Taemin terminara de hablar cuando le propinó un derechazo directo al rostro y se abalanzó sobre él, derribándolo contra un mueble de madera. Ambos forcejearon violentamente, rodando uno sobre el otro. Yoongi reaccionó al instante, sujetando a Jongin por la espalda y lo separó a la fuerza del piloto, que ahora tenía un hematoma morado formándose bajo el pómulo.
Jimin negó con la cabeza al ver a los dos hombres que habían sido tan amables con él destrozándose a golpes frente a todos... No era esto lo que esperaba de aquel grupo que prometía esperanza.
—¡Ustedes estuvieron ahí cuando establecimos contacto! ¡También hablaron con ellos! ¡¿Ahora es mi culpa?! — decepcionado, exclamó Jongin viéndolos a todos sucesivamente y removiéndose rabioso entre los brazos de Yoongi —. ¡Suéltame!
—¡Déjalo, Yoongi! Deja que se desvanezca su fachada de hombre dadivoso — exclamó Taemin, limpiando la sangre de su labio inferior.
—¡Cállate! Hablas y te quejas pero nunca haces nada porque eres un cobarde — expusó el azabache.
—¡Más cobarde es aquel que no acepta la realidad en la que vivimos! ¡No podemos salvarlos a todos!
—¡La única realidad es que ya me tienes hasta la puta madre, Taemin! — gritó Jongin encolerizado.
—Créeme que el sentimiento es mutuo. ¡Siempre tan generoso tratando de ayudar a los demás!—soltó una risa fingida—. ¿A quién quieres impresionar, uh?
De repente Taemin vio directamente a Jimin y por consecuencia todos se voltearon hacía éste mientras que el castaño se quedo estático al ser señalado.
Ahora mismo quería fundirse contra la pared.
—¡Que tú seas un hijo de puta que solo se preocupa por si mismo no es problema mío! — atacó Jongin.
—¡Si solamente me preocupara por mi hubiese tomado la aeronave desde el inicio y me hubiera ido! —se defendió.
—¡Bueno, basta ya! — Jimin se plantó firmemente en medio de todos. Vio a Jongin y luego a Taemin, sacudiendo la cabeza decepcionado —. ¿Qué carajos les sucede a ambos? ¿En verdad creen qué de esta forma se van a solucionar las cosas? —les interrogó a los dos.
—¡Él empezó! —señaló Jongin—. Yo...
—¡No importa quien haya empezado! — lo interrumpió Jimin tan enfadado que Jongin guardó silencio —. Ustedes también están entrenado en pánico, ¿no se dan cuenta? Se supone que somos un equipo y deberíamos apoyarnos no pelear entre nosotros. Cuando no quedé nadie incluso ustedes dos se van a extrañar, así que compórtense y hablen como los adultos maduros que son. Hay cosas más importantes que sus diferencias personales —espetó y los hombres bajaron la mirada al ser regañados por el castaño.
—Park tiene razón. Sus discusiones están mermando a todo el equipo — hablo Yoongi y por fin dejó libre a Jongin que ya estaba un poco más tranquilo —. Nosotros no tenemos la culpa de sus diferencias. Así que si quieren seguir discutiendo háganlo cuando los demás estemos a salvo — los vio con severidad.
Tanto Taemin como Jongin se quedaron callados y el primero levantó las manos en Son de paz.
—Si no diran nada más. Min, tengo una idea, mira aquí — intervino Jimin por primera ocasión, quien se acercó al mapa que tenían pegado en la pared del almacén —. Aún no hemos buscado en el sur, hacia Gimhae. Es bastante grande y tiene áreas verdes. Fui ahí cuando era niño. Estoy seguro que puede haber algún lugar con suministros por esta zona. Tal vez si encontramos una fábrica de embutidos y después ir hacia el campo... — dijo, dubitativo.
—Mmm quizás exista alguna en este perímetro — dijo Yoongi haciendo otro círculo imaginario en el mapa al tiempo que analizaba las coordenadas —. El problema es que no estamos seguros de que habrá algo bueno. Puede estar más infectado que donde estamos parados ahora mismo — remarcó las trabas.
Cualquier cosa que planearan no sería basado más que en meras suposiciones y deseos.
——No tenemos más opciones, sino nos arriesgamos a esto vamos a perder de igual forma — le dijo el castaño con un suspiro —. Tenemos que irnos. Todo el grupo y tenemos que irnos ahora — hizo énfasis.
Yoongi hizo una mueca pero asintió.
—Mañana delimitaremos las estrategias. Por ahora, debemos sobrevivir con las reservas de comida que sobran, ¿queda entendido? — indicó viendo a Taemin y a HyungSik. Ambos asintieron de mala gana —. Bien, vayan descansar — concluyó el líder.
HyungSik y Yoongi se alejaron por su propio lado como si fuesen un par de desconocidos dejando a Jongin y Taemin delante del castaño, quien les vio con una mezcla de emociones antes de ingresar al edificio dejándolos atrás sin dignarse a decirles algo.
Él no tenía ánimos para esta basura.
[...]
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Jimin se dirigió a sus aposentos ubicados en la segunda planta del edificio al igual que las habitaciones de los hombres del escuadrón. Ellos eran la única línea de defensa contra los engendros, si estos lograban infiltrarse podrían contenerlos antes de que llegasen a los demás sobrevivientes que se hallaban descansando en los pisos superiores.
—¡Joven Park! ¡Espere, por favor! — gritó la señora Lee, una de las sobrevivientes, apenas lo vio llegar.
Jimin suspiró agobiado y no tuvo otra opción más que darse la media vuelta y enfrentar al pequeño grupo de personas que venían con ella. Eran los sobrevivientes restantes que normalmente lo saturaban con millones de cuestiones al ser el único que se dignaba a hablar con ellos además de Jongin.
—¿Han vuelto de la expedición? ¿Cómo les fue? ¿Cómo está la ciudad? — preguntó ella con una sonrisa que catalogaba como falsa.
—Es complicado de decir... — contestó tratando de evitar el tema y siguió por el pasillo a pasos veloces siendo perseguido por los sobrevivientes mayores, curiosos y muy insistentes.
—¿Aún no localizan el refugio de los militares? — cuestionó alguien más.
—Todavía no — les dijo brevemente.
—¿Pasó algo malo? ¿Todo está en orden? Es que el joven HyungSik fue muy grosero con nosotros hace un momento — expuso otra señora llamada Jungie bastante ofendida.
—El hombre nos mandó por un tubo, dijo "jodanse" y se encerró en su habitación. ¡Me parece una falta de respeto su insolencia! Sigo siendo mayor que todos aquí, lo mínimo que exijo es respeto — se quejó el hombre mayor del grupo con sesenta y dos años de edad, Doyun.
—Lamentó la actitud de HyungSik, pero traten de comprenderlo. Estar en la ciudad no es sencillo — Jimin justificó a su compañero porque podía empatizar con su duelo.
—Pero tenemos hambre, las reservas se acabaron.
—Si, además este lugar se está cayendo a pedazos.
—Eso es cierto. ¿No podemos ir a otro lado?
De repente, todos los sobrevivientes lo estaban bombardeando de preguntas y Jimin solo quería que lo dejaran un momento tranquilo.
—En verdad quisiera responder a sus preguntas, pero no sé mucho —mintió —. Si me disculpan tengo algo que hacer, pero Yoongi les dará un anuncio importante, será mejor que vayan a verlo — indicó tratando de ser respetuoso con los mayores.
—Bien, iremos con el joven Min, aunque él tampoco nos explica nada. Ya pasaron varios días y todavía no vamos al refugio, ¿qué esta pasando realmente? — interrogó molesto y Jimin se mantuvo en silencio —. ¡Sabemos que algo malo sucede, pero creen que somos tontos y viejos como para no darnos cuenta! — exclamó el señor y bajó por las escaleras de caracol junto a su grupo de personas dramáticas que no dejaba de preguntar cosas al aire.
Jimin resopló una vez se fueron y se detuvo delante de la puerta de su habitación, no obstante, se dio la vuelta al escuchar una voz detrás suyo.
—Discúlpenos, usted no tiene la culpa de nada. Siempre es tan bien educado con nosotros, Jimin — le dijo la señora Jungie, mientras se acomodaba el cabello detrás de su oreja y sonreía —. Es bueno saber que todavía hay hombres amables y apuestos como usted —agregó.
Jimin sonrió, tratando de no verse incómodo.
—No es nada. No hay que ser grosero pese a la catástrofe, ¿verdad? — respondió e inmediatamente se giró a su puerta para escapar de la mujer.
Jimin estiró la perilla con fuerza y maldijo cuando recordó que esta se quedaba atascada.
—¿Se ha quedado afuera? — la mujer emitió una risilla al ver a Jimin jalar la manija desesperadamente —Si quiere puede quedarse en mi habitación. Estoy sola y sinceramente a veces me siento abandonada, quisiera algo de compañía —aprovechó en decir ella —. Usted debe estar cansado después de la búsqueda. Sé dar buenos masajes... puedo hacer que se relaje, Jimin — le dijo la mujer sin dejar de sonreír esta vez de forma coqueta.
Jimin se puso rígido. Desde que se unió al grupo no era la primera vez que esta mujer le proponía sutilmente cosas de índole indecente y aunque no había estado sexualmente con nadie desde Roseanne, lo cual le tenía un poco frustrado, jamás podría estar con alguien que pudiera ser su madre.
—Me avergüenza mucho, pero no puedo, lo siento. Tengo que abrir la puerta y quedarme aquí, Byron está adentro — dijo todavía forzando una sonrisa para zafarse de la bochornosa situación.
—Ah, el perro otra vez —ella se molestó —. No se ofenda, pero no logro entender porque se preocupa tanto por un animal, no es nada más que eso — espetó y el castaño prefirió no responder a ese comentario que sinceramente le disgusto en demasía —. Pero bueno, será otro día. Descanse, Jimin — dijo antes de alejarse por el pasillo.
Haciendo un mohín, Jimin tomó aire para relajarse y no enfadarse por un simple comentario.
Tocó la puerta varias veces y un momento después se escuchó un gran alboroto dentro. De repente, la puerta se abrió de un fuerte portazo, dejando ver a un Sunoo, despeinado, sucio y bastante agitado. Detrás del joven salió corriendo el animal de pelaje negro, emocionado por ver a su dueño e impactó contra Jimin, haciéndolo caer de espaldas al suelo.
—¡Ouch!—Jimin soltó un jadeo adolorido, mientras el perro lamía su rostro una y otra vez, moviendo la cola de un lado hacia otro en signo de felicidad —. Alguien me ha extrañado mucho.
—Yo hasta aquí he llegado — Sunoo se recargo en la puerta de manera dramáticamente —. Jamás volveré a cuidar de ese perro. ¡Jamás! — exclamó el joven que parecía agotado por tratar con aquella poderosa bestia.
—No seas exagerado, solo fueron unas horas — le dijo Jimin mientras acariciaba al canino.
—Es que debería ver como se comporta cuando usted no está acá, ¡es una fiera y no le hace caso a nadie! — exclamó y el castaño le dio una mirada escéptica.
—Pero si Byron es un angelito, ¿verdad que si? — le preguntó al Rottweiler que estaba sentado entre sus piernas con la lengua de fuera —. Si, yo se que eres un cachorrito muy obediente, cariño. Sunoo esta mintiendo — Jimin siguió hablando con su mascota, haciéndole mimos.
Jimin siguió hablando con su mascota, haciéndole mimos.
Sunoo lo miró plenamente ofendido.
—¡No estoy mintiendo! Ese perro es incontrolable. Mire como dejo mi pantalón nuevo — señaló la tela rota de sus rodillas —. También destruyó el sillón.
—Admito que es un poquito juguetón, pero no hace daños a propósito, es solo que es muy grande — justificó y después, miró a Byron con melancolía.
Muchos creían que era destructivo. Estaba seguro que si algo llegaba a pasar cuando él no estuviese nadie se preocuparía por salvar a su mascota.
—Necesito que sigas cuidándolo cuando salgo. Eres el único a quien le deja acercarse además de mi.
Sunoo hizo una mueca y suspiró largamente.
—Está bien, en realidad me gusta jugar con él — dijo el chico al notar la mirada suplicante de Jimin.
—Gracias — se levantó para darle una palmadita en la cabeza y luego fue a una mesa a dejar sus armas.
—¿Y cuándo me dejarán ir con ustedes? — preguntó el jovencito, mirando las armas con admiración y tomando uno de los cuchillos afilados, el cual Jimin le quitó al instante para evitar que se rebanara un dedo.
—Cuando seas mayor de edad, tal vez — dijo en automático y Sunoo hizo un puchero digno de un niño pequeño. Después, se dejó caer en una silla, poniendo los codos sobre la mesa y la cabeza entre sus manos —. Debes seguir practicando, ¿está bien?
Jimin acarició la cabeza del chico y este suavizó sus facciones ante el gesto.
Desde que se unió al grupo, Jimin se propuso darle lecciones para que Sunoo aprendiera a utilizar todo tipo de armas y así estuviera listo para defenderse de los muertos vivientes. Además, Jongin se ofreció en darle clases de combate a ambos.
—Tengo mucha hambre, ¿cuánto tiempo más estaremos aquí? Creí que solamente sería una parada de unos cuantos días antes de ir al refugio — expresó Sunoo y Jimin tragó saliva, nervioso.
—No te preocupes, nos iremos pronto —fue lo único que dijo —. Solo conseguí esto — le dio esa bolsa de papas fritas que encontró en el almacén, las cuales seguramente estaban rancias, pero había olvidado la cantidad de veces que ingirieron comida pasada de caducidad.
—Muchas gracias, hyung — Sunoo comenzó a comer bastante contento, mientras que Jimin sentía culpa por no decirle lo que estaba pasando.
Agobiado por todo, el castaño se sentó en el sofá que destruyó su mascota y se llevó una mano a la frente. Nada estaba yendo bien, definitivamente le iba mucho mejor cuando estaba solo junto a Byron y no era que le gustara la soledad, pero la gente lo estaba abrumando.
Ya no sabía que era más terrible, sinceramente.
Jimin agarró la fotografía familiar que tenía encima del mueble. Todavía no perdía la cabeza porque aún tenía la esperanza de hallar a Namjoon con vida. Podía parecer imposible después de un año y sabía que así era, no obstante, ¿qué perdía con intentarlo? Namjoon era un hombre fuerte y plenamente capaz. Si antes le hubieran preguntado quién de los hermanos Park sobreviviría a un Apocalipsis, Jimin hubiese apostado por Namjoon, no por él.
Debía hacer esto para conseguir resignarse y seguir avanzando por su propia cuenta, de otra forma el remordimiento de que no intenté buscarlo, nunca se iría, ese sentimiento que pudo haberse arriesgado y ganado.
Su esperanza a veces solía ser fuerte.
¿Era una debilidad o fortaleza?
—Iré a buscarte, hermano — mencionó en voz alta y Sunoo le escuchó desde una esquina del cuarto.
—¿Tiene un hermano? — le preguntó aquel cautelosamente —. Siempre lleva esa fotografía a todos lados, ¿son su familia? ¿Quiénes son ellos?
Jimin sonrió tristemente.
—Mis dos hermanos mayores, ¿son apuestos, no? — contestó él —. A uno de ellos lo perdí en Seúl, pero el otro estoy seguro que está aquí, en Busan.
Sunoo lo vio un tanto desconcertado porque no tenia sentido lo que decía el mayor —. ¿Cómo lo sabe? —tuvo que preguntar entre cerrando los ojos.
—Algo me lo dice — dijo, tal vez, para convencerse a sí mismo de eso.
Si el destino quiso que sobreviviera todo ese tiempo entonces era porque todavía le faltaba por vivir cosas importantes, o así lo creía él.
De repente, unos toquidos en la puerta hicieron que Byron gruñera enseñando los incisivos y después se parara frente a ella en posición de ataque. Jimin supo quien era gracias a eso. Abrió la puerta encontrando a Taemin parado a mitad del pasillo.
—¿Taemin? ¿Qué pasa? ¿Ocurrió algo? — le preguntó de inmediato viendo hacia ambos lados del corredor vacío.
—Ah, no. No ocurre nada malo, tranquilo — Taemin le dio una sonrisa para calmarlo y alzó las manos —. Solamente quería saber como estabas, hace un rato no te veías muy bien — le dijo suavemente.
—Oh — Jimin abrió los ojos y se relajo un poco —. Bueno, estoy bien... supongo... — dijo no muy convencido de su respuesta —¿Y tú...?
—Ah, ¿esto?— Taemin señaló su labio partido —. No es nada, fue un simple puñetazo, he recibido varios — contestó sin darle relevancia y Jimin se quedó en silencio, recargado en el marco de la puerta —. Lamento que hayas tenido que ver eso. Yo... sé que cruzamos la línea esta vez, la desesperación nos está llevando al límite y lo que dije estuvo mal, pero a veces siento que simplemente estoy perdiendo la cabeza — se encogió de hombros.
—Esta bien, Taemin. Creo que con quien tienes que disculparte no es precisamente conmigo — dijo él.
Jimin comprendía su frustración porque él también la sentía, pero jamás había sido partidario de la violencia. Ambos estuvieron mal y no se pondría del lado de ninguno. Además, tenía muy en claro que no sería la manzana de la discordia aquí.
—No volverá a pasar, te lo prometo — le dijo con una sonrisa amena —. Hola, niño —saludó Taemin al ver a Sunoo asomado curiosamente por detrás de Jimin.
—Dios, ¿pero qué le pasó? ¿Un muerto lo golpeó? — preguntó el adolescente en tono bromista.
El piloto le sonrió.
—Si, fue un muerto karateca, de hecho — contestó con una sonrisa y vio a Jimin de nuevo, quien seguía con semblante serio —. Perdón por haberte hecho pasar un mal rato. Únicamente quería decirlo y también darte esto, alguien me dijo que a Byron le gustan — le extendió una lata de atún.
—Vaya, no tenías por qué... Gracias —le dijo Jimin.
Taemin le guiñó un ojo a Sunoo cómplice, que aguanto una risilla detrás del castaño.
—No hay de que, solamente es una lata. Hubiera querido conseguir más — bufó restándole importancia —. Descansa, Jimin.
Taemin se alejó por el corredor, dejando a Jimin confundido gratamente. El piloto dio en el clavo.
—¡Taemin! —Jimin lo llamó y aquel se detuvo de inmediato—Amm, ¿quieres quedarte un rato con nosotros? — propuso con una sonrisa tímida, simplemente como agradecimiento porque el hombre pensara en su mascota.
—¡Si, quédate un rato! Nos aburrimos mucho aquí— agregó Sunoo —. El otro día encontré un juego de Barajas en una habitación, ¿pueden enseñarme a jugar?
Taemin les sonrió a ambos —. Claro, ¿por qué no? — entro a la habitación y cerró la puerta detrás suyo antes de ver velozmente por el corredor como Jongin se acercaba, pero aquel se detuvo al ver entrar a Taemin en la habitación de Jimin.
[...]
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Aquí les traigo el capítulo nueve. Espero les guste mucho y si es así, no olviden votar. Esta semana volví a la universidad, así que tengo clases hasta la noche. Por esa razón, a partir de ahora actualizare los sábados en lugar de los viernes.
Ustedes sabían que leo como 30 veces los capítulos antes de publicar porque nunca estoy conforme xd casi me los aprendo de memoria.
Jimin el hombre mas solicitado del condado jsjsjs, pero ni uno ni otro, así 🤡 van a quedar todos cuando aparezca su alfa.
¡Y ya nos estamos acercando!
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