๑'• ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴜ́ɴɪᴄᴏ • '๑
Los árboles se mecían con fuerza, casi se rindieron ante la batalla que el fuerte viento riñó, el ambiente era pesado y tenebroso, las luces de las otras casas y departamentos estaban encendidas. Todos encerrados en lo cálido de sus hogares, mientras un delgado chico contrastó y contrarió las leyes naturales. Mientras todos estaban dentro resguardándose, él estaba fuera buscando refugio.
Buscando serenidad en todo el caos que el clima ocasionaba.
Con mucha pesadez arrastró los pies por el oscuro sendero que conducía a su oscuro y atroz apartamento. Su cabello plateado goteaba el agua de lluvia que empapó cada parte de su cuerpo hasta lo más oculto y guardado.
Un movimiento sintió detrás de él, sus sentidos lo alarmaron y observó su alrededor, vacío y solo.
Nadie fuera.
Escarbando entre los árboles observaba cualquier movimiento anormal, una sombra brusca que pudiese haber.
No vio un movimiento, escuchó gemidos, jadeos y respiraciones entrecortadas diciendo balbuceos. El temor entró, no eran uno sino dos.
Sus pasos se agitaron, ya no eran simples pisadas sino un trote que empezó lento y de pronto, fue a toda velocidad, dando pisadas fuertes y erráticas en el pavimento.
— No — susurró — No, no, no, no, déjame — corrió y corrió hasta que reconoció la puerta naranja oxidada, con más de un candado, agujeros y cerraduras.
Temblando y con los nervios a flor de piel, Jimin logró abrir y tirar las cadenas que cerraban su pesada puerta. Entró y cerró la puerta de un portazo, sus vecinos saldrían en cualquier momento por el sordo ruido.
Se recostó en la puerta y observó todo su departamento o lo que alcanzaba a ver, eran pocos objetos los que poseía en eso que él llamaba "casa", tenía más parecido al interior de un puente que a un hogar.
Agarró las sillas de metal y las colocó en la puerta, amarró las cadenas, le pasó candado a las tres cerraduras y por fin soltó un respiro de alivio.
Vio hacia las ventanas asegurándose de que estuvieran cerradas, que el papel oscuro no se había desprendido y que ninguna luz o posible sospechoso viera desde afuera.
El fuerte viento recio proveniente del exterior movió las ventanas, y lo colocó en alerta sacando la navaja de su bolsillo de manera automática.
— ¿Quién está ahí? — Preguntó — ¡Sal ahora! — Nadie lo hizo.
Bajó su arma y caminó por todo el departamento, buscando algo sospechoso que le diera la prueba de que alguien había entrado, hurgado, robado o tal vez, se hubiera quedado.
Nada fuera de lugar que alarmara su ya agitado corazón.
Dejó el arma sobre la mesa y se acercó a su cocina, que constaba de una regular y pequeña cocina eléctrica, acompañado de envases de comida instantánea regados en la mesera.
Cuando abrió el refrigerador, se encontró con su reflejo tallado en un pequeño espejo que colgaba allí.
¿Quién demonios tenía un espejo pequeño en su refrigerador?
Park Jimin.
Los espejos estaban regados por todas las paredes del cubículo.
Escuchar un ruido y a través de los espejos observar si estaba o no en peligro, eran su amuleto y su seguridad.
También, su manera de controlar todo.
Por primera vez en mucho tiempo admiró lo que quedaba de él.
Su cabello dañado y largo cubría parte de sus ojos, su mirada hueca y sin vida le echaban una mirada sin gracias, las ojeras adornaban parte de sus párpados bajos y casi llegaban a sus mejillas. Sus pómulos marcados, daban la impresión de que si alguien pasaba su mano por esa zona se cortaría la piel de ambos, sus labios agrietados y casi blancos como una hoja.
Le daba vergüenza y lástima mirarse, así que desvió la mirada a un punto peor.
Un retrato de lo que fue de él.
Sonreía felizmente a la cámara; una gargantilla decoraba su cuello, el maquillaje iluminaba su expresión angelical en su sexy papel, su cabello sedoso y brillante peinado con total maestría y simpleza. Su camisa dejaba ver su cuerpo trabajado, su piel blanca y suave; el pantalón negro se ajustaba a las majestuosas piernas y realzaba de perfil su trasero.
Sus ojos brillaban con intensidad mirando la belleza a su lado, su brazo apresaba el cuello contrario, sus narices rozaban y recordaba haber inhalado su característico olor a mandarina.
Antes de cada grabación, el contrario comía una para liberar su estrés.
El modelo frente a él tenía su cabello negro azulado, poseía una belleza de ojos sesgados y oscuros como la noche que lo miraban con deseo, más allá del que debían interpretar. De vez en cuando, una sonrisa picarona se dibujaba en sus labios rosados y llenos de bálsamo. Su camisa negra estaba por debajo de sus hombros, exponiendo todos los tatuajes que el cuerpo ajeno poseía en ese momento, el pantalón negro igual de ajustado, pero, con partes rotas.
Su primera actuación en la pantalla grande con el hombre que admiraba por completo y le gustaba.
Ese retrato fue una de sus últimas fotos para la pronta emisión de la película que ambos protagonizaban.
En el lanzamiento, pronto dejarían de verse, ya no había más que producir, y más de un encuentro, besos calientes y tiernos que habían compartido en pantalla no se volverían a dar.
El problema, era que esos momentos, anhelaban repetirse con fervor.
Cada mirada que ambos se lanzaban prometían algo candente, algo de lo que si empezaban, si accedían, jamás se separarían.
Bastó una fiesta, un beso inocente que no se repitió una, ni dos por día. Si no una gran cantidad de besos y más allá de encuentros durante dos años y medio.
La relación hermosa, ejemplar t modelo a seguir, se encontraban en todas las portadas de las revistas de farándula, donde daban consejos y tips sobre cómo tener una relación casi perfecta como la de ellos.
Sin embargo, no todo es color de rosa y de amor no solo se vivía.
El infierno y pasado de su amante estaba vivo, rugiente y no quedó en paz hasta que lo arrastraron a un vacío y ciclo sin fin.
Noches sin dormir, problemas psicológicos, peleas y discusiones, hasta llegar al maltrato por celos y envidia.
Fantasma donde no los había.
Problemas que no existían.
Ambas carreras se fueron a pique, las noticias y mala fama que se fue produciendo entre ellos mandó sus vidas a la putrefacta sociedad más que baja.
Trabajos sucios que llevaron a Jimin al daño psicológico, al atentar contra su vida.
Y a arriesgar otra por defender la suya.
Irónico.
Pero eso, fue exactamente lo que pasó y destruyó al lindo y talentoso chico.
— Otra vez viendo esa porquería — Sus pies quedaron estáticos en el suelo
"No puede estar pasando, no de nuevo", pensó con el temor inundándolo
Girando sus pies, ve esa mirada, que lo enamoró, lo acarició y luego destruyó.
— Yoongi... ¿Cómo entraste? — susurró, viendo nerviosamente a todos lados.
"Laa ventanas están cerradas y la puerta también. ¿Como rayos entró?"
— ¿No lo sabes? — Le respondió rodando los ojos, luego lo miró fijamente — ¿Estás comiendo bien? — Se acercó — Te veo pálido y delgado. Tus labios no son esos de los que me enamoré, los que besé incansablemente — su mano fría tocó su mejilla — Tu piel no es la misma que toqué y saboreé durante mucho tiempo.
— Tú destruiste a ese chico con tu asquerosa vida.
— ¿A esto le llamas vida, pequeño? — El escalofrío que recorrió al menor no presagiaba nada bueno — Vida era lo que teníamos juntos.
— No.
— Vida era lo que hacíamos cada mañana al irnos a trabajar.
— No.
— Vida era abrazarte cada mañana — las lágrimas salían sin darse cuenta, su corazón latía muy rápido, su pecho temblaba y prueba de ello, era su agitada respiración — era besarte y decirte cuanto te amaba — y le besó.
Jimin temblaba mientras los labios de Yoongi abusaban de los suyos, lloraba por quererlo y no sentirlo, por querer abrazarlo y no poder hacerlo, por desear que todo eso fuera un maldito sueño; que despertaría y estaría a su lado, ambos enredados en sus sabanas de algodón, en la gran suite del edificio principal, bebiendo Martini y saciando el ferviente deseo, pasión y la lujuria que ambos sentían.
Que la iniciativa de no dejar de verse, de ser amantes y disfrutar el uno del otro aun estuviera.
Ya no aguantaba.
Su mente estaba exhausta.
Su cuerpo pedía a gritos descanso.
Su espíritu necesitaba paz.
Tomó el arma de su cintura y disparó una vez, dos veces, tres veces y nada escuchó, nada parecido a un grito lastimero o un sonido de dolor.
Abrió sus ojos y se encontró con Yoongi sujetando sus manos hacia el techo, los tres agujeros marcados allí avisaban que algo pasaba.
La imagen de Yoongi era igual a ese día. Con el cuchillo en su mano izquierda y el arma en la derecha. Sus ojos estaban inyectados de sangre y su sonrisa era hueca.
El pánico se apoderó de Jimin, quién se soltó y corrió hacia la sala, alejándose de la cocina, pero, sentado en el mueble estaba él.
— ¡Fuera de aquí!
La risa seca de Yoongi retumbó el lugar, el menor corrió hacia la habitación y por primera vez abrió las ventanas.
— No hay escapatoria, amor mío.
— ¡Ayuda! — Fue lo que se escuchó en ese frío vecindario.
Con desesperación rasgó las puertas, tratando de huir del tenebroso pelinegro que se acercaba con lentitud, todo lo que encontraba lo tiraba a los aires, los jarrones se rompieron en sus manos y agrietaron su dura piel. Sus ojos se nublaron, su cabeza se golpeaba las paredes.
Con fuerza se agarró a las baldosas del pequeño baño, sus espejos cayeron al suelo, rompiéndose en muchos fragmentos. Los vecinos se alarmaron, afuera todo era caos y temor.
Se percibía desde afuera que algo no estaba bien, pero, también avisaba que nada se podía hacer.
Que era tarde.
Que estaba mal.
Que el alma angustiada se rindió en la batalla de surgir, se agobió y se dejó llevar por el ímpetu de la corriente de caos, calamidad, angustia, desesperación, sufrimiento, tristeza y locura.
El rostro desangrado de Yoongi se reflejaba en cada lugar.
Cada espacio de su casa.
Del baño.
De las baldosas.
Lo malo triunfó, su cuerpo se hundió en la amargura, su alma se hastió de lo cruento de su ser y su espíritu tocó el fondo oscuro del abismo.
Jimin gritó y gritó.
Sintiendo el dolor de las cortadas que el mayor había dejado en su cuerpo, revivió cada maltrato que su cuerpo había sufrido, que dejaron huellas en su mente y marcas en su corazón.
Sintiendo el dolor al ver a su amor tirado en el suelo vomitando sangre, con la herida de bala brotando el líquido a mares y él con el arma en su mano.
Jimin gritó hasta quedar sin voz, hasta que sus cuerdas vocales explotaron por el esfuerzo, hasta que su cerebro se detuvo y su corazón dejó de latir.
Las noticias estaban repletas de ese mismo artículo. Corto y conciso, con más preguntas que respuestas, no se hablaba casi nada de eso. Todos estaban impactados, anonadados y sorprendidos.
En cada lugar se murmuraba del sospechoso y lamentable caso.
Joven actor, Park Jimin de 26 años de edad, fue encontrado muerto en los barrios bajos, con un arma en su mano. La razón de su muerte según estudios forenses, un ataque cardíaco.
Las investigaciones señalan y coinciden que el joven fue encontrado culpable de la muerte del también actor —y también ex–pareja— Min Yoongi, asesinado 1 año atrás.
Hoseok dejó el periódico en la mesa, sus puños se cerraron fuertemente mientras lloraba amargamente.
— Oh, Yoongi... — susurró — Terminaste matando lo más preciado que tenías. Tu sombra hizo estragos con su alma y lo llevó a la condena eterna.
Todo lo que vivieron y el dolor que sufrieron se convirtieron en heridas que sangraron a cada momento y que no sirvieron para un buen propósito.
Él era amigo cercano de ambos, pero, luego de la muerte de Yoongi, Jimin desapareció sin dejar rastro.
Sabía que él menor no tenía la culpa, y lo que hizo fue por defensa propia, desde luego, el pelinegro llevaba un gran problema mental consigo, sus distintas personalidades psicópatas terminaron arrastrando a Jimin a una depresión fuerte, a la anorexia, a la paranoia y a la pronta esquizofrenia.
Jimin no podía cargar con más, pero, tampoco quería recibir ayuda.
Su mente creaba escenas en donde ambos eran protagonistas.
El amor que sentían se distorsionó, y llevó a ambos a la muerte.
El corazón de Hoseok estaba entristecido, después de todo, Yoongi había ganado.
Había arrastrado a Jimin a su miserable película.
A su paranoia.
Porque Jimin había cerrado todas las puertas de su casa para que Yoongi no entrara.
Pero...
Jamás cerró las puertas de su mente y corazón.
END
ᴍᴜᴄʜᴀs ɢʀᴀᴄɪᴀs ᴘᴏʀ ʟᴇᴇʀ, ɢʀᴀᴄɪᴀs ᴘᴏʀ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ.
ᴇsᴘᴇʀᴏ ʟᴇs ʜᴀʏᴀ ɢᴜsᴛᴀᴅᴏ ʏ ʜᴀʏᴀɴ ᴅɪsғʀᴜᴛᴀᴅᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ʟᴇᴄᴛᴜʀᴀ.
ᴄᴜɪ́ᴅᴇɴsᴇ ᴍᴜᴄʜᴏ. ♡
ɴᴏs ʟᴇᴇᴍᴏs ᴘʀᴏɴᴛᴏ 🌻
ᵍᵉᵍᵉ
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