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⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 1 ⊰⊹ฺ

11 de Julio de 2014

Era una calurosa tarde de verano, con el sol abrasador en lo alto del cielo. La distancia era totalmente abarcada por los rayos solares que golpeaban sin piedad alguna su piel esquivando su ropa.

Deseaba llegar rápido a casa, quitarse por completo las prendas y aliviar el ardor que cargaba en sus poros con una ducha de agua fría.

Su deseo no podría ser cumplido pronto.

Aún se encontraba sentado en la oficina atendiendo llamadas y solucionándoles problemas a personas que no tenían absolutamente nada que ver con él.

Los quejidos y suspiros cansados de sus compañeros no ayudaban en lo absoluto. El sonido que producían los abanicos, hojas de papel, cuadernos o cartulina, lo que fuera que produjera algo de aire lo mareaba.

Odiaba el calor.

Odiaba las llamadas.

En momentos como ese, Jungkook se atrevía a decir que odiaba al mundo entero y al sol por cumplir su función.

Revisó el reloj en la pantalla de su computadora, notando dos cosas: la primera, que faltaba una hora para retirarse y cumplir su tan ansiado deseo y la segunda, el ícono de llamada entrante de color azul apareciendo en el centro con dos opciones, contestar y rechazar.

Cuánto le temblaba el dedo por escoger la segunda opción, pero, con toda la pesadez de su alma, optó por responder.

Durante la llamada, agradecía completamente el hecho de que no fuera una situación grave. Para él solo era, transferir la llamada al encargado del departamento y colgar, para la persona en línea, era una excusa para evadirle y dejarle en el limbo sin solución alguna.

Eso no afectaba a Jungkook.

Él solo quería irse.

Lastimosamente, otra persona estaba esperando a que se desocupara, pues al cabo ni colgó la llamada cuando apareció otra en pantalla.

— Joder — murmuró — Cuando iba a estirarme — contestó la llamada y saludó mecánicamente — Buenas tardes, departamento de atención al cliente ¿en qué le podemos ayudar?

“Mierda, me quedé sin aire” pensó y respiró disimuladamente para que no se escuchara por la bocina.

— Ojalá siempre hablaras así, Jungkook — la risa nasal y la voz grave le quitaron el aire que se había esforzado en recoger.

Jungkook miró a los lados disimuladamente, todos tenían sus auriculares y parloteaban sin parar.

— Buenas tardes ¿tiene algún problema en el que podamos ayudarle? — respondió en tono burlón.

— Uhm, la verdad es que sí — respondió — Existe alguna forma en que me puedas ayudar a acortar la distancia que hay ¿entre tú y yo?

— Ese tipo de problemas no se solucionan por estas líneas telefónicas — moduló su voz — Tae — susurró.

— Qué lástima — respondió y lo acompañó con un suspiro — ¿Falta mucho para que salgas del trabajo?

Jungkook miró de nuevo el reloj.

— Algo así — sus ojos cambiaron de rumbo cuando divisó al supervisor — Te llamo cuando llegue a casa — y colgó luego de escuchar un «Está bien, te espero».

Contaba con la suerte de que las llamadas no eran monitoreadas en su totalidad o ya lo habrían despedido del trabajo.

Realizó un conteo de los problemas más frecuentes, limpió el historial de informaciones innecesarias para los superiores e hizo la conclusión de su día.

Salió del trabajo quince minutos después de la hora de salida. Por estar fanfarroneando, se llevó más tiempo de lo esperado en guardar los informes.

Ahondó en las posibilidades del transporte para llegar a casa, los trenes no iban tan llenos pero, probablemente no tenían ventilación, divisó la parada de autobuses con unas cuantas personas, dos minutos después, el autobús sin muchos pasajeros estaba estacionándose.

Lo próximo, fue subir al autobús y esperar a llegar a la reconocida parada de casa.

Cerró sus ojos y apoyó su cabeza en la ventana. Agradecía que el sol no fuera tan fuerte a esas horas, aunque el calor era el mismo, hasta podía decir que atosigante.

Las vías estaban ligeras, las personas caminaban directo a casa para liberarse del estrés del trabajo, mientras otras, esperaban pacientemente que la noche invadiera el cielo para salir a pasear.

Su teléfono vibró y revisó una tierna notificación acompañada de un mensaje directo lo hizo sonreír.

Tae <3

Koo, avísame cuando llegues. >w<

Sonrió y guardó el teléfono. Sus días habían cambiado considerablemente desde hacía un año cuando lo conoció. Su bandeja de entrada era inexistente y podía considerarse pecado el hecho de que él tuviera un teléfono cuando no tenía a nadie con quién hablar.

Sin embargo, todo cambió cuando lo conoció en esa exposición de arte. Fue invitado por dos de sus amigos; al principio se negó, quería descansar en sus días libres y alejarse de la  gente, pero, ellos le insistieron tanto que al final cambió su respuesta.

En ese momento agradecía tanto haber dicho que sí.

Recordaba que la exposición de arte era en el teatro de la capital. Eran muy conocidos por usar materiales reciclados y que los artistas tenían discapacidad, pintaban con los pies o la boca maravillosas obras de artes.

Fue ahí donde lo conoció.

Estaba al lado del expositor principal de las obras, sostenía a los artistas discapacitados y les ayudaba a sentarse, levantarse o acercarles instrumentos que necesitaran.

Llevaba un traje gris holgado junto con una camisa blanca sencilla, su cabello color cobre estaba delicadamente peinado. La primera impresión que se llevó de ese chico tan singular, que al parecer nadie prestaba atención, que era un segundo, un ayudante o algo más, fue indescriptible.

Por inercia su mirada lo seguía, no podía dejar de verlo. Sus amigos se dieron cuenta de ello y empezaron a bromear, avergonzándolo hasta el punto de sonrojarse hasta las orejas.

Estaba totalmente embobado por su persona.

Por lo que aprovechó la oportunidad de acercarse.

Como lo había deducido, el chico sólo era un segundo de servicio, por lo que ayudaba a lo que los superiores consideraban débiles y sin valor, lo único que querían de ellos, era su arte.

Nada más.

Hubo un momento en el que uno de los artistas tropezó y se le cayeron los instrumentos. Nadie se acercó a ayudarlos, sólo ese chico, y Jungkook no dudó ni un segundo en acercarse a ayudar.

Luego de ayudarlo, compartieron una sonrisa cómplice, como si ambos supieran lo que vendría después.

La exposición era por toda la semana, y toda la semana Jungkook estuvo allí.

Al tercer día, Taehyung se sintió intrigado por esos ojos que lo seguían a todas partes con un brillo admirador en ellos.

Con los nervios consumiendo cada parte de su cuerpo, se acercó al chico de cabellos rojizos con la excusa de darle las gracias por ayudarle el primer día.

La excusa se extendió a un café y luego a caminar antes de la exposición para que conociera el lugar.

Por más que Jungkook quería retener a ese chico que tanto había llamado su atención, no podía hacerlo. Vivían a más de 16 horas de distancia, no era posible tan siquiera quedar un fin de semana, por lo que con mucho pesar, Jungkook se despidió intercambiando todas las redes sociales existentes de las que disponían, iniciando así una amistad en línea que poco a poco se fortaleció.

Taehyung había llegado a la vida de Jungkook para añadirle ese toque que le faltaba, para encender el tizón apagado en su ser.

Jungkook se limitaba a dos de sus amigos, compañeros de trabajo, los dueños de tiendas a las que regularmente asistía, sus padres y hermanos.

En eso se resumía el círculo social, si se le podía llamar así.

Sin embargo, las sonrisas que pintaban ese lindo rostro eran más frecuentes, gracias a Taehyung.

Los mensajes eran las veinticuatro horas, buenos días y buenas noches, buen provecho y que descanses.

Cada parte del día era abarcado en sus conversaciones. No había detalle que se escapara; cualquier dato así fuera innecesario con tal de no finalizar esas horas de llamadas hasta la madrugada.

Todo era lindo y adorable, lleno de tranquilidad.

Jungkook comprendió sus sentimientos en algunos de esos tantos mensajes, mas no se atrevió a confesarlos.

¿Quién se enamoraba en línea?

Era ridículo pensarlo, no se conocían lo suficiente como para desarrollar sentimientos veraces. No sabía si así era siempre Taehyung.

Después de todo, por mensajes se logran camuflar muchas facetas.

Aun así, a Jungkook le gustaba eso que Taehyung le demostraba mediante mensajes y pequeñas atenciones que podían darse en línea.

Lo mejor de su día era el momento de las llamadas nocturnas.

Se contaban lo que más podían, lo divertido de su día y lo más malo que pudieron haber pasado.

Lastimosamente, todo lo bueno llega a su fin y su burbuja de la ilusión fue explotada cruelmente y sin aviso alguno.

(...)

El sonido de llegada a la parada lo sacó de sus pensamientos. Divisó la conocida estancia y se bajó del autobús.

Caminó unas cuantas veredas hasta llegar a su reconocida casa de fachada color gris, con algunas flores que su madre había plantado días atrás cuando pasó de visita.

Introdujo la llave en la cerradura de la puerta y cuando esta abrió, notó un par de zapatos desconocidos y que claramente, no usaría él.

Cerró la puerta y cuando subió su mirada, encontró a la persona que causaba estragos a la distancia, que jugaba inconscientemente con sus sentimientos y no era nada más y nada menos que su propia culpa.

El rubio sonrió y extendió sus brazos en una clara invitación.

Jungkook titubeó al principio, pero luego, se acercó al cuerpo contrario y lo atrajo a sus brazos, se apegó a ese sentimiento que jamás sería correspondido y disfrutó de la, seguramente, momentánea estadía de Taehyung en ese lugar.

— Jungkook, bienvenido — susurró Tae en su oído.

— Eso debería decírtelo yo a ti — se alejó el pelirrojo y sonrió — ¿Estás bien?

— Lo estoy — asintió — ¿Y tú?

— No lo estaba, sinceramente, pero ahora creo que la situación cambió.

Y eso era exactamente lo que Taehyung quería escuchar. Jaló a Jungkook del traje y lo llevó a la cocina, donde había estado preparando la cena para el hombre trabajador.

— Lo mínimo que podía hacer era la cena para un hombre muy cansado — dijo con expresiones muy exageradas.

Jungkook sonrió — Gracias, aunque no es necesario — respondió apenado.

— Claro que sí — el rubio dio la vuelta en la cocina buscando el otro plato con comida — Comeré contigo y más te vale que te comas todo, no te levantas de ahí hasta que esté limpio el plato ¿Vale?

Divertido, Jungkook asintió.

Hacía tiempo que Taehyung no lo visitaba. El menor disponía de más tiempo libre que él, aun así, procuraba viajar una vez cada tres o cuatro meses.

La segunda vez que Taehyung vino a casa de Jungkook, quedó afuera por mucho tiempo, cuando el mayor llegó, estaba titiritando de frío y con ganas de arrancarle la cabeza. A raíz de eso, Jungkook le dio una llave de reserva para cuando quisiera ir a casa de sorpresa.

En medio de la cena, escuchaba atentamente cada palabra que el rubio decía, sobre su viaje, qué lo motivó a visitarlo de sorpresa y cualquier dato que apareciera en su mente que se le había olvidado decir.

Las expresiones que hacía Taehyung eran como las de un niño pequeño. A pesar de que tenían la misma edad y Jungkook era mayor por un par de meses, Taehyung actuaba con mucha emoción y hasta más adolescente.

Momentos como ese valían oro para Jungkook, los atesoraba en su corazón como lo más preciado. Esos momentos lo hacían olvidarse del estrés que traía del trabajo, del calor insoportable que aún estaba reservado en su piel.

Nada de eso importaba, solo Taehyung.

— Qué tal si te cambias esa ropa ¿y yo me encargo de fregar? — preguntó después de haber comido.

— Por favor, necesito quitarme de este puto calor.

Tae rió — ¿Qué pasó con el muy educado de atención al cliente?

— Se fue a la mierda — Taehyung se echó a reír más fuerte.

— Tienes una boca muy sucia, Jeon — dijo entre risas — Anda a bañarte y lava tu lengua, garganta y cerebro con cloro.

Con una ceja enarcada y una sonrisa se acercó al oído del menor para contarle un secreto.

— Ni bañándome en cloro con una hidrolavadora se me quitaría todo lo sucio que te haría y diría.

Taehyung se sorprendió y su rostro se coloreó de un rojo carmesí, para luego, con la poca coherencia que tenía en su mente, golpear al mayor que escapaba por el largo pasillo.

— Desvergonzado ¡Arrepiéntete! — gritó para escuchar las carcajadas del mayor.

Sentía su sangre recorrer todo su rostro, acompañado de una sonrisa nerviosa.

Se había imaginado situaciones que no debía y el calor del verano, no era un buen acompañante.

Sus emociones eran un lío y aunque no quisiera y Jungkook se lo había recalcado muchas veces, no dejaba de sentirse culpable.

Menos, debido a las circunstancias por las cuales había llegado a ese lugar.

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