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Más Allá

La tarde había caído sobre el castillo, y el sol comenzaba a desaparecer en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y morados. En los pasillos silenciosos, solo el sonido de las patas de Flash resonaba mientras caminaba hacia el jardín donde sabía que Twilight estaría. Ya había pasado mucho tiempo desde que comenzaron a conocerse, y aunque ambos aún se mantenían en sus roles de príncipe y princesa, había algo que no se podía ignorar: una atracción mutua que parecía intensificarse con cada día que pasaba.

Flash se encontraba frente a la puerta de cristal que conducía al jardín, donde Twilight, como siempre, estaba sentada bajo una de las grandes ramas de un árbol, mirando el cielo estrellado. El suave viento movía su melena, dándole una apariencia etérea, casi mágica. Pero lo que realmente captaba la atención de Flash era la forma en que se perdía en sus pensamientos, como si el mundo entero no existiera para ella en esos momentos.

Se acercó sigilosamente, disfrutando de ese pequeño momento antes de interrumpirla. Como siempre, su corazón latía con más fuerza cerca de ella, pero en lugar de sentirse nervioso, se sentía como si estuviera disfrutando de un juego. Un juego al que Twilight ya no podía escapar.

—¿Te gustaría que te interrumpiera, princesa? —dijo Flash en tono juguetón, deteniéndose justo detrás de ella.

Twilight, al principio sorprendida, levantó la vista y, al reconocerlo, dejó escapar una pequeña sonrisa, algo que él había comenzado a ver con mayor frecuencia en su rostro.

—Flash, ¿qué haces aquí? —preguntó, aunque su voz no sonaba tan fría como solía hacerlo. Era casi como si disfrutara de su compañía, aunque intentaba no admitirlo.

—Pensé que quizás una conversación bajo las estrellas podría ser interesante... —respondió él con una sonrisa cautivadora, acercándose un poco más.

Twilight intentó mantenerse seria, pero el brillo travieso en los ojos de Flash le dificultaba seguir con su habitual postura distante.

—¿Conversación? Si es por eso, me parece que tienes más en mente que solo hablar de estrellas y cosas tan triviales —dijo Twilight, con un ligero toque de sarcasmo, pero también sin rechazar la idea de continuar la charla.

Flash no pudo evitar reírse ante su comentario.

—Bueno, ¿quién sabe? Tal vez tenga algo más que compartir. —Dio un paso más cerca de ella, mirando a sus ojos con una intensidad que él mismo no había planeado. La distancia entre ellos disminuía con cada palabra, con cada paso. El aire entre ellos parecía cargarse con una energía nueva, algo diferente, algo que no habían explorado antes.

Twilight lo miró, un tanto sorprendida por la cercanía, pero no retrocedió. En su interior, sentía una mezcla extraña de curiosidad y cautela. Flash no era como los demás, y eso era precisamente lo que la atraía y la desconcertaba al mismo tiempo.

—Flash, no sé si esto es lo más apropiado... —dijo, su voz suavizándose, aunque aún intentaba mantener algo de esa distancia emocional que siempre había tenido.

—¿Apropiado? —replicó él, con una risa suave y un brillo travieso en los ojos—. Tal vez, pero también es divertido.

Sin darle tiempo a responder, Flash hizo un movimiento inesperado. Su mirada se hizo más profunda, y sin pensarlo demasiado, inclinó ligeramente la cabeza y acercó sus labios a los de ella. El mundo a su alrededor parecía desvanecerse. Twilight lo miró en shock, y antes de que pudiera reaccionar, Flash besó suavemente sus labios. Fue rápido, un gesto fugaz, pero cargado de una emoción que ni él mismo había anticipado.

Twilight, paralizada por el momento, no supo qué hacer. El beso fue breve, pero fue suficiente para que el aire a su alrededor se volviera denso, como si todo hubiera cambiado en solo un segundo.

Flash se apartó lentamente, observando su rostro, buscando su reacción. No había arrepentimiento en su mirada, solo una mezcla de desafío y vulnerabilidad. Era como si hubiera jugado con fuego y ahora estuviera esperando ver si las llamas lo consumirían.

—Lo siento si te sorprendí, princesa —dijo con una ligera sonrisa, aunque algo más serio que antes.

Twilight, aún con la sorpresa dibujada en su rostro, no dijo nada de inmediato. No sabía si debía sentirse molesta o impresionada. Por un momento, solo se quedó en silencio, procesando lo que acababa de suceder.

—Flash... —dijo finalmente, su voz suavizándose un poco—. Eso... fue inesperado.

Él la miró, y en su expresión se reflejaba una mezcla de confianza y una sutil inquietud.

—Lo sé —respondió él, bajando la mirada por un instante antes de mirar nuevamente a sus ojos—. Pero, si te soy sincero, no me arrepiento. Sé que no soy el príncipe perfecto que esperabas, pero... quizás hay algo más en mí que solo lo que ves.

Twilight sintió un ligero estremecimiento, como si algo dentro de ella hubiera despertado. Su corazón latía con una intensidad desconocida, y aunque aún intentaba mantener la compostura, algo había cambiado. Flash, a su manera, había cruzado una línea, y ella no sabía si estaba lista para seguirlo o retroceder.

Pero antes de que pudiera decir algo, Flash sonrió de nuevo, este vez más suavemente.

—Te haré una promesa, Twilight. No te voy a forzar a nada. Lo que pasó, pasó. Pero si alguna vez decides que quieras algo más que un amigo, sabes dónde encontrarme.

Sin esperar respuesta, Flash dio un paso atrás, dejando el espacio que ella necesitaba para procesar todo. Twilight se quedó allí, mirando el lugar donde él había estado, todavía en shock por el giro inesperado de los acontecimientos.

Y aunque no lo admitiera en voz alta, algo había cambiado entre ellos. Un cambio que ninguno de los dos podría ignorar.

Twilight se quedó mirando el lugar donde Flash había estado, el aire todavía cargado con la tensión del momento. Su corazón palpitaba con fuerza, y una parte de ella intentaba comprender lo que acababa de suceder. Flash había sido directo, atrevido, y aunque su gesto había sido inesperado, algo dentro de ella le decía que no era algo que debía ignorar. Pero, al mismo tiempo, su naturaleza cautelosa y distante le impedía entender completamente lo que sentía.

Se levantó lentamente del banco bajo el árbol, sintiendo el frío de la noche en su piel. El jardín parecía más grande, más solitario de lo que había estado antes. Caminó sin rumbo fijo, buscando respuestas, pero las palabras de Flash resonaban en su mente, una y otra vez: "No te voy a forzar a nada. Lo que pasó, pasó. Pero si alguna vez decides que quieras algo más que un amigo, sabes dónde encontrarme."

¿Qué significa eso para mí? pensó Twilight. ¿Qué significa esto para nosotros?

No había tenido tiempo para procesarlo. Siempre había estado tan centrada en sus deberes, en la realeza, en las expectativas que todos tenían de ella, que nunca se había detenido a pensar en lo que realmente quería, o en lo que podría sentir por alguien más. Flash era diferente a todos los demás, eso lo sabía, pero ¿era una buena idea permitir que se acercara más?

Caminó por los pasillos del castillo, sin rumbo fijo, su mente llena de pensamientos y preguntas sin respuesta. Al llegar a una de las ventanas, se detuvo y miró las estrellas, como siempre lo hacía cuando necesitaba claridad. Las estrellas nunca le mentían, siempre eran constantes, inmutables. Sin embargo, esa noche no podía encontrar la misma paz en ellas.

Entonces, algo la sacó de sus pensamientos. El sonido de unos pasos acercándose. Se giró rápidamente, encontrando a Flash de pie en el umbral de la puerta.

—¿Sigues aquí? —preguntó él, su voz baja pero llena de una calma que contrastaba con la tensión palpable en el aire.

Twilight no dijo nada al principio. Sólo lo miró fijamente. La luz tenue que entraba por la ventana iluminaba su rostro, y por un momento, Flash vio algo en sus ojos que no había notado antes: vulnerabilidad. Era una mirada que no estaba acostumbrada a ver en Twilight, la princesa fuerte, la que siempre estaba en control.

—Pensé que... tal vez necesitabas espacio —dijo Flash, con una sonrisa cautelosa, sin acercarse más. Sabía que debía ser paciente. El espacio era algo que Twilight siempre valoraba.

—No sé qué hacer con esto —dijo ella finalmente, rompiendo el silencio. Su voz era suave, casi un susurro, pero Flash la escuchó perfectamente.

Se acercó un poco, sin invadir su espacio personal, pero lo suficiente para que ella pudiera sentir su presencia.

—No tienes que hacer nada, Twilight —respondió Flash, su tono firme pero reconociendo la confusión en sus propios sentimientos—. Te dije que no te voy a forzar. Si no lo entiendes ahora, está bien. Sólo... quiero que sepas que no me arrepiento de nada de lo que ha pasado entre nosotros.

Twilight lo miró, una mezcla de sorpresa y aprehensión cruzando su rostro. Estaba acostumbrada a las emociones de los demás, a las expectativas que la gente tenía sobre ella, pero nunca había sido tan consciente de sus propias emociones.

—Flash, esto no es tan fácil para mí —dijo ella, mirando al suelo por un momento—. Siempre he tenido que ser alguien que los demás esperan que sea. No sé si puedo... no sé si quiero que las cosas cambien. Me da miedo.

Flash, que había estado escuchando atentamente, asintió en silencio. Comprendía más de lo que ella pensaba. Él también había tenido que esconder su verdadera naturaleza, vivir con las expectativas y la fachada de quien no era. La diferencia era que ahora, al menos en presencia de Twilight, sentía que podía ser él mismo, sin miedo a ser juzgado.

—No tienes que cambiar, Twilight —dijo él suavemente, sus palabras sinceras. — Y yo tampoco. No hay prisa. Lo que pasó entre nosotros no tiene que definirnos ahora. Pero quiero que sepas que estaré aquí, sin importar lo que decidas. Si algún día decides que quieres hablar, o si no lo haces, tampoco voy a presionarte. La elección es tuya.

Por primera vez en mucho tiempo, Twilight sintió algo que no había experimentado en años: libertad. No estaba atada a las expectativas de la realeza, ni a las responsabilidades del trono. En ese momento, solo era una joven princesa que, por fin, se sentía vista por quien realmente era.

La princesa respiró profundamente, mirando a Flash. No lo decía en voz alta, pero sentía que algo dentro de ella empezaba a cambiar. Tal vez aún no estaba lista para admitirlo, pero sabía que de alguna manera, las cosas entre ellos ya no serían las mismas. Y quizás, solo quizás, eso no fuera tan malo después de todo.

—Gracias, Flash —dijo ella finalmente, con una leve sonrisa, aunque sus ojos aún reflejaban una mezcla de incertidumbre y gratitud.

Flash sonrió también, contento con haber dado un paso hacia algo que podría ser algo más. Quizás el futuro aún estaba lleno de incertidumbres, pero por primera vez, no sentía miedo. Solo estaba dispuesto a seguir el camino que ambos eligieran, juntos o separados.

—De nada, princesa —respondió él, dándole un pequeño guiño antes de alejarse lentamente. La noche estaba llena de posibilidades, y aunque el futuro seguía siendo incierto, al menos ahora había una chispa de algo real entre ellos.

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El sol se alzaba en el horizonte, filtrándose a través de las ventanas del castillo. Era un día brillante, como si todo el castillo estuviera recibiendo una dosis de energía renovada. Twilight se encontraba en la biblioteca, hojeando un antiguo libro sobre historia mágica, pero su mente estaba más dispersa de lo habitual. El evento de la noche anterior seguía resonando en su mente, y no podía evitar sonreír al recordar las palabras de Flash.

La puerta se abrió de repente, y Flash entró sin hacer ruido, con una sonrisa traviesa en su rostro.

—Buenos días, Princesa. —Su tono era juguetón, y al pronunciar la palabra "Princesa" con algo de exageración, los ojos de Twilight se levantaron rápidamente hacia él, una ligera sonrisa jugando en sus labios.

—No empieces —respondió Twilight, levantando una ceja. —Sabes que no me gusta cuando me llamas así.

Flash se acercó a ella, con paso lento, pero determinado. Se detuvo justo en frente, sonriendo de una manera que ya le resultaba casi imposible ignorar. De repente, en un movimiento rápido, tomó el libro de sus manos y lo dejó a un lado, antes de que Twilight pudiera reaccionar.

—¿Por qué tan seria hoy, Princesa? —Dijo, bromeando con tono suave, pero su mirada era cálida.

Twilight frunció el ceño, pero un brillo divertido apareció en sus ojos. Ella sabía lo que venía, y lo que había comenzado a ser una costumbre. Flash tenía esa habilidad de hacerla reír incluso cuando no lo intentaba. Era como si él pudiera ver a través de sus muros.

—¿Te he dicho alguna vez que me molesta cuando me llamas así? —bromeó Twilight, cruzando los brazos de manera dramática.

Flash se rió suavemente y se inclinó hacia ella.

—Oh, ¿de verdad? Creo que eso hace que me guste más. —Dijo, y antes de que Twilight pudiera protestar, él la rodeó por la cintura con una mano y la levantó, llevándola de un giro inesperado. — ¡Te tengo!

El impulso la tomó por sorpresa, y un grito de risa escapó de sus labios. Instintivamente, trató de empujarse hacia atrás, pero Flash no la soltó, haciendo que girara en sus brazos mientras reían juntos.

—¡Flash! ¡Bájame! —exclamó Twilight entre risas, pero no le molestaba en lo más mínimo. De hecho, la sensación de estar en sus brazos le producía una sensación de ligereza que no había sentido en mucho tiempo.

Flash se detuvo finalmente y la dejó sobre sus pies, pero no la dejó escapar. Con su brazo aún alrededor de ella, su mirada se volvió más suave y un poco más tierna.

—¿Sabes? Siempre haces que las cosas sean más divertidas. —dijo Flash en voz baja, con una sonrisa juguetona pero genuina. —Aunque, tengo que admitir que a veces eres bastante... difícil de atrapar.

Twilight arqueó una ceja, con una sonrisa traviesa en sus labios.

—¿Difícil de atrapar? ¿Eso es un reto, Flash? —respondió en tono desafiante, dándole una mirada divertida. Sabía que él iba a aprovechar cualquier oportunidad para hacer una broma o desafiarla, pero algo en su actitud la hacía sentir más ligera, más relajada.

—¿Un reto? Oh, no, no —dijo Flash con una sonrisa todavía más amplia, mientras su dedo tocaba suavemente su nariz. —Digo que tienes mucho carácter. Lo aprecio. Pero también me hace pensar que te puedo hacer sonrojar en cualquier momento.

Antes de que Twilight pudiera reaccionar, Flash dio un paso más cerca de ella, sus rostros ahora más cerca que nunca. Twilight, consciente de la proximidad, se sonrojó ligeramente, pero logró mantener su postura firme, aunque sus labios temblaron con una sonrisa juguetona.

—No lo intentes —dijo ella, aunque su tono era más suave que de costumbre.

Flash, sin embargo, no pudo resistir la tentación. Aprovechó el momento y, con una risa cómplice, se inclinó un poco hacia adelante y le robó un beso rápido en la mejilla.

Twilight se quedó atónita por un segundo, y luego, como si fuera lo más natural del mundo, se echó a reír. El sonido de su risa llenó el aire, algo ligero y liberador, mientras miraba a Flash con una mezcla de diversión y sorpresa.

—¡Eso no es justo! —protestó Twilight, aunque su risa no cesó.

Flash la miró con una sonrisa juguetona, sus ojos brillando con diversión.

—Es mi superpoder —dijo, guiñando un ojo. —Puedo robar besos cuando menos te lo esperas.

Twilight lo miró de vuelta, con los ojos entrecerrados, pero no pudo evitar sonreír, una sonrisa genuina que iluminó su rostro. Por un momento, sintió que todo en el mundo se detenía, que todo lo que tenía que hacer en ese momento era disfrutar de la compañía de Flash.

—Bueno, entonces, tendré que estar más alerta —dijo Twilight, levantando una mano como si fuera a empujarse, pero al final solo lo miró, encantada y relajada por primera vez en mucho tiempo.

Flash dio un paso atrás, todavía sonriendo, pero su mirada ahora tenía algo más profundo, una especie de reconocimiento silencioso.

—¿Sabes? No me importa que seas la Princesa o que tengas un reino que gobernar. —dijo, más serio ahora, aunque su tono seguía siendo suave. — A mí me importa quién eres. Y eso es lo que más valoro.

Twilight se quedó en silencio por un momento, observando a Flash. No sabía cómo exactamente, pero en ese instante, sintió que algo dentro de ella había cambiado. Flash no la veía como una figura distante, ni como la princesa que todos esperaban que fuera. Él la veía a ella, Twilight.

Y eso, de alguna manera, la hacía sentir especial.

—Gracias, Flash —dijo, sonriendo suavemente. Y en ese instante, sus ojos se encontraron, y todo lo demás pareció desvanecerse, como si la conexión entre ambos fuera más fuerte que cualquier cosa que pudiera interponerse en su camino.

El día apenas comenzaba, pero en sus corazones, ya sabían que algo especial estaba naciendo entre ellos. Algo que no podría ser detenido, por mucho que intentaran ignorarlo.

Porque, después de todo, el tiempo había llegado para que ambos comenzaran a escribir su propia historia.


-Brightss Sentry

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