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Jugando con el Destino

El sol comenzaba a ponerse sobre Canterlot, tiñendo el cielo con tonos naranjas y rosas que se reflejaban en los altos ventanales del castillo. Flash Sentry, como siempre, estaba atento a su tarea de patrullaje, pero su mente estaba completamente centrada en Twilight. Después del breve intercambio que tuvieron el día anterior, algo había cambiado. La princesa de la amistad había bajado un poco la guardia, incluso si solo fuera por unos instantes. Flash no iba a dejar pasar esa oportunidad.

Esa tarde, mientras caminaba por los pasillos del castillo, sus pasos lo guiaron una vez más al salón donde había encontrado a Twilight el día anterior. Esta vez, sin embargo, no iba a ser tan sutil. Sabía que las reglas que ambos se imponían —su relación de distancia y formalidad— ya no eran suficientes. En el fondo, sentía que Twilight, aunque lo negara, necesitaba algo más que su título y responsabilidades. Necesitaba conexión, algo más genuino, y él estaba dispuesto a ofrecerla, aunque tuviera que hacerlo a su manera.

Flash llegó al salón, y esta vez, no hizo tanto esfuerzo por ocultarse. Sabía que ella lo vería venir. Lo que no esperaba, sin embargo, era verla completamente concentrada en unos papeles, sin darse cuenta de su presencia hasta que él habló.

—¿Puedo interrumpir a la princesa? —dijo, su voz algo más grave, jugando con el tono mientras se acercaba.

Twilight levantó la vista, y sus ojos se encontraron con los de Flash. Su rostro se iluminó brevemente al reconocerlo, pero no pudo evitar soltar un suspiro, como si ya estuviera preparada para lo que se venía.

—Flash, de nuevo... —dijo con una leve sonrisa, pero su tono aún mantenía esa distancia.

Flash se detuvo frente a ella, sonriendo con una mezcla de desdén juguetón y confianza. Decidió no andarse con rodeos esta vez. Se acercó un paso más y, sin que ella pudiera apartarse, dejó caer su voz con un toque coquetón.

—Es un poco raro, ¿no? La princesa de la amistad, sentada sola en un rincón, rodeada de papeles... —su tono se alzó con suavidad, casi susurrante—. Dime, ¿no te cansas de ser tan perfecta todo el tiempo?

Twilight frunció el ceño ligeramente, como si la pregunta la hubiera desconcertado, pero no pudo evitar que sus mejillas se tornaran un poco más rosadas. Flash, sin embargo, no se detuvo. Se inclinó un poco hacia ella, un gesto que mezclaba confianza con picardía, lo que hacía que Twilight no pudiera evitar sentirse un poco fuera de lugar.

—Digo, ¿quién va a cuidar de ti si sigues tan ocupada siendo la "perfecta" princesa? —añadió, con una ligera sonrisa de desafío.

Twilight intentó recuperar su compostura, pero había algo en Flash que le dificultaba mantener esa barrera emocional que siempre había levantado con los demás. No sabía si se trataba de su atrevimiento, de la forma en que lo decía, o de la inesperada cercanía, pero había algo que la hacía pensar por un momento.

—No estoy aquí para ser perfecta, Flash —respondió, ahora con un tono más suave, aunque algo evasivo. Ella apartó la mirada, volviendo a los papeles. Era evidente que no estaba completamente cómoda con el giro de la conversación.

Pero Flash no se iba a rendir tan fácilmente. Alzó una mano, rozando suavemente su mejilla, con un gesto tan natural que, incluso él mismo, sintió la sorpresa de su propia audacia.

—Sé que no lo estás —dijo suavemente, el tono de su voz completamente diferente al anterior, más cálido, como si le hablara en secreto—. Pero es difícil ignorar que, a veces, te vendría bien un pequeño recordatorio de que eres más que una princesa.

Twilight lo miró, sorprendida por la cercanía, pero esta vez, sus ojos no mostraban molestia. Estaba, por alguna razón, más receptiva. Bajó la vista brevemente, antes de dar un respiro profundo.

—Y tú, Flash, ¿siempre eres así? —preguntó, aunque no de forma molesta, sino más curiosa.

Flash, sonriendo con una arrogancia juguetona, se inclinó más cerca, sintiendo cómo la distancia entre ellos se reducía aún más.

—¿De qué manera? —respondió, con un guiño y un toque de picardía en su voz.

Twilight levantó una ceja, claramente más incómoda por la situación, pero había una leve sonrisa en sus labios. No podía negar que algo en él la atraía. Tal vez no de la manera en la que él lo pensaba, pero le intrigaba.

—Así, con esos... modales tan poco típicos —respondió Twilight, con un toque de sarcasmo, aunque aún se mantenía en guardia.

Flash se echó a reír suavemente, pero no se alejó. En lugar de eso, se apoyó en la mesa frente a ella, inclinándose para poder mirarla a los ojos con más intensidad.

—¿Y qué pasa si te demuestro que mi manera de ser es justamente lo que necesitas? —su tono se volvió un tanto más desafiante, pero sin perder la suavidad con la que había estado hablando.

Twilight lo miró en silencio durante unos segundos, claramente conflictuada. Estaba acostumbrada a mantener su distancia, a ser la princesa serena y controlada. Pero había algo en Flash que la hacía preguntarse si, tal vez, había algo de cierto en lo que él decía.

Finalmente, después de unos momentos de incertidumbre, Twilight susurró, casi imperceptible:

—No te hagas ilusiones, Flash. No soy tan fácil de conquistar.

Flash, sin perder su sonrisa, dio un paso atrás, levantando las manos en señal de rendición.

—Lo sé, princesa. Y me gusta ese desafío. Pero, solo recuerda una cosa... —dijo mientras se acercaba lentamente para susurrar en su oído—. A veces, el mayor desafío es que no te des cuenta de lo que realmente necesitas hasta que lo tienes frente a ti.

Twilight quedó en silencio, sintiendo el calor de sus palabras en su rostro, su respiración ligeramente alterada. Flash, por su parte, solo sonrió para sí mismo, sabiendo que el juego estaba lejos de terminar.

Y así, en ese momento, las máscaras de ambos empezaban a desmoronarse un poco más. El ambiente entre ellos había cambiado, aunque de una manera sutil. Flash Sentry había jugado con los límites de la formalidad, pero algo en su actitud seguía desafiando las reglas. Twilight, por otro lado, comenzaba a encontrarse atrapada en ese tira y afloja, entre su deber como princesa y la conexión que, aunque le costaba admitirlo, comenzaba a sentir con él.

A pesar de sus esfuerzos por mantener su distancia, cada encuentro con Flash dejaba una huella en su mente, una que no podía borrar fácilmente. Él no solo había logrado infiltrarse en su vida, sino también en sus pensamientos, algo que no sucedía con nadie más.

Pero Flash no era un príncipe ni un noble, no era el tipo de persona que Twilight había planeado que estuviera cerca de ella. Y sin embargo, allí estaba, con esa sonrisa arrogante, esos ojos seguros de sí mismos, y esa confianza que parecía inquebrantable.

Unos días después del último encuentro, Twilight se encontraba nuevamente en el salón de audiencias, revisando informes de los reinos vecinos. Una reunión con los demás gobernantes se acercaba, y aunque la presión le causaba incomodidad, se mantenía firme. Pero en su mente, la imagen de Flash no la dejaba en paz.

De repente, una pequeña sombra apareció en la puerta, y antes de que pudiera decir algo, la figura ya se había acercado con paso firme.

—¿Cómo va todo, princesa? —dijo Flash, con su tono juguetón y una sonrisa que claramente no tenía intenciones de irse a ningún lado.

Twilight lo miró, conteniendo un suspiro. Lo último que necesitaba era que él interfiriera en sus pensamientos en este momento, pero sabía que no podría ignorarlo. La misión que había estado tratando de organizar la tenía más tensa de lo que quería admitir.

—Flash, ¿no crees que tienes una habilidad especial para aparecer justo cuando estoy más ocupada? —dijo, aunque su tono no era tan serio como antes, más bien... fatigada.

—Es una habilidad que desarrollo con práctica —respondió Flash sin perder su sonrisa. Se acercó a ella de nuevo, casualmente apoyándose en la mesa, mirando los papeles que Twilight estaba revisando. —Pero, creo que lo que realmente quiero saber es qué pasa contigo, princesa. Pareces... diferente hoy.

Twilight levantó una ceja, mirándolo de reojo. Sin embargo, en lugar de sentirse irritada por su proximidad, algo en su interior le hizo sentirse ligeramente... curiosa.

—¿Diferente? —preguntó, aunque sabía a lo que se refería. Flash siempre tenía una forma de hacer que las cosas parecieran menos formales, menos frías.

—Sí —respondió, sin apartar la vista de ella. Se acercó un poco más, manteniendo el contacto visual. —Tu semblante... no es el mismo de siempre. No es el de la princesa organizada y seria que todos esperan. Hoy, parece que te has dejado un poco llevar por la vida. O, al menos, por el estrés.

Twilight, sorprendida por la claridad de sus palabras, sintió que su guardia caía un poco. Le dio una mirada, tratando de recuperar su compostura.

—¿Y qué sugieres que haga al respecto, Flash? —preguntó con algo de dureza en su voz, pero sin el mismo ímpetu de antes. El estrés era real, pero el simple hecho de que él se hubiera dado cuenta de algo tan sutil... le hizo preguntarse si, tal vez, había más en él de lo que pensaba.

Flash se cruzó de brazos, sin apartar su mirada de ella. Sabía que había algo detrás de ese tono que Twilight usaba. No era una princesa distante, era una joven con responsabilidades que, en ocasiones, la desbordaban. Y, aunque no podía decirlo abiertamente, algo en él le impulsaba a querer hacerla sonreír de nuevo.

—Sugeriría que... descanses un poco. —dijo con tono suave, casi serio, pero con ese toque inconfundible de coquetería—. O tal vez... que dejes de cargar con todo tú sola.

Twilight lo miró con algo de sorpresa. Sabía que Flash siempre tenía una actitud desenfadada, pero ahora había algo en su tono que la hacía sentir que las palabras que usaba no eran solo una broma. Eran más cercanas a un consejo genuino.

—¿Y cómo se supone que debería hacer eso? —preguntó, aunque ya no estaba tan segura de si se refería al consejo o a la cercanía de él.

Flash, viendo la oportunidad, dio un paso más cerca, y esta vez, sus palabras fueron aún más atrevidas.

—Solo deja que te ayude un poco. No tienes que hacerlo todo sola, ¿verdad? —sonrió de manera insinuante, como si estuviera probando los límites de la conversación. —Y si eso incluye hacer que te relajes... tal vez puedas dejar que yo te dé una mano.

Twilight se quedó en silencio por un momento, mirando cómo él parecía no ser tan consciente de lo que acababa de decir. O quizás sí lo sabía. Su corazón latió un poco más rápido, y aunque intentó mantener la compostura, había algo en la manera en que él la miraba que la hacía dudar.

Finalmente, respiró hondo y, en lugar de responder con una reprimenda, lo miró fijamente.

—Eres imposible, Flash. —dijo, con una ligera sonrisa en sus labios, como si fuera un reto aceptado, aunque no lo dijera explícitamente. —Y me pregunto, ¿qué haría sin ti?

Flash sonrió con confianza, sabiendo que había dejado una huella. No importaba cuán fría fuera Twilight por fuera. Había logrado algo que muchos no podían: había logrado colarse en su mundo, incluso si solo fuera un pequeño espacio.

—No te preocupes, princesa. A veces, la respuesta es simple. Solo necesitas un descanso. Y, si me permites, un poco de compañía.

Twilight, finalmente dejando que la suavidad de la conversación relajara su postura, dio un paso atrás y sonrió levemente.

—Tal vez... —murmuró, como si la idea no fuera tan mala después de todo.

Y, en ese preciso momento, Flash supo que la distancia que ambos mantenían, aunque todavía existente, comenzaba a desdibujarse. El juego entre ellos solo se estaba intensificando, y no podía evitarlo.

-Brightss Sentry

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