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💀11💀

El ambiente se puso mucho mejor con el inicio de las carreras.

La mejor decisión de Jimin fue reunirse con Tony y Hoseok, ambos alfas estaban entusiasmados con la energía explosiva del lugar, sin prestarle atención a los negocios aburridos que se llevaban a cabo en la terraza principal.

—Nos honras con tu presencia, belleza —dijo Tony con una sonrisa boba. El americano se encontraba ebrio, siendo un excelente entretenimiento para quienes le rodeaban.

—¿Por qué estás aquí y no allá con los grandes del juego? —preguntó Hoseok, indicando con la mandíbula el lugar donde estaban reunidos todos los líderes de grandes organizaciones, incluyendo al presidente.

Jimin miró en dirección a la terraza. Ahí estaban Hwasa, Siwon y Yoongi, los tres líderes rodeados de omegas, bebiendo y manteniendo una conversación que parecía ser importante con Kang SooJong.

—Me aburre escuchar las mismas cuestiones sin fundamento —respondió con un encogimiento.

—Aun así, ahora eres un líder más del triángulo, ¿o no? —indagó Hoseok con una ceja arqueada.

—Es lo que dicen —murmuró Jimin con complicidad—. Dejó de ser relevante cuando vine como acompañante del presidente, sólo que no puedo estar a su lado en esas negociaciones.

—Comprensible —comentó el americano, encargándose de mirar atentamente al omega—. Un chico lindo e ignorante de lo que verdaderamente pasa a su alrededor podría convertirse en una presa más entre la jauría de lobos que están sueltos.

—Con la diferencia abismal que el verdadero ignorante es aquel que se cree conocedor experto —agregó Jimin, provocando sonrisas en los dos alfas.

—¿Algo para tomar? —habló Hoseok—. Pide lo que quieras.

—Un cigarrillo —respondió el omega, paseando los ojos a su alrededor.

Jung le ofreció la cajetilla abierta, entonces Jimin tomó un cigarrillo que fue encendido por cortesía de Tony. Dio la primera calada con la cabeza inclinada hacia atrás, soltando el humo lentamente que pasó a mezclarse con los demás olores del ambiente.

El omega se sentó encima del capó del bugatti que pertenecía a Tony. Miró en silencio como las personas se mezclaban entre ellas, las apuestas, los gritos eufóricos, los besos mezclados con alcohol y las risas descontroladas que hacían parte de los bailes encima de los autos cubiertos de licor.

Consumió con placer el cigarrillo hasta que no quedó nada más que el olor en sus manos y el aliento caliente que salía de sus labios. Miró nuevamente a su alrededor, buscando algo, o nada en lo absoluto; era más bien como una vieja costumbre que no se había perdido con los años, y que, en la mayoría de las ocasiones le entregaba buenos resultados.

Y esa no fue la excepción.

En el inicio de la pista de carreras miró a Zella, la loba fiel a Morlov estaba acompañada por un grupo completo que Jimin reconoció con facilidad. Todos ellos eran miembros del núcleo, pero sus ojos todavía no podían encontrar al líder.

—Todos pertenecen al núcleo. —La voz de Hoseok hizo que la búsqueda de Jimin quedara en el olvido. El omega giró para encontrarse con los ojos del pelinaranja.

—Lo sé —respondió con calma—. Estaba buscando al líder de ese grupo.

—Morlov no confirmó asistencia —informó Hoseok con las cejas juntas—. Es extraño, parece que le gusta mantener una especie de privacidad.

—En absoluto. De lo contrario nadie sabría que se encuentra en la ciudad —debatió Jimin, y sus palabras cobraban mucho sentido al analizar la situación.

—¿Qué tanto conoces al líder de los rusos? —preguntó Jung.

—Lo conozco desde hace mucho tiempo, claro que, si mi respuesta ambigua te resulta insuficiente, eres libre de seguir averiguando por tu cuenta —contestó el omega, y la comisura de su boca se curvó poco después.

La sonrisa de Hoseok fue en extremo amplia. Las palabras dichas por el omega iban acompañadas por incitación y desafío, y el alfa admitió caer con facilidad en las provocaciones de uno de los mejores jugadores que tuvo el placer de conocer en ese tablero de ajedrez al que llamaba vida.

Así que, de una u otra manera, Hoseok terminó comprendiendo a su amigo y líder. Yoongi cayó por completo bajo los encantos de Park Jimin, aunque el alfa Min continuara un poco renuente, la realidad era esa.

—Investigaré un poco —decidió, mirando los ojos avellanas con travesura—. Lo haré para saciar mi curiosidad y nada más.

—Un poco de curiosidad no hace daño —dijo el menor, restándole importancia—. Sólo debes tener cuidado con la cantidad para tener una buena vida.

—Ya tengo una buena vida —se jactó el alfa con los brazos extendidos—. Abundancia en dinero, omegas, armas y licor. Bendita sea la puta diosa luna por todo.

—Ah, me entretiene escucharte —admitió Jimin con una mueca entretenida—. ¿Desde cuando eres creyente?

Hoseok sonrió, se acercó lo suficiente al omega, inhalando de la exquisitez de sus aromas un par de veces, para luego terminar susurrando:

—Desde que exclamé plegarias cuando me encontré perdido entre las piernas desnudas de mis amantes.

—¿Y qué les suplicabas? —inquirió Jimin, sin inmutarse por la cercanía del alfa.

El mayor de ambos se alejó un poco, solamente para mirar los ojos del omega cuando respondió:

—Que me apretaran más.

Compartieron una sonrisa que les pareció más divertida que otra cosa. La conversación fluyó con naturalidad, diversos temas fueron abordados, y el destacable resultó ser el que involucraba a las carreras de esa noche.

—Tony ganó la carrera de apertura, así que ya no puede participar en las demás —contó Hoseok—. Le dije que se esperara para la estelar de la noche, pero no me hizo caso el muy hijo de puta.

—Te estoy escuchando —le recordó el americano, pero la verdadera atención de Tony estaba en la hermosa mujer que lo tenía encerrado con las piernas.

—¿Cuál es la diferencia de una con la otra? —preguntó Jimin con cierto grado de curiosidad.

—La carrera de apertura es más simbólica que otra cosa —explicó Jung—. Es el paso que da a conocer a todo el público lo que pasará, lo interesante viene después —siguió—. Cada carrera está valorada en miles de dólares, algunos apuestan más que billetes, y en la estelar es cuando los cabecillas de cada organización escogen a un corredor que patrocinarán. Es una locura.

—¿Qué más? —cuestionó el omega.

—El ganador reclama un premio especial —respondió Tony en lugar de Hoseok—. Puede obtener lo que sea, y es su patrocinador quien debe cumplirlo.

—¿Y si quiero matar a alguien?

—Es válido. El patrocinador cumplirá con lo que sea —respondió el pelinaranja—. Es la forma que tienen para alardear todo el poder y dinero que poseen.

—Presumir y sólo eso, por supuesto que no me sorprende —comentó Jimin, y de pronto tuvo una mejor curiosidad—. ¿Qué pasaría si el ganador quiere la completa voluntad del patrocinador? Es decir, que exija como premio esclavizarlo, no indefinidamente, sino por un período de tiempo.

Un silencio bastante prolongado fue lo que obtuvo a cambio. El omega no se perdió las expresiones de ambos alfas, incluso había sorprendido a la mujer que acompañaba a Tony, quizá por sus palabras osadas, o porque ella ni siquiera lo había pensado de esa manera.

—No tengo idea de cómo responderte —dijo Hoseok tras un tiempo de silencio—. Lo que sé es que el patrocinador cumple con todo, así que la respuesta sería un sí.

—En ese caso, creo que me gustaría participar en la carrera —comentó Jimin, provocando que tanto Jung como el americano abrieran los ojos en estupefacción.

—¿Tú qué? —preguntó el moreno, sus párpados subiendo y bajando con rapidez.

—¿Qué? ¿Acaso no puedo? —inquirió el omega, ladeando la cabeza.

—No, no es eso. Claro que puedes, pero necesitas cumplir con algunos requisitos que se piden —explicó Hoseok.

—¿Qué clase de requisitos?

—Debes pertenecer de forma oficial a una de las organizaciones que pagan estos eventos, ser mayor de veinte años, tener permiso para conducir, y, el auto que usarás en la carrera debe pertenecer a tu patrocinador.

—Me falta lo último —murmuró—. ¿Qué auto trajo Yoongi?

—¿Piensas hacer que Min te patrocine? —La pregunta hecha por Tony no tenía cabida en la conversación, pues las intenciones de Jimin quedaron bastante claras desde el principio.

Hoseok sin embargo, terminó sonriendo al entender el juego del omega.

—Un Porsche 911 negro —respondió la duda del menor—. Está en el estacionamiento y no te lo van a entregar sin el permiso de Yoongi.

—Esperen, esperen —habló Tony—. A Min no le agrada mucho patrocinar. Todos sabemos que Siwon es el que lo hace.

—Pero yo quiero que Yoongi lo haga —dijo Jimin, para luego ponerse de pie—. Es la única manera de quitarme el aburrimiento.

El americano abrió y cerró la boca, mientras que Hoseok se limitaba a alzar ambos pulgares como una muestra simple y silenciosa de apoyo.

Jimin comenzó a mezclarse entre las personas, miró una vez más en dirección a la terraza sólo para descubrir que la conversación seguía; sin embargo, también sirvió para que su mirada conectara con la del alfa Min.

Yoongi lo miraba atentamente, ignorando a la mujer que tenía en el regazo para darle toda su atención al omega.

El castaño fue el primero en desviar la mirada para concentrarse en lo importante. Caminó entre las personas, sintiendo el peso de los ojos gatunos que lo seguían a todos lados, hasta que finalmente se perdió del enfoque cuando llegó al área de estacionamiento.

Encontró el auto que buscaba con rapidez. El coche de Min se encontraba en la primera fila, siendo el único de color negro. Luego detalló en el almacén de las llaves que estaba asegurado, y en los dos cuidadores que ya le estaban mirando.

—Buenas noches —saludó con una sonrisa encantadora.

—En verdad son buenas —habló uno de ellos, mientras miraba al omega de pies a cabeza—. ¿Podemos ayudarlo en algo?

—Sí, me gustaría sacar el Porsche del estacionamiento —indicó, al mismo tiempo que apuntaba en dirección al auto—. Hay una carrera que quiero ganar.

El mismo hombre que lo recibió fue hasta una computadora y comenzó a teclear algunos datos en silencio. Cuando terminó, miró al omega y negó con suavidad.

—Es el auto del líder Dragón, no podemos dárselo sin el permiso de él.

—Entonces contáctelo —solucionó Jimin.

—No será posible —habló el otro hombre, rompiendo el silencio en el que estuvo—. El alfa Min se encuentra en una reunión importante y prohibió que se le molestara.

El omega resopló antes de responder:

—Bien, lo haré yo por ustedes —decidió, y luego tomó el móvil para llamar a Yoongi.

Los hombres palidecieron en el mismo momento que una voz ronca respondía la llamada del omega.

—¿Deseas algo?

—Tu auto —respondió, con sus ojos atentos a los cuidadores que tenía frente a él.

—¿Por qué? ¿Ya quieres irte?

—No. Más bien quiero participar en la carrera estelar y elegí tu Porsche para hacerlo.

Olvídalo precioso, no soy un patrocinador.

—Conmigo lo serás, alfa —canturreó, escuchando el suspiro profundo de la otra línea.

No me conviene que ganes, y es lo que pasará si participas.

—Así que... ¿el gran Min no puede complacerme con algo tan simple como esto?

Escuchó una risa ronca y luego una respuesta:

Soy capaz de complacerte en todo. Pásame a cualquiera de los cuidadores.

Jimin extendió el teléfono al hombre que más había hablado, notando como se ponía a sudar antes de formular dos palabras coherentes.

—¿S-señor Min? —El tono interrogativo del hombre llevaba más miedo que otra cosa.

La orden de Yoongi fue directa.

Entrégale el jodido auto.

—Como ordene, señor —musitó el hombre, y al segundo siguiente la llamada finalizó.

El alfa le entregó el móvil a un sonriente omega. Luego de ello, ambos cuidadores no dijeron nada más, sólo se dedicaron a entregarle las llaves a Jimin, quien no perdió tiempo y se subió al auto para llevarlo a la pista de carreras.

Yoongi guardó el móvil en su bolsillo, dio un golpecito a los muslos desnudos de la omega que parecía estar cómoda en su regazo, y con esa acción la chica se puso de pie.

Se estiró en su asiento cuando se encontró más cómodo, llevó a sus labios el vaso de whisky y bebió, formando una sonrisa mezquina en el proceso.

Debía admitir que se encontraba aburrido. La eterna palabrería de Kang lo tenía hastiado, el hombre en verdad tenía energía e idiotez suficientes como para pensar que esos negocios realizados le convenían, de otro modo, no existía otra explicación para la sonrisa autosuficiente que acaparaba todo el rostro del hombre mayor.

Hwasa y Siwon estaban haciendo un excelente trabajo con SooJong. Yoongi se limitó a escuchar, sin la mínima intención de advertir a su suegro que de verdad se estaba metiendo en terreno inestable, y que existían muchas posibilidades de perder la cabeza en su búsqueda latosa de poder.

Estaba concentrado en el líquido cobrizo cuando escuchó un comentario de Kang que no le agradó.

—Ya ha pasado mucho tiempo y dejé a mi acompañante desatendido. Lo mejor será que me reúna con él, es demasiada descortesía.

—Él está sobreviviendo sin tu encantadora presencia, Kang —habló Yoongi, con un ligero toque de desdén—. Incluso puedo asegurarte que se encuentra bastante entretenido.

—¿En base a qué lo aseguras? —preguntó el presidente, sin dejarse amedrentar.

—Bueno, el chico está interesado en participar en la carrera estelar de la noche —comentó con aparente desinterés—. Imagínate que quiso mi auto para correr, y, ¿cómo podría negarme a tal honor?

El rojo fue el color que llegó al rostro de Kang SooJong, pese a ello, el hombre hizo acopio de su compostura.

—Bien pudo pedir mi auto —comentó con tranquilidad.

—Las cosas no funcionan así, Kang —dijo Yoongi con una sonrisa ladina—. Para las carreras se utilizan verdaderos autos que llenen todas las expectativas de sus corredores —soltó con malicia—. No te ofendas, pero entre todo eso, mi motor era el único que podía satisfacer sus deseos.

El juego de palabras fue entretenido para los otros líderes. Yoongi se estaba aprovechando de la ignorancia de Kang en el tema para atacarlo con indirectas. Resultaba entretenido, y por ello decidieron participar en la conversación.

—Nunca creí ver la noche donde cederías ante alguien y te convertirías en patrocinador. —El comentario de Hwasa era genuino, ella nunca creyó que algo así pasaría.

—¿Por qué? —cuestionó Siwon, olvidándose de la presencia del presidente—. Conoces las implicaciones de ser patrocinador.

—Existen excepciones —respondió Yoongi sin agregar nada más.

—Por supuesto —concedió Hwasa con una sonrisita que alimentó la sensualidad de sus labios rojos.

—Deberías irte, Kang —habló Siwon—. La carrera estelar es más bulliciosa que las demás y no es conveniente que personas indeseadas te vean aquí, ¿sí sabes a lo que me refiero?

—Pero Jimin vino conmigo —debatió el hombre, sintiendo remordimiento con la idea de dejar al omega solo en un lugar como ese.

—Oh, no te preocupes por él —respondió Hwasa—. Nos encargaremos de mantenerlo seguro hasta que la carrera finalice. Podrás contactarlo cuando lo creas conveniente, pero a ti no te conviene seguir aquí.

—Ahora largo —gruñó Yoongi.

Min terminó con la conversación cuando se puso de pie, miró su reloj para darse cuenta que la carrera estelar estaba por comenzar, así que, sin importarle nada más comenzó a caminar para salir de la terraza.

Se encontró con un ambiente diferente y mucho más animado. Todas las personas estaban aglomeradas en la orilla de la pista de carreras, lugar donde cuatro autos esperaban la señal para demostrar velocidad y agilidad.

Uno de ellos sobresalía por su elegante color negro. Los ojos del alfa quedaron puestos en ese auto, determinado a seguir los movimientos del conductor.

—¿Quién es el chico que maneja tu auto?

Yoongi expulsó un resoplido, cansado de encontrarse a Baekhyun en los momentos menos indicados. Metió las manos a los bolsillos del pantalón y se mantuvo concentrado en el inicio de la carrera.

—¿Es algún amante ocasional? —presionó el omega.

—No —respondió tajante.

Baekhyun sonrió complacido con la respuesta que obtuvo, se acercó un poco más al alfa y trató de continuar con la conversación; sin embargo, descubrió que no sería posible debido a que el mayor se movió del lugar para reunirse con Hoseok y Tony.

El disparo al cielo y los sonidos estridentes de los motores animaron a la multitud. Yoongi se fijó en la pista, sonriendo ladino cuando el lujoso Porsche negro tomó la delantera con facilidad.

—¡Carajo! —exclamó Tony, el americano daba saltos encima de su auto—. ¡Ese chico sí sabe cómo domar una bestia!

Los autos se perdieron de vista cuando ganaron una distancia considerable, sólo entonces Yoongi se concentró en Hoseok. El pelinaranja fumaba tranquilamente, como si no tuviera una mirada insistente y pesada encima.

—¿Acaso quieres besarme? —preguntó Jung, sin molestarse en mirar a su amigo.

—¿Quién de ustedes le dio la brillante idea de participar en la estelar? —preguntó directo.

—Ah, no sé por qué te sorprendes —dijo Hoseok—. Es un omega bastante liberal y creativo.

Yoongi alzó una ceja, con sus ojos cubiertos por un ligero matiz de irritación que supo combinar con la fuerza de sus gestos naturales.

—No sabía que lo conocías tan bien, Hope —murmuró, dibujando un rictus amargo.

—Mejor diviértete, Min —propuso el alfa menor con rapidez—. Reza para que Jimin no gane, nunca se sabe lo que podría exigir como premio a su bondadoso patrocinador.

Al líder del dragón negro le importaba una absoluta mierda lo que el omega le pidiera, lo complacería sin problemas. Sus pensamientos estaban ligados en algo que le resultaba más patético y, por esa misma razón no pensaba exteriorizar ninguno de ellos.

Si Jimin ganaba (Yoongi estaba seguro que así sería) llamaría la atención de todos, y ahí no lo conocían como Amox, así que, para el público, los patrocinadores y demás sería un omega sexy que venció en una carrera. Motivo suficiente para que los alfas hicieran una cacería por él.

Y bueno, Yoongi no quería arrancar cabezas.

—¿Por qué Tony no esperó la estelar? —indagó, entreteniendo su lengua con el piercing que le adornaba el labio—. Siwon se quedó sin corredor porque Taehyung no está aquí.

—Por idiota —simplificó Jung.

—¡Te escuché! —gritó el moreno, bajándose de un salto del auto.

—Montana, eres un idiota —le gruñó Min.

—Jimin está corriendo por la organización, así que no hay problema —se defendió, cruzándose de brazos en posición defensiva.

Yoongi palmeó el hombro del moreno, quizá con mucha, demasiada fuerza.

—¿Sabes quién tendrá que lidiar con el omega demente?

—No es como si te costara —dijo Tony con un encogimiento de hombros—. Te puede pedir sexo, dinero, que mates al presidente, y tú irías juicioso a cumplirlo.

—Últimamente estás más imaginativo, Montana.

—Es la verdad —se entrometió Hoseok, ganándose una mirada airada del líder.

Poco tiempo después los sonidos combinados de los motores avivaron la euforia del público. Yoongi se concentró en la línea de meta, divisando las luces lejanas que ganaban cercanía con los segundos marcados por el reloj.

—Oh, mierda —susurró, con su concentración fija en el Porsche que se desplazaba a una velocidad escalofriante en dirección a la línea de meta.

La distancia que el auto negro marcó de los otros competidores fue una locura que puso al público a gritar enloquecido. La energía vivaz explotó sin contención en el momento exacto que el Porsche atravesó la línea de meta, imponiéndose como el máximo ganador de la noche.

El auto frenó de inmediato, las ruedas marcaron el asfalto con una densa capa de humo que sólo pudo ser atravesada por las luces que quedaron en dirección a Yoongi.

El líder del dragón negro alzó una ceja, curioso. Jimin no bajó del automóvil, más bien encendió y apagó las luces, dando una clara señal que captó enseguida.

Fue así como Yoongi subió a su propio auto, en el asiento de copiloto, perdiéndose del lugar, con un público en demasía confuso y curioso.

Condujo por veinte minutos aproximadamente, lo hizo hasta que llegó a un lugar apartado donde podría aparcar sin mucho lío para salir a tomar el aire fresco de la reciente madrugada.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó Yoongi, mientras trataba de encontrar algo que le resultara familiar.

El omega no respondió. Salió del auto y se apoyó en la parte delantera, buscó a tientas un cigarrillo pero no tuvo tanta suerte al encontrarlo. Al final, fue el alfa quien le entregó uno que ya estaba encendido.

—Estás ansioso por algo —murmuró el mayor, para luego ubicarse a un lado del omega.

Jimin soltó el humo con lentitud, se permitió ese momento para detallar en las luces lejanas de la ciudad y en la escasa iluminación de la luna. Yoongi estaba viéndolo a él, por supuesto que era un detalle que no podía seguir ignorando.

—¿Qué vas a darme, Min? —cuestionó finalmente, para luego dar una calada más.

—Dime lo que deseas —habló el mafioso.

Hubo una sonrisa pequeña que surcó los labios gruesos del omega. Jimin enfrentó a su acompañante, lo miró fijamente a los ojos, en la misma línea de tiempo que apoyaba ambas manos en el Porsche, dejando encerrado al alfa entre él y el auto.

—Primero dime las limitaciones —pidió el menor, sin dejar de mirar los ojos oscuros.

Yoongi esbozó una sonrisa ladina antes de afirmar:

—No hay limitaciones.

—Piénsalo bien, alfa —aconsejó Jimin, luego dio otra calada y siguió—: es a mí a quien vas a complacer, y lo que quiero no es sencillo de conseguir.

—A ver, precioso, pongamos las cosas en orden —dijo el alfa—. En primer lugar, no me diste opción. Pediste mi auto y a sabiendas que no iba a negártelo participaste en la carrera que fue sencillo para ti —aseguró con naturalidad—. Así que, dime lo que quieres a cambio. Voy a dártelo.

—¿Estás seguro? —jugueteó Jimin, con su voz rozando el tono necesario para hacer notar la presencia de su omega.

—Completamente —susurró, con voz más ronca, como respuesta al estímulo del tono melódico del omega.

—¿Y si quiero toda tu fortuna? —indagó curioso, dejando escapar el cigarrillo para poder jugar con la cabellera oscura del más grande.

—Te la entrego.

—¿Y si quiero tu imperio?

—Te hago mío para ponerlo a tus pies.

—¿Es una propuesta indirecta?

—No, es una respuesta a tu pregunta.

El omega se acercó lo suficiente para dejar un beso suave en la mandíbula marcada del alfa, lo hizo con lentitud y delicadeza, impregnando su marca aromática en la piel pálida que respondió a su toque.

—Yoongi —pronunció con mayor seriedad—. En verdad quiero pedirte algo, pero no confío en tus capacidades para cumplirlo.

—¿Subestimas mis alcances?

—Todo lo contrario —se sinceró con un suspiro, alejándose un poco para que el frío se encargara de tranquilizar sus pensamientos.

—¿Cuál es el problema entonces? —inquirió con una mueca que evidenciaba confusión.

Jimin desvió la mirada por un momento. Si era sincero consigo mismo, tendría la facilidad para admitir la tensión que comenzaba a llenarlo de pies a cabeza. Decidió que no lo era, pero también llegó a la conclusión de que no retrocedería.

Es por ello que miró nuevamente al alfa. Yoongi estaba atento, con los brazos cruzados y esperando por una respuesta.

—Quiero que cures a Petit —soltó, al mismo tiempo que apuñaba ambas manos.

El alfa no demostró cambios en su expresión. Estuvo tranquilo, y al final terminó asintiendo.

—¿Es lo único que quieres? —interrogó en voz baja.

El pedido del omega era sencillo si tomaba en cuenta todas las posibilidades que se formaron en su mente. Curar a la niña no sería un problema, y también le convenía a él que sucediera de esa forma. Petit sería una infante normal, y el químico amenazante desaparecería del radar del circuito.

—Es lo que quiero —respondió Jimin—. No tengo los medios para hacerlo, pero tú sí —aceptó—. Tienes el dinero, el equipo y el personal. Sólo debes dar la orden.

Jimin estuvo investigando antes de tomar la decisión. Resulta que, los laboratorios trabajaban exclusivamente bajo las órdenes de Min Yoongi. Hwasa, Siwon, ni siquiera él podían intervenir, sólo el líder del dragón negro, así que las oportunidades se reducían a una sola.

—Está bien —aceptó el alfa, notando como el chico frente a él lograba relajarse un poco—. Me gustaría hacerte una pregunta, es simple curiosidad.

El omega se situó al lado del alfa, la cercanía logró que sus cuerpos se rozaran y sus aromas se combinaran con una facilidad que resultaba escalofriante y desconcertante en algunos puntos específicos.

—¿Qué quieres saber? —indagó Jimin, con ambas manos en los bolsillos del pantalón de cuero.

—¿Qué harás con la niña cuando esté completamente sana? —preguntó, volteando en dirección al menor—. Entiendo que la protejas ahora, pero luego ella será completamente normal.

Jimin tardó tiempo en responder.

—No lo sé —terminó diciendo—. Lo más probable es que la entregue a un refugio donde pueda ser adoptada por una familia decente —torció el gesto ante la idea—. Sería lo mejor para ella.

—¿Por qué la llamas Petit? —inquirió con verdadera curiosidad—. La cachorra se llama SuLee, pero tú siempre la llamas Petit.

—Pensé que ya habíamos terminado con el interrogatorio —comentó Jimin con una mueca.

—Ah, no te pongas a la defensiva, precioso —suplicó Yoongi con un puchero—. Mis intenciones son saciar la curiosidad que tengo, además, esa información no es relevante en un asunto externo a esta conversación.

El omega se mantuvo en silencio, así que Yoongi volvió a hablar.

—No estás en la obligación de responder —murmuró derrotado—. Puedes llevar a la niña al laboratorio central mañana para empezar con las pruebas.

—Petit es "pequeño" en francés —inició con calma—. La llamo así para recordar a mi hijo.

—Oh —musitó el alfa, sin tener la mínima idea de que agregar a su respuesta.

Afortunadamente, Jimin no necesitaba de una respuesta elaborada o de un discurso compuesto por palabras de aliento. El omega miró al alfa con una sonrisa lobuna, burlándose de la repentina mudez del mayor.

—¿Me llevas al penthouse? Mi cita de esta noche se fue sin mí.

Yoongi le guiñó un ojo como respuesta. Guió al omega hasta el asiento del copiloto y luego él tomó lugar tras el volante. Poco después, el Porsche arrancó y ganó velocidad en la desolada autopista.












































Una dosis Yoonmin. 😈

Espero que el capítulo les haya gustado, muchas gracias por leer, votar y comentar.

Recuerden que existe una playlist de esta trilogía. Si no la tienen y la quieren, pueden enviarme un mensaje privado y con gusto se las comparto. 😋

Por cierto, ¿extrañan a Daddy Morlov? No se preocupen, él ya regresa. ❤️‍🔥🌚

¡Hasta el próximo capítulo!

💀Yoon~


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