Capitulo 5: Las rosas también son para los chicos
Fin de semana, sábado para ser exactos. Con MíngHào y HyoRi habíamos quedado de ir al centro comercial para disfrutar de un día "fashion" como lo llamó el chico. Papá me dijo que podía usar la tarjeta de crédito y luego de que la peliplata pasara por mí, nos encontramos con MíngHào en la entrada del lugar, tomándose fotografías con algunas chicas que lo confundían con un joven idol.
No es de extrañar, el chico tiene una apariencia masculina muy atractiva y fácilmente puede confundirse con los chicos guapos que están en las agencias más reconocidas del país. De hecho, recuerdo que una vez fui a un concierto de una boyband muy famosa a nivel mundial, no existe lugar donde no se conozcan o hablen de ellos.
―Llegaron temprano ―mencionó el pelinegro.
―Es tarde, por si no lo notaste ―recalcó la peliplata, rodando los ojos.
―Ese es el chiste, ustedes llegaron tarde, yo llegué temprano ―soltó en broma ―. Vamos, hay unos zapatos que me gustaron y un chico raro me los quería quitar, tuve que ofrecer mi virginidad para que no se los fueran a vender a alguien más.
―¿Quién aceptaría eso? ―preguntó la peliplata, haciendo una mueca de desagrado.
―Mis fans ―guiñó su ojo de manera coqueta.
Ignorando el debate que mantenía HyoRi con MíngHào, observé a detalle los pequeños decorativos que tenía el centro comercial. Las pequeñas botanas que daban en la entrada, los buenos comentarios para que te acercaras a cada tienda y salieras con al menos tres bolsas y la bonita decoración en las escaleras eléctricas.
El pasillo de la sala de cine estaba realmente lleno, incluso para ser tan de mañana, las personas se formaban para ver una película en estreno. MíngHào nos guio hasta esa tienda donde se suponía que debía comprar sus zapatos y tal como lo había mencionado antes, había hasta ofrecido su virginidad para que nadie más se los llevara. La chica que atendía en el almacén le pidió su número y él, amablemente, presentó a HyoRi como su novia, misma que lo dejó mal y le tocó admitir que lo de la virginidad era una broma y terminó dándole su número a la chica de la tienda.
―¿Te gustó algo? ―preguntó MíngHào ―Puedes pedir lo que quieras, tu blackcard la pagará, incluso mis zapatos.
―¿Por qué debería pagarte tus zapatos? ―pregunté divertida.
―La verdadera pregunta sería ¿Por qué no? ―levantó las cejas simultáneamente.
―¿Le vas a ofrecer tu inexistente pureza? ―preguntó HyoRi, sosteniendo un par de zapatos deportivos ―Por cierto ¿Estos me sirven para entrenar? Me gustaría entrar al equipo de Voleibol.
―Dudo mucho que te acepten, se necesita más que una cara bonita para tener un gran puesto en el equipo ―MíngHào despeinó su cabello ―. Y no, necesitas otros más cómodos. Ven conmigo, tienes la suerte de que el dios Xú MíngHào, esté hoy aquí.
Negué divertida, ese chico tenía unas cuantas ocurrencias que hacían reír hasta la persona más amargada del mundo. Al final, si me tocó pagar por los zapatos de MíngHào, no porque me haya rogado que lo hiciera, sino porque... Bueno, si me rogó. A parte, también aportó para le pago de los zapatos que quería HyoRi. Yo sólo compré unas pantuflas; las que tenía anteriormente ya estaban desgastadas.
Recorrimos más tiendas, compramos algo de ropa y descansamos cerca de la fuente para comer un delicioso helado que nos brindó MíngHào. HyoRi no dejó de recalcarle que era muy tonto, a lo que yo simplemente respondía que era muy coqueto porque siempre se quedaba mirando a las chicas.
―Oigan, el lunes en la tarde se llevará a cabo el primer partido de lacrosse para entrar a las estatales, no es por presionarlas ni nada por el estilo, pero si no van me tendrán que devolver el dinero del helado que se están comiendo ahora.
―No digas tonterías ―bufó HyoRi ―. Jamás he ido a un tonto partido de lacrosse ¿Por qué iría esta vez?
―Porque dios MíngHào estará jugando, y no te estaba invitando a ti de todas formas, sólo hablé en plural porque estás aquí ―el pelinegro le sacó la lengua a mi amiga, tal como lo haría un niño de cinco años ―. Tú que dices, Mulán ¿Si irás? Si no vas a verme, te robaré las pantuflas de Stich que compraste.
―¿Si voy también me devolverás el dinero de tus zapatos? ―su rostro se contrajo y poco a poco comenzó a ponerse de color rojo.
―Ah, chica lista ―bromeó ―. Está bien, no les quitaré nada si no van, pero lo dejaré a su decisión si no quieren verme cuando me quite la camiseta después de jugar y se perderán de un gran cuerpo sudoroso.
―Que asco, MíngHào.
Por primera vez en mi vida, experimenté lo que era pasar un fin de semana sin tener un plan con amigos. Mi teléfono no dejó de vibrar, pero lejos de tratarse de mis amigos ‒si es que aun puedo llamarlos así‒ sabía que todo se trataba de los chats grupal de la escuela y del equipo de lacrosse. Todos estaban emocionados porque finalmente había llegado el tan esperado día del inicio de la temporada, nosotros seríamos quienes abriríamos este año; nos enfrentábamos a la escuela nacional de Seúl, nada del otro mundo pero debía reconocer que, por los videos que nos había enseñado el coach, este año no sería tan fácil ganarles.
Guardé mis cosas en mi mochila, tomé mi stick en mano y bajé hasta la primera planta, donde encontré a mis padre y a Hanna, mi hermana, esperándome para desearme lo mejor en este partido.
―Te estaremos observando desde las gradas ―mencionó mi hermana.
―Trata de no alejarte de papá y mamá, con lo pequeña que eres es fácil perderte de vista ―desordené su cabello con algo de diversión ―. Nos vemos allá.
Me despedí de mis padres y salí disparado a la estación de autobuses. Afortunadamente logré subir antes de que se pasara a la siguiente estación. Lastimosamente, el autobús iba muy lleno, por lo que me tocó ir de pie, pero de igual manera no me quejaba, la escuela no estaba tan lejos y en cuestión de minutos llegaría.
A no más tardar de diez minutos, bajé en la estación que está ubicada al frente de la escuela, y luego de verificar que ningún vehículo estaba pasando, crucé la calle. Hice una reverencia para el guardia de seguridad y saludé a una que otra persona conocida que venía a apoyar a nuestro equipo. Los vestidores estaban llenos, no sabía si faltaban más miembros del equipo o si yo era el último, de todas maneras no me importó.
―Hey, Kook.
Ignoré el llamado, no necesitaba llenarme de corajes justo antes de iniciar el partido. Guardé mis cosas en el casillero y procedí a desnudarme para ponerme mi uniforme, pero no conforme con la gran ignorada que le había propinado, se acercó para hablar más de cerca.
―Viejo ¿Hasta cuando vamos a seguir así? Somos amigos y estamos a nada de jugar ¿Puedes hablarme al menos? ―TaeHyung se veía desesperado, no porque le agradara la idea de tragarse su maldito orgullo, sino porque, de no resolver sus asuntos internos, le iría mal en el partido y terminarían reemplazándolo.
Es de esas cosas astrológicas, siempre suele decir que los astros no lo ayudaran cuando no ha resuelto algún conflicto con alguien. Es más, constantemente trae objetos de "suerte" para que no atraiga las malas vibras. Es una tontería pero así es él.
―Tranquilo, haré lo necesario para ganar, así me toque aliarme con el diablo ―palmeé su hombro y me alejé de él.
Lo que menos que quería, era que su estupidez se me contagiara. Por otro lado, el idiota de MíngHào no dejaba de mirarme, reluciendo una sonrisa ladina, misma que quitaba cuando me enfocaba directamente en él. Me sofocaba tener que verlo en los vestidores y, no obstante, también era tedioso tener que admitir que el imbécil era una pieza importante en el equipo, sin embargo, por algo soy el capitán.
Una vez que TaeHyung regresó a su puesto, me acerqué a mi casillero para sacar mi mascara. Tal vez anteriormente la pasé por alto, sin embargo, era curioso como aun no se deshojaba debido a la cantidad de cosas que había metido. Una rosa de un rojo brillante se asomaba por detrás de todas las cosas que antes ocupaba. Del tallo de esta misma, desprendía una pequeña nota citando una sola palabra.
"Éxito"
Por el color de la tinta y la caligrafía, sabía que se trataba de la misma persona. Zhao Mulán, pero me asustaba la idea de que supiera mis combinaciones en el locker y más aun, que entrara a los vestidores de los chicos sin que nadie la viera o le dijeran algo. Esa chica comenzaba a asustarme, sin embargo, debo aceptar que es la primera vez que alguien hace este tipo de cosas por mí.
―Capitán ¿Listo para el juego? ―preguntó MíngHào en burla.
―Yo siempre estoy listo ―respondí, imitando su tono burlón.
―Me parece perfecto, recuerda que tu puesto como capitán sigue en juego y hoy se definirá si necesitas un reemplazo o sigues apto para el cargo, Jeon JungKook ―pasó a un lado de mí, posando su stick aun lado de su hombro.
―No te hagas ilusiones, Xú MíngHào ―hablé, siguiéndole los pasos ―, yo seguiré siendo el capitán incluso hasta las estatales.
―Es bueno tener fe.
¿Fe? Yo era bueno en el lacrosse, y ningún aparecido me arrebataría mi lugar como el mejor jugador de la escuela y del equipo. Primero tendrán que vencerme.
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He vuelto. Lamento la demora en todas partes, pero ya estoy de regreso. O algo así. Lo importante es que estaré más activa, así que habrá actualizaciones más constantes de esta historia.
De ahora en más, casi todos los miércoles estaré actualizando por aquí.
Nos vemos el próximo miércoles.
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