Capítulo 4: Un café amargo
Lo primero que hice fue apartar su cuerpo del mío, pasé mi dorso por mis labios y me apresuré en ponerme de pie, prolongando una muy prudente distancia entre la castaña y yo. Ella me mira sonrojada, dejando que sus manos comiencen a ser el objetivo de las moscas que revolotean por la zona. La miro con molestia, notando también que mi polera se encuentra completamente manchada.
―Oye, lo siento, yo no...
―¡¿Quieres cerrar la maldita boca?! ―espeté con molestia.
―¡Jeon JungKook! ―reprochó mi mejor amiga.
No me molesté en mirar el rostro enojado de mi amiga, sino que, seguí mirando a la castaña. Quería que sintiera todo mi enojo, era increíble que, siendo tan pequeña, fuera capaz de crear un desastre con sus dos piernas.
No sentí remordimiento cuando sus verdosos ojos comenzaron a inundarse de lágrimas y sus mejillas se tornaban aún más rojas que antes, contrario, comenzaba a irritarme más de lo que ya me encontraba y es que... ¡Toda su actitud me caga! Es una jodida niñata de diecisiete años, pero se comporta como una de cinco años.
Me giro en mi puesto, dándole la espalda a todos y dirigiendo mis pisadas a los baños, sin embargo, el dolor que sentí en mi cabeza debido al golpe emitido a través de una pelota a mis espaldas, me hizo detener. Más enojado que antes, me giro centrándome con el jodido idiota de Xú MíngHào, quien, a paso lento, se acerca para recoger una pelota de básquet mientras sostiene de la mano a un chiquillo de unos ocho años más o menos.
―¿Tienes prisa, cabrón? ―me mira con seriedad, enarcando una de sus cejas.
―¿Y qué si así fuera? ―me acerco a él ―¿Tienes algo para decir?
―Sip ―le entrega la pelota de básquet al pequeño y se acerca un par de pasos más, sin embargo, esta vez reluce una sonrisa ladina ―. ¿En casa no te enseñaron modales, estúpido?
Mi ceño se frunce, así mismo, mis manos livianas pasan a convertirse en apretados puños. En este momento, lo único que deseo es cambiar esa estúpida sonrisa ladina de su rostro.
―¿Y es que en tu casa no te enseñaron a no meterte en lo que no te importa, imbécil? ―doy un empujón a su cuerpo, notando como su sonrisa se ensancha.
―¿Tienes el descaro de llamarme imbécil a mí, cuando eres tú quien no sabe como controlar sus torpes e imprudentes impulsos? ―suelta una resonante carcajada.
»―Ese fue el chiste más divertido que he escuchado ―me tomó del cuello y me acercó hasta su rostro ―. La próxima vez que te vea o siquiera se te ocurra tratar mal a Mulán, no voy a contenerme y te romperé la maldita cara, cabrón.
Palmeó mi mejilla, dándome una sonrisa falsa. Se acercó hasta el niño tomándolo de la mano, acercándose seguidamente hasta Zhao Mulán para luego sacarla a rastras del lugar, tomando su mano. Antes de salir suelta la mano del pequeño para enseñarme su dedo medio. Mi enojo empeoró, TaeHyung y SooHyun tratan de acercarse, pero sólo los evito retomando mi caminata hasta el baño.
―¿Esta es tu casa? ―pregunta el pelinegro, quien aún mantiene mi mano sostenida a la suya.
―Si ―respondo algo avergonzada, introduciendo la clave para poder ingresar a casa.
No es que mi casa sea un palacio, tampoco es un castillo, sin embargo, el modelo se asemejaba mucho a las casas modernas que normalmente ocupamos en China.
MíngHào me presentó a su hermanito, Xú YiTian, tiene ocho años y va en su tercer año de la primaria; es una ternurita de niño. Al igual que su hermano mayor, YiTian se ve maravillado por los grandes ventanales y la estructura de la construcción. El señor Lim nos recibe, haciendo una reverencia para nosotros, detrás de él logre ver a papá, quien mantiene unos documentos en su mano.
―¿Trajiste a tu novio? ―pregunta el hombre de traje.
―¡Papá! ―el color de mis mejillas se vuelve intenso, provocando las risas del mayor.
―Es broma, es broma ―replica, despeinando mis alocados cabellos castaños ―. Soy Zhao LinYi, un gusto.
―Xú MíngHào ―el pelinegro le extiende la mano a mi padre, haciendo una reverencia al mismo tiempo.
―¡Y yo soy Xú YiTian, y ya sé dividir!
Papá se pone a la altura del pequeño, levantando la palma de su mano para que el niño pueda chocar los cinco con él. MíngHào se ve muy cómodo conversando con papá, así que, aprovecho para subir hasta mi habitación y ponerme un cambio de ropa. Opto por unos shorts de mezclilla y una sudadera morada con estampado de flores y arcoíris.
Al bajar una vez más a la planta principal, me doy cuenta que ni papá, mucho menos MíngHào y su hermano, se encuentran ahí, así que, lo más probable es que papá lo haya llevado hasta su despacho.
Primero paso a la cocina por algo para comer, ya después me enfocaré en buscar a MíngHào y a su hermano. Justo cerca de la estufa, encuentro a JiHyun, no sé lo que hace pero huele delicioso, así que, me acerco con cuidado, pero antes de llegar hurgar en sus costados, ella me apunta con una cuchara de palo. Risueña, levanto las manos, pero al instante llevo mi dedo índice hasta la masa de galletas que contiene la cuchara.
―¿Harás galletas con chispas de chocolate? ―pregunto, llevando mi dedo hasta mi boca.
―Si, sé que te gustan mucho ―asiento emocionada ―. Por cierto ¿Quién es el chico que vino contigo?
―¡¿Cómo sabes que vino un chico?! ―abro mis ojos, dejando mi dedo al aire. JiHyun sólo ladea su rostro haciendo un gesto de obviedad ―. Es un amigo de la escuela.
―¿Sólo amigos? ―me mira con picardía.
―¡Kim JiHyun, por dios! ―comienzo a darle palmaditas en su brazo, provocando que la mayor empiece a reír.
Kim JiHyun es como mi nana, vivió con nosotros en China, y ahora nos acompaña en su país natal, Corea. JiHyun siempre estuvo con nosotros, incluso antes de que mamá muriera. Gracias a ella, la tristeza nunca ha hecho parte de mi día a día.
Desde que era una niña, JiHyun me enseñó buenos modales, me ayudaba a estudiar y, de hecho, fue gracias a ella que aprendí a manejar el coreano, sin embargo, tomé un pequeño curso por aparte.
JiHyun es muy inteligente, pero desde muy joven decidió hacer su vida por su propia cuenta. Ahora ya es una mujer adulta, nunca se casó y, por lo tanto, nunca tuvo hijos, aunque ella dice que yo soy como una hija para ella, lo cual me gusta mucho.
―¿En qué piensas? ―pregunta, notando como mis ojos siguen observándola.
―JiHyun, ¿Todavía quieres casarte? ―mi pregunta la toma por sorpresa. Deja caer el artefacto de madera y apresurada con los nervios a flote, se arrodilla para levantarla.
―¿P-por qué preguntas eso ahora, Mulán? ―sus mejillas se han puesto muy rojas. Que linda.
―No lo sé, sólo pensé en que antes me decías que te gustaría casarte y formar una familia. ―abulto mis labios, soltando un suspiro ―. Si algún día quieres casarte, te puedo dar a mi papá. Sería genial que las dos personas que más amo en la vida, terminaran juntos.
Las mejillas de Kim se encienden aún más, lo cual se me hace muy tierno. Papá atraviesa la cocina con MíngHào, mostrándole algunos planos de la casa, porque si, papá es arquitecto y es dueño de su propia constructora. Por unos muy cortos segundos, veo que papá se queda viendo a JiHyun, sin embargo, esta última hace todo lo posible por evitarlo. No es que papá sea feo, de hecho, es un hombre muy guapo y muy divertido.
―Tu papá es genial ―susurra MíngHào, notando como mi padre trata de averiguar lo que ocurre con la mujer.
―Lo sé.
Normalmente, soy un amante empedernido del chocolate; de hecho, es uno de mis dulces preferidos. Siempre me han gustado, en especial los que me regala SooHyun, los cuales siempre consideré que tenían su toque de romanticismo y sólo por ser ella, los recibía. Sin embargo, esta vez era diferente.
Por primera vez, deseé que ella no me diera chocolates. Por primera vez, deseé que sus ojos no me miraran de esa manera, mucho menos deseé que sus manos trataran de consolarme y que de sus bonitos labios saliera un mísero "lo siento". No me gustaba esa sensación de rechazo, no me gustaba lo que mi garganta estaba experimentando y sobre todo, no me gustaba ese sentimiento que comenzaba a instalarse en mi pecho.
―¿Cuándo empezó esto? ―pregunté, manteniendo mi vista en la maldita y rosada caja de chocolate.
―Kook, no vale la pena hablar de eso ―ella trató de hacerme cambiar de parecer, sin embargo, mi lado masoquista quería escucharlo.
―Viejo, realmente no sabía que te gustaba, simplemente comenzó a surgir todo así de la nada ―habló él, mostrándose apenado ―. Realmente lo siento.
❝Lo verdaderamente mágico de nuestro primer amor, es la absoluta ignorancia de que alguna vez ha de terminar❞
Es una mera estupidez llegar a creer que el primer amor será duradero y correspondido.
SooHyun siempre estuvo a mi lado, siempre fue atenta y comprensiva, quizás de esas pequeñas cosas que me ofrecía, empecé a imaginarme una fantasiosa historia romántica como esas que venden en la televisión. Esas en donde los protagonistas suelen estar enamorados secretamente y se confiesan en el momento indicado; una mierda, las series y películas de televisión están muy alejadas de la realidad. Tal vez estoy siendo inmaduro y el peor amigo del mundo, pero no puedo negar, mucho menos ocultar que, muy adentro de mí, existe el sentimiento de traición. En especial por parte de Kim TaeHyung.
―¿Realmente no lo sabías? ―me acerco a él, tomando la corbata de su uniforme para acercarlo a mí.
―Jeon, déjalo tranquilo ―interviene MinGyu ―. Él en verdad no lo sabía.
―¡¿Te vas a poner de su lado?! ―espeto con enojo, mirando al más bajo con impotencia.
―Kook, nadie se está poniendo de ningún lado, pero tienes que tranquiliza....
―¿Saben qué? ―ni siquiera los dejé terminar ―Váyanse todos al demonio, no los necesito y ojalá les dure el romance, traidores.
Estrellé la caja de chocolates con la nota de disculpas, en el pecho de TaeHyung. No había necesidad de seguir ahí y ver como ese par me restregaba que, durante un mes, estuvieron saliendo. Ahora entiendo esas veces en las que ambos se iban juntos o cuando ella prefería no asistir a un lugar sólo porque TaeHyung no estaría. Aun así, siguió comportándose linda conmigo, fue ella quien me hizo tener esperanzas, fue ella quien no le puso un alto a lo que me estaba pasando.
Ambos debieron decirme lo que estaba pasando, no debieron callar lo que estaba pasando. Yo no soy el villano aquí.
Termino sentado en las gradas del campo de lacrosse, donde la brisa se lleva mis fallidos intentos de lágrimas, porque ni para eso soy bueno. Y justamente cuando quiero que el mundo desaparezca, ella se aparece. No dice una sola palabra y deja una barra de chocolate blanco entre mis piernas con una nota de color azul con un mensaje escrito con glitter negro y seguido, desaparece.
Observo como su silueta desaparece y tomo la barra entre mis manos, dispuesto a leer la tonta nota.
"Sé que prefieres más el chocolate negro, y no preguntes como lo sé, dejémoslo en un secreto. Sin embargo, creo que lo que antes solía ser dulce para ti, ahora sólo es un trozo amargo de esa barra café, es por eso que te ofrezco una barra de chocolate blanco, sé que no es lo mismo, pero en verdad es muy dulce."
Esta marca ni siquiera es mi favorita, aun así, decido no tirarla. Guardo la barra en mi bolsillo y sostengo entre mis dedos aquella nota con una muy perfecta caligrafía, concentrándome en la palabra "secreto" lo cual sólo me hace pensar en que he estado siendo observado por esa pequeña de ojos verdes.
Realmente no sé si aquello me ayuda a calmarme o me enoja aún más, pero sólo por esta vez, lo dejaré pasar.
•
•
•
Ha desaparecer otro rato UwU
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro