VEINTISIETE.
⚠️+21: quiero advertir que este capítulo está un poco intenso. Léanlo bajo su propia responsabilidad. ⚠️
Afuera se desataba una fuerte tormenta, mientras adentro ellos dos desataban una propia. Maelie gimió en la boca de JungKook sintiendo como la embestía, sus brazos rodeaban la ancha espalda sosteniéndose, sintiendo la piel caliente y sudorosa de su novio contra la suya. El dolor del principio fue reemplazado por el placer, uno que comenzaba a gustarle queriendo sentirlo más a fondo. Dejó caer la cabeza hacia atrás dejándole a él acceso a su cuello para que besará la zona.
—¿Estás bien? —cesó de a poco los movimientos de sus caderas.
—Si.
Él no se fio de esa afirmación. Salió de ella con cuidado, la tomó entre sus brazos como cual princesa dirigiéndose a la habitación entre medio de besos y caricias, la depósito en la cama acomodándose a gatas sobre ella de nuevo. La besó con dulzura queriendo distraerla, sus grandes manos tocándole de misma manera, podía imaginarse el dolor que sentía en su sexo después de tanto tiempo sin tener relaciones, lo estrecho de su cavidad vaginal arropando a su duro y sensible miembro se lo decía, logrando que su éxtasis quisiera llegar más rápido.
Con su mano acomodó su erección hacia la entrada, introduciéndose en ella lentamente. Está vez Maelie fue quien pidió más contacto al levantar sus caderas y JungKook no pudo evitar hacerlo un poco más profundo mientras sus manos no dejaban de tocar cada rincón del cuerpo femenino encantado con cada curva. Estrujaba y masajeaba sus pechos, a sus pezones, los lamía y chupaba escuchando los gemidos bajitos de su novia cerca de su oído. Le gustaba escucharla reaccionar así. Le gustaba como su propio cuerpo reaccionaba.
—¡Mierda! —siguió embistiéndola un poco más rápido, gimió uniendo sus frentes, se enterró más profundo cuando sintió las uñas rasguñar la piel de su espalda y brazos.
Le sujetó las muñecas colocándolas por encima de la cabeza, aceleró el ritmo sintiendo el choque de sus caderas, la humedad de sus intimidades, el placer ardiendo en su interior al ver el rostro desfigurado de su chica, su cabello rubio alborotado regado por la almohada, sus pechos rebotando por el movimiento brusco, su piel blanca brillosa, su miembro entrando y saliendo gustoso de su vagina. Se sentía tan bien besarla, tan bien follarla de esa manera.
—¡Jungkook… ah! —haber escuchado su nombre de forma tan desesperada seguido de aquel gemido agudo solo despertó la bestia en su interior. Despertó su sed de volverse uno solo y sentirla hasta el alma.
Soltó su agarre de las manos femeninas sosteniéndose del respaldo de la cama, la embistió con más fuerza, con rudeza y sin control, escuchando el sonido de la cama golpear contra la pared, sintiendo las uñas rasguñar su espalda baja al igual que las piernas se apretaban alrededor de su cintura. Gruñó como un animal al sentir las paredes cerrarse alrededor de su duro miembro, los gritos de Maelie eran como música para sus oídos sintiendo a las vez el cuerpo femenino temblar en demasía debajo suyo. Se dejó caer por completo dando las últimas estocadas que lo llevó al más perfecto cielo, a su más maravilloso orgasmo, como si la droga más fuerte se haya insertado en su torrente sanguíneo.
Yeon Maelie era su adictiva droga.
Y quería seguir probándola de todas las maneras posibles sabiendo que jamás podría saciarse de ella.
Aún se podía escuchar el tintineo de las gotas golpear la ventana de la habitación, ambos cuerpo se encontraban abrazados, desnudos bajo aquellas sábanas blancas. JungKook fue despertando de a poco sintiendo el peso de su novia sobre su torso. Se habían quedado dormidos luego de aquel momento intenso. Sonrió, encontrando a su novia con las mejillas coloradas y el cabello despeinado. Se veía tan bonita que quería retratarla y comérsela a besos. Jamás imaginó sentir lo de anoche, la manera en que su cuerpo reaccionaba con el de la rubia, con sus toques y sus besos, estaba feliz. Extrañamente feliz.
La apretó entre sus brazos besándole la frente y la mejilla, Maelie fue despertando de a poco gracias a esos estímulos, con ojos entrecerrados levantó la cabeza mirando a su novio, a la sonrisa de este.
—Buenos días, princesita.
—Buenos días —respondió aún somnolienta.
Se sentó sobre el colchón cubriéndose con las sábanas. JungKook sonrió sintiendo ternura ante tal acción por parte de su novia cuando en la noche la había visto completamente desnuda. Intentó bajar la tela, pero ella se negó apretando entre sus manos con la clara intención de querer pararse de la cama.
—Maelie —advirtió en tono autoritario— mi cielo, no sientas vergüenza, no delante de mí —le besó el hombro— acaso no te quedó claro anoche que me encantas, que tu cuerpo me fascina y me pone duro —la vio tragar saliva y dejó un casto beso sobre la piel de su cuello estremeciéndola— de hecho, podríamos darnos un baño juntos para dejarme disfrutarte otra vez.
Sonrió pícaro bajando despacio la tela, teniéndola a su antojo, la atrajo hacia él haciendo que sus pechos desnudos se tocarán, sus manos acariciaron con cariño la cintura de su novia mientras besaba su hombro y cuello. Quería por lo menos tener, a lo que comúnmente se decía como, un mañanero.
La simple idea de que eso pasara con frecuencia lo ponía en un estado de euforia extrema. Se alejó un instante parándose de la cama, dejándole ver a Maelie su cuerpo desnudo y vaya que le gustó la expresión en el lindo y delicado rostro de la rubia, una de impresión que hizo a sus mejillas arder y esperaba que otras cosas más. Le quitó el resto de sábanas obligándola a pararse para ir juntos por un baño caliente.
Pero el quejido bajo que ella soltó, más el tambaleó en sus piernas solo hizo que la sostuviera con todas sus fuerzas contra su cuerpo.
—¿Qué pasa, princesa?
El rostro de la chica era de un rojo tomate, no solamente por la postura en la que estaban —podía sentir en su vientre bajo su pene más que despierto— sino por lo que aquel jadeó y tambaleo significaron.
—No… es que… yo...
—¿Tú qué?, dime nena.
—Me duele —fue todo lo que susurró y JungKook suspiró evitando reírse, había sido demasiado brusco perdiendo la cordura, pero en su defensa, cómo podía no perderla teniendo el cielo y la perfección en forma de Yeon Maelie entre sus brazos y cuerpo.
Con una de sus manos peinó el cabello rubio que cubría sus hombros hacia atrás, depositando tiernos besos al inicio de sus pechos, de sus hombros, de su cuello, sus mejillas, su nariz, Maelie se dejó hacer por esos mimos sin importarle nada más dejando en segundo plano aquel dolor entre sus piernas. Sus manos hicieron un recorrido conmemorando los músculos de su novio, su abdomen, su pecho, sus hombros, sus fuertes brazos que la sostenían y rodeaban.
—Dime qué me hiciste, porque no es normal que me gustes tanto.
—Un amarre que vi en tik tok.
Rieron. Maelie giró su cabeza hacia un costado, observando la hora en el pequeño despertador encima de la mesita de luz, lloriqueo cubriéndose el rostro con ambas manos.
—Me van a echar del trabajo, son más de las ocho.
—Nadie te echara, princesa —hizo que recostara la cabeza sobre su hombro— mi madre no está, por lo tanto, puedes tomarte ciertas atribuciones.
Ella salió de su escondite con el ceño fruncido.
—Tengo mucho que hacer, me dejó a cargo de muchas cosas, ¿sabias que está pensando relevarme muchos de los asuntos de la revista para que la ayude?
—¡Eso es bueno, mi cielo! —beso sus labios— no tienes que temer, tu lindo y sexy novio no va dejar que te echen, y si pasa, yo te mantengo.
—Jamás dependería económicamente de una persona y menos de un hombre.
—Yeon Maelie —reprochó, pero la rubia se zafó de sus brazos para tomar una remera, colocárselo y entrar rápidamente al baño— princesa, dijimos que tomaríamos un baño juntos.
—Eso lo planteaste tú, yo no dije que si.
—Ábreme.
—Tengo hambre, deberías preparar nuestro desayuno, si quieres que acceda a que nos bañemos juntos —hizo una pausa y añadió— y quién sabe si también un mañanero.
JungKook se carcajeo golpeando la puerta del baño, no podía creer el descaro de su novia en dejarlo con una nueva erección.
Caminó sintiendo la brisa fresca y lo cálido del sol en su rostro, había dejado de llover ni bien había salido del departamento de la rubia. Iba con los airpods en su oído escuchando "17" de Pink Sweat$ cantándola sin importarle que la gente que pasaba a su lado se lo quedara mirando, en su brazo derecho sostenía una bolsa de papel madera con dulces y frutas en su interior mientras su mano izquierda llevaba un enorme ramo de rosas.
Llegó hasta el pequeño edificio, con algo de dificultad marcó el número de acceso en el panel de entrada, tomó el elevador moviendo la cabeza al ritmo de la canción, llegando al tercer piso bajó, volvió a marcar el código del departamento entrando al interior. Se descalzo con tranquilidad y caminó hasta llegar al umbral de la cocina dejando en total silencio, la bolsa y el ramo de flores sobre la pequeña isla.
Sonrió, quitándose los auriculares y guardándolos en uno de los bolsillo de su aviadora que dejó encima del sillón. Sonrió divertido al ver a su novia mover las caderas al compás de “Anymore” de Somi, parecía preparar pancakes sin percatarse aún de su presencia. La observó con más atención, llevaba una de sus camisetas oversize que dejaba al descubierto sus piernas y podía verse un poco de su ropa interior de encaje color verde pastel.
Esos delicados colores no solían ser de su agrado cuando se trataba de ropa interior, pero en su rubia, tenía un ligero encanto que le excitaba y en cualquier otro momento, sus pensamientos hubieran sido basados en el sexo en cualquier superficie donde pudiera empotrarla contra su cuerpo, pero mirarla de esa manera, solo le causaba ternura y diversión. Así que se unió a ella, le rodeó la cintura por detrás, causando un respingo de susto en ella.
—No te oí llegar —giró su cabeza sobre su hombro, chupando su dedo índice con un poco de la preparación y besó la regordeta nariz de su novio— estoy preparando pancakes, hay Nutella y tengo miel, ¿trajiste las frutas que te pedí?
Volteó, saliéndose del abrazo para revisar el contenido de la bolsa, sacando una bandejita de plástico con frutillas y otra con arándanos. Parecía tan ocupada e hiperactiva que no se dio cuenta del ramo de flores al lado. JungKook rio llamando su atención.
—Detente por un momento y ven aquí —le sostuvo la mano bajando la hornalla con la otra— cierra los ojos, anda ciérralos.
Ella suspiró cerrándolos, JungKook peinó unos mechones rubios colocándolos detrás de su oreja, le encantaba cuando tenía el cabello suelto. Se estiró tomando el ramo de flores entre sus manos y la acercó hasta el rostro de Maelie. Sonrió como si fuera una bonita e inocente travesura.
—Ábrelos. —sonrió arrugando su nariz al ver la expresión tierna y boba de su novia, le besó los labios fugazmente— buenos días, princesa.
—Gracias, están muy bonitas —sus ojos se volvieron brillosos de repente, era un hermoso gesto. Salió dando saltitos en busca de un florero o algo parecido, las colocó llenando el recipiente de agua hasta la mitad, lo dejo en el centro de la isla dónde ya estaban los cubiertos puestos.
JungKook siguió cocinando con lo último de la mezcla, la ayudó a servir el desayuno de ambos, acompañado de frutas cortadas en cubos, jugo de naranja con café para él y té de menta con leche para ella.
—Esto esta muy rico —gimoteó ante la combinación de las frutillas con la Nutella.
Observó el rostro pensativo y cabizbajo de la rubia. Masticó despacio dejando el tenedor a un costado.
—Princesa, deja de preocuparte, ya me encargue —Maelie lo observó, expectante— de la editorial.
—¿Qué hiciste?
—Un recado donde dice que te encuentras indispuesta y que trabajarás desde casa.
Lo observó de brazos cruzados.
—No me gusta que decidas sobre mí, debiste consultarme —pinchó un pedazo de frutilla llevándolo a la boca— tal vez podría haber llegado tarde y nos evitaríamos esto.
JungKook gruñó por lo bajo, dejó caer el tenedor sobre el plato creando un fuerte sonido que asustó a la chica. Se levantó de su asiento rodeando la mesa hasta estar frente a ella —había decidido comer parada— posó sus manos sobre el mármol, dejándola presa entre sus brazos.
—Yo pensaba que podíamos aprovechar el día —ronroneó tan cerca de su rostro que en un segundo ella perdió noción del tiempo y el espacio. Sus palabras y su voz sensual, eran como un bálsamo hipnotizante, que hasta respirar se le había olvidado— respira, pequeña, te quiero viva hasta el final.
Maelie no pudo evitar gemir bajito sin poder apartar sus ojos de la mirada ardiente y penetrante de su novio, tan invasivo que sentía que podía ver hasta su alma. Los cerró sintiendo estremecerse por completa ante las suaves caricias que los largos dedos comenzaron a recorrer en ascenso sus muslos internos, apretó los dedos de sus pies descalzos ante la mordida que su novio dio al lóbulo de su oreja. Se apoyó sobre sus hombros porque sus piernas empezaron a perder equilibrio.
Pero el pelinegro siendo más rápido la levantó para que le rodeara la cintura y sin preámbulos la llevó de nuevo a la habitación. La besó con devoción sin permitirle chitar, le quitó la ropa tan rápido pudo al igual que lo hizo con la suya. Con la protección puesta se volvió a enterrar en ella, siendo arropado por las paredes vaginales, por la calidez de las manos femeninas tocando y acariciándolo. De sus gemidos y jadeos entremezclándose en aquella habitación. Cada embestida era como una dosis de adrenalina mezclado con euforia, JungKook se deleitaba a cada segundo del cuerpo de su novia, sin embargo, quería más, quería verla a ella domándolo, a ella llevando las riendas del mutuo deseo.
Tan solo el primer movimiento de esas caderas lo enloqueció, la imagen de ella sobre él, montándolo como cual posesa era excelso, de su cabello rubio pegándose a su piel, cayendo sobre su espalda y pechos que rebotaban con el movimiento, de su rostro sonrojado, sus labios entreabiertos gimiendo bajito, la carne de sus muslos y caderas siendo apretadas por sus enormes manos, de atrás hacia adelante en profundidad sin detenerse. La podía sentir completa, la quería seguir sintiendo así.
En cambio, Maelie se encontraba hechizada moviéndose sobre ese miembro que la llenaba, por esas enormes manos que no tenían pudor en tocarla y hacerla sentir poderosa, poderosa de tener ese cuerpo esculpido y musculoso bajo el suyo, teniendo el control de las embestidas, de los temblores en el cuerpo de su novio, de los jadeos asemejándose a gruñidos que él soltaba de su boca entreabierta. Ella podía ver, a través de su propio éxtasis, como cada músculo de aquel masculino cuerpo se tensaba. Impulsada por su propia excitación pego su pecho al de su novio, recorrió con su lengua cada centímetro de piel de sus pectorales, clavículas y cuello, se atrevió a morderle la manzana de Adan sacándole al chico un gemido agudo sintiendo como su miembro, en su interior, vibraba.
Se besaron con devoción, como si fueran el mismo aire para respirar del otro. Como si fueran esa necesidad para vivir llevándolos a qué juntos llegarán a un exquisito orgasmo.
Se removió sintiendo unos brazos rodearle por debajo del cuello y el otro pesando en su cintura, con la misma mano apresaba uno de sus pechos, así que evitó reírse por lo mano larga que podía ser su novio. Logró levantarse dejándolo dormido boca abajo, la visión de su ancha espalda desnuda hizo que mordiera su labio inferior. Tomó una camiseta colocándoselo.
Salió hacia la cocina a por un vaso de agua, lo sucedido la había dejado trastocada, tanto que omitía a lo pegajoso que su cuerpo se encontraba a causa de la transpiración y los fluidos entre sus piernas, se avergonzó un poco con las imágenes de hace unas horas atrás, no se había puesto a pensar en lo intenso que podía ser el pelinegro. Ahora podía entender un poco porque tenía muy bien ganado su puesto como stripper. Y sin poder evitarlo, deseo poder verlo bailar.
Un vaso de agua no calmaría el calor que tenía. Giró sobre sus talones escuchando ruido, JungKook entraba a la cocina sobando uno de sus ojos, el pantalón que intentaba cubrir su masculinidad le permitía ver parte del cinturón de Adonis, esas dos líneas diagonales en forma de V en el vientre bajo. Esa imagen caló en profundidad en ella, lo dejo acercarse sintiendo las manos masculinas posarse con posesividad en su cintura, se dejó besar lentamente, tan despacio que la estremeció.
Jamás se había sentido así de cachonda, a tal punto que una sola imagen la mojara. Entrelazó sus dedos con los de su novio, lo llevó hasta la sala donde lo sentó en el sillón con ella encima de su regazo a horcajadas. Acunó con dulzura sus mejillas tomando la iniciativa de besarlo.
Una de sus manos tomó su nuca con la intención de que no se alejara de sus labios mientras la libre bajaba en suaves caricias por sus pectorales, deleitando a las yemas de sus dedos con los cuadritos de sus duros abdominales, su ombligo siguiendo la línea de sus casi insistentes vellos, metiéndose dentro del pantalón. JungKook gimió en la boca de su novia al sentir la mano tibia de esta envolver su falo, acariciarlo como si pretendiera explorar aquel músculo macizo, disfrutando el roce del pulgar hacia su glande con líquido preseminal.
Apretó los muslos de su novia, la envolvió entre sus brazos gozando de lo que ella le hacía, se sentía en el mismo cielo e infierno. Más en el infierno porque estaba ardiendo entero. Movió sus caderas levemente cuando las caricias pasaron a ser una tortuosa y rápida fricción a lo largo del tronco erecto. Sus lenguas danzaban lujuriosamente ayudando a que la presión en su vientre bajo llegara más rápido, gimió, escondió su rostro en el cuello de su novia mientras su miembro era masturbado con vehemencia, la apretó a su pecho con fuerza, preso del placer, explotando en un orgasmo que lo dejó un poco atontado.
Salió de su escondite, observándola a los ojos, observando ese brillo de lujuria con motes de diversión en ambas pupilas, comenzaba a gustarle ese atrevimiento en ella. La besó fugazmente cambiando las posiciones, dejándola debajo de él. Sus ojos no se apartaron ni por un segundo de los contrarios mientras sus manos le acariciaban los muslos y le abría las piernas, su boca se le hizo agua al mirar aquel centro húmedo e hinchado. Una sonrisa maliciosa pinto sus labios, rio nasalmente porque se divertiría comiendo.
La observó dormida entre sus brazos, repartió suaves caricias a su cabello rubio, sus cuerpos desnudos cubiertos por una manta. No les había bastado con solo tocarse el uno al otro, importándoles poco el tamaño del sillón volvieron a entregarse terminando, ambos, agotados y tomando otra siesta. Debía hacer algo, cambiar los planes, porque si seguía allí encerrado con ella no saldrían más, e intuía que cualquier movimiento por más simple sea, los llevaría de nuevo a la locura del placer.
La apretó contra su cuerpo, depositando besitos por todo su rostro, riendo por el puchero formando en los labios de su novia, el cual beso.
—Princesa, debes despertar, hay que hacer algo diferente.
—Quiero dormir.
—Debemos tomar un baño y salir de aquí —ella se acurrucó más y él tomó de su barbilla— princesa, sino salimos terminaremos teniendo el récord de la pareja que más ha follado en un día.
Maelie abrió sus ojos de repente, lo miró con mala cara y se levantó dejándole ver a él su cuerpo desnudo. Chilló cubriendo sus ojos y sintiendo una punzada en su entrepierna. Se destapó rápidamente corriendo detrás de ella.
—Princesa —ronroneó— abre la puerta.
—Saldremos a cualquier lado. Me bañare primero y te dejo.
—Podríamos hacerlo juntos, para ahorrar agua —silencio, luego el sonido del agua de la ducha cayendo— Maelie abre la puerta, juro que si no la abres, está noche no dormirás. Hablo en serio.
Suspiró resignándose, iría a la habitación a ponerse su ropa interior esperando a que se desocupe el baño. La puerta rechino llamando su atención, no lo dudo, entró al interior directamente a la ducha.
—Eres malvada, princesa.
—También te amo.
JungKook sonrió embobado, tomó la botella de shampoo colocando una considerable cantidad en la palma de su mano, comenzó a masajear el cabello de Maelie con lentitud y parsimonia sintiendo las manos femeninas en su abdomen, sonrió divertido al verla cerrar los ojos.
—Mmm —pero desapareció cuando la escucho gemir por lo bajo.
—No hagas eso, princesa —Maelie abrió los ojos en el momento en que JungKook picoteo sus labios— no me provoques contigo desnuda a solo un respiro de hacerte cosas malas.
La rubia se sonrojo antes tales palabras, bajó su mirada arrepintiéndose al segundo de ver la entrepierna del chico con una ligera erección en aumento, tragó saliva mordiendo su labio inferior escuchando la risita baja del pelinegro.
—Espero que ese gesto sea porque tu cabecita tiene pensamientos sucios hacia mi persona —ronroneó, bajando su rostro— o hacia mi amiguito.
Maelie lo golpeó suavemente en el pecho escuchando su risa resonar en el diminuto baño. Se dejó hacer nuevamente por los masajes en su cabello, se dejó enjuagar el excedente del shampoo entre risitas por los pequeños besos que él repartía en su rostro y cuello.
Cuando fue su turno, intento ser más suave y delicada, sintiendo las caricias de las manos masculinas sobre su cintura y espalda baja. Sonrió al verle el rostro relajado y también picoteo sus labios escuchándolo suspirar.
—Hoy podríamos pasar a buscar a Joonhyung de la escuela y hacer alguna actividad en casa —detuvo sus manos mirándole con ojos bien abiertos.
—¿Quieres que vaya a tu casa y conviva con tu hermanito?
—Así es, será divertido, ya verás.
Maelie sonrió no tan segura, pero confiaba en que todo saldría bien.
No se ustedes, pero les dije que sería intenso. Creo que me pase.🤭
AQUÍ TIENEN SUS DETALLES.
Les amo, cuidense mucho por favor.
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