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TRES.

Sonreía, admirando a su hermano atento al estante donde tenía una enorme colección de figuras de acción de Marvel. Sabía muy bien cuál elegiría, pero aún así le divertía que se encontrará tan embobado observando como si la decisión fuera tan difícil.

Abotono las mangas de su camisa negra, ya casi se encontraba listo para ir al evento. Entró al espacio donde funcionaba el closet con su ropa, calzados, accesorios y otro tipo de cosas, se acercó a uno de los espejos del piso al techo revisando su aspecto. De un cajón a un costado sacó un rolex de mango negro con detalles en dorado.

—¿Ya elegiste? —elevó la voz para que el menor le escuchará. No obtuvo respuesta, hasta que lo vio entrar al vestidor con el muñeco elegido entre sus brazos. Evitó reírse, su hermano siempre elegía a Capitán América, era su personaje favorito y le divertía pelear con él por ver quien era el mejor. Si el supersoldado patriota o el hombre de hierro—vamos a la cama, enano —lo levantó entre sus brazos.

Para tener seis años, Joonhyung era menudito y liviano. Le recordaba mucho a él cuando pequeño, eran iguales. Muy diferente a como se veía en la actualidad en que su cuerpo era musculoso y delgado acompañado de una buena altura. Aunque unos centímetros de más no estarían mal.

Salió de su habitación para adentrarse al del niño, su cama ya estaba deshecha esperándolo. Lo acostó, arropándolo hasta el cuello con el edredón, el pequeño se acomodó de costado acercando el muñeco a su pecho. Cerró los ojitos por unos segundos al sentir las caricias de su hyung en su cabello azabache.

—Mis hombres son tan lindos —ambos voltearon al escuchar la voz de su madre. JooSun sonrió al escuchar halagos de ambos por verla tan elegante en un vestido largo hasta las rodillas. Se acercó, sentándose a orillas de la cama para acariciar la mejilla de su hijo menor y besarle la frente arropándolo mas— descansa cariño, nosotros volveremos tarde, sé buen niño. Te amo.

—Si, omma. Yo te amo más.

Volvió a besarle la mejilla, tocó el brazo de su hijo mayor con dulzura saliendo de la habitación. El siguiente en ingresar fue su padre, realizando las mismas acciones que su esposa, pero está vez esperó a que JungKook se despidiera de su hermano dejándole la lámpara encendida. La niñera se encargaría de él luego.

—Solo buscaré el saco y nos vemos abajo.

Su progenitor asintió siguiendo su camino hacia la salida. JungKook terminó de colocarse una chaqueta a juego con su ropa, seguido de rociarse un poco de colonia y salió con tranquilidad revisando su celular. Una camioneta ya los esperaba afuera, subió en la parte del copiloto mientras sus padres iban detrás.

—No me gusta dejar a Joon —dijo YooSun, con aparente pena. Su esposo sujetó su mano dándole un beso en el dorso.

—Tampoco me gusta a mí, querida, pero no podemos hacer que se desvele, mañana tiene escuela —la mujer suspiró, mirando la ciudad a través de la ventana— ¿la chica nueva irá al evento hoy?

—Oh no, ella empezará mañana. De haber asistido hoy, no sabría absolutamente nada y sabes que no me gusta la lentitud, aunque admito que me ha cautivado, tiene un nombre divino, es tan —se detuvo intentando buscar la palabra correcta haciendo reír a su esposo por el término encontrado— adorable.

—Mientras cumpla su trabajo, todo estará más que bien.

El evento de lanzamiento de productos cosméticos se llevaría a cabo dentro del Lotte Hotel Seoul. Grandes personalidades de la televisión y el mundo del espectáculo estarían presentes. Inclusive Idols siendo los rostros modelos de la marca. La prensa invitada totalmente pendiente a cada uno, en sacar buenas fotografías y porque no, alguna jugosa noticia.

La familia Jeon fueron los primeros en llegar, se encontraban en el salón magno degustando algunos bocadillos mientras conversaban muy amablemente con alguno de los invitados.

JungKook no pudo evitar sentirse algo sofocado por las presiones que algunas chicas, en este caso Idols, queriendo llamar su atención. No iba negar que todas eran hermosas, una más que otras, pero no estaba muy interesado en ninguna. Simplemente, no había una que le llamara la atención y dado el caso en que alguna sea de su agrado, no estaba seguro de si aceptaría su "trabajo".

—¡Buenas noches a todos!

—Ministro Kim, que alegría verlos.

—Amiga, que alegría verte al fin.

—Que bueno que viniste —YooSun abrazó a la esposa del ministro. Su mejor amiga y socia en la revista. Kim Shiho.

—JungKook.

—Shiho noona.

Un abrazo entre ambos encendió el ambiente a pesar de que ninguno de los allí presentes se daba cuenta de la tensión sexual que esos dos destilaban. Al separarse, el pelinegro sonrió ladino al recibir un beso húmedo en su mejilla.

—JungKook, que alegría verte, muchacho —el ministro extendió la mano siendo apretada cortésmente por el chico— felicitaciones por el lanzamiento de DearMe, será todo un éxito. Ya sabes que debes mantener el éxito de la familia JungKook, el día de mañana tendrás todo esto bajo tu mando.

Le agradeció con una sonrisa amable y una ligera inclinación de cabeza, en algún otro momento se hubiera sumergido en una agradable conversación de como mantener en alto el orgullo del nombre de "JeonsCosmetic", pero su atención se encontraba en otra cosa. En una mujer en específico.

Una que no había visto hace un mes y requería obtener su completa atención.

Mas entrada la noche, la velada iba tan bien que todos se encontraban contentos y satisfechos con los nuevos cosméticos lanzados. Una gama entera de cremas, serums, bálsamos, entre otras, para el perfecto skin care en todo tipo de pieles, intentando acoplarse a cualquier necesidad.

JungKook recorrió los stands dónde se exhibían las muestras, conversando de vez en cuando con los conocidos, disfrutando la noche, una que parecía adquirir más emoción al ver a la razón de sus pensamientos oscuros moverse por las instalaciones del hotel. La siguió con disimulo, fingiendo ir al baño.

Hasta ser arrastrado de forma brusca hacia el interior de uno de los cuartos. Su pecho subía y bajaba por ese pequeño momento de adrenalina, aunque lo que le seguía subiría sus niveles a un punto tan altísimo que solo lo excitaba de la emoción sin pensar en el después.

—Me gusta lo que traes puesto.

Ante el halago, JungKook no disimuló en observar a su acompañante.

—Le queda muy bien ese vestido —dijo con un pequeño puchero en su finos labios— Te extrañe, Shiho.

Sonrió más que complacida, mordiendo su labio inferior dándole la espalda. Tomó asiento sobre la mesada de mármol blanco del pequeño lavamanos abriéndose de piernas, dejándole ver a él sus bragas de encaje negro mientras se tocaba superficialmente con los dedos por sobre la tela con apremiante insinuación. Invitándole a seguirla.

JungKook sonrió mostrando sus dientes, esto era lo que esperaba aparte de las emocionantes noches en Dyonisus. Otro de sus placeres culposos.

Se detuvo a solo centímetros del rostro de la mujer frunciendo el ceño ante la confusión por las manos de está en su pecho poniendo distancia. Shiho chasqueó la lengua en negación.

—Tú sabes cómo lo quiero. —ronroneó, dejándolo turbado.

—¿Aquí?

—Compláceme, Heracles.

Sonrió ladino, con la sensación de emoción y adrenalina escalar en su interior por lo que tenía pensado hacerle y en el transcurso hacer que ella cumpliera, en partícular esa noche, un capricho suyo. Con dedos trémulos quitó su cinturón negro de cuero, armando un tipo de esposas que pudieran amarrar las muñecas de la mujer con sus manos ya tendidas en su dirección.

Las apretó de un tirón haciendo que esta soltará un bajo gemido que a JungKook le hizo sonreír satisfecho. Ambos sabían que aquel juego se tornaría retorcido por el simple hecho de estar encerrados en un pequeño cuarto de baño que podría ser requerido en cualquier momento al igual que estar rodeados por muchas personas conocidas y de su entorno íntimo sin mencionar a los desconocidos. Les gustaba la situación de peligro a ser descubiertos.

Levantó el cinturón en lo alto sosteniendo las manos femeninas por sobre la cabeza de esta mientras con su mano libre realizaba un lento recorrido rozando con la yema de sus dedos los labios cubiertos de labial bordo, la piel de su cuello deteniéndose en los senos resguardados por la tela del vestido, la cual rasgó con salvajismo dejándola desnuda de la cintura par arriba acompañado del jadeó de placer por parte de la fémina.

Acercó su boca haciéndole sentir su aliento caliente, otro gemido ahogado cuando sus labios hicieron contacto con lo pezones erectos y un gemido agudo ahogado cuando delineó el sensible botón con su lengua terminando de meterlo en su boca. La miró fijamente a los ojos desde su posición, divirtiéndole cuan afectada se encontraba. Ni hablar del problema dentro de sus pantalones.

Siguió besando y chupando el seno aún sosteniendo el cinturón en alto, su mano libre se inmiscuyó entre medio de las piernas femeninas, directo a la intimidad aún cubierta, subiéndole el ego al sentirla completamente empapada. Jamás se desilusionaba y a pesar de que Shiho entraba en el rango perfecto de tener el ya conocido síndrome de menopausia, su libido parecía el de una adolescente hormonal y eso a él le fascinaba.

Otro gemido agudo se escuchó haciendo eco en el pequeño espacio cuando los traviesos dedos largos del pelinegro se metieron sin permiso entre los pliegues vaginales. JungKook chasqueó la lengua, moviendo la cabeza en negación, su rostro totalmente serio y lúgubre solo causó un estremecimiento en ella que le erizó la piel. Esto se saldría de control.

—Te dije que no gimas en alto si no estoy dentro de ti —murmuró con voz gutural, sosteniéndole la mandíbula con la mano libre, acercándose a su oído para añadir— te voy a castigar, noona, y no podrás ni siquiera gemir con lo que te haré.

Shiho sonrió totalmente excitada, mordió su labio con total lentitud sin importarle remover su labial, de todos modos no podría siendo de esos irremovibles. Sus manos bajaron con brusquedad, de pie en el suelo se encontró de repente de espaldas a él, el dolor que comenzaba a sentir alrededor de sus muñecas pasaba desapercibido por el placer de los preliminares aunque inconscientemente se debatía como hacer para esconder el rojo que se tornaría luego su piel en esa zona.

Un golpe en seco y un jadeo ahogado salieron de su boca al sentir aquella brusca palmada en uno de sus glúteos, mordió su labio para no largar un gemido cuando sintió otra palmada seguido de unas caricias en la zona. Disfrutaba cuando ella era la sumisa, disfrutaba desobedecerlo sabiendo que los castigos serían placenteramente salvajes. Y, a veces, se sorprendía de la originalidad del chico aprendiendo ella. Se sentía orgullosa de haberle enseñado bien.

—Solo quedan cinco minutos —susurró, mordiéndole el lóbulo de la oreja— cinco dónde te dejo el culo marcado o te hago venir con los dedos... o mi boca.

Un suspiro que pareció gemido le hizo cerrar los ojos por la presión en su vientre bajo. Él sabía cómo hacerla venir con tan poco, y ella se frustraba por acabar tan rápido aquel juego. Mordió nuevamente sus labios al sentir una leve intromisión en su intimidad, iba a enloquecer escuchando el ruido de una cremallera. No podía confiar en él, porque terminaba haciendo otra cosa, de todas maneras no se quejaba, la hacia acabar de maneras insospechadas dejándola agotada.

Tres toques firmes a la puerta hizo que se detuvieran. Shiho volteando un poco la cabeza con una sonrisa ladina en sus labios y JungKook tragando duramente saliva.

—¿Por qué está cerrado la puerta? —se escucho la voz grave del otro lado— ¿Quién está adentro?

Shiho volteó rápidamente colocando sus brazos alrededor del ancho cuello del pelinegro, lo atrajo devorándole la boca de inmediato, importándole poco que su esposo este del otro lado golpeando la puerta. Se restregó todo lo que pudo, sintiendo las manos masculinas apretar con rudeza sus nalgas dejándole sentir aquel duro bulto y sus músculos tonificados. Estaba muy caliente y le importaba poco, pero quería que la follara allí mismo.

—¡Deja de golpear, Siwoon, ya te escuché!

—¿Shiho? ¿qué haces encerrada en el baño?

Miró a JungKook, un mechón de cabello se había salido su impecable peinado cayendo por su frente sudada, sus enormes ojos aún brillaban por la lujuria y su pecho subía y bajaba por culpa de la respiración agitada. Y apostaba que por el miedo a que lo descubrieran allí dentro con ella. A lo que ninguno le convenía. Y ella estaba muy contenta con aquel Adonis de veinticuatro años, su fuente vital de juventud.

Extendió las manos para ser liberada, sintió el ardor en sus muñecas y rápidamente las cubrió con los brazaletes anchos de oro, especialmente para eso. Ellos dos solían jugar mucho a amarrarse. Apretó el duro paquete del menor sacándole un jadeo que ahogó con su boca al besarlo nuevamente. Sonreía satisfecha por cada cosa que hacía. Soltó una risita divertida y besó fugazmente los labios del chico luego de recibir una mirada furiosa de este.

—Estoy retocándome, en un rato salgo, querido —advirtió, acomodándose el escote del vestido. Observó con atención como JungKook se acomodaba el cinturón y la hombría dentro de los pantalones. Se mordió los labios en una acción libidinosa, su mente cruzando la imagen de aquel bulto jugando dentro de su boca.

Escucharon los balbuceos del hombre detrás de la puerta, pasos alejándose y supieron que tenían la vía libre para salir. JungKook la miró con ojos serios regalándole una sonrisita pícara. La besó en los labios castamente rozando sus lenguas generando una lujuria tan palpable que esa noche tendrían que hacer algo para aplacarla o un pronto encuentro entre ambos.

—Sal tú primero, necesito arreglarme el maquillaje.

Asintió, revisando que su amigo estuviera dormido en su lugar, la besó castamente en los labios. Quitó el seguro y abrió la puerta, miró ambos lados por si algún moro y salió tranquilamente peinando sus cabellos hacia atrás con ayuda de un enorme espejo encima de un mueble de mármol en el camino de regreso. Sonrió al ver a sus padres conversando animadamente con los invitados. Al parecer nadie se dio cuenta de su pequeño escape.

—Cariño, ¿dónde... —se detuvo a si misma cuando su hijo le apartó el rostro, solo quiso acariciarle la mejilla— ¿JungKook?

—Omma, disculpa —invéntate algo idiota— tengo calor y estoy algo transpirado, es incómodo, lo siento —él fue el que besó la mejilla de su madre— pero yo te daré besos a ti.

Escuchar la risa de su madre lo hacía feliz.

—Pero que lindos —volteó a mirar a la cómplice de sus juegos eróticos, toda una dama de la mentira al igual que él— amo la relación que tienen. Son tan adorables, tú lo eres mucho más mi Kookie hermoso —chilló, tomando los cachetes del menor dejando caer sus manos en el fuerte pecho de este.

—Mi bebé cada día crece más y más —halagó YooSun, con ojos orgullosos.

—De eso no cabe duda —susurró, mirando los ojos pardos, sin poder evitarlo bajó disimulada hasta los pantalones negros conteniendo lo que tanto estaba deseando— deja de crecer tanto, JungKook, harás que mi amiga entristezca.

—Basta, me avergüenzan ambas.

Rieron, una enternecida y la otra aún excitada. Ambos se dedicaron una mirada cómplice. A pesar, de ese pequeño encuentro, estaban seguros que habría muchos más.

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