Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

TREINTAICINCO.

Yeon Maelie.

Despierto con una horrible migraña. Mi teléfono no ha parado de sonar por lo que está en poder de Bambam, en medio de mi crisis me trajo a su casa donde vive con su prometido, Mark. Al principio no pude prestarle atención a nada, ahora sé que ellos deben estar afuera y siento algo de vergüenza por estar aquí. Puedo ver el despertador sobre la mesa de luz que son las once de la mañana.

Se supone que debería ir a trabajar, no me atrevo porque me da temor encontrarme a JungKook. No he parado de llorar, siento que me usaron para un juego macabro, es demasiado perturbador todo lo que supe. La imagen de ellos dos casi devorándose en aquella oficina la primera vez que entre a trabajar o las fotos donde “mi novio” está abrazando de una forma muy íntima a esa mujer no salen de mi cabeza.

Es una contaste regresión que me lleva de eso a nuestros momentos juntos. Me siento peor, el solo recordar que hace horas fui suya, que mientras hacíamos el amor me susurraba cuánto me amaba. No puedo entender porque ese ensañamiento. Tal vez estoy exagerando, tal vez no deba armar un gran escándalo de algo que es pasado, su pasado, pero él me mintió con lo de Dyonisus, porque no mentiría con esto.

Mi cuerpo tiembla, siento frío y hambre, no le presto atención al estado deplorable de mi organismo, me dedico a solo llorar atormentando a mi mente con todo. Yo sabía que no debía enamorarme, yo sabía que debía mantenerme alejada de él. Desde el primer día en que lo vi en persona, fue tan extraño la forma en que mi corazón palpitó, la manera en que mi cuerpo vibró con tener su atención en mi persona. Ahora estoy muy segura que fue amor a primera vista. Y lo odio. Odio haberme enamorado de Jeon JungKook. Odio haberme entregado por completo y odio no haber estado más alerta a mi intuición.

La puerta de la habitación donde me estoy quedando se abre, escucho murmullos bastante nítidos. Tal vez piensan que estoy dormida, aún así, puedo saber que están hablando y de quienes se trata.

—Ha estado así desde que Bam la trajo ayer a la noche, no ha querido comer, me preocupa un poco.

Alguien suspira, cierro mis ojos sin moverme un solo centímetro fingiendo estar dormida. Si tan solo supieran que no he dormido desde que he llegado.

—¿Maelie?

Mis labios tiemblan cuando reconozco la voz de Chaeyoung, no entiendo cómo supo que estaba aquí y eso me hace pensar que tal vez JungKook también lo sepa. Con la intención de buscarme, haga un escándalo por estar en casa de mi ex, lo que supone que todo se irá a la misma mierda, quedando peor de lo que estamos. No quiero verlo, no puedo.

—Oye, tienes que levantarte, no has comida nada, me preocupas, rubia.

Sollozo bajito al recordar que él me dice así.

—¡Levántate! —jala con fuerza las sábanas que me cubren obteniendo que tire de mi parte— no puedes seguir así —silencio— Maelie, levántate, sino me veré en la obligación de contarle a JungKook dónde te encuentras.

Me altero, maldigo por dentro levantándome como un resorte fulminándola con la mirada, ella se da cuenta de mi estado, mas no dice nada.

—¡No te atrevas!

Puedo ver cómo me escudriña el rostro con pena y lástima, debo verme tan patética. Así me siento. Se acomoda despacio a orillas de la cama sujetando mi mano temblorosa entre las suyas.

—No puedes seguir así, por favor.

No puedo evitar llorar, me cubro el rostro con las manos, Chae me abraza sintiendo algo de calidez en mi cuerpo, mi voz sale muy pastosa cuando hablo.

—Me duele, unnie —sollozo— lo extraño, lo necesito, siento que haga lo que haga no podré olvidarme de él. Por más que lo intente no voy a dejar de amarlo.

—¿Tan fuerte pelearon? ¿qué hizo para que te encuentres así de afectada?

Nos distanciamos, ella no sabe nada, por primera vez me dispongo a meditar quienes sabían lo de JungKook y… Shiho. Mis labios tiemblan, voy desplazando la mirada a todos lados menos a los ojos de la azabache porque no me atrevo, siento vergüenza ajena.

No obstante, lo hago. Le cuento todo, hasta lo de Dyonisus. Debieron ver su cara, todo un poema. Estaba en shock. No pude evitar recordar a YangMi. La extraño mucho, si ella supiera todo esto me la imagino maldiciendo en todos los idiomas existentes, creando algún plan malévolo de asesinato, aunque lo más seguro es que estaría aquí conmigo, consolándome.

—Estoy segura que él no quiso mentirte, Maelie.

Quiero reírme, no tengo ni fuerzas para refutarle algo.

—Volverán a verse, esa vieja bruja no puede separarlos y su mamá entenderá.

Negué rompiendo la mínima esperanza destellando en sus ojos. Seque mi rostro cuidadosamente con un papel tissue, confesándole.

—Renunciare.

—¡¿QUÉ?!

—Debo hacerlo, no quiero seguir en la editorial. No quiero ver a ninguno. Volveré a Busan con mi madre, me quedaré un tiempo allá hasta que pueda pensar con claridad lo que quiero.

—¿Dejaras tus sueños por culpa de esa mujer y sus locuras? —la fulmine con la mirada— JungKook, tiene culpa, pero creo que debes escucharlo, deben hablar de lo que tienen.

—No, no puedo, no quiero. Y espero que tú no digas absolutamente nada, Chaeyoung —advertí— voy a estar bien, solo necesito tiempo.

Ella asiente, veo indecisión en su rostro, aún así, confío en que no dirá absolutamente nada. La puerta es golpeada suavemente, Mark asoma la cabeza con una sonrisa dulce en sus labios. Este chico es tan amable y apenas me conoce.

—No has comido —dice con aparente tristeza en su rostro al ver la bandeja de comida intacta sobre la mesita de luz. Apenada me levanto, salimos con la azabache afuera y les pido un minuto para componerme.

Encerrada en el baño, veo mi reflejo en el enorme espejo postrado a la pared, mi cabello está alborotado, aparte del frizz, mi rostro sin maquillaje se encuentra pálido e hinchado, tengo pronunciadas ojeras amoratadas y siento mi garganta reseca. No me reconozco, no soy la chica alegre y soñadora que quería comerse el mundo, que anhelaba trabajar junto a Jeon YooSun en una de las revistas de Fashion más reconocidas del continente asiático.

Solo quedó algo sin vida, algo que no se describir. Lo peor, es que, no puedo parar de pensar en él, en su sonrisa encantadora, en sus pardos ojos mirándome con fulgor, en su voz prometiéndome palabras bonitas, su tersa piel, sus manos tocando cada rincón de mi cuerpo, sus brazos rodeándome haciéndome sentir segura.

Me digo a mi misma que es momento de parar, no puedo dejarme consumir. No puedo pensar con claridad porque todo lo que se reproduce es lo mismo.

Salgo mejor recompuesta. Mark y Chaeyoung conversan sentados en la cocina bebiendo té, no veo a mi amigo por ningún lado, lo más seguro es que este trabajando. El chico me mira con una sonrisa amigable cuando entro. Chae acaricia mi brazo cuando me siento a su lado.

—Prepare un poco de japchae, Chaeyoung nos acompañará.

Le sonrio agradeciéndole cuando deja el plato con comida frente a mí. Huele tan rico que mi estómago ruge, ellos ríen, yo les sigo, aunque más apática.

—Gracias, Mark, te debo una gran disculpa por todo esto, por usurpar tu casa y molestarlos.

—No te preocupes, Bambam me ha hablado mucho de ti. Él tiene muy bonitos recuerdos de ustedes, lo mínimo que podría hacer es echarte una mano —estoy a punto de llorar cuando toma mi mano acariciándome los nudillos— cuentas conmigo para lo que quieras.

Le sonrió, respirando profundamente para calmarme. Comemos entre medio de una agradable conversación. Por primera vez, en horas, me siento tranquila.

Tiemblo al observar el imponente edificio frente a mis llorosos ojos, este sitio donde fue el epicentro de mis sueños a futuro encontrando el amor también. El amor de un mentiroso que sigo amando con toda mi alma. Siento la mano de Mark en mi antebrazo, él ha estado acompañándome, distrayéndome y apoyando en la locura que haré. Pensándolo bien, no lo es. Es una decisión que hará bien a todos.

Me acompaña hasta la recepción, le indico que me espere en la cafetería que se encuentra en la esquina de la editorial. Saludo a la chicas de recepción siendo correspondida por estas, parece que nadie sabe o sospecha nada. Tampoco es que deberían, es un tema sumamente delicado si uno lo piensa. Hasta un tanto escandaloso cuando uno de los trabajadores ha tenido una relación amorosa con otro compañero, el cual es un tipo de cláusula en el contrato y motivo de despido.

Pero, claramente, no extiende hacia los de arriba. Así que Kim Shiho sale impune, JungKook también por ser hijo de la CEO y el futuro de la editorial. Uno más uno suman dos, así que yo salgo sobrando aquí. Subo el ascensor evitando cruzar miradas que me pregunten el porque de mi ausencia. Sé por Chaeyoung que el pelinegro no asistirá, por lo que veo la buena oportunidad de presentarme sin problemas.

Saludo a Hye-min con una leve inclinación, no me sorprende la sorpresa en su rostro. No dudo en que fue parte de las tetras de su jefa, tampoco la voy a juzgar, a veces hacemos cosas desagradables por mantenernos dentro de un estatus.

«Eso se llama hipocresía»

Yo no me considero así, yo soy muy fiel a mis convicciones y voy a seguir adelante evitando dañar a los demás.

—¿Sunbae YooSun está?

—Ehm, si, está en su despacho.

Camino decidida, mis manos tiemblan, procuro mantenerme serena y tranquila a pesar que el nudo en mi garganta está apretándome el esófago dificultando que trague saliva. Tomo una bocanada de aire antes de tocar la enorme puerta de roble. La voz femenina del otro lado me da el permiso de ingresar. Mi nariz percibe el aroma a vainilla impregnando en el aire, así como también, los ojos de Jeon YooSun recaen incógnitos y desconcertados sobre mi persona.

Hago una reverencia cómo saludo, se levanta de su asiento en silencio sin dejar de escudriñarme. Estoy algo aturdida por la forma en que me mira, tal vez ella ya sabe toda la verdad también por lo que siente mucha lastima por la pobre estúpida que creyó en una historia de amor con su hijo. No la culpo si siente desprecio hacia mí, supongo que esperaba que su primogénito se relacionara con alguien importante y no con una chiquilla pobre.

—¿Dónde has estado?

Su voz neutra no me da indicios de nada, pero si su pregunta. Suena a preocupación. Más no quiero seguir aquí, siento claustrofobia entre estás enormes paredes, quiero largarme para jamás regresar. Mark me esta esperando aunque está de vacaciones en su trabajo, no quiero abusar de su amabilidad y tiempo de descanso. De mi cartera saco un sobre papel madera, lo deposito sobre el escritorio de la mujer. Está mira por unos segundos aquel sobre para luego mirarme a mí.

Mi pecho se ahoga en una punzada cuando veo sus ojos aguarse, al igual que las palabras que suelta con dolor.

—Tú sabías lo de JungKook —no lo pregunta, lo afirma. La expresión contraída en su rostro me hace temer. Su acción de rodear el mueble colocándose rápidamente frente a mí también.

—Claro que lo sabía —la voz de esa mujer emerge dentro del incómodo silencio en que nos encontrábamos con sunbae YooSun cuando ingresa al despacho— mientras nuestra querida Maelie se revolcaba con tu hijo, ella lo veía bailar.

La sangre me hierve dentro de las venas. No la soporto, la detesto, me da asco. No puedo concebir la idea de que JungKook haya podido involucrarse con esta nefasta mujer que expresa ser correcta además de fina mientras estaba conmigo. Siento celos, me invaden los celos de tan solo pensar que mi Kook fue de ella. Me importa una mierda si fue su pasado. Siento la repugnancia queriendo salir por la boca.

Estoy a punto de voltear, queriendo gritarle todo lo que tengo reprimido en mi interior, pero en un instante, uno que no vi venir o no espere. Mi rostro se encuentra volteado hacia un costado. El dolor punzante en una de mis mejillas hace que mis ojos ardan por las lágrimas acumulándose allí. Las suelto sin cohibirme, me duele más el atrevimiento que el golpe. Sin embargo, la entiendo, fue un shock enterarse de todo, ahora sí no tengo dudas de que YooSun sabe absolutamente la verdad.

—Jamás pensé eso de ti, Maelie. Me decepcionas tanto. Ambos me han decepcionado —sé que se refiere a su hijo y a mí, no puedo moverme, sunbae mira por sobre mi hombro a la otra— y tú, ¡Vete! No quiero verte, me das asco.

Estoy muy dolida, ofendida, hastiada, pese a todo lo que siento, me duele verla llorar desconsolada. Ella no tiene la culpa de lo que su hijo y esa mujer, la cual se llamó su mejor amiga hicieron. Admito algo de complicidad en callarme, le debía lealtad a… “mi novio”. Salgo de inmediato, ya no tengo nada que hacer allí. He dejado mi carta de renuncia. Nuestros caminos se dividen de ahora en más.

Me falta el aire, tal vez, puede que no descarte un ataque de pánico. Me apresuro en ir al baño, lloro un poco desbordada por la anterior situación. ¿Por qué jugo conmigo así? ¿Por qué no fue sincero desde un principio? Yo hubiera tratado de entenderle. Tal vez y hasta podíamos hacerle frente a esa mala mujer que estoy segura, todo lo hizo con la intención de separarnos. Por envidia, por celos, por maldad.

Me parece una actitud inmadura, pésimo de su parte siendo la adulta aquí. ¿Qué me puedo esperar de alguien así? De una persona —estoy segura— que usó a un inocente JungKook para enamorarlo, para usarlo a su antojo, para meterlo a ese antro donde, según él, fue feliz. Me duele más la mentira, los enredos que tuvo qué inventar para mantenerme cautiva de la verdad. JungKook fuiste un idiota.

Estoy a nada de encontrarme con Mark en el estacionamiento, me sonríe a lo lejos recostado del capo de su auto. Me detengo al ver a esa mujer muy ocupada con su teléfono a lo lejos. No duró mucho hablando con sunbae YooSun al parecer. Mi cuerpo reacciona involuntariamente dirigiéndose en su dirección, la adrenalina corre por mi torrente sanguíneo cuando estoy a solo centímetros de ella. Me irrita su sonrisa pedante como si hubiera ganado.

—¿Cómo estás, linda?

—Es una maldita cínica, va por ahí proclamándose como una correcta mujer y no es más que una desvergonzada.

—¡No voy a permitir que me hables así, mocosa malcriada!

Veo su mano alzarse, estoy encabronada y le detengo su atrevimiento, no voy a permitir que me ponga una mano encima. Mark corre a mi lado queriendo interponerse. Aún no he dicho todo.

—Si cree que ganó, está muy equivocada. Lo que ha hecho demuestra la clase barata de persona que es —intento no quebrarme, los recuerdos quieren asaltarme— se merece lo que le pasa, se merece quedarse sola, usted no merece ni la amistad ni el cariño de la familia Jeon.

—¿Y tú si? —sigue con actitud soberbia, se cruza de brazos con sus ojos recayendo en el chico a mi lado— veo que olvidaste muy rápido a nuestro Kookie, ya estás en brazos de otros.

Me reí nasalmente, no me sorprendía sus venenosas palabras. Dos pueden jugar el mismo juego.

—Sabe que es lo que me deja tranquila, que JungKook la aborrece, YooSun también —su delicado rostro se desfigura hoscamente— haga lo que haga, jamás lo va volver a tener, mientras yo, puedo chasquear los dedos y JungKook vendrá a mí de inmediato. Él me ama a mí, solamente a mí, aprenda a vivir con eso.

Troto lejos de allí, no espero a ver su reacción o escuchar alguna rebuscada respuesta que intente amparar sus canalladas. Entro al auto, Mark lo hace también prendiendo el motor, salimos en segundos del lugar. Me rindo, ya no lo soporto, lloro dolorosamente encogiéndome en mi misma. No me doy cuenta cuando unos brazos me rodean en consuelo, nos detuvimos a un costado de la calle, siento las caricias en mi espalda, pero nada hace que cese lo mal que me estoy sintiendo.

Acomodo las últimas de mis cosas en la valija. Con ayuda de Chaeyoung y Mark sacamos todo del departamento donde vivía. Despedirme de mis abuelitos fue doloroso. La señora Minha lloro conmigo, el señor Wooji se contuvo a pesar que se veía abatido. Les comenté que me iría de vuelta a mi ciudad, la mención del pelinegro me obligó a confesarles que ya no nos encontrábamos juntos. Se encontraban anonadados. Ellos pensaron que seríamos un para siempre.

Yo también lo pensé.

Arrastro las valijas hacia el comedor donde mi amigo y su prometido me esperan, me llevarán hacia la estación de trenes. Me detengo al ver a Bambam hablando algo alterado por teléfono, miro a Mark quien en silencio con señas le advierte a su novio que se detenga.

—¡No! Déjala en paz, Jeon.

Mi corazón se detiene por un milisegundo. Está hablando con él, está hablando con JungKook. Mi corazón dice que corra para tomar el teléfono, para escuchar su voz y confesarle que lo amo; mi cerebro me lo prohíbe reproduciendo todo e indicando a mis extremidades inferiores a quedarme postrada al suelo. Bambam corta la comunicación, no está nada contento.

—¿Qué hiciste? —pregunto en un hilo de voz que me estremece. Voltean a verme.

—¡Kunpimook! —reprende con seriedad— ¿por qué le hablaste así?

—Tenia que hacerlo, Mark. Ese patán se portó muy mal con ella.

Tiene toda la razón, aún así, no debió decirle esas cosas. ¿Qué estará pensando en estos momentos? Por Dios, que no sea nada malo, por favor.

«Lo sigues amando, aún así te quieres alejar»

—Coincido en lo de patán, pero no es tu derecho decirle lo que Maelie quiere sin su consentimiento —gira a verme velozmente y agrega más serio— ella no está mejor, no ayudas en nada.

Bambam me mira con severidad.

—¿Quieres hablarle después de lo que te hizo?

No sé que quiero, la verdad.

«Si, si lo sabes, quieres estar en brazos de tu lindo bunny»

Ignoro a esa vocecita molesta.

—No, solo déjalo así —respondo con simpleza, acomodando la correa de mi cartera sobre mi hombro derecho.

Siguen discutiendo en voz baja. Cuando vamos en camino a la estación de tren el interior del auto es silencioso, me dedico a observar la ciudad pasar, los imponentes edificios, la gente ir y venir de un lado a otro inventando historias para cada uno. ¿Todos habrán tenido un corazón roto alguna vez? ¿Habrán sentido la impotencia que yo siento en estos momentos?

Esperamos al llamado de aviso. Nos queda un poco de tiempo todavía. Mark está comprando algunos dulces para mi viaje de tres horas. Bambam está sentado a mi lado aún con la molestia en su rostro. Él ha sido mi soporte en estos duros momentos, me ha dejado quedarme en su hogar, hizo que su prometido me acompañe, no puedo enojarme por querer protegerme. Recuesto mi cabeza sobre uno de sus hombros, gira un poco su cabeza y suspira, me besa la coronilla sujetando mi mano.

—Voy a extrañarte.

—Yo a ti.

—No puedo creer que luego de tantos años nos reencontremos así —yo tampoco lo creo, le estoy muy agradecida— oye, mírame —toma mi rostro entre sus manos— prométeme que me llamaras cualquier cosa que necesites o a Mark, iremos a visitarte cuando se pueda. Intenta pensar en lo que harás, Maelie, estás a tiempo de arreglar las cosas.

Peina uno de mis mechones colocándolos detrás de mi oreja, no puedo evitar recordar que JungKook hacia eso, no puedo detener el afluente de recuerdos a su lado que vienen a mi cabeza. Cada uno de ellos, me estremezco temblando y mi amigo me abraza pensando que tal vez tengo frío. Mark regresa en el momento en que la voz robótica avisa que mi tren está por salir, me entrega la bolsa con las golosinas y me abraza muy fuerte.

Es tan dulce cuando me ordena que me cuide, que no deje de hablarles y que coma bien. Bambam lo hace luego expresándome casi lo mismo, besa mi frente y me deja ir. Me alejo hasta la puerta donde debo subir al vagón correspondiente. Volteó a mirarles por última vez, se despiden con una sonrisa, les correspondo de igual manera moviendo mi mano en alto, siguiendo mi camino.

El taxi se detiene, me bajo respirando el aire salado de la ciudad costera, tengo el mar a unos metros de distancia. Sonrío después de tanto tiempo, la sensación de tranquilidad se acopia con la de sentirme en mi hogar. Estoy en casa.

Camino arrastrando la valija detrás mío, acomodo mejor el bolso en mi hombro intentando no levantar demasiado la cabeza. Las puertas del restaurante se encontraban cerradas, pero podía divisar algunas personas en su interior degustando las exquisiteces de mi madre. Eche un vistazo a la fachada del edificio de dos pisos, la parte superior es donde vivíamos. Todo me trae nostalgia.

—¿Hija? —había extrañado tanto su voz, mis ojos se llenan de lágrimas por verla frente a mí, corro soltando todo de mis manos, abrazándome a su delgado cuerpo— ¡Maelie!

Lloro en sus brazos como cual niña desamparada. Lloro porque hui del dolor intencionada a jamás volver. Lloro porque los sentimientos de felicidad y tristeza se mezclan con las de melancolía e incertidumbre. Me siento débil, muy débil, mi corazón retumba en mi pecho al igual que mis pulsaciones en mis sienes, mis piernas tiemblan sintiéndolas no responderme y lo siguiente es que caigo en la oscuridad asustando a mi madre.

•••

Cuando despierto estoy en la habitación donde crecí y estuve hasta unos meses atrás. De repente, caigo en cuenta de las infinidades de situaciones que he vivido lejos sin poder creerlas aún. Siento un ligero mareo, llevo una de mis manos a mi frente e intento sentarme sobre el colchón con edredón color blanco. No puedo, me siento muy débil. Veo a mi madre a mi lado, sus ojos destellan alivio, su rostro también. Al otro lado, un chico desconocido que me revisa la presión con un aparato especial alrededor de mi brazo.

—Quédate aquí, cariño. Ya vuelvo.

Me quedo sola, no parece un médico, recuerdo haberlo visto dentro del restaurante en compañía de mi madre. Me quita la banda guardando todo en una caja mediana. Sonríe.

—No me recuerdas —su voz es grave, pero agradable, me avergüenzo un poco al darle la razón— está bien, es normal, supongo —se levanta— soy Minhyun, Hwang Minhyun —nada— solíamos jugar juntos en la playa cuando pequeños, mi hermana y tú eran amigas en el instituto.

Mi mente se esclarece acarreando a trompicones recuerdos de mi infancia y adolescencia. Hermosos recuerdos.

—Hyunnie.

—Si, ese soy yo —pestañea, mirándome con atención— ¿cómo te sientes? ¿sientes mareos o algo así? Náuseas, lagunas mentales, dolor.

Niego, él ayuda a sentarme sobre el respaldo de la cama colocando almohadas en mi espalda.

—Solo estoy mareada.

—Te has desmayado. A simple vista, parece que es cansancio y estrés —parece analizarme— no lo sé con exactitud, lo mejor sería que fueras al hospital.

—Solo es el cansancio del viaje.

Asiente, no me cree. Omma entra a la habitación con una bandeja llena de comida en sus manos. Mi estómago cruje al ver ese manjar aunque, estoy casi segura que no es por el hambre, ya que tengo náuseas. No debí comerme todos esos dulces, la ansiedad por pensar tanto me pudo más.

—Su presión está normal, no siente dolor u otra cosa —le cuenta, ella asiente suspirando— iré abajo, debe haber mucha gente esperando.

Mi madre le sonríe, Minhyun se despide de mí y sale por la puerta, mi progenitora responde a mis preguntas mentales no dichas en voz alta.

—Minhyun está cursando la carrera de medicina, está a muy poco de recibirse. Trabaja aquí con nosotros a tiempo parcial mientras estudia.

Me acerca la bandeja, le agradezco, ella acerca una cucharada de sopa de algas a mis labios, de inmediato lo rechazó porque me da arcadas. Omma se preocupa demasiado que aleja todo de mi cercanía, solo bebo del vaso de agua fresca, eso es lo único que ayuda en mi malestar.

La veo parada al costado de mi cama con sus manos sobre su cintura, sus ojos rasgados me indagan rigurosamente. Aún no sabe que hago aquí, le caí de sorpresa. Supongo que el verme después de tanto tiempo o que me haya desvanecido le preocupo más que la causa en si.

—Maelie, ¿qué pasó, hija? ¿por qué viniste?

No debo ser la única que al escuchar esa pregunta rompa a llorar como lo hice en ese momento. Mi madre es mi mejor amiga, nos llevamos muy bien, sé que cualquier cosa que le cuente lo sabrá comprender, sabrá darme una respuesta o solución. Ella me ayuda a reflexionar de mis actos. Me siento orgullosa de tenerla. Me hace sentir bien que me haya escuchado contarle mi travesía en Seoul.

Pero me preocupa la forma en que me mira luego, no está nada contenta. La puedo entender.

—Ya todo acabo.

Me pone nerviosa que no haya dicho nada. Un insulto, una queja, algo. Omma es alguien impulsiva, es todo lo contrario a mí, que pienso mucho antes de lanzarme a reaccionar. Sus ojos viajan por mi cuerpo recostado en la cama, ella se encuentra sentada a mi lado.

—Estoy bien, omma —le sonrío para que deje de preocuparse. Ella me ignora y sigue con su estudio hacia mi persona, entrecierra los ojos.

—Ese desmayo no me gusta —soy yo la que la mira confusa— tu palidez o que me hayas rechazado la sopa de algas —negó de lado alado— no me gusta nada.

—¿A qué te refieres? —me mira el vientre con demasiado interés— ¡Omma, por Dios!

—Iremos a la clínica en este instante —se para colocando sus brazos en jarra— y si es lo que estoy pensando, llamaras a ese chico y le contarás la situación.

Entro en pánico. No, claro que no. Ni en mil años.

—Omma…

—No me importa, si tuviste el valor de no cuidarte, ahora te harás cargo de lo que venga. Te casarás si es necesario.

¿Está loca? ¿Quiere verme en la miseria y desdicha?

«Cállate que te encantaría unos mini Kookies»

Ese pensamiento me hace enojar.

—¡No me casare con nadie! —indignada, me colocó de pie— puedo yo sola.

La escucho suspirar, no me sigue como creo que en otro momento lo haría para hacerme entrar en razón. Así que habla con cautela.

—No dejaré que mi nieto viva sin su padre —auch, eso dolió— Maelie, no quiero que ese bebé sufra la falta paterna, tú lo sabes muy bien. Haya lo que haya pasado él merece saber.

Me cruzó de brazos absolutamente negada a creer en esa estúpida falacia. Puede que nos hayamos descuidado, pero estoy muy segura que la pastilla hizo su efecto. Además, es demasiado pronto para quedar en estado, apenas han pasado cuatro días de ese acontecimiento.

«Recuerda que hubo dos ocasiones mas donde la prisa les ganó»

¡Maldita sea!

—No lo estoy —murmuró con suma tranquilidad— vamos, te demostraré que mis malestares son a causa de un corazón roto.

Luego de unas eternas cuatro horas en el hospital, al fin salimos con los resultados de mis análisis. Cabe destacar que la espera nos dio tiempo de ponernos al día. Le conté la otra parte de la historia, la de lo mucho que disfrutaba trabajar en la editorial, el desfile del cual fui parte —ella lo supo en su momento, no evitando presumir a todo el mundo las fotos donde yo salía desfilando— los amigos que hice allá, YangMi y Yoongi. El viaje a Francia. No le gustó saber que le mentí.

Jamás le dije que fui a Francia, en su lugar, le dije que viaje a Italia. Sigue un tanto resentida por lo que mis abuelos les hizo a ella y a mi padre. Lo entendió al final, entendió que tarde o temprano yo iría a visitar la tumba de appa, que intentaría obtener mis propias respuestas. También le conté sobre el encuentro con mis abuelos. Por un momento pensé que iba a explotar de la ira cuando le dije que mi abuela me rechazó.

Le conté sobre la llamada que hicieron disculpándose con la invitación a unirnos con ellos. Omma no perdona tan fácil, ella tiene muy presente todo lo que pasó para llegar hasta donde está hoy. Todo lo ha hecho con mucho sacrificio. Sudor, sangre y lágrimas. Por eso me siento muy orgullosa de ser su hija. Ella se merece todo en este mundo.

La veo una vez nos sentamos en la mesa del comedor living, ya es de noche, el restaurante está cerrado. Sus ojos se mantienen en los resultados del análisis de sangre completo que me hice.

—Lo ves, te lo dije, no estoy embarazada. Ya te puedes tranquilizar —sorbo de mi cuchara la sopa caliente, no me gusta que esté callada— ¿Omma?

Suspira dejando caer la hoja sobre la mesa.

No – lo – puedo – creer.

—¡OMMA!

—Bueno, sí, lo admito, me ilusione con un bebé —no sé si reírme o llorar, estoy indignada— ya estoy vieja, Yeon Maelie —apenas tiene cuarenta y cinco años— no puedes evitar que quiera un niño correteando por aquí, que me llame, halmeoni* —niego sin salir de mi asombro— aigoo, además, debo admitir que tienes muy buen gusto, el niño te hubiera salido muy hermoso con los genes de su padre.

—Omma —siseó entre dientes.

—Siempre has tenido buen gusto, hija, pero este chico, uf, digo, muy buen prospecto.

Me quiero morir de la vergüenza. No cambiará más.

—Lo extrañas.

Sus palabras me dejan pensativa. ¿qué si lo extraño? No tiene una idea de cuánto lo necesito conmigo. Me he hecho adicta a JungKook, su falta me pesa demasiado.

—Hija, estás a tiempo de pensar las cosas.

Eso mismo mencionó Bambam.

—Necesito tiempo, omma. No quiero que mi inseguridad me gane, en estos momentos mi inestabilidad hará que diga o haga cosas que lo lastimen si lo busco. No me puedo permitir perder mi horizonte. Si es necesario, volveré a empezar de cero en otro lugar lejos de aquí.

Sé que la idea de que me aleje otra vez no le gusta. A pesar de eso, sabe que tengo una oportunidad muy grande fuera de Corea, una que estoy considerando seriamente en aceptar.

*Halmeoni: abuela.

💜💜💜

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro