EXTRA 3
Se quedó mirando la pequeña piedra en su mano, suspiró tomando asiento en el escalón de la entrada de la enorme casa con estilo colonial. Giró la mitad de su cuerpecito mirando hacia la ventana del segundo piso, ese donde funcionaba una habitación de juegos y lectura. Otro verano que pasaba fuera de Corea, en aquel pueblo pintoresco a las afueras de París, junto a sus padres y bisabuelos.
Volteó mirando otra vez su mano, intentando con ella dibujar en el pavimento algo que lo distrajera momentáneamente saliendo apenas unas rayas blancas sin sentido.
Escuchó el ruido proveniente de la casa contigua, pero no se atrevió a levantar el rostro, estaba muy nervioso esperando desde muy temprano algún indicio para poder tomar la iniciativa, sin embargo, toda su valentía se fue al caño cuando escuchó la vocecita de su vecina en compañía de su madre. Se quedó quieto en su lugar pretendiendo estar distraído en lo suyo.
—Buenos días, Seol.
Levantó su cabeza en el momento en que escuchó a la mayor saludarle desde la puerta de entrada de su casa. Él se levantó, acostumbrado a sus tradiciones se inclinó saludando en una amable reverencia, olvidaba que no estaba en Corea y los honoríficos no eran tan necesarios.
—Buenos días, JungKook.
Saludó la mujer cuando el pelinegro salió afuera en busca de su hijo. Este correspondió al saludo de la mujer de igual forma amable. Sus vecinos, una pareja con tres hijos, fueron los primeros en presentarse cuando llegaron a Giverny por primera vez, cuando Seol apenas cumplió el año dándole a la familia Jeon una cálida bienvenida y su amistad.
—Buenos días, señor JungKook —saludaron ambas niñas. Una preadolescente de lacio cabello color trigo y una niña de siete años de cabello pelirrojo y ojos verde esmeralda— adiós, Seol —sonrió está última mostrando su sonrisa con algunos dientes faltantes.
El pequeño pelinegro sonrió apenas moviendo su cabeza, colocando toda su atención en la piedra que tallaba el pavimento sin hacer algo en realidad, todo por querer esconder su sonrojado rostro.
JungKook frunció el ceño extrañado de la actitud tímida de su hijo, Seol demostraba ser todo lo contrario cuando estaban en casa. En su escuela, tenía fama de rompecorazones teniendo tan solo siete años, era muy sociable teniendo varios amigos, inteligente y suspicaz cuando hablaba. Por eso no entendía porqué el niño estaba colorado cuando la pequeña vecina lo saludó.
—Enano, ¿qué pasa? —preguntó sentándose a su lado, el pequeño lo miró, tal vez contarle a su padre lo que le pasaba lo ayude a buscar alguna solución.
Suspiró dramáticamente, colocando uno de sus codos sobre su rodilla mientras su mejilla reposaba sobre la palma de su mano.
—Creo que me gusta, Anette y no se cómo hablarle. Siento que me haré en los pantalones.
JungKook ahogó una risa evitando avergonzar a su hijo por la forma en que había descrito sus emociones. Era la primera vez que lo escuchaba así de agobiado, era la primera vez que veía a su hijo ilusionado por una niña. Tal vez, su primer amor. Sonrió, peinando el cabello de su niño dejando los ojos de este despejado, al volver a Corea debían cortarle un poco antes de empezar las clases.
—¿No le has hablado? —el infante negó, jugando con la pequeña piedra entre sus dedos formando un puchero en sus labios que al mayor le recordó a los que hacía su esposa— he visto que te llevas bien con su hermano Luc —el niño asintió — con Zoé también.
—Es que ellos son mayores y me tratan con cuidado, aún no tengo el idioma muy bien resuelto, appa. ¿Cómo conquistaste a omma?
JungKook fue desvaneciendo su sonrisa de a poco. Cómo contarle sobre todo lo que habían pasado juntos. Los recuerdos de Dyonisus, entre otras.
—Ya te lo dije, amor a primera vista, enano.
—Omma, dice que la fastidiabas mucho.
—¿Ah sí? —enarcó una ceja— pues se casó conmigo —refunfuñó— es mi esposa, no la veo muy fastidiada.
Seol sonrió divertido. Siempre que sus padres le contaban la historia de amor entre ambos, terminaban peleando tontamente por cualquier detalle.
—¿Quiere decir que estoy enamorado?
JungKook acarició despacio la nuca de su hijo.
—Tal vez, bebé, podría ser tu primera ilusión —murmuró— así que te sugiero que aproveches, no tengas miedo, Annette se ve muy amigable y no la veo indiferente contigo —ante la duda en el redondo rostro de su niño, añadió— anímate, tal vez puedas llegar a formar una hermosa amistad.
Seol lo pensó detenidamente. Su appa tenía razón, no tenía nada que perder y no se sentía cómodo con el hecho de ser tímido. Él no era así. Quería disfrutar sus vacaciones como otras tantas veces en años anteriores. Lo haría, se acercaría a Annette de alguna manera u otra.
•••
Entró a la cocina luego de pasar la tarde junto a su vecino Luc, dos años mayor que él, jugando a los videojuegos. El niño de cabellos rubios llevaba a Seol a todos lados, inclusive le había presentado a sus amigos a pesar de la barrera del idioma. Sin embargo, él podía arreglarse bien con el francés gracias a que su madre le había enseñado, aparte de, tener clases extracurriculares luego de la escuela.
Observó a su madre de espaldas moviéndose a través de la cocina iluminada mayormente por la luz exterior proveniente del enorme jardín trasero lleno de verde que portaba la casa. La habitación tenía un aroma dulce que impactó en la nariz del menor. Estaba cocinando algo muy rico, supuso. Maelie volteó con la intención de tomar una manzana del frutero en el centro de la mesa de madera de la cocina.
—Oh, mi bebé bonito, llegaste.
Seol se dejó besar los cachetes sonriendo. Observando detalladamente a su madre, a su cabello rubio en hondas cayendo por su espalda y hombros con dos trenzas pequeñas a los costados de su cabeza y su flequillo sobre su frente, su rostro casi al natural a pesar de estar maquillada. Su vestido largo en rosa bailaba cada que se movía haciendo notar un poco sus pechos al igual que su abultado vientre donde llevaba a su hermanita. Dentro de cuatro meses nacería Jeon Mélodie.
Él acompañó a su madre a hacerse la ecografía mientras sostenía una videollamada con su padre. JungKook no pudo asistir por cuestiones de trabajo, así que Seol se encargó de tener a su padre cerca para escuchar el sexo del nuevo Jeon en camino. Saber que tendría una compañerita le causó mucha felicidad. Sus padres se habían tardado unos años a su petición de querer un hermanito. Así que al momento de saber que un nuevo integrante vendría a la familia, no dudó en hacerle saber a sus progenitores su extrema felicidad y su incondicional apoyo.
—¿Qué tienes, mi corazón? —peinó los cabellos lacios del niño dejando sus ojitos y frente expuesta, teniendo el mismo pensamiento que su esposo. Debían cortarle un poco el cabello llegando a casa.
—Annette.
Murmuró, mirando sus manos apoyadas sobre la mesa haciendo unas muecas con su boca y ojos recordándole a ella a su esposo.
—¿Que debería hacer, omma?
Maelie tomó asiento con cuidado junto a él en la otra silla, una de sus manos acarició su vientre sintiendo a su niña moverse. Ella sabía absolutamente toda la historia, hubo oportunidades donde prestó su ayuda para que Seol se acercará a la pelirroja sin tener mucho resultado. E intuía que la pequeña no le era indiferente a su hijo porque sus ojitos decían más de lo que quería. Solo necesitaban un acercamiento.
—¿Que te parece si invitamos a Annette a que pruebe nuestros deliciosos hotteok? —el rostro de Seol se iluminó junto a una sonrisa— le daremos un pequeño gusto por Corea.
—Si, si, me gusta, mami.
Maelie rio, enternecida de ver a su niño tan entusiasmado con que su amiguita viniera a verlo.
—Entonces, bebé, ayúdame a preparar todo —se levantó caminando hacia un costado de la cocina donde tenía su teléfono— le pediré permiso a Briggete para que la deje venir en un rato.
Seol entusiasmado ayudó a su madre a preparar todo. Tenía una ligera predilección por la cocina. Le gustaba mucho cocinar, ayudar a su abuela JiYoung cuando la visitaba en Busan, preparar algunos postres junto a su madre. Debatir junto a su bisabuelo sobre los platos franceses. Maelie sentía que en su niño había un poco de su difunto padre.
Escucharon la puerta principal, ambos seguían conversando mientras preparaban el relleno de la masa. JungKook entró a la cocina dejando las bolsas del supermercado. Fue hasta su niño dejando un sonoro beso en su frente haciéndole sonreír, para luego dirigirse hacia la rubia a quien acorraló entre sus brazos propinándole besos por todo el rostro.
—¡Ay, conejo tonto!, ¿qué crees que haces?
—Mua, besando, mua, a mí, mua, linda mua esposa.
JungKook se carcajeó por lo bajo viendo el ceño fruncido de su rubia recibiendo un suave golpe en uno de sus brazos. A pesar de su acción repentina, lograba hacerlo con mucha delicadeza por el estado de Maelie. Lo enamoraba verla con su pancita.
Seol ya no se sorprendía de ver aquellas escenas, estaba más que acostumbrado a que su padre llegará y besara a su madre con cariño, lo mismo que ella le reprochará el hecho de ser un poco bruto, cosa que al pelinegro le divertía. Su padre era muy cariñoso y bromista, su madre muy seria y amorosa. Se complementaban a la perfección según él. Pero se amaban, se amaban mucho, se sentía orgulloso de tener a unos padres así.
—¿Así que te gustaría ser bailarina algún día?
—En mis clases de ballet soy una de las mejores.
Contó la pelirroja metiendo a su boca un trozo de hotteok, era el segundo que comía, le había encantado. Seol la miraba escuchando muy atento a la conversación que mantenía con su madre. No había podido hablar más de dos palabras luego de que Annette lo haya saludado con un beso en la mejilla.
—Mi pequeño Seol tal vez sea un gran chef algún día. —acotó JungKook sujetando los hombros del niño al salir al jardín donde se encontraban bebiendo unos licuados de fruta.
—Appa —chilló avergonzado por lo bajo causando la risa de los mayores.
—¿Te gusta la cocina? —preguntó la niña, maravillada. Seol asintió apenas.
—Me ayudó a preparar los hotteok —intervinó Maelie.
—Wuao, con razón están ricos. Me encantan —comió un trozo más en lo que el niño la observaba fijamente.
—Siempre que quieras te los prepararé —dijo Seol sin darse cuenta. Calló abruptamente, sus mejillas tornándose de un rosa bonito que Annette enternecio al igual que a los mayores.
Maelie jadeó ante la fuerte patada que la bebé le dió haciendo que se doblará un poco alertando a ambos hombres Jeon. JungKook por un lado y Seol por otro.
—No se preocupen —sonrió la rubia sobando su vientre para calmar a los tres pares de ojos sobre ella— es normal.
—Mi hermanita se mueve mucho.
—Debes estar contento de ser el hermano mayor.
—Lo estoy —contestó sonriendo a la pelirroja.
—Yo no lo sé, porque soy la menor —puchereó— y dudó mucho que mis papás tengan otro hermanito, dicen que con tres están bien.
—Yo digo que no hay problema con tres o con cuatro—coqueteó JungKook ante la idea, recibiendo de Maelie una mirada asesina— claro, todo depende de mi linda esposa.
—Ay, que considerado de tu parte, querido —su voz sonando inocentemente sarcástica, añadió en un susurro y en coreano— cabeza de coco, ayúdame entonces, quiero ir al baño.
Seol rio ante el intento de insulto de su madre. Si tan solo ella supiera que su niño tenía un extenso repertorio de buenos insultos que había aprendido. La verdad era que jamás lo sabría, solo se atrevía a decir uno que otro delante de su padre, quien a pesar de reírse, luego lo regañaba. Aunque quiera negarlo, su papá le seguía sus juegos. Su mamá era la que los ponía en su lugar a ambos.
Los vio alejarse, su omma sonriendo ante los halagos que su padre susurraba en el oído de esta. Si tan solo Seol supiera de que se trataban esas palabras.
—Serás un hermano mayor muy bueno.
La sonrisa del pequeño se desvaneció al sentir a la pelirroja sentarse a su lado. Annette era muy bonita, de enormes ojos esmeralda, piel aceitunada con pecas en sus mejillas. Y su cabello, lacio cayendo por su espalda de un rojo vivo. Lo había cautivado desde la primera vez que se dió cuenta de lo que sentía por ella, o lo que creía sentir. A sus cinco años, cuando Annette le dió la mano y su primer beso. Esa niña sonriente a su lado es su primer amor.
—Creo que alguien está enamorado —canturreó el pelinegro observando desde la ventana que daba al balcón a los niños hablando entretenidos.
—Jungkook deja de ver a tu hijo, dale privacidad, por Dios.
Resopló ante el regaño de su rubia. Espió un poco más, quería escuchar lo que los infantes hablaban, está vez Seol parecía elocuente contándole a la niña algo entretenido y divertido porque la veía reírse. Se le cruzó por la cabeza abrir la puerta del balcón con la excusa de dejar entrar un poco de la brisa, pero la advertencia que Maelie le lanzó dejó sus manos en el aire.
—¿Bunny?
—¿Qué? —rezongó infantil.
—Ven aquí, deja a nuestro bebé en paz.
Obedeció, dejándose rodear por los brazos de su rubia a duras penas, la pancita siendo el obstáculo entre sus cuerpos. Comenzaron a mecerse despacio al ritmo de una canción imaginaria. JungKook besando tiernamente el rostro de Maelie, una de sus manos acariciando su vientre, la otra su cintura y espalda, masajeando la zona sabiendo que tenía dolores constantes allí a causa del embarazo.
—Faltan dos días para volver a casa —susurró con su mejilla apoyada en el hombro de su esposo, sus manos en el fuerte pecho de este.
—Mmm, ya casi tenemos todo listo —besó la mejilla y cien de su rubia— será un vuelo largo y agotador. Prefiero que nos marchemos antes, siento por Seol no poder quedarnos un poco más de tiempo, pero me preocupa tu estado.
—Estoy bien, mi cielo. Me siento bien.
Sonrió separándose un poco, besando los labios de su lindo bunny. Sintiendo las caricias de este sobre su cadera y espalda baja. Riendo al sentir las pataditas de su niña, JungKook sintiéndolas en su panza. Rio colocándose de rodillas, dejando castos besos en el vientre de su esposa. Una vez de pie, besó los labios de su rubia, rodeando sus hombros.
—Gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo, princesa.
—Gracias ti por amarme tanto —besó los labios de su esposo, su nariz y sus mejillas causando risa en él cuando la escuchó decirle— te amo, mi sexy stripper.
Fin.
Voy a llorar mucho. Estoy sensible: para los que no saben, soy de Argentina, tendré a Jin debutando como solista acá, muy cerquita. Lamentablemente no podré ir a verlo 😭 pero me emociona por las personitas que si han podido conseguir entrada. Solo espero que nuestro Jinnie se enamore del país, así en 2025. "BTS LATAM TOUR" 🙏🏻
Agradecer nuevamente a cada uno por sus votos y comentarios. Ame escribir esta historia, compartir este proyecto con tres personas que adoro. Gracias, gracias, gracias. Les agradezco una vez más darme la oportunidad de mostrarles mis locuras.
Espero verlas en mis próximos proyectos. Les quiero, por favor cuidense. 🥰
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