ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 9
Al volver a la granja Leah siguió por su lado, no sin antes despedirse con una sonrisa de Glenn. La tarde llegó más rápido de lo que cualquiera hubiera querido. Leah se encontraba sentada al lado de Carl en la cama mirando a un pensativo Rick.
Estuvo dispuesta a preguntarle si todo estaba bien, pero entonces él se aclaró la garganta para hablar.
―Carl ―pronunció―, te dije algo hoy temprano sobre Sophia...
―Lo sé ―lo interrumpió el menor―. Mamá me dijo.
Rick suspiró.
―Estaba a punto de confesarlo.
Leah miró como Carl bajaba la mirada.
―No quise mentir, pero no quería preocuparte. Es... es una excusa estúpida, pero no tengo otra.
―Está bien. ¿Crees que la encontrarán?
―No dudes de eso, enano ―por primera vez, Leah habló.
―Sé que lo haremos ―apoyó Rick―, bueno, no lo sé, pero lo creo firmemente.
―Te ves cansado ―murmuró Carl cambiando de tema―. Hoy conocí a Lili.
Rick y Leah sonrieron.
―Estoy cansado ―afirmó el mayor―. ¿Qué te dijo Lili?
―Dijo que sería mi enfermera ―sonrió―, y vino antes que ustedes a leerme sobre astronomía. Fue genial.
―Seguro que sí lo fue ―apoyó Leah y Carl asintió.
―Oye, estamos igual ―pronunció mirando a su padre ―. Nos dispararon, ¿No es raro?
Leah rio mientras atraía sus piernas a su pecho.
―Sí, aunque creo que tu madre preferiría oír que tenemos los mismos ojos, ¿verdad, hija? Así que esto debe quedar entre nosotros.
La risa de Leah cesó y sus ojos se agrandaron.
― ¿Hija? ―la sonrisa de Carl se ensanchó.
―Así es, oficialmente son hermanos ambos. ¿No es genial?
―Sí que lo es ―Carl la miró―. Ahora sí eres oficialmente mi hermana.
El corazón de Leah dio un vuelco, la sonrisa volvió a su rostro y asintió en respuesta.
Se sentía estúpidamente bien tener una familia de nuevo.
Los miró a ambos durante varios minutos sin poder creer que eran su nueva familia para luego levantarse de su lugar no sin antes depositar un beso en la frente de Carl, se despidió y se marchó a dormir.
La mañana siguiente pasó sin contratiempo alguno, Lili entró en la habitación de Carl sosteniendo esta vez entre sus manos un peluche con forma de alíen.
―Hola, mi nombre es Lilibeth, pero puedes llamarme Lili. Yo seré tu enfermera ―se presentó de nuevo, nerviosa.
Carl sonrió.
―Eso ya lo sé, pero de nuevo es un gusto volver a verte.
Lilibeth sin poder evitarlo se sonrojo, con pasos torpes se acercó a la orilla de la cama.
― ¿Cómo te sientes?
―Mamá dice que pronto podré ponerme de pie, ¿no es genial?
―Sí que lo es ―asintió convencida―, podrías acompañarme al huerto, mamá suele pedirme una que otra verdura o bien ir a recoger duraznos―susurró lo último ―. Solo si quieres claro.
―Me encantaría ―su mirada bajó con curiosidad al peluche―. ¿Cómo se llama?
― ¿Qué?
―Tu peluche.
―Se llama Alfred, mi tío lo ganó para mí en la feria del pueblo.
―No conozco a tu tío.
Lili sonrió de medio lado y camino hacia el vaso vacío.
―No creo lo conozcas aún, mi tío enfermo junto a mi abuela―contó dejando su peluche en el mueble para tomar el vaso ―. Mamá dice que volverán pronto.
―Espero poder conocerlos.
―Seguro que sí, mi abuela cocina delicioso. Iré por agua, ya regreso.
Observó a Carl asentir, sin esperar una respuesta salió de la habitación y caminó en silencio hasta la cocina, sin embargó la voz de su abuelo y mamá atrajo su atención.
―Lori y Carol nos van a preparar la cena esta noche ―escuchó a su mamá hablar.
―No estaba enterado de nada.
―No creí que fuera para tanto ―se acercó en silencio para escuchar mejor―. Solo quieren agradecernos.
―Debemos establecer límites claros con esta gente. Se están poniendo demasiado cómodos ―habló su abuelo.
―Es solo la cena ―susurró su madre queriendo zanjar la conversación.
― ¿Te llama la atención el asiático? Porque parece que él y la hija de Rick son algo.
Escuchó a su madre suspirar.
―Glenn. Es un amigo.
―Preferiría que no ―intervino su abuelo con seriedad―. Suficiente tuve en el pasado con perseguirte a ti y a Connor, ahora lo hago con Beth y Jimmy.
―Bueno a mí no me tienes que perseguir. No tengo dieciséis.
―Ya sé que no, pero los tuviste y cometiste un error, por eso cuento contigo ahora para que seas la más madura.
Lili bajó la mirada, sabía de sobra que ese error del que su abuelo hablaba era ella. No dudaba del amor de él hacía ella, pero aun así se sentía triste de saber que su madre había defraudado a su abuelo al tenerla.
―Lo lamento, papá, pero ya no soy una niña. Sé que cometí errores, sin embargo, ya maduré.
―Sabes lo que pienso, por favor no hagas las cosas más difíciles de lo que son ―Hershel hizo una pausa para acercarse a la puerta ―. Lili, cariño, ¿qué te he dicho de escuchar conversaciones ajenas?
―Perdón, tito ―susurró cabizbaja―. Iba por agua para Carl.
Maggie se acercó a su hija, poniendo sus manos sobre sus hombros.
―No quiero que se encariñen con ellos, tú más que nada Lili ―pronunció con más dureza de la que debería el mayor.
Los ojos de Lili se cristalizaron.
¿Qué tenían de malo todas esas personas? Hasta entonces la habían tratado con cariño, incluso el señor que no se bañaba le ayudó a obtener un durazno.
―Esta conversación se acabó, papá ―intervino Maggie con molestia―. Vamos, Lili.
―No se encariñen con ellos ―pronunció su abuelo haciéndolas detenerse ―. No estarán aquí para siempre.
Maggie giró el rostro para mirarlo por un segundo, retomando su camino casi al instante con ella de su mano.
¿Por qué su abuelo no los quería?
Leah caminaba con Dale charlando animadamente hasta que vieron a Andrea arriba de la casa rodante, por instinto la menor frunció el ceño; aun quería partirle la cara por lo de Glenn.
― ¿Qué estás haciendo ahí arriba? ―preguntó Dale atrayendo la atención de la rubia.
―No quiero lavar ropa. Quiero ayudar a vigilar el campamento.
―No sé si sentirme protegida o preocupada de que seas tú la que "vigile" el campamento ―soltó sin pensar Leah, recibiendo una mirada que poco le importó―. Vas a terminar matando a alguien o en el mejor de los casos cumples tu sueño de suicidarte de la manera más épica o tonta posible.
―Dale, ¿te parece bien? ―Andrea quiso ignorar lo que dijo, sin embargo, la mirada de odio que le envió dio por bien servida la labor de Leah.
Dale no dijo nada, ella le sonrió en victoria a Andrea y siguió su camino hacia T-Dog.
―Hola, chocolate hermoso ―exclamó corriendo a abrazar a su amigo.
T-Dog soltó una carcajada.
― ¿En serio no tienes un mejor apodo para mí?
―No ―rio―, además, es un lindo apodo. El chocolate es delicioso.
―Que no te escuche, Glenn, se pondrá celoso.
― ¿Por qué se pondría celoso? ―preguntó tomando una rodaja de mandarina.
―Vamos, Leah, ¿crees que nadie se da cuenta?
Se encogió de hombros sin entender.
―Tú y Glenn, ya sabes... son pareja.
Estuvo a punto de negarlo, estuvo a punto de decir que era mentira, pero los gritos de Andrea la interrumpieron.
―Caminante. ¡Caminante!
Leah se acercó a Glenn para ver a la lejanía, el chico quiso tomar su mano, pero ella fue más escurridiza al alejarse.
Habían muchos ojos.
― ¿Solo uno? ―preguntó Rick apareciendo, ella corrió hacía él.
Andrea ignoró la pregunta para ver por sus binoculares.
―Le dispararé desde aquí.
― ¿A él o a nosotros? ―escupió con veneno Leah―. No seas payasa, Andrea.
―No, no, Andrea, baja el arma ―ordenó Rick.
―Mejor dejanoslo a nosotros ―agregó Shane apareciendo junto a los demás.
Quiso rodar los ojos, pero era demasiado esfuerzo por hacer por un imbécil como Walsh.
―Shane, aguarda ―Rick se acercó a ellos―. Hershel quiere encargarse de ellos.
― ¿Para qué, viejo? Lo tenemos ―comentó pasando a su lado, ignorándolo.
―Maldición ―exclamó Rick corriendo.
Esto se pondrá bueno, pensó Leah antes de empezar a correr detrás de Rick.
Porque en días aburridos ―como era desde que tenía uso de razón―, no había nada mejor que los chismes.
Leah entrecerró los ojos al reconocerlo, aun estando de último pudo reconocerlo más rápido que toda esa manada de inútiles.
―Es Daryl, idiotas ―exclamó abriéndose paso entre ellos.
― ¿Ese es Daryl? ―escuchó a Glenn preguntar.
Cielos, es bueno en la cama, pero tiene una pésima vista, pensó.
―Es la tercera vez que me apuntas en la cabeza ―bramó con molestia el ballestero ―. ¿Vas a disparar o qué?
Rick bajó el arma, Leah sonrió y quiso acercarse al hombre cuando el sonido de un disparo junto con el cuerpo de Daryl cayendo la hizo gritar.
Su papá empezó a gritar corriendo hacia el hombre.
―Maldita sea ―Leah observó con preocupación a Daryl ―, parece que sólo lo rozó.
―Sí ―susurró Rick revisando la herida.
Leah se alejó para que pudieran levantarlo.
Todos empezaron a caminar, la vista de Leah junto con su juicio se nubló al ver a la rubia correr hacía ellos con Dale al lado. Giró tan solo un poco la cabeza al verla cada vez más cerca.
― ¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío! ―repitió entre sollozos Andrea ―. ¿Está muerto?
Glenn a sabiendas de lo que su chica haría intentó detenerla en vano, Leah se abrió paso entre ellos hacía Andrea.
―Oye ―la llamó.
Andrea la miró en el momento exacto en el que Leah le lanzó el puñetazo, se tambaleó hacia atrás. Quiso decir algo, sin éxito alguno. Leah dio grandes pisadas y la sujetó de las solapas de su camisa.
―Escúchame bien, maldita perra ―masculló haciendo todo uso de razón para no mandarla a dormir con los peces―, cuando se te da una puta orden, obedeces. Punto. ¿Entendiste?
―Oigan, ¿esto no es de Sophia? ―sin pensarlo dos veces, Leah soltó a Andrea para caminar hacía T-Dog que tenía entre sus manos la muñeca de Sophia.
Todos se giraron.
Por fin otro rayo de esperanza había tocado a su puerta.
Durante la cena el silencio que reinaba era demasiado incomodo, Leah preferiría las tontas historias de Morales o las aventuras de Dale alrededor de una fogata comiendo ardillas que eso.
― ¿Alguien sabe tocar la guitarra? ―deseando romper el hielo, Glenn se giró a la mesa de los adultos―. Dale encontró una buena ―suspiró al obtener silencio en respuesta―. Alguien tiene que saber tocar.
Como si el ambiente no estuviera más tenso, Patricia habló.
―Otis sabía.
―Sí y era muy bueno también ―añadió Hershel.
―Genial ―susurró para ella misma ―. Glenn porqué mejor no hablas en chino. Anda.
―Soy coreano.
―Lo sé, ahora, cena en silencio.
Glenn asintió.
Una vez que la incómoda cena terminó, Leah no dudó ni un segundo en escabullirse de todos junto con Glenn para ir a hacer un poco de deporte.
―Lo de la cena fue demasiado incomodó.
―Lo sé ―la brisa fresca movió su cabello.
Glenn la miró embobado.
― ¿Dónde iremos hoy?
―Bueno, ya lo hicimos en una farmacia, un supermercado, un baño, una tienda de campaña ―empezó a enumerar con sus manos, Glenn se sonrojo―. ¿Qué tal un granero? ―preguntó mirando al frente.
―Me agrada la idea.
Glenn tomó su mano para arrastrarla a la parte trasera, la acorralo contra la pared y la beso con efusividad; ella correspondió gustosa.
―Por más que me encantaría agregar a la lista el haberlo hecho al aire libre, me temó que nos vayan a ver el trasero ―murmuró entre besos―. Subamos mejor.
Glenn asintió.
Grave error.
El olor junto con los jadeos de la primera planta le hicieron saber a ambos que estaban metidos en un grave problema.
―Oh, mierda.
Holaaa, espero este capítulo les guste ♡
Gracias por su apoyo, se les quiere :3
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