ᴛʀᴇꜱ🦋
La reunión en la mansión de los Park continuó de manera exitosa, los invitados se encontraban contentos y cómodos y las donaciones monetarias seguían en pie.
Irene miró a Jungkook a lo lejos, quien acomodaba algo que estaba un poco fuera de lugar en la mesa de aperitivos.
—Genial. — Dijo irónicamente en un suspiro mientras se acercaba a él. Lo observó durante un momento y luego habló, captando su atención. — Quisiera que se mantuviera al margen, está un poco fuera de su elemento aquí.
Jungkook alzó una ceja ante aquel comentario que, aunque salió de aquella mujer en un tono de voz totalmente educado, fue algo despectivo para él Afortunadamente sabía como lidiar con aquel tipo de personas y no se consideraba alguien de problemas, de no haber sido así aquella mujer estaría en el suelo rogando porque no arruinara su peinado de 2,000 dólares y su manicura inspirada en diseños franceses.
—Oh, lo siento" Le respondió con inocencia fingida. — No sabía que podía sentirse opacada tan rápido, pero aún así no se preocupe por mí. —Sonrió de manera burlona.
La castaña estaba a punto de hablarle de manera nada agradable, pero antes de siquiera poder emitir algún sonido, una mujer con cabello negro y vestido pulcro interrumpió la pequeña conversación que habían entablado, llevándose la absoluta atención se Irene con ella.
HoSeok, quien estaba a solo unos pasos de ellos y quien pudo escuchar todo con claridad, miró al joven con una sonrisa reluciente y tratando con todas sus fuerzas de contener la carcajada que ya amenazaba de salir de su boca. Jungkook tan solo lo miró y le guiñó el ojo de manera juguetona, y sin más continuó andando por la mansión, observando todo a su alrededor con admiración.
El pequeño evento terminó a eso de las 11:00 p.m., todo había salido conforme a lo planeado y JiMin estaba más que feliz por eso.
Recogió un último cheque que fue ofrecido por uno de sus socios antes de que se marchara junto con su esposa, ambos satisfechos por lo ofrecido en la mansión Park.
Jungkook y HoSeok se encontraban acomodando y recogiendo algunas cosas, mientras Irene (quién estaba sentada en uno de los grandes sillones de la sala, con una copa de champaña en su mano) les señalaba algunas cosas que estaban fuera de lugar con aires de superioridad, aunque siendo vilmente ignorada por ambos.
JiMin atravesó la sala prestando poca atención a aquello, entró a su oficina y guardó los cheques en uno de los cajones de su escritorio. Estaba a punto de salir de ahí, sin embargo cuando levantó la mirada se topó con algo que definitivamente no fue de su agrado.
—¡Roseanne! — gritó con confusión y enojo al mismo tiempo. Es decir, ¿Cómo no enojarse? Si un completo extraño para él estaba ahí en la terraza, casi comiéndose a su hija, a su niña.
Rosé y el chico desconocido se pusieron de pie rápidamente, ambos con sus labios un poco hinchados y el cabello un poco revuelto por el aire que hacía allá afuera.
—Señor Park... — Intentó hablar el joven, con una mirada apenada y sus mejillas levemente sonrojadas.
—Tú ya te ibas. —Lo interrumpió de manera fría y con sus ojos puestos en Rosé, sin embargo ella no se atrevió a levantar la mirada. El chico asintió un poco avergonzado y comenzó a caminar con apuro hasta la salida, Rosé salió detrás de él llamándolo, y JiMin llamándola a ella.
Lamentablemente Rosé no pudo alcanzarlo, y él salió de la mansión sin siquiera mirar atrás. —¿¡Cómo pudiste avergonzarme así!? — Se quejó con su padre. Viéndolo a la cara por primera vez, sus mejillas sonrojadas y sus cejas fruncidas demostrando molestia.
—¿Disculpa? — su padre la miró incrédulo, pues Rosé nunca le había levantado la voz de esa forma, vio a HoSeok en busca de algo de apoyo en su mirada, pero en cambio solo recibió cierta mueca de sorpresa al ver a la joven tan enojada.
—¿Qué es lo que pasa?— se acercó Jungkook y se interpuso entre ambos, alerta por los recientes gritos.
—¡Aquel muchacho estaba allá atrás con Rosé! — respondió colérico ante semejante imagen volviendo a su cabeza. Su niña no tenía edad para esas cosas aún, pensó.
—¡Fue sólo un beso! — se quejó frustrada, no lograba entender como su padre estaba haciendo un drama por lo que vio, un simple e inocente beso.
—¿¡El te besó!? —preguntó Jungkook emocionado, había compartido muchas pláticas con aquella señorita en el poco tiempo que llevaba aquí, y por lo que sabía, ella no tenía mucha suerte con los chicos y eso la desanimaba un poco
—¡Sí! — sonrió, todo rastro de molesta desvaneciéndose de su rostro cuando miró a Jungkook frente a ella, olvidándose por completo de su padre.
—Eso es increíble, iré por la cámara. — Jungkook buscó su cámara por toda la sala.
—Jeon, esto no es algo que se deba celebrar. — Regañó JiMin, sus cejas fruncidas y su mandíbula apretada mostraban lo disgustado que seguía con aquello. —Y no voy a seguir discutiendo sobre esto. Rosé, ve a quitarte toda esa pintura de payaso de la cara y ve a dormir. — Demandó.
La joven le dedicó una mirada de frustración y tristeza antes de dar media vuelta y desaparecer por las escaleras. Jungkook conmovido por los gestos de la niña, estaba dispuesto a seguirla para subir sus ánimos, pero el brazo del señor Park lo impidió.
—Y usted, nada de esto hubiera pasado de no haber sido por usted. — JiMin lo miro molesto, con una mirada fría que haría temblar a cualquiera.
—¿Disculpe? ¿Qué fue lo que hice? — respondió Jungkook casi indignado. El sólo quería reunirlo de nuevo con sus hijos.
—Tomó a una niña, a mi niña y la convirtió en una, en una...
—En una señorita, pronto crecerá y alguien tiene que estar ahí para apoyarla. — Respondió molesto, Jungkook no podía permitir que Rosé viviera su adolescencia bajo el brazo de su padre sobreprotector.
—Se está tomando muchas libertades, ella ni siquiera es su hija.
Irene y HoSeok observaban la discusión detrás de ellos. HoSeok estaba sorprendido, pues solo había existido una persona capaz de desafiar a Park JiMin, y al ver a aquel joven dispuesto a todo por la señorita Rosé le causaba cierta calidez dentro de sí.
Mientras que Irene estaba encantada por los gritos que soltaba aquel muchacho, pues sabía que estaba reduciendo su posibilidad de seguir trabajando en aquella mansión.
—¡Por supuesto que no lo es! si lo fuera ella no estaría allá arriba llorando por algo que debió ser un lindo recuerdo.
—Le agradezco su simpatía, Jeon. —Habló el mayor, con el sarcasmo asomándose en cada una de sus palabras. —Está despedido. — Sentenció
—¿¡Cómo!? — Su rostro reflejaba asombro e incredulidad, ¿De verdad iba a despedirlo?
—Creo que ahora me siento mucho mejor. — murmuró Irene para sí misma con una sonrisa reluciente en su rostro. Aún así, HoSeok logró escucharla y rodó los ojos con notorio fastidió. ¿Por qué ella seguía ahí siquiera?
JiMin divisó la cámara de Jungkook, la tomó y se la extendió al joven, después se hizo a un lado y señaló la puerta... Prácticamente corriendo al chico de aquella prestigiosa mansión.
—Usted no puede despedirme, Park JiMin ¡Yo renunció! — Salió del lugar cerrando la puerta lentamente detrás de él. No era tonto, muy probablemente esa puerta valía más de lo que él podía ofrecer.
Sin embargo, casi al instante de cerrar aquella puerta, Jungkook se arrepintió de sus palabras, así que regresó. — No, mejor sí despídame, así puedo cobrar mi seguro de desempleo. — Y la puerta se volvió a cerrar.
[...]
JiMin estaba en su oficina, sentado detrás de su escritorio, observando el cuadro delante de él con nostalgia y un poco de tristeza.
Habían pasado dos años desde el fallecimiento de su esposa Anna. Ella lamentablemente no pudo ganar contra el cáncer y ahora ella se encuentra descansando en paz, sin maquinas conectadas a ella para mantenerla en el mundo de los vivos.
Hoy, al ver a Rosé con aquel lindo vestido y excelente peinado, fue como si viera a Solar, era tal como la recordaba el día que se conocieron. Tan joven y llena de vida.
Y bueno, el no pudo evitar ese sentimiento de nostalgia que abarcaba en su pecho, porque, a pesar de que Solar ya era un tema superado para los miembros de la familia Park, JiMin pensaba que no era malo recordarla de vez en cuando.
Por estar perdido en sus pensamientos no se dio cuenta de cuando HoSeok entró a su oficina, con un plato entre sus manos que contenía, lo que parecía ser, un sándwich.
—Despaché a la señorita Bae y llamé a la perrera, pronto pasaran a recogerla. — HoSeok fue el primero en hablar, sobresaltado un poco al castaño que aún se encontraba observando la foto de su difunta esposa.
JiMin, al ser consciente de las bromas de HoSeok, sólo asintió. — Gracias, HoSeok.
Seguido de eso, HoSeok colocó una servilleta en el escritorio y arriba de ésta, el plato que llevaba consigo, luego lo acercó al castaño. — Noté que no comió nada, señor, así que le traje esto.
JiMin asintió de nuevo, esta vez como gesto de agradecimiento, y tomó el sándwich. Aunque antes de probarlo, decidió hablar. — Exageré mucho las cosas ¿Cierto?"
—Como Olivia Wilde bailando en algún concierto del artista del momento. — se burló HoSeok, con ese humor que solo él podía sostener.
—Ugh, es solo que ella es mi niñita y... Al verla esta noche no pude evitar ver a Solar reflejada en ella. Ya perdí a mi esposa, no quisiera perder a mi hija también. — Suspiro triste y sin más decidió probar aquel sándwich que aún sostenía en su mano. — Mmm, esto es delicioso.
—El joven Jeon lo llama sándwich para matar el hambre.— Respondió el halago hacia la comida, pues no encontró palabras para consolar a JiMin sobre lo que sentía.
—¿Jeon Jungkook? — Preguntó JiMin, aunque la respuesta era obvia, fue lo único que pudo salir de sus labios.
—Sí, señor... Justo lo que necesitaba. — HoSeok sonrió, ya que después de aquel sentimiento de calidez que sintió consigo hace unas horas atrás, su cabeza no pudo dejar de hacer ideas idóneas para aquella mansión.
El castaño dejó de comer aquel delicioso manjar y frunció un poco el ceño al ver la sonrisa de su mayordomo. — Algo me dice que no estás hablando precisamente del sándwich, HoSeok.
La sonrisa del rubio se expandió un poco más sobre su cara. —No, señor, no del sándwich. — Y si nada más que agregar, HoSeok dio media vuelta y salió de la habitación.
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